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Historias Reflejadas

Historias reflejadas: “Emociones congeladas”

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Emociones congeladas

En los infinitos dobleces de la memoria, se ocultan oscuros los recuerdos de un tiempo que no fue.

Debajo de la piel, adormecida de dolor, late el pasado y las hebras del destino se ramifican determinando la esencia de aquellos que se permitieron el olvido.

Cada latido se manifiesta y se vuelve pesadilla, imagen desdibujada en una niebla que interpela y avanza soltando preguntas sin respuestas.

Emociones congeladas en un ovillo de vivencias lacerantes, toman forma para luego mutar en sombras que se convierten en presencias silenciosas.

Allí, en esos vacíos, las raíces se pierden para dar lugar a otros, tan distintos de sí mismos, que resultan desconocidos.

El ser, multiplicado en heridas que no sanan, no encuentra rostro ni identidad en los espejos que lo reflejan.

En un eco lejano sus nombres se pierden en una frontera borrosa que divide lo que fueron de lo que otros decidieron que fueran.

Sin embargo, en un diminuto rincón de la existencia todavía es posible retornar, volver a sí mismos a través del encuentro.

En los infinitos dobleces de la memoria, la tibieza de un amor verdadero, es capaz de liberar el lado salvaje de cada uno, esa esencia recuperada, capaz de desplegar sus alas para lograr volar en algún abrazo hacia la tan ansiada libertad.

Andrea Viveca Sanz

Se reflejan en esta historia: “En brazos de mi enemigo”, de Andrea Milano; “Pasiones en guerra”, de Cynthia Wila; “Tu lado salvaje”, de Magalí Varela; y “El cautivo de la niebla”, de María. E. Sherriff.

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1 comentario

1 comentario

  1. Andrea

    29/04/2018 a 16:50

    Qué bello, Andre!!!!! Muchas gracias!!!! Beso!

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“Despedida”

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Despedida

Dialogás con la muerte. Las palabras viajan por las venas, una tras otra se disuelven en la sangre. Como si pudieran anidar en tu cuerpo y en nuestras conversaciones, se animan a instalar un silencio. El espacio se contrae. Te acomodás en ese intervalo de vida, aferrándote a las sábanas y a la historia. Ella pronuncia tu nombre y nos quiebra, es una mancha que avanza y retrocede para ramificarse en pasillos sin aire, en rincones donde los recuerdos forman colinas de sedimentos.

Te aferrás a los sedimentos apilados. Tus ojos revuelven muebles y objetos, perciben el vacío futuro, las ausencias a uno y otro lado, cuando las palabras se desintegren y caigan de tu boca como restos imposibles de juntar.

Vas y venís. Oscilamos. Nos vemos obligados a revolver los escombros que por momentos nos cubren con olores conocidos. Pero la incertidumbre es inolora.

¿A qué huele la muerte?

Andrea Viveca Sanz

Se reflejan en esta historia las siguientes novelas: “Vos”, de Natalia Zito (Emecé); “Acá todavía”, de Romina Paula (Entropía); “Papá”, de Federico Jeanmaire (Edhasa); y “Las gratitudes”, de Delphine de Vigan (Anagrama).

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“El silencio”

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El silencio

La historia colgaba de las ramas. Cada tanto, una brisa suave balanceaba las palabras. Era allí, en ese movimiento imperceptible que ocurría a pesar de los agujeros negros, donde la maravilla se manifestaba. Y aunque el agua y el fuego habían arrastrado los sonidos cotidianos, aunque el miedo y la culpa se enredaran una y otra vez, en los bordes de los cuerpos siguieron adelante. Todos sabían. El vacío de las voces tenía la textura de las cosas que no se nombran. Áspero y rugoso, lo que no se pronunciaba crecía y se desparramaba desde el fondo de las bocas cerradas.

Fue entonces, en un claro del camino, en un punto de ramificación del lenguaje, cuando descubrieron que el simple gesto de nombrar abría alas y ventanas.

Y una palabra llamó a la otra y esta otra a otra más. El murmullo creció y se multiplicó, como un rumor. Como si cada verbo fuera capaz de volar y con su vuelo pudiera mover una parte de la historia que colgaba de las ramas y del tiempo. Como si se tratara de un rugido en el centro de un silencio.

Andrea Viceca Sanz (@andreaviveca)

Se reflejan en esta historia los siguientes textos: “Los agujeros negros”, de Yolanda Reyes con ilustraciones de Daniel Rabanal; “Lo que Teo no dice”, de Gabi Casalins con ilustraciones de Laura Aguerrebehere; “Los dinosaurios son pura historia”, de Márgara Averbach con ilustraciones de Daniela López Casenave; y “Un rugido en la selva”, de María Fernanda Karageorgiu y Alejandra Karageorgiu.

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“Círculos”

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Círculos

Deja correr las nubes. Una detrás de la otra.

¿Están escritas todas las palabras?

¿Dónde comienzan los hilos que prolongan las letras?

¿Dónde nacen las voces del árbol y del trueno?

Debajo, en las raíces, donde el silencio y el agua conjuran los nombres.

¿Cuántos hilos tejen cada vida?

Por aquí y por allá, detalles, una brisa que separa, antes.

Antes de las guerras, cuando la poesía colgaba de las ramas.

Antes de las plumas desparramadas y de los ojos en la arena, sin tiempo.

Antes de la oscuridad.

¿Quién decide la caída de las hojas, el viaje hacia el subsuelo, fugaz?

Alguien mira los detalles. Cerca.

Después del viento, los relojes mudos, la muerte y la vida anudadas, como si fueran la misma cosa. Unas y otros iguales, diferentes.

Nunca es el mismo otoño.

Ni la misma historia.

Andrea Viveca Sanz

Se reflejan en esta historia los siguientes libros que recomendamos: “Crecí hasta volver a ser pequeña”; de Adela Basch y María Delia Lozupone; “Una versión de Dios”, de Liliana Bodoc y Ana Luisa Stok; “Uno y siete”, de Gianni Rodari y Beatrice Alemagna; y “Mirar de cerca”, de Margara Averbach y Eugenia Nobati.

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Propietaria/Directora: Andrea Viveca Sanz
Domicilio Legal: 135 nº 1472 Dto 2, La Plata, Provincia de Buenos Aires
Registro DNDA Nº 2022-106152549
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