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Literatura

“Seres queridos”, el recomendado de la semana

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Por Graciela Speranza

En el comienzo, antes incluso de empezar a leer “Seres queridos”, hay un vaivén, un repliegue, una reconvención. Porque si, desde el título, el segundo libro de Vera Giaconi (Montevideo, 1974) anuncia un paisaje íntimo y un campo de acción, la frase hecha se deshace muy pronto en el epígrafe de Clarice Lispector, que anticipa el cristal facetado con que los diez cuentos desmontarán el clisé sentimental hasta devolverlo transformado. “La crueldad de la necesidad de amar”, “la malignidad de nuestro deseo de ser feliz” y “la ferocidad con que queremos jugar” se agolpan en la frase de Lispector como un géiser de fuerzas subterráneas que anidan en los lazos familiares y los relatos tarde o temprano harán aflorar.

No hay estallidos violentos, sin embargo, sino un lento desovillarse de sentimientos encontrados, miserias del amor filial, fraternal o conyugal que son el germen mismo del relato y le dan su trama o su discreto pathos. Lo sabíamos desde Tolstói pero vale recordarlo: todas las familias felices se parecen, pero las infelices lo son cada una a su manera; Giaconi desmenuza ese venero inagotable de dobleces -rencores, egoísmo, envidia, desprecio, venganza, desamor o hastío- sin ninguna contemplación ni piedad. Un eco del Onetti más implacable la alcanza y renace transfigurado.

Pero en los mejores cuentos de “Seres queridos” el doblez es incluso una matriz formal. No se trata, sin embargo, del iceberg hemingwayano que sólo asoma en la punta, ni de las dos historias, una secreta, que se traman en la clásica tesis de Ricardo Piglia; todo está en la superficie, delicadamente repartido en dos planos que se alternan con sutiles cambios de foco. En “Survivor”, por ejemplo, una chica monitorea a la distancia el noviazgo de su hermana con un ex-concursante de un reality show en Los Ángeles y, aunque todo sucede en las pantallas (en las varias temporadas del reality que la chica mira fascinada por youtube, en las conversaciones con su hermana por skype, en el compilado de videos que se intercambian), una maraña de sentimientos confusos y autoengaños va aflorando en el vaivén con otra medida de la distancia. También en el inspiradísimo “Tasador” el primer plano es para un programa inglés de tasadores que Adrián y su madre miran por televisión, atentos a los fraudes de las imitaciones que desilusionan a los concursantes y las sorpresas de objetos que enfervorizan al público cuando inesperadamente valen fortunas. Pero el foco se desvía poco a poco a los muebles de mimbre de la casa, las reproducciones baratas que cuelgan en las paredes, los aros de fantasía que Adrián observa mientras su madre se queda dormida (“Sabe que en casa de su madre nada vale nada”), con un zoom al vergonzante reloj ostentoso que lleva en la muñeca (regalo de su madre, grabado con la frase “La sangre une”), y después a la madre roncando, al pantalón de jogging que delata años de uso en las pelotitas de la entrepierna, a las arrugas del escote y la piel reseca, mientras Adrián tasa un futuro de ruina cuando tenga que internarla en un asilo. Al paneo inclemente por las miserias de la vejez se suma la banda sonora final del reloj ritmado con la respiración de la madre, “una alarma siempre encendida”, “algo que le pertenece pero no puede sacarse de encima”.

El cierre sorpresivo es más clásico en “Limbo” pero lo que cuenta en realidad es la minuciosa reconstrucción del vínculo de una paciente con su médico, de la enfermedad crónica e incurable para la que el médico por fin encuentra un diagnóstico, del detallado recuento de los protocolos de nombres radiantes en que la paciente se ofrece a participar (“Electric Tree”, “Season Food”, The Third Eye”), y más tarde del “abandono” cuando es el médico el enfermo y los planos se trastocan. Hay otro abandono que la enfermedad del médico replica, pero está a la vista, entreverado en los formularios del protocolo y las conversaciones de la consulta.

Si en el primer libro de Giaconi, “Carne viva”, el paisaje era sustantivamente femenino, la escena familiar se amplía en “Seres queridos” y también se expande el tiempo, con flashes a la dictadura uruguaya y los coletazos íntimos del exilio (“Dumas”, “A oscuras”), o a un limbo atemporal que acerca algunos cuentos (“Los restos”, “Bienaventurados”) a Cortázar o Silvina Ocampo. Giaconi escribe con una precisión y una firmeza rara en un segundo libro, pero brilla más cuando prescinde de los resortes clásicos del género que hoy revisitan muchas cuentistas, y deja que el cuento se bañe en las aguas del paisaje próximo (realities, youtubes, programas trash de la televisión, comida de delivery) y se dilate en los meandros de la observación afinada que dan vida al género desde Katherine Mansfield hasta Alice Munro. La mirada se posa en el detalle palpable, ambivalente, como si la prosa presionara con los dedos la arcilla de la energía humana que modela a los personajes.

“Hoy, por ejemplo”, se lee en “Tasador”, “él no siente rastros de naftalina en la ropa que ella está usando. Adrián se acerca un poco más para asegurarse, pero es difícil olfatear mejor su camisa sin verse envuelto por el aliento de su madre, que ronca cada vez más fuerte. La luz azulada del televisor se refleja en las tachas del cuello y las hace brillar como si fueran uno de esos adornos del barrio chino con los que su madre decoró el espejo del baño.” Con la misma llaneza tangible, un soplo de metafísica se cuela en “Dumas”, traducido a la expresión cotidiana: “La palabra ‘abuelo’ era para él un regalo, como si, a sus cincuenta y nueve años, lo que en realidad le estuvieran diciendo fuera ‘buen trabajo’, o ‘misión cumplida’, y todo eso le provocaba una sensación que no era tanto la que produce un halago, sino algo más parecido al alivio, aunque con una cierta carga de ansiedad, como si también le estuvieran diciendo ‘podés morirte tranquilo’.”

La mirada es invariablemente dura pero no falta compasión por las miserias humanas que anidan en cualquier familia. Son los “seres queridos” del título que hacia el final, tras el desfile de hermanas rencorosas, padre ausentes y mujeres abandonadas, sólo puede leerse como una ironía.

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Literatura

48º Feria del Libro: presentaron el programa de Lisboa Ciudad Invitada de Honor

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La Fundación El Libro y el Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, en el marco del Día Mundial de la Poesía, realizaron en conjunto la presentación del programa de Lisboa Ciudad Invitada de Honor de la 48° Feria Internacional del Libro de Buenos Aires (ver aquí), evento cultural que se llevará a cabo del 25 de abril al 13 de mayo en el predio de La Rural, en el barrio de Palermo.

En primer lugar, se proyectó un video de presentación de los autores de la comitiva
lisboeta.

Alejandro Vaccaro, presidente de la Fundación El Libro, agradeció “el compromiso de Carlos Moedas, presidente de la Cámara Municipal de Lisboa, y de todo el excelente equipo profesional que hace posible el gran despliegue que tendrá Lisboa como Ciudad Invitada”, y destacó especialmente “la importancia de la enorme comitiva de escritores que formará parte de la programación cultural de nuestra Feria”.

José Frederico Ludovice, embajador de Portugal en Argentina, sostuvo: “Esta invitación que mucho nos honra constituye una oportunidad única para promover un baño de cultura entre las ciudades de Lisboa y Buenos Aires, y quizá entre Portugal y Argentina, durante las semanas de duración de la Feria del Libro para mostrar la esencia de lo que somos a través del libro”.

“Los vínculos literarios entre Buenos Aires y Lisboa son enormes. Creo que es maravilloso que en esta edición 48 de la Feria del Libro se ponga en relieve que son dos ciudades hermanadas por sus librerías. A Buenos Aires y Lisboa las identifica esta calidad de acercamiento que tienen con respecto a sus lectores, a sus escritores y librerías, al acceso a su red de bibliotecas, a la posibilidad que dan ambas ciudades, llenas de puertas de entrada para que la gente se acerque a los libros”, expresó Gabriela Ricardes, ministra de Cultura de la Ciudad.

El acto, además, contó con la presencia de los equipos de trabajo de la Fundación El Libro
y del Ministerio de Cultura de la Ciudad.

(Fuente: Prensa Fundación El Libro)

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Literatura

La argentina Magalí Etchebarne ganó el Premio Ribera del Duero

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La escritora argentina Magalí Etchebarne fue galardonada con el Premio Ribera del Duero de Narrativa Breve, dotado con 25.000 euros, por su libro “La vida por delante”, un conjunto de cuatro extensos relatos.

La obra de Etchebarne se impuso entre más de mil manuscritos de autores de 38 países, el récord de participación del certamen. La editorial Páginas de Espuma, referente del cuento en lengua española, se encargará de la publicación del libro, que llegará a las librerías a partir del 8 de mayo.

“Su estilo es pura frescura e inteligencia. Encuentra humor en la tragedia y sabe de la tristeza con rabia y ternura. No hay postura ni solemnidad en su escritura”, reza el acta de un jurado presidido por Mariana Enriquez y compuesto por Brenda Navarro y Carlos Castán, también cuentistas.

Como es habitual, el Círculo de Bellas Artes de Madrid albergó la ceremonia de entrega del premio, en presencia de la autora.

Etchebarne, de 40 años y graduada en Letras en la Universidad de Buenos Aires, actualmente trabaja como editora. Publicó en 2017 el libro de cuentos “Los mejores días”, que en la Argentina fue una revelación para el género, y en 2023 el poemario “Cómo cocinar un lobo”, cuyas composiciones abundan en la idea de la pérdida y al duelo.

Estas coordenadas temáticas también ocupan un papel relevante en “La vida por delante”, aunque resulta aún más significativa la impronta humorística que propone la autora.

En declaraciones con El Cultural, Etchebarne confesó que incluso a ella le sorprende que este atributo haya seducido al jurado porque “cuando uno intenta ser gracioso, normalmente no lo consigue”. Su objetivo, asegura, es que “la mirada ridícula sobre ciertos momentos fuera una forma de bajar el volumen” a la solemnidad.

La autora reconoció también que su proceso de escritura resulta un tanto “desorganizado”, aunque prácticamente desde el inicio tenía decidido que fueran cuatro cuentos extensos, “que se pudieran leer con independencia” y, al mismo tiempo, “tuvieran una familiaridad”. Incluso algunos personajes comparecen en más de un relato. La muerte, el trabajo, el amor y la figura esencial de la madre sobrevuela cada uno de ellos.

De acuerdo con un artículo de El Español, la madurez, las relaciones sentimentales abocadas al fracaso, la enfermedad y la pérdida puntean las tramas de “La vida por delante”, protagonizadas por un grupo de mujeres que se enfrentan a la enfermedad y a la huida de sus maridos, dos creadoras y amigas que se marchan de vacaciones junto a un grupo y descubren que está integrado por suicidas, dos hermanas que se disponen a arrojar al mar las cenizas de su madre y una pareja que se pasa la vida batallando.

También hay en este libro una resistencia a los discursos de superación personal, aunque afirma que no está en contra de los libros de autoayuda. De hecho, los ha editado muchas veces. Frases como la de “hay que salir adelante”, en todo caso, le rechinan. Y es que “no es tan fácil”, dice. “El dolor puede convertirse en una constante en la vida” y “hay poca tolerancia hacia eso”, resuelve.

En cuanto a los escenarios, se advierte un desplazamiento desde los núcleos urbanos hacia las periferias y los entornos naturales. La Costa Atlántica o las Cataratas del Iguazú son algunos de esos espacios, según revela Etchebarne a El Cultural. En general, Argentina está muy presente también a través del lenguaje -en algún momento, relata cómo se traducen los textos desde Argentina a España-, aunque quizás lo original de la propuesta es la “mirada extranjera” que vierte sobre el país.

Milei, un personaje aterrador

En declaraciones a la prensa española, la autora se refirió a la situación política en la Argentina. Consideró que hay una sensación general de “incertidumbre” y apuntó que sigue “desconcertada” con la “propaganda de la destrucción” de un gobierno liderado por “un tipo que ganó con una sierra eléctrica en la mano”. “Incluso en un relato sería bastante aterrador que apareciera un personaje así”, concluyó.

(Fuente: Agencia Noticias Argentinas)

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Literatura

“El agua”, de Enrique Wernicke – Editorial Mil Botellas

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Salió la primera novedad del año de Editorial Mil Botellas. Se trata de la novela “El agua”, de Enrique Wernicke.

La obra fue publicada por primera vez en 1968, año de la muerte de su autor y se trata de uno de los puntos altos de la literatura argentina.

Escrita con oraciones cortas, diálogos escuetos, con la apariencia de lo trivial pero en donde asoma la profundidad del silencio.

Sinopsis

El agua invade el interior de las casas, el agua cubre la ribera del norte del Gran Buenos Aires, el agua interpela a la solidaridad en el vecindario. ‘El agua estaba entrando en su cuarto. Una lenga de vaca, otra serpiente, avanzaba explorando el piso’, describe la novela. Julio Blake, un ferroviario jubilado, en medio de la resaca de la inundación y en su soledad, aprovecha ese momento para revolver viejas fotos, abordar recuerdos algo dañinos“.

Respecto del autor, expresaron los editores: “Wernicke es una suerte de eslabón entre Benito Lynch y Miguel Briante.

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Propietaria/Directora: Andrea Viveca Sanz
Domicilio Legal: 135 nº 1472 Dto 2, La Plata, Provincia de Buenos Aires
Registro DNDA Nº 2022-106152549
Edición Nº