Artes Plásticas
La mexicana Graciela Iturbide obtuvo el Premio Princesa de Asturias de las Artes 2025
La fotógrafa mexicana Graciela Iturbide, uno de los grandes nombres de la fotografía artística de inspiración social y cultural, fue galardonada este viernes con el Premio Princesa de Asturias de las Artes 2025.
Considerada una de las más importantes e influyentes fotógrafas de América Latina, Iturbide (Ciudad de México, 1942) concibe su trabajo como una manera de conocer, explorar e investigar culturas con obras, casi siempre en blanco y negro, que muestran la fragilidad de las tradiciones ancestrales y su difícil subsistencia, la interacción entre naturaleza y cultura o la dimensión simbólica de paisaje y objetos encontrados al azar.
A lo largo de más de medio siglo de trayectoria retrató a pueblos indígenas de México, Panamá, Madagascar o Cuba y creó una obra intensa y singular, fundamental para comprender la evolución de la fotografía en México y en el resto de América Latina.

Profundida artística y sentido poético
En 1969 comenzó sus estudios en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la Universidad Autónoma de México con la intención de convertirse en directora de cine, pero a raíz de conocer el trabajo del fotógrafo Manuel Álvarez Bravo y de asistir a sus clases se vio atraída por esta disciplina.
En los años setenta viajó por Latinoamérica, principalmente por Cuba y Panamá, y en 1978 fue comisionada por el Archivo Etnográfico del Instituto Nacional Indigenista de México para documentar la población indígena del país con proyectos en los que fotografió, por ejemplo, a los pueblos Seri y de Juchitán.

Posteriormente prosiguió su labor en Cuba, Alemania Oriental, India, Madagascar, Hungría, Francia y Estados Unidos, época que dio lugar a numerosos trabajos destacados por su profundidad artística y su sentido poético.
Con el tiempo, su gusto por el retrato y la descripción de la naturaleza humana fue cambiando en busca de nuevos objetivos como paisajes u objetos encontrados, que su mirada dota de una visión trascendental a través del uso característico del blanco y negro.
En sus propias palabras, la fotografía es para ella “un ritual. Salir con la cámara, observar, fotografiar los aspectos más mitológicos de las personas, luego ir a la oscuridad, desarrollarse, seleccionar las imágenes más simbólicas”.
Los fundamentos del jurado que eligió a a Graciela Iturbide

Para el jurado que le concedió por unanimidad el Premio Princesa de Asturias, Iturbide es “dueña de una mirada innovadora” en la que combina lo documental con un sentido poético de la imagen y con la que consigue imágenes que “no solo muestran lo que ve, sino también lo que siente”.
Iturbide protagonizó exposiciones individuales en algunos de los centros e instituciones artísticas más importantes del mundo, como el Centro Pompidou de París, el San Francisco Museum of Modern Art, el Philadelphia Museum of Art, el Getty Museum, el Fotomuseum Winterthur y la Barbican Art Gallery, entre otros.
El Premio Princesa de Asturias de las Artes, que el año pasado recayó en el cantante español Joan Manuel Serrat, está destinado a distinguir “la labor de creación, cultivo y perfeccionamiento de la arquitectura, la cinematografía, la danza, la escultura, la fotografía, la música, la pintura, el teatro y otras manifestaciones artísticas”.
Los Premios Princesa de Asturias, con un total de ocho categorías, tienen una gran trascendencia internacional y llevan el nombre de uno de los títulos que ostenta el heredero o heredera al trono de España, en la actualidad, la princesa Leonor, primogénita de los reyes.
Artes Plásticas
El Museo del Agua presenta “El fluir del tiempo”, primera muestra de arte textil
El artista contemporáneo Marcelo Toledo presenta “El fluir del tiempo”, la primera exhibición de arte textil del Museo del Agua, tras su participación en Pinta Miami 2025, donde exhibió “IA Inteligencia ancestral”.
En esta nueva propuesta, Toledo ofrece un recorrido por la riqueza cultural de América Latina, integrando obras que continúan su exploración creativa. Las piezas incluyen máscaras en plata y cobre elaboradas con técnicas textiles de fibra natural de chaguar, tejidas por la comunidad Wichi, además de lienzos de gran formato y tejidos metálicos que incorporan cobre y bronce, materiales asociados a la tierra, a la memoria ancestral y al vínculo entre lo humano y lo no humano.
La muestra reúne elementos donde “las fuerzas que habitan el tiempo permanecen vibrantes e intactas”, según describe el propio artista, en referencia a los materiales, texturas y simbolismos que atraviesan su obra.
Toledo también intervino el tanque de agua del museo con una instalación que representa el paso del agua a lo largo de las estaciones del año, resaltando los matices de la vida en un entorno ecológico donde el agua “aporta su sabiduría transformadora”.
“Uno aprende mucho sobre el comportamiento del ser humano al reconectarse con lo esencial”, señaló Toledo. “Mi obra busca tender un puente y honrar las tradiciones indígenas en esta vida que fluye, avanza y nos transforma a través de la belleza de sus procesos”.
Por su parte, el curador Rodrigo Alonso destacó que el trabajo del artista “da vida a un universo de formas lábiles y seductoras”, surgidas de la convergencia de imaginarios diversos. En su texto curatorial describe cómo las obras remiten, por momentos, a estructuras orgánicas mutantes, y en otros, a prácticas ancestrales y tramas textiles arraigadas en la memoria cultural.
Alonso subraya además que la muestra incorpora alusiones a los ciclos de la naturaleza y a la heterogeneidad del tiempo, desplegados mediante materiales duros y blandos, naturales y artificiales, pesados y etéreos, que transfiguran el espacio expositivo y alientan una reflexión sobre la condición efímera y terrenal del ser humano. Las figuras suspendidas y las formas que caen dialogan entre sí, poniendo en evidencia que en lo aparentemente inerte también hay energía, tensión y vitalidad.
Artes Plásticas
Obras de Maggie Atienza Larsson, en la Casa Nacional del Bicentenario
La Casa Nacional del Bicentenario difundió la inauguración de la exposición “Maggie Atienza Larsson. Obras 1988–2008”, un recorrido por más de 35 piezas de la artista visual argentina que incluyen pinturas, objetos y collages.

Se trata de un conjunto de obras que introducen en un espacio ambiguo entre la fragilidad y la resistencia, y que funcionan como pequeños santuarios del paso del tiempo. Objetos de la vida diaria de la artista —fragmentos de materiales diversos— se resignifican, transformándose en archivos afectivos que laten entre lo cotidiano y lo sagrado. Cada pieza funciona como una puerta hacia un recuerdo vívido, un sentimiento nunca compartido o una experiencia difusa del pasado.
Almarios y objetos proponen caer en un estado parecido a la vigilia de un sueño: ese espacio liminal donde la conciencia transita, invitando al espectador a descubrir en esas piezas recuerdos o sensaciones propias que se suceden como un relato.
Esa misma tensión entre lo real y lo inasible se despliega en sus pinturas de gran formato, portales luminosos, umbrales o códigos secretos de un cosmos misterioso. En ellas se anticipa la experiencia poshumana y el surgimiento de algoritmos –tan presentes hoy en nuestra cotidianidad– creando así un paisaje visionario, donde la materia, la energía y el futuro dialogan.
La exposición podrá visitarse hasta el domingo 15 de marzo de 2026, de miércoles a domingos de 15 a 20, en el tercer piso de la Casa.
Sobre la artista
Maggie Atienza Larsson (1953–2022) nació en Buenos Aires y desarrolló una extensa trayectoria en la pintura, el objeto y la instalación. Participó en numerosas exposiciones nacionales e internacionales y obtuvo premios de instituciones como el Fondo Nacional de las Artes, Banco Provincia, Telecom y Costantini, entre otros. Su obra integra colecciones públicas y privadas en Argentina y el exterior.
(Fuente: Prensa Casa Nacional del Bicentenario)
Artes Plásticas
Nuevas obras de artistas latinoamericanos ingresan a la Colección Malba
El Malba anunció la incorporación de obras de más de una decena de artistas latinoamericanos a su colección permanente, a través del Comité de Adquisiciones y del sistema de donaciones del museo. La nueva selección incluye pintura, fotografía, escultura y trabajos vinculados a arte y tecnología, con piezas de Teresinha Soares, Luis Ouvrard, María Martorell, Dalila Puzzovio, Luis Frangella y otros seis creadores de la región.
Gracias al Comité de Adquisiciones, ingresan “Deus Criou o Homem e…” (da série Acontecências) (1967), de la brasileña Teresinha Soares; “La trilla” (1935), del argentino Luis Ouvrard; “Ocinaico” (1971), de María Martorell; una fotografía de la serie “Mientras unos construyen, otros destruyen” (1979), de Dalila Puzzovio; y dos piezas de Luis Frangella:” 3D Printed Floors” (1974) y “Geométrico” (1980).
“Estas adquisiciones fortalecen áreas clave de la colección, desde el realismo social de los años 30 hasta la nueva figuración, la abstracción geométrica y los cruces entre arte y tecnología”, destacó el director artístico, Rodrigo Moura. Según explicó, la selección se orientó a reforzar núcleos ya presentes y sumar artistas aún no representados, en el marco de la preparación por el 25º aniversario del museo.
Las piezas fueron elegidas por los miembros del Comité de Adquisiciones a partir de una propuesta del equipo curatorial integrado por Moura, María Amalia García, Nancy Rojas, Alejandra Aguado y Valeria Intrieri. “Nos alegra contar con un grupo tan comprometido con el crecimiento del acervo del museo. Este año alcanzamos un compromiso récord que permitió sumar seis nuevas obras”, afirmó Elena Nofal, directora de Desarrollo.
En el marco de “arteba 2025”, el Comité incorporó además siete obras y series de artistas argentinos: trabajos de Marcelo Benítez, una nueva pieza de Martorell (“Tangente”, 1967), “Venus Bolita” (2023/2024) de Flor Alvarado, un “Sin título” (1969) de Joan Wall, “IOMMI” (2025) de Laura Ojeda Bär, “Sembrador” (2025) de Sandro Pereira y la serie “Nuevo Realismo” (2022-2024) de Martín Legón.
Por vía de donaciones ingresan dos pinturas de Julio Eduardo Payró y Raúl Lozza, una escultura de Ulises Beisso, una fotografía de la chilena Paz Errázuriz, tres obras de la artista shipibo-konibo Lastenia Canayo (Pecón Quena) y una serigrafía de Osvaldo Salerno. El equipo curatorial del museo se encarga de evaluar y seleccionar las propuestas que se integran a la colección.
Con estas incorporaciones, el museo profundiza su misión de representar la diversidad cultural del continente desde una perspectiva plural e inclusiva, ampliando su patrimonio con obras de distintas generaciones, lenguajes y geografías.
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