Literatura
Claudia Piñeiro, Premio Hammet en la Semana Negra de Gijón
La escritora Claudia Piñeiro fue distinguida este viernes con el premio Dashiell Hammet de novela negra en la 34° edición de la Semana de Gijón, el festival de literatura policial más importante de habla hispana, por su novela “Catedrales”, en una jornada en la que también recibió una distinción la cordobesa Ana Llurba por la mejor obra de ciencia ficción y fantasía con “Constelaciones familiares”.
Según el fallo del jurado, leído durante un acto en el marco del festival, “Catedrales” es “una novela negra no canónica con una gran riqueza literaria y gran variedad de recursos estilíticos” que, además, está “comprometida con la más cruda realidad que puede afrontar una mujer a causa de la hipocresía y los prejuicios religiosos”.
“Premio Hammet para Catedrales. Me puse a llorar y no pude twittearlo. ¡Estoy feliz!”, escribió en su cuenta de Twitter, minutos después de recibir el premio para compartir la novedad con sus seguidores.
Piñeiro viajó a España a principio de mes para poder participar de las charlas y presentaciones del Festival. Durante la premiación, acompañada por escritores ganadores de otras categorías, se mostró contenta de haber decidido ir a pesar de las restricciones que la pandemia le imprimió, también, a su rutina como escritora: “Estoy muy feliz porque me costó venir y ahora más me va a costar volver”.
La escritora sostuvo que “la historia de la protagonista de ‘Catedrales’ podría haber sido la historia de muchas argentinas y latinoamericanas, podría ser actual” y advirtió que en verdad “puede darse en cualquier país en el que no se tengan en cuenta la violencia contra las mujeres y las disidencias”. En ese momento, la voz de Piñeiro se entrecortó: “Me emocionó por la lucha que hemos llevado adelante estos años”.
“A mí me toca escribir y otras hacen otras cosas. Pero sin dudas estamos de la mano haciendo que todos seamos iguales en distintos puntos del planeta”, dijo al cerrar su mensaje. La autora de “Tuya” y “Las viudas de los jueves” se llevó el máximo premio que otorga la Semana Negra de Gijón, el mismo que en 2019 había obtenido Juan Sasturain.
En “Catedrales”, publicada en 2020 por Alfaguara, la autora construye un relato coral en torno a un crimen que desencadena conflictos irreparables en una familia. Publicada a principios de 2020, no sólo estuvo al tope de ventas en la Argentina durante un buen tiempo sino que además alcanzó el aplauso de las citas literarias más importantes de España vinculadas al género negro y policial.
Por su parte, la escritora Ana Llurba, una cordobesa nacida en 1980 y radicada en Barcelona hace años, ganó el premio Celsius a la mejor obra de ciencia ficción y fantasía con la novela “Constelaciones familiares”, la misma distinción que el año pasado se llevó otra argentina, Mariana Enriquez.
Llurba no pudo participar de la premiación porque, según explicaron los organizadores, debió viajar a Berlín para atender asuntos familiares.
“Constelaciones familiares” reúne trece relatos sobre la amistad, la exploración de la sexualidad, rituales de paso típicos de la adolescencia y experiencias como la maternidad, los vínculos con otras especies y hasta con seres mitológicos o sin agencia humana.
Además de Piñeiro y Llurba, este año fueron finalistas las argentinas Paula Rodríguez por el Premio Memorial Silverio Cañada con la novela “Causas urgentes” y Gabriela Saidon por el Espartacus, con la novela “La reina”.
Por otra parte, este año, el premio Espartacus a la mejor novela histórica en español fue para “El cocinero y la ostra” de Lucía Núñez.
El Premio Memorial Silverio Cañada lo recibió “Arena” de Miguel Ángel Oeste y el galardón Rodolfo Walsh a mejor obra de no ficción de género negro fue para “Aquí no hemos venido a estudiar” del periodista y ensayista Enric Juliana.
Fuente: Agencia de noticias Telam
Literatura
Tres jóvenes fundaron una editorial que apuesta por la literatura de riesgo
Por Gastón Marote
Tres jóvenes emprendedores fundaron la editorial independiente La Tarea de Escribir, que ya publicó siete libros y apuesta por escrituras radicales y autores emergentes, con una propuesta estética que prioriza “lo raro antes que lo bueno”.
La editorial fue creada en 2025 por Juan Rey (27), Vinicius Fonseca (28) y María Josefina Pesado (29), y surge como continuidad del taller homónimo activo desde 2021.

Según explicaron sus fundadores, el proyecto busca acompañar obras que “se atrevan a pensar desde el borde” y no temen al error o a la incomodidad.
“Creemos que una editorial no es una vidriera sino un dispositivo de pensamiento”, sostienen los creadores, que acompañan cada libro con materiales complementarios como prólogos, notas, entrevistas o piezas visuales disponibles en un soporte digital propio.
En un comunicado, destacaron que trabajan con autores “nuevos, invisibles o directamente ilegibles para la mirada estándar del presente editorial”, y que la curaduría está guiada por una apuesta estilística abierta y desafiante.
Entre sus influencias mencionan tanto editoriales independientes como N Direcciones o la mítica 18 Whiskys, como también autores consagrados y contemporáneos como César Aira, María Negroni, Gabriela Cabezón Cámara o Pablo Katchadjian.
Los objetivos de La Tarea de Escribir están divididos en tres escalas: a corto plazo, construir un catálogo pequeño e incisivo y obtener visibilidad en eventos como la Feria del Libro o la FED; a mediano plazo, formar una comunidad interesada en la experimentación; y a largo plazo, producir un archivo vivo que integre edición, taller e investigación.
Definen a su público como lectores curiosos, móviles, interesados en lo anómalo y en obras que “se presenten como objetos capaces de abrir preguntas, no de clausurarlas”.
La circulación de sus libros se enfoca en librerías independientes, ferias, universidades y espacios culturales, aunque no descartan expandirse comercialmente para sostener el proyecto.
(*) Agencia Noticias Argentinas
Literatura
Martín Caparrós, Doctor Honoris Causa de la Universidad de Guadalajara
El escritor y periodista argentino Martín Caparrós fue distinguido con el título de Doctor Honoris Causa por la Universidad de Guadalajara (UdeG), en una ceremonia realizada en la sede del Instituto Cultural de México en Madrid.
Se trata de la máxima distinción honorífica que otorga la institución mexicana, que reconoció en el autor su “compromiso ético e intelectual con la verdad, la memoria y la dignidad humana”, además de su “extraordinaria contribución al periodismo narrativo y a la literatura contemporánea”.
Durante el acto, la rectora del campus CUCEA de la UdeG, Mara Robles, definió a Caparrós como “un sembrador de dudas”, una cualidad que, según señaló, la universidad busca fomentar en sus estudiantes. En ese marco, leyó un fragmento de “El hambre”, uno de los libros más emblemáticos del autor, cuya reflexión inicial sobre la experiencia cotidiana y la distancia con el hambre estructural conmovió visiblemente al homenajeado.
La ceremonia reunió a unas treinta personas, entre ellas periodistas y escritores como Alex Grijelmo, Jorge Volpi y el exdirector del diario El País Javier Moreno. También participaron familiares, amigos y becarios de la Universidad de Guadalajara, quienes desde ahora quedarán simbólicamente “bajo la tutela” intelectual de Caparrós. El público cerró el acto con un prolongado aplauso en reconocimiento a su trayectoria.
Al tomar la palabra, Caparrós confesó que México fue una asignatura pendiente en su vida y que siempre deseó vivir en ese país, influido por la obra de Carlos Fuentes y por los vínculos tempranos que allí forjó hace más de cuatro décadas, cuando comenzó a adoptar su característico bigote.
La Universidad de Guadalajara concede el Doctorado Honoris Causa a personalidades eminentes, mexicanas o extranjeras, por contribuciones excepcionales en el ámbito del conocimiento, las artes o por una obra de vida vinculada a las causas más nobles de la humanidad. En los últimos años, la distinción fue otorgada, entre otros, a Joan Manuel Serrat, Sergio Ramírez, Leonardo Padura y Miguel Ángel Navarro Navarro.
En julio pasado, la Universidad de Buenos Aires también reconoció a Caparrós con un galardón honorífico similar.
Textos para escuchar
La grasita – Mercedes Pérez Sabbi
La escritora Mercedes Pérez Sabbi lee un fragmento de La grasita, su nueva novela (Editorial Comunicarte).
“Llegamos al Café Tortoni para buscar a Dora, pero no podíamos entrar por la puerta principal porque los empleados y los familiares entran por la puerta de atrás. Vi que era hermosísimo el café. Con una puerta de madera con cortinitas blancas y adornos de bronce para abrirla. Pero no, no la abrimos, porque dimos la vuelta por la calle Rivadavia, y entramos por un pasillo con cajones de botellas y bolsas con mercadería, parecido al depósito del almacén de mi papá. Ahí preguntamos por Dora Rodríguez. Un muchacho de delantal, gorrita blanca y camisa desteñida nos dijo que enseguida la llamaba. Al ratito apareció Dora, arregladita como para salir de paseo. Alta estaba, por los zapatos con plataforma.
—Las hice esperar para cambiarme. ¿Les gustaría pispear el bar?
—Sí, me gustaría —dije.
—Bueno, las hago mirar por acá, porque por el frente solo entran los clientes.Pasamos por otro pasillo y Dora nos corrió unos cortinados de terciopelo azul. Hermoso lo que vimos: las paredes de madera y papel con flores, el techo con cuadraditos de vidrios de arabescos de colores, unas columnas gigantes de mármol marrón, las sillas tapizadas de negro, las mesas redondas con señoras de sombreros elegantes y señores de trajes muy distinguidos… Parecía un palacio de película.
—¿Puedo ir al baño que me hago pis…? —le pregunté a Dora.
—Bueno, andá al baño principal porque el del personal está medio cochino —y me señaló el lugar—. Ves allá que hay una mesa grande redonda, seguís a la izquierda y ahí está el tualet de damas. Te esperamos acá.
—¿El tualet?
—Sí, es baño en francés. Acá es así.
—Dejame el tapado así vas más cómoda —me dijo mi mamá.Y me quedé con mi pollera escocesa y mi saquito azul. Bonitos.
Tualet, tualet, tualet…
Toalette, decía en la puerta, con una figurita de mujer.
Adentro había una señora de sombrero azul con su hija de bucles rubios. Saludé y me quedé mirando adónde ir, porque había varias puertas y lavatorios y espejos con lámparas como copas. La señora se dio cuenta de algo y me preguntó:
—¿De dónde sos?
—De Maizoro.
—¡Ah! ¿dónde queda eso? —me preguntó mientras se pintaba los labios y la nena me miraba.
—Lejos. Hay que tomar un tren en Constitución y después otro.
—Podés pasar ahí —me cortó señalándome uno de los baños.
—Gracias —y entré.Desde el inodoro escucho que la nena le pregunta:
—¿Quién es mami?
—Una grasita —le respondió, mientras se cerraba la puerta.
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