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Entrevistas

Beatriz Actis: “Las bibliotecas públicas cumplen un papel importantísimo en la lucha contra la exclusión”

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Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición Walter Omar Buffarini //

Una puerta se abre. Al otro lado hay palabras que juegan un juego nuevo, se buscan, se encuentran, se expanden, unen sus bordes, rozándose apenas. Son flexibles en el vuelo y como si fueran mariposas atrapan los fragmentos de una historia que necesita ser contada.

En cada obra de la escritora Beatriz Actis puede percibirse una danza de letras, un deslizamiento de voces que bailan en la diversidad del lenguaje, el aleteo de las palabras, como brújulas que invitan, cada vez, a una lectura nueva.

En diálogo virtual con ContArte Cultura la docente, autora y editora cuenta sus vivencias en el universo de las palabras y presenta su libro “Variación sobre la costa litoral”.

—¿Qué vivencias de tu infancia despertaron tu interés por la escritura? ¿Cuál fue tu primera experiencia como escritora?
—Fui lectora desde la infancia. En mi casa había libros y también frecuentaba la biblioteca pública del pueblo. Tuve experiencias aisladas de escritura en la adolescencia, pero dejé de dedicarme a ellas cuando,  a los 17 años, ingresé a la Facultad de Letras de la Universidad Nacional del Litoral. Recién volví, o tal vez empecé a escribir, pasados los treinta años, es decir que mi vínculo con la escritura de ficción es bastante tardía en relación con la experiencia más generalizada de otros autores. El primer cuento que escribí fue uno breve para adultos, que tiempo después incorporé, fragmentariamente, a Alrededor de las fogatas, una novela que se publicaría en Colihue a fines de los ‘90. En cuanto a la cuestión pública, quizás sentí que la primera experiencia como escritora “cerraba” al ver publicado un libro; esto sucedió a mediados de los ‘90 con los cuentos para niños Manual de bichos y parientes, publicados en Libros del Quirquincho. Puedo decir que empecé a publicar poco tiempo después de empezar a escribir.


La infancia

Si hablo o escribo sobre la infancia
me parece que voy a comenzar diciendo:
Había en esa casa…
Pienso en el verano y en damascos
mojados,
en mañanas de calor y de desidia,
en los patios y en callejas de tierra,
en días condenados a desaparecer
(cuando ninguna posibilidad de futuro
era extranjera)
Otro recuerdo:
yo nunca había visto un largavistas.
Andábamos por un camino
en el medio del campo,
en realidad, en las afueras del pueblo,
hacia la casa de unos parientes de Caia,
caminábamos junto a sus padres y a su hermana
con parsimonia
por el camino desierto
bajo un sol tenue de invierno.
Un pueblo se necesita, dice Pavese,
aunque solo sea por el gusto de abandonarlo.


—¿Cuáles son las temáticas que suelen ser el origen de una de tus historias para contar?
—Cuando escribo para chicos lo hago desde el absurdo y el humor, y estoy más consciente de cierta dinámica de juego, por así decirlo, en el acto de escritura. En la práctica no es demasiado diferente a escribir para adultos pero géneros distintos: escribir poesía o escribir narrativa, por ejemplo. En la circulación de lo que escribo, la literatura para chicos aparece más próxima al material docente que publico, especialmente sobre la problemática de la lectura, que a la literatura para adultos, pero esto se debe, creo, no a que mi literatura para adultos y para chicos responda a estéticas diferentes de modo absoluto, sino a que todavía la ficción para niños está bastante ligada al ámbito de lo escolar. 

—¿Qué condiciones objetivas necesitás para escribir?
—Suelo tomar apuntes a partir de observaciones de la realidad, notas sueltas en libretas, notas del celular o en los papeles cotidianos. Después, en mi casa, siempre en la computadora, trabajo retomando aquellos apuntes y relacionando ideas hasta armar la historia y encontrar la voz narrativa.

—¿Cuál entendés que es la importancia real que tiene el acto de leer?
—La importancia personal y social de la lectura se relaciona con varias cuestiones, una de ellas tiene que ver con la construcción de sentido, ya que al leer de lo que se trata es de hipotetizar, inferir y anticipar a partir del texto y de los propios conocimientos el sentido de cada parte y su relación con el todo, y en relación con esto es que la lectura resulta una herramienta privilegiada para desplegar y organizar el pensamiento y también la creatividad, y, simplificándolo, digamos que este proceso nos lleva a crecer. Esta herramienta que es la lectura, a la vez, permite cimentar en las personas las bases de la reflexión o, al menos, abre las puertas para ello, y a partir de la reflexión pueden construirse el espíritu crítico, el juicio político, personal, cívico. La literatura en particular, a partir de la dimensión simbólica del lenguaje, nos proporciona un espacio multiforme, rico en su variedad, y esta multiplicidad nos conecta, por un lado, con nuestras raíces y sus ámbitos próximos, pero también nos permite la exploración de otros mundos diferentes y lejanos, la ampliación de nuestro universo cultural, y, finalmente, la posibilidad de la metáfora. 


Leer

Encontré en la biblioteca
un libro de poemas de Norah Lange
Así nunca voy a escribir un verso moderno
Ahora llueve, llueve
y la ciudad se inunda
Y más allá de la ciudad
el agua borra los últimos límites,
un giro extraño,
misteriosamente libre.
Leo con paciencia
El mediodía llega
y trae el tributo de su silencio.


—Y en este punto, ¿qué rol le asignás a la familia, la escuela, las bibliotecas y otras instituciones en el proceso de incentivar la lectura?
— Sabemos que los mecanismos mentales que se ponen en juego en las actividades de leer y escribir, escuchar y hablar tienen su origen en la “relación dialógica” que está presente en todas las actividades humanas. Esto exige la participación más o menos directa en situaciones sociales variadas donde pueda observarse y practicarse cuándo y para qué la gente usa la escritura, cuándo lee y para qué; requiere también conocer el código de la escritura y las formas convencionales por las que las funciones de lo escrito se codifican socialmente. Este aprendizaje de la lectoescritura como actividad social se da a partir de experiencias de lectura con otros, primero con los padres, luego con los pares y con los maestros, bibliotecarios y quienes asuman con convicción el rol de ‘mediadores’ para la lectura de otros.

“En la actualidad puede variar el soporte material, de la página impresa a la pantalla de la computadora; sin embargo, incluso tratándose de Internet, los nuevos medios también suponen la lectura, es decir, siguen siendo deudores de la cultura alfabética.”

En cuanto a la frecuentación, la manipulación y el conocimiento de los libros, cuando las condiciones sociales y económicas determinan que los libros no están, las bibliotecas públicas cumplen un papel importantísimo en la lucha contra los procesos de exclusión. En cuanto al actual contexto educativo, es evidente que el desarrollo de las competencias lectoras entendidas en términos de proceso puede únicamente ser resultado de una tarea sistemática y sostenida en cada uno de los niveles de la enseñanza, para que sea posible que los alumnos lean textos de complejidad cada vez mayor. Leer en la escuela constituye un compromiso institucional, que requiere acordar la necesidad de que esta problemática debe ser abordada conjuntamente por todas las áreas, y no solo por los docentes de Lengua y Literatura, a través de la implementación de proyectos de lectura de carácter institucional, de acuerdo con las características y necesidades de cada escuela. Del mismo modo que la lengua es concebida como una transversalidad que atraviesa todas las instancias de la vida escolar, la lectura debe ser eje de un pacto institucional que la contemple y promueva.

“Sin embargo, pedirle exclusivamente a la escuela, entre los demás agentes sociales, que contribuya a estimular la lectura es desmedido e hipócrita.”

Se trata de encarar una tarea conjunta, compartida, para que no sea únicamente la escuela el espacio que proporciona a la comunidad una oferta cultural masiva. En una esfera familiar o social más reducida (el barrio, por ejemplo) son necesarias instancias diversas que van desde recuperar el modelo de padres y maestros lectores, y que los chicos perciban que para el adulto leer es una práctica frecuente, que tiene significado, hasta la biblioteca como lugar de encuentro, como espacio aglutinante, y en un contexto ya más amplio, la presencia si no de la lectura al menos de la reflexión en los medios masivos, a modo de ejemplos someros. Se señala frecuentemente algo que es real: el “mediador” de la lectura de otro, sea padre, abuelo, maestro, bibliotecario, promotor cultural, comunicador social, etc., no puede dar sino lo que tiene.


Limpiamos bibliotecas

Compré una fotografía
de Jacques Prévert
de 1946
en forma de postal
publicada
por Editions du Désastre
en la que él está sentado
en un café de París
acariciando a un gato negro y blanco
que duerme sobre la mesa.
(La compré por el gato)
Y la acomodé en la biblioteca
entre los libros caídos, con polvo,
superpuestos.
Iba leyendo mientras tanto
la novela inconclusa de Capote
que lleva la cita de las plegarias atendidas,
la iba leyendo e iban rodando una a una las hojas,
caían al suelo, desarmadas e innobles,
en abandono del libro
descosido.
Aproveché además y acomodé los estantes
y entre ellos, un regalo reciente, simple:
mi primo trajo desde Lima la colección
de las viejas poesías de Vallejo.
A través de la ventana que ilumina
y descubre rincones,
los colores antiguos, extraños, repetidos
de la tarde.
La frase de Leonardo
está escrita al costado de los libros
con una tinta gris:
Las ansiedades de la vida son nada.


—¿Qué nos podés adelantar sobre tu libro de cuentos “Variación sobre la costa litoral”, publicado recientemente por Ediciones Nudista?
—Este libro incluye siete cuentos que, en su mayoría, están formados por dos partes; la segunda parte es una suerte de variación de la primera. Hay cruces entre las historias ya que, podríamos decir, están “semi-noveladas”. Primeros lectores y editor me comentaron algunas percepciones sobre el libro, algunas de las cuales están incluidas en la contratapa, por ejemplo, que los viajes de los personajes tienen que ver con perderse en la realidad de lo cotidiano mientras se interrogan y muchas veces temen por lo desconocido, y, finalmente, con la introspección. Recorren territorios a veces reales y otras veces imaginarios y quedarse quietos en un lugar es para ellos quedarse literalmente varados. Próximamente se hará la presentación virtual con la participación de Mariano Quirós y del editor de Nudista, Martín Maigua. Además, en marzo de este año publico el libro de poesía para niños ¿Llueve todavía?, en la editorial rosarina Listo Calisto.


Lo que hay que saber

Es bueno,
siempre,
dejar en las bibliotecas
un lugar
para el gato


Algún detalle más sobre Beatriz Actis

Nació en el año 1961. Es profesora en Letras por la Universidad Nacional del Litoral y vive en Rosario, escritora, editora y docente. Autora, entre otros, de “Cruces cierran los campos”, “Los poetas nocturnos” y “Los años fugitivos” (novelas); “Viajeros extraviados”, “Todo lo que late” y “Lisboa” (cuentos), “Sin cuerpo no habrá crimen” (poesía), y de literatura para niños y jóvenes. Tiene más de cuarenta libros publicados. Obtuvo, entre otros, los premios Fondo Nacional de las Artes (en cuento y en novela) y Municipal Ciudad de Rosario (en cuento). Entre sus libros de Educación figura, entre otros, “Las aulas de literatura” (mención Premio Isay Klasse – Fundación El Libro). Dirige la colección “Leer y escribir más” en la editorial Homo Sapiens y realiza selección literaria en libros de textos para la escuela primaria. Formó parte del Plan Nacional de Lectura y del Comité académico de la Maestría en Literatura para Niños (Universidad Nacional de Rosario). Fue becaria del Fondo Nacional de las Artes. Ha publicado en Argentina, México y España, e imparte cursos de capacitación destinados a equipos directivos y docentes en Argentina y el resto de Latinoamérica. En literatura para niños obtuvo, entre otros, los premios La Movida – Colihue en novela y Destacado de ALIJA en cuento. El cuento “Fábula” fue adaptado al teatro por Claudio Hochman y representado por el grupo Teloncillo (Valladolid, España).

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Aguirre–Rodríguez: “El tango siempre estuvo como lengua principal en nosotros”

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Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //

Es un viaje dentro de otros, un movimiento sutil, la música desperezándose en gotas de rocío, notas evaporadas sobre las aves del campo, es el vuelo hacia el espacio urbano, un recorrido temporal. Es antes y después. Es ahora y siempre, una melodía que llega desde lejos, de otras patrias, del mismo viento que corre y desparrama en el lugar justo y en el instante oportuno.

“Del Buen Ayre”, el próximo espectáculo y disco del dúo platense AguirreRodríguez es un viaje por el tiempo y por distintos espacios, una relectura en modo actual de la música rural bonaerense.

Contarte Cultura charló con sus integrantes, Cynthia Aguirre y Alejandro Rodríguez para que nos cuenten acerca de ese caminar que la canción propone.

—Porque los espacios y las cosas que forman parte de ellos suelen hablar de quienes los habitan, nos gustaría comenzar esta charla deteniéndonos en su lugar de trabajo, en el espacio creativo de su música y en los objetos que los rodean en este momento. Si pudieran elegir un rincón o un objeto, el que mejor los represente como dúo y nos cuente algo de ustedes, ¿Cuál sería?

—El lugar, nuestra casa, y el rincón nuestra sala, en la que se va gestando todo el resultado final de lo que hacemos como músicos. Creo que estos espacios hablan de nosotros y de nuestra manera de entender la realidad y el arte.

—Y desde ese espacio viajamos en el tiempo, ¿cómo y cuándo se encuentran Cynthia Aguirre y Alejandro Rodríguez en el camino de la música para dar comienzo al dúo Aguirre–Rodríguez?

—Nos encontramos en la escuela de arte de la ciudad de Berisso, hace muchísimos años, en situación de alumna y profesor, pero rápidamente comenzamos a compartir producciones por fuera de la escuela. Con los años volvimos a encontrarnos, ya específicamente en el terreno del tango con la orquesta Los inmigrantes en el año 2005. Cuando el tiempo de la orquesta se terminó, continuamos en dúo.

—¿Cómo fueron esos comienzos?

—Fue un muy hermoso comienzo, pero rápidamente el dúo se fundió dentro de un cuarteto que con el tiempo se convirtió en sexteto de tango. Me refiero a Tangor. Con esa agrupación trabajamos durante más de 10 años. Por otro lado, Cynthia participaba como invitada permanente en el grupo La Sonora, proyecto que venía caminando desde el año 1989.  

—Como decías, con el correr de los años el tango se instaló entre ustedes, ¿qué cosas los llevaron a explorar en este género que nos representa?

—El tango siempre estuvo como lengua principal en nosotros. Como una especie de lengua madre. Rastrear el porqué de esto es complicado, creo que tiene que ver con nuestras historias personales y la idiosincrasia de nuestras familias de origen. Lo que es claro es que ha sido fundacional en nuestro vínculo con la música. Nuestra mirada como habitantes de este tiempo siempre nos llevó a buscar puentes entre el tango, otras músicas y otros conceptos artísticos.

—¿De qué manera llega el primer disco “Mundo Tango”, grabado en 2011?

—Ganamos un premio a la Producción Fonográfica del FNA (Fondo Nacional de las Artes) y generamos nuestro primer CD. En ese entonces, si bien el CD se llamó Mundo Tango, abarcamos otros lenguajes musicales, algunas cosas del folclore y canciones provenientes de la cantera del rock.

—Por estos días están en proceso de grabación de su segundo disco “Del Buen Ayre”, ¿qué recorridos espacio-temporales tuvieron que hacer para dar vida a los temas que forman parte de esta obra?

En Mundo Tango nos referimos a una idea acerca del tango, como un estado del ser que no solo aparece en esta región del mundo (por algo el tango impacta como impacta en todo el globo). Aquí nos referimos más a la génesis de este género y la música de la provincia de Buenos Aires. Este nuevo trabajo propone un recorrido desde la música campera de principio de siglo XX (El Gardel Gaucho, pasando por compositores icónicos de ese lenguaje como Omar Moreno Palacios) para adentrarse en el tango clásico de la época de oro y llegar hasta composiciones actuales que revitalizan el género. También este trabajo, a diferencia del otro, está estructurado por un material que fue ampliamente mostrado y fogueado. Es música que hemos tocado mucho en vivo y está planteado desde esa impronta. Los arreglos, si es que los hay, fueron construyéndose a lo largo del tiempo y de las distintas actuaciones. Los músicos invitados jugaron en ese mismo tono también. Se les envió un cifrado y una grabación como referencia, pero el armado de los distintos temas se resolvió en el estudio,  mientras Manzana Ibarrart (gran amigo y comandante del Estudio Sonosfera) montaba los mics y seteaba todo. Luego se eligieron las mejores tres tomas de cada tema. El resultado tiene un aroma a “trazos sueltos” que nos encanta en lo particular.

—Sin dudas se trata de un viaje a través de la música, ¿cuál es el aroma que elegirían para simbolizar a este álbum?

—El múltiple aroma de los viajes…si bien es un CD local en cuanto al repertorio, es bastante global en tanto a que lo que suena proviene de muchísimas fuentes y no solo de la tanguera. Lo hemos tocado tanto en tantos países diferentes, que para nosotros tendría ese olor a viaje, a aeropuerto, a trenes.

—El 3 de agosto estarán presentando este disco en La Salamanca, un reconocido espacio cultural platense, ¿qué podrán disfrutar esa noche quienes se acerquen a compartir su música?

—Haremos  algunos de los temas de nuestro espectáculo Del Buen Ayre, como antesala al espectáculo Filogenia de Victoria Moran y el Dúo Puentes Reyes.    

—Mencionás que ese día estarán acompañados por la cantante Victoria Morán, entonces la pregunta va para ella. Victoria, ¿Cómo nace “Filogenia”, ese recopilatorio de obras de música popular argentina? Contanos quiénes serán parte de ese recorrido el 3 de agosto y qué sentís al compartir noche con el Dúo Aguirre-Rodríguez.

9- Filogenia surge de la necesidad de contar nuestro ADN musical a través de las canciones que nos definen. Es una suerte de viaje musical hacia la fuente, hacia la memoria imperecedera que une un recuerdo con otro. Este espectáculo viene a despertarnos la fibra sensible con canciones que nos nombran, enlazando a Homero Manzi con Víctor Heredia, al Cuchi con Fito, a los que fuimos con los que somos. El compartir con compañeros y compañeras músicos y músicas siempre es una alegría, y en este caso será además una sorpresa para el dúo Puentes-Reyes y yo, porque jamás nos hemos cruzado en un escenario y esperamos anhelantes ese ida y vuelta mágico que siempre augura la música compartida.

—Para terminar, ¿cuál es el próximo destino de la música que los mueve?

—Tenemos por delante algunas fechas en nuestra ciudad, como el próximo 29 de agosto, día en el que estaremos compartiendo escenario junto al cantor Carlos Cabrera en el Café Metro. Octubre nos encuentra realizando nuestra segunda gira europea, con conciertos en países como Italia, Francia, España y Portugal. A nuestro regreso estaremos presentando oficialmente nuestro álbum Del Buen Ayre, con la participación de los músicos que fueron parte de la grabación.

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Celina Cocimano y ‘El juego de las emociones de Uma’: “Un libro que pide gran compromiso de los adultos”

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Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //

Todo gira, se mueve en una circularidad compartida. Las emociones suben y bajan, cuelgan de nuestros cuerpos, se desprenden como hojas secas. Regresan, son brotes, transformados en otra cosa.

Celina Cocimano es terapeuta emocional y a partir de sus vivencias y de su trabajo de muchos años necesitó dejar huellas, sembrar palabras para que germinen a través de sus libros.

“El juego de las emociones de Uma”, su último libro, está dedicado a las infancias. A través del juego logra acercarse a los territorios del miedo, de la ansiedad o de la frustración para atravesarlos.

ContArte Cultura charló con ella para conocer las rutas que la llevaron a indagar en ese universo.

—Las emociones forman parte de nuestras vidas, van y vienen, se mueven y nos movemos con ellas. Por eso, para comenzar y a modo de presentación, nos gustaría que elijas al menos tres emociones que te atravesaron al momento de escribir tu último libro y que a cada una de ellas les otorgues un sabor o un aroma.

  • Frustración, sabor a cebolla
  • Ansiedad, aroma a menta
  • Alegría, aroma a vainilla

—Y ya instalados en esa imagen, vayamos a tus comienzos, ¿qué vivencias te llevaron a transitar el camino de la terapia emocional?

—La insatisfacción personal, haberme descubierto cómo estafadora de mi propia vida, creando personalidades adquiridas para moldearme al gusto de la mirada ajena, siempre con esa sed emocional de ser alguien para los demás, ser aceptada, reconocida, querida y encantar a todos. Mientras estudiaba para contadora, sentí un apagón emocional, la apatía era mi única compañera en esos tiempos, hasta que mi cuerpo también “habló” con un síntoma muy sentido. Empezaba a hacerme pis por las noches siendo ya grande, más adelante entendí que eso sucedía en cada hogar o lugar donde me sentía a gusto, de esa manera, “intentaba” aferrarme a algún territorio, sentirlo al menos, por momentos, un lugar donde era yo. Como los animales que marcan su territorio orinando sobre él. Eso era lo que faltaba para que mi vida se vistiera de insatisfacción y cambie totalmente de rumbo, mejor dicho, empiece a vivir y dejar de aparentar lo que mis vacíos necesitaban cubrir.

—Seguramente al ir recorriendo ese camino fue necesario dejar huellas y de esa manera llegaron los libros, ¿cómo vivís la experiencia de escribir para que las palabras sean instrumento de sanación?

—Mi primer libro, “Despierta”, nació como algo catártico de la etapa que comenté anteriormente. Aún no sabía qué era lo que estaba viviendo y, sinceramente, pensaba que me moría por esos tiempos, entonces empecé a escribir cómo fue ese tránsito a mí destrucción de las corazas hacia mi reconstrucción emocional. Después, al compartir mi vivencia con muchas personas, me di cuenta que varios pasamos por ciertos procesos similares, por lo que se me ocurrió darle forma de libro y agregar reflexiones y ejercicios terapéuticos y de autogestión emocional. Los otros 3 -“Diamantes”, “Rotas”, y “El juego de las emociones de Uma”-, fueron pensados basándose en las historias que atiendo y buscando dejarle una “biblioteca” de recursos emocionales a mi hija para cuando sea más grande y, a las personas, que encuentren en estos libros, escrito en palabras, el propio sentir descarnado y sin filtro de las emociones que abordo en cada uno de ellos y luego, ofrecerles dinámicas, reflexiones, ejercicios para que encuentren en ellos formas de transitar el campo emocional sin tanto dolor y con valentía.

—Si pudieras resumir en una palabra el espíritu de cada uno de tus libros, ¿cuáles serían?

  • Despierta: Integridad
  • Diamantes: Osadía
  • Rotas: Coraje
  • El juego de las emociones de Uma: Autenticidad

—Tu último libro, “El juego de las emociones de Uma”, transita los paisajes de la infancia con todas sus gamas de colores, ¿cuál o cuáles fueron los disparadores de esta historia?

—Mi hija, a los 8 años, comenzó a transitar por un tiempo la conocida “Crisis de ansiedad y angustia”. Yo me opuse a que esté medicada siendo tan pequeña, y desde mi saber en el campo emocional de los adultos, junto a una gran observación sobre ella y sus crisis, se me ocurrió trabajar juntas para buscar soluciones a su sentir. Buscamos opciones en el juego infantil, en la creatividad, desarrollando distintos escenarios, armando una rutina de ejercicios y, sobre todo, busqué acercarla a la autogestión emocional. Así fue que se me ocurrió compartir cada ejercicio que funcionó en ella en este cuento, que no solo tiene el fin de que los niños empiecen a desarrollar desde pequeña edad sus propias respuestas emocionales ante cierta situaciones, sino que es un libro que pide gran compromiso de los adultos que acompañan al niño, y esa compañía, con el estar, el hablar su idioma, mejorar la calidad del vínculo, validar sus emociones, respetarlos y comunicarse con ellos, es lo que hace casi la mayor magia del trabajo de fortalecimiento emocional.

—Y justamente, a partir de tus propias vivencias decidiste contar desde el juego y desde las imágenes. Explicanos cómo fue el proceso de elegir esas duplas emocionales sobre las que querías hablar.

—Busqué las que a su edad son dentro de todo fáciles de interpretar, como decimos los adultos: de “etiquetar”. Son parte de las emociones primarias y la dupla fue pensada para dejarles el mensaje de que no son ni buenas ni malas, simplemente son y cada una es mensajera de un sentir, una acción a llevar a cabo y una particular respuesta emocional. También al ponerlas en duplas, cuando ellos/as sientan, por ejemplo, tristeza además de procesarla en todo su ser, sepan que pueden aprender a transportarla en alegría, ir de la ansiedad a la calma. Es decir, que conozcan cuál es la emoción que se necesita para equilibrar una con otra.

—Las semillas del libro fueron plantadas, ¿creés que tus palabras ya comenzaron a germinar y son brotes en los lectores?

—Sorprendentemente sí. Como comenté, yo me dedico a adultos no a infanto, y este libro que se publicó en abril del 2024 ya se está imprimiendo la segunda edición. Lo han comprado mucho abuelas y abuelos para compartirlo con sus nietos, en colegios para abordar ciertas emociones en el aula ya que también hay un capítulo sobre el bullying. Y muchas madres me compartieron que sus hijos o hijas mientras que se les leía el cuento ya comenzaban a incorporar los ejercicios sugeridos, o que empezaban a identificar sus propias emociones, tenían armados sectores en su cuarto como se encuentran en algunos capítulos. Incluso los que son más grandes, según cómo se sentían, buscaban en la biblioteca el libro y se encerraban en su cuarto a leer exclusivamente el capítulo que contiene la emoción que estaban sintiendo en ese día o ese tiempo. También compartió nota de Revista junto a Unicef en el día internacional contra el Bullying de 2024.

—¿En qué proyectos estás trabajando actualmente?

—Tengo dos libros más en camino, uno para adultos sobre la depresión, y otro para infanto, más expansivo aún, con un viaje al campo emocional que sea para ellos y para sus padres o tutores también, digamos que será un libro revelador en muchos aspectos.

—Para terminar, te invitamos a elegir la textura que represente a tu libro “Las emociones de Uma”.

—La textura sería cálida, pomposa, con colores desde pasteles a fuertes, con ganas de descubrirla y sentirla, y con distintos aromas que vayan cambiando según cada paso de la mano o de los pies sobre ella.

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Florencia Ghio presenta “Aguas Turbias”, una historia que lleva al lector por una variada gama de emociones

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Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //

Hay un rumor, un murmullo por encima y por debajo. La evidencia flota, va y viene. Pero el agua arrastra las palabras, se lleva las voces, esconde. No se ve lo que no se quiere ver. O lo que no se debe. La verdad se hunde, toca fondo. Es barro entre los dedos. Y mancha.

 En “Aguas Turbias”, la última novela de Florencia Ghio editada por El Emporio, flotan varias verdades, como un rumor debajo de lo que se lee, van y vienen. Se convierten en imágenes, en sonidos y en aromas, mientras ella bucea para rescatarlas. Para que la verdad nunca se manche.

En diálogo con ContArte Cultura, la escritora cuenta cómo nació la obra y de qué manera descubrió a los protagonistas de esta historia.

—Vamos a comenzar esta charla haciendo foco en una palabra que flota entre las páginas de tu novela: justicia. A modo de presentación del libro y de sus protagonistas, si pudieras elegir una imagen o un objeto simbólico que represente esa justicia, ¿cuál elegirías y por qué?

—Elegiría la clásica estatua de la justicia pero con su balanza completamente inclinada hacia un lado y sus ojos vendados. Porque es un poco eso lo que se ve en esta novela, una justicia que es ciega, y también sorda, por eso el protagonista de mi libro, que dice ser el chivo expiatorio de un crimen que no cometió, tiene que venir desde un pueblo del sur y salir a clamar su inocencia por altoparlantes en un subte de Buenos Aires.

—Y a partir de esa imagen viajemos al principio. Sin dudas, siempre existe un germen que da vida a las cosas. Seguramente tu novela también es producto de ideas o situaciones que fueron semillas en la tierra de tu imaginación. ¿Recordás cómo y cuándo comenzaste a sembrar esta historia?

—Yo digo que en lo que va de mi carrera de escritora, en las dos novelas que escribí y en la que estoy escribiendo ahora, me pasó que no busqué las historias sino que las historias me buscaron a mí. Aguas Turbias está inspirado en un caso real, y surgió a partir de que viera por televisión a un joven que se había fabricado una máscara de chivo y andaba por los subtes suplicando que alguien lo escuchara. Había estado preso por el crimen de su madrastra que él juraba no haber cometido, y le aterraba la idea de que lo condenaran. Me impresionó el mecanismo, recurrir a su creatividad para escapar de ese infierno, eso me llevó a averiguar qué le había pasado y me inspiró para escribir la novela, en donde los personajes, lugares y la mayoría de los sucesos son ficticios, pero ese fue el puntapié inicial que me sumergió en esta novela.

—Aleida, tu protagonista, es una mujer que lucha por sus ideales, va en busca de justicia pero también pelea contra sus propios monstruos. ¿Cómo viviste el proceso de construir ese mundo interior con tantos matices?

—Aleida San Martín es un personaje que rescaté de mi anterior novela El Ciudadano. Es una abogada honesta e idealista, de esas que estudió derecho porque ama la justicia. Al mismo tiempo, es una guerrera; logró superar una historia familiar traumática, para convertirse en una funcionaria pública que trata de rescatar a toda persona que atraviesa un infierno, porque ella sabe lo que es estar ahí y no quiere que nadie más lo tenga que vivir.  Aguas Turbias la va a encontrar en un tramo de su vida en que está en caída libre, porque ahora, aun con las secuelas de sus anteriores traumas, tiene que luchar contra el acoso laboral, se siente muy sola, y todo eso le provocó una fuerte adicción al casino, que en esos momentos encuentra como su única vía de evasión. En estas condiciones se cruza a García Robledo en el subte y, conforme a su esencia, no puede quedar indiferente a su historia. Intuye que él no miente, pero ella no puede ejercer la profesión por ser funcionaria, y además vive en Buenos Aires, así que veremos si, en su estado, logra tomar decisiones tan difíciles para ayudar al chico de la máscara. Para el proceso de construcción de este personaje me ayudó mi especialización en violencia familiar y también hablé con psicólogas expertas en ludopatía.

—También el personaje de García Robledo, el chico de la máscara, tiene sus claroscuros, ¿qué fue lo primero que percibiste de este protagonista al momento de escribirlo?

—García Robledo es un muchacho que antes de pasar por ese infierno amaba la vida, pero luego de esto se ha decepcionado completamente de ella. Descree de las instituciones de su localidad pero, al igual que Aleida, es un guerrero que, en su caso, salió de su pueblo a buscar si al menos en alguna otra parte existía esa justicia que no lograba encontrar. El lector tendrá que averiguar si con toda esa lucha la logra despojar de la venda que tiene en sus ojos y cambiar la inclinación de esa balanza que parece desvencijada.

—Como ya comentaste, hay una cierta continuidad de “Aguas turbias” con “El ciudadano”, tu anterior novela, ¿qué hilos temáticos presentes en ambas historias te gustaría seguir sosteniendo en un futuro?

—Por el momento los casos judiciales reales o ficticios han sido fuentes de inspiración, no sé si quisiera mantener algún hilo temático en particular, pero sí escribir el tipo de literatura que a mí me gusta leer, aquella que no es puro entretenimiento sino que te deja reflexionando y retrata distintos tipos de realidades, algunas veces invisibilidades o desconocidas para quien no las transita, así como en El Ciudadano abordé, además de la violencia familiar y el funcionamiento de la justicia, la política migratoria argentina. Creo que esa también puede ser una de las funciones de la literatura y de la cultura en general. Como lectora, a los libros que solo me entretienen los olvido no bien termino la última página, en cambio el otro tipo de literatura es la que me ha marcado como persona, no solo la recuerdo sino que en determinados momentos de mi vida regreso a ella para releer, aunque más no sea algún párrafo.

—Como en todo policial, en esta novela hay un crimen alrededor del cual se teje la trama. ¿Cuáles son las emociones que te atraviesan al transitar esos escenarios con la palabra y con la imaginación?

—Creo que en Aguas Turbias, que tiene componentes del policial pero también es un drama y tiene romance, el lector va a atravesar una variada gama de emociones y estados de ánimo. Se me ocurren, por ejemplo, indignación, tristeza, intriga, alegría, entre otras.

—¿Seguirá la doctora Aleida San Martín presente en próximas historias?

—En la novela que estoy escribiendo ahora la doctora San Martín no es parte, pero no descarto que en algún momento vuelva.

—Para concluir, ¿cuál sería el color que elegirías para representar el espíritu de tu novela y por qué?

—Elijo el gris topo, por todo lo que acontece.- El lector tendrá que averiguar si ese color puede llegar a cambiar en algún momento de la novela.


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