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Literatura

Elogio de la máquina de escribir

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Por Luis Carranza Torres (*)

Ya casi no existe, salvo como objeto de culto. Le debo mucho y tiene en mi vida la nostalgia de los objetos de los que te has servido para llegar a ser lo que eres. 

La máquina de escribir es un invento del siglo XIX que revolucionó el modo de producir textos. En pequeño, fue un cambio en los modos escritos como lo fue el de la imprenta en su tiempo. De hecho, con sus tipos, teclas que al ser presionadas imprimen caracteres en un papel, bien podemos decir se trató de una versión portátil e individual del invento de Johannes Gutemberg.

La persona que opera una máquina de escribir recibe el nombre de mecanógrafo. La mecanografía por su parte, es una palabra que proviene de la voz griega mechané (mecánico, máquina), y grafé (escritura, dibujo). Se trata de un vocablo originado cuando se empezaron a utilizar las primeras máquinas de escribir.

Se entiende que varios tipos de máquinas de escribir (unos 52) fueron inventadas antes de conseguir un diseño acabado, conforme lo expone Joan Acocella, en su artículo «The Typing Life: How writers used to write», aparecido en The New Yorker del 9 de abril de 2007.

Ya en 1714 Henry Mill solicita una patente al respecto, pero no será hasta 1867 con el “impresor” inventado por Christopher Latham Sholes que podemos hablar de un concepto en los términos modernos, el que luego sería producido y comercializado por la firma «Remington», que buscaba diversificar sus productos más allá de la fabricación de armas.

Las máquinas de escribir Sholes & Glidden de 1874 fueron las primeras en tener la distribución del teclado con el sistema “QWERTY”, que se convertiría por costumbre en la adoptada para los teclados ingleses y españoles y que persiste aun en las actuales computadoras. 

Samuel Clemens, más conocido por su seudónimo de Mark Twain fue el primer escritor en la historia de la literatura en utilizarla. Conforme a sus propias palabras, tras comprar en 1874 una Remington 2, transcribió con ella los manuscritos originales de “The Adventures of Tom Sawyer“. Nietzsche también empleó una.

En 1914 se patentó la primera máquina eléctrica y en 1935, la primera portátil, la «Hermes-Baby». A partir de la década de 1980 los programas de procesadores de texto en las computadoras comenzaron a reemplazar de forma veloz a las máquinas de escribir en las economías más desarrolladas. Pero tal desplazamiento no terminó hasta entrado el siglo XXI. De hecho, la última fabrica máquinas de escribir Godrej & Boyce, en la ciudad de Bombay, en India cerró sus puertas en 2011 y recién en 2012: se fabrica en Wrexham, Gales la última máquina de escribir en Europa.

Tengo la edad suficiente para haber estudiado y sufrido la mecanografía en el nivel secundario y deber a la máquina de escribir mis primeros escritos. 

Por eso en mi novelas Palabras Silenciadas uno de los personajes principales, Julia, muestra su distancia con Mariano, su amor oculto, luego de una pelea aporreando “con los dedos las teclas de su máquina de escribir Underwood”; se trata es de un “constante tac, tac, tac que venía desde la oficina de Julia” y del que Mariano trata de sacar de la mente para poder concentrarse en su trabajo de fiscal. 

En Senderos de Odio aparece una Royal Standard N.o. 5, realizada en hierro forjado por la empresa Royal Typewriter Company, con sede en Nueva York. Donada por el único juez de ese Territorio Nacional de Río Negro, a la policía de San Carlos de Bariloche. Y no solo eso, frente a la desconfianza del personal policial por la innovación, el donante se explaya sobre las ventajas que la máquina brindaba, frente al escribir a mano los papeles: Con un poco de práctica se puede hacerlo mucho más veloz que a mano, “y la letra será entendible para todos”, teniendo además la ventaja, intercalando papel carbónico entre varias hojas blancas, de poder llevar a cabo diversas copias exactas de un escrito. 

En La Traidora mucho de las posibilidades de Gabbs para enterarse de los secretos del gobierno inglés respecto a la Guerra de Malvinas viene dado por el hecho de ser una competente administrativa en el Ministerio de Defensa. Y como corre el año 1982, esas competencias no son solo escribir a máquina con celeridad, alcanzando o superando la regla de las 40 palabras por minuto tipeadas sin errores.

En dactilografía se medía la velocidad de escritura a máquina en palabras por minuto (PPM), entendiendo por palabra, aquella que tiene, en promedio, 5 caracteres, incluidos los espacios y sin yerros de ortografía.

No una sino dos máquinas aparecen en esa novela, reveladora del cambio que se estaba operando en la última parte de su historia como elemento de uso habitual: la máquina de escribir eléctrica. Al inicio Gabbs  “tras llegar a su oficina, contigua a la vacía de Ian, y colocar una hoja de papel blanco en la máquina de escribir que se hallaba al centro de su escritorio, pensó mientras tipiaba su resignación, en qué punto las ilusiones de hacer carrera en la administración de Su Majestad habían dejado de serlo para convertirse en una sosa monotonía burocrática”

Pero luego tiene que vérselas con lo más avanzado en la materia: los computadores que estaban empezando a reemplazarlas. En la trama de la novela aparece entonces en la oficina de su jefe, Ian:

“… uno de esos nuevos ordenadores personales, el ZX80 de la compañía Sinclair, fruto de la moda por los computadores personales desatada recientemente. El ministerio había adquirido una partida e Ian se había apropiado de uno, más por estatus que por darle algún uso, ya que detestaba a esas nuevas máquinas. Pero eso le había permitido a Gabbs poder familiarizarse con ellos. 

Con un kilobyte de memoria RAM y 4 kB ROM se manejaba en el lenguaje de programación Sinclair BASIC, el editor, y el “OS”. El almacenamiento de los programas se hacía en cinta de casete y necesitaba de un televisor. De hecho, se le decía “Máquina de escribir por TV”. 

La escritura mucho le debió, por casi un siglo. Sobre todo, en las necesidades del día a día. Y aun cuando en el presente haya quedado desfasada, mucho de ella, sobre todo en materia de teclados, pervive en las computadoras más avanzadas. Que, en rigor de verdad, en cuanto a escritos, son una versión con pantalla de las últimas versiones eléctricas de dicho elemento, omnipresente en todos los escritorios hasta fines del siglo XX.

Hasta aquí, la versión primigenia de la nota. Pero quiero agregarle los comentarios que me brindaron varios de los lectores, luego de publicada y que ilustran del papel que ha tenido este invento.

Osvaldo, amigo entrañable, por caso escribió sobre el artículo: “Me recordó mi secundaria. Había que aprobar la materia con 38 no aprobaban nos toleraba errores -risas- para entrar a FAA di el examen de mecanografía. En casa tengo una Remington de mi padre, una Olivetti de mi suegro, una Lettera mía y una eléctrica de mi señora y ahí quedan en el recuerdo”. 

En el caso de Viviana dijo: “Soy se la época que en secundario había una materia mecanografía. Cuando entre a trabajar al estudio jurídico tuve que hacer curso y te aprobaban con 60 palabras por minuto, hasta no hace mucho usaba la Remington para llenar formularios en el estudio. Que recuerdos!!! Escritos con copias carbónicas, parece la prehistoria”. 

Blanca, también amiga y periodista, nos dice: “¡Cuántos recuerdos con la máquina de escribir! Tenía una empotrada en el escritorio en La Prensa”.

Ejemplos todos ellos, por si fuera necesario, de la presencia que ha tenido en las vidas de muchísimas personas, en los más diversos planos. 

(*) Abogado y escritor, especial para ContArte Cultura

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Literatura

Exposición sobre Gabriel García Márquez en el Palacio Presidencial de Colombia

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El presidente de Colombia, Gustavo Petro, inauguró este martes en el Palacio Presidencial de Bogotá la exposición “Gabo vive en la Casa de Nariño”, como un homenaje a Gabriel García Márquez, a quien definió como “el colombiano más universal”.

“Porque indudablemente el hombre más universal de Colombia se llama Gabriel García Márquez”, dijo el presidente en la inauguración de la muestra con la que los visitantes del palacio presidencial “podrán sentir en todos los rincones la presencia del autor de ‘Cien años de soledad'”.

La exposición incluye fotografías del escritor en diferentes momentos de su vida, afiches y objetos relacionados con su vida y obra, como una estatua de cera del Nobel y fotos del escenario donde se grabó la serie de Netflix “Cien años de Soledad”, entre otras.

García Márquez es nuestra alma porque muestra lo que somos. Nos matamos entre sí, pero también amamos. Amamos a profundidad y nos vengamos. Y la venganza es a muerte”, dijo el presidente haciendo un paralelo de la historia con Colombia con la del pueblo de Macondo desgarrado por la guerra civil en “Cien años de soledad”.

Según Petro, el derramamiento de sangre en Colombia desde la época de la Independencia, “García Márquez lo único que hizo fue mostrarlo como los cien años de soledad, como las estirpes condenadas en la tierra (…) sin tener una segunda oportunidad”.

“Su libro finaliza con que no hay una segunda oportunidad, pero nosotros creemos que sí hay una segunda oportunidad y es que está en las mismas líneas que ha escrito Gabriel García Márquez”, añadió.

Muestra en la Biblioteca Nacional

Hace solo una semana fue inaugurada en la Biblioteca Nacional de Colombia la exposición más completa sobre la vida y obra del nobel colombiano, que lleva por título “Todo se sabe: el cuento de la creación de Gabo”.

Esta exposición está compuesta por cerca de 450 objetos entre manuscritos de cuentos, novelas y artículos, cartas personales, dibujos de la infancia y adolescencia, pasaportes, libros, revistas, periódicos, fotos, videos, canciones, trajes, carteles, mapas, cuadros y máquinas de escribir, entre otros.

La mayor parte de los objetos proceden del archivo personal del escritor, adquirido por el Harry Ransom Center de la Universidad de Texas en Austin (EEUU), pero también incluye objetos del acervo de la Biblioteca Nacional y de colecciones de instituciones colombianas y del exterior.

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Historias Reflejadas

“Eterna batalla”

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Eterna batalla

Enredados en alguna profecía, el bien y el mal libran una eterna batalla y sus voces toman forma para convertirse en leyendas.

De pronto son fantasmas que susurran al oído aquello que se agiganta, se extienden y envuelven con telas de miedo nuestras propias miserias. Dos líneas de vida después, la claridad obliga a seguir andando y marca sus huellas.

Sin embargo, tres pasos más adelante, allí donde una curva nos obliga a detenernos, el mal deviene en monstruosas criaturas que gritan desde adentro, cuestionando nuestra esencia.

Inevitablemente, en la exquisita trama que teje el destino, su innombrable presencia se desvanece ante la luz.

Cada día los espíritus se enfrentan y miden sus fuerzas para dar lugar al equilibrio de las cosas perfectas, donde lo importante emerge de lo distinto y las tinieblas se disipan ante la verdad.

Hay que saber callar para encontrar las palabras justas que definen nuestros contornos y nos identifican.

Es posible descubrir un mundo silencioso en el que las letras se desplazan por debajo de las formas y los encuentros son posibles más allá de lo visible.

Existe un reino en el que las criaturas más elementales se desplazan entre nosotros entregando sus dones y nos rescatan, dónde los dragones se vuelven necesarios para mostrarnos una y otra vez el misterio de una sombra que más tarde ilumina.

Existe un reino en el que la poesía se convierte en tesoro para dar lugar a la magia, que nos acuna y sostiene en la interminable lucha entre el bien y el mal.

Andrea Viveca Sanz

Se reflejan en esta historia: “Algo más que un tesoro”, de Franco Vaccarini; “Saga del último reino”, de Leo Batic; “Tiempo de dragones, la profecía imperfecta”, de Liliana Bodoc; y “Un mago de Terramar, historias de terramar”, de Úrsula Le Guin

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Textos para escuchar

Aplastamiento de las gotas – Julio Cortazar

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Julio Cortazar
lle su texto Aplastamiento de las gotas

Yo no sé, mirá, es terrible cómo llueve. Llueve todo el tiempo, afuera tupido y gris, aquí contra el balcón con goterones cuajados y duros, que hacen plaf y se aplastan como bofetadas uno detrás de otro qué hastío. Ahora aparece una gotita en lo alto del marco de la ventana, se queda temblequeando contra el cielo que la triza en mil brillos apagados, va creciendo y se tambalea, ya va a caer y no se cae, todavía no se cae.

Está prendida con todas las uñas, no quiere caerse y se la ve que se agarra con los dientes mientras le crece la barriga, ya es una gotaza que cuelga majestuosa y de pronto zup ahí va, plaf, deshecha, nada, una viscosidad en el mármol.

Pero las hay que se suicidan y se entregan en seguida, brotan en el marco y ahí mismo se tiran, me parece ver la vibración del salto, sus piernitas desprendiéndose y el grito que las emborracha en esa nada del caer y aniquilarse.

Tristes gotas, redondas inocentes gotas. Adiós gotas. Adiós.

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