

Mundo
Cuatro décadas sin Groucho
El genial humorista estadounidense Groucho Marx, de cuya muerte se cumplen 40 años este sábado, fue -además de un actor desopilante, creador de un estilo inconfundible- un verdadero genio de los llamados “one-liners”, comentarios cáusticos que dejaban a su interlocutor preguntándose qué corno era lo que ese señor de bigotes negros, anteojos redondos y habano inacabable había querido decir.
Dueño de una comicidad caótica, anárquica y surrealista, desde su legendaria afirmación de que “nunca pertenecería a un club que me acepte como socio”, Groucho Marx dejó a la humanidad un legado en forma de frases agudas e hirientes marcadas con su inconfundible sello de ironía, entre las que puede mencionarse una de las más famosas: “Nunca olvido un rostro, pero en su caso haré una excepción”.
Comediante inigualable, parangonable a Buster Keaton, Jacques Tati, Charles Chaplin o Laurel y Hardy, Groucho nació en Nueva York el 2 de octubre de 1890 con el nombre Julius Henry Marks, y falleció en Los Angeles el 19 de agosto de 1977, a los 86 años, afectado de una neumonía.
Ganador en 1972 de un premio especial del Festival de Cannes y en 1973 de un Oscar Honorario, este hijo de inmigrantes alemanes se hizo famoso como miembro fundamental de los Hermanos Marx, grupo dentro del cual parodiaba a un hombre de la alta sociedad, “decidor -según Georges Sadoul- de chistes de almanaque”, con un frac que le quedaba mal y un puro que nunca terminó de fumar.
Cínico, ingenioso, dueño de un amplio bagaje cultural, Groucho practicaba la verborragia, la ironía, los juegos de palabras y una sinceridad descarnada para socavar los cimientos, desestabilizar y revelar las miserias de una sociedad donde la hipocresía, el egoísmo y los intereses materiales llevaban la delantera.
“¿A quién va a creerle? ¿A mí o a sus propios ojos?”, “Esos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros” o “He tenido una velada maravillosa, pero no ha sido ésta”, son algunas de las frases que escribió en su libro “Las cartas de Groucho”, en cuyo prólogo el escritor Arthur Sheekman -autor de diálogos en “Héroes de ocasión” o “Sopa de ganso” (Leo McCarey, 1933)- describió los rasgos más salientes de este “divertido insolente”.
“Dicen que Groucho es un personaje cómico porque dice descaradamente, y por supuesto con presteza, lo que nosotros podríamos pensar pero somos demasiado tímidos para decir. Esto no es verdad. Lo que realmente caracteriza a su insolente comicidad no es el descaro sino el ingenio”, escribió Sheekman.
Tanto en el teatro de variedades, donde se iniciaron, como en el cine, Groucho y sus hermanos Leonard (Chico), Arthur (Harpo), Milton (Gummo) y Herbert (Zeppo) poseían un gran poder de improvisación para satirizar sin piedad los puntos más negativos de la sociedad contemporánea, en sus aspectos sociales, económicos y políticos.
Groucho empezó su carrera artística en 1908, a los 18 años, como cantante en una compañía de teatro y luego, bajo la dirección de su madre (Minnie Marks) formó junto a sus hermanos varios
grupos como The Four Nightingales y Six Musical Mascots, antes de aparecer definitivamente en los años ’20 como los Hermanos Marx.
Desde 1912 aparecieron en breves comedias musicales o “Tab Shows”, con una fórmula que buscaba imponer la carcajada a través del caos, y su triunfo más resonante llegó en 1923, al presentarse en Broadway con la comedia musical “I’ll Say She Is”.
Seis años después fueron contratados por el productor de cine Walter Wagner y con él adaptaron para la pantalla grande sus espectáculos teatrales “The Cocoanuts”, filmada en 1929 por Joseph
Santley y Robert Florey, y “Los cuatro locos”, dirigida en 1930 por Victor Heerman.
Groucho -que además era un escritor de finísima ironía y sentía una debilidad especial por las mujeres- impuso un formidable sentido de la irrisión verbal, que para el crítico uruguayo Homero Alsina Thevenet “podía introducir el caos en la ópera, en las carreras, en la historia del Oeste, en una intriga policial, con una fecundidad sólo comparable a los mejores ejemplos de la comedia muda clásica”.
“A pesar de los muchos chistes verbales de Groucho, los Marx ratificaron la noción de que la comedia cinematográfica, aún en el período sonoro, debía ser primordialmente visual, desde la vestimenta, los bigotes y las pelucas hasta la loca idea de hacer bajar de un taxi a 25 personas, sin dar explicaciones”, agregó Alsina Thevenet.
Una anécdota que los distingue ocurrió en 1936, cuando trabajaban en la Metro y subieron por azar al ascensor donde viajaba Greta Garbo: como la diva no saludaba, Groucho le levantó el sombrero, la miró de frente y le dijo: “Disculpe, la confundí con un tipo que conocí en Pittsburgh”, pero ella no contestó.
Los filmes “Una noche en la Opera” (1935) y “Un día en las carreras” (1937), ambos dirigidos por Sam Wood, señalaron el comienzo de una nueva etapa y el fin del cuarteto, convertido en un trío al retirarse del grupo Zeppo.
Al terminar “The Big Store” (Charles Riesner, 1941), el grupo se separó y recién volvió a reunirse en “Una noche en Casablanca” (Archie Mayo, 1946) y “Locos de atar” (David Miller, 1949), donde una joven Marilyn Monroe tuvo uno de sus primeros papeles, pero la decadencia del trío ya era imparable.
Mucho después, en 1957, trabajarían separadamente en “La historia de la humanidad”, de Irwin Allen, pero luego sólo Groucho continuó en el cine, aunque en forma esporádica, para iniciar paralelamente una fructífera labor en radio y TV, donde trasladó su humor anárquico y surrealista al programa “You Bet Your Life”.
Al final de su carrera Groucho participó en forma solitaria en seis filmes -además coescribió el guión de otro-, entre los que se destacan “El amor vigila” (Richard Haydn, 1950), “En busca de un
hombre” (Frank Tashlin, 1957), y “Skidoo” (Otto Preminger, 1968), su última película.
(Nota de Paulo Pécora, para la agencia de noticias Telam)

Mundo
Sting ante una demanda millonaria de sus ex compañeros de The Police

Como resultado de años de disputas legales entre los miembros del grupo, Sting es acusado por sus antiguos compañeros de The Police por pérdidas en regalías. Ahora, el solista y compositor principal del trío londinense está siendo denunciado por daños “sustanciales” de acuerdo al guitarrista Andy Summers y el baterista Stewart Copeland.
El trío, formado en 1977, se separó a mediados de los 80 tras haber vendido 75 millones de discos por todo el mundo. “Every Breath You Take” fue el sencillo más vendido de 1983, y el quinto más vendido de esa década; cuenta ahora con casi 3.000 millones de reproducciones en plataformas digitales, de las cuales sus regalías anuales de 635.000 euros se dirigen únicamente a Sting. Cuatro de sus cinco álbumes se posicionan en la lista de los 500 mejores álbumes de todos los tiempos de la revista Rolling Stone, además de uno de los 100 mejores artistas de todos los tiempos.
Según una fuente citada por el tabloide británico The Sun, se afirma que “esto se veía venir desde hace tiempo”. Y agrega: “Los abogados intentaron repetidamente llegar a un acuerdo extrajudicial, pero se encontraron con un punto muerto. Andy y Stewart decidieron que no había otra alternativa que acudir a los tribunales, así que dieron el paso. Afirman que se les deben millones en concepto de derechos de autor perdidos”, concluye. La demanda se registró en un tribunal de Londres bajo la sección “contratos y acuerdos comerciales generales”.
Los demandantes argumentan que, pese a que Sting figure como el compositor de muchos de los temas exitosos (y lucrativos), la contribución musical que ellos brindaron también debe ser reconocida. Sting, cuyo nombre real es Gordon Summer, negó a través de sus representantes que la demanda esté relacionada con la canción.
Entre 2007 y 2008, el trío londinense sorprendió a sus seguidores con una gira de reunión, en la que tocaron 151 fechas por todo el mundo. Pese a su éxito, la tensión interna permanecía, incluso Sting confesó arrepentirse de haberla realizado: “En su momento, había denominado la gira como un ejercicio nostálgico. Así era como me sentía simplemente y aún es cómo lo hago hoy en día. Considero que está bien ser honesto acerca de tus sentimientos y así fue cómo se sintió para mí”, publicó Reader’s Digest.
Artes Plásticas
La historia de cómo detectaron en Mar del Plata un cuadro robado por los nazis

Un cuadro del siglo XVII, colgado en la sala de una casa de Mar del Plata, abrió un expediente judicial y revivió una historia enterrada por décadas. Se trata de “Retrato de una dama”, del pintor italiano Giuseppe Ghislandi (1655-1743), parte de la prestigiosa colección del marchante judío neerlandés Jacques Goudstikker. La obra fue saqueada en 1940 por el régimen nazi y terminó en manos de Friedrich Gustav Kadgien, funcionario cercano a Hermann Göring, que vivió en Argentina hasta su muerte en 1978.
El hallazgo fue revelado por el diario neerlandés Algemeen Dagblad, que detectó la pintura en las fotos de un aviso inmobiliario publicado en un portal argentino. Una de las hijas de Kadgien había puesto a la venta su casa en el barrio Parque Luro de la ciudad balnearia. En las imágenes, sobre un sillón del living, se distinguía el retrato desaparecido desde hacía más de 80 años.
La alerta llegó a la Justicia federal a través de Interpol y la Aduana. El fiscal Carlos Martínez, a cargo del caso, ordenó un allanamiento en el domicilio identificado como residencia fiscal de Patricia Kadgien, empresaria textil de 59 años. La Policía Federal secuestró armas, celulares y láminas, entre ellas una serie vinculada a una exposición de Henri Matisse en los años 40, pero el cuadro de Ghislandi ya no estaba. La principal hipótesis es que fue retirado de la vivienda tras la publicación de las imágenes.
La investigación busca determinar si la actual poseedora puede ser imputada por encubrimiento de contrabando. Paralelamente, la Agencia de Patrimonio Cultural de los Países Bajos reclama la restitución de la pintura a los herederos de Goudstikker, que durante más de ocho décadas rastrearon la colección saqueada por los nazis.
Jacques Goudstikker fue uno de los principales galeristas de Ámsterdam. Tras la invasión alemana de 1940 intentó huir con su familia a Nueva York, pero murió durante el viaje en barco. En su galería quedaron más de 1.100 obras, documentadas en un inventario. Esa colección fue liquidada a precios irrisorios entre altos jerarcas del Tercer Reich. Uno de ellos fue Göring, comandante de la Luftwaffe, y otro habría sido Kadgien, conocido como “el mago de las finanzas” del nazismo.
Nacido en Elberfeld en 1907, Kadgien había ingresado al Partido Nazi en 1932 y a la SS en 1935. Como experto en divisas, ocupó un lugar clave en la Oficina del Plan Cuatrienal que dirigía Göring. Desde allí articuló redes de empresas pantalla en Suiza para mover oro, diamantes y obras de arte robadas a judíos y opositores. Cuando la guerra llegaba a su fin, huyó a Suiza y luego a Brasil, hasta instalarse definitivamente en Argentina. Se radicó en Buenos Aires, fundó empresas y vivió sin ser molestado hasta su muerte, en 1978, sepultado en el cementerio alemán de la ciudad.
El destino de la fortuna de Kadgien sigue siendo un misterio. Investigadores europeos sospechan que controlaba entre 1.000 y 3.000 millones de Reichsmark ocultos en cuentas suizas. Su paso por Sudamérica incluyó negocios en Brasil y vínculos con empresas alemanas en la región, además de contactos con la administración de Juan Domingo Perón.
La aparición del cuadro en Mar del Plata reavivó la sombra de ese pasado. Según el corresponsal del Algemeen Dagblad, Peter Schouten, el rastreo de las hijas de Kadgien llevó años. Ellas nunca respondieron a las consultas sobre el origen de las piezas. Solo un descuido –las fotos de la inmobiliaria Robles Casas & Campos– permitió localizar el “Retrato de una dama”. El aviso fue retirado inmediatamente después de la publicación de la investigación.
En paralelo, se detectó que otra pintura desaparecida, atribuida al artista holandés Abraham Mignon, podría estar también en manos de la familia. Una de las hijas de Kadgien la habría mostrado en sus redes sociales, según el mismo diario.
El fiscal Martínez espera definir si imputa a Patricia Kadgien, mientras Interpol mantiene alertas nacionales e internacionales para impedir que el cuadro salga del país. En Europa, los herederos de Goudstikker insisten en que la restitución es un paso necesario para reparar una parte del saqueo cultural más grande de la historia moderna.
El caso demuestra que, 80 años después, los ecos del expolio nazi siguen resonando en lugares tan lejanos como una tranquila residencia marplatense. El “Retrato de una dama” continúa desaparecido, pero su historia volvió a la luz, recordando que detrás de cada obra de arte saqueada permanece una deuda de memoria y justicia.
Mundo
Taylor Swift anunció su casamiento con Travis Kelce

La cantante estadounidense Taylor Swift anunció su compromiso con el jugador de la NFL, Travis Kelce, esta tarde, a través de redes sociales, con imágenes de ensueño que dejaron a la luz detalles como el impresionante anillo de diamantes y el exclusivo vestuario.
“Tu profesor de inglés y tu profesor de gimnasia se van a casar”, compartieron los protagonistas en un posteo conjunto de Instagram con fotografías que abordan la naturaleza desde un colorido plano de rosas, jazmines y otras flores que hicieron al fondo onírico, casi de fantasía.
Mientras el deportista optó por un look sencillo con un suéter de Polo Ralph Lauren, Taylor no dudó en ser fiel a su estilo minimalista, pero con un vestido de seda a rayas del mismo diseñador y sandalias Louis Vuitton en color coñac.
Sin embargo, el protagonista de toda la escena fue el anillo que se publicó en primer plano entre los cortes del carrusel de la red social: se trata de un diamante antiguo, diseñado por Kindred Lubeck, según señalaron medio estadounidenses.
El anillo se mostró en conjunto al reloj Cartier Santos Demoiselle adornado con diamantes y su pulsera de la amistad “TNT” de Wove, que la intérprete llevaba puestos al momento de tomarse de la mano con su ahora prometido.
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