Literatura
Ana Emilia Moglia nos cuenta “Con los ojos cerrados”, su nueva novela que se presenta el 12 de abril
Con los ojos cerrados” es la nueva novela de la escritora cordobesa Ana Emilia Moglia, la que será presentada el próximo 12 de abril en la ciudad de Río Cuarto, y en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires el próximo 28 de este mes.
En un adelanto exclusivo con ContArte Cultura, Moglia nos brinda detalles de su nuevo trabajo editado por El Emporio, Grupo Editorial:
—¿Cuál es la temática central de la novela?
—Como en cada una de mis historias, el eje central es el amor, pero no sólo el amor de pareja, sino el amor en cada cosa que hacemos, que elegimos, que decidimos.
—¿En qué momento histórico se desarrolla?
—Con los ojos cerrados es contemporánea. Se desarrolla antes de la aparición de las redes sociales. Esta elección fue deliberada, ya que necesitaba que estas redes no existiesen para el desarrollo de la trama.
—¿Quiénes son los protagonistas de la historia y qué los caracteriza?
—Puedo hablar sólo de la protagonista, Trinidad Alcázar. Por una cuestión de la trama no puedo develar el protagonista masculino. ¿Que los caracteriza? Que antes o después, son fieles a sus sentimientos, tarde o temprano, toman el riesgo, si es lo que su corazón les dicta. ¡Y en esto, va gran parte de mí!
—Describinos en pocas palabras el/los ambientes por los que se mueven.
—Mirá, puedo decirte que el lugar donde inicia la historia es para mí como un paraíso escondido en las sierras de Córdoba, en el Valle de Paravachasca. Es la Comuna de San Clemente, donde presencié y viví ¡la luna más grande y luminosa de todas las lunas del mundo! (como para que se puedan imaginar…). Luego, la historia se traslada al sur de España, Alicante, donde la inmensidad del mar en una playa solitaria envuelve a Trinidad y se transforma en el escenario de una historia que nace en el momento menos pensado.
—¿Hay algún personaje secundario que quieras destacar?
—Sí, Elena, la hermana de Trinidad. En un momento de la historia le dice a su hermana una frase que la lleva a reflexionar. El personaje que encarna Elena, es lo que cada uno pretendería de sus hermanos, es decir, que nos comprendan, que se pongan en nuestros zapatos, que estén a nuestro lado a pesar de la distancia, en definitiva, que quieran nuestra felicidad. En mi caso, tengo esa fortuna con mi única hermana, Ana Fátima.
—¿Qué les dirías a los lectores a los que entregás esta nueva obra?
—Como siempre digo, las cosas más importantes de la vida llegan en el momento menos pensado. A veces las tenemos en nuestras manos y no nos damos cuenta; eso le pasó a Trinidad. Les diría que encontrarán una historia donde existe la dosis justa de todo. No me gustan los excesos (ni escribirlos, ni leerlos, pero respeto que cada uno escribe como mejor se siente y de la manera que le va más cómoda). Aprendí mucho al escribir esta historia; el trabajo de investigación fue muy arduo, tuve que entrevistar a muchos especialistas de diferentes ámbitos y que con tanta generosidad me explicaron y me asesoraron en temas desconocidos para mí. Los lectores merecen respeto y el respeto pasa por no inventar, sino investigar y dejar la ficción para donde cabe, nada más.
A los lectores les dejo una historia en donde los personajes son como las personas del mundo real: tienen sus miedos, sus deseos, sus decepciones, sus incertidumbres y por supuesto, la certeza de que el amor verdadero existe y es uno solo aunque pretendamos escapar de mil maneras. Sí, eso pienso, y cuando digo esto, irremediablemente pienso en las palabras que Pedro, el personaje masculino de mi segundo libro La Ruta de los Sueños le dijo a Rafael: “Si no te desprendes de ella, aunque te vayas a otro universo, la seguirás llevando en tu corazón”.
Amo a las personas que se juegan y dicen lo que sienten, más allá de lo que resulte. Igualmente creo en que lo que tiene que ser será, tarde o temprano.
Textos para escuchar
La Botella – Gabriela Romero
Gabriela Romero lee su cuento La Botella.
Créame que todavía hoy, ni estando en este lugar, puedo definir si lo que pasó aquella noche fue una maldición o si estaba predeterminado. Lo cierto es que mi cuñado Alfonso hizo una pregunta y el universo se las ingenió para responderle. Todo comenzó el 20 de noviembre de 1991 durante el festejo de los treinta y un años de mi hermana Sonia. Solo estábamos la familia. Los cinco hermanos: cuatro mujeres y un varón. Y nuestras respectivas parejas. Más nuestra madre, que quedó viuda joven. Más los tres hijos de Sonia, la que está allá; los dos de Mercedes, y la única nena que al momento tenía Silvana, la que recién se acercó; más los cuatro hijos de nuestro hermano José Arturo y los dos míos. Además de los padres de Alfonso, el marido de Sonia, estaban sus tres hermanos con las esposas y los seis hijos, resultantes de las tres parejas. En total éramos: 37. Muchísimos. Ya habíamos cenado y los chicos corrían por el jardín mientras los adultos conversábamos, algunos dentro del quincho y otros en la galería, o junto al bar que Sonia había armado a un costado de la pileta. Minutos antes de las doce de la noche Alfonso nos llamó para el brindis y nos dijo algo así:
— ¡Gente, vengan a brindar por mi esposa!
Él había ubicado las copas en la barra del bar y nos esperaba con una botella envuelta en una servilleta de tela blanca. Era evidente que alguna broma se traía entre manos porque intentaba ocultar la risa en su mueca ladeada. Lo amenazamos con tirarlo a la pileta si nos bañaba con el champán.
—No soy tan infantil —nos dijo Alfonso y agregó con una voz cavernosa —: ¿¡A ver a quién le toca!?
Entonces hizo presión y el corcho se elevó como un cohete, pero en vez de perderse entre las plantas del jardín o estrellarse lejos en el pasto cayó sobre tres de nosotras. En Sonia, en nuestra cuñada y en mí. Recuerdo nuestro griterío cuando nos golpeó el corcho y la pelea de los nenes por quién se quedaba con ese corcho maldito y también las risas de los otros a causa de nuestros gritos, y de la cara de Alfonso.
— ¿Qué pasó, cuñado? ¿Te salió el tiro por la culata? —le dijo mi hermano José Arturo riéndose.
Todos miramos a Alfonso. No se reía. Mantenía la botella en alto, inmóvil. Sonia caminó hasta él y le quitó la botella de las manos.
— ¡Las Viudas! —gritó—. ¡El champán se llama Las Viudas! —y antes de beber directamente del pico le dijo a su marido—: ¡A tu salud!
— ¡Alfonso, serás el primero en morir! —grité—.
Sí, eso le dije yo. Mi marido se indignó, para él no le es fácil vivir en una familia que tiene humor negro. A Alfonso le bajó la presión. Era de esos tipos que no se aguantan una broma, pero que viven cargando a los demás.
Murió a la semana. El 27 de noviembre de 1991.
Su muerte nos desgarró. Tan imprevista. Y él tan joven. Y tan joven mi hermana y tan chiquitos sus tres hijos. ¿Quién podría creer que se haría realidad lo que sucedió en el cumpleaños de Sonia? Cuando me avisaron creí que era una broma de mal gusto. Decile a Alfonso que se deje de joder, le dije al amigo que me llamó. Y le colgué. El teléfono sonó al instante. Se murió, Malena. Alfonso se murió. Entonces, se me vino a la mente mi sentencia. Serás el primero en morir. ¿Cómo miraría a sus padres?, me pregunté. Aunque después preferí culparlo, al final de cuentas el que había comenzado todo esto había sido él. En su velatorio recordamos lo ocurrido en el cumpleaños de Sonia. Ahora sigo yo, me dijo José Arturo al oído.
Él murió veinte años después, el 15 de julio de 2011.
Qué dolor. Pobre mi madre y mi cuñada y mis cuatro sobrinos. Y hoy estamos acá velando al marido de Mercedes. ¿Usted de dónde conocía a mi cuñado? Sabe, aquella noche mi hermana se encontraba a mi lado, pero a ella el corcho no la tocó. En eso el oráculo falló. Las Viudas. Me pregunto si tal vez aquello que decía mi esposo cuando era un niño, y que mis suegros contaban con tanta gracia, no fue una suerte de amuleto. ¿Un amuleto que lo protege de lo que está escrito o de lo que sucedió a partir de aquella noche? ¿Qué vas a ser cuando seas grande?, le preguntaban mis suegros divertidos con la respuesta que siempre les daba su hijo. Viudo, les respondía él.
Literatura
“Un pez dorado”, nuevo libro de Laura Devetach que ya se encuentra para su descarga
Vera Editorial Cartonera acaba de editar “Un pez dorado”, obra de la escritora Laura Devetach con ilustraciones de Istvansch, que ya se encuentra para su descarga gratuita.

La obra cuenta con palabras preliminares de Laura Roldán, quien destacó: “Haber editado este libro con Vera Cartonera y que haya sido ilustrado por Istvansch, quien dio vida con su arte a las imágenes y personajes del texto, es un sueño cumplido. Gracias por cobijar la semilla que germina cuando necesitamos ver brotar la esperanza”.
Asimismo, Roldán manifestó en el prólogo creer “en el poder de las cosas pequeñas, en el trabajo de las hormigas, en la dulzura de la verbena. Creo en las redes que contienen y sostienen y un proyecto pequeño, en estos momentos difíciles, es un camino de esperanza”.
Su voz se entrelaza con la de Devetach y su versión libre de una leyenda popular en la que se recrea la historia de la primera pesca de un dorado contada por la voz de un anciano “cuentero” del Litoral, quien va desgranando la versión que aquí se relata. Historia en la que se entretejen las voces de los indios abipones y los paisajes del río Paraná.
Esta edición cuenta con una Bitácora de las ilustraciones de “Un pez dorado” que realizó Istvansch para la primera edición de esta leyenda. En este relato escrito por el autor se atisba la configuración de parte de la historia de la producción literaria de libros destinados a las infancias de nuestro país.
Finalmente, los responsables de la obra desearon: “¡Qué disfruten de su lectura! ¡Qué el libro circule como el irupé en nuestros ríos!”.
- LINK PARA ACCEDER Y DESCARGAR EL LIBRO
https://www.fhuc.unl.edu.ar/vera…/portfolio/un-pez-dorado/ - LINK DE VERA CARTONERA Y DEL CATÁLOGO 2025
https://www.fhuc.unl.edu.ar/veracartonera/catalogo/
Historias Reflejadas
“El país de los sueños”

El país de los sueños
Adentro de un bostezo viajaba un sueño largo, muy largo. Tan largo que llegaba al otro lado del mundo. Y más allá, a un lugar donde todo era posible.
Un paisaje de colores cayó entre las pestañas, como un viento cargado de novedades. A un costado, justo a los pies de la cama, o tal vez un poco más acá, había un árbol de páginas abiertas, como si de pronto le hubieran crecido cuadernos. Y a los cuadernos, renglones. Y a los renglones, palabras que colgaban de las ramas y contaban una historia.
De pronto, la historia se precipitó sobre el suelo y fue semilla. A la semilla le nacieron brazos, como hojas. ¡Y raíces!
Fue entre esas raíces donde apareció una lombriz. Iba y venía la lombriz, y enredaba la historia. Y entonces se volvió un ovillo de sueños.
Cuando el barquero despertó pudo ver en su almohada un hombrecito de colores. En sus manos, un pájaro verde llevaba en el pico a una extraña hormiga cantora.
Minutos después, cruzaron a través de la ventana y nadaron por el río de la mañana hacia el país de los sueños.
Andrea Viveca Sanz
Se reflejan en esta historia homenaje a Laura Devetach, los siguientes libros de la escritora: “El enigma del barquero”, “La hormiga que canta”, “La planta de Bartolo”, “Del otro lado del mundo” y “Lombriz que va, lombriz que viene”
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