

Literatura
Borges según las nuevas generaciones: de imbatible a padre “rancio” de la literatura argentina
Por Dolores Pruneda Paz (*)
Jorge Luis Borges, el invencible de la cuentística universal, padre “rancio” de la literatura argentina, titular de una ética de la que emana “todo el buen decir de la ficción”, a quien leemos en todas partes porque él nos enseñó a leer y que, especialmente en pandemia, puede contagiarnos la felicidad de Dahlmann tras haber pasado el encierro, es el que rescatan, a 35 años de su muerte, escritores jóvenes reconocidos por su producción.
Olivia Gallo, Michel Nieva, Martín Castagnet y Juan Ignacio Pisano, autores nacidos entre 1981 y 1993, repasaron, en diálogo con la agencia de noticias Télam, cómo las nuevas generaciones metabolizan y resignifican la herencia borgeana.
Nacido en Buenos Aires el 24 de agosto de 1899, Jorge Francisco Isidoro Luis Borges es una figura clave de la literatura universal. Escribió cuentos, ensayos y poemas como “La fundación mítica de Buenos Aires”, “Inquisiciones” y “El Aleph”. Murió en Ginebra, la ciudad de su juventud, el 14 de junio de 1986, dos meses después de haberse casado María Kodama, ex discípula y apoderada de su obra.
“Del Borges que más me gusta destaco una mirada de la literatura como terreno beligerante, un espacio de tensiones, relecturas, reescrituras, intertextualidades y apócrifos. No como el espacio de una consagración o de una aspiración de jerarquías que es, contradictoriamente, la imagen de Borges que circula en cierto sentido común de aspiraciones ‘cultistas’ en nuestra sociedad, sobre todo la porteña”, dice Pissano, autor de “El último Falcon sobe la tierra”.
Doctor en Letras especializado en gauchesca, Pisano se refiere a “un espacio de artificio e invención”, que entiende a la ficción “como una forma para que la posibilidad exista” y a “la capacidad de decir mucho sin explicar demasiado ni describir en exceso”.
Mientras que Nieva -autor de “Tecnología y barbarie”, textos que entrelazan ciencia ficción, cyberpunk y ensayo nacional-, se disculpa por lo “edípico y patriarcal” que pueda sonar, pero para él “Borges es el padre de la literatura argentina, un padre conservador y rancio de cuya ética literaria emana todo lo que se considera la norma de un buen texto de ficción: adjetivación sobria y precisa, imperativo de la brevedad, presentación no psicológica de los personajes”.
Su originalidad, dice Nieva, es que “inventó engendros alucinantes, como hacer que la filosofía sea una rama de la ciencia ficción o la política una forma de la literatura fantástica. Pero lo que más me sigue asombrando es su capacidad única de amonedar ideas poderosísimas en una o dos oraciones: casi toda la teoría literaria de la segunda mitad del siglo XX sale de dos ensayos suyos, “Kafka y sus precursores” y “El escritor argentino y la tradición” que tienen menos de 10 páginas cada uno”.
“Su obra desarma cualquier dicotomía: encarnó la vanguardia desde la tradición y elaboró un estilo mal llamado elitista desde los géneros mal llamados populares. Hasta su figura se burla de esas contradicciones: un visionario ciego que usaba elogios como insultos, un lector de los antiguos que fue más moderno que cualquier contemporáneo”, resume Castagnet, autor de “Los cuerpos del verano”, que comparte con Nieva haber sido elegido como uno de los 25 mejores escritores latinoamericanos sub-39, por la revista Granta.
“Sus cuentos arrancan en una dirección y terminan en otro lugar, hay un movimiento que siempre es sorpresivo”, destaca Gallo, autora de “Las chicas no lloran” quien, consultada sobre qué texto de Borges elegiría para leer hoy mismo, en pandemia, responde: “El sur”. Y cita: “En la luz amarilla del nuevo día, todas las cosas volvían a él”. Dahlmann “emprende ese viaje después de haber pasado varios días internado en un hospital. Aplicaría eso: la felicidad de salir después de haber pasado un encierro”.
—¿Cómo impactó su obra en vos?
Juan Ignacio Pissano —Entré a Borges con un ansia de literatura “posta”, pensando equivocadamente que mis lecturas previas habían sido cosas menores: libros infantiles o adolescentes y otros del género terror, y fue una cachetada ante esas pretensiones porque el impacto fue el opuesto: encontré al Borges del que hablaba antes, el que inauguró un cambio en mi concepción de lo literario que siguió mutando con otras lecturas, el que me formó en un modo de leer.
Michel Nieva —Por suerte las escritoras y los escritores que nacimos después de su muerte no sentimos el peso asfixiante que tuvo en generaciones anteriores, como la de Aira, Piglia y Saer. Diría que Borges es como un abuelito al que se admira y del que se afanan ideas o procedimientos, pero sin que su influencia sea un drama paralizante.
Martín Castagnet —Leo a Borges en todas partes porque precisamente él nos enseñó a leer y por eso el ensayista es quizás más importante que el cuentista, aunque sus ensayos tengan la fluidez de sus cuentos y sus cuentos el rigor de sus ensayos.
—¿Cómo se resignifica hoy el Borges cuentista universal?
J.I.P —Sigue siendo una fuente de producción textual y además se resignifica por el tipo de relaciones (en retroactividad) que establece con textos que se van publicando. Por ejemplo: “El amor”, un cuento de Martín Kohan que se escribe retomando lo que pudo haber ocurrido entre Fierro y Cruz luego del final de “El gaucho Martín Fierro”, cuando cruzan la frontera y se van a las tolderías. Ese cuento retoma explícitamente a “Biografía de Tadeo Isidoro Cruz”. El personaje de Fierro que Kohan construye lo llama a Cruz como “Tadeo”: en el poema de Hernández Cruz es Cruz, no tiene otro nombre. Es decir que Kohan escribe su cuento también desde el cuento de Borges, y no solo desde el Martín Fierro. O podemos pensar en “El Aleph engordado”, de Pablo Katchadjian. María Kodama, en ese sentido, funciona obturando la circulación de Borges desde una concepción de lo literario que el propio Borges (creo; o quiero creer) no compartiría.
M.N —A mí que escribo ciencia ficción me interesa reivindicarlo como un autor de ese género y me parece que hoy en día hay un rescate de su obra en ese sentido. En 2016 le dieron el Premio Hugo post mortem (que es como el Nobel de la ciencia ficción) y en Estados Unidos ahora se reeditaron sus cuentos con prólogo de William Gibson, que es uno de los creadores del cyberpunk.
M.C —Nací dos semanas antes de su fallecimiento y mientras viva cumpliré los años que lleva muerto. La generación posterior a la suya intentó matarlo; la nuestra solo se acerca cada vez más. Las tecnologías, la manera misma de leer del nuevo milenio (a decir de Calvino, otro gran borgeano), nos acercan a Borges aunque no lo intentemos: la brevedad, el fragmento, la autoficción, la hiperconectividad. No sé qué pasará cuando ambos cumplamos 50, yo de vivo y él de muerto, pero al día de hoy su obra rejuvenece cada minuto que pasa.
—Si tuvieras que elegir un cuento suyo para leer hoy mismo ¿cuál sería y por qué?
J.I.P —”El Sur”. Me parece una condensación maravillosa de tensiones que como nacido en Buenos Aires me interpelan: el corte entre el sur y el norte, el contacto con la alteridad, el campo como espacio de cierta aspiración de vida, el tratamiento del cruce entre lo que en nuestra tradición se nombra como civilización y barbarie… en fin: un dinamizador de ideas y de imágenes muy potentes. Además de algunos detalles maravillosos como ese cambio de tiempo verbal que aplica en el último párrafo y que lleva a sentir y ver a Dahlmann empuñando ese puñal de un modo permanente, como una escena que nunca acaba. Como una tensión abierta.
M.N —”Tlön, Uqbar, Orbis Tertius” es lo mejor de Borges: ciencia ficción, metafísica, humor kafkiano y complots delirantes en 15 páginas.
M.C —En “El milagro secreto”, el tiempo se detiene para un hombre frente a un pelotón de fusilamiento, únicamente para que pueda terminar en su interior su opera magna. Es imposible no pensar en el propio Borges, camino a la ceguera, intentando encontrar una escritura sin escritura. Pero cada día pienso menos en Borges y más en mí (¡la soberbia del lector!), que a medida que voy ganando oficio termino escribiendo más en mi cabeza y menos en el teclado.
(*) Agencia de noticias Telam

Textos para escuchar
Durazno sangrando – Luis Alberto Spinetta

Luis Alberto Spinetta canta Durazno sangrando, el tema de Invisible
Temprano el durazno,
Del árbol cayó
Su piel era rosa,
Dorado del sol
Y al verse en la suerte,
De todo frutal
A orillas de un río,
Su fe lo hizo llegarDicen que en este valle,
Los duraznos son de los duendesPasó cierto tiempo,
En el mismo lugar,
Hasta que un buen día,
Se puso a escuchar,
Una melodía muy triste del Sur
Que así le lloraba,
Desde su interiorQuien canta es tu carozo,
Pues tu cuerpo al fin,
Tiene un almaY si tu ser estalla,
Será un corazón,
El que sangreY la canción que escuchas,
Tu cuerpo abrirá,
Con el albaLa brisa de Enero,
A la orilla llegó,
La noche del tiempo,
Sus horas cumplió
Y al llegar el alba,
El carozo cantó,
Partiendo al durazno,
Que al río cayóY el durazno partido,
Ya sangrando está,
Bajo el agua
Historias Reflejadas
“Listos para viajar”


Listos para viajar
El viaje había comenzado. Por delante la vida se desplegaba como un viento rápido que invitaba a avanzar. Un paso y después otro. Había que aprender a ponerse de pie, el sendero estaba marcado, un sendero de encuentros y desencuentros, de emociones que pincelaban aquello que no podíamos ver.
Un silencio, una sonrisa, las manos sobre las manos, los lugares a los que jamás retornaríamos, un nudo de silencios atrapados en un recreo de la infancia, las luces, perdidas en una montaña de sombras, la alegría escondida detrás de una puerta mágica, capaz de transportarnos a un mundo nuevo, invisible a los ojos de otros. El amor que supo esperar paciente mis búsquedas errantes, mis vuelos y mis lágrimas guardadas en una laguna imaginada, todo eso se dibujaba frente a mis ojos mientras la brisa enredaba mis pensamientos de niña y mis palabras de madre sobre mi piel abuela.
La velocidad y luego la nostalgia por regresar. ¿Cuándo fue que llegamos si recién habíamos empezado a partir?
La imágenes se superponían formando un collage de sonidos que abarcaban la totalidad del tiempo, único y diverso.
El viento se detuvo, un silencio tímido dio lugar a una nota nueva. Todo volvía a comenzar.
La vida se desplegaba, apenas brisa. Había que estar preparados…
Andrea Viveca Sanz
Se reflejan en esta historia: “El paseo”, de Pablo Lugones y Alexandre Rampazo; “El árbol de las lilas”, de María Teresa Andruetto y Liliana Menéndez; “El viaje”, de Lorena P. Aguirre; y “Las cosas, el gato y yo”, de Márgara Averbach con ilustraciones de Leicia Gotlibowski.
Literatura
En el día del nacimiento de Jorge Luis Borges, se celebra el “Día del Lector y la Lectora”

Cada 24 de agosto se homenajea el nacimiento Jorge Luis Borges. Tal ha sido la relevancia y trascendencia de su labor literaria que, en 2012, por la Ley 26.754, el Congreso de la Nación estableció esta fecha como el “Día del Lector y la Lectora”.
A lo largo de su trayectoria, Borges formó parte de revistas como “Proa” y “Multicolor de los Sábados” del diario Crítica, y publicó libros como “Fervor de Buenos Aires”, “Luna de enfrente” y “Ficciones”. Además, presentó cuentos como “El inmortal”, “El Aleph”, “Las ruinas circulares”, “El fin”, “Funes el memorioso” y “El otro”.
En noviembre de 1985, Borges se trasladó a la ciudad de Ginebra (Suiza), acompañado por su esposa María Kodama, para fijar su residencia. Allí, falleció el 14 de junio de 1986, a los 86 años de edad.
Su obra
Borges trascendió a nivel internacional y recibió reconocimientos como el Premio Formentor en Mallorca; el título de Commendatore del gobierno italiano y Comendador de la Orden de las Artes y las Letras por el gobierno francés.
También, el Comendador de la Orden del Sol en la ciudad de Lima; fue nombrado Miembro Honorario Extranjero de la Academia de Artes y Ciencias de los Estados Unidos. Además, le otorgaron la insignia de Caballero (Sir) de la Orden del Imperio Británico y la medalla de oro del IX Premio de Poesía de Florencia, Italia; las insignias de la Orden del Mérito de la República Italiana y el grado de Gran Oficial en la Embajada de Buenos Aires.
Le dieron las llaves de la ciudad de Bogotá; la Orden al Mérito de la República Federal de Alemania; la Cruz del Halcón del gobierno de Islandia; la Medalla de la Academia Francesa; la Gran Cruz de la Orden de Santiago de la Espada en Portugal; la Orden de la Legión de Honor en Francia; la Cruz de la Orden de Alfonso en España, la Rosa de Oro del Novecento en Italia y fue nombrado Doctor Honoris Causa por las universidades de Colombia, Oxford, La Sorbona y Roma entre tantos reconocimientos.
(Fuente: el1digital.com.ar)
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