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Carola Lagomarsino: “Desde que supe escribir, empecé a fabricar universos paralelos gracias a las palabras”

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Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //

Las especies se entrelazan, una suspensión de aromas se balancea en el aire, los colores abrazan a las formas, los sonidos se superponen en el espacio y todo se transforma en el cíclico devenir de la selva. Allí , en los renglones de la naturaleza, abrazadas por la humedad de la tierra colorada, nacieron las palabras.

Carola Lagomarsino es parte de la abundancia de ese paisaje. Sus ojos capturan lo invisible, aquello que permanece latente y que con habilidad convierte en palabras, voces por encima de las voces, que se transforman en sus personajes, llegados desde otro tiempo para narrar una historia que la estaba esperando.

En diálogo con ContArte Cultura, la escritora franco-argentina comparte sus vivencias en el mundo de las letras y cuenta cómo llevó adelante el proceso creativo de “La dama de las misiones”, primer libro de una trilogía que promete.

—Vamos a sumergirnos en la selva misionera, escenario de tu novela “La dama de las misiones”, si pudieras elegir dos especies de la flora y de la fauna del lugar que hablen de vos, ¿cuáles serían y por qué?
—Si tuviese que elegir una especie vegetal con la cual sienta cierta afinidad, elegiría el helecho. Es muy común en la selva misionera, crece en la sombra y hasta puede hacerlo en altura, sobre los troncos de los grandes árboles. Es una planta prehistórica de un verde intenso y para mí representa los ambientes que más me gustan en este planeta, que son los bosques, de cualquier tipo, sean fríos o tropicales. En cuanto al reino animal, elegiría sin dudar las lechuzas. Considerados animales mensajeros en la antigüedad y luego atribuidos a las brujas, ese animalito es de gran utilidad para el ecosistema de Misiones. Allí tenemos dos especies muy características: el Caburé y el comúnmente llamado Ñacurutú. Son especies pequeñas que tienen un canto melancólico y la particularidad de ser bastante temerarios y de acercarse a las viviendas. Me atrae su vuelo silencioso y el misterio que las rodean, parecen portadoras de mensajes ancestrales.

—¿Recordás en qué momento la escritura pasó a formar parte de tu vida?
—Siendo hija única de padres artistas, me tuve que acostumbrar desde temprano a la soledad y a una forma de estar con el otro sin perturbar el acto creador. Mientras mi madre pintaba sus cuadros o mi padre escribía sus obras de marionetas, creo que se me presentó como un instinto natural para crearme también un mundo donde refugiarme. Desde que supe escribir, empecé a fabricar universos paralelos gracias a las palabras. Mi primer idioma literario fue el francés, puesto que viví en París hasta los 23 años, luego me animé a escribir en español tras residir diez años en Buenos Aires. Mi primera novela la terminé a los 15 años, pero ya hacía años que escribía poesías, cuentos y relatos fantásticos. Luego, los ensayos de filosofía y la historia del arte captaron mi atención durante mis estudios. En Argentina, mi encuentro con la psicología clínica y el psicoanálisis enriquecieron mi universo y le aportaron una profundidad interesante para la construcción de mis personajes.

—¿Cómo nace la idea de contar la historia de “La dama de las misiones”?
—La novela surgió a raíz de la gran aventura que resultó, para mi marido y para mí, la construcción del Soberbio Lodge, un hotel boutique lindero a la biosfera Yaboty y a los Saltos de Moconá, en plena selva paranaense. Los obstáculos encontrados durante los tres años que duró la obra me hacían pensar constantemente en lo que habrían vivido los primeros colonos y aventureros que llegaron a Iguazú. El pueblo de El Soberbio es un lugar fascinante, un lugar de frontera entre Brasil y Argentina, donde sus habitantes, en su mayoría, todavía trabajan en las chacras. Son descendientes de colonos europeos o brasileños y siguen viviendo como sus abuelos, transmitiendo creencias, supersticiones y sabidurías antiguas. Es un lugar todavía muy conservado en cuanto al medio ambiente y la cultura. Conversar con sus habitantes y conocer sus historias de vida me resultó apasionante. Francesca, mi personaje, nació en el museo de las esencias del pueblo, una pequeña casa antigua de madera donde, entre perfumes de patchuli, citronela, cúrcuma y otros aromas exóticos, se me apareció la necesidad de contar la historia de una mujer cuyo destino la lleva a Misiones y a ser botanista. Recuerdo haberme dicho “esto va a desaparecer, lo tengo que contar para que no se olvide”. Creo que uno de los deberes del escritor de novelas histórico-románticas es ser testigo de una época, plasmar con exactitud un tiempo histórico, a la vez que atrapa a su lector en un relato de aventura romanesca. También disfruto mucho “invitar” a personajes de nuestra historia a participar del libro, como es el caso de Horacio Quiroga o del botanista Charles Thays.

—¿De qué manera trabajaste para llevar adelante el proceso creativo de los escenarios y del contexto histórico y social de la obra?
—Imagínense que la novela es un edificio: las bases de sustentación son los personajes; las columnas y la estructura, los datos históricos; y finalmente vienen los revoques y los detalles de la mampostería, constituidos por el relato novelado. Previo a la narración, hay todo un trabajo de investigación a través de relatos de los habitantes del lugar, la documentación y las impresiones propias… el resto llega solo. Misiones es una provincia de una gran riqueza cultural e histórica, la selva en sí misma es un crisol donde cualquier cosa puede suceder. ¡He escuchado relatos donde la realidad supera a la ficción!

—¿Cómo llegaron o despertaron en vos cada uno de los personajes y qué rasgos físicos o psicológicos te gustaría destacar de ellos?
—Algunos personajes, sobre todo los secundarios, son inspirados de hombres y mujeres del lugar, entre Heikki, el hijo adoptivo finlandés, o el capataz Tito.  Otros son una suerte de “cliché” del folclore misionero, como la vieja “polaca”. Pero los personajes principales son una construcción propia. Francesca es una suerte de “avatar” en el sentido que es como un ideal, es la mujer que me gustaría ser, sin dudas. Ella tiene un carácter muy fuerte y ¡es mucho más valiente que yo! El estudio de la psicología humana y de la historia del arte me ayudan mucho a la hora de construir un personaje. Es muy importante ser coherente con sus características, tanto físicas como moral o psicológicas. Incluso si uno describe a alguien incoherente, hay que ser preciso y seguir lo más posible la veracidad de sus actitudes con respeto a su personalidad de base. Por supuesto que, sin ser autobiográfico, hay un poco de mí en cada uno de ellos, pero es un proceso inconsciente y mágico en algún punto. En cuanto a los ambientes, tengo una escritura muy cinematográfica, muy visual, me cuesta mucho escribir sobre lugares que no conozco personalmente, es un desafió que tendré que intentar algún día.

—¿Qué tiempo histórico elegiste para que ellos vivieran sus vidas?
—Las primeras décadas del siglo XX me atraen particularmente, probablemente porque hay un recuerdo afectivo ligado a los relatos que me hacían mis abuelos de esos tiempos en los que eran adolescentes. Creo que la escritura es como una máquina para poder viajar en el tiempo y el espacio. Me gusta esa idea y no me atrae para nada escribir sobre la época actual. Sin embargo, sí tengo un manuscrito inacabado que se sitúa en un futuro lejano. Pero me interesa mucho la historia y la investigación histórica, creo que uno no puede saber dónde va si no sabe de dónde viene. Aprender sobre la historia de la Argentina me ayudó, de alguna manera, a apropiarme un poco de cierta parte de mi identidad. En Misiones, las décadas del ’20 y del ’30 del siglo pasado fundamentales para la construcción geopolítica de la provincia.

—¿Podés contarnos el porqué de ese título?
—El título es lo que siempre más más me cuesta. Me es muy laborioso encontrar uno para mis novelas y en general acudo a la ayuda de mi editorial y termina siendo una decisión en común. Pero por lo general es el primero que aparece el que finalmente termina siendo elegido.  “La dama de las misiones” fue como insinuar de qué se trata. Una mujer con una fuerte impronta en el lugar y que tiene “misiones” que cumplir en estas tierras. También podríamos hablar de un título con varias interpretaciones posibles, por lo que dejo al lector interpretarlo a su antojo.

—¿Qué nos podés decir acerca de lo que se viene, los hilos temáticos que unirán a los próximos libros de esta trilogía con “La dama de las misiones”?
—El hilo temático que une los tres libros es la selva, escenario donde se mueven todas mis aventuras. Mis personajes tienen en sus venas esa tierra colorada y una profunda querencia por su lugar. Mi segunda novela, que saldrá a fin de este año, transportará al lector hacia Bombay, Paris, Helsinki, Londres., pero siempre se vuelve a la selva.

—Contanos cómo es tu espacio creativo, el lugar donde nacen y crecen tus historias.
—Es cualquier lugar donde haya cierta luminosidad y tranquilidad. Puedo llevar mi imaginación y mi notebook a casi cualquier lado. El atardecer es mi momento preferido para escribir y en mi casa elijo una mesa que ubicada cerca de una ventana que da al jardín. En Misiones, en el lodge, mi lugar preferido es la galería desde la cual puedo ver la selva y el río Uruguay correr a lo lejos. Necesito ese contacto con la naturaleza.

—Y mirando esa selva que te seduce, ¿qué deseo te gustaría dejar suspendido en su niebla?
—Mi deseo sería poder, a través de mis novelas, crear una conciencia sobre las riquezas de nuestro patrimonio natural. Humildemente, me gustaría ser parte de una toma de conciencia mayor sobre la importancia de cuidar nuestro entorno. Estoy profundamente convencida de que el hombre, al alejarse de la naturaleza, no hace más que enfermarse física y psicológicamente. Tenemos que obrar entre todos para vivir en armonía con nuestro planeta y dejar de creer que somos los únicos inquilinos. Tengo mucha esperanza en las generaciones futuras. Soy de un natural optimismo, pero no nos queda mucho tiempo para empezar a actuar para salvar nuestra casa.

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En primera persona: Nair Libonatti, escritora

La artista uruguaya habla de ella misma, de cómo llegó a la escritura y de su obra

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Sobre sí misma y su arte

Soy Nair Libonatti, mujer uruguaya de 69 años. Toda mi vida supe que podía escribir, sin embargo, al plasmar mis ideas en una hoja, el resultado no me era grato y terminaba rompiendo.

En el año 2019 una amiga me invitó a “algo” literario y fui. Resultó ser un taller y fue ahí donde comencé a escribir.

Pocos meses después llegó la pandemia, entonces, buscando recursos para mi nuevo despertar, entré en un grupo argentino de Facebook. En él compartíamos textos y comentábamos.

Un buen día me invitaron a participar en el Mundial de Escritura, al principio me parecía inalcanzable hasta que me animé y la experiencia resultó maravillosa.

Sobre su obra

He escrito algunos libros: “Historias del Caldero”, en conjunto con dos amigas, “Constelaciones”, libro que va por su segunda edición y “El Pata de Bolsa y otros relatos”. Estos dos últimos están presentes en la 49a Feria del Libro de Buenos Aires, en el stand de Uruguay.

Sobre “Constelaciones” puedo decir que es un libro fuerte, con historias bastante movilizadoras, es un intento de visibilizar algunas circunstancias.El Pata de Bolsa” es en tono más humorístico, un poco más distendido y coloquial.

Son libros de cuentos cortos, escritos individualmente y luego seleccionados para cada uno de los libros.

Su actualidad

Actualmente integro el taller “Ratones de biblioteca”, que funciona en la Casa de la Cultura de Minas, Uruguay, y algunas compañeras me acompañaron a la Feria del Libro de Buenos Aires.


Nair Libonatti junto a Andrea Viveca Sanz, de Contarte Cultura, en la 49º Feria Internacional del Libro de Buenos Aires

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Aguirre–Rodríguez: “El tango siempre estuvo como lengua principal en nosotros”

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Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //

Es un viaje dentro de otros, un movimiento sutil, la música desperezándose en gotas de rocío, notas evaporadas sobre las aves del campo, es el vuelo hacia el espacio urbano, un recorrido temporal. Es antes y después. Es ahora y siempre, una melodía que llega desde lejos, de otras patrias, del mismo viento que corre y desparrama en el lugar justo y en el instante oportuno.

“Del Buen Ayre”, el próximo espectáculo y disco del dúo platense AguirreRodríguez es un viaje por el tiempo y por distintos espacios, una relectura en modo actual de la música rural bonaerense.

Contarte Cultura charló con sus integrantes, Cynthia Aguirre y Alejandro Rodríguez para que nos cuenten acerca de ese caminar que la canción propone.

—Porque los espacios y las cosas que forman parte de ellos suelen hablar de quienes los habitan, nos gustaría comenzar esta charla deteniéndonos en su lugar de trabajo, en el espacio creativo de su música y en los objetos que los rodean en este momento. Si pudieran elegir un rincón o un objeto, el que mejor los represente como dúo y nos cuente algo de ustedes, ¿Cuál sería?

—El lugar, nuestra casa, y el rincón nuestra sala, en la que se va gestando todo el resultado final de lo que hacemos como músicos. Creo que estos espacios hablan de nosotros y de nuestra manera de entender la realidad y el arte.

—Y desde ese espacio viajamos en el tiempo, ¿cómo y cuándo se encuentran Cynthia Aguirre y Alejandro Rodríguez en el camino de la música para dar comienzo al dúo Aguirre–Rodríguez?

—Nos encontramos en la escuela de arte de la ciudad de Berisso, hace muchísimos años, en situación de alumna y profesor, pero rápidamente comenzamos a compartir producciones por fuera de la escuela. Con los años volvimos a encontrarnos, ya específicamente en el terreno del tango con la orquesta Los inmigrantes en el año 2005. Cuando el tiempo de la orquesta se terminó, continuamos en dúo.

—¿Cómo fueron esos comienzos?

—Fue un muy hermoso comienzo, pero rápidamente el dúo se fundió dentro de un cuarteto que con el tiempo se convirtió en sexteto de tango. Me refiero a Tangor. Con esa agrupación trabajamos durante más de 10 años. Por otro lado, Cynthia participaba como invitada permanente en el grupo La Sonora, proyecto que venía caminando desde el año 1989.  

—Como decías, con el correr de los años el tango se instaló entre ustedes, ¿qué cosas los llevaron a explorar en este género que nos representa?

—El tango siempre estuvo como lengua principal en nosotros. Como una especie de lengua madre. Rastrear el porqué de esto es complicado, creo que tiene que ver con nuestras historias personales y la idiosincrasia de nuestras familias de origen. Lo que es claro es que ha sido fundacional en nuestro vínculo con la música. Nuestra mirada como habitantes de este tiempo siempre nos llevó a buscar puentes entre el tango, otras músicas y otros conceptos artísticos.

—¿De qué manera llega el primer disco “Mundo Tango”, grabado en 2011?

—Ganamos un premio a la Producción Fonográfica del FNA (Fondo Nacional de las Artes) y generamos nuestro primer CD. En ese entonces, si bien el CD se llamó Mundo Tango, abarcamos otros lenguajes musicales, algunas cosas del folclore y canciones provenientes de la cantera del rock.

—Por estos días están en proceso de grabación de su segundo disco “Del Buen Ayre”, ¿qué recorridos espacio-temporales tuvieron que hacer para dar vida a los temas que forman parte de esta obra?

En Mundo Tango nos referimos a una idea acerca del tango, como un estado del ser que no solo aparece en esta región del mundo (por algo el tango impacta como impacta en todo el globo). Aquí nos referimos más a la génesis de este género y la música de la provincia de Buenos Aires. Este nuevo trabajo propone un recorrido desde la música campera de principio de siglo XX (El Gardel Gaucho, pasando por compositores icónicos de ese lenguaje como Omar Moreno Palacios) para adentrarse en el tango clásico de la época de oro y llegar hasta composiciones actuales que revitalizan el género. También este trabajo, a diferencia del otro, está estructurado por un material que fue ampliamente mostrado y fogueado. Es música que hemos tocado mucho en vivo y está planteado desde esa impronta. Los arreglos, si es que los hay, fueron construyéndose a lo largo del tiempo y de las distintas actuaciones. Los músicos invitados jugaron en ese mismo tono también. Se les envió un cifrado y una grabación como referencia, pero el armado de los distintos temas se resolvió en el estudio,  mientras Manzana Ibarrart (gran amigo y comandante del Estudio Sonosfera) montaba los mics y seteaba todo. Luego se eligieron las mejores tres tomas de cada tema. El resultado tiene un aroma a “trazos sueltos” que nos encanta en lo particular.

—Sin dudas se trata de un viaje a través de la música, ¿cuál es el aroma que elegirían para simbolizar a este álbum?

—El múltiple aroma de los viajes…si bien es un CD local en cuanto al repertorio, es bastante global en tanto a que lo que suena proviene de muchísimas fuentes y no solo de la tanguera. Lo hemos tocado tanto en tantos países diferentes, que para nosotros tendría ese olor a viaje, a aeropuerto, a trenes.

—El 3 de agosto estarán presentando este disco en La Salamanca, un reconocido espacio cultural platense, ¿qué podrán disfrutar esa noche quienes se acerquen a compartir su música?

—Haremos  algunos de los temas de nuestro espectáculo Del Buen Ayre, como antesala al espectáculo Filogenia de Victoria Moran y el Dúo Puentes Reyes.    

—Mencionás que ese día estarán acompañados por la cantante Victoria Morán, entonces la pregunta va para ella. Victoria, ¿Cómo nace “Filogenia”, ese recopilatorio de obras de música popular argentina? Contanos quiénes serán parte de ese recorrido el 3 de agosto y qué sentís al compartir noche con el Dúo Aguirre-Rodríguez.

9- Filogenia surge de la necesidad de contar nuestro ADN musical a través de las canciones que nos definen. Es una suerte de viaje musical hacia la fuente, hacia la memoria imperecedera que une un recuerdo con otro. Este espectáculo viene a despertarnos la fibra sensible con canciones que nos nombran, enlazando a Homero Manzi con Víctor Heredia, al Cuchi con Fito, a los que fuimos con los que somos. El compartir con compañeros y compañeras músicos y músicas siempre es una alegría, y en este caso será además una sorpresa para el dúo Puentes-Reyes y yo, porque jamás nos hemos cruzado en un escenario y esperamos anhelantes ese ida y vuelta mágico que siempre augura la música compartida.

—Para terminar, ¿cuál es el próximo destino de la música que los mueve?

—Tenemos por delante algunas fechas en nuestra ciudad, como el próximo 29 de agosto, día en el que estaremos compartiendo escenario junto al cantor Carlos Cabrera en el Café Metro. Octubre nos encuentra realizando nuestra segunda gira europea, con conciertos en países como Italia, Francia, España y Portugal. A nuestro regreso estaremos presentando oficialmente nuestro álbum Del Buen Ayre, con la participación de los músicos que fueron parte de la grabación.

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Celina Cocimano y ‘El juego de las emociones de Uma’: “Un libro que pide gran compromiso de los adultos”

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Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //

Todo gira, se mueve en una circularidad compartida. Las emociones suben y bajan, cuelgan de nuestros cuerpos, se desprenden como hojas secas. Regresan, son brotes, transformados en otra cosa.

Celina Cocimano es terapeuta emocional y a partir de sus vivencias y de su trabajo de muchos años necesitó dejar huellas, sembrar palabras para que germinen a través de sus libros.

“El juego de las emociones de Uma”, su último libro, está dedicado a las infancias. A través del juego logra acercarse a los territorios del miedo, de la ansiedad o de la frustración para atravesarlos.

ContArte Cultura charló con ella para conocer las rutas que la llevaron a indagar en ese universo.

—Las emociones forman parte de nuestras vidas, van y vienen, se mueven y nos movemos con ellas. Por eso, para comenzar y a modo de presentación, nos gustaría que elijas al menos tres emociones que te atravesaron al momento de escribir tu último libro y que a cada una de ellas les otorgues un sabor o un aroma.

  • Frustración, sabor a cebolla
  • Ansiedad, aroma a menta
  • Alegría, aroma a vainilla

—Y ya instalados en esa imagen, vayamos a tus comienzos, ¿qué vivencias te llevaron a transitar el camino de la terapia emocional?

—La insatisfacción personal, haberme descubierto cómo estafadora de mi propia vida, creando personalidades adquiridas para moldearme al gusto de la mirada ajena, siempre con esa sed emocional de ser alguien para los demás, ser aceptada, reconocida, querida y encantar a todos. Mientras estudiaba para contadora, sentí un apagón emocional, la apatía era mi única compañera en esos tiempos, hasta que mi cuerpo también “habló” con un síntoma muy sentido. Empezaba a hacerme pis por las noches siendo ya grande, más adelante entendí que eso sucedía en cada hogar o lugar donde me sentía a gusto, de esa manera, “intentaba” aferrarme a algún territorio, sentirlo al menos, por momentos, un lugar donde era yo. Como los animales que marcan su territorio orinando sobre él. Eso era lo que faltaba para que mi vida se vistiera de insatisfacción y cambie totalmente de rumbo, mejor dicho, empiece a vivir y dejar de aparentar lo que mis vacíos necesitaban cubrir.

—Seguramente al ir recorriendo ese camino fue necesario dejar huellas y de esa manera llegaron los libros, ¿cómo vivís la experiencia de escribir para que las palabras sean instrumento de sanación?

—Mi primer libro, “Despierta”, nació como algo catártico de la etapa que comenté anteriormente. Aún no sabía qué era lo que estaba viviendo y, sinceramente, pensaba que me moría por esos tiempos, entonces empecé a escribir cómo fue ese tránsito a mí destrucción de las corazas hacia mi reconstrucción emocional. Después, al compartir mi vivencia con muchas personas, me di cuenta que varios pasamos por ciertos procesos similares, por lo que se me ocurrió darle forma de libro y agregar reflexiones y ejercicios terapéuticos y de autogestión emocional. Los otros 3 -“Diamantes”, “Rotas”, y “El juego de las emociones de Uma”-, fueron pensados basándose en las historias que atiendo y buscando dejarle una “biblioteca” de recursos emocionales a mi hija para cuando sea más grande y, a las personas, que encuentren en estos libros, escrito en palabras, el propio sentir descarnado y sin filtro de las emociones que abordo en cada uno de ellos y luego, ofrecerles dinámicas, reflexiones, ejercicios para que encuentren en ellos formas de transitar el campo emocional sin tanto dolor y con valentía.

—Si pudieras resumir en una palabra el espíritu de cada uno de tus libros, ¿cuáles serían?

  • Despierta: Integridad
  • Diamantes: Osadía
  • Rotas: Coraje
  • El juego de las emociones de Uma: Autenticidad

—Tu último libro, “El juego de las emociones de Uma”, transita los paisajes de la infancia con todas sus gamas de colores, ¿cuál o cuáles fueron los disparadores de esta historia?

—Mi hija, a los 8 años, comenzó a transitar por un tiempo la conocida “Crisis de ansiedad y angustia”. Yo me opuse a que esté medicada siendo tan pequeña, y desde mi saber en el campo emocional de los adultos, junto a una gran observación sobre ella y sus crisis, se me ocurrió trabajar juntas para buscar soluciones a su sentir. Buscamos opciones en el juego infantil, en la creatividad, desarrollando distintos escenarios, armando una rutina de ejercicios y, sobre todo, busqué acercarla a la autogestión emocional. Así fue que se me ocurrió compartir cada ejercicio que funcionó en ella en este cuento, que no solo tiene el fin de que los niños empiecen a desarrollar desde pequeña edad sus propias respuestas emocionales ante cierta situaciones, sino que es un libro que pide gran compromiso de los adultos que acompañan al niño, y esa compañía, con el estar, el hablar su idioma, mejorar la calidad del vínculo, validar sus emociones, respetarlos y comunicarse con ellos, es lo que hace casi la mayor magia del trabajo de fortalecimiento emocional.

—Y justamente, a partir de tus propias vivencias decidiste contar desde el juego y desde las imágenes. Explicanos cómo fue el proceso de elegir esas duplas emocionales sobre las que querías hablar.

—Busqué las que a su edad son dentro de todo fáciles de interpretar, como decimos los adultos: de “etiquetar”. Son parte de las emociones primarias y la dupla fue pensada para dejarles el mensaje de que no son ni buenas ni malas, simplemente son y cada una es mensajera de un sentir, una acción a llevar a cabo y una particular respuesta emocional. También al ponerlas en duplas, cuando ellos/as sientan, por ejemplo, tristeza además de procesarla en todo su ser, sepan que pueden aprender a transportarla en alegría, ir de la ansiedad a la calma. Es decir, que conozcan cuál es la emoción que se necesita para equilibrar una con otra.

—Las semillas del libro fueron plantadas, ¿creés que tus palabras ya comenzaron a germinar y son brotes en los lectores?

—Sorprendentemente sí. Como comenté, yo me dedico a adultos no a infanto, y este libro que se publicó en abril del 2024 ya se está imprimiendo la segunda edición. Lo han comprado mucho abuelas y abuelos para compartirlo con sus nietos, en colegios para abordar ciertas emociones en el aula ya que también hay un capítulo sobre el bullying. Y muchas madres me compartieron que sus hijos o hijas mientras que se les leía el cuento ya comenzaban a incorporar los ejercicios sugeridos, o que empezaban a identificar sus propias emociones, tenían armados sectores en su cuarto como se encuentran en algunos capítulos. Incluso los que son más grandes, según cómo se sentían, buscaban en la biblioteca el libro y se encerraban en su cuarto a leer exclusivamente el capítulo que contiene la emoción que estaban sintiendo en ese día o ese tiempo. También compartió nota de Revista junto a Unicef en el día internacional contra el Bullying de 2024.

—¿En qué proyectos estás trabajando actualmente?

—Tengo dos libros más en camino, uno para adultos sobre la depresión, y otro para infanto, más expansivo aún, con un viaje al campo emocional que sea para ellos y para sus padres o tutores también, digamos que será un libro revelador en muchos aspectos.

—Para terminar, te invitamos a elegir la textura que represente a tu libro “Las emociones de Uma”.

—La textura sería cálida, pomposa, con colores desde pasteles a fuertes, con ganas de descubrirla y sentirla, y con distintos aromas que vayan cambiando según cada paso de la mano o de los pies sobre ella.

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