

Entrevistas
Gabriel Rodríguez Molina: “La poesía tiene un diálogo cotidiano, nunca la puedo abandonar, siempre me habla”
Por Walter Omar Buffarini
Un embajador de la literatura en la ciencia. Un representante de la ciencia en el arte. Cualquiera de las dos frases podrían describir al autor platense Gabriel Rodríguez Molina.
Habitante de las letras desde temprana edad, no duda en sostener que la poesía puede transformarse en un camino de sanación, de sostén para aquellos que atraviesan difíciles situaciones de salud.
Lector insaciable, encontró en la escritura la forma de llenar un espacio que se le presentaba incompleto, y así abrazó a la poesía como compañera de ruta.
Invitado por ContArte Cultura, presentó su obra y a sí mismo en una extensa charla que dejó al descubierto al fructífero escritor y al hombre sensible que lo contiene.
—¿Cómo nace tu relación con el arte?
—El abuelo de mi padre es de Bolivia, hace folklore, es solista en guitarra y muy tradicional. Así, tengo un poco la tradición folclórica boliviana, más la sencillez del pueblo, que hacen un híbrido interesante. Siendo joven, esto es como entrar a un mundo muy posmoderno con una arquitectura más tradicional. Es interesante.
—Como comentás, sos muy joven y con una interesante actividad literaria, ¿cómo te presentarías?
—Tengo 23 años. Dos libros publicados y estoy con una obra de teatro. También escribo una novela, tarea que no apuro porque me parece que es un género más complicado de corregir. A mi entender, la poesía es más complicada de escribir, pero la novela tiene muchas páginas y me resulta muchas veces más tediosa. Creo que cuando abandonás una novela lo hacés casi por completo, en cambio, la poesía se va nutriendo siempre. La poesía tiene como un diálogo más del cotidiano, nunca la puedo abandonar del todo, siempre me habla. Es algo que siempre me está enseñando. Lo siento como un género más puro.
—¿Cuándo empezaste a escribir?
—Alrededor de los 16 años. Ahí aparecieron los primeros impulsos de empezar a escribir. Yo tenía mucho el formato canción, que fue mutando más al lenguaje de lo escrito. Son interesantes esas mutaciones que van sufriendo las canciones. El trovar con lo escrito, pero que no se pierda la oralidad de ese escrito. Me resultaba muy interesante dialogar desde lo poético con el lenguaje del canto, que tiene que ver más con algo ritual, con algo más ancestral. Creo que, si hay algo que intento rescatar, por más que no escriba en código de canción, es esa energía de vocación de dioses o lo que hacían los antepasados. Eso me resulta interesantísimo abordarlo desde la poesía.
—¿Heredaste de la familia el tema de la escritura?
—No mucho. Mi abuelo boliviano sí escribía. Mi padre aportó desde el canto y la lectura. Mi mamá es traductora, por lo que también siempre leyó mucho. Entonces el aporte de la lectura sí existió, pero el tema de la expresión en lo escrito no tanto. Fue más separarme de lo que hacían ellos. Escribir fue el camino para buscar mi propia identidad. Mi papá se dedicó más a la interpretación y no a la creación. Me parecía que había una necesidad en ese sentido.
—¿Cómo es tu formación más allá de la escritura?
—Si bien culminé el secundario en el colegio María Auxiliadora, mi escuela siempre fue el Normal 3 de La Plata. Creo que también en mi inclinación literaria tengo algo de eso. Era escuela de lenguas vivas, con el nombre de Almafuerte dando vueltas, el tema de la historia dura de La noche de los Lápices. Tengo memorias vagas de ciertos homenajes. Rescato que siempre he tenido maestros excelentes y sobre todo la impronta de lo público, como algo que todavía está. Ahora estoy estudiando Medicina, pasando a cuarto año, y también estudié filosofía dos años en Humanidades. Si bien en algún momento coexistieron ambas carreras, ahora estoy más dedicado a Medicina por una cuestión de carga horaria. Estoy realizando algunas guardias en el Hospital San Martín, y también estuve cursando en el Hospital Rossi.
—¿Y esa actividad te aporta para la escritura?
—Si, totalmente. Yo lo veo desde el tema del dolor, haciendo un paralelismo con la enfermedad o aquello que no está bien y la búsqueda de la sanación que muchas veces se hace a través de la escritura. Cualquier expresión artística tiene que ver con eso, con traer algo que te alivie las angustias existenciales. La Medicina es eso más hecho carne. Ver el sufrimiento, palparlo, sirve para anclar a una realidad. Poesía y ciencia es también un vínculo muchas veces contradictorio: la ciencia busca muchas respuestas y cree encontrarlas donde la poesía busca algo muchas veces absurdo, pero hay veces en que la respuesta está en eso a través de una mirada o en un silencio.
“Si no tenés una mirada poética sobre
la vida no es posible abrazar a alguien.”
—¿Buscás tus tiempos para escribir o lo hacés cuando ese tiempo aparece?
—No suelo ser muy metódico, por lo tanto, me dedico cuando aparece la oportunidad. Ahora que estoy abocado a escribir teatro, tal vez me ocupo un poco más formalmente, por un tema de las escenas, de seguir ese correlato de lo que escribo con lo que se interpreta. Entonces he tomado cierto hábito de sentarme a la noche a releer lo que escribí, para continuar la escena con un hilo conductual. Con la poesía eso me es imposible. En ese caso la obra aunada está como adentro, no la organizás una vez que la escribís.
—¿Con que te animaste a transitar el teatro?
—Mi primer trabajo teatral es “Frío invierno”, una obra que aún no está publicada porque la estamos ensayando. Me interesa mucho verla en escena para detectar si en realidad se expresa lo que yo quería decir al escribirla.
—¿Y en qué te inspiraste para crearla?
—Es una búsqueda que tiene que ver con el encierro. Es un personaje que se encuentra preso y condenado a muerte, por lo que la obra posee símbolos muy fuertes que me llevan a no apurarme a publicarla antes de verla hecha cuerpo. La interpreta Juan Ignacio Sueldo, un actor muy joven que se encuentra estudiando en la UNA (Universidad Nacional de las Artes), en la ciudad de Buenos Aires, y la verdad que estamos investigando mucho juntos. El del encierro es un tema que me ha interesado mucho desde chico, desde la poética de ciertas obras que me habían llamado la atención. Obras como “De profundis” de Oscar Wilde, escrito en la cárcel, la historia de Dostoievski en la prisión, la historia de Jacobo Fijman en el manicomio, Antonin Artaud y su “Van Gogh: el suicidado de la sociedad”. Como que siempre existió interés en mi por el tema, el “qué hay” del encierro que motivó semejantes obras trascendentales. Entonces una primera exploración fue intentar escribir algo de eso desde mi postura, sin haber estado encerrado, sino a través de esas lecturas, para ver si había algo de eso que se me hubiera instalado dentro. Y precisamente esta obra es parte de esa exploración. Como venimos ensayando, y sin el apuro por estrenarla, entiendo que tal vez eso suceda en marzo del año entrante.
—¿Cuál fue el motivo que te inspiró a escribir teatro?
—Primero fue la curiosidad, porque creo que la poesía se está quedando mucho en el escritorio. Hay muchos escritores teóricos o que escriben ensayos que tal vez resulten interesantes, pero se quedan en esa teoría y creo que la poesía debe ir por otro lado. Tiene que ver particularmente con habitarla, de hacerla cuerpo y que sea una forma de ver al mundo. Siento que el teatro tiene mucho que ver con eso. Se hace cuerpo y toda la simbología, el mensaje y el significado de una obra, lo podés ver traducido en lenguaje corporal en esa especie de ritual que se forma con quien va a ver la puesta y es cómplice de toda esa narración. Fundamentalmente esto es lo que hizo al teatro verdaderamente atractivo para mí. Buscar lo poético en el teatro, pero también lo teatral en la poesía.
—¿Pasa por tu cabeza dedicarte sólo a la literatura?
—La verdad es que sí, está ahí todo el tiempo. Aunque tengo mis pensamientos acerca de lo que es el mercado y la obra de arte. Es muy contradictorio muchas veces el tema del valor. Yo veo mucho valor en una obra de Sebastian Bach, pero si hoy se editara algo de Bach seguramente mucho no vendería. Entonces, ¿dónde está realmente el valor? Me dedico todo lo que puedo a la literatura y lo valorizo en función de eso. Cuando siento que la obra está y tiene cierta calidad no necesito mucho más.
—Entonces te conformás sólo con que te guste a vos…
—Para ciertas decisiones, con que me guste a mi o sienta que llegué a un estado en el que alcancé armonía, ya no consulto mucho. Soy más mandado y es una forma de evitar las dudas. Una vez que la obra se publicó, obviamente que escucho las críticas, pero rara vez lo hago en la previa.
—¿Qué podés contarnos de tus dos libros publicados?
—El primero, El despertar de los ojos glaucos, es un libro mítico, que tiene que ver más con la poesía lírica y es bastante oscuro. Ahonda en el mito de Glauco, quien era el hijo de Poseidón, y es una odisea acuática hacia la muerte. Y al hablar y nombrar a la muerte, hay gente que encontró cierto alivio, pero hay muchos, que me conocían de otros ámbitos, que no se lo esperaban y se sorprendieron. Lágrimas de un pájaro, el segundo libro, es más de contemplación, donde los símbolos de la naturaleza aparecen por sí mismos. Se corre el “yo poético” que había utilizado en la primera obra para dejar el papel a la naturaleza. Es más lumínico.
—¿Ese cambio fue algo buscado o se dio espontáneamente?
—Fue buscado el cambio, no sé si el resultado. Lágrimas de un pájaro lo escribí intentando una estética no sé si contraria, pero sí distinta. Utilicé algunos términos de la poesía oriental, corriéndome del occidente de haber trabajado con un mito griego, y así encontré respuestas en función de la utilización del silencio, la economía de la palabra, como evocar ciertos estados de ánimo a través de la naturaleza. Lo fui encontrando también en algunas mitologías andinas, en los Aimaras de Bolivia y su concepción del tiempo circular y en ese caminar hacia el pasado. Todos esos elementos nuevos me sirvieron para crear una distancia con el primer libro.
—¿Leés en función de lo que escribís o tu escritura es producto de tus lecturas pasadas?
—Hay determinadas búsquedas que nacen a partir de mis lecturas. Estoy leyendo “El farmer”, de Andrés Rivera, que habla sobre la vida de Juan Manuel de Rosas, y eso despertó mi interés de investigar sobre la vida de Mariano Rosas, lo que lo hace una exploración que claramente nace de la lectura. Algo parecido me pasó con la obra de Antonio Di Benedetto, con Zama, o determinadas estéticas de Juan José Saer, más realistas, que llevaron luego a mi subjetividad a explorar otros terrenos. Me gusta mucho hacer dialogar a estéticas poéticas opuestas, como la propia poética de Saer con la de Roberto Arlt. Así, en la novela que escribo actualmente estoy experimentando un cambio de lo rural (Saer) a algo más citadino (Arlt). Y todo eso es generado por las lecturas previas que me llevan a proponer nuevas estéticas. En definitiva, tengo disparadores, pero estoy siempre buscando realizar algo nuevo.
—¿Por qué estudiar Medicina?
—Tiene que ver con una búsqueda del alivio del dolor, de la comprensión del otro, además de haber leído con mucho interés la obra de René Favaloro, particularmente su libro “De La Pampa a los Estados Unidos”, lo que me permitió ir descubriendo una vocación.
—¿Y dentro de esa carrera, que camino elegís?
—Estoy realizando una pasantía en salud mental, en un centro de día en donde además coordino un taller literario con gente que estuvo internada en el manicomio. Es una experiencia muy interesante, en donde vuelve a aparecer el lenguaje dominante del encierro, que se ve en los hábitos, en la escritura, en las mismas formas. Desandar esos caminos me resultan un trabajo interesante. Pero fundamentalmente desde la perspectiva de “qué es la salud”.
—El taller de escritura sin duda te ha aportado interesantes experiencias.
—Suceden cosas maravillosas, sobre todo cuando trabajamos con determinadas lecturas. Me nutro mucho de llevar textos y analizarlos entre todos. Así nacen metáforas, simbologías, formas de ver la vida misma que de no ser en ese espacio nunca se me ocurrirían.
—Habiendo comenzado a escribir tan joven, ¿fuiste acompañado en esa aventura por tus compañeros, tus amigos?
—Sí, pero más desde el silencio y el respeto. Algo que cuesta cuando se dan los primeros pasos. Muchas veces la familia no enfoca igual que uno y ahí es donde nos refugiamos en nuestros amigos. Cuando tuviste una mala racha y estás angustiado, te enfrentás a la hoja en blanco y no escribís por un par de meses. En esos espacios de silencio de mis amigos muchas veces encontré la cobija que necesitaba.
—La presentación de “Lágrimas de un pájaro“ fue algo especial, novedoso…
—Lo sentí como algo explosivo. Se realizó en el Centro Cultural Islas Malvinas de La Plata y fue realmente convocante y a la vez muy emotivo ver tanta gente alrededor de la poesía, que es algo no tan popular. Ya en el primer libro habíamos hecho como un esbozo de lo que finalmente sucedió con este. En ese momento hicimos la prueba de ver cuánto de cierto hay en eso de que todo el arte habla de lo mismo y presentamos junto al libro algunos cuadros y una muestra fotográfica. Como notamos que se entendió lo que buscábamos -que en realidad ese era nuestro gran miedo, que no se entendiera- y hubo cierta aceptación, esta vez fuimos un poco más profundo y a los cuadros y la muestra le sumamos el cuerpo de un bailarín, el de un actor, una guitarra clásica, alguna escultura y una ambientación. Y la gente lo entendió. Entendió esa contradicción entre libertad y encierro, el símbolo de un pájaro volando y en la piedra, la angustia… eso se leyó. Puedo decir que hubo magia.
—¿Cuál es tu relación con el mundo de los escritores?
—Me cuesta vincularme con círculos porque percibo que son muy cerrados ideológicamente. Sí me han contactado para pequeñas convocatorias, algunas lecturas, algunos encuentros, pero trato de estar siempre con un pie adentro y otro afuera. Creo que si no uno corre el riesgo de perderse. Perderse uno mismo y todo lo que quiere decir. Y es por eso que en ese aspecto trato de tener cuidado. Sí me nutro, charlo, tengo contacto con diversos escritores que me interesan. Ahora, con mi incursión en el teatro estoy encontrando algunos referentes, como Mauricio Kartun, de quién estoy leyendo toda su obra y la idea es el año que viene poder empezar a estudiar con él. Creo que esa sería una buena oportunidad de relacionarme con otra gente del teatro que tienen una mirada de la poesía distinta a la mía. Porque en lo distinto encuentro un potencial aprendizaje.
—¿Hay algo que podés decir que buscaste en la literatura?
—Mi propósito fue tratar de ser yo mismo, y creo que por ahí pasa la pregunta que uno debe hacerse: “¿Soy yo mismo o no?”. Muchas veces, el arte se convierte en un espejismo que es peligroso. Hay artistas que terminan componiendo un personaje en el cual se pierden ellos mismos.

Entrevistas
En primera persona: Nair Libonatti, escritora
La artista uruguaya habla de ella misma, de cómo llegó a la escritura y de su obra

Sobre sí misma y su arte
Soy Nair Libonatti, mujer uruguaya de 69 años. Toda mi vida supe que podía escribir, sin embargo, al plasmar mis ideas en una hoja, el resultado no me era grato y terminaba rompiendo.
En el año 2019 una amiga me invitó a “algo” literario y fui. Resultó ser un taller y fue ahí donde comencé a escribir.
Pocos meses después llegó la pandemia, entonces, buscando recursos para mi nuevo despertar, entré en un grupo argentino de Facebook. En él compartíamos textos y comentábamos.
Un buen día me invitaron a participar en el Mundial de Escritura, al principio me parecía inalcanzable hasta que me animé y la experiencia resultó maravillosa.
Sobre su obra
He escrito algunos libros: “Historias del Caldero”, en conjunto con dos amigas, “Constelaciones”, libro que va por su segunda edición y “El Pata de Bolsa y otros relatos”. Estos dos últimos están presentes en la 49a Feria del Libro de Buenos Aires, en el stand de Uruguay.



Sobre “Constelaciones” puedo decir que es un libro fuerte, con historias bastante movilizadoras, es un intento de visibilizar algunas circunstancias. “El Pata de Bolsa” es en tono más humorístico, un poco más distendido y coloquial.
Son libros de cuentos cortos, escritos individualmente y luego seleccionados para cada uno de los libros.
Su actualidad

Actualmente integro el taller “Ratones de biblioteca”, que funciona en la Casa de la Cultura de Minas, Uruguay, y algunas compañeras me acompañaron a la Feria del Libro de Buenos Aires.
Nair Libonatti junto a Andrea Viveca Sanz, de Contarte Cultura, en la 49º Feria Internacional del Libro de Buenos Aires
Entrevistas
Aguirre–Rodríguez: “El tango siempre estuvo como lengua principal en nosotros”

Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //
Es un viaje dentro de otros, un movimiento sutil, la música desperezándose en gotas de rocío, notas evaporadas sobre las aves del campo, es el vuelo hacia el espacio urbano, un recorrido temporal. Es antes y después. Es ahora y siempre, una melodía que llega desde lejos, de otras patrias, del mismo viento que corre y desparrama en el lugar justo y en el instante oportuno.
“Del Buen Ayre”, el próximo espectáculo y disco del dúo platense Aguirre–Rodríguez es un viaje por el tiempo y por distintos espacios, una relectura en modo actual de la música rural bonaerense.
Contarte Cultura charló con sus integrantes, Cynthia Aguirre y Alejandro Rodríguez para que nos cuenten acerca de ese caminar que la canción propone.
—Porque los espacios y las cosas que forman parte de ellos suelen hablar de quienes los habitan, nos gustaría comenzar esta charla deteniéndonos en su lugar de trabajo, en el espacio creativo de su música y en los objetos que los rodean en este momento. Si pudieran elegir un rincón o un objeto, el que mejor los represente como dúo y nos cuente algo de ustedes, ¿Cuál sería?
—El lugar, nuestra casa, y el rincón nuestra sala, en la que se va gestando todo el resultado final de lo que hacemos como músicos. Creo que estos espacios hablan de nosotros y de nuestra manera de entender la realidad y el arte.
—Y desde ese espacio viajamos en el tiempo, ¿cómo y cuándo se encuentran Cynthia Aguirre y Alejandro Rodríguez en el camino de la música para dar comienzo al dúo Aguirre–Rodríguez?
—Nos encontramos en la escuela de arte de la ciudad de Berisso, hace muchísimos años, en situación de alumna y profesor, pero rápidamente comenzamos a compartir producciones por fuera de la escuela. Con los años volvimos a encontrarnos, ya específicamente en el terreno del tango con la orquesta Los inmigrantes en el año 2005. Cuando el tiempo de la orquesta se terminó, continuamos en dúo.


—¿Cómo fueron esos comienzos?
—Fue un muy hermoso comienzo, pero rápidamente el dúo se fundió dentro de un cuarteto que con el tiempo se convirtió en sexteto de tango. Me refiero a Tangor. Con esa agrupación trabajamos durante más de 10 años. Por otro lado, Cynthia participaba como invitada permanente en el grupo La Sonora, proyecto que venía caminando desde el año 1989.
—Como decías, con el correr de los años el tango se instaló entre ustedes, ¿qué cosas los llevaron a explorar en este género que nos representa?
—El tango siempre estuvo como lengua principal en nosotros. Como una especie de lengua madre. Rastrear el porqué de esto es complicado, creo que tiene que ver con nuestras historias personales y la idiosincrasia de nuestras familias de origen. Lo que es claro es que ha sido fundacional en nuestro vínculo con la música. Nuestra mirada como habitantes de este tiempo siempre nos llevó a buscar puentes entre el tango, otras músicas y otros conceptos artísticos.
—¿De qué manera llega el primer disco “Mundo Tango”, grabado en 2011?
—Ganamos un premio a la Producción Fonográfica del FNA (Fondo Nacional de las Artes) y generamos nuestro primer CD. En ese entonces, si bien el CD se llamó Mundo Tango, abarcamos otros lenguajes musicales, algunas cosas del folclore y canciones provenientes de la cantera del rock.
—Por estos días están en proceso de grabación de su segundo disco “Del Buen Ayre”, ¿qué recorridos espacio-temporales tuvieron que hacer para dar vida a los temas que forman parte de esta obra?
En Mundo Tango nos referimos a una idea acerca del tango, como un estado del ser que no solo aparece en esta región del mundo (por algo el tango impacta como impacta en todo el globo). Aquí nos referimos más a la génesis de este género y la música de la provincia de Buenos Aires. Este nuevo trabajo propone un recorrido desde la música campera de principio de siglo XX (El Gardel Gaucho, pasando por compositores icónicos de ese lenguaje como Omar Moreno Palacios) para adentrarse en el tango clásico de la época de oro y llegar hasta composiciones actuales que revitalizan el género. También este trabajo, a diferencia del otro, está estructurado por un material que fue ampliamente mostrado y fogueado. Es música que hemos tocado mucho en vivo y está planteado desde esa impronta. Los arreglos, si es que los hay, fueron construyéndose a lo largo del tiempo y de las distintas actuaciones. Los músicos invitados jugaron en ese mismo tono también. Se les envió un cifrado y una grabación como referencia, pero el armado de los distintos temas se resolvió en el estudio, mientras Manzana Ibarrart (gran amigo y comandante del Estudio Sonosfera) montaba los mics y seteaba todo. Luego se eligieron las mejores tres tomas de cada tema. El resultado tiene un aroma a “trazos sueltos” que nos encanta en lo particular.
—Sin dudas se trata de un viaje a través de la música, ¿cuál es el aroma que elegirían para simbolizar a este álbum?
—El múltiple aroma de los viajes…si bien es un CD local en cuanto al repertorio, es bastante global en tanto a que lo que suena proviene de muchísimas fuentes y no solo de la tanguera. Lo hemos tocado tanto en tantos países diferentes, que para nosotros tendría ese olor a viaje, a aeropuerto, a trenes.
—El 3 de agosto estarán presentando este disco en La Salamanca, un reconocido espacio cultural platense, ¿qué podrán disfrutar esa noche quienes se acerquen a compartir su música?
—Haremos algunos de los temas de nuestro espectáculo Del Buen Ayre, como antesala al espectáculo Filogenia de Victoria Moran y el Dúo Puentes Reyes.
—Mencionás que ese día estarán acompañados por la cantante Victoria Morán, entonces la pregunta va para ella. Victoria, ¿Cómo nace “Filogenia”, ese recopilatorio de obras de música popular argentina? Contanos quiénes serán parte de ese recorrido el 3 de agosto y qué sentís al compartir noche con el Dúo Aguirre-Rodríguez.
9- Filogenia surge de la necesidad de contar nuestro ADN musical a través de las canciones que nos definen. Es una suerte de viaje musical hacia la fuente, hacia la memoria imperecedera que une un recuerdo con otro. Este espectáculo viene a despertarnos la fibra sensible con canciones que nos nombran, enlazando a Homero Manzi con Víctor Heredia, al Cuchi con Fito, a los que fuimos con los que somos. El compartir con compañeros y compañeras músicos y músicas siempre es una alegría, y en este caso será además una sorpresa para el dúo Puentes-Reyes y yo, porque jamás nos hemos cruzado en un escenario y esperamos anhelantes ese ida y vuelta mágico que siempre augura la música compartida.
—Para terminar, ¿cuál es el próximo destino de la música que los mueve?
—Tenemos por delante algunas fechas en nuestra ciudad, como el próximo 29 de agosto, día en el que estaremos compartiendo escenario junto al cantor Carlos Cabrera en el Café Metro. Octubre nos encuentra realizando nuestra segunda gira europea, con conciertos en países como Italia, Francia, España y Portugal. A nuestro regreso estaremos presentando oficialmente nuestro álbum Del Buen Ayre, con la participación de los músicos que fueron parte de la grabación.
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Celina Cocimano y ‘El juego de las emociones de Uma’: “Un libro que pide gran compromiso de los adultos”

Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //
Todo gira, se mueve en una circularidad compartida. Las emociones suben y bajan, cuelgan de nuestros cuerpos, se desprenden como hojas secas. Regresan, son brotes, transformados en otra cosa.
Celina Cocimano es terapeuta emocional y a partir de sus vivencias y de su trabajo de muchos años necesitó dejar huellas, sembrar palabras para que germinen a través de sus libros.
“El juego de las emociones de Uma”, su último libro, está dedicado a las infancias. A través del juego logra acercarse a los territorios del miedo, de la ansiedad o de la frustración para atravesarlos.
ContArte Cultura charló con ella para conocer las rutas que la llevaron a indagar en ese universo.
—Las emociones forman parte de nuestras vidas, van y vienen, se mueven y nos movemos con ellas. Por eso, para comenzar y a modo de presentación, nos gustaría que elijas al menos tres emociones que te atravesaron al momento de escribir tu último libro y que a cada una de ellas les otorgues un sabor o un aroma.
- Frustración, sabor a cebolla
- Ansiedad, aroma a menta
- Alegría, aroma a vainilla
—Y ya instalados en esa imagen, vayamos a tus comienzos, ¿qué vivencias te llevaron a transitar el camino de la terapia emocional?
—La insatisfacción personal, haberme descubierto cómo estafadora de mi propia vida, creando personalidades adquiridas para moldearme al gusto de la mirada ajena, siempre con esa sed emocional de ser alguien para los demás, ser aceptada, reconocida, querida y encantar a todos. Mientras estudiaba para contadora, sentí un apagón emocional, la apatía era mi única compañera en esos tiempos, hasta que mi cuerpo también “habló” con un síntoma muy sentido. Empezaba a hacerme pis por las noches siendo ya grande, más adelante entendí que eso sucedía en cada hogar o lugar donde me sentía a gusto, de esa manera, “intentaba” aferrarme a algún territorio, sentirlo al menos, por momentos, un lugar donde era yo. Como los animales que marcan su territorio orinando sobre él. Eso era lo que faltaba para que mi vida se vistiera de insatisfacción y cambie totalmente de rumbo, mejor dicho, empiece a vivir y dejar de aparentar lo que mis vacíos necesitaban cubrir.
—Seguramente al ir recorriendo ese camino fue necesario dejar huellas y de esa manera llegaron los libros, ¿cómo vivís la experiencia de escribir para que las palabras sean instrumento de sanación?
—Mi primer libro, “Despierta”, nació como algo catártico de la etapa que comenté anteriormente. Aún no sabía qué era lo que estaba viviendo y, sinceramente, pensaba que me moría por esos tiempos, entonces empecé a escribir cómo fue ese tránsito a mí destrucción de las corazas hacia mi reconstrucción emocional. Después, al compartir mi vivencia con muchas personas, me di cuenta que varios pasamos por ciertos procesos similares, por lo que se me ocurrió darle forma de libro y agregar reflexiones y ejercicios terapéuticos y de autogestión emocional. Los otros 3 -“Diamantes”, “Rotas”, y “El juego de las emociones de Uma”-, fueron pensados basándose en las historias que atiendo y buscando dejarle una “biblioteca” de recursos emocionales a mi hija para cuando sea más grande y, a las personas, que encuentren en estos libros, escrito en palabras, el propio sentir descarnado y sin filtro de las emociones que abordo en cada uno de ellos y luego, ofrecerles dinámicas, reflexiones, ejercicios para que encuentren en ellos formas de transitar el campo emocional sin tanto dolor y con valentía.
—Si pudieras resumir en una palabra el espíritu de cada uno de tus libros, ¿cuáles serían?
- Despierta: Integridad
- Diamantes: Osadía
- Rotas: Coraje
- El juego de las emociones de Uma: Autenticidad
—Tu último libro, “El juego de las emociones de Uma”, transita los paisajes de la infancia con todas sus gamas de colores, ¿cuál o cuáles fueron los disparadores de esta historia?
—Mi hija, a los 8 años, comenzó a transitar por un tiempo la conocida “Crisis de ansiedad y angustia”. Yo me opuse a que esté medicada siendo tan pequeña, y desde mi saber en el campo emocional de los adultos, junto a una gran observación sobre ella y sus crisis, se me ocurrió trabajar juntas para buscar soluciones a su sentir. Buscamos opciones en el juego infantil, en la creatividad, desarrollando distintos escenarios, armando una rutina de ejercicios y, sobre todo, busqué acercarla a la autogestión emocional. Así fue que se me ocurrió compartir cada ejercicio que funcionó en ella en este cuento, que no solo tiene el fin de que los niños empiecen a desarrollar desde pequeña edad sus propias respuestas emocionales ante cierta situaciones, sino que es un libro que pide gran compromiso de los adultos que acompañan al niño, y esa compañía, con el estar, el hablar su idioma, mejorar la calidad del vínculo, validar sus emociones, respetarlos y comunicarse con ellos, es lo que hace casi la mayor magia del trabajo de fortalecimiento emocional.
—Y justamente, a partir de tus propias vivencias decidiste contar desde el juego y desde las imágenes. Explicanos cómo fue el proceso de elegir esas duplas emocionales sobre las que querías hablar.
—Busqué las que a su edad son dentro de todo fáciles de interpretar, como decimos los adultos: de “etiquetar”. Son parte de las emociones primarias y la dupla fue pensada para dejarles el mensaje de que no son ni buenas ni malas, simplemente son y cada una es mensajera de un sentir, una acción a llevar a cabo y una particular respuesta emocional. También al ponerlas en duplas, cuando ellos/as sientan, por ejemplo, tristeza además de procesarla en todo su ser, sepan que pueden aprender a transportarla en alegría, ir de la ansiedad a la calma. Es decir, que conozcan cuál es la emoción que se necesita para equilibrar una con otra.
—Las semillas del libro fueron plantadas, ¿creés que tus palabras ya comenzaron a germinar y son brotes en los lectores?
—Sorprendentemente sí. Como comenté, yo me dedico a adultos no a infanto, y este libro que se publicó en abril del 2024 ya se está imprimiendo la segunda edición. Lo han comprado mucho abuelas y abuelos para compartirlo con sus nietos, en colegios para abordar ciertas emociones en el aula ya que también hay un capítulo sobre el bullying. Y muchas madres me compartieron que sus hijos o hijas mientras que se les leía el cuento ya comenzaban a incorporar los ejercicios sugeridos, o que empezaban a identificar sus propias emociones, tenían armados sectores en su cuarto como se encuentran en algunos capítulos. Incluso los que son más grandes, según cómo se sentían, buscaban en la biblioteca el libro y se encerraban en su cuarto a leer exclusivamente el capítulo que contiene la emoción que estaban sintiendo en ese día o ese tiempo. También compartió nota de Revista junto a Unicef en el día internacional contra el Bullying de 2024.
—¿En qué proyectos estás trabajando actualmente?
—Tengo dos libros más en camino, uno para adultos sobre la depresión, y otro para infanto, más expansivo aún, con un viaje al campo emocional que sea para ellos y para sus padres o tutores también, digamos que será un libro revelador en muchos aspectos.
—Para terminar, te invitamos a elegir la textura que represente a tu libro “Las emociones de Uma”.
—La textura sería cálida, pomposa, con colores desde pasteles a fuertes, con ganas de descubrirla y sentirla, y con distintos aromas que vayan cambiando según cada paso de la mano o de los pies sobre ella.
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