Historias Reflejadas
“El viaje de la vida”

El viaje de la vida
Floto en el primer paso. En el movimiento que provocó la distancia.
Uno, dos… Uno, dos.
Adelante, atrás… Atrás.
Pum, pum. Pum, pum.
Me quedo en el ritmo del latido, en el aire que separa las palabras. Avanzo por el túnel que conduce mi cuerpo.
¿A dónde vamos?
¿En qué lugar voy a guardar las voces conocidas y las luces que se apagan?
Hay un silencio espeso del otro lado. Allí donde vamos, aunque yo no quiera.
Pongo en la mochila de mi mente la totalidad de las cosas. Detrás, el espacio vacío se cierra sobre mis ojos. Cada uno duerme su propio sueño.
Veo la nube. La nube que todavía me cubre. Aspiro sus palabras húmedas. Me vuelvo gota. Lluevo y me sumerjo en el charco que dejo. Soy agua, nado en el nido que me protege. Afuera hace frío. Y adentro.
Soy hielo en la fugacidad del momento.
Y, sin embargo, doy dos pasos y avanzo hacia la calidez de un encuentro.
Andrea Viveca Sanz
Se reflejan en esta historia los siguientes textos: “Cuando San Pedro viajó en tren”, de Liliana Bodoc, con ilustraciones de Valeria Docampo; “No me abandones”, de Andrea Braverman, con ilustraciones de Nadia Romero Marchesini; “Universos fugaces”, de Ana Sagripanti, Sofía Chas y Cintia Roberts, con ilustraciones de Pilar Centeno; y ” Mudanza”, de Eva Mastrogiulio y Laura Loretta.
Historias Reflejadas
“El misterio de la noche”

El misterio de la noche
La noche descendía por una escalera invisible, los ojos balanceándose en el borde del sueño. Abajo, al otro lado del día, flotaba el mundo de adentro.
El extraño murmullo ascendía por el hueco de una grieta, como una voz conocida, como el viento de un cuento que despeinada las sábanas para soltar un secreto.
En la cama, justo detrás del sueño, unas ovejas curiosas saltaron para invitar al viaje. Tras ellas, varias hadas provistas de alas transparentes, subieron y bajaron por las páginas de la noche y acompañaron la llegada de unos hombrecitos sin nombre. Éstos, decididos, atravesaron las escaleras de un libro que no podía dormirse. El sueño llegó despacio, tanto que se pegó a la mañana, los ojos bien abiertos sobre la línea del día, un balanceo aquí y allá.
Y la noche, como si fuera parte de la misma página, volvía a vibrar sobre las pestañas. Otra vez…
Andrea Viveca Sanz
Se reflejan en esta historia los siguientes textos: “Lorenzo y la escalera misteriosa”, de Irene Goldfeder con ilustraciones de Fernanda Bragone; “Recíproco”, del libro “Mentiras y moretones”, de Pablo Bernasconi; “Cuando no llega la noche”, de Poly Bernatene; y “La oveja imaginaria o viaje en poesía de la noche al día”, de Beatriz Actis con ilustraciones de Sonia Basch.
Historias Reflejadas
“Redondel”

Redondel
Transitaban un espacio circular, los pies sobre surcos antiguos, los pensamientos como una distancia entre las palabras, el hueco sin voces.
Giraban, sus bocas emitían sonidos, una repetición sobre los pasos, para no olvidar el nombre de cada cosa, como un regreso al punto de partida.
El eco de aquella música lejana sostenía las palabras; una ópera en el cielo, huellas sutiles en los surcos de un vinilo, mentiras dando vueltas en un redondel de silencios.
Algo se mostraba y algo se escondía, el círculo se abría. Y volvía a cerrarse.
Andrea Viveca Sanz
Se reflejan en esta historia los siguientes textos: “La construcción de la mentira”, de Gonzalo Heredia; “Corbett”, de Matías Esteban; “Rebelión en la ópera”, de Carlos Ríos; y “33 Rpm” de Juan Guinot.
Historias Reflejadas
“Rumor de cuentos”

Rumor de cuentos
Un rumor resbaladizo se alargó sobre las hojas, como un secreto sin forma, deseoso de multiplicarse.
El viento desparramó las palabras, sus letras flotando en el aire, enredándose, livianas, viajeras, inquietas.
Fue entonces, cuando las historias rodaron de boca en boca, de pelo a pluma, de pata en pata, cubiertas de escamas, libres en los ríos de la memoria.
Fue entonces cuando a las palabras les nacieron alas que se elevaron como un canto antiguo, como una ronda alrededor del fuego, como un deseo nacido de las llamas, en el vientre del monte, en el sitio exacto donde el autor las recolectaba y las convertía en cuentos.
Pura sabiduría escondida en las voces de la tierra, tan sólo un puñado de silencios.
Andrea Viveca Sanz
Se reflejan en esta historia homenaje a Gustavo Roldán, sus siguientes cuentos: “El monte era una fiesta” (Ilustraciones de Manuel Purdía), “Cada cual se divierte como puede” (Ilustraciones de Claudia Deglioumini), ” Cuentos que cuentan los indios” y “El camino de la hormiga” (Ilustraciones de Juan Lima).
Debes iniciar sesión para publicar un comentario. Acceso