Historias Reflejadas
“Cuerpos que hablan”
Cuerpos que hablan
En las profundidades del ser, la verdad toma forma y se entrelaza con los hechos para escribir su historia. En ese espacio infinito, las alegrías y las tristezas se expanden y tejen la vida.
Un lenguaje sin palabras corre como lava incandescente y envuelve a cada una de nuestras células arrastrando las emociones que buscan expresarse. Grupos de letras de textura indefinida se pierden en nuestra sangre para dibujar aquello que desea manifestarse.
La sonrisa del alma hace vibrar a cada uno de nuestros órganos y los vivifica, acompañándolos en sus decires. La angustia, en cambio, se desplaza como un lamento que aprisiona y enlentece, es aguijón que lastima y va mutando hasta convertirse en grito que estalla y permanece.
Es posible volver al camino, bucear en las oscuridades de nuestras limitaciones para levantar vuelo, como una mariposa que bate sus alas y se eleva.
Hay un silencio de sentimientos callados que fluye como río y habla en la superficie de cada cuerpo, mudo lenguaje que relata desde adentro todo aquello que el alma decide ignorar y se manifiesta.
En las profundidades de nuestro ser, existen letras invisibles que nos habitan y susurran palabras que sólo el amor convierte en canto capaz de atravesar el vacío y trascenderlo.
Andrea Viveca Sanz
Se reflejan en esta historia: “Mariposas griegas”, de Cristina Loza; “Alma Kiri”, de Divina; “También esto pasará”, de Milena Busquets; y “Como de la familia”, de Paolo Giordano.
Historias Reflejadas
“El país de los sueños”

El país de los sueños
Adentro de un bostezo viajaba un sueño largo, muy largo. Tan largo que llegaba al otro lado del mundo. Y más allá, a un lugar donde todo era posible.
Un paisaje de colores cayó entre las pestañas, como un viento cargado de novedades. A un costado, justo a los pies de la cama, o tal vez un poco más acá, había un árbol de páginas abiertas, como si de pronto le hubieran crecido cuadernos. Y a los cuadernos, renglones. Y a los renglones, palabras que colgaban de las ramas y contaban una historia.
De pronto, la historia se precipitó sobre el suelo y fue semilla. A la semilla le nacieron brazos, como hojas. ¡Y raíces!
Fue entre esas raíces donde apareció una lombriz. Iba y venía la lombriz, y enredaba la historia. Y entonces se volvió un ovillo de sueños.
Cuando el barquero despertó pudo ver en su almohada un hombrecito de colores. En sus manos, un pájaro verde llevaba en el pico a una extraña hormiga cantora.
Minutos después, cruzaron a través de la ventana y nadaron por el río de la mañana hacia el país de los sueños.
Andrea Viveca Sanz
Se reflejan en esta historia homenaje a Laura Devetach, los siguientes libros de la escritora: “El enigma del barquero”, “La hormiga que canta”, “La planta de Bartolo”, “Del otro lado del mundo” y “Lombriz que va, lombriz que viene”
Historias Reflejadas
“Diversidad”

Diversidad
Buscaban encontrarse. Los unía un lenguaje invisible, de palabras blandas, que atravesaban los límites para abrir un camino.
Sus voces vibraron desde el silencio. Se miraron más allá de los ojos, del otro lado de los ojos, en esos lugares donde pocos llegaban a ver.
Fue en ese lugar donde se reconocieron, la soledad en un rincón, alargándose para atravesar la mirada. Un viento de colores recorrió sus cuerpos, como si lo que estaba lejos se hubiera vuelto cercano y formara parte de la misma lengua.
Andrea Viveca Sanz
Se reflejan en esta historia los siguientes textos: “El señor no tan”, de Javiera Gutiérrez ilustrado por Petra Steinmeyer; “Jirafa azul, rinoceronte verde”, de Márgara Averbach ilustrado por Roma; “El niño que no quería ser azul y la niña que no quería ser rosa”, de Patricia Fitti; y “Una jirafa verde”, de Lorena Méndez.
Historias Reflejadas
“Identidad”

Identidad
Sus siluetas colgaban sobre los ladrillos y eran sombras. Los ojos escrutando el espacio conocido, restos de cal y de barro en los que ellos lograban encontrarse.
El pasado se infiltraba por los huecos del presente, una mancha oscura expandía la historia, las moscas aleteaban sobre las capas de vida y removían olores viejos, de sangre, donde se escondían las lágrimas.
Un río hablaba, como una exhalación de verdades guardadas, como el tiempo que fluía y era música sobre sus cuerpos cansados, tan sólo un retorno en el agua de la memoria.
Andrea Viveca Sanz
Se reflejan en esta historia los siguientes textos literarios: “Monoblock”, de Karina Sacerdote; “Paraguay”, de Martín Di Lisio; “El puente de las brujas”, de Juan Fernández Marauda; y “Era tan oscuro el monte”, de Natalia Rodríguez Simón.
Di.Vi.Na.
11/05/2018 a 15:43
Querida Andrea, muchas gracias por leer, recomendar e incluir a mi especial ALMA KIRI para una nueva entrega de “Historias reflejadas”. Y como bien decís, la historia de Ángeles y Diego buscó susurrar palabras capaces de atravesar el vacío y trascenderlo. Un beso!