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Historias Reflejadas

“Mensajes soñados”

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Mensajes soñados

Ella despertó de repente, los fantasmas que la interpelaban, una y otra vez, habían regresado.

Historias derramadas como manchas de aceite, se escurrían por algún orificio de su vida y tomaban forma en aquellas pesadillas oscuras y pegajosas.

Espíritus aferrados aún a este mundo, la llamaban desde el otro lado y la desafiaban a cruzar una línea peligrosa, detrás de la cual la verdad estallaba en gritos callados. Manos ávidas de justicia la incitaban a llegar al sitio en el que se guardaban los secretos.

Sueños recurrentes que eran portadores de imágenes tenebrosas escondían aquello que era mejor olvidar. La atacaban cada noche como tentáculos opresivos, capaces de silenciar aquello que había quedado guardado en los rincones del tiempo y se había convertido en basura maloliente.

Los límites entre la vida y la muerte eran tan sutiles que a menudo desaparecían en el mundo de los sueños y ella se encontraba entonces habitada por presencias eternas que la habían elegido para cerrar heridas.

Las llamas del pasado la abrazaron consumiendo su alma. Ella trató de huir, pero todavía podía sentir sobre sus espaldas el ardor de aquellos ojos y la soberbia de aquella sonrisa. Después, todo se hacía pequeño y se desvanecía.

Ella buscaba respuestas. Se levantó decidida a poner fin al terror que la mantenía atada desde hacía años. Necesitaba paz.

Tomó el primer hilo de la enorme telaraña en la que estaba atrapada. Sus dedos temblorosos comenzaron a deshilachar un pasado que le dolía en las entrañas. Era el comienzo de una trama de olvidos y angustias.

Después se internó en el bosque de su existencia y a pesar del humo y de las tinieblas, a pesar de la perturbación que sus oídos sentían al rememorar aquel disparo, se atrevió a avanzar.

Desde el otro lado, miles de voces tantas veces calladas, también se atrevieron a contar.

Ella logró liberarlos y fue libre por fin. Nunca más hubo pesadillas, la historia había sido sanada.

Andrea Viveca Sanz

Se reflejan en esta historia “El farol del diablo” de Adriana Hartwig, “Al otro lado del fuego” de Claudia Barzana, “Mala semilla” de Andrea Milano, y “El enigma del bosque” de Laura Mercé.

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Historias Reflejadas

“Lazos”

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Lazos

Retornar, volver de la oscuridad, atreverse a cruzar las aguas del miedo y del dolor donde se mecen los recuerdos, para llegar a la esencia del alma.

En las esquinas del tiempo, duermen todavía algunos amores silenciados. Ellas no pudieron elegir, debieron caminar despacio cada tramo de un destino elegido por otros.

Todo lo deseado quedaba lejos, ubicado en la otra orilla de la vida, y había que guardar en los ojos aquello que jamás se volvería a ver.

Fue necesario conocer el ardor de aquella cachetada que las obligó a levantarse. Sus pies, descalzos de alegrías, adquirieron una firmeza desconocida. Transitaron el lodo y pudieron trascender el hueco de la existencia en el que estaban escondidas las dudas.

Por fin, desde el agujero negro en el que estaban atrapadas pudieron vislumbrar la libertad.

Cada uno de los eslabones que formaban parte de la gran cadena familiar, comenzaron a soltarse y las angustias de otros tiempos se convirtieron en verdades sanadoras.

Saltaron por encima de los prejuicios, arriesgaron y asumieron las consecuencias. Sus lágrimas solitarias las ayudaron a volver.

Retornaron del laberinto del dolor y, por fin, encontraron en el amor un lazo eterno, imposible de romper.

Todas ellas, después del abismo, cruzaron las aguas del miedo, llegaron a la otra orilla y conocieron la felicidad.

Andrea Viveca Sanz

Se reflejan en esta historia “Volver del abismo” de Laura Miranda, “Y ellos se fueron” de Viviana Rivero, “Ese ancho río entre nosotros” de Gabriela Margall, y “Encaje de dos orillas” de Mirta Pérez Rey.

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Historias Reflejadas

“Ansiada libertad”

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Ansiada libertad

Murallas derrumbadas dejaron al descubierto los secretos silenciados. Ella soltó por fin las palabras ocultas, sepultadas al solo efecto de mantener las apariencias. Necesitaba reparar heridas que todavía sangraban. Nada era lo que parecía. Detrás de la fachada de su cuerpo, una inmensa soledad era su única compañía.

Debajo de la tenue máscara que ocultaba la verdad, se escondían bellezas negadas, riquezas cargadas de pobreza, abundancia teñida de escasez y pasiones que se convirtieron en traición y fueron, durante mucho tiempo, dolores enterrados.

Ella buscaba liberarse del pasado. Dejó caer su pesada carga y la convirtió en palabras, que fueron hechos. Los acontecimientos se desplazaron, vitales, y se fueron entrelazando en una línea imaginaria, arrastrando consecuencias irremediables en el juego de la vida.

Desparramados en el suelo de su existencia quedaron al descubierto los silencios que la hacían esclava.
Por fin había logrado la tan ansiada libertad.

Andrea Viveca Sanz

Se reflejan en esta historia: “Pasión y traición” de Florencia Canale, “Historia de una mujer” de Marcelo Birmajer, “Pasado imperfecto” de Andrea Milano, y “Palabras silenciadas” de Luis Carranza Torres.

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Historias Reflejadas

“Sin fronteras”

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Sin fronteras

En la gran colmena que constituyen cada uno de los países del mundo, el encuentro aún es posible.

Un rítmico decir de tambores lejanos, clama desde el continente negro. ¿Lejano para quiénes?

Culturas que se interpelan unas a otras, caminos cruzados de penas y dolores.

África sangra ausencias, llora angustias de mujeres despojadas de su esencia, obligadas a enterrar el precioso tesoro de la libertad, se lamenta por aquellos hombres encadenados a los deseos caprichosos de algunos, que ambicionan y controlan, y mira con dolor a miles de niños abrazados por los sonidos de la selva, que se entregan abandonados a los latidos de un destino sin final feliz.

Si lográramos mirar más allá de nuestra propia celda, si por un instante pudiéramos detenernos a escuchar el llamado de los tambores lejanos y hacernos uno con sus latidos, tal vez sería posible desdibujar las fronteras que aíslan y lastiman.

En la gran colmena que constituye este planeta, es tiempo de desplegar las alas, levantar vuelo y crear una corriente de respeto, amor y paz.

Andrea Viveca Sanz

Se reflejan en esta historia: “Bajo el sol de Kenia” de Bárbara Wood, “Caballo de Fuego (Congo)” de Florencia Bonelli, “La masai blanca” de Corinne Hofmann y “Africa, tormenta de libertad” de Hernán Lanvers.

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