Literatura
Juan Ignacio Pisano ganó el Premio Fundación Medifé Filba
Con su ópera prima “El último Falcon sobre la tierra”, una distopía sobre un mundo derrumbado, el escritor Juan Ignacio Pisano resultó ganador de la primera edición del Premio Fundación Medifé Filba a la mejor novela publicada durante 2019.
Así lo decidió el jurado integrado por Eugenia Almeida, Beatriz Sarlo y Luis Chitarroni, que ponderó la obra como “una narración serenamente compleja” donde “la sangre corre y le da un color violento a los escenarios cotidianos”.
El texto, que se llevará 300.000 pesos y una estatuilla especialmente diseñada, se impuso entre otras cuatro novelas que habían llegado a la instancia final: “Las malas”, de Camila Sosa Villada; “¡Felicidades!”, de Juan José Becerra; “La masacre de Kruguer”, de Luciano Lamberti, y “Quemar el cielo”, de Mariana Dimópulos.
El anuncio del ganador se dio a conocer este jueves a través del canal de Youtube de Filba, en un streaming del que participaron Amalia Sanz y Catalina Labarca, de Fundación Filba; Daniela Gutiérrez, de Fundación Medifé, y Eugenia Almeida, que en representación del jurado fue la encargada de dar a conocer la novela elegida y relató que el proceso de selección fue difícil porque no hubo consenso inicial acerca de cuál debía ser la obra ganadora.
“El último Falcon sobre la tierra” surgió a su vez de otro concurso porque fue publicada por la editorial Baltasara luego de resultar victoriosa en una convocatoria de textos inéditos lanzada por el sello rosarino, y marca el debut público de Pisano como novelista, que tiene otra ficción escrita que aún permanece inédita.
En esta novela, el autor se sumerge en un paisaje suburbano y semi rural donde una mujer está a cargo del cuidado de una niña con dificultades para hablar y de un anciano ciego, una trama intrafamiliar que se proyecta sobre un escenario postapocalíptico que ha sido arrasado por una inundación descomunal y ha seccionado la región entre una zona lujosa y otra marginal.
Pisano es Doctor en Letras por la Universidad de Buenos Aires, que obtuvo a partir de una tesis titulada “Ficciones de pueblo. Comunidad, plebe y poesía gauchesca (1776-1835)”. Es docente en la Universidad Nacional General Sarmiento, en la Universidad Nacional de Hurlingham y en el Colegio Nacional de Buenos Aires, y además integra el Grupo de Investigación Interdisciplinaria sobre el Heavy Metal Argentino (GIIHMA), con quienes ha publicado dos libros
Según el editor y escritor Luis Chitarroni, “la narración llana es serenamente compleja, por eso aquello que se cuenta de ninguna manera resulta basto o plano. No hay palabras que puedan ser usadas en su contra. La historia se cuenta y nada sobra. Se expande, se agranda. El lenguaje justo, adecuado, y este libro excesivo y sobrio, exuberante e insuficiente, son los mejores testigos de la ficción que parece faltar y, sin embargo y sin lugar a dudas, prevalece e incluye la verdad puesta en juego”.
En tanto que para Sarlo, “Pisano escribe con precisión, y una proximidad que nunca cae en el sentimentalismo. Sus ancianos, sus niñas huérfanas, sus pobres no están allí para enternecernos sino para sorprendernos por su resistencia y su capacidad para inventar nuevos usos de objetos y técnicas que, en la ciudad, ya son obsoletos. Para ellos, en cambio, son el presente y la única forma del futuro”.
“Es una novela política en el sentido de poner en escena modos posibles de actuar en el mundo y evidenciar que también en los gestos más íntimos hay construcción de un mundo. Hay una potencia singular en escribir un texto que puede leerse como denuncia de nuestros males sin hacer explícita esa denuncia, sólo poniendo ante los ojos los infiernos que estamos incubando”, definió por su parte Almeida.
La obra de Pisano fue elegida sobre un total de 190 novelas postuladas por 130 editoriales y también por los mismos autores, la mayoría provenientes de la ciudad de Buenos Aires pero también con notable representación de Salta, Chubut, Córdoba, Santa Fe, Chaco y Neuquén, entre otras provincias.
En julio pasado se dio a conocer la lista larga de diez finalistas y en septiembre la corta, que quedó reducida a cinco. Allí confluyeron una diversidad de temáticas que van desde el terror (como la novela de Lamberti) hasta los universos atravesados por la autografía que definen las novelas de Sosa Villada y Reyes, que con “Las malas” y “Cometierra”, respectivamente, debutaron en la literatura con textos que hacen foco en la agenda del movimiento feminista
Literatura
Tres jóvenes fundaron una editorial que apuesta por la literatura de riesgo
Por Gastón Marote
Tres jóvenes emprendedores fundaron la editorial independiente La Tarea de Escribir, que ya publicó siete libros y apuesta por escrituras radicales y autores emergentes, con una propuesta estética que prioriza “lo raro antes que lo bueno”.
La editorial fue creada en 2025 por Juan Rey (27), Vinicius Fonseca (28) y María Josefina Pesado (29), y surge como continuidad del taller homónimo activo desde 2021.

Según explicaron sus fundadores, el proyecto busca acompañar obras que “se atrevan a pensar desde el borde” y no temen al error o a la incomodidad.
“Creemos que una editorial no es una vidriera sino un dispositivo de pensamiento”, sostienen los creadores, que acompañan cada libro con materiales complementarios como prólogos, notas, entrevistas o piezas visuales disponibles en un soporte digital propio.
En un comunicado, destacaron que trabajan con autores “nuevos, invisibles o directamente ilegibles para la mirada estándar del presente editorial”, y que la curaduría está guiada por una apuesta estilística abierta y desafiante.
Entre sus influencias mencionan tanto editoriales independientes como N Direcciones o la mítica 18 Whiskys, como también autores consagrados y contemporáneos como César Aira, María Negroni, Gabriela Cabezón Cámara o Pablo Katchadjian.
Los objetivos de La Tarea de Escribir están divididos en tres escalas: a corto plazo, construir un catálogo pequeño e incisivo y obtener visibilidad en eventos como la Feria del Libro o la FED; a mediano plazo, formar una comunidad interesada en la experimentación; y a largo plazo, producir un archivo vivo que integre edición, taller e investigación.
Definen a su público como lectores curiosos, móviles, interesados en lo anómalo y en obras que “se presenten como objetos capaces de abrir preguntas, no de clausurarlas”.
La circulación de sus libros se enfoca en librerías independientes, ferias, universidades y espacios culturales, aunque no descartan expandirse comercialmente para sostener el proyecto.
(*) Agencia Noticias Argentinas
Literatura
Martín Caparrós, Doctor Honoris Causa de la Universidad de Guadalajara
El escritor y periodista argentino Martín Caparrós fue distinguido con el título de Doctor Honoris Causa por la Universidad de Guadalajara (UdeG), en una ceremonia realizada en la sede del Instituto Cultural de México en Madrid.
Se trata de la máxima distinción honorífica que otorga la institución mexicana, que reconoció en el autor su “compromiso ético e intelectual con la verdad, la memoria y la dignidad humana”, además de su “extraordinaria contribución al periodismo narrativo y a la literatura contemporánea”.
Durante el acto, la rectora del campus CUCEA de la UdeG, Mara Robles, definió a Caparrós como “un sembrador de dudas”, una cualidad que, según señaló, la universidad busca fomentar en sus estudiantes. En ese marco, leyó un fragmento de “El hambre”, uno de los libros más emblemáticos del autor, cuya reflexión inicial sobre la experiencia cotidiana y la distancia con el hambre estructural conmovió visiblemente al homenajeado.
La ceremonia reunió a unas treinta personas, entre ellas periodistas y escritores como Alex Grijelmo, Jorge Volpi y el exdirector del diario El País Javier Moreno. También participaron familiares, amigos y becarios de la Universidad de Guadalajara, quienes desde ahora quedarán simbólicamente “bajo la tutela” intelectual de Caparrós. El público cerró el acto con un prolongado aplauso en reconocimiento a su trayectoria.
Al tomar la palabra, Caparrós confesó que México fue una asignatura pendiente en su vida y que siempre deseó vivir en ese país, influido por la obra de Carlos Fuentes y por los vínculos tempranos que allí forjó hace más de cuatro décadas, cuando comenzó a adoptar su característico bigote.
La Universidad de Guadalajara concede el Doctorado Honoris Causa a personalidades eminentes, mexicanas o extranjeras, por contribuciones excepcionales en el ámbito del conocimiento, las artes o por una obra de vida vinculada a las causas más nobles de la humanidad. En los últimos años, la distinción fue otorgada, entre otros, a Joan Manuel Serrat, Sergio Ramírez, Leonardo Padura y Miguel Ángel Navarro Navarro.
En julio pasado, la Universidad de Buenos Aires también reconoció a Caparrós con un galardón honorífico similar.
Textos para escuchar
La grasita – Mercedes Pérez Sabbi
La escritora Mercedes Pérez Sabbi lee un fragmento de La grasita, su nueva novela (Editorial Comunicarte).
“Llegamos al Café Tortoni para buscar a Dora, pero no podíamos entrar por la puerta principal porque los empleados y los familiares entran por la puerta de atrás. Vi que era hermosísimo el café. Con una puerta de madera con cortinitas blancas y adornos de bronce para abrirla. Pero no, no la abrimos, porque dimos la vuelta por la calle Rivadavia, y entramos por un pasillo con cajones de botellas y bolsas con mercadería, parecido al depósito del almacén de mi papá. Ahí preguntamos por Dora Rodríguez. Un muchacho de delantal, gorrita blanca y camisa desteñida nos dijo que enseguida la llamaba. Al ratito apareció Dora, arregladita como para salir de paseo. Alta estaba, por los zapatos con plataforma.
—Las hice esperar para cambiarme. ¿Les gustaría pispear el bar?
—Sí, me gustaría —dije.
—Bueno, las hago mirar por acá, porque por el frente solo entran los clientes.Pasamos por otro pasillo y Dora nos corrió unos cortinados de terciopelo azul. Hermoso lo que vimos: las paredes de madera y papel con flores, el techo con cuadraditos de vidrios de arabescos de colores, unas columnas gigantes de mármol marrón, las sillas tapizadas de negro, las mesas redondas con señoras de sombreros elegantes y señores de trajes muy distinguidos… Parecía un palacio de película.
—¿Puedo ir al baño que me hago pis…? —le pregunté a Dora.
—Bueno, andá al baño principal porque el del personal está medio cochino —y me señaló el lugar—. Ves allá que hay una mesa grande redonda, seguís a la izquierda y ahí está el tualet de damas. Te esperamos acá.
—¿El tualet?
—Sí, es baño en francés. Acá es así.
—Dejame el tapado así vas más cómoda —me dijo mi mamá.Y me quedé con mi pollera escocesa y mi saquito azul. Bonitos.
Tualet, tualet, tualet…
Toalette, decía en la puerta, con una figurita de mujer.
Adentro había una señora de sombrero azul con su hija de bucles rubios. Saludé y me quedé mirando adónde ir, porque había varias puertas y lavatorios y espejos con lámparas como copas. La señora se dio cuenta de algo y me preguntó:
—¿De dónde sos?
—De Maizoro.
—¡Ah! ¿dónde queda eso? —me preguntó mientras se pintaba los labios y la nena me miraba.
—Lejos. Hay que tomar un tren en Constitución y después otro.
—Podés pasar ahí —me cortó señalándome uno de los baños.
—Gracias —y entré.Desde el inodoro escucho que la nena le pregunta:
—¿Quién es mami?
—Una grasita —le respondió, mientras se cerraba la puerta.
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