Literatura
Llega en febrero a la Argentina el nuevo libro de Rodrigo Fresán
“El estilo de los elementos”, el nuevo libro de Rodrigo Fresán recién lanzado en España -donde el argentino reside desde 1999-, llegará a la Argentina en febrero próximo: se trata de un trabajo sobre la lectura, la escritura y la relación entre padres e hijos que también puede leerse como una autobiografía donde el escritor repasa su infancia y adolescencia, a través de un monumental texto salpicado de apuntes irónicos que discuten con el género novela.
La publicación de Penguin Random House parece escrita contra la cultura de la inmediatez y la dispersión. Sus más de 700 páginas tienen un inicio marcado por las digresiones de Fresán (Buenos Aires, 1966), quien entrevistado por la prensa española anticipó que éste, como otros libros suyos, “te advierten de entrada para que sepas dónde te metes y, si no te gustan, el mundo es muy grande y los estantes muy amplios”.
“Siempre me gustaron los libros largos, que te abducen y te reclaman”, sentenció en diálogo con el diario El Español. El título de la novela, de hecho, “El estilo de los elementos”, remite de alguna manera a eso: invierte el título del clásico manual de escritura de William Strunk Jr., “Los elementos del estilo”, de 1920, que es una guía con recomendaciones de estilo.
La novela, que si bien autobiográfica se aleja del códice confesional, “se nutre de un montón de episodios y situaciones muy cercanas a mí, pero limitarme a contar lo que pasó me parecería muy poquita cosa”, agregó Fresán.
Este nuevo trabajo dialoga con las preocupaciones enunciadas en su trilogía “La parte inventada” (Best Translated Book Award Estados Unidos), “La parte soñada” y “La parte soñada”, y que llega después de “Melvill”, sin la letra e, inspirada en el padre del autor de “Moby Dick” y en un hecho verídico: cuando atravesó a pie un río congelado para reunirse con su familia, huyendo de sus acreedores.
“El estilo de los elementos” discute con la idea de la supuesta corrección en la escritura, un acto que extrapola a la labor del editor en las figuras de los padres de Land, el protagonista de esta aventura.
Además se adentra en las posibilidades e impedimentos de narrar memoria. “Lo cierto es que todo es memoria desde el momento en que tecleas la primera frase”, dijo en la citada entrevista, “una memoria que se reactiva cada vez que el lector abre el libro y empieza a leerlo”.
De hecho, “las partes del libro que te parezcan más extrañas probablemente sean las más reales -aseguró-. Por ejemplo, que estuve durante dos años sin ir al colegio sin que mi padre se diera cuenta. Sin embargo, no tengo un recuerdo traumático porque me pasaron demasiadas cosas. Eso sí, todo está recreado. Hay personajes que son un composite de muchas personas que conocí. Nadie es exactamente quien es en el libro”.
“Todo queda atrás, pero no hay nada más interesante que el ejercicio de la memoria. Una vez me dijo Martin Amis que a los 60 años se te abren las puertas del pasado. Tal vez porque tu futuro es cada vez más breve y tu pasado cada vez más amplio, surge una especie de curiosidad por lo que te pasó, lo que te dejó de pasar o lo que te podría haber pasado”, aseguró Fresán.
Protagonizada por Land, alter ego de Fresán que prefiere ser lector a escritor, y narrada en tercera persona por alguien que sólo conoce los pensamientos e intenciones del personaje al que pone el foco, su nueva novela, dijo, “no es un caos indisciplinado, sino que tiene una estructura y responde a ciertos condicionamientos que yo mismo impuse, aunque no de un modo castrense”.
Radicado en Barcelona hace 25 años, los premios más importantes que recibió este escritor, crítico y traductor argentino, uno de los más destacados de su generación, en 35 años de trabajo, -algo así como poco más de las mitad de su vida (ahora tiene 60)-, responden a traducciones al inglés y el francés de sus obras.
En 2017 el Roger Callois reconoció su trayectoria y en 2018 la Universidad de Rochester lo distinguió por haber mostrado, con “La parte inventada”, que “hay un nuevo territorio en la novela y nuevas estructuras por construir”, junto al traductor, que logró “trasladar toda esa maestría al inglés”.
El autor de textos como “La velocidad de las cosas”, “Historia argentina”, “Mantra” y “El fondo del cielo”, es reconocido por cuestiones como el afán omnívoro de sus libros, por un querer leerlo todo que aparece en las referencias constantes, casi enciclopedistas, de sus novelas, por refractar en su escritura las posibilidades del mundo y de la literatura, por un estilo que es suyo y de nadie más.
Textos para escuchar
La Botella – Gabriela Romero
Gabriela Romero lee su cuento La Botella.
Créame que todavía hoy, ni estando en este lugar, puedo definir si lo que pasó aquella noche fue una maldición o si estaba predeterminado. Lo cierto es que mi cuñado Alfonso hizo una pregunta y el universo se las ingenió para responderle. Todo comenzó el 20 de noviembre de 1991 durante el festejo de los treinta y un años de mi hermana Sonia. Solo estábamos la familia. Los cinco hermanos: cuatro mujeres y un varón. Y nuestras respectivas parejas. Más nuestra madre, que quedó viuda joven. Más los tres hijos de Sonia, la que está allá; los dos de Mercedes, y la única nena que al momento tenía Silvana, la que recién se acercó; más los cuatro hijos de nuestro hermano José Arturo y los dos míos. Además de los padres de Alfonso, el marido de Sonia, estaban sus tres hermanos con las esposas y los seis hijos, resultantes de las tres parejas. En total éramos: 37. Muchísimos. Ya habíamos cenado y los chicos corrían por el jardín mientras los adultos conversábamos, algunos dentro del quincho y otros en la galería, o junto al bar que Sonia había armado a un costado de la pileta. Minutos antes de las doce de la noche Alfonso nos llamó para el brindis y nos dijo algo así:
— ¡Gente, vengan a brindar por mi esposa!
Él había ubicado las copas en la barra del bar y nos esperaba con una botella envuelta en una servilleta de tela blanca. Era evidente que alguna broma se traía entre manos porque intentaba ocultar la risa en su mueca ladeada. Lo amenazamos con tirarlo a la pileta si nos bañaba con el champán.
—No soy tan infantil —nos dijo Alfonso y agregó con una voz cavernosa —: ¿¡A ver a quién le toca!?
Entonces hizo presión y el corcho se elevó como un cohete, pero en vez de perderse entre las plantas del jardín o estrellarse lejos en el pasto cayó sobre tres de nosotras. En Sonia, en nuestra cuñada y en mí. Recuerdo nuestro griterío cuando nos golpeó el corcho y la pelea de los nenes por quién se quedaba con ese corcho maldito y también las risas de los otros a causa de nuestros gritos, y de la cara de Alfonso.
— ¿Qué pasó, cuñado? ¿Te salió el tiro por la culata? —le dijo mi hermano José Arturo riéndose.
Todos miramos a Alfonso. No se reía. Mantenía la botella en alto, inmóvil. Sonia caminó hasta él y le quitó la botella de las manos.
— ¡Las Viudas! —gritó—. ¡El champán se llama Las Viudas! —y antes de beber directamente del pico le dijo a su marido—: ¡A tu salud!
— ¡Alfonso, serás el primero en morir! —grité—.
Sí, eso le dije yo. Mi marido se indignó, para él no le es fácil vivir en una familia que tiene humor negro. A Alfonso le bajó la presión. Era de esos tipos que no se aguantan una broma, pero que viven cargando a los demás.
Murió a la semana. El 27 de noviembre de 1991.
Su muerte nos desgarró. Tan imprevista. Y él tan joven. Y tan joven mi hermana y tan chiquitos sus tres hijos. ¿Quién podría creer que se haría realidad lo que sucedió en el cumpleaños de Sonia? Cuando me avisaron creí que era una broma de mal gusto. Decile a Alfonso que se deje de joder, le dije al amigo que me llamó. Y le colgué. El teléfono sonó al instante. Se murió, Malena. Alfonso se murió. Entonces, se me vino a la mente mi sentencia. Serás el primero en morir. ¿Cómo miraría a sus padres?, me pregunté. Aunque después preferí culparlo, al final de cuentas el que había comenzado todo esto había sido él. En su velatorio recordamos lo ocurrido en el cumpleaños de Sonia. Ahora sigo yo, me dijo José Arturo al oído.
Él murió veinte años después, el 15 de julio de 2011.
Qué dolor. Pobre mi madre y mi cuñada y mis cuatro sobrinos. Y hoy estamos acá velando al marido de Mercedes. ¿Usted de dónde conocía a mi cuñado? Sabe, aquella noche mi hermana se encontraba a mi lado, pero a ella el corcho no la tocó. En eso el oráculo falló. Las Viudas. Me pregunto si tal vez aquello que decía mi esposo cuando era un niño, y que mis suegros contaban con tanta gracia, no fue una suerte de amuleto. ¿Un amuleto que lo protege de lo que está escrito o de lo que sucedió a partir de aquella noche? ¿Qué vas a ser cuando seas grande?, le preguntaban mis suegros divertidos con la respuesta que siempre les daba su hijo. Viudo, les respondía él.
Literatura
“Un pez dorado”, nuevo libro de Laura Devetach que ya se encuentra para su descarga
Vera Editorial Cartonera acaba de editar “Un pez dorado”, obra de la escritora Laura Devetach con ilustraciones de Istvansch, que ya se encuentra para su descarga gratuita.

La obra cuenta con palabras preliminares de Laura Roldán, quien destacó: “Haber editado este libro con Vera Cartonera y que haya sido ilustrado por Istvansch, quien dio vida con su arte a las imágenes y personajes del texto, es un sueño cumplido. Gracias por cobijar la semilla que germina cuando necesitamos ver brotar la esperanza”.
Asimismo, Roldán manifestó en el prólogo creer “en el poder de las cosas pequeñas, en el trabajo de las hormigas, en la dulzura de la verbena. Creo en las redes que contienen y sostienen y un proyecto pequeño, en estos momentos difíciles, es un camino de esperanza”.
Su voz se entrelaza con la de Devetach y su versión libre de una leyenda popular en la que se recrea la historia de la primera pesca de un dorado contada por la voz de un anciano “cuentero” del Litoral, quien va desgranando la versión que aquí se relata. Historia en la que se entretejen las voces de los indios abipones y los paisajes del río Paraná.
Esta edición cuenta con una Bitácora de las ilustraciones de “Un pez dorado” que realizó Istvansch para la primera edición de esta leyenda. En este relato escrito por el autor se atisba la configuración de parte de la historia de la producción literaria de libros destinados a las infancias de nuestro país.
Finalmente, los responsables de la obra desearon: “¡Qué disfruten de su lectura! ¡Qué el libro circule como el irupé en nuestros ríos!”.
- LINK PARA ACCEDER Y DESCARGAR EL LIBRO
https://www.fhuc.unl.edu.ar/vera…/portfolio/un-pez-dorado/ - LINK DE VERA CARTONERA Y DEL CATÁLOGO 2025
https://www.fhuc.unl.edu.ar/veracartonera/catalogo/
Historias Reflejadas
“El país de los sueños”

El país de los sueños
Adentro de un bostezo viajaba un sueño largo, muy largo. Tan largo que llegaba al otro lado del mundo. Y más allá, a un lugar donde todo era posible.
Un paisaje de colores cayó entre las pestañas, como un viento cargado de novedades. A un costado, justo a los pies de la cama, o tal vez un poco más acá, había un árbol de páginas abiertas, como si de pronto le hubieran crecido cuadernos. Y a los cuadernos, renglones. Y a los renglones, palabras que colgaban de las ramas y contaban una historia.
De pronto, la historia se precipitó sobre el suelo y fue semilla. A la semilla le nacieron brazos, como hojas. ¡Y raíces!
Fue entre esas raíces donde apareció una lombriz. Iba y venía la lombriz, y enredaba la historia. Y entonces se volvió un ovillo de sueños.
Cuando el barquero despertó pudo ver en su almohada un hombrecito de colores. En sus manos, un pájaro verde llevaba en el pico a una extraña hormiga cantora.
Minutos después, cruzaron a través de la ventana y nadaron por el río de la mañana hacia el país de los sueños.
Andrea Viveca Sanz
Se reflejan en esta historia homenaje a Laura Devetach, los siguientes libros de la escritora: “El enigma del barquero”, “La hormiga que canta”, “La planta de Bartolo”, “Del otro lado del mundo” y “Lombriz que va, lombriz que viene”
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