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Entrevistas

Magela Demarco: “Mi hijo me hizo rever mis sueños y mis temas pendientes, y uno de ellos era ser escritora”

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Por Andrea Viveca Sanz

Enredada en la rueda de la vida, Magela Demarco se deja llevar por el oleaje de cada día y se entrega a escuchar el susurro de las aguas cotidianas, cargadas de mensajes.

Con certeza, se abraza a la espuma de sus sueños, que burbujean en su interior para convertirse en proyectos.

Sus letras se expanden en palabras que dan vida a historias que la conducen y la incluyen, para luego convertirse en mar, que lleva y trae la fertilidad de las emociones compartidas.

Inmersa en la realidad que la cuestiona, la escritora logra recortar con destreza situaciones que atrapa para transformarlas en ficciones.

En diálogo con ContArte Cultura, la autora comparte sus vivencias en el mundo de los cuentos y presenta su último libro Un papá con delantal, publicado recientemente en España.

—Para presentarte, tres palabras que te definan.
—Solidaria, sensible y cabrona. Si bien no se puede abarcar en tres palabras como uno es, creo que estas tres me definen bastante. Por eso, en estos momentos que estamos atravesando en el país, la paso bastante mal al ver cada vez más gente durmiendo en las calles, cada vez más personas desesperadas porque perdieron el trabajo o porque no pueden pagar los impuestos. Vivo en Caballito, y ver que cada día van cerrando más negocios, que cada día hay una persona más en alguna esquina… Me angustia. Y ayudo, en lo que puedo. Claro que no puedo ayudar todos los días a todas las personas con las que me cruzo, porque no hay dinero ni ánimo que aguante. Y me angustia más ver que las políticas del Gobierno actual no solo generan esto, sino que buscan acentuarlo. No es un Gobierno que se preocupe por el otro, ni tenga empatía con el otro, con el pueblo trabajador. Sino todo lo contrario. De ahí que sea tan importante generar lazos de ayuda, de solidaridad, de unión frente a esta realidad salvaje. Y sí, soy cabrona. La realidad actual me angustia y me encabrona. La mentira, me enfurece, el individualismo también. El cagarse en el otro, me saca. Soy de esas que cuando ven a un hombre o a una mujer dejar la caquita de su perro/a en la vereda, salto como leche hervida y me pongo a gritarle que lo levante en medio de la calle. No tolero la falta de respeto.

—¿En qué momento sentiste que había en vos una semilla capaz de convertirte en escritora?
—Lo que siempre sentí es una felicidad inmensa al escribir historias. Eso lo traigo desde adolescente. Hay personas que disfrutan mirando fútbol, otras jugando al tenis, otras bailando, pintando, durmiendo. Yo disfruto escribiendo. Me pone alegre, me río de solo pensar en algunas ideas para mis cuentos. También escribo cuentos para grandes, y esos me divierten mucho porque son más ácidos, más de humor negro, más feministas. Creo que hay situaciones en la vida real que si no le das un toque de humor, son muy patéticas, muy incomprensibles. Los seres humanos somos bichos muy raros de comprender. Luego, cuando nació mi niño Tobías, dije: “Si lo que más me gusta es escribir cuentos, allá voy”. Tener un hijo me hizo tomar más en serio todavía esto de ser y hacer, es decir, que uno esté relacionado con el otro. Y yo quería ser ejemplo para Tobías. Paso de esas personas que se la pasan diciéndole al otro lo que tienen que hacer, pero en su vida ellas no lo hacen. A mí, mi hijo me hizo rever mis sueños y mis temas pendientes, y uno de ellos era ser escritora o publicar mis cuentos. De hecho, seguí periodismo porque me gustaba escribir –dentro de otras cosas por las que elegí esa profesión–. Porque en el momento que elegí la carrera, ser escritora no estaba dentro de las opciones que manejaba. No tomaba muy en serio mis “aptitudes” o no era muy consciente de todo lo que se movía dentro de mí cuando escribía. Lo hacía porque me encantaba y lo necesitaba hacer. La llegada de mi hijo me dio la palmadita en la espalda que me faltaba para dar ese salto e ir hacia lo que quería. Porque además, aprendemos con el ejemplo, no con las palabras. Y yo quería ser ejemplo para mi hijo. Quería que él tuviera una madre que se animaba a ir tras sus sueños. Y acá estoy. Y me considero escritora, porque me gusta escribir. Desde ese lugar relajado y accesible para todas y todos.

—¿Contanos qué mensaje te trajeron las olas para dar vida a tu primer libro infantil “Mi amigo el mar”?
—Amo el mar. Su olor, su vaivén, su fuerza. Me parece el mejor lugar para estar, descansar, equilibrarme y reponer energías. Hay personas a las que les ocurre esto cuando van a la montaña. Bueno, a mí esto me lo da el mar, y nada más que el mar. Yo siento que va limpiando el alma con sus olas, su olor, su murmullo constante y su vaivén. Casi todos los veranos voy a Villa Gesell. Junto con mi gordo, esperamos ansiosos que llegue el verano. Y hubo un verano (Tobías tenía tres años) en que el mar se le llevó un autito No lo pudimos rescatar. Desapareció. Y él rompió en llanto. Con mucha angustia. Entonces, se me ocurrió decirle que seguro había pasado porque el mar se lo iba a llevar a algún chico a quien su mamá no podía comprarle ninguno. Que él tenía muchos, y que después a la tarde íbamos al centro y comprábamos uno igual. Costó, pero finalmente paró de llorar y se tranquilizó. Internamente, creo que esa explicación era mi intento para que él pudiera entender antes que yo ciertas cuestiones del desapego, de no aferrarse estáticamente a las cosas, porque la vida es movimiento, es cambio. Es un fluir constante. Y hay que aprender a ser más flexibles y a fluir con la vida. Ese mismo ejercicio lo hicimos con los castillos de arena que construíamos y que el mar, a veces, se encargaba de derrumbar. Al principio se enojaba, pataleaba y decía que no iba a hacer “ningún castillo nunca más”. Hasta que al final entendió que los castillos de arena están para romperse. Y cuando terminó el verano dejó de encabronarse con el mar, y en cambio le gritaba sonriendo: “Chau mar” o “No importa, total hago otro”. Y también porque quería que desde pequeño aprendiera esto del compartir. Con el que menos tiene, con el que necesita ayuda. Porque siempre pienso que uno podría estar en ese otro lugar. Es fortuito el lugar donde nacemos. Y tranquilamente, nos podría haber tocado a nosotros estar en un lugar de mayor necesidad. Es más, la vida es una rueda, y por lo tanto, cambio constante.

—¿Qué te inspira a la hora de ponerte a escribir?
—Las vivencias de mi hijo, sus experiencias, sus inquietudes, sus alegrías, sus miedos, que muchas veces se los traspaso yo, aunque no quiera, como el miedo a la oscuridad, por ejemplo (vieron, tan grande y con miedo a la oscuridad, jajaja) … Pero también leer algunas noticias, escuchar algunas opiniones (a veces increíbles), ver alguna situación en la calle…

—Acaba de publicarse en España tu segundo libro “Un papá con delantal”, ¿qué nos podés contar acerca de esa nueva obra?
—Se podría resumir así: una madre casada o en pareja, con dos hijos (una niña y un niño) contrata a un señor para que la ayuda en los quehaceres del hogar. En principio, me gustó esto de jugar con la idea de que sea un señor (que se llama Amador y en catalán es Salvador) a quien la mamá contrata para hacer las tareas del hogar, porque es algo que no pasa en la realidad, o al menos en Argentina, todas las personas que uno contrata para trabajar son mujeres. Y, a decir verdad, no son muchos los hombres que barren, pasan el trapo, hacen las camas, limpian los vidrios, lavan la ropa, ordenan la casa, hacen las tareas con las hijas y los hijos, los llevan al médico… A lo sumo hacen una cosa o dos cosas de todas esas, pero la mayoría las seguimos haciendo las mujeres, además de salir a trabajar, claro. Y elegí que fuera –y se llamara– Amador, porque se precisa de mucha entrega y amor diarios para realizar las tareas del hogar que permiten un mejor funcionamiento y organización de la familia. La historia, en clave de humor, está contada a través de los ojos de una niña, que nos invita a cuestionarnos la división de algunos roles arcaicos que todavía existen entre hombres y mujeres. Y a poder ver las diferentes formas en que las mujeres criamos a nuestros niños de nuestras niñas (y después nos quejamos). El hecho de que un hombre “se ponga el delantal” simboliza la distribución equitativa de las tareas del hogar, que son abundantes, llevan mucho tiempo y siempre quedan a cargo de nosotras. Los hombres no tienen que “ayudarnos” a las mujeres con las cosas de la casa. Es un error este concepto de la “ayuda”. ¡Ellos deben hacer su parte!, es decir la mitad: 50 y 50.

—¿Cómo es el proceso de atravesar tus libros infantiles con temáticas que se asocian más al mundo de los adultos?
—Creo que todo libro “infantil” es para niñas, niños y grandes. Y todo adulto es una niña o un niño que ha acumulado muchos años. Con esto quiero decir que, todas y todos conservamos esa mirada, esas sensaciones, esas reacciones de cuando éramos pequeñas y pequeños. La famosa y el famoso niño y niña interior. Y por el otro lado (y con esto muchas y muchos me van a querer matar), creo que hay ciertos mensajes que vale la pena transmitir a las niñas y a los niños. Frente a la crisis de valores, de compromiso, de empatía, de solidaridad… en definitiva, frente a la falta de amor que estamos viviendo como sociedad y como humanidad, creo que hay mensajes para susurrar, soplar, “barriletear”, hacer volar y esparcir por los aires.

—¿Hay algún nuevo proyecto en el que estés trabajando?
—Sí, siempre hay proyectos nuevos, porque siempre están las ganas de escribir. Hay algunos que están buscando la editorial que los acoja.

—¿Cuál sería el sueño que te gustaría ver hecho realidad entre las páginas de un libro?
—Hay uno que todavía no comencé a escribir, pero que tengo muchísimas ganas de que se concrete. Tiene que ver con esto que hablaba antes, de poder ver al otro. Si se concreta, les cuento. =)


Magela Demarco

Tobías y Magela

Nació en el año 1976. Su infancia transcurrió entre las ciudades de Zárate, Campana y Buenos Aires. Creció escuchando cuentos e historias narradas que alimentaron su amor por los libros. Estudió Periodismo en la UCES. Trabajó nueve años para el diario Clarin.com. Luego en IntraMed, un portal de salud, realizando entrevistas a médicos. También para Unicef, como asistente de comunicación. Colaboró en revistas como G7 y Factor S, de Uruguay. Y más tarde fue encargada de prensa en Green Drinks Buenos Aires, una ONG que organiza charlas sobre sustentabilidad.

Escribe cuentos para manuales escolares. Obtuvo numerosas menciones en diferentes concursos y algunos de sus relatos para adultos fueron publicados en antologías.

Cuando nació su hijo Tobías empezó a escribir también para los más chicos.

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Aguirre–Rodríguez: “El tango siempre estuvo como lengua principal en nosotros”

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Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //

Es un viaje dentro de otros, un movimiento sutil, la música desperezándose en gotas de rocío, notas evaporadas sobre las aves del campo, es el vuelo hacia el espacio urbano, un recorrido temporal. Es antes y después. Es ahora y siempre, una melodía que llega desde lejos, de otras patrias, del mismo viento que corre y desparrama en el lugar justo y en el instante oportuno.

“Del Buen Ayre”, el próximo espectáculo y disco del dúo platense AguirreRodríguez es un viaje por el tiempo y por distintos espacios, una relectura en modo actual de la música rural bonaerense.

Contarte Cultura charló con sus integrantes, Cynthia Aguirre y Alejandro Rodríguez para que nos cuenten acerca de ese caminar que la canción propone.

—Porque los espacios y las cosas que forman parte de ellos suelen hablar de quienes los habitan, nos gustaría comenzar esta charla deteniéndonos en su lugar de trabajo, en el espacio creativo de su música y en los objetos que los rodean en este momento. Si pudieran elegir un rincón o un objeto, el que mejor los represente como dúo y nos cuente algo de ustedes, ¿Cuál sería?

—El lugar, nuestra casa, y el rincón nuestra sala, en la que se va gestando todo el resultado final de lo que hacemos como músicos. Creo que estos espacios hablan de nosotros y de nuestra manera de entender la realidad y el arte.

—Y desde ese espacio viajamos en el tiempo, ¿cómo y cuándo se encuentran Cynthia Aguirre y Alejandro Rodríguez en el camino de la música para dar comienzo al dúo Aguirre–Rodríguez?

—Nos encontramos en la escuela de arte de la ciudad de Berisso, hace muchísimos años, en situación de alumna y profesor, pero rápidamente comenzamos a compartir producciones por fuera de la escuela. Con los años volvimos a encontrarnos, ya específicamente en el terreno del tango con la orquesta Los inmigrantes en el año 2005. Cuando el tiempo de la orquesta se terminó, continuamos en dúo.

—¿Cómo fueron esos comienzos?

—Fue un muy hermoso comienzo, pero rápidamente el dúo se fundió dentro de un cuarteto que con el tiempo se convirtió en sexteto de tango. Me refiero a Tangor. Con esa agrupación trabajamos durante más de 10 años. Por otro lado, Cynthia participaba como invitada permanente en el grupo La Sonora, proyecto que venía caminando desde el año 1989.  

—Como decías, con el correr de los años el tango se instaló entre ustedes, ¿qué cosas los llevaron a explorar en este género que nos representa?

—El tango siempre estuvo como lengua principal en nosotros. Como una especie de lengua madre. Rastrear el porqué de esto es complicado, creo que tiene que ver con nuestras historias personales y la idiosincrasia de nuestras familias de origen. Lo que es claro es que ha sido fundacional en nuestro vínculo con la música. Nuestra mirada como habitantes de este tiempo siempre nos llevó a buscar puentes entre el tango, otras músicas y otros conceptos artísticos.

—¿De qué manera llega el primer disco “Mundo Tango”, grabado en 2011?

—Ganamos un premio a la Producción Fonográfica del FNA (Fondo Nacional de las Artes) y generamos nuestro primer CD. En ese entonces, si bien el CD se llamó Mundo Tango, abarcamos otros lenguajes musicales, algunas cosas del folclore y canciones provenientes de la cantera del rock.

—Por estos días están en proceso de grabación de su segundo disco “Del Buen Ayre”, ¿qué recorridos espacio-temporales tuvieron que hacer para dar vida a los temas que forman parte de esta obra?

En Mundo Tango nos referimos a una idea acerca del tango, como un estado del ser que no solo aparece en esta región del mundo (por algo el tango impacta como impacta en todo el globo). Aquí nos referimos más a la génesis de este género y la música de la provincia de Buenos Aires. Este nuevo trabajo propone un recorrido desde la música campera de principio de siglo XX (El Gardel Gaucho, pasando por compositores icónicos de ese lenguaje como Omar Moreno Palacios) para adentrarse en el tango clásico de la época de oro y llegar hasta composiciones actuales que revitalizan el género. También este trabajo, a diferencia del otro, está estructurado por un material que fue ampliamente mostrado y fogueado. Es música que hemos tocado mucho en vivo y está planteado desde esa impronta. Los arreglos, si es que los hay, fueron construyéndose a lo largo del tiempo y de las distintas actuaciones. Los músicos invitados jugaron en ese mismo tono también. Se les envió un cifrado y una grabación como referencia, pero el armado de los distintos temas se resolvió en el estudio,  mientras Manzana Ibarrart (gran amigo y comandante del Estudio Sonosfera) montaba los mics y seteaba todo. Luego se eligieron las mejores tres tomas de cada tema. El resultado tiene un aroma a “trazos sueltos” que nos encanta en lo particular.

—Sin dudas se trata de un viaje a través de la música, ¿cuál es el aroma que elegirían para simbolizar a este álbum?

—El múltiple aroma de los viajes…si bien es un CD local en cuanto al repertorio, es bastante global en tanto a que lo que suena proviene de muchísimas fuentes y no solo de la tanguera. Lo hemos tocado tanto en tantos países diferentes, que para nosotros tendría ese olor a viaje, a aeropuerto, a trenes.

—El 3 de agosto estarán presentando este disco en La Salamanca, un reconocido espacio cultural platense, ¿qué podrán disfrutar esa noche quienes se acerquen a compartir su música?

—Haremos  algunos de los temas de nuestro espectáculo Del Buen Ayre, como antesala al espectáculo Filogenia de Victoria Moran y el Dúo Puentes Reyes.    

—Mencionás que ese día estarán acompañados por la cantante Victoria Morán, entonces la pregunta va para ella. Victoria, ¿Cómo nace “Filogenia”, ese recopilatorio de obras de música popular argentina? Contanos quiénes serán parte de ese recorrido el 3 de agosto y qué sentís al compartir noche con el Dúo Aguirre-Rodríguez.

9- Filogenia surge de la necesidad de contar nuestro ADN musical a través de las canciones que nos definen. Es una suerte de viaje musical hacia la fuente, hacia la memoria imperecedera que une un recuerdo con otro. Este espectáculo viene a despertarnos la fibra sensible con canciones que nos nombran, enlazando a Homero Manzi con Víctor Heredia, al Cuchi con Fito, a los que fuimos con los que somos. El compartir con compañeros y compañeras músicos y músicas siempre es una alegría, y en este caso será además una sorpresa para el dúo Puentes-Reyes y yo, porque jamás nos hemos cruzado en un escenario y esperamos anhelantes ese ida y vuelta mágico que siempre augura la música compartida.

—Para terminar, ¿cuál es el próximo destino de la música que los mueve?

—Tenemos por delante algunas fechas en nuestra ciudad, como el próximo 29 de agosto, día en el que estaremos compartiendo escenario junto al cantor Carlos Cabrera en el Café Metro. Octubre nos encuentra realizando nuestra segunda gira europea, con conciertos en países como Italia, Francia, España y Portugal. A nuestro regreso estaremos presentando oficialmente nuestro álbum Del Buen Ayre, con la participación de los músicos que fueron parte de la grabación.

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Celina Cocimano y ‘El juego de las emociones de Uma’: “Un libro que pide gran compromiso de los adultos”

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Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //

Todo gira, se mueve en una circularidad compartida. Las emociones suben y bajan, cuelgan de nuestros cuerpos, se desprenden como hojas secas. Regresan, son brotes, transformados en otra cosa.

Celina Cocimano es terapeuta emocional y a partir de sus vivencias y de su trabajo de muchos años necesitó dejar huellas, sembrar palabras para que germinen a través de sus libros.

“El juego de las emociones de Uma”, su último libro, está dedicado a las infancias. A través del juego logra acercarse a los territorios del miedo, de la ansiedad o de la frustración para atravesarlos.

ContArte Cultura charló con ella para conocer las rutas que la llevaron a indagar en ese universo.

—Las emociones forman parte de nuestras vidas, van y vienen, se mueven y nos movemos con ellas. Por eso, para comenzar y a modo de presentación, nos gustaría que elijas al menos tres emociones que te atravesaron al momento de escribir tu último libro y que a cada una de ellas les otorgues un sabor o un aroma.

  • Frustración, sabor a cebolla
  • Ansiedad, aroma a menta
  • Alegría, aroma a vainilla

—Y ya instalados en esa imagen, vayamos a tus comienzos, ¿qué vivencias te llevaron a transitar el camino de la terapia emocional?

—La insatisfacción personal, haberme descubierto cómo estafadora de mi propia vida, creando personalidades adquiridas para moldearme al gusto de la mirada ajena, siempre con esa sed emocional de ser alguien para los demás, ser aceptada, reconocida, querida y encantar a todos. Mientras estudiaba para contadora, sentí un apagón emocional, la apatía era mi única compañera en esos tiempos, hasta que mi cuerpo también “habló” con un síntoma muy sentido. Empezaba a hacerme pis por las noches siendo ya grande, más adelante entendí que eso sucedía en cada hogar o lugar donde me sentía a gusto, de esa manera, “intentaba” aferrarme a algún territorio, sentirlo al menos, por momentos, un lugar donde era yo. Como los animales que marcan su territorio orinando sobre él. Eso era lo que faltaba para que mi vida se vistiera de insatisfacción y cambie totalmente de rumbo, mejor dicho, empiece a vivir y dejar de aparentar lo que mis vacíos necesitaban cubrir.

—Seguramente al ir recorriendo ese camino fue necesario dejar huellas y de esa manera llegaron los libros, ¿cómo vivís la experiencia de escribir para que las palabras sean instrumento de sanación?

—Mi primer libro, “Despierta”, nació como algo catártico de la etapa que comenté anteriormente. Aún no sabía qué era lo que estaba viviendo y, sinceramente, pensaba que me moría por esos tiempos, entonces empecé a escribir cómo fue ese tránsito a mí destrucción de las corazas hacia mi reconstrucción emocional. Después, al compartir mi vivencia con muchas personas, me di cuenta que varios pasamos por ciertos procesos similares, por lo que se me ocurrió darle forma de libro y agregar reflexiones y ejercicios terapéuticos y de autogestión emocional. Los otros 3 -“Diamantes”, “Rotas”, y “El juego de las emociones de Uma”-, fueron pensados basándose en las historias que atiendo y buscando dejarle una “biblioteca” de recursos emocionales a mi hija para cuando sea más grande y, a las personas, que encuentren en estos libros, escrito en palabras, el propio sentir descarnado y sin filtro de las emociones que abordo en cada uno de ellos y luego, ofrecerles dinámicas, reflexiones, ejercicios para que encuentren en ellos formas de transitar el campo emocional sin tanto dolor y con valentía.

—Si pudieras resumir en una palabra el espíritu de cada uno de tus libros, ¿cuáles serían?

  • Despierta: Integridad
  • Diamantes: Osadía
  • Rotas: Coraje
  • El juego de las emociones de Uma: Autenticidad

—Tu último libro, “El juego de las emociones de Uma”, transita los paisajes de la infancia con todas sus gamas de colores, ¿cuál o cuáles fueron los disparadores de esta historia?

—Mi hija, a los 8 años, comenzó a transitar por un tiempo la conocida “Crisis de ansiedad y angustia”. Yo me opuse a que esté medicada siendo tan pequeña, y desde mi saber en el campo emocional de los adultos, junto a una gran observación sobre ella y sus crisis, se me ocurrió trabajar juntas para buscar soluciones a su sentir. Buscamos opciones en el juego infantil, en la creatividad, desarrollando distintos escenarios, armando una rutina de ejercicios y, sobre todo, busqué acercarla a la autogestión emocional. Así fue que se me ocurrió compartir cada ejercicio que funcionó en ella en este cuento, que no solo tiene el fin de que los niños empiecen a desarrollar desde pequeña edad sus propias respuestas emocionales ante cierta situaciones, sino que es un libro que pide gran compromiso de los adultos que acompañan al niño, y esa compañía, con el estar, el hablar su idioma, mejorar la calidad del vínculo, validar sus emociones, respetarlos y comunicarse con ellos, es lo que hace casi la mayor magia del trabajo de fortalecimiento emocional.

—Y justamente, a partir de tus propias vivencias decidiste contar desde el juego y desde las imágenes. Explicanos cómo fue el proceso de elegir esas duplas emocionales sobre las que querías hablar.

—Busqué las que a su edad son dentro de todo fáciles de interpretar, como decimos los adultos: de “etiquetar”. Son parte de las emociones primarias y la dupla fue pensada para dejarles el mensaje de que no son ni buenas ni malas, simplemente son y cada una es mensajera de un sentir, una acción a llevar a cabo y una particular respuesta emocional. También al ponerlas en duplas, cuando ellos/as sientan, por ejemplo, tristeza además de procesarla en todo su ser, sepan que pueden aprender a transportarla en alegría, ir de la ansiedad a la calma. Es decir, que conozcan cuál es la emoción que se necesita para equilibrar una con otra.

—Las semillas del libro fueron plantadas, ¿creés que tus palabras ya comenzaron a germinar y son brotes en los lectores?

—Sorprendentemente sí. Como comenté, yo me dedico a adultos no a infanto, y este libro que se publicó en abril del 2024 ya se está imprimiendo la segunda edición. Lo han comprado mucho abuelas y abuelos para compartirlo con sus nietos, en colegios para abordar ciertas emociones en el aula ya que también hay un capítulo sobre el bullying. Y muchas madres me compartieron que sus hijos o hijas mientras que se les leía el cuento ya comenzaban a incorporar los ejercicios sugeridos, o que empezaban a identificar sus propias emociones, tenían armados sectores en su cuarto como se encuentran en algunos capítulos. Incluso los que son más grandes, según cómo se sentían, buscaban en la biblioteca el libro y se encerraban en su cuarto a leer exclusivamente el capítulo que contiene la emoción que estaban sintiendo en ese día o ese tiempo. También compartió nota de Revista junto a Unicef en el día internacional contra el Bullying de 2024.

—¿En qué proyectos estás trabajando actualmente?

—Tengo dos libros más en camino, uno para adultos sobre la depresión, y otro para infanto, más expansivo aún, con un viaje al campo emocional que sea para ellos y para sus padres o tutores también, digamos que será un libro revelador en muchos aspectos.

—Para terminar, te invitamos a elegir la textura que represente a tu libro “Las emociones de Uma”.

—La textura sería cálida, pomposa, con colores desde pasteles a fuertes, con ganas de descubrirla y sentirla, y con distintos aromas que vayan cambiando según cada paso de la mano o de los pies sobre ella.

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Florencia Ghio presenta “Aguas Turbias”, una historia que lleva al lector por una variada gama de emociones

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Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //

Hay un rumor, un murmullo por encima y por debajo. La evidencia flota, va y viene. Pero el agua arrastra las palabras, se lleva las voces, esconde. No se ve lo que no se quiere ver. O lo que no se debe. La verdad se hunde, toca fondo. Es barro entre los dedos. Y mancha.

 En “Aguas Turbias”, la última novela de Florencia Ghio editada por El Emporio, flotan varias verdades, como un rumor debajo de lo que se lee, van y vienen. Se convierten en imágenes, en sonidos y en aromas, mientras ella bucea para rescatarlas. Para que la verdad nunca se manche.

En diálogo con ContArte Cultura, la escritora cuenta cómo nació la obra y de qué manera descubrió a los protagonistas de esta historia.

—Vamos a comenzar esta charla haciendo foco en una palabra que flota entre las páginas de tu novela: justicia. A modo de presentación del libro y de sus protagonistas, si pudieras elegir una imagen o un objeto simbólico que represente esa justicia, ¿cuál elegirías y por qué?

—Elegiría la clásica estatua de la justicia pero con su balanza completamente inclinada hacia un lado y sus ojos vendados. Porque es un poco eso lo que se ve en esta novela, una justicia que es ciega, y también sorda, por eso el protagonista de mi libro, que dice ser el chivo expiatorio de un crimen que no cometió, tiene que venir desde un pueblo del sur y salir a clamar su inocencia por altoparlantes en un subte de Buenos Aires.

—Y a partir de esa imagen viajemos al principio. Sin dudas, siempre existe un germen que da vida a las cosas. Seguramente tu novela también es producto de ideas o situaciones que fueron semillas en la tierra de tu imaginación. ¿Recordás cómo y cuándo comenzaste a sembrar esta historia?

—Yo digo que en lo que va de mi carrera de escritora, en las dos novelas que escribí y en la que estoy escribiendo ahora, me pasó que no busqué las historias sino que las historias me buscaron a mí. Aguas Turbias está inspirado en un caso real, y surgió a partir de que viera por televisión a un joven que se había fabricado una máscara de chivo y andaba por los subtes suplicando que alguien lo escuchara. Había estado preso por el crimen de su madrastra que él juraba no haber cometido, y le aterraba la idea de que lo condenaran. Me impresionó el mecanismo, recurrir a su creatividad para escapar de ese infierno, eso me llevó a averiguar qué le había pasado y me inspiró para escribir la novela, en donde los personajes, lugares y la mayoría de los sucesos son ficticios, pero ese fue el puntapié inicial que me sumergió en esta novela.

—Aleida, tu protagonista, es una mujer que lucha por sus ideales, va en busca de justicia pero también pelea contra sus propios monstruos. ¿Cómo viviste el proceso de construir ese mundo interior con tantos matices?

—Aleida San Martín es un personaje que rescaté de mi anterior novela El Ciudadano. Es una abogada honesta e idealista, de esas que estudió derecho porque ama la justicia. Al mismo tiempo, es una guerrera; logró superar una historia familiar traumática, para convertirse en una funcionaria pública que trata de rescatar a toda persona que atraviesa un infierno, porque ella sabe lo que es estar ahí y no quiere que nadie más lo tenga que vivir.  Aguas Turbias la va a encontrar en un tramo de su vida en que está en caída libre, porque ahora, aun con las secuelas de sus anteriores traumas, tiene que luchar contra el acoso laboral, se siente muy sola, y todo eso le provocó una fuerte adicción al casino, que en esos momentos encuentra como su única vía de evasión. En estas condiciones se cruza a García Robledo en el subte y, conforme a su esencia, no puede quedar indiferente a su historia. Intuye que él no miente, pero ella no puede ejercer la profesión por ser funcionaria, y además vive en Buenos Aires, así que veremos si, en su estado, logra tomar decisiones tan difíciles para ayudar al chico de la máscara. Para el proceso de construcción de este personaje me ayudó mi especialización en violencia familiar y también hablé con psicólogas expertas en ludopatía.

—También el personaje de García Robledo, el chico de la máscara, tiene sus claroscuros, ¿qué fue lo primero que percibiste de este protagonista al momento de escribirlo?

—García Robledo es un muchacho que antes de pasar por ese infierno amaba la vida, pero luego de esto se ha decepcionado completamente de ella. Descree de las instituciones de su localidad pero, al igual que Aleida, es un guerrero que, en su caso, salió de su pueblo a buscar si al menos en alguna otra parte existía esa justicia que no lograba encontrar. El lector tendrá que averiguar si con toda esa lucha la logra despojar de la venda que tiene en sus ojos y cambiar la inclinación de esa balanza que parece desvencijada.

—Como ya comentaste, hay una cierta continuidad de “Aguas turbias” con “El ciudadano”, tu anterior novela, ¿qué hilos temáticos presentes en ambas historias te gustaría seguir sosteniendo en un futuro?

—Por el momento los casos judiciales reales o ficticios han sido fuentes de inspiración, no sé si quisiera mantener algún hilo temático en particular, pero sí escribir el tipo de literatura que a mí me gusta leer, aquella que no es puro entretenimiento sino que te deja reflexionando y retrata distintos tipos de realidades, algunas veces invisibilidades o desconocidas para quien no las transita, así como en El Ciudadano abordé, además de la violencia familiar y el funcionamiento de la justicia, la política migratoria argentina. Creo que esa también puede ser una de las funciones de la literatura y de la cultura en general. Como lectora, a los libros que solo me entretienen los olvido no bien termino la última página, en cambio el otro tipo de literatura es la que me ha marcado como persona, no solo la recuerdo sino que en determinados momentos de mi vida regreso a ella para releer, aunque más no sea algún párrafo.

—Como en todo policial, en esta novela hay un crimen alrededor del cual se teje la trama. ¿Cuáles son las emociones que te atraviesan al transitar esos escenarios con la palabra y con la imaginación?

—Creo que en Aguas Turbias, que tiene componentes del policial pero también es un drama y tiene romance, el lector va a atravesar una variada gama de emociones y estados de ánimo. Se me ocurren, por ejemplo, indignación, tristeza, intriga, alegría, entre otras.

—¿Seguirá la doctora Aleida San Martín presente en próximas historias?

—En la novela que estoy escribiendo ahora la doctora San Martín no es parte, pero no descarto que en algún momento vuelva.

—Para concluir, ¿cuál sería el color que elegirías para representar el espíritu de tu novela y por qué?

—Elijo el gris topo, por todo lo que acontece.- El lector tendrá que averiguar si ese color puede llegar a cambiar en algún momento de la novela.


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Domicilio Legal: 135 nº 1472 Dto 2, La Plata, Provincia de Buenos Aires
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