

Entrevistas
Paula Tomassoni: “Me gusta trabajar el silencio; es, probablemente, lo que justifica todo lo que está escrito”
Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //
Existen silencios que revelan, palabras sumergidas incapaces de manifestarse, voces dormidas, un mutismo incómodo, que se deja arrastrar por mandatos arraigados, como si fueran una mancha imposible de borrar.
Paula Tomassoni es una artesana de los silencios, trabaja en esos huecos sin palabras para amasar un vacío que se expande y define, para mostrar las sombras y las fisuras, por las que ascienden lentamente sus historias, hechas de fragmentos cotidianos.
La escritora platense dialogó con ContArte Cultura para compartir sus vivencias en el mundo de la literatura.
—Si pudieras elegir la fotografía o la imagen indeleble que te represente, ¿cuál sería y por qué?
—El río Epuyén. Voy a ese rincón exacto del río al menos dos veces al año. Vivo casi a mil ochocientos kilómetros y cada vez que llego me acerco a mirarlo a modo de saludo. Y busco marcas de su transformación en el tiempo que estuve lejos: que la última crecida se llevó el árbol de enfrente, o que trajo uno de más arriba que quedó enganchado entre las ramas de un laurel. El agua se va abriendo camino entre la tierra y la va cambiando de forma. Roba un poco de acá, un poco de allá. Descubro los nuevos contornos. Pero vuelvo ahí año a año, desde hace muchos, y es el río de siempre. Guarda los chapuzones del verano, su capacidad de enfriar una botella de vino (y de llevársela si te descuidás), su transparencia infinita, su arrullo. Tiene un modo muy eficaz, agitando las aguas traslúcidas, de esconder sus secretos. Puedo quedarme horas tratando de descubrirlos entre remolinos. Hay un martín pescador que llega todos los días cuando empieza a salir el sol. Calculo que no siempre es el mismo, así que debería decir “siempre hay algún martín pescador que aparece cuando cae el sol”. Son muchos, pero parecen el mismo. Todo lo que cambia en ese rincón del río para mí es indeleble, porque lo que cambia no es más que una muestra visible de lo que permanece.

—¿De qué manera se despertó tu interés por la palabra?
—Tengo una relación muy particular con las palabras. Tengo recuerdos de cuando era muy chica, de palabras que me llamaron la atención. Siempre fui muy distraída y sin embargo recuerdo palabras que me daban curiosidad. Palabras cualquiera. Me acuerdo por ejemplo una vez que estaba jugando con mis primos en el patio. Hacía rato era de noche, había bajado la temperatura, pero corríamos y saltábamos y no queríamos saber nada de meternos a la casa. En un momento salió mi mamá y nos dijo que entráramos, que hacía frío. Yo me acordé de una frase que había escuchado decir a los grandes y que me encantaba. Listo, era el momento de usarla: “Al contrario”. Mi mamá y mi tía se empezaron a reír, nos abrigaron a de prepo diciendo “¡que al contrario ni al contrario!”, y, divertidas por la ocurrencia, nos metieron a la casa. Me dio mucha bronca entonces, pero tengo imágenes muy vívidas de ese momento, de esas personas, en torno a esas palabras mal usadas. Recuerdo también palabras y frases que me quedaron de lecturas. De chica yo leía vorazmente. Horas y horas. Historietas de Mafalda y el Pato Donald. Me las compraban y las leía enseguida, así que no me quedaba otra que releerlas hasta que me compraran la siguiente. Mil veces. Con algunos libros me pasaba lo mismo. Entonces, una vez corrido el apuro de saber la historia, me detenía en las palabras, en los modos. Algunas frases las recuerdo todavía de memoria.
—¿Cuáles son los posibles disparadores de una historia?
—Cualquier cosa puede disparar una historia. Una palabra, una persona, un olor. No sabría explicarlo exactamente. Muchas veces se acerca alguien a decirme “tengo una historia para vos”, y me cuenta algo increíble, pero a mí no me pasa nada con eso. Se parece un poco al amor, es como una atracción inexplicable. Pueden venir con el cuento de la historia perfecta y resulta que no, pero cuando escuchás o ves o leés eso que sí, el relato está ahí, aparece, casi que se impone.

—¿Cómo surgió la idea de tu primera novela “Leche merengada”? ¿Qué fue lo que más disfrutaste durante su proceso creativo?
—Leche merengada es mi primera novela, no solo publicada, sino escrita. Su proceso total, desde la primera idea hasta su última versión, duró tantos años que ni yo puedo creerlo. Por supuesto no fueron años de trabajo regular, pero la novela siempre estuvo ahí, agazapada. La primera escena que recuerdo haber escrito era en la casa de uno de los tíos muertos, Mariana era más joven y escuchaba el ruido de dos tortugas apareándose. Creo que ese había sido el disparador: haberme enterado que las tortugas son amantes ruidosas. Desde allí fue tirar y tirar y tirar del hilo, por un laberinto inexplicable que resultó la novela que terminé finalmente escribiendo, sin tortugas ni coitos. En el caso de Leche merengada, lo que más disfruté del proyecto creativo fue estarla escribiendo, porque fue un texto que abandoné muchas veces, y con él a la idea de escribir ficción, por muchas causas. Por eso cada vez que volvía y avanzaba, aun cuando avanzar era tachar todo lo que había hecho la última vez, me sentía en proceso, por un lado, de la novela, pero también de mi formación como escritora. Y eso me daba felicidad. En los últimos años, cuando el texto tomó forma, o más precisamente la forma que tiene ahora, la trabajé en el taller de Selva Almada y Julián López. Esa cosa que tienen los talleres. El ida y vuelta a la novela bajo la mirada de Selva y Julián, pero también de escritoras y escritores que admiro como Marcelo Carnero, Vanina Colagiovanni y Luciana Czudnovski. Esos recuerdos me dan nostalgia. Ya sobre el final, fue hermoso el trabajo de edición con Ana Rocío Jouli. Algunos de sus consejos los sigo usando, diría sin temor a exagerar, todo el tiempo.

—Hablemos de “Indeleble”, ¿recordás cuál fue el punto de partida?
—Indeleble surgió a partir de una noticia de España durante la crisis del 2011. El gobierno había informado que ejecutaría las propiedades con deudas hipotecarias. Un hombre, ante la desesperación de quedarse él y su esposa sin casa, se suicidó. Al día siguiente, a causa de la cantidad de personas que perderían sus viviendas si se ejecutase la medida, el gobierno la dejó sin efecto. Lo primero que pensé fue en la muerte innecesaria: si hubiera demorado un día su decisión, no se habría matado. Pero enseguida pensé en la mujer, y en el hombre dejándola sola en ese momento difícil. Y quise escribir ese relato. La ubicación en Argentina y el vínculo con la historia local surgieron de un modo un poco espontáneo. Como si hubiera sido exactamente esa, la de Maine en Buenos Aires en esa época, la historia que tenía que contar.
—¿Cómo construiste a los protagonistas y qué te gustaría destacar de ellos?
—Los personajes fueron apareciendo a medida que la historia se desarrollaba. En el caso de Maine y Ricardo, yo quería que no tuvieran características exageradas o muy particulares. De algún modo responden a un estereotipo, al lugar común del matrimonio. Son producto del marco social que es, en todo caso, el que los construye. Ricardo suele ser recibido con mucho rechazo entre lectoras y lectores: muchos lo odian. Yo no lo odio, creo que es el resultado y a la vez el exponente de un modo de ver la vida del que tenemos que hacernos cargo. Maine me genera por momentos empatía y por momentos un profundo rechazo. Pero tampoco me enoja. El personaje de Julia fue una alegría para mí, porque empezó casi como una necesidad narrativa, alguien de la familia que acompañara a Maine, y me terminó sorprendiendo. Me divertía mucho cada vez que Julia aparecía en escena.
—¿Qué elementos fueron fundamentales a la hora de dibujar con tus palabras los escenarios de la novela y el contexto socio político que elegiste para la historia?
—Recordar y también investigar un poco. Para la parte del relato que sucede a fines de los noventa traté de reconstruir recuerdos de lo cotidiano: la revistita del supermercado, el programa de Lita de Lazari, la pizzería en la ciudad balnearia, etc. Para diciembre del 2001 reconstruí los hechos históricos y también recopilé algunos testimonios de amigas y amigos, compañeras y compañeros que estuvieron en la calle ese día. Otra parte importante de la investigación fue tener algunas charlas con un familiar que trabaja en un banco para poder reconstruir la historia del dinero.

—Hay entre los renglones un silencio que revela, ¿buscaste ese efecto para invitar a los lectores a completar lo que se calla?
—Me gusta trabajar el silencio. Es, me parece, el momento de diálogo con quienes leen. Probablemente, lo que justifica todo lo que está escrito. Creo que escribir es también ocultar, y pienso que mucho de lo que se construye a partir de lo que no se dice es lo más potente de la novela.
—¿Estás trabajando en una nueva obra?
—En este momento estoy trabajando con una novela y un cuento. La novela ya lleva un tiempo, va creciendo y descreciendo -que en literatura, para mí, es parte del crecer- de a poco. Estoy entusiasmada con eso. El cuento lo empecé este verano y también avanza buscando su forma.
—Contanos acerca de tu ciclo de lecturas “Hasta que choque China con África”
—Hasta que choque China con África es un ciclo de lectura de narrativa que empezó en marzo de 2016. Lo pensamos con Francisco Magallanes y Verónica Luna, del colectivo Malisia, para cubrir algo que creíamos una vacante en la ciudad de La Plata: lecturas con narradores. Hacemos un encuentro cada dos o tres meses, y desde hace algunos años, el final se da en el marco de la Feria Edita. Es un ciclo que quiero mucho. Me hace muy feliz ver el modo en que ha ido creciendo a lo largo de estos años y cómo se ha ido instalando y convertido en una propuesta seductora para los que nos gusta leer. Pasaron casi sesenta autoras y autores ya, leyendo sus textos. Que el escritor o la escritora que admirás se siente a leerte un relato de su autoría me sigue pareciendo una experiencia hermosa y desopilante.
—¿Un deseo que te gustaría compartir con nosotros?
—¿Un deseo? Que el abrazo que no podemos darnos se transforme en un campo de energía que proteja a los barrios populares de este virus que llegó en aviones que no pueden tomar. Que se reparta mejor la riqueza. Que sobrevivamos todas y todos y podamos abrazarnos, con las pibas y los pibes, las viejas y los viejos, en un gran pogo sudoroso y vencedor.

Entrevistas
En primera persona: Nair Libonatti, escritora
La artista uruguaya habla de ella misma, de cómo llegó a la escritura y de su obra

Sobre sí misma y su arte
Soy Nair Libonatti, mujer uruguaya de 69 años. Toda mi vida supe que podía escribir, sin embargo, al plasmar mis ideas en una hoja, el resultado no me era grato y terminaba rompiendo.
En el año 2019 una amiga me invitó a “algo” literario y fui. Resultó ser un taller y fue ahí donde comencé a escribir.
Pocos meses después llegó la pandemia, entonces, buscando recursos para mi nuevo despertar, entré en un grupo argentino de Facebook. En él compartíamos textos y comentábamos.
Un buen día me invitaron a participar en el Mundial de Escritura, al principio me parecía inalcanzable hasta que me animé y la experiencia resultó maravillosa.
Sobre su obra
He escrito algunos libros: “Historias del Caldero”, en conjunto con dos amigas, “Constelaciones”, libro que va por su segunda edición y “El Pata de Bolsa y otros relatos”. Estos dos últimos están presentes en la 49a Feria del Libro de Buenos Aires, en el stand de Uruguay.



Sobre “Constelaciones” puedo decir que es un libro fuerte, con historias bastante movilizadoras, es un intento de visibilizar algunas circunstancias. “El Pata de Bolsa” es en tono más humorístico, un poco más distendido y coloquial.
Son libros de cuentos cortos, escritos individualmente y luego seleccionados para cada uno de los libros.
Su actualidad

Actualmente integro el taller “Ratones de biblioteca”, que funciona en la Casa de la Cultura de Minas, Uruguay, y algunas compañeras me acompañaron a la Feria del Libro de Buenos Aires.
Nair Libonatti junto a Andrea Viveca Sanz, de Contarte Cultura, en la 49º Feria Internacional del Libro de Buenos Aires
Entrevistas
Aguirre–Rodríguez: “El tango siempre estuvo como lengua principal en nosotros”

Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //
Es un viaje dentro de otros, un movimiento sutil, la música desperezándose en gotas de rocío, notas evaporadas sobre las aves del campo, es el vuelo hacia el espacio urbano, un recorrido temporal. Es antes y después. Es ahora y siempre, una melodía que llega desde lejos, de otras patrias, del mismo viento que corre y desparrama en el lugar justo y en el instante oportuno.
“Del Buen Ayre”, el próximo espectáculo y disco del dúo platense Aguirre–Rodríguez es un viaje por el tiempo y por distintos espacios, una relectura en modo actual de la música rural bonaerense.
Contarte Cultura charló con sus integrantes, Cynthia Aguirre y Alejandro Rodríguez para que nos cuenten acerca de ese caminar que la canción propone.
—Porque los espacios y las cosas que forman parte de ellos suelen hablar de quienes los habitan, nos gustaría comenzar esta charla deteniéndonos en su lugar de trabajo, en el espacio creativo de su música y en los objetos que los rodean en este momento. Si pudieran elegir un rincón o un objeto, el que mejor los represente como dúo y nos cuente algo de ustedes, ¿Cuál sería?
—El lugar, nuestra casa, y el rincón nuestra sala, en la que se va gestando todo el resultado final de lo que hacemos como músicos. Creo que estos espacios hablan de nosotros y de nuestra manera de entender la realidad y el arte.
—Y desde ese espacio viajamos en el tiempo, ¿cómo y cuándo se encuentran Cynthia Aguirre y Alejandro Rodríguez en el camino de la música para dar comienzo al dúo Aguirre–Rodríguez?
—Nos encontramos en la escuela de arte de la ciudad de Berisso, hace muchísimos años, en situación de alumna y profesor, pero rápidamente comenzamos a compartir producciones por fuera de la escuela. Con los años volvimos a encontrarnos, ya específicamente en el terreno del tango con la orquesta Los inmigrantes en el año 2005. Cuando el tiempo de la orquesta se terminó, continuamos en dúo.


—¿Cómo fueron esos comienzos?
—Fue un muy hermoso comienzo, pero rápidamente el dúo se fundió dentro de un cuarteto que con el tiempo se convirtió en sexteto de tango. Me refiero a Tangor. Con esa agrupación trabajamos durante más de 10 años. Por otro lado, Cynthia participaba como invitada permanente en el grupo La Sonora, proyecto que venía caminando desde el año 1989.
—Como decías, con el correr de los años el tango se instaló entre ustedes, ¿qué cosas los llevaron a explorar en este género que nos representa?
—El tango siempre estuvo como lengua principal en nosotros. Como una especie de lengua madre. Rastrear el porqué de esto es complicado, creo que tiene que ver con nuestras historias personales y la idiosincrasia de nuestras familias de origen. Lo que es claro es que ha sido fundacional en nuestro vínculo con la música. Nuestra mirada como habitantes de este tiempo siempre nos llevó a buscar puentes entre el tango, otras músicas y otros conceptos artísticos.
—¿De qué manera llega el primer disco “Mundo Tango”, grabado en 2011?
—Ganamos un premio a la Producción Fonográfica del FNA (Fondo Nacional de las Artes) y generamos nuestro primer CD. En ese entonces, si bien el CD se llamó Mundo Tango, abarcamos otros lenguajes musicales, algunas cosas del folclore y canciones provenientes de la cantera del rock.
—Por estos días están en proceso de grabación de su segundo disco “Del Buen Ayre”, ¿qué recorridos espacio-temporales tuvieron que hacer para dar vida a los temas que forman parte de esta obra?
En Mundo Tango nos referimos a una idea acerca del tango, como un estado del ser que no solo aparece en esta región del mundo (por algo el tango impacta como impacta en todo el globo). Aquí nos referimos más a la génesis de este género y la música de la provincia de Buenos Aires. Este nuevo trabajo propone un recorrido desde la música campera de principio de siglo XX (El Gardel Gaucho, pasando por compositores icónicos de ese lenguaje como Omar Moreno Palacios) para adentrarse en el tango clásico de la época de oro y llegar hasta composiciones actuales que revitalizan el género. También este trabajo, a diferencia del otro, está estructurado por un material que fue ampliamente mostrado y fogueado. Es música que hemos tocado mucho en vivo y está planteado desde esa impronta. Los arreglos, si es que los hay, fueron construyéndose a lo largo del tiempo y de las distintas actuaciones. Los músicos invitados jugaron en ese mismo tono también. Se les envió un cifrado y una grabación como referencia, pero el armado de los distintos temas se resolvió en el estudio, mientras Manzana Ibarrart (gran amigo y comandante del Estudio Sonosfera) montaba los mics y seteaba todo. Luego se eligieron las mejores tres tomas de cada tema. El resultado tiene un aroma a “trazos sueltos” que nos encanta en lo particular.
—Sin dudas se trata de un viaje a través de la música, ¿cuál es el aroma que elegirían para simbolizar a este álbum?
—El múltiple aroma de los viajes…si bien es un CD local en cuanto al repertorio, es bastante global en tanto a que lo que suena proviene de muchísimas fuentes y no solo de la tanguera. Lo hemos tocado tanto en tantos países diferentes, que para nosotros tendría ese olor a viaje, a aeropuerto, a trenes.
—El 3 de agosto estarán presentando este disco en La Salamanca, un reconocido espacio cultural platense, ¿qué podrán disfrutar esa noche quienes se acerquen a compartir su música?
—Haremos algunos de los temas de nuestro espectáculo Del Buen Ayre, como antesala al espectáculo Filogenia de Victoria Moran y el Dúo Puentes Reyes.
—Mencionás que ese día estarán acompañados por la cantante Victoria Morán, entonces la pregunta va para ella. Victoria, ¿Cómo nace “Filogenia”, ese recopilatorio de obras de música popular argentina? Contanos quiénes serán parte de ese recorrido el 3 de agosto y qué sentís al compartir noche con el Dúo Aguirre-Rodríguez.
9- Filogenia surge de la necesidad de contar nuestro ADN musical a través de las canciones que nos definen. Es una suerte de viaje musical hacia la fuente, hacia la memoria imperecedera que une un recuerdo con otro. Este espectáculo viene a despertarnos la fibra sensible con canciones que nos nombran, enlazando a Homero Manzi con Víctor Heredia, al Cuchi con Fito, a los que fuimos con los que somos. El compartir con compañeros y compañeras músicos y músicas siempre es una alegría, y en este caso será además una sorpresa para el dúo Puentes-Reyes y yo, porque jamás nos hemos cruzado en un escenario y esperamos anhelantes ese ida y vuelta mágico que siempre augura la música compartida.
—Para terminar, ¿cuál es el próximo destino de la música que los mueve?
—Tenemos por delante algunas fechas en nuestra ciudad, como el próximo 29 de agosto, día en el que estaremos compartiendo escenario junto al cantor Carlos Cabrera en el Café Metro. Octubre nos encuentra realizando nuestra segunda gira europea, con conciertos en países como Italia, Francia, España y Portugal. A nuestro regreso estaremos presentando oficialmente nuestro álbum Del Buen Ayre, con la participación de los músicos que fueron parte de la grabación.
Entrevistas
Celina Cocimano y ‘El juego de las emociones de Uma’: “Un libro que pide gran compromiso de los adultos”

Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //
Todo gira, se mueve en una circularidad compartida. Las emociones suben y bajan, cuelgan de nuestros cuerpos, se desprenden como hojas secas. Regresan, son brotes, transformados en otra cosa.
Celina Cocimano es terapeuta emocional y a partir de sus vivencias y de su trabajo de muchos años necesitó dejar huellas, sembrar palabras para que germinen a través de sus libros.
“El juego de las emociones de Uma”, su último libro, está dedicado a las infancias. A través del juego logra acercarse a los territorios del miedo, de la ansiedad o de la frustración para atravesarlos.
ContArte Cultura charló con ella para conocer las rutas que la llevaron a indagar en ese universo.
—Las emociones forman parte de nuestras vidas, van y vienen, se mueven y nos movemos con ellas. Por eso, para comenzar y a modo de presentación, nos gustaría que elijas al menos tres emociones que te atravesaron al momento de escribir tu último libro y que a cada una de ellas les otorgues un sabor o un aroma.
- Frustración, sabor a cebolla
- Ansiedad, aroma a menta
- Alegría, aroma a vainilla
—Y ya instalados en esa imagen, vayamos a tus comienzos, ¿qué vivencias te llevaron a transitar el camino de la terapia emocional?
—La insatisfacción personal, haberme descubierto cómo estafadora de mi propia vida, creando personalidades adquiridas para moldearme al gusto de la mirada ajena, siempre con esa sed emocional de ser alguien para los demás, ser aceptada, reconocida, querida y encantar a todos. Mientras estudiaba para contadora, sentí un apagón emocional, la apatía era mi única compañera en esos tiempos, hasta que mi cuerpo también “habló” con un síntoma muy sentido. Empezaba a hacerme pis por las noches siendo ya grande, más adelante entendí que eso sucedía en cada hogar o lugar donde me sentía a gusto, de esa manera, “intentaba” aferrarme a algún territorio, sentirlo al menos, por momentos, un lugar donde era yo. Como los animales que marcan su territorio orinando sobre él. Eso era lo que faltaba para que mi vida se vistiera de insatisfacción y cambie totalmente de rumbo, mejor dicho, empiece a vivir y dejar de aparentar lo que mis vacíos necesitaban cubrir.
—Seguramente al ir recorriendo ese camino fue necesario dejar huellas y de esa manera llegaron los libros, ¿cómo vivís la experiencia de escribir para que las palabras sean instrumento de sanación?
—Mi primer libro, “Despierta”, nació como algo catártico de la etapa que comenté anteriormente. Aún no sabía qué era lo que estaba viviendo y, sinceramente, pensaba que me moría por esos tiempos, entonces empecé a escribir cómo fue ese tránsito a mí destrucción de las corazas hacia mi reconstrucción emocional. Después, al compartir mi vivencia con muchas personas, me di cuenta que varios pasamos por ciertos procesos similares, por lo que se me ocurrió darle forma de libro y agregar reflexiones y ejercicios terapéuticos y de autogestión emocional. Los otros 3 -“Diamantes”, “Rotas”, y “El juego de las emociones de Uma”-, fueron pensados basándose en las historias que atiendo y buscando dejarle una “biblioteca” de recursos emocionales a mi hija para cuando sea más grande y, a las personas, que encuentren en estos libros, escrito en palabras, el propio sentir descarnado y sin filtro de las emociones que abordo en cada uno de ellos y luego, ofrecerles dinámicas, reflexiones, ejercicios para que encuentren en ellos formas de transitar el campo emocional sin tanto dolor y con valentía.
—Si pudieras resumir en una palabra el espíritu de cada uno de tus libros, ¿cuáles serían?
- Despierta: Integridad
- Diamantes: Osadía
- Rotas: Coraje
- El juego de las emociones de Uma: Autenticidad
—Tu último libro, “El juego de las emociones de Uma”, transita los paisajes de la infancia con todas sus gamas de colores, ¿cuál o cuáles fueron los disparadores de esta historia?
—Mi hija, a los 8 años, comenzó a transitar por un tiempo la conocida “Crisis de ansiedad y angustia”. Yo me opuse a que esté medicada siendo tan pequeña, y desde mi saber en el campo emocional de los adultos, junto a una gran observación sobre ella y sus crisis, se me ocurrió trabajar juntas para buscar soluciones a su sentir. Buscamos opciones en el juego infantil, en la creatividad, desarrollando distintos escenarios, armando una rutina de ejercicios y, sobre todo, busqué acercarla a la autogestión emocional. Así fue que se me ocurrió compartir cada ejercicio que funcionó en ella en este cuento, que no solo tiene el fin de que los niños empiecen a desarrollar desde pequeña edad sus propias respuestas emocionales ante cierta situaciones, sino que es un libro que pide gran compromiso de los adultos que acompañan al niño, y esa compañía, con el estar, el hablar su idioma, mejorar la calidad del vínculo, validar sus emociones, respetarlos y comunicarse con ellos, es lo que hace casi la mayor magia del trabajo de fortalecimiento emocional.
—Y justamente, a partir de tus propias vivencias decidiste contar desde el juego y desde las imágenes. Explicanos cómo fue el proceso de elegir esas duplas emocionales sobre las que querías hablar.
—Busqué las que a su edad son dentro de todo fáciles de interpretar, como decimos los adultos: de “etiquetar”. Son parte de las emociones primarias y la dupla fue pensada para dejarles el mensaje de que no son ni buenas ni malas, simplemente son y cada una es mensajera de un sentir, una acción a llevar a cabo y una particular respuesta emocional. También al ponerlas en duplas, cuando ellos/as sientan, por ejemplo, tristeza además de procesarla en todo su ser, sepan que pueden aprender a transportarla en alegría, ir de la ansiedad a la calma. Es decir, que conozcan cuál es la emoción que se necesita para equilibrar una con otra.
—Las semillas del libro fueron plantadas, ¿creés que tus palabras ya comenzaron a germinar y son brotes en los lectores?
—Sorprendentemente sí. Como comenté, yo me dedico a adultos no a infanto, y este libro que se publicó en abril del 2024 ya se está imprimiendo la segunda edición. Lo han comprado mucho abuelas y abuelos para compartirlo con sus nietos, en colegios para abordar ciertas emociones en el aula ya que también hay un capítulo sobre el bullying. Y muchas madres me compartieron que sus hijos o hijas mientras que se les leía el cuento ya comenzaban a incorporar los ejercicios sugeridos, o que empezaban a identificar sus propias emociones, tenían armados sectores en su cuarto como se encuentran en algunos capítulos. Incluso los que son más grandes, según cómo se sentían, buscaban en la biblioteca el libro y se encerraban en su cuarto a leer exclusivamente el capítulo que contiene la emoción que estaban sintiendo en ese día o ese tiempo. También compartió nota de Revista junto a Unicef en el día internacional contra el Bullying de 2024.
—¿En qué proyectos estás trabajando actualmente?
—Tengo dos libros más en camino, uno para adultos sobre la depresión, y otro para infanto, más expansivo aún, con un viaje al campo emocional que sea para ellos y para sus padres o tutores también, digamos que será un libro revelador en muchos aspectos.
—Para terminar, te invitamos a elegir la textura que represente a tu libro “Las emociones de Uma”.
—La textura sería cálida, pomposa, con colores desde pasteles a fuertes, con ganas de descubrirla y sentirla, y con distintos aromas que vayan cambiando según cada paso de la mano o de los pies sobre ella.
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