Textos para escuchar
Flaco – Carlos Donatucci
Fernando Bravo lee Flaco, un cuento de Carlos Donatucci
¿Qué viento borró tus manos dejando tantas guitarras huérfanas de caricias, de acordes sólo imaginados por tu mente incansable, por tus dedos sedientos de armonías imposibles?
Ana no dormirá nunca más, desvelada, esperando que tus pasos resuenen augurando tu llegada. Maribel caerá en un profundo sueño, ya que la vida carecerá de sentido para ella. Las manos de Fermín quedarán vacías para siempre, extendidas en una súplica infructuosa. Laura no irá a ninguna parte. Guardará su valija gris y la sed de su espera no podrá ser saciada por las aguas de todos los ríos del mundo.
Los ojos de papel de aquella muchacha serán cegados por un mar de llanto para nunca volver a ver, incapaces de retener tu imagen a través del velo del olvido. Las golondrinas de Plaza de Mayo no volarán por un tiempo, guardando un respetuoso luto.
¿Quién elevará ahora una plegaria para todos los niños dormidos en tantas calles frías, solitarias? por los niños condenados, por los niños que escriben en el cielo, niños que nacerán sin conocerte, sin entenderte. El viento se llevará todas las hojas consigo, dejando los árboles desnudos, desprovistos de todo verdor.
Tu espíritu se fue, tu alma de diamante ya no brilla más. Tu corazón, cual durazno sangrante, será ahora capaz de cantar con el lenguaje del cielo.
Textos para escuchar
Durazno sangrando – Luis Alberto Spinetta
Luis Alberto Spinetta canta Durazno sangrando, el tema de Invisible
Temprano el durazno,
Del árbol cayó
Su piel era rosa,
Dorado del sol
Y al verse en la suerte,
De todo frutal
A orillas de un río,
Su fe lo hizo llegarDicen que en este valle,
Los duraznos son de los duendesPasó cierto tiempo,
En el mismo lugar,
Hasta que un buen día,
Se puso a escuchar,
Una melodía muy triste del Sur
Que así le lloraba,
Desde su interiorQuien canta es tu carozo,
Pues tu cuerpo al fin,
Tiene un almaY si tu ser estalla,
Será un corazón,
El que sangreY la canción que escuchas,
Tu cuerpo abrirá,
Con el albaLa brisa de Enero,
A la orilla llegó,
La noche del tiempo,
Sus horas cumplió
Y al llegar el alba,
El carozo cantó,
Partiendo al durazno,
Que al río cayóY el durazno partido,
Ya sangrando está,
Bajo el agua
Textos para escuchar
Cantares – Antonio Machado
Joan Manuel Serrat canta los versos de Cantares, poema de Antonio Machado.
Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre el mar.Nunca persequí la gloria,
ni dejar en la memoria
de los hombres mi canción;
yo amo los mundos sutiles,
ingrávidos y gentiles,
como pompas de jabón.Me gusta verlos pintarse
de sol y grana, volar
bajo el cielo azul, temblar
súbitamente y quebrarse…Nunca perseguí la gloria.
Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.Caminante no hay camino
sino estelas en la mar…Hace algún tiempo en ese lugar
donde hoy los bosques se visten de espinos
se oyó la voz de un poeta gritar
“Caminante no hay camino,
se hace camino al andar…”Golpe a golpe, verso a verso…
Murió el poeta lejos del hogar.
Le cubre el polvo de un país vecino.
Al alejarse le vieron llorar.
“Caminante no hay camino,
se hace camino al andar…”Golpe a golpe, verso a verso…
Cuando el jilguero no puede cantar.
Cuando el poeta es un peregrino,
cuando de nada nos sirve rezar.
“Caminante no hay camino,
se hace camino al andar…”Golpe a golpe, verso a verso.
Textos para escuchar
La Herida – Eloisa Tarruella
Eloisa Tarruella lee su relato La herida
Encuentro mi ciudad en una taza de café,
cálida y espumosa.
Una lágrima resbala por mi mejilla y cae adentro de la taza,
se fusiona con la espuma.
Ahora la taza está dulce y salada.
No sé si tomar el café y sentir su sabor imborrable o huir.
Abandonar la taza y sumergirme en lo conocido.
Hacerme otro café sin mi lágrima. Puro.
Mitad café, mitad leche, así tal como lo conozco.
Si tomo el café agridulce, quizás me transforme en alguien nuevo.
La metamorfosis es evidente.
La siento en la piel.
Pero ¿beberla? ¿Se puede tragar la propia metamorfosis?
Pienso en el proceso: la lágrima cayó justo adentro de la taza.
La revolví como un acto mecánico y ahora tengo miedo.
La transparencia de la lágrima la hace indetectable.
No sé en qué rincón de la taza se escondió.
Está presente en el vapor, puedo palpitarla.
La decisión es inminente.
Contemplar o actuar.
Correr o quedarme.
La taza era mi ciudad y ahora solo veo su herida.
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