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Literatura

Un fallo que pone en jaque los derechos de autor de la obra de Borges

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La Justicia Civil intimó a María Kodama, viuda de Jorge Luis Borges y apoderada de su obra, a pagar 888.500 mil pesos de costas y honorarios en el juicio por plagio y fraude que perdió contra el escritor Pablo Katchadjian, autor de “El Aleph engordado”, so pena de ver embargados los derechos de autor en caso de que no lo hiciera en los próximos cinco días.

Katchadjian fue sobreseído definitivamente en 2017 por un juicio que Kodama inició en su contra en 2015, por presunto plagio y defraudación, luego de que en 2009 usara “El Aleph”, de Borges, para un procedimiento literario: sumándole 5600 palabras al cuento de 4000 palabras creó un nuevo libro que llamó “El Aleph engordado”.

“Lo importante acá es que si Kodama hubiera ganado este juicio se hubiera producido una gran autocensura por parte de los escritores, por miedo a ser procesados y condenados”, dijo a la agencia de noticias Télam el abogado defensor de Katchadjian, Ricardo Strafacce.

“Que Kodama pierda y que tenga que pagar cerca de un millón de pesos hace que los escritores sepan que no es gratis emprender una aventura judicial de esta naturaleza, que volverse una litigante serial tiene su costo”, aseguró el representante del escritor querellado en su momento.

Pablo Katchadjian

Por su parte, el abogado Fernando Soto, representante de Kodama, insistió con que ese procedimiento literario “violó la ley de propiedad intelectual” y con que “hubo plagio porque la obra de Borges fue modificada con 6500 palabras” y acusó a Strafacce de “buscar rédito mediático” con esta medida: “No entiendo por qué no me llamó para reclamar el honorario”, dijo a esta agencia.

Asimismo, anticipó: “Pediré ante la Justicia Penal que Katchadjian me pague los honorarios por las incidencias ganadas y consultaré a Kodama si desea iniciar acciones legales en el fuero civil solicitando a Katchadjian una indemnización por daños y perjuicios, por usar sin autorización la obra de Borges“.

La resolución del Juzgado Civil 1, fechada el pasado 29 de junio, intima a Kodama el pago de 688.500 pesos en concepto de honorarios por la defensa de Katchadjian en el juicio penal (510.000 en primera instancia y 178.500 en segunda), a lo que el titular del tribunal, el juez Gustavo Caramelo Díaz, adicionó 200.000 pesos para responder a eventuales intereses y costas de este mismo juicio.

Kodama cuenta ahora con cinco días para responder, de lo contrario, la misma resolución autoriza un “embargo ejecutivo sobre los derechos de autor de la obra de Jorge Luis Borges” que corresponden Kodama, con “el libramiento de oficios a las editoriales Random House S.A y Editorial Planeta S.A“.

María Kodama

A fin de de “simplificar el trámite” Caramelo Díaz requirió al Banco Central de la República Argentina que informe si la demandada (Kodama) “registra cuentas en el circuito bancario”.

Katchadjian fue sobreseído definitivamente en 2017. En 2015 Kodama lo acusó de haber plagiado el emblemático texto de Borges y de querer lucrar con esa iniciativa (200 ejemplares editados de manera independiente subrayando que se trataba de un experimento literario sobre el famoso cuento).

Luego continuó una danza judicial que incluyó una advertencia del PEN, comunidad internacional de escritores por la libertad de expresión y creación, ante “la judicialización desmedida del acto creativo” y numerosos repudios al procesamiento -actos, cartas, manifiestos- entre quienes participaron escritores de la talla de Ricardo Piglia y César Aira.

Todo esto tamizado con embargos contra los bienes del escritor y profesor universitario por 30 mil pesos, cuando eso significaba unos dos mil dólares, y por propuestas vinculadas a la humillación: “Le ofrecimos que reconozca que había intervenido ilegalmente la obra de Borges y que pagara como indemnización simbólica un peso, pero no aceptó”, dijo Soto a Télam en 2016.

Katchadjian explicó reiteradas veces, incluso en el volumen cuestionado por Kodama, que realizó un procedimiento experimental literario mediante el cual se agregaron a las 4.000 palabras del cuento de Borges otras 5.600, resultando un nuevo texto con personajes, escenas y ritmos alterados; en tanto remarcó que sólo se publicaron 200 ejemplares, sin la intención de réditos económicos.

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Textos para escuchar

La Botella – Gabriela Romero

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Gabriela Romero lee su cuento La Botella.


Créame que todavía hoy, ni estando en este lugar, puedo definir si lo que pasó aquella noche fue una maldición o si estaba predeterminado. Lo cierto es que mi cuñado Alfonso hizo una pregunta y el universo se las ingenió para responderle. Todo comenzó el 20 de noviembre de 1991 durante el festejo de los treinta y un años de mi hermana Sonia. Solo estábamos la familia. Los cinco hermanos: cuatro mujeres y un varón. Y nuestras respectivas parejas. Más nuestra madre, que quedó viuda joven. Más los tres hijos de Sonia, la que está allá; los dos de Mercedes, y la única nena que al momento tenía Silvana, la que recién se acercó; más los cuatro hijos de nuestro hermano José Arturo y los dos míos. Además de los padres de Alfonso, el marido de Sonia, estaban sus tres hermanos con las esposas y los seis hijos, resultantes de las tres parejas. En total éramos: 37. Muchísimos. Ya habíamos cenado y los chicos corrían por el jardín mientras los adultos conversábamos, algunos dentro del quincho y otros en la galería, o junto al bar que Sonia había armado a un costado de la pileta. Minutos antes de las doce de la noche Alfonso nos llamó para el brindis y nos dijo algo así:

— ¡Gente, vengan a brindar por mi esposa!

Él había ubicado las copas en la barra del bar y nos esperaba con una botella envuelta en una servilleta de tela blanca. Era evidente que alguna broma se traía entre manos porque intentaba ocultar la risa en su mueca ladeada. Lo amenazamos con tirarlo a la pileta si nos bañaba con el champán.

—No soy tan infantil —nos dijo Alfonso y agregó con una voz cavernosa —: ¿¡A ver a quién le toca!?

Entonces hizo presión y el corcho se elevó como un cohete, pero en vez de perderse entre las plantas del jardín o estrellarse lejos en el pasto cayó sobre tres de nosotras. En Sonia, en nuestra cuñada y en mí. Recuerdo nuestro griterío cuando nos golpeó el corcho y la pelea de los nenes por quién se quedaba con ese corcho maldito y también las risas de los otros a causa de nuestros gritos, y de la cara de Alfonso.

— ¿Qué pasó, cuñado? ¿Te salió el tiro por la culata? —le dijo mi hermano José Arturo riéndose.

Todos miramos a Alfonso. No se reía. Mantenía la botella en alto, inmóvil. Sonia caminó hasta él y le quitó la botella de las manos.

— ¡Las Viudas! —gritó—. ¡El champán se llama Las Viudas! —y antes de beber directamente del pico le dijo a su marido—: ¡A tu salud!

— ¡Alfonso, serás el primero en morir! —grité—.

Sí, eso le dije yo. Mi marido se indignó, para él no le es fácil vivir en una familia que tiene humor negro. A Alfonso le bajó la presión. Era de esos tipos que no se aguantan una broma, pero que viven cargando a los demás.

Murió a la semana. El 27 de noviembre de 1991.

Su muerte nos desgarró. Tan imprevista. Y él tan joven. Y tan joven mi hermana y tan chiquitos sus tres hijos. ¿Quién podría creer que se haría realidad lo que sucedió en el cumpleaños de Sonia? Cuando me avisaron creí que era una broma de mal gusto. Decile a Alfonso que se deje de joder, le dije al amigo que me llamó. Y le colgué. El teléfono sonó al instante. Se murió, Malena. Alfonso se murió. Entonces, se me vino a la mente mi sentencia. Serás el primero en morir. ¿Cómo miraría a sus padres?, me pregunté. Aunque después preferí culparlo, al final de cuentas el que había comenzado todo esto había sido él. En su velatorio recordamos lo ocurrido en el cumpleaños de Sonia. Ahora sigo yo, me dijo José Arturo al oído.

Él murió veinte años después, el 15 de julio de 2011.

Qué dolor. Pobre mi madre y mi cuñada y mis cuatro sobrinos. Y hoy estamos acá velando al marido de Mercedes. ¿Usted de dónde conocía a mi cuñado? Sabe, aquella noche mi hermana se encontraba a mi lado, pero a ella el corcho no la tocó. En eso el oráculo falló. Las Viudas. Me pregunto si tal vez aquello que decía mi esposo cuando era un niño, y que mis suegros contaban con tanta gracia, no fue una suerte de amuleto. ¿Un amuleto que lo protege de lo que está escrito o de lo que sucedió a partir de aquella noche? ¿Qué vas a ser cuando seas grande?, le preguntaban mis suegros divertidos con la respuesta que siempre les daba su hijo. Viudo, les respondía él.

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Literatura

“Un pez dorado”, nuevo libro de Laura Devetach que ya se encuentra para su descarga

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Vera Editorial Cartonera acaba de editar “Un pez dorado”, obra de la escritora Laura Devetach con ilustraciones de Istvansch, que ya se encuentra para su descarga gratuita.

La obra cuenta con palabras preliminares de Laura Roldán, quien destacó: “Haber editado este libro con Vera Cartonera y que haya sido ilustrado por Istvansch, quien dio vida con su arte a las imágenes y personajes del texto, es un sueño cumplido. Gracias por cobijar la semilla que germina cuando necesitamos ver brotar la esperanza”.

Asimismo, Roldán manifestó en el prólogo creer “en el poder de las cosas pequeñas, en el trabajo de las hormigas, en la dulzura de la verbena. Creo en las redes que contienen y sostienen y un proyecto pequeño, en estos momentos difíciles, es un camino de esperanza”.

Su voz se entrelaza con la de Devetach y su versión libre de una leyenda popular en la que se recrea la historia de la primera pesca de un dorado contada por la voz de un anciano “cuentero” del Litoral, quien va desgranando la versión que aquí se relata. Historia en la que se entretejen las voces de los indios abipones y los paisajes del río Paraná.

Esta edición cuenta con una Bitácora de las ilustraciones de “Un pez dorado” que realizó Istvansch para la primera edición de esta leyenda. En este relato escrito por el autor se atisba la configuración de parte de la historia de la producción literaria de libros destinados a las infancias de nuestro país.

Finalmente, los responsables de la obra desearon: “¡Qué disfruten de su lectura! ¡Qué el libro circule como el irupé en nuestros ríos!”.

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Historias Reflejadas

“El país de los sueños”

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El país de los sueños

Adentro de un bostezo viajaba un sueño largo, muy largo. Tan largo que llegaba al otro lado del mundo. Y más allá, a un lugar donde todo era posible.

Un paisaje de colores cayó entre las pestañas, como un viento cargado de novedades. A un costado, justo a los pies de la cama, o tal vez un poco más acá, había un árbol de páginas abiertas, como si de pronto le hubieran crecido cuadernos. Y a los cuadernos, renglones. Y a los renglones, palabras que colgaban de las ramas y contaban una historia.

De pronto, la historia se precipitó sobre el suelo y fue semilla. A la semilla le nacieron brazos, como hojas. ¡Y raíces!

Fue entre esas raíces donde apareció una lombriz. Iba y venía la lombriz, y enredaba la historia. Y entonces se volvió un ovillo de sueños.

Cuando el barquero despertó pudo ver en su almohada un hombrecito de colores. En sus manos, un pájaro verde llevaba en el pico a una extraña hormiga cantora.

Minutos después, cruzaron a través de la ventana y nadaron por el río de la mañana hacia el país de los sueños.

Andrea Viveca Sanz

Se reflejan en esta historia homenaje a Laura Devetach, los siguientes libros de la escritora: “El enigma del barquero”, “La hormiga que canta”, “La planta de Bartolo”, “Del otro lado del mundo” y “Lombriz que va, lombriz que viene”

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