Entrevistas
Carolina Del Pópolo: “Desde la palabra podemos dejar atrás un mundo dominado por la violencia y los prejuicios”
Por Andrea Viveca Sanz
Absorbida por las voces de sus abuelas, que flotaban en el aire de un fogón familiar, Carolina Del Pópolo fue capaz de atrapar las palabras y de congelar los recuerdos.
Una música lejana, cautiva en el interior de un viejo instrumento, la convocó. Con audacia, se entregó a desenredar los hilos de una historia que dio lugar a su primera novela, La verdad silenciada, y desde entonces se convirtió en mensajera de una melodía que estaba preparada para asomar, tímida, desde el extremo de un clarinete cargado de magia.
Las semillas de los relatos, escuchados junto al fuego, fueron el germen que dio vida a brotes de letras que crecieron y florecieron en su interior. Su libro es ahora el fruto maduro que ella cosecha y toma entre sus manos desde el árbol de la memoria, en el que las historias se entrelazan para caer en el momento oportuno.
En diálogo con ContArte Cultura, la escritora cordobesa deja escapar la música que la habita y comparte con nosotros la siembra de sus palabras.
—Para presentarte, ¿qué instantes congelarías en una foto y qué elementos, personas o colores te gustaría que formaran parte de ella?
—Presentarse congelando una foto es una idea que no se me hubiese ocurrido pero que es genial, porque para contestar esta pregunta es indispensable atrapar un instante mágico que no pertenece a las huellas del tiempo. Creo que congelaría en esa imagen el instante en que tomé contacto con un instrumento musical de viento. Se trataba de un clarinete antiquísimo que perteneció a Nunzio Del Pópolo, un tío bisabuelo músico clarinetista, que se enroló en la Banda del Ejército italiano y murió en combate, animando con sus acordes a los soldados que luchaban en el frente y en las trincheras, durante la Primera Guerra Mundial. Recuperé su fotografía, la única que conserva la familia, luego de años de búsqueda, y la incluí al final de la edición de La Verdad Silenciada. Su clarinete es de madera oscura con piezas en bronce.
Así es que guardaría en la memoria ese contraste, y en el alma la infinita alegría que sentí al comprobar que aquello que con tono de ficción había escrito en la novela, cuando relaté que ese instrumento musical había regresado desde el horror de la guerra a las manos de la familia, era cierto. Ese tesoro esta realmente entre nosotros. Cuando Leonardo Del Pópolo, hijo de un primo hermano de mi padre, leyó el libro, se movilizó para buscar el clarinete que está en manos de María del Carmen Del Pópolo, prima hermana de mi padre. Ella es pianista y tiene la sonrisa más luminosa que he visto. Cuando el 28 de septiembre presenté el libro en Mendoza, me lo llevaron. Fue una emoción indescriptible. Todos se conmovieron cuando Juliana, hija de Leonardo, leyó una poesía que escribió para Nunzio y con ese texto fluyó la música guardada en su clarinete, después de 100 años de su muerte. Imaginé por un instante que ese instrumento era como la lámpara del cuento de Aladino, dentro de él había un genio que había esperado un siglo para ser liberado. Nada se pierde, todo se transforma.
—¿Cuál fue la semilla que germinó la escritura en tu vida?
—Creo que siempre hay varias semillas que germinan en una vida. Tal vez en la mía una de ellas fue la que dejó en mí de Italia mi abuela materna, durante los veranos de mi infancia. Ella viajaba con nosotros desde nuestra Córdoba natal a Mendoza cuando comenzaban las vacaciones estivales y nos llevaba junto con mi abuela paterna –Nélida- a Potrerillos, una villa recostada al pie de los Andes. En las noches encendíamos troncos secos para hacer fogones y las abuelas contaban historias que permanecieron intactas en mi memoria. Allí supe de Nunzio y de su joven vida que trágicamente había sido entregada por la patria en la Primera Guerra. También conocí la historia del accidente de Juanho, que relato al inicio de La Verdad Silenciada.
— ¿De qué manera surgió la idea de contar la historia de “La verdad silenciada”?
—La Verdad Silenciada no surgió de una idea. Creo, con un alto grado de certeza, que surgió de un impulso intuitivo, de esos a los que no podés desterrar tan fácilmente porque regresan y te golpean la ventana. Di inicio a la escritura sin ningún asesoramiento, no fui a taller literario alguno, ni contraté a nadie para que corrigiera mi manuscrito. Comencé una noche a escribir en casa, casi sin rumbo, con la intención de plasmar esos relatos misteriosos que recorrían las memorias familiares. Y la historia fue fluyendo y siguió fluyendo hasta convertirse en una novela.
“Las semillas que germinan para dar buenos frutos son todas aquellas que desaparecieron y se hundieron en surcos regados con amor y respeto”
—¿Cómo fue el proceso de investigación que te permitió construir la novela?
—Fue arduo, pero sumamente interesante. Necesitaba insertar los relatos surrealistas familiares en un escenario real, engarzarlos en los eslabones de las cadenas de acontecimientos sociales, políticos, culturales y económicos más relevantes del siglo pasado. Ante ese desafío debí bucear en la historia e investigar sobre fascismo, nacionalsocialismo, la intervención del Vaticano en las altas finanzas, el backstage de la sofisticada logística montada por el General Perón en Europa para tender fuertes puentes que soportaran la huida masiva de nazis al país, las oscuras figuras que manipulan desde las sombras y que constituyen el real poder detrás del poder aparente y, como también hablo de la muerte y de su interpretación según las diferentes culturas, debí adentrarme en las tradiciones que rodean la celebración del día de muertos en México y en las tétricas Catacumbas Sicilianas. El proceso de investigación fue un viaje en el que ficción y realidad se entremezclaron para dar a luz una historia que escribí con pasión.
—¿En qué ambientes se desarrollan las escenas?
—La novela no fue escrita linealmente, sino que los tiempos se van y regresan como si alguien los recordara desordenadamente, fiel al fluir de la conciencia. Al inicio de cada capítulo ubico al lector en el espacio y en la época en que transcurre ese episodio. Recorrí Mendoza, Sicilia, el Vaticano, París, Berlín, Buenos Aires y México.
—¿Cuál es el tiempo histórico en el que se mueven tus personajes?
—La novela transcurre entre 1904 y 1997. Prácticamente todo el siglo pasado.
—Contanos cuáles son los protagonistas principales y cómo lograste dar vida a cada uno de ellos.
—Los protagonistas principales son Nunzio y Juanho, ya que ellos eran quienes dieron vida a las míticas historias familiares. Juanho es un niño conectado con una presencia sutil pero poderosa, que misteriosamente logra salir ileso de un accidente de tránsito. Guiado por una profunda intuición descubre que la fortuna familiar ha sido edificada sobre los cimientos de la traición y del fraude. También parece tener una conexión espiritual con Nunzio y percibe el abandono y la tristeza que han retenido su alma en un plano inferior al cual ya no pertenece. Él inicia un camino de reparación e intenta recorrerlo de la mano de su gran amor: Paula. Ella es música y descubre a través de una anciana mejicana -Lala- que existe un misterio inexorable que debe ser develado para que Nunzio pueda regresar a la luz y al descanso de su morada definitiva. Ambos emprenderán una aventura que los unirá para siempre. Otro personaje entrañable es Pola, la nana de Juanho, quien lo ama incondicionalmente y es habitada por una intuición que la orienta siempre que Juanho está en peligro para advertirle que debe ser prudente.
—¿Por qué elegiste ese título?
—Elegir un título fue lo mas difícil. Diría que lo elegimos juntas con la editorial, porque como la historia está atravesada por tantos temas y tan diversos, fue complicado titularla. Finalmente decidimos que La Verdad Silenciada era el más apto porque había muchos secretos que se iban develando en su desarrollo. Sin embargo, hoy, después de conocer que el recuperado clarinete de Nunzio está en manos de los músicos de la familia, creo que un título más significativo hubiese sido La Música Silenciada.
—¿Existe una nueva obra en desarrollo?
—Escribo una nueva historia que me tiene muy atrapada pero aún estoy en los inicios, ya que sólo escribo en algunos momentos libres. El ejercicio de la profesión insume varias horas de mi jornada, pero no he abandonado la pasión por la escritura y no creo que la abandone, pues no nos es posible abandonar aquello que amamos. La nueva historia también tiene varios escenarios y cruza la Segunda Guerra Mundial. La “pesqué” en el aire, fue como percibir una luz especial en ella.
—¿Un sueño en este camino de las palabras?
—El mayor sueño tiene que ver con una profunda convicción personal. Creo firmemente que estamos atravesando por una gran crisis que implica una transformación de las viejas estructuras, que se desmoronan para dar espacio a una nueva conciencia colectiva. Y es ese el camino que propongo como mujer que escribe: reconocer la crisis, aceptarla y atravesarla para que pueda emerger un nuevo estado de conciencia, una nueva cosmovisión que posibilite otra forma de relacionarnos con los demás, con la naturaleza y con una energía universal. Una gran referente, la antropóloga Ana María Llamazares, ha expresado con luminosa lucidez que la actual crisis es “como una espada que recorre desde el corazón de la galaxia hasta el corazón del alma humana”. Casi literalmente todo está trastocado, dice Llamazares, pero no nos deja sin esperanza, pues inmediatamente acota: “Pero no es el fin del mundo: es el fin de un mundo y el comienzo de otro. Lo que empieza a caerse es el paradigma materialista, mecanicista y racionalista derivado de las ciencias clásicas”. Concretamente ella se refiere al viejo paradigma sostenido por el machismo, el autoritarismo, el materialismo, el consumismo, la violencia y la adicción. Retomando la posible construcción de ese sueño, finalizo diciendo que desde la palabra podemos abrir paso a un gran desafío: dejar atrás un mundo dominado por la competencia, la violencia, el patriarcado y los prejuicios para abrir una dimensión habitada por una nueva conciencia colectiva que por fin nos lleve a relacionarnos amorosamente y pacíficamente entre nosotros, con la naturaleza y con el universo, de acuerdo a un orden cósmico que es perfecto y eterno. No puedo dejar de mencionar que ese propósito sólo puede cumplirse si ayudamos a difundir esta conciencia y esa posibilidad hoy es concreta gracias a ContArte Cultura, que me dio la oportunidad de expresar este anhelo.
Conocé más de Carolina Dewl Pópolo aquí.
Entrevistas
“Vientos de libertad”, la gesta sanmartiniana en la nueva obra de Luis Carranza Torres
Por Andrea Viveca Sanz /
Edición: Walter Omar Buffarini
Cruzar las fronteras del tiempo y del espacio, animarse, como si existiera una continuidad, un rumor de páginas que necesitaran volver a leerse.
Con una trama que pone la mirada en los detalles, en los paisajes interiores de los protagonistas, en el pasado, pero también en el presente y en el futuro, Luis Carranza Torres avanza, cruza sus propias montañas y da vida a una historia que se ramifica, un entramado donde las pasiones y el amor son protagonistas.
“Vientos de libertad” es la nueva novela del escritor cordobés, quien con sus letras lleva al lector a épocas de la gesta sanmartiniana, para adentrarse en algo más de lo que cuenta la historia.
— ¿Qué te llevó a elegir este renglón de la historia para invitar a tus personajes de ficción a vivir los hechos reales?
— Me gustan los momentos bisagra de la historia, y este período en que transcurre la novela lo fue para nosotros. Nunca es en vano recordar que la Independencia argentina se sancionó, a diferencia de muchas otras, en el peor momento posible. Sin recursos, derrotados nuestros ejércitos en el Alto Perú, amenazados por los cuatro costados por los españoles, los portugueses y los indios. Nacimos, por tanto, en la esperanza, pero también por el coraje de no rendirse ante la adversidad. Eso es lo que busqué reflejar en la novela. Y es algo que sirve más allá del orgullo por nuestro pasado, en la vida diaria de cualquier persona. Se trata de la prehistoria, por así decirlo, de la Argentina que hoy conocemos. Cuando todavía ni nos llamábamos de esa forma. A la par de la evolución de los personajes, existe también la de una sociedad que busca ser de otra forma, liberándose de muchas cosas. A partir de esa declaración de independencia, se produce un gran sinceramiento colectivo de lo que queríamos ser, y de lo que podíamos lograr solo con dos cosas: un liderazgo apropiado y la capacidad de esfuerzo que nos caracteriza individualmente, pero articulada en conjunto. La gesta del cruce de los Andes muestra a lo que podemos llegar cuando hacemos bien las cosas.
— ¿De qué manera trabajaste para poner en palabras los escenarios naturales que recreás en los distintos capítulos?
— Me esfuerzo por poner atención a los detalles, esos que le confieren autenticidad a la trama. Cuando se estructura la trama, uno también va buscando el escenario para plantear determinada escena. Aquí, en “Vientos de Libertad”, no las determinan tanto los actos exteriores sino la interioridad de los personajes, que el paisaje esté a tono con lo que le pasa por dentro a quién protagoniza la escena. Fue eso lo que busqué plasmar. Te diría que aun con la presencia de una referencia geográfica de tanto peso como los Andes, la cuestión pasa más por los lugares culturales o sociológicos de ese tiempo: los espacios de sociabilización como la Alameda o la Plaza Mayor, las conversaciones en el río de las lavanderas, las sala de recibir de las casas, el cuartel militar como preparación para el cruce. Es algo que no busqué, se dio naturalmente. La cordillera está, pero a la vez no está y hay otras todavía más inmensas que sortear. A veces los libros te llevan a eso. A pesar de que he estado en los Andes de norte a sur, desde la puna al estrecho y hecho andinismo en la zona del Tupungato cuando era jóven. O quizás por eso, la presencia no es tanto física como simbólica. Los lectores decidirán (risas).

— Además hay otros escenarios que muestran la vida doméstica de José de San Martín junto a Remedios de Escalada. ¿Por qué te interesó hacer foco en esas vivencias cotidianas?
— La relación entre José de San Martín y Remedios de Escalada ha sido muy bastardeada, por usar una palabra de la época. Con ella, sobre todo, siempre invisibilizada y desmerecida injustamente. Fue Remedios una mujer excepcional, tan valerosa, rebelde y libre como la sociedad de su época podía permitir, e incluso algo más. Asimismo, mostró un compromiso personal y propio con la causa emancipadora, aun desde antes de conocer al Libertador, con la misma firmeza de carácter que luego tuvo en el manejo de los asuntos patrimoniales de la pareja, ya que fue ella quien administró todo mientras San Martín hacía sus campañas, teniendo incluso la plena patria potestad de la hija de ambos. Por extraño y hasta paradójico que parezca, bien podemos decir que la Remedios histórica es muy diferente de aquella que la historiografía nos ha pintado. Por su parte, José de San Martín es bastante más de lo que usualmente tenemos en consideración. Era un hombre ilustrado, curioso de casi todo lo que se movía a su alrededor, que leía mucho, en inglés y francés además del castellano. Tocaba la guitarra, cantaba bastante bien, pintaba cuadros de paisajes, sobre todo de la cordillera, era un apasionado del ajedrez y gustaba de las nieves de limón -antecedente de nuestro actual helado de ese gusto-. Creo que la frase que el Libertador pone en la tumba de Remedios ilustra bastante respecto de la relación que tuvieron: “Esposa y amiga del general San Martín”. Recordemos que él valoraba la amistad en un grado superlativo dentro de su escala de valores. Tanto uno como otro fueron personas adelantadas a su tiempo. Y que se atraían por compartir esos valores, sintiendo admiración mutua. Es lo que quise reflejar en la historia en cuanto a ellos. La relación de igual a igual que, a juzgar por toda la documentación fidedigna, tuvieron en un gesto inaudito para la época. Parecen más un matrimonio de nuestros días que de aquellos de 1816.
— ¿Cómo se manifestaron en vos Sebastiana y Justo, los protagonistas de “Vientos de libertad”?
— Ambos son seres literarios por demás interesantes. Complejos, intrincados por dentro y por fuera, y hasta queribles aun en sus defectos. Él ya no puede ser en lo físico lo que sigue siendo en mente y alma: un soldado. Ella, un ser tan castigado por la vida, que termina por volverse una resentida con casi todos. Y el amor como prenda de unión, que da segundas oportunidades para ser feliz, pero también implica renuncias costosas. Si Justo tiene un brazo inútil, Nazarena lleva esas mutilaciones por dentro. Cada cual lidia con ellas como mejor puede, en tanto no deja de advertir que al otro le pasa igual. Para peor, ambos son terriblemente pasionales. En lo bueno y en lo malo. Particularmente, en el orgullo propio. Ninguno cede nada, a pesar de la atracción, del deseo o los fuertes sentimientos que se prodigan. Cada cual quiere lo mejor para el otro, pero a su modo. Y cuando se desilusionan, es en grande. Con todos estos ingredientes, creo que la historia de Nazarena y Justo termina siendo una de las más pasionales que he escrito. Pero también, de las más sufridas e implacables.
— ¿Hay algún personaje secundario que te gustaría destacar?
— La familia Buteler. La historia es verídica en sus líneas generales. Un irlandés que viene con el ejército inglés y se aquerencia al punto de no querer volver a su tierra y plantar raíces aquí. Algunos de los descendientes del Buteler histórico eran vecinos de mi familia en el campo, y de chico escuché alguna de las cosas que aparecen en la novela y me sirvió para darle forma a esa peculiar familia literaria. En cierto modo, es un homenaje a aquellas historias y a las personas que me las contaron. Así como a unos vecinos muy cercanos que tengo como parte de mi historia personal y considero, incluso hoy, como parte de mi familia ampliada. Además, “Vientos de Libertad” se trata de una de las novelas con más personajes secundarios que he escrito. Por lo mismo, se puede leer en varias líneas narrativas. Todas cruzadas por distintos tipos de amor: el de Goya y Tadeo, los esclavos de Nazarena, el apegado a las normas de Isabel y Eulogio, el pasional de Nazarena con Justo, el amor a la distancia entre Mariana y Tulio o el cómplice entre Remedios y José. A la par de eso, hay historias personales muy ricas en matices, como la de Goya, el mismo Tadeo, Mariana en Santiago de Chile o Isabel en Mendoza. Cada una por sus propias y muy particulares razones.

— Vemos que uno de los personajes, Eulogio, lleva un apellido conocido de otras obras tuyas: López de Madariaga. Y que Isabel es una devota lectora de Jane Austen, sin mencionar a la autora. ¿Qué podés contarnos sobre eso? ¿Hay otro texto, quizás implícito, detrás del texto impreso de la novela?
— Son guiños de complicidad para los lectores que me siguen desde siempre. Eulogio es mencionado, ya anciano, en “Palabras Silenciadas”. Es, en sus años mozos como se diría en la época de la novela, el antepasado de la familia que desarrollé en la saga de la Segunda Guerra Mundial que inició con “Mujeres de Invierno”. Antes de llevar a cabo todo por lo que su familia lo recuerda. En el caso de Isabel, sus lecturas son una suerte de homenaje a lo que he visto o me han contado que leen muchas de mis lectoras. Y para recordar que clásicos de Jane como “Orgullo y Prejuicio”, por los tabúes de la época en la sociedad inglesa, se publicaron de forma anónima, sin más datos que su escritora era una mujer. Cosas como estas encajan de maravilla para pintar con un detalle a la sociedad de entonces.
— Mientras todos ellos se preparaban para cruzar una frontera geográfica, vos ibas cruzando las barreras del tiempo para revivir aquellas escenas. ¿Qué fue lo que más te impactó de ese cruce temporal?
— La magnitud de lo que se hizo con muy pocos medios, pero usados muy inteligentemente. La libertad siempre tiene un precio e impone sacrificios. Ellos no dudaron en pagarlo, y por eso es que somos argentinos hoy en día. Tenemos una deuda con esos compatriotas que ya no están, es lo que quise reflejar en la trama de la historia. Otra de las cuestiones que me llamó la atención, y quise rescatar para dar cuerpo a la historia de la novela, es la tremenda preparación logística que implicó. No solo fue un cruce. Debieron llevar consigo todo lo que necesitaban para sobrevivir, desde la leña hasta el agua. Y combatir para apoderarse de las fortificaciones realistas que guardaban los pasos. Pero el éxito de todo dependía de mantener al adversario sin saber por dónde cruzarían. Que se revelara ese detalle hubiera ocasionado el desastre de toda la expedición, y esa es la idea movilizadora que estructura la historia.
— Has dedicado esta novela “a ese soldado argentino, sólo conocido por Dios” ¿Qué razones te movieron a poner esas palabras?
— Es una frase conocida en el mundo castrense. Refiere a aquellos que han caído en combate y no han podido ser identificados sus restos. Solo Dios sabe quién es y cómo sacrificó su vida. A veces ni tumba tienen. Hubo muchos en las guerras de la independencia, por no decir que fueron la mayoría de los caídos en esa época. Son los seres más anónimos de las batallas y guerras. Desde chico, cuando veía la llama votiva por el soldado desconocido de la Independencia a la entrada de la catedral de Buenos Aires, era algo, y lo sigue siendo hoy, que me sobrecoge. Cuando terminé de escribir la novela, supe que era a ellos que debía dedicarlo, para reconocerlos, tal como se hace en cualquier país que cuida sus valores cívicos.
— El viento siempre mueve cosas, ¿qué movilizaron en Luis Carranza Torres los vientos de la escritura de esta novela?
— La gratitud a aquellos que se sacrificaron para tener la libertad que, muchas veces hoy, usamos mal o, peor aún, nos resulta indiferente. Poder decidir nuestro destino es una gran cosa. No solo en lo individual, sino también como sociedad. Quise rescatar eso, pero también lo que entiendo como una paradoja curiosa y hasta cruel respecto del deber: hacer lo que entendemos correcto, implica muchas veces sacrificios muy personales. Y en el caso de los personajes de la novela, como el mismo José de San Martín lo habla con Eulogio, cumplir con el deber es alejarse de los que uno quiere y poner en riesgo de mil formas la propia existencia. Somos lo que somos colectivamente, entre otras cosas, por esos esfuerzos que se cuentan en la novela. No debemos nunca olvidarlo. Eso busqué transmitir, más allá de contar una historia vibrante en lo épico e intrincada y de suspenso también en cuanto a lo amoroso.
Entrevistas
En primera persona: Nair Libonatti, escritora
La artista uruguaya habla de ella misma, de cómo llegó a la escritura y de su obra
Sobre sí misma y su arte
Soy Nair Libonatti, mujer uruguaya de 69 años. Toda mi vida supe que podía escribir, sin embargo, al plasmar mis ideas en una hoja, el resultado no me era grato y terminaba rompiendo.
En el año 2019 una amiga me invitó a “algo” literario y fui. Resultó ser un taller y fue ahí donde comencé a escribir.
Pocos meses después llegó la pandemia, entonces, buscando recursos para mi nuevo despertar, entré en un grupo argentino de Facebook. En él compartíamos textos y comentábamos.
Un buen día me invitaron a participar en el Mundial de Escritura, al principio me parecía inalcanzable hasta que me animé y la experiencia resultó maravillosa.
Sobre su obra
He escrito algunos libros: “Historias del Caldero”, en conjunto con dos amigas, “Constelaciones”, libro que va por su segunda edición y “El Pata de Bolsa y otros relatos”. Estos dos últimos están presentes en la 49a Feria del Libro de Buenos Aires, en el stand de Uruguay.



Sobre “Constelaciones” puedo decir que es un libro fuerte, con historias bastante movilizadoras, es un intento de visibilizar algunas circunstancias. “El Pata de Bolsa” es en tono más humorístico, un poco más distendido y coloquial.
Son libros de cuentos cortos, escritos individualmente y luego seleccionados para cada uno de los libros.
Su actualidad

Actualmente integro el taller “Ratones de biblioteca”, que funciona en la Casa de la Cultura de Minas, Uruguay, y algunas compañeras me acompañaron a la Feria del Libro de Buenos Aires.
Nair Libonatti junto a Andrea Viveca Sanz, de Contarte Cultura, en la 49º Feria Internacional del Libro de Buenos Aires
Entrevistas
Aguirre–Rodríguez: “El tango siempre estuvo como lengua principal en nosotros”
Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //
Es un viaje dentro de otros, un movimiento sutil, la música desperezándose en gotas de rocío, notas evaporadas sobre las aves del campo, es el vuelo hacia el espacio urbano, un recorrido temporal. Es antes y después. Es ahora y siempre, una melodía que llega desde lejos, de otras patrias, del mismo viento que corre y desparrama en el lugar justo y en el instante oportuno.
“Del Buen Ayre”, el próximo espectáculo y disco del dúo platense Aguirre–Rodríguez es un viaje por el tiempo y por distintos espacios, una relectura en modo actual de la música rural bonaerense.
Contarte Cultura charló con sus integrantes, Cynthia Aguirre y Alejandro Rodríguez para que nos cuenten acerca de ese caminar que la canción propone.

—Porque los espacios y las cosas que forman parte de ellos suelen hablar de quienes los habitan, nos gustaría comenzar esta charla deteniéndonos en su lugar de trabajo, en el espacio creativo de su música y en los objetos que los rodean en este momento. Si pudieran elegir un rincón o un objeto, el que mejor los represente como dúo y nos cuente algo de ustedes, ¿Cuál sería?
—El lugar, nuestra casa, y el rincón nuestra sala, en la que se va gestando todo el resultado final de lo que hacemos como músicos. Creo que estos espacios hablan de nosotros y de nuestra manera de entender la realidad y el arte.
—Y desde ese espacio viajamos en el tiempo, ¿cómo y cuándo se encuentran Cynthia Aguirre y Alejandro Rodríguez en el camino de la música para dar comienzo al dúo Aguirre–Rodríguez?
—Nos encontramos en la escuela de arte de la ciudad de Berisso, hace muchísimos años, en situación de alumna y profesor, pero rápidamente comenzamos a compartir producciones por fuera de la escuela. Con los años volvimos a encontrarnos, ya específicamente en el terreno del tango con la orquesta Los inmigrantes en el año 2005. Cuando el tiempo de la orquesta se terminó, continuamos en dúo.


—¿Cómo fueron esos comienzos?
—Fue un muy hermoso comienzo, pero rápidamente el dúo se fundió dentro de un cuarteto que con el tiempo se convirtió en sexteto de tango. Me refiero a Tangor. Con esa agrupación trabajamos durante más de 10 años. Por otro lado, Cynthia participaba como invitada permanente en el grupo La Sonora, proyecto que venía caminando desde el año 1989.
—Como decías, con el correr de los años el tango se instaló entre ustedes, ¿qué cosas los llevaron a explorar en este género que nos representa?
—El tango siempre estuvo como lengua principal en nosotros. Como una especie de lengua madre. Rastrear el porqué de esto es complicado, creo que tiene que ver con nuestras historias personales y la idiosincrasia de nuestras familias de origen. Lo que es claro es que ha sido fundacional en nuestro vínculo con la música. Nuestra mirada como habitantes de este tiempo siempre nos llevó a buscar puentes entre el tango, otras músicas y otros conceptos artísticos.
—¿De qué manera llega el primer disco “Mundo Tango”, grabado en 2011?
—Ganamos un premio a la Producción Fonográfica del FNA (Fondo Nacional de las Artes) y generamos nuestro primer CD. En ese entonces, si bien el CD se llamó Mundo Tango, abarcamos otros lenguajes musicales, algunas cosas del folclore y canciones provenientes de la cantera del rock.

—Por estos días están en proceso de grabación de su segundo disco “Del Buen Ayre”, ¿qué recorridos espacio-temporales tuvieron que hacer para dar vida a los temas que forman parte de esta obra?
En Mundo Tango nos referimos a una idea acerca del tango, como un estado del ser que no solo aparece en esta región del mundo (por algo el tango impacta como impacta en todo el globo). Aquí nos referimos más a la génesis de este género y la música de la provincia de Buenos Aires. Este nuevo trabajo propone un recorrido desde la música campera de principio de siglo XX (El Gardel Gaucho, pasando por compositores icónicos de ese lenguaje como Omar Moreno Palacios) para adentrarse en el tango clásico de la época de oro y llegar hasta composiciones actuales que revitalizan el género. También este trabajo, a diferencia del otro, está estructurado por un material que fue ampliamente mostrado y fogueado. Es música que hemos tocado mucho en vivo y está planteado desde esa impronta. Los arreglos, si es que los hay, fueron construyéndose a lo largo del tiempo y de las distintas actuaciones. Los músicos invitados jugaron en ese mismo tono también. Se les envió un cifrado y una grabación como referencia, pero el armado de los distintos temas se resolvió en el estudio, mientras Manzana Ibarrart (gran amigo y comandante del Estudio Sonosfera) montaba los mics y seteaba todo. Luego se eligieron las mejores tres tomas de cada tema. El resultado tiene un aroma a “trazos sueltos” que nos encanta en lo particular.
—Sin dudas se trata de un viaje a través de la música, ¿cuál es el aroma que elegirían para simbolizar a este álbum?
—El múltiple aroma de los viajes…si bien es un CD local en cuanto al repertorio, es bastante global en tanto a que lo que suena proviene de muchísimas fuentes y no solo de la tanguera. Lo hemos tocado tanto en tantos países diferentes, que para nosotros tendría ese olor a viaje, a aeropuerto, a trenes.
—El 3 de agosto estarán presentando este disco en La Salamanca, un reconocido espacio cultural platense, ¿qué podrán disfrutar esa noche quienes se acerquen a compartir su música?
—Haremos algunos de los temas de nuestro espectáculo Del Buen Ayre, como antesala al espectáculo Filogenia de Victoria Moran y el Dúo Puentes Reyes.

—Mencionás que ese día estarán acompañados por la cantante Victoria Morán, entonces la pregunta va para ella. Victoria, ¿Cómo nace “Filogenia”, ese recopilatorio de obras de música popular argentina? Contanos quiénes serán parte de ese recorrido el 3 de agosto y qué sentís al compartir noche con el Dúo Aguirre-Rodríguez.
9- Filogenia surge de la necesidad de contar nuestro ADN musical a través de las canciones que nos definen. Es una suerte de viaje musical hacia la fuente, hacia la memoria imperecedera que une un recuerdo con otro. Este espectáculo viene a despertarnos la fibra sensible con canciones que nos nombran, enlazando a Homero Manzi con Víctor Heredia, al Cuchi con Fito, a los que fuimos con los que somos. El compartir con compañeros y compañeras músicos y músicas siempre es una alegría, y en este caso será además una sorpresa para el dúo Puentes-Reyes y yo, porque jamás nos hemos cruzado en un escenario y esperamos anhelantes ese ida y vuelta mágico que siempre augura la música compartida.
—Para terminar, ¿cuál es el próximo destino de la música que los mueve?
—Tenemos por delante algunas fechas en nuestra ciudad, como el próximo 29 de agosto, día en el que estaremos compartiendo escenario junto al cantor Carlos Cabrera en el Café Metro. Octubre nos encuentra realizando nuestra segunda gira europea, con conciertos en países como Italia, Francia, España y Portugal. A nuestro regreso estaremos presentando oficialmente nuestro álbum Del Buen Ayre, con la participación de los músicos que fueron parte de la grabación.
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