Literatura
Convertirán en un centro cultural la cárcel donde Oscar Wilde estuvo preso por su homosexualidad
La cárcel donde el dramaturgo Oscar Wilde fue encerrado por su homosexualidad, considerada una “aberración” para la sociedad victoriana de fines del siglo XIX, acaba de ser vendida por el Estado británico a una organización benéfica que la transformará en un centro educativo con un museo y un espacio para actividades culturales, una propuesta que había sido alentada por artistas como Stephen Fry, Kate Winslet y Judi Dench.
El sombrío espacio llegó a captar la atención del artista callejero Banksy, que en 2021 pintó sobre uno de los muros la imagen de un prisionero escapando con una cuerda hecha de sábanas atadas a una máquina de escribir. Más tarde, se ofreció a apoyar la campaña para crear un centro artístico en el sitio vendiendo la plantilla que había usado para diseñar una parte del mural.
El penal de Reading fue construido en 1844 y de no ser por su recluso ilustre, Oscar Wilde, hubiera permanecido en el anonimato para siempre. En 1895, el autor de “El retrato de Dorian Grey” fue condenado a dos años de trabajos forzados por su homosexualidad, considerada una “indecencia grave” para la ley británica de entonces.
Hasta entonces, Wilde era uno de los escritores y críticos más reputados del Reino Unidos, un prestigio que se sostenía en su solidez intelectual y en su imagen pública de hombre casado y con dos hijos. La estampa familiar, sin embargo, era una fachada que encubría su preferencia por las relaciones afectivas con hombres. La conservadora sociedad de entonces consentía estas prácticas bajo el pacto tácito de que transcurrieran en sigilo.
¿Cómo fue entonces que el creador de “La importancia de llamarse Ernesto” terminó condenado y encarcelado por el “delito” de manifestar una sexualidad no canónica? El escándalo se desató con una denuncia del marqués de Queensberry, padre de su amante, Alfred Douglas, quien lo acusó públicamente de “sodomía”.
Wilde decidió contraatacar y denunció a Queensberry por difamación, aunque las revelaciones que se realizaron en el juicio dejaron a descubierto su homosexualidad y se volvieron en su contra.
“El amor que no se atreve a decir su nombre, y a cuenta del cual estoy aquí hoy, es precioso, está bien, es una de las formas más nobles de afecto que existen”, alegó el dramaturgo en un alegado que se hizo célebre y después del cual fue condenado a dos años de trabajos forzados en el penal de Reading.
La permanencia en esta cárcel, a 65 kilómetros de Londres, fue un período muy duro que afectó de tal manera a la salud del dramaturgo que luego se lo trasladó a prisiones con mejores condiciones.
Cuando salió de prisión, Wilde se exilió en Francia y se reencontró con Alfred en Nápoles en 1897, pero sólo estuvieron juntos tres meses. Su esposa le prohibió visitar a sus dos hijos, a los que no volvió a ver. Muchos amigos lo abandonaron, hartos de sus constantes peticiones de dinero y avergonzados por cómo se mostraba en las calles de París con decenas de jóvenes amantes. El daño, sin embargo, iba más allá de lo psicológico. Una infección en el oído que se había lesionado en prisión y que le habían tratado con negligencia probablemente derivó en la meningitis que acabó con su vida en el exilio, el 30 de noviembre de 1900.
La cárcel de Reading cerró formalmente en enero de 2014 y ha estado vacía desde entonces. Sin embargo, en 2016 sus celdas acogieron una muestra titulada “Inside: Artists and Writers in Reading Prison”, integrada por obras de una treintena de artistas y escritores como Patti Smith, Colm Tóibín y Ai Weiwei que ofrecieron tanto un homenaje a Wilde como una reflexión sobre la experiencia de la reclusión y el aislamiento.
En los últimos años, celebridades como Stephen Fry, Kate Winslet y Judi Dench llevaron adelante una campaña para convertir el edificio en un centro comunitario y artístico, una iniciativa que está a punto de cristalizarse con la venta del predio a Ziran, una organización benéfica educativa con vínculos con China.
La noticia de la venta del espacio fue confirmada por el Ministerio de Justicia, quien confirmó que se vendió a una fundación educativa sin fines de lucro por 7 millones de libras.
Al respecto Merlin Holland, nieto y biógrafo de Oscar Wilde, dijo que su abuelo estaría “absolutamente encantado de que su estancia en la cárcel tuviera alguna influencia en la decisión del Ministerio de Justicia”.
“Creo que convertirla (la cárcel de Reading) en un centro educativo y un museo es absolutamente maravilloso y creo que él lo aprobaría”, dijo.
Literatura
Está en marcha la 18ª Feria del Libro Antiguo de Buenos Aires
La 18ª Feria del Libro Antiguo de Buenos Aires se realiza desde este miércoles y hasta el domingo 2 de noviembre, de 14 a 20, en la Plaza Seca del Centro Cultural Palacio Libertad (Sarmiento 151, CABA), con entrada libre y gratuita. Organizada por la Asociación de Libreros Anticuarios de Argentina (ALADA), la cita celebra además los 25 años de la refundación de la entidad y se consolida como uno de los principales encuentros del sector en la región.
Este año, la Feria tendrá como eje temático a la mujer escritora argentina, con actividades que buscan poner en valor su aporte a la literatura nacional. Habrá dos mesas redondas, una exposición fotográfica dedicada a autoras del país y un Espacio Taller donde encuadernadores, impresores e ilustradores compartirán sus oficios con el público.
En sus 28 stands, los visitantes podrán encontrar ejemplares que abarcan desde el siglo XV hasta las vanguardias del siglo XX: libros antiguos, ediciones raras o ilustradas, encuadernaciones artísticas, grabados, mapas, fotografías y afiches históricos. Participan instituciones y editoriales como el Archivo General de la Nación, la Biblioteca de la Academia Argentina de Letras, el CeDInCI, Ediciones Ampersand, Ediciones Dos Amigos y la Biblioteca Argentina para Ciegos.
“El espíritu de esta Feria es mantener vivo el amor por el libro y el patrimonio impreso”, expresó Roberto Vega, presidente de ALADA. “Nos emociona ver cómo cada año este espacio renueva la pasión por conservar y disfrutar las obras que narran nuestra historia cultural”.
Además de la muestra “Mujeres Escritoras Argentinas”, las actividades centrales se desarrollarán en el Salón de Honor del Palacio Libertad:
Programa
- Viernes 31 de octubre – 17:30 Mesa redonda “Cultura, Patrimonio y Coleccionismo” Participan: Emilio Perina, Juan Javier Negri, Juan Solá y Pablo Gasipi. Moderador: Roberto Vega.
- Sábado 1° de noviembre – 17:30 Mesa redonda “Mujeres escritoras en Argentina” Participan: Florencia Abatte, María Gabriela Mizraje, Adriana Rodríguez de Pereda y Matilde Sánchez. Moderadora: Gisela Paggi.
Con entrada gratuita, la Feria invita a recorrer el universo del libro antiguo y celebrar la palabra escrita, esta vez bajo la mirada y la voz de las escritoras argentinas que marcaron la historia literaria del país.
Textos para escuchar
Lluvia de otoño – Olga Drennen
La escritora Olga Drennen lee un fragmento de Lluvia de otoño, capítulo X de su novela de época La noche olía a jazmines, los amantes a traición
Temblaba de indignación, ¿qué se habría creído? Para colmo, casado, ¡casado y con hijos! ¿Cómo se le podía ocurrir querer salir con ella? Deliraba. Como desprendida de una foto, la imagen del hombre la miraba con una súplica en la cara. Se dio cuento de que había llegado el momento de poner los puntos sobre las íes. Iba a decirle de todo. ¡Caradura! Pero cuando estaba por empezar la frase, él hizo un gesto que le provocó un aleteo en el estómago. Entonces, sin decir palabra, se dio vuelta y volvió para su casa.
Pensó que con eso era bastante, que ya no iba a verlo más. Pero no fue así, al día siguiente, apareció una vez más en la esquina. Cuando pasó cerca de él, le lanzó una mirada que parecía un cuchillo. Como para que no se acercara. Cruzó la calle para evitar saludarlo y siguió su camino.
Esa situación se mantuvo en ese estado durante varios días. Pero una tarde no pudo ir a llevar su trabajo. Su máquina de coser se rompió. Un tornillo de mala muerte la tuvo a maltraer.
-Bueno –dijo con voz resignada –si no anda, no anda. Dejo la entrega para mañana, ¿qué le voy a hacer? Mejor, plancho las blusas que ya están terminadas.
Una vez planchadas, las acomodó según el color de la seda. Una pila blanca, una pila rosada, una pila gris. Unos golpes en la puerta de su habitación la interrumpieron. Supuso que era la vieja y corrió a abrir.
El marco de la puerta perfiló la figura del hombre a contraluz.
—Me preocupó no verla como todos los días y vine a preguntarle si necesita algo.
—Pero…, ¡hay que tener coraje! No creo haberle dado lugar como para que se tome este atrevimiento.
—Por favor, Aurelia, no quiero que se ofenda. Ya veo que está bien, entonces, me voy.
Y el mismo marco que había delineado su figura, ahora, dibujaba su ausencia.
En las terrazas, la ropa que colgaba de las cuerdas bailaba, se contorneaba o intentaba escapar. El Riachuelo rugía y amenazaba con desbordarse enfurecido por el temporal. Como todas las tardes, Aurelia salió para entregar su trabajo, que guardó en un pequeño bolso de tela impermeable para protegerla de la lluvia.
—Niña, niña, ¿adónde vas con este aguacero?
—A entregar las blusas, doña Carmen. Vuelvo pronto, no se preocupe.
Sin embargo, no cumplió su palabra porque al salir de la Maison Lombard, se encontró con dos compañeras de trabajo.
—Vengan a tomar mate a mi casa –dijo una de ellas –mi abuela prometió preparar torrejas.
Conversaron un par de horas. Modas, dinero, amores. La dueña de casa y su compañera estaban comprometidas para casarse desde hacía un tiempo.
—Y vos, Aurelia, ¿no estás enamorada? –preguntó una de ellas.
—Ssí –contestó ella con voz insegura.
Las otras dos la miraron curiosas y un centenar de preguntas llovieron sobre ella. Que si ya había entrado a pedirla, que cuándo pensaba presentarlo, que si tenían planes de casamiento.
—Esperen, esperen –dijo ella –que esté enamorada no quiere decir ni siquiera que él lo sepa.
Le respondió la carcajada de sus compañeras y otra andanada de preguntas la aturdió.
Ella les contó la historia del encuentro y de cómo tropezaba con él cada vez que se asomaba a la calle.
—Le está arrastrando el ala –dijo la abuela que había entrado en el comedor sin ser vista –si el candidato tiene buena posición, ni se te ocurra dejarlo pasar, m´hija, porque después vas a arrepentirte…
Las dos amigas comenzaron a discutir entre ellas acerca de los matrimonios por amor o por conveniencia.
Aurelia aprovechó la oportunidad para despedirse. No quería responder más preguntas. No quería contar la verdad. El escándalo que se hubiera armado. Le dolía pensar en que le dirían que estaba loca, que lo echara, si se hubiera atrevido a decirles que el “candidato que le arrastraba el ala” estaba casado y tenía hijos. En ese momento, le temblaron las rodillas. La boca se le secó. Fue cuando comprendió con amargura que se enfermaba de solo imaginar la esquina de su casa sin la sombra del hombre.
Anochecía y además, sentía frío. Caminó con apuro debajo de la lluvia. Al acercarse, miró el jacarandá. Bajo la lluvia, parado en medio de una alfombra de flores azules, la esperaba él. Empapado, el pelo caía en desorden sobre la frente, las mangas del saco chorreaban agua. La miraba.
Aurelia suspiró. La suerte está echada pensó. Después le tendió el paraguas.
—Venga –le dijo y levantó la cabeza como quien acepta un desafío.
Historias Reflejadas
“Mimetismo”

Mimetismo
Un silencio blando se derramaba sobre el paisaje. Desde los árboles colgaban palabras, eran voces dormidas, murmullos imperceptibles, de colores, que se alargaban en sombras inquietas.
Sobre el suelo, el movimiento ondulante de esas sombras convocaba a una danza. Las figuras expandidas en el fuego despertaban historias e iluminaban misterios, era en el calor de las llamas donde se completaban los ciclos. La noche se hermanaba con el día, luna y sol abrazados en el cielo.
Todo giraba en las manos que habían sembrado, entonces las semillas eran fruto y cosecha, pinceladas de deseos, memorias de la tierra, que guardaba el recuerdo de quienes habían cruzado las fronteras para regresar, la vida enredada en la muerte, mimetizándose con las voces del paisaje, aquietándose en sus formas, como si cada pieza fuera necesaria, como si las palabras fueran parte del silencio y giraran.
Andrea Viveca Sanz
Se reflejan en esta historia los siguientes textos: “El dragón”, de Gustavo Roldán con ilustraciones de Luis Scafati; “Lo que cuentan los iroqueses”, de Márgara Averbach con ilustraciones de Alejandro Ravassi; “Cuando llega el dragón”, de Maricel Palomeque con ilustraciones de Rosa Mercedes González; y “Makemba”, texto e ilustraciones de José Rivadulla.
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