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Cristina Bajo: “La novela histórica es la mejor forma de llegar a la gente común, para que aprenda disfrutando”

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Por Andrea Viveca Sanz

Iluminada por el fuego de la palabra, la escritora se entrega a contar. Su voz se desdibuja y va tomando forma de letras, que más tarde definen los contornos de los hechos atesorados, inmóviles, entre las páginas de sus libros. Allí, esperan el momento oportuno para manifestarse vivos ante los ojos de los lectores que desean ese encuentro mágico, en el cual la realidad se esfuma en la ficción y retorna transformada en un cuento que trasciende la historia.

Enredada en hechizos, conjuros, pestes y un gran  abanico de sensaciones, ella se hace parte de la esencia misma de los personajes que crea y los acompaña desde el otro lado de las páginas, aguardando el momento oportuno para abrirles la puerta que los dejará libres para siempre, en la eternidad de las palabras compartidas.

Así, alrededor de un fuego imaginado, Cristina Bajo recibe a ContArte Cultura, y nos invita a prestar atención y a mirar. Tiene mucho para compartir y lo hace regalándonos anécdotas cargadas de vida.

—Imaginemos una escena alrededor de un fuego en la que se cuenta una historia en la que vos sos la protagonista ¿Cómo comenzaría esa narración para presentarte?
—”Había una vez” me sigue gustando hasta hoy, pero suelo comenzar diciendo “¿Sabían que…?” Con esas palabras todos te miran y te prestan atención.

—¿Cuándo nace tu pasión por las letras?
—Era muy chica, estaba en el primario. Ya inventaba historias y a una monja -mi maestra- le pareció que tenía alma de escritora y comenzó a darme lecciones de redacción o de composición –así se llamaba la materia- cuando terminábamos de hacer los deberes –estábamos medio-pupilos- a la tarde. Me ayudó muchísimo.

—Describinos el espacio en el que se gestan tus libros.
—Tengo dos espacios. Primero, la cama, antes de dormirme, pero ya con la luz apagada, y antes de levantarme, todavía con la luz apagada. Siempre me ha dado resultado concentrarme en esas horas crepusculares.
El otro ambiente es mi escritorio, donde comienzo a tomar notas y separar libros que puedan hacerme falta. Pero tengo papel y biromes en todas las habitaciones de mi casa, por si se me presenta una idea que, si no la anoto, seguramente se borrará de mi memoria.

—¿Qué aporte crees que pueden hacer las novelas históricas a la historia de nuestro país?
—Muchísimo y bueno, si se escriben con la conciencia de que hay que investigar verdaderamente y tratar de no dejarse llevar por las ideologías personales.
Con ese sentido nació el género histórico, en Escocia, de la mano de Walter Scott, cuando el país estaba sumido en la pobreza económica y moral, después de ser vencidos por los ingleses.
Es la mejor forma de llegar a la gente común, para que aprenda a través del disfrute de un cuento lo que no leerían en un libro de historia pesado y que a lo mejor tiene un léxico que no todo lector lo entiende.
Lo he probado, con buenos resultados, con estudiantes que no podían sacar promedio en esta materia y se iban irremediablemente a marzo.

—¿Cómo nace un personaje en tu imaginación y cuál es el proceso para darle la forma y la personalidad que requiera la historia?
—Creo que los personajes ya los tengo adentro, esperando que les abra una puerta para presentarse y decir “aquí estoy”. Luego les desarrollo un carácter y una psicología que no les inventé, pero que se va formando con pequeñas cosas, actitudes, gustos, caprichos. Y después de un tiempo, ya no soy dueña de sus acciones: ellos deciden qué van a hacer, y no puedo contradecirlos.

—¿Cuál es tu vínculo con lo sobrenatural, teniendo en cuenta que es una parte importante de la esencia de algunos personajes de tus novelas?
—Lo sobrenatural me fascina, y me ha tocado profundamente en algunos momentos de mi vida. Cuando chica, en las sierras, teníamos una niñera que no nos dejaba jugar en un lugar cerca del arroyo, donde a mi hermano y a mí, con menos de  diez años, nos encantaba jugar: era un círculo de talas con una gran piedra en el medio.
Cuando ya tenía como 40 años, descubrí en un libro de folclore del interior del país que, según los serranos cordobeses, esos círculos son “casitas” o “guaridas” del diablo o de las ánimas del lugar.
He conocido “médicas” que mataban de palabra si se enojaban; me han hablado de “despenadoras” que existían hasta principios del S.XX; de serranas analfabetas que te miraban el iris y te decían si esperabas un niño o una niña. Y además, vivo con un fantasma (Ver aparte).

—Contanos cómo fue el largo proceso para escribir la saga de los Osorio.
—Comenzó con la idea de contar parte de la historia argentina para hacerla conocer en un formato más atractivo: el de la novela. Me guiaban libros y películas como Lo que el viento se llevó, de Margaret Mitchel, Desirée, de Annemarie Selinko, La gloria de don Ramiro, de Enrique Larreta y las novelas históricas de Manuel Gálvez.
Lo que determinó que eligiera como centro a Córdoba, fue una apuesta que hice con una amiga; le dije algo así cómo “no sólo voy a escribir una novela histórica argentina, sino que lo haré más difícil: la ubicaré en Córdoba”, ya que por entonces no se conseguía fácilmente tanta bibliografía si no eras universitaria.
Luego mi padre, que estaba encantado con la idea, me regaló el Facundo, de Ramón J. Cárcano, que tenía árboles genealógicos y fotos e ilustraciones, y las Memorias Póstumas, del general José María Paz. La batalla de La Tablada, de las Memorias, y la muerte de Facundo, del libro de Cárcano, me decidieron por la época que quería contar: nuestra Guerra Civil, los enfrentamientos entre unitarios y federales.
Después fueron naciendo los personajes, las situaciones, y si bien el segundo tomo iba a corresponder cronológicamente a la saga -ya estaba empezado-, no eran los mismos personajes. Y cuando casi terminaba Como vivido cien veces, se me ocurrió que, cambiando el apellido o los nombres de algunos personajes, tenía no sólo una saga histórica, sino una saga familiar. De ahí, todo fue, como decía mi abuela, “coser y cantar”.

—¿Cuáles fueron tus vivencias al publicar la antología de cuentos góticos “Alguien llama a la ventana”?
—Disfruté mucho haciendo ese libro. Creo que el verbo “hacer” está bien empleado. Fue rescatar de mi memoria libros amados, autores que me deslumbraron, recorrer mi infancia, mi adolescencia, mi madurez, mi vejez a través de los escritores elegidos. Fue recordar viejas y nuevas películas, novelas guardadas por años, todas subrayadas. Fue recordar las viejas revistas de mamá que traían poemas o cuentos de autores que no sabía ni quiénes eran ni – en los años ‘40, ‘60- averiguar quiénes eran, como Katherine Mansfield, o Saki.
Fue recordar personas que influyeron en mis gustos literarios, como un hermano menor, Pedro, que me hizo conocer a Lovecraff, Bradbury, a Lafcadio Hearn.
Si a eso le sumás haber hecho un trabajo de búsqueda de ilustraciones, determinar dónde iba cada una, poder usar de portada el cuadro de un pintor inglés al que amo por su vida y su obra, creo que podés hacerte una idea del maremágnum de vivencias que resultó de eso.
Sin contar que tuvo una segunda edición en poco tiempo y que obtuvo, en general, muy buenas críticas.

—¿Estás escribiendo por estos días? ¿Hay una nueva saga en proceso?
—Tengo una idea que me está dando vueltas, pero aún no la termino de concretar. Mientras tanto, estoy terminando un libro sobre las primeras capillas de Córdoba, y estoy formando, con una amiga, una editorial para editar cuentos clásicos para niños, con ilustraciones antiguas, y quizás nos atrevamos a rescatar novelas inolvidables pero por ahora perdidas.

—Volvamos a la escena de la primera pregunta ¿Con qué sueña la protagonista de la historia que se cuenta junto al fuego?
—Con vivir unos años más para terminar lo que tengo comenzado; con conseguir una casa en las sierras, con visitar Gran Bretaña, con ver recibirse a mis nietos. Y volver a pintar y aprender a bordar.


Hay un fantasma en mi casa

La casa en la que hoy habito la levantamos, a principio de los años ´70, sobre el terreno de una antigua quinta que era de la familia de mi marido. En realidad, era la quinta, de La Quinta, como quien dice.
En cuanto nos vinimos a vivir y comencé a acudir a los negocios de los alrededores, cuando preguntaban dónde vivía y yo les contestaba, comenzaron a decir: “¿Usted vive en la casa de la virgencita?”, o “¿Vive en la casa del ángel?”, o “¿Vive en la casa del fantasma?”. Cuando le pregunté a mi suegro, me comentó que había una vieja historia que decía que en mi terreno –sobre un frutal que tuvimos que hachar para construir la casa- solía verse una aparición. Pasaron muchos años hasta que la vi. Un día de otoño, mientras hablaba con una amiga por teléfono, me pareció que una mujer había entrado y me miraba desde un sauce que tenía en el patio. Aún no habíamos levantado la tapia y en la casona de atrás solían juntarse unas mujeres –de un hogar de ancianos vecino- a hacer yoga, que a veces se pasaban a mi patio. Pensé que era una de estas mujeres, corté el teléfono, abrí la ventana para decirle que era propiedad privada… y me di cuenta de que lo que estaba viendo no estaba afuera: era el reflejo de algo que estaba de pie a mi espalda. Cerré la ventana, crucé la puerta hacia la cocina y recé un Credo.
Cuando abrí la puerta, no había nadie en mi living, pero al asomarme al ventanal la vi de espaldas, perdiéndose bajo el sauce. Era una mujer de edad indefinida, con una especie de camisón blanco, de pelo oscuro y suelto. Nunca volví a verla, pero muchas veces la sentí cerca.
Una amiga mía, a quien hacía años que no veía, vino a visitarme y se quedó a dormir en casa. Esa noche se le apareció a ella, en el cuarto de huéspedes, tal cual la viera yo. Y otras personas también la han visto.
Después de muchos años de investigar, descubrimos la presunción de un crimen que había sucedido en la casona y que nunca se dilucidó. Después de eso, decidimos con mis alumnas rezar una novena para que su alma descansara en paz. Comenzamos el primer día en casa, y los ocho días restantes lo hizo cada una en la de ella. Unos 25 años después de su primera aparición, al concluir la novena, todo volvió a la normalidad.
Nunca le tuve miedo, producía tristeza, pero no temor. La gente que la vio creía que le gustaba refugiarse en los árboles. Hace unos años, después de una sequía grande, un vendaval volteó mi sauce. Ahora tengo nísperos, un quebracho blanco joven, he plantado unos frutales, y algunos cafetos.
De alguna manera, la extraño. No se puede vivir con un fantasma por tanto tiempo sin que deje alguna huella en nuestras vidas.
Cristina Bajo

Cristina Bajo

Nació en Córdoba (Argentina) en 1937. Es novelista y maestra rural.
Empezó a escribir muy joven, pero no fue hasta 1995 que publicó su primera novela, Como vivido cien veces, a la que le siguieron La señora Ansenuza y otras leyendas (1997), En tiempos de Laura Osorio (1998), el libro infantil El guardián del último fuego y otras leyendas argentinas (2001), los cuentos histórico-fantásticos Tú que te escondes (2004) con los que ganó el Premio de la Academia Argentina de Letras, y El jardín de los venenos (2005, originalmente Sierva de Dios, ama de la Muerte), una novela histórica ambientada en el siglo XVIII, con la que ganó el Premio Especial Ricardo Rojas, del gobierno de Buenos Aires para libros editados y fuera traducida a tres idiomas.
Sus libros siempre se encuentran durante meses en las listas de los libros más vendidos de Argentina.

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1 comentario

1 comentario

  1. María Irene

    28/03/2018 a 21:43

    Han transcurrido muchos años de la historia que desarrolla el libro Esa Lejana Barbarie sin embargo al leerlo lo fundamental de la obra, tan exquisitamente narrada es la familia y los vínculos indisolubles de la amistad y de como la casualidad marca sus destinos. Excelente novela. Muchas Gracias Señora Cristina Bajo

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Aguirre–Rodríguez: “El tango siempre estuvo como lengua principal en nosotros”

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Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //

Es un viaje dentro de otros, un movimiento sutil, la música desperezándose en gotas de rocío, notas evaporadas sobre las aves del campo, es el vuelo hacia el espacio urbano, un recorrido temporal. Es antes y después. Es ahora y siempre, una melodía que llega desde lejos, de otras patrias, del mismo viento que corre y desparrama en el lugar justo y en el instante oportuno.

“Del Buen Ayre”, el próximo espectáculo y disco del dúo platense AguirreRodríguez es un viaje por el tiempo y por distintos espacios, una relectura en modo actual de la música rural bonaerense.

Contarte Cultura charló con sus integrantes, Cynthia Aguirre y Alejandro Rodríguez para que nos cuenten acerca de ese caminar que la canción propone.

—Porque los espacios y las cosas que forman parte de ellos suelen hablar de quienes los habitan, nos gustaría comenzar esta charla deteniéndonos en su lugar de trabajo, en el espacio creativo de su música y en los objetos que los rodean en este momento. Si pudieran elegir un rincón o un objeto, el que mejor los represente como dúo y nos cuente algo de ustedes, ¿Cuál sería?

—El lugar, nuestra casa, y el rincón nuestra sala, en la que se va gestando todo el resultado final de lo que hacemos como músicos. Creo que estos espacios hablan de nosotros y de nuestra manera de entender la realidad y el arte.

—Y desde ese espacio viajamos en el tiempo, ¿cómo y cuándo se encuentran Cynthia Aguirre y Alejandro Rodríguez en el camino de la música para dar comienzo al dúo Aguirre–Rodríguez?

—Nos encontramos en la escuela de arte de la ciudad de Berisso, hace muchísimos años, en situación de alumna y profesor, pero rápidamente comenzamos a compartir producciones por fuera de la escuela. Con los años volvimos a encontrarnos, ya específicamente en el terreno del tango con la orquesta Los inmigrantes en el año 2005. Cuando el tiempo de la orquesta se terminó, continuamos en dúo.

—¿Cómo fueron esos comienzos?

—Fue un muy hermoso comienzo, pero rápidamente el dúo se fundió dentro de un cuarteto que con el tiempo se convirtió en sexteto de tango. Me refiero a Tangor. Con esa agrupación trabajamos durante más de 10 años. Por otro lado, Cynthia participaba como invitada permanente en el grupo La Sonora, proyecto que venía caminando desde el año 1989.  

—Como decías, con el correr de los años el tango se instaló entre ustedes, ¿qué cosas los llevaron a explorar en este género que nos representa?

—El tango siempre estuvo como lengua principal en nosotros. Como una especie de lengua madre. Rastrear el porqué de esto es complicado, creo que tiene que ver con nuestras historias personales y la idiosincrasia de nuestras familias de origen. Lo que es claro es que ha sido fundacional en nuestro vínculo con la música. Nuestra mirada como habitantes de este tiempo siempre nos llevó a buscar puentes entre el tango, otras músicas y otros conceptos artísticos.

—¿De qué manera llega el primer disco “Mundo Tango”, grabado en 2011?

—Ganamos un premio a la Producción Fonográfica del FNA (Fondo Nacional de las Artes) y generamos nuestro primer CD. En ese entonces, si bien el CD se llamó Mundo Tango, abarcamos otros lenguajes musicales, algunas cosas del folclore y canciones provenientes de la cantera del rock.

—Por estos días están en proceso de grabación de su segundo disco “Del Buen Ayre”, ¿qué recorridos espacio-temporales tuvieron que hacer para dar vida a los temas que forman parte de esta obra?

En Mundo Tango nos referimos a una idea acerca del tango, como un estado del ser que no solo aparece en esta región del mundo (por algo el tango impacta como impacta en todo el globo). Aquí nos referimos más a la génesis de este género y la música de la provincia de Buenos Aires. Este nuevo trabajo propone un recorrido desde la música campera de principio de siglo XX (El Gardel Gaucho, pasando por compositores icónicos de ese lenguaje como Omar Moreno Palacios) para adentrarse en el tango clásico de la época de oro y llegar hasta composiciones actuales que revitalizan el género. También este trabajo, a diferencia del otro, está estructurado por un material que fue ampliamente mostrado y fogueado. Es música que hemos tocado mucho en vivo y está planteado desde esa impronta. Los arreglos, si es que los hay, fueron construyéndose a lo largo del tiempo y de las distintas actuaciones. Los músicos invitados jugaron en ese mismo tono también. Se les envió un cifrado y una grabación como referencia, pero el armado de los distintos temas se resolvió en el estudio,  mientras Manzana Ibarrart (gran amigo y comandante del Estudio Sonosfera) montaba los mics y seteaba todo. Luego se eligieron las mejores tres tomas de cada tema. El resultado tiene un aroma a “trazos sueltos” que nos encanta en lo particular.

—Sin dudas se trata de un viaje a través de la música, ¿cuál es el aroma que elegirían para simbolizar a este álbum?

—El múltiple aroma de los viajes…si bien es un CD local en cuanto al repertorio, es bastante global en tanto a que lo que suena proviene de muchísimas fuentes y no solo de la tanguera. Lo hemos tocado tanto en tantos países diferentes, que para nosotros tendría ese olor a viaje, a aeropuerto, a trenes.

—El 3 de agosto estarán presentando este disco en La Salamanca, un reconocido espacio cultural platense, ¿qué podrán disfrutar esa noche quienes se acerquen a compartir su música?

—Haremos  algunos de los temas de nuestro espectáculo Del Buen Ayre, como antesala al espectáculo Filogenia de Victoria Moran y el Dúo Puentes Reyes.    

—Mencionás que ese día estarán acompañados por la cantante Victoria Morán, entonces la pregunta va para ella. Victoria, ¿Cómo nace “Filogenia”, ese recopilatorio de obras de música popular argentina? Contanos quiénes serán parte de ese recorrido el 3 de agosto y qué sentís al compartir noche con el Dúo Aguirre-Rodríguez.

9- Filogenia surge de la necesidad de contar nuestro ADN musical a través de las canciones que nos definen. Es una suerte de viaje musical hacia la fuente, hacia la memoria imperecedera que une un recuerdo con otro. Este espectáculo viene a despertarnos la fibra sensible con canciones que nos nombran, enlazando a Homero Manzi con Víctor Heredia, al Cuchi con Fito, a los que fuimos con los que somos. El compartir con compañeros y compañeras músicos y músicas siempre es una alegría, y en este caso será además una sorpresa para el dúo Puentes-Reyes y yo, porque jamás nos hemos cruzado en un escenario y esperamos anhelantes ese ida y vuelta mágico que siempre augura la música compartida.

—Para terminar, ¿cuál es el próximo destino de la música que los mueve?

—Tenemos por delante algunas fechas en nuestra ciudad, como el próximo 29 de agosto, día en el que estaremos compartiendo escenario junto al cantor Carlos Cabrera en el Café Metro. Octubre nos encuentra realizando nuestra segunda gira europea, con conciertos en países como Italia, Francia, España y Portugal. A nuestro regreso estaremos presentando oficialmente nuestro álbum Del Buen Ayre, con la participación de los músicos que fueron parte de la grabación.

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Celina Cocimano y ‘El juego de las emociones de Uma’: “Un libro que pide gran compromiso de los adultos”

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Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //

Todo gira, se mueve en una circularidad compartida. Las emociones suben y bajan, cuelgan de nuestros cuerpos, se desprenden como hojas secas. Regresan, son brotes, transformados en otra cosa.

Celina Cocimano es terapeuta emocional y a partir de sus vivencias y de su trabajo de muchos años necesitó dejar huellas, sembrar palabras para que germinen a través de sus libros.

“El juego de las emociones de Uma”, su último libro, está dedicado a las infancias. A través del juego logra acercarse a los territorios del miedo, de la ansiedad o de la frustración para atravesarlos.

ContArte Cultura charló con ella para conocer las rutas que la llevaron a indagar en ese universo.

—Las emociones forman parte de nuestras vidas, van y vienen, se mueven y nos movemos con ellas. Por eso, para comenzar y a modo de presentación, nos gustaría que elijas al menos tres emociones que te atravesaron al momento de escribir tu último libro y que a cada una de ellas les otorgues un sabor o un aroma.

  • Frustración, sabor a cebolla
  • Ansiedad, aroma a menta
  • Alegría, aroma a vainilla

—Y ya instalados en esa imagen, vayamos a tus comienzos, ¿qué vivencias te llevaron a transitar el camino de la terapia emocional?

—La insatisfacción personal, haberme descubierto cómo estafadora de mi propia vida, creando personalidades adquiridas para moldearme al gusto de la mirada ajena, siempre con esa sed emocional de ser alguien para los demás, ser aceptada, reconocida, querida y encantar a todos. Mientras estudiaba para contadora, sentí un apagón emocional, la apatía era mi única compañera en esos tiempos, hasta que mi cuerpo también “habló” con un síntoma muy sentido. Empezaba a hacerme pis por las noches siendo ya grande, más adelante entendí que eso sucedía en cada hogar o lugar donde me sentía a gusto, de esa manera, “intentaba” aferrarme a algún territorio, sentirlo al menos, por momentos, un lugar donde era yo. Como los animales que marcan su territorio orinando sobre él. Eso era lo que faltaba para que mi vida se vistiera de insatisfacción y cambie totalmente de rumbo, mejor dicho, empiece a vivir y dejar de aparentar lo que mis vacíos necesitaban cubrir.

—Seguramente al ir recorriendo ese camino fue necesario dejar huellas y de esa manera llegaron los libros, ¿cómo vivís la experiencia de escribir para que las palabras sean instrumento de sanación?

—Mi primer libro, “Despierta”, nació como algo catártico de la etapa que comenté anteriormente. Aún no sabía qué era lo que estaba viviendo y, sinceramente, pensaba que me moría por esos tiempos, entonces empecé a escribir cómo fue ese tránsito a mí destrucción de las corazas hacia mi reconstrucción emocional. Después, al compartir mi vivencia con muchas personas, me di cuenta que varios pasamos por ciertos procesos similares, por lo que se me ocurrió darle forma de libro y agregar reflexiones y ejercicios terapéuticos y de autogestión emocional. Los otros 3 -“Diamantes”, “Rotas”, y “El juego de las emociones de Uma”-, fueron pensados basándose en las historias que atiendo y buscando dejarle una “biblioteca” de recursos emocionales a mi hija para cuando sea más grande y, a las personas, que encuentren en estos libros, escrito en palabras, el propio sentir descarnado y sin filtro de las emociones que abordo en cada uno de ellos y luego, ofrecerles dinámicas, reflexiones, ejercicios para que encuentren en ellos formas de transitar el campo emocional sin tanto dolor y con valentía.

—Si pudieras resumir en una palabra el espíritu de cada uno de tus libros, ¿cuáles serían?

  • Despierta: Integridad
  • Diamantes: Osadía
  • Rotas: Coraje
  • El juego de las emociones de Uma: Autenticidad

—Tu último libro, “El juego de las emociones de Uma”, transita los paisajes de la infancia con todas sus gamas de colores, ¿cuál o cuáles fueron los disparadores de esta historia?

—Mi hija, a los 8 años, comenzó a transitar por un tiempo la conocida “Crisis de ansiedad y angustia”. Yo me opuse a que esté medicada siendo tan pequeña, y desde mi saber en el campo emocional de los adultos, junto a una gran observación sobre ella y sus crisis, se me ocurrió trabajar juntas para buscar soluciones a su sentir. Buscamos opciones en el juego infantil, en la creatividad, desarrollando distintos escenarios, armando una rutina de ejercicios y, sobre todo, busqué acercarla a la autogestión emocional. Así fue que se me ocurrió compartir cada ejercicio que funcionó en ella en este cuento, que no solo tiene el fin de que los niños empiecen a desarrollar desde pequeña edad sus propias respuestas emocionales ante cierta situaciones, sino que es un libro que pide gran compromiso de los adultos que acompañan al niño, y esa compañía, con el estar, el hablar su idioma, mejorar la calidad del vínculo, validar sus emociones, respetarlos y comunicarse con ellos, es lo que hace casi la mayor magia del trabajo de fortalecimiento emocional.

—Y justamente, a partir de tus propias vivencias decidiste contar desde el juego y desde las imágenes. Explicanos cómo fue el proceso de elegir esas duplas emocionales sobre las que querías hablar.

—Busqué las que a su edad son dentro de todo fáciles de interpretar, como decimos los adultos: de “etiquetar”. Son parte de las emociones primarias y la dupla fue pensada para dejarles el mensaje de que no son ni buenas ni malas, simplemente son y cada una es mensajera de un sentir, una acción a llevar a cabo y una particular respuesta emocional. También al ponerlas en duplas, cuando ellos/as sientan, por ejemplo, tristeza además de procesarla en todo su ser, sepan que pueden aprender a transportarla en alegría, ir de la ansiedad a la calma. Es decir, que conozcan cuál es la emoción que se necesita para equilibrar una con otra.

—Las semillas del libro fueron plantadas, ¿creés que tus palabras ya comenzaron a germinar y son brotes en los lectores?

—Sorprendentemente sí. Como comenté, yo me dedico a adultos no a infanto, y este libro que se publicó en abril del 2024 ya se está imprimiendo la segunda edición. Lo han comprado mucho abuelas y abuelos para compartirlo con sus nietos, en colegios para abordar ciertas emociones en el aula ya que también hay un capítulo sobre el bullying. Y muchas madres me compartieron que sus hijos o hijas mientras que se les leía el cuento ya comenzaban a incorporar los ejercicios sugeridos, o que empezaban a identificar sus propias emociones, tenían armados sectores en su cuarto como se encuentran en algunos capítulos. Incluso los que son más grandes, según cómo se sentían, buscaban en la biblioteca el libro y se encerraban en su cuarto a leer exclusivamente el capítulo que contiene la emoción que estaban sintiendo en ese día o ese tiempo. También compartió nota de Revista junto a Unicef en el día internacional contra el Bullying de 2024.

—¿En qué proyectos estás trabajando actualmente?

—Tengo dos libros más en camino, uno para adultos sobre la depresión, y otro para infanto, más expansivo aún, con un viaje al campo emocional que sea para ellos y para sus padres o tutores también, digamos que será un libro revelador en muchos aspectos.

—Para terminar, te invitamos a elegir la textura que represente a tu libro “Las emociones de Uma”.

—La textura sería cálida, pomposa, con colores desde pasteles a fuertes, con ganas de descubrirla y sentirla, y con distintos aromas que vayan cambiando según cada paso de la mano o de los pies sobre ella.

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Florencia Ghio presenta “Aguas Turbias”, una historia que lleva al lector por una variada gama de emociones

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Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //

Hay un rumor, un murmullo por encima y por debajo. La evidencia flota, va y viene. Pero el agua arrastra las palabras, se lleva las voces, esconde. No se ve lo que no se quiere ver. O lo que no se debe. La verdad se hunde, toca fondo. Es barro entre los dedos. Y mancha.

 En “Aguas Turbias”, la última novela de Florencia Ghio editada por El Emporio, flotan varias verdades, como un rumor debajo de lo que se lee, van y vienen. Se convierten en imágenes, en sonidos y en aromas, mientras ella bucea para rescatarlas. Para que la verdad nunca se manche.

En diálogo con ContArte Cultura, la escritora cuenta cómo nació la obra y de qué manera descubrió a los protagonistas de esta historia.

—Vamos a comenzar esta charla haciendo foco en una palabra que flota entre las páginas de tu novela: justicia. A modo de presentación del libro y de sus protagonistas, si pudieras elegir una imagen o un objeto simbólico que represente esa justicia, ¿cuál elegirías y por qué?

—Elegiría la clásica estatua de la justicia pero con su balanza completamente inclinada hacia un lado y sus ojos vendados. Porque es un poco eso lo que se ve en esta novela, una justicia que es ciega, y también sorda, por eso el protagonista de mi libro, que dice ser el chivo expiatorio de un crimen que no cometió, tiene que venir desde un pueblo del sur y salir a clamar su inocencia por altoparlantes en un subte de Buenos Aires.

—Y a partir de esa imagen viajemos al principio. Sin dudas, siempre existe un germen que da vida a las cosas. Seguramente tu novela también es producto de ideas o situaciones que fueron semillas en la tierra de tu imaginación. ¿Recordás cómo y cuándo comenzaste a sembrar esta historia?

—Yo digo que en lo que va de mi carrera de escritora, en las dos novelas que escribí y en la que estoy escribiendo ahora, me pasó que no busqué las historias sino que las historias me buscaron a mí. Aguas Turbias está inspirado en un caso real, y surgió a partir de que viera por televisión a un joven que se había fabricado una máscara de chivo y andaba por los subtes suplicando que alguien lo escuchara. Había estado preso por el crimen de su madrastra que él juraba no haber cometido, y le aterraba la idea de que lo condenaran. Me impresionó el mecanismo, recurrir a su creatividad para escapar de ese infierno, eso me llevó a averiguar qué le había pasado y me inspiró para escribir la novela, en donde los personajes, lugares y la mayoría de los sucesos son ficticios, pero ese fue el puntapié inicial que me sumergió en esta novela.

—Aleida, tu protagonista, es una mujer que lucha por sus ideales, va en busca de justicia pero también pelea contra sus propios monstruos. ¿Cómo viviste el proceso de construir ese mundo interior con tantos matices?

—Aleida San Martín es un personaje que rescaté de mi anterior novela El Ciudadano. Es una abogada honesta e idealista, de esas que estudió derecho porque ama la justicia. Al mismo tiempo, es una guerrera; logró superar una historia familiar traumática, para convertirse en una funcionaria pública que trata de rescatar a toda persona que atraviesa un infierno, porque ella sabe lo que es estar ahí y no quiere que nadie más lo tenga que vivir.  Aguas Turbias la va a encontrar en un tramo de su vida en que está en caída libre, porque ahora, aun con las secuelas de sus anteriores traumas, tiene que luchar contra el acoso laboral, se siente muy sola, y todo eso le provocó una fuerte adicción al casino, que en esos momentos encuentra como su única vía de evasión. En estas condiciones se cruza a García Robledo en el subte y, conforme a su esencia, no puede quedar indiferente a su historia. Intuye que él no miente, pero ella no puede ejercer la profesión por ser funcionaria, y además vive en Buenos Aires, así que veremos si, en su estado, logra tomar decisiones tan difíciles para ayudar al chico de la máscara. Para el proceso de construcción de este personaje me ayudó mi especialización en violencia familiar y también hablé con psicólogas expertas en ludopatía.

—También el personaje de García Robledo, el chico de la máscara, tiene sus claroscuros, ¿qué fue lo primero que percibiste de este protagonista al momento de escribirlo?

—García Robledo es un muchacho que antes de pasar por ese infierno amaba la vida, pero luego de esto se ha decepcionado completamente de ella. Descree de las instituciones de su localidad pero, al igual que Aleida, es un guerrero que, en su caso, salió de su pueblo a buscar si al menos en alguna otra parte existía esa justicia que no lograba encontrar. El lector tendrá que averiguar si con toda esa lucha la logra despojar de la venda que tiene en sus ojos y cambiar la inclinación de esa balanza que parece desvencijada.

—Como ya comentaste, hay una cierta continuidad de “Aguas turbias” con “El ciudadano”, tu anterior novela, ¿qué hilos temáticos presentes en ambas historias te gustaría seguir sosteniendo en un futuro?

—Por el momento los casos judiciales reales o ficticios han sido fuentes de inspiración, no sé si quisiera mantener algún hilo temático en particular, pero sí escribir el tipo de literatura que a mí me gusta leer, aquella que no es puro entretenimiento sino que te deja reflexionando y retrata distintos tipos de realidades, algunas veces invisibilidades o desconocidas para quien no las transita, así como en El Ciudadano abordé, además de la violencia familiar y el funcionamiento de la justicia, la política migratoria argentina. Creo que esa también puede ser una de las funciones de la literatura y de la cultura en general. Como lectora, a los libros que solo me entretienen los olvido no bien termino la última página, en cambio el otro tipo de literatura es la que me ha marcado como persona, no solo la recuerdo sino que en determinados momentos de mi vida regreso a ella para releer, aunque más no sea algún párrafo.

—Como en todo policial, en esta novela hay un crimen alrededor del cual se teje la trama. ¿Cuáles son las emociones que te atraviesan al transitar esos escenarios con la palabra y con la imaginación?

—Creo que en Aguas Turbias, que tiene componentes del policial pero también es un drama y tiene romance, el lector va a atravesar una variada gama de emociones y estados de ánimo. Se me ocurren, por ejemplo, indignación, tristeza, intriga, alegría, entre otras.

—¿Seguirá la doctora Aleida San Martín presente en próximas historias?

—En la novela que estoy escribiendo ahora la doctora San Martín no es parte, pero no descarto que en algún momento vuelva.

—Para concluir, ¿cuál sería el color que elegirías para representar el espíritu de tu novela y por qué?

—Elijo el gris topo, por todo lo que acontece.- El lector tendrá que averiguar si ese color puede llegar a cambiar en algún momento de la novela.


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Domicilio Legal: 135 nº 1472 Dto 2, La Plata, Provincia de Buenos Aires
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