

Literatura
El precio del libro, eje de un acalorado debate tras un posteo en redes
Por Josefina Marcuzzi (*)
Autores, editores y referentes del sector del libro como Denis Fernández, Marina Yuszczuk y Cecilia Fanti, entre otros, protagonizaron un cruce de posturas con la escritora Camila Sosa Villada en torno a cómo se conforma el valor del precio de los libros y los factores que gravitan en su composición, a partir de un posteo de la autora de “Las malas” en el que sugirió que la industria debe bajar los precios de los textos.
“A ver, editorial, si vamos bajando los precios, que además ya se amortizaron. Salvo que quieran matar a los autores y distanciarlos de sus lectores, cosa que me parece muy probable dados los últimos acontecimientos. Bajen los precios”, dijo hoy en X (ex Twitter) la escritora Camila Sosa Villada. El mensaje, como una suerte de granada lanzada al éter de las redes sociales, hizo contacto y estalló. Editores, autores y otros referentes del ecosistema editorial abrieron a partir del posteo un debate en esa red social en torno al costo y el valor de venta del libro.
El cruce de opiniones se produce además en un contexto bastante particular, en medio de una sesión del Congreso en el que diputados y diputadas debatirán la posible derogación de la Ley de protección de la actividad librera, que garantiza el precio único del libro en Argentina y permite que nuestro país sea uno de los mejores posicionados del mundo editorial en América Latina.
Uno de los primeros en recoger el tema fue Denis Fernández, editor del sello Marciana, quién explicó a la agencia de noticias Télam: “Soy consciente de que los precios de los libros no paran de aumentar, pero a ese precio se llega por la inflación indiscriminada y porque hay un arrastre de aumentos desproporcionados en toda la cadena productiva. Y no suben solamente los libros. El café cuesta 20 mil pesos el kilo. No seamos necios.”
De acuerdo a los datos aportados por Marina Yuszczuk, editora del sello Rosa Iceberg, del 100% del valor del precio único del libro cerca del 40% corresponde a la editorial, un 20% es para la distribuidora, el 10% es para el autor y el 30% se utiliza para pagar imprenta y el trabajo de todas las personas involucradas en el proceso de trabajo: correctores, diseñadores, prensa, redes sociales, envíos y depósito.
El año pasado el aumento del papel fue del 300%, muy por encima de la inflación. En el caso de Rosa Iceberg, que comenzó su producción en 2017, el costo de impresión en ese entonces era del 10% del PVP. Si ahora quisiera mantener la proporción, el precio de venta del libro debería rondar los 20 mil pesos. “Una editorial independiente no puede aplicar un aumento así, entonces hay dos opciones: o recortar por otro lado, o no hacer el libro”, explica la editora.
Respecto al debate que fue creciendo en las redes sociales, Yuszczuk considera que no se trata de falta de información, sino que el Gobierno actual habilitó un clima de época en el que la gente no quiere saber sino que sólo quiere gritar.
“El riesgo es que se atomice el sector y nos peleemos entre nosotros, en lugar de apuntar adonde hay que apuntar, que es al Gobierno. La forma en que se hizo el ajuste fue completamente brutal, y fue una decisión política; en ese contexto, me parece ridículo pelearnos por un hueso”, agrega.
En el cruce a través de redes sociales Sosa Villada aclaró que con su mensaje no se refería a la editorial que publica su obra (Tusquets), ni a ningún sello en particular, sino que hablaba de los precios de los libros en general.
Cecilia Fanti, autora de “La chica del milagro”, librera en Céspedes y vicepresidenta de la Cámara Argentina de Librerías Independientes, considera que falta información y falta difusión en torno a cómo se constituye el valor de un libro. “La Cámara del Libro hace un esfuerzo grande para contar cómo se compone el precio del libro y dentro del sector editorial todos acompañamos ese objetivo, pero también es cierto que un escritor no tiene por qué saber exactamente cómo funciona eso”, reflexiona.
En cambio, la postura de Yuszczuk es más crítica para con algunos escritores. “Lo que observo en estos últimos años es un divismo creciente de parte de muchos autores y un exitismo feroz, que hace que solo puedan pensar en sus propios contratos y ganancias y no les interese en lo más mínimo tener una visión más de conjunto del ecosistema del libro, ni de la cultura en general. El tema es: vendo yo y lo demás que reviente, aunque se disfrace demagógicamente de una preocupación porque los propios libros resulten accesibles”, sostiene la editora.
De acuerdo a lo que explicó Fernández a Télam, los costos para sostener editorial Marciana tienen una incidencia directa en el valor del PVP. Estas variables incluyen maquetación, corrección, ilustración, diseño, costo de imprenta, prensa, el 40% que se destina a librerías que se cobra a 30, 60 o 90 días, el 20% para la distribuidora y el 10% del autor.
“Y el salario del editor por su trabajo, que lo sabe solamente quien tiene una editorial. Con esto queda claro que los editores no ponemos precio a dedo para enriquecernos y que el dinero que nos llega por cada libro vendido es prácticamente una migaja. Y después seguimos invirtiendo el dinero que ni siquiera tenemos. El que es empático con esto, bárbaro. El que no, que lidie con su propia conciencia”, explicó el editor de Marciana.
En este sentido, los editores consultados coincidieron en que no hay una intención de conversar sobre este tema de un modo más serio públicamente. Especialmente porque las editoriales grandes con variedad de títulos, traducciones y diversidad de sellos tienen un modo de formar su PVP muy diferente al proceso que debe encarar y sostener una editorial mediana o pequeña, que quizás publica una o dos novedades mensuales.
“En redes se abre un debate sesgado, miope, porque no es una conversación cara a cara en el que uno puede cruzar argumentos. Y encima hoy por hoy la pregunta fundamental es en qué medida les va a resultar posible publicar libros, por los costos de imprenta y en un panorama incierto en donde no se sabe si la ley va a seguir o no va a seguir”, reflexiona Fanti.
“Hay que ser consecuente con el espacio que cada uno ocupa dentro del ambiente literario. Todos podemos equivocarnos, nadie está exento de eso. Pero obrar con malicia y con falta de empatía con el sector hace que la verdadera discusión se distorsione hacia un lugar muchísimo más complejo. Acá no hay buenos o malos, acá hay un ecosistema que se apoya entre sí. Y hay que cuidar ese ecosistema. No hay que llenarlo de mierda”, agregó Fernández.
Según datos publicados por el Centro de Estudios y Políticas Públicas del Libro de la Universidad Nacional de San Martín (Unsam), Argentina tiene 3,43 librerías cada 100 mil habitantes y supera así a países como Brasil, Colombia, Chile y México gracias, entre otros factores, a la actual Ley de defensa de la actividad librera que pretende ser derogada en la Ley “Bases”.
Esto garantiza, entre otras cosas, que pequeñas y medianas librerías así como pequeñas y medianas editoriales puedan aportar a la bibliodiversidad que tiene nuestro país y que cada vez es más rica.
“Lo que creo es que tenemos que pensar formas de democratizar realmente el acceso a la lectura. Pero eso se vuelve muy difícil en este contexto, sobre todo si nos quitan las herramientas con las que se puede conversar. Vivimos en una época bastante individualista. Lo que falta un poco es mirar que, en lo que llamamos bibliodiversidad y variedad, anidan un montón de realidades distintas de autores y editores, y no todo es lo mismo, por suerte. Y eso se traduce en términos económicos, también”, concluye Fanti.
(*) Agencia de noticias Telam.

Historias Reflejadas
“Laberintos de la cordura”


Laberintos de la cordura
Dejó caer las palabras como si fueran pétalos secos. Un sonido viejo enmudeció sobre el papel. Los instantes, desparramados en una migración sin fronteras, destejieron la trama. El silencio avanzó como una sombra entre las letras. Tres lágrimas se alargaron en ese segundo oscuro. Volvió a llover esa lluvia sin gotas. Sus recuerdos embarrados se alargaron por encima de las paredes, cada fragmento era una mancha húmeda descomponiéndose en las nubes de su memoria.
¿Dónde era afuera? ¿En qué lugar del silencio era posible atravesar los ruidos de la mente?
¿Dónde era adentro en los límites de aquellas manchas?
La nada crecía sobre ese papel en el que se buscaba. Una coma en el camino, los recuerdos flotando debajo de los recuerdos, las voces del más allá inventando un renglón para aquietarse. Y al final, un punto, como una puerta que encerraba a los fantasmas, como otro silencio; aunque pronto se volviera letras y pudieran atravesar los límites de la locura para trascenderla.
Andrea Viveca Sanz
Se reflejan en esta historia los siguientes textos: “Invisible”, de Juan Solá; “La pieza del fondo”, de Eugenia Almeida; “Pequeña flor”, de Iosi Havilio; y “Mal de muchas”, de Marcela Alluz.
Textos para escuchar
Un vuelo de colores – Sara Bonfante

Sara Bonfante lee su cuento Un vuelo de colores
Ágil. Estilizada. Su espalda es vasta, y de colores que en días brillantes se tornan más intensos. Algunas veces, en sus movimientos, planeando sobre los dulces néctares, deja ver el diseño maestro de su vestido: a rayas blanco, negro y marrón, con espejos índigos y amarillos; otras con manchas del color del mar en jornadas de tormentas, como fulgores de rayos que caen furibundos sobre el agua.
Así se presenta libre. Con ella viajan sus compañeras, aunque a prudente distancia. No necesita viajar en bandadas como los pájaros. Muestra oronda su bella anatomía de avión diminuto. En el vuelo primaveral busca apoyarse graciosa y dúctil sobre la flor de los deseos. Aspira a un banquete de rosas, margaritas y jazmines. Ella libará el agradable néctar. Este acentuará sus colores. Regodea su belleza con los varones que se acercan. Algunos creen que el colibrí es su amo. Ella confiesa no poseer dueño.
—Solo el viento detendrá mi vuelo mágico. —Reconoce.
En días de lluvias se refugiará entre bambalinas de hojas, entre follajes espesos. Así, un día, inmóvil, dormirá una prolongada siesta húmeda.
—Lepidóptero. —La llaman.
Ella no responde. Planea vivaz exhibiendo su belleza cromática.
Desprevenida en su gracioso e inocente andar, una mañana tormentosa, remontó los vientos que trajinaban hacia el desierto. Arenas finas y punzantes atropellaron su vuelo. En su deseo de resistir, quedó planeando suspendida, y sus fuerzas inútiles yacieron. La vencieron lanzas de arena.
Mariposa, con su libertad, deseó llegar al lugar indicado como el paraíso de los astros, y conocer allí un compañero con quien diseñar vuelos coloridos y dulces para degustar la flor de la vida y sumirse en un extracto de pasión. Ya fatigada de tanto exponer sus fuerzas, se dejó tomar por la brisa fresca que reemplazó a las tormentas arenosas. Sus alas se relajaron, ella emitió un bello canto. Con él encontró a Grillo, que expresaba en coplas sus tristezas. Ella lo invitó a desandar el camino transitado. Se tomaron de las alas y con los ojos bien abiertos disfrutaron de la majestuosidad del cielo en un atardecer somnoliento.
Literatura
Samanta Schweblin: “Ir contra la cultura no es nada inteligente”

La escritora argentina residente en Alemania Samanta Schweblin presentó en Madrid su nuevo libro de relatos, “El buen mal” (Seix Barral), que tiene como hilo conductor una indagación sobre “las fuerzas invisibles” que nos empujan en el día a día y cómo, en esa cotidianidad, irrumpe lo extraño, a menudo lo trágico, para cambiarlo todo.
“Estamos comandados por fuerzas invisibles que a veces olvidamos, miedos, traiciones, mandatos familiares, creemos que nuestras verdades son el mundo, no entendemos que una cosa es el mundo y otra nuestras verdades”, reflexionó la autora, que vive en Berlín desde hace doce años.
Durante la presentación, habló sobre la irrupción de Javier Milei en el gobierno de Argentina y recordó que el propio mandatario habla en términos de “batalla cultural”. La escritora aseguró que “ir contra la cultura en un país donde la cultura ha sido siempre lugar de resguardo y de brutal resistencia no es nada inteligente”. “Hemos pasado antes por ahí y nos volvemos a poner de pie”, agregó.
Schweblin es una de las escritoras en español con mejor acogida internacional. Su nuevo libro conecta con la tradición argentina del “cuento de lo extraño”. “Siempre me sentí un bicho raro y traté de entender qué les pasaba a otros obsesionados con pertenecer a la mayor de las ficciones que tenemos, que es la idea de la normalidad”, dijo este lunes en una conferencia de prensa en la capital española.
Asimismo, Samanta Schweblin (Buenos Aires, 1978) reconoce que “necesitamos” la normalidad porque “estandarizar y automatizar todo nos hace la vida más fácil”, pero cree que, a nivel literario, “no es interesante” y que “lo que de verdad sucede y toca al lector es un personaje único, auténtico, vulnerable y extraño”.
Cuando le preguntan por sus referentes, no puede evitar mencionar a Horacio Quiroga, Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares o Antonio Di Benedetto, pero asegura que en los últimos años incorporó muchas autoras que tardó más tiempo en descubrir, como Sara Gallardo, Silvina Ocampo u otras latinoamericanas como la chilena María Luisa Bombal o la mexicana Elena Garro.
Con todo, dice no estar de acuerdo con la afirmación de que lo mejor que se está escribiendo ahora es de mujeres. “Las mujeres representaban una minoría y, cuando una minoría irrumpe, trae puntos de vista e historias nuevas que se leen con frescura, ganas y necesidad, y eso hace que el foco se ponga ahí, pero no porque escriban mejor”.
Schweblin debutó en 2002 con su primer libro de cuentos, “El núcleo del disturbio”. Con “Siete casas vacías” (2022) ganó el premio National Book Award para una obra traducida en Estados Unidos y fue dos veces semifinalista y una finalista al prestigioso Booker Internacional.
Traducida a 40 idiomas, sus cuentos se publicaron en The New Yorker, Granta o The Paris Review; el New York Times la comparó con David Lynch y su primera novela, “Distancia de rescate” (2014), fue llevada al cine por Claudia Llosa para Netflix.
Su editora en Seix Barral, Elena Ramírez, aseguró que pocas veces una autora suscita tanta unanimidad, y recordó que, entre sus lectores, figuran otros escritores de prestigio como George Saunders, Lorrie Moore, Siri Huvsted, Amy Hempel, Enrique Vila-Matas, Leila Guerriero o la reciente premio Nobel Hang Kang.
Sobre su proceso de escritura, dijo hoy que las imágenes están muy presentes y la ponen en marcha, pero hay algo previo mucho más importante. “Estandarizamos los sentimientos, pero lo que sentimos es terriblemente específico”, señaló la autora, que sospecha que la razón por la que escribe es descifrar “una serie de comandos” para instalar ese sentimiento tan específico en alguien más.
A veces, como en el relato “La mujer de Atlántida”, puede tardar más de un año en conseguirlo. El libro entero lo escribió en tres años. “El lenguaje es incómodo, nos hace lo que somos y a la vez siento que nos falla todo el tiempo, decir lo que estas pensando es casi imposible”.
Schweblin llega con este libro al catálogo de Seix Barral, que inicia también la recuperación de su fondo con la publicación de “Distancia de rescate”; y en abril llegarán “Pájaros en la boca” y “Kentukis”.
(Fuente: eldiario.es / Agencia de noticias EFE)
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