

Historias Reflejadas
“Voces rescatadas”

Voces rescatadas
Somos un punto en la trama del universo. Un punto atrapado en las líneas del tiempo, enredado en sus hebras, simultáneas y eternas. El pasado se ovilla en el presente y arrastra a un futuro incierto, en el que llevaremos la esencia de lo que hemos sido.
El viento empuja verdades que ayudan a comprender los males que nos habitan. Una y otra vez, se atreve a conducirnos en el tren de la existencia.
Pasos callados, voces silenciadas, el llanto que expande las penas guardadas en la memoria, los cuerpos que, mutilados de recuerdos, viajan hacia otros mundos, más sutiles, en los que sobrevuelan los aromas que nos pertenecen, en los que es posible encontrase para regresar con las palabras olvidadas en la boca. Son esas palabras las que nos ayudan a salir de los repliegues, a deshacernos de las capas que nos protegieron de los fantasmas.
El eco repite una letanía interminable, la historia se repite, los hilos se cruzan y en la gran madeja del tiempo brilla el verbo capaz de liberar el silencio.
Somos un punto en la trama del universo y nuestra voz es capaz de desandar la historia para rescatar el recuerdo.
Andrea Viveca Sanz
Se reflejan en esta historia: “Tejo, juego de historias”, de Conrado Bocco; “Capsicum”, de Tavie Mariani; “Aroma de manzanillas”, de Susana Vaquero; y “Kamchatka”, de Marcelo Figueras.

Historias Reflejadas
“Palabras liberadas”

Palabras liberadas
Hilos de letras se entrelazan para contornear los fragmentos del alma que calla y prefiere el olvido.
Detrás, un vacío tácito, cargado de sombras, deja escapar las sílabas que se convierten en voces escritas.
En los espacios intermedios, allí donde se resguarda lo negado, nace el deseo de dejar caer las máscaras que constituyen la trama del silencio.
Existen fisuras por las que emergen apuradas las sensaciones dormidas, trozos diminutos capaces de convertirse en historias.
Un vaivén de sensaciones estalla y se multiplica en imágenes delimitadas por palabras que logran contenerlas en un abrazo de líneas.
Todo vibra y el ser se deja arrastrar para dar lugar a la fermentación de lo viejo y transmutarlo.
Gotas de tinta derramadas en busca de libertad, no de la propia sino la de quien escribe, se vuelven densas en las formas que las obligan a avanzar o retroceder.
Hay un punto de quiebre, ruptura de aquello que no pudo ser, espejos enfrentados que muestran a lo lejos tan solo una sombra de lo que hemos sido.
Palabras liberadas fluyen para contar aquello que hemos olvidado y provocan en el alma la alquimia de un recuerdo.
Andrea Viveca Sanz
Se reflejan en esta historia: “Pintar el tiempo”, de Sara Bonfante; “En breve cárcel”, de Sylvia Molloy; “En el eterno sur”, de Magalí Varela; y “El secreto de Jane Austen”, de Gabriela Margall.
Historias Reflejadas
“Secretos en paz”

Secretos en paz
En un retazo del pasado están guardados los secretos. Desde allí, emergen los oscuros pensamientos que saltan a través de las generaciones y atan las historias construidas con tensos hilos de odio.
Una telaraña de broncas atrapadas enreda los corazones engañados y los atrapa en una red de sufrimientos imaginados, reflejados en rostros mudos de emociones.
Una maraña de miserias y mentiras inmoviliza el aire y lo hace denso. La crueldad enquistada en el alma supura y, más tarde, se convierte en lamento.
En los límites del miedo, agazapadas en un rincón doloroso de la existencia, se ocultan las palabras capaces de abrir las heridas que, en silencio, buscan la venganza.
Una batalla de ideas y sensaciones estalla detrás de la oscuridad de los secretos, gérmenes de las mentiras y de las traiciones perpetuadas en el tiempo.
Los mandatos se desdibujan detrás del amor que desata las cadenas y libera de la prisión a aquellos que se encuentran en una callada guerra contra sí mismos.
Hay que atravesar los límites de la resistencia y atreverse a cruzar las barreras del odio para aprender a mirar con ojos nuevos, despojados de la ceguera del rencor.
Sólo en el olvido es posible encontrar la paz.
Andrea Viveca Sanz
Se reflejan en esta historia: “El infierno en tu piel”, de Camucha Escobar; “Secreto bien guardado”, de Viviana Rivero; “En alas de la seducción”, de Gloria Casañas; y “El cuerpo prohibido”, de Cynthia Wila.
Historias Reflejadas
“Cruces de amor”

Cruces de amor
Hay una exquisita convergencia de hechos casuales que se enredan en los laberintos de la vida.
Allá abajo, en los túneles del silencio, aparece abrupto el atajo que produce una ruptura en nuestro tiempo.
Sobre un margen de la existencia, es posible encontrar los vestigios de un amor negado, convertido en páginas amarillentas de dolor y de olvido.
Marcas invisibles cargadas de sentido convierten en eternas las cosas que ya fueron destruidas, incapaces de permanecer en la quietud de un retrato en el que los deseos se congelaron cómplices sobre un papel, mudo testigo de sentimientos callados.
Existe un surco en el que alguien enterró su culpa y siguió su camino, mientras en la oscuridad de un minuto colgaba tiesa la angustia de otro.
Cruces y ramificaciones en los senderos vitales, encuentros posibles que son desencuentros, miradas engañosas que precipitan en locura, forman parte de una trama diversa, cuyos hilos tejen el futuro de aquellos que juegan.
Sin embargo, en una bifurcación del destino, es el amor el que direcciona los pasos de quienes, de una manera u otra, estaban destinados a encontrarse.
Andrea Viveca Sanz
Se reflejan en esta historia los siguientes cuentos: “Amor ciego”, del libro “Amor ciego y otros cuentos” de Florencia Ghio; “El prometido”, de Gloria Casañas; “Bella y lisonjera” y “Las cartas de Anetta”, del libro “Arroyo de cenizas” de Sara Bonfante; y “Caballos”, de Marcelo Birmajer, y “Manuscrito hallado en un bolsillo”, de Julio Cortázar, ambos del libro “Cuentos de encuentros y desencuentros amorosos”
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