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Literatura

La novela de espionaje en Argentina

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Por Luis Carranza Torres (*)

La novela de espionaje, a veces ubicada dentro del género del suspenso como thriller político y otras como una subespecie del policial, ha surgido y desarrollado en paralelo a la creación y vaivenes de los primeros servicios de inteligencia.

Es, quizás, la única rama literaria que exhibe ese ida y vuelta, con sus mecanismos de alimentación y retroalimentación respecto del hecho histórico y social del cual alimenta sus tramas. Los grandes galanes o mujeres acaparadoras de corazones no escriben romance, ni a los símbolos sexuales de las distintas épocas se les ha dado por escribir cuento o novela erótica. Pero sí muchos de los escritores del ramo del espionaje han pertenecido a servicios de inteligencia. 

William Tufnell Le Queux, uno de los creadores del género, William Somerset Maugham con la colección de relatos “Ashenden: or the British Agent” (una de las primeras obras basadas en experiencias reales de espionaje), David Cornwell, más conocido por su nombre de pluma John le Carré, Ian Fleming con su “James Bond”, Graham Greene o, más contemporáneamente, Jason Matthews, con su trilogía de novelas “Gorrión rojo”, son pruebas de eso.

Quizás la necesidad de retratar de modo verosímil un mundo secreto influye en ello, tanto respecto de escritores como también en la adhesión de los lectores al género. Por caso, fue un género tremendamente popular durante la Guerra Fría, que luego de la caída del Muro de Berlín decayó en interés.  

Quizá el primer autor en el género es el estadounidense James Fenimore Cooper con “El espía” (1821), cuya trama ambientada en la Guerra de Independencia de ese país relata una historia de contraespionaje. Fue también el primer “best seller” del género, con gran suceso de ventas, que lo hizo un autor reconocido. Un rasgo que se repetiría no pocas veces en el siglo XX con la consagración del género a nivel popular.

“Une ténébreuse affaire”, en su idioma francés original (“Un asunto tenebroso”) fue una novela de Honoré de Balzac publicada en 1841, originalmente en forma de entrega en Le Journal du Commerce. Se trata de una de las Scènes de la vie politique en La Comédie humaine, cuya trama se desarrolla en el periodo de transición que va desde la Revolución y el Terror a la asunción del poder por Napoleón Bonaparte en Francia. Trata temas como la lucha por el poder, la manipulación política, el papel de la policía secreta y la caída de la antigua nobleza.

Si bien es una novela compleja que combina elementos de novela policiaca, espionaje y realismo, indudablemente presenta en la profundidad de los personajes y eventos el perfil psicológico propio del género por primera vez. 

Son textos en donde la frontera entre lo policial y el espionaje no siempre se muestra claro. Incluso algunos relatos de “Sherlock Holmes”, que se han leído como novelas policiacas, son sin embargo ya un ejemplo temprano del género; por ejemplo, la “Aventura del tratado naval” (1893) y la “Aventura de los planos de Bruce-Partington” (1908), en que el detective protege secretos británicos de vital importancia de espías extranjeros, fungiendo en la última hasta como un agente doble.

A inicios del siglo XX se produce el afianzamiento del género, de la mano de la creciente tensión entre las potencias de la época que conducirá a la Primera Guerra Mundial. Si “Kim” (1901), de Rudyard Kipling, mostró el exotismo de lugares lejanos que sería una constante en el genero, “El agente secreto” (1907), de Joseph Conrad, desarrolló ese contexto histórico general y del personaje en particular, con sus consecuencias tanto para los individuos como para la sociedad. En 1908 se publicó una de sus primeras parodias en “El hombre que fue Jueves”, de Gilbert Keith Chesterton. Por su parte, el “Enigma de las arenas” (1903), novela de Robert Erskine Childers, definió los rasgos de ese tipo de novelas.

En cuanto a nuestro país, probablemente sea Robert Arlt el primero que incursionó en el género. Hacia fines de la década de 1930, en el tensionado mundo de entreguerras, entre 1937 y 1940 publicó varios cuentos del género en revistas como El Hogar y Mundo Argentino

“La aventura de Baba en Dimish esh Sham” (1937), “La doble trampa mortal” (1937), donde un teniente llamado Ferrain es asignado por su jefe a matar a una espía llamada Estela, “La cadena del ancla” (1938) y “Espionaje” (1938), son los más significativos

Relatos estereotipados (como las narraciones policiales), las aventuras de espías de Arlt en cuentos como ‘La doble trampa mortal’ y ‘Espionaje’, presentan figuras y funciones tipificadas que responden a los modelos genéricos: el detestable traidor, la bella espía, la imagen (maquiavélica, a veces), del espía jefe o del viejo espía y, también, el sujeto corriente o ajeno a las actividades secretas que se ve inmerso en una aventura conspirativa (Veraldi 1983: 20). Efectivamente, si hay un tópico de la literatura de espionaje retomado muy insistentemente, es el del ciudadano honesto y común que se ve arrastrado en un episodio de espías, tema que, en un cruce con el exotismo africano del espacio representado aparece en ‘La aventura de Baba en Dimish esh Sham’“, nos dice Laura Juárez, en su trabajo “¿Quién espía a quién? Roberto Arlt y los relatos de espionaje internacional”, presentado en el II Congreso Internacional Cuestiones Críticas.

Jorge Luis Borges, cuya obra narrativa está integrada de forma abundante por todos los elementos emblemáticos de la literatura de espionaje, tales como el enigma, la conspiración, las verdades ocultas, los laberintos intelectuales, los códigos secretos y los juegos de doble identidad, en cuentos como “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius” (1940), “El jardín de senderos que se bifurcan” (1941) o “La muerte y la brújula” (1942), y hasta cultivó el género policial, primo hermano del de espías, nunca escribió al respecto.

Otro tanto ocurre con Adolfo Bioy Casares. Sin escribir en el género, su obra presenta elementos psicológicos del mismo. “La invención de Morel” (1940), desde la ciencia ficción, emana misterio y una sensación constante de vigilancia y paranoia. Todo eso resuena con el clima psicológico del espionaje. En “Plan de evasión” (1945), aparecen cuestiones como la manipulación de la percepción y el control mental, propias de un thriller de inteligencia.

Si la novela “Exocet” del autor inglés Jack Higgins, aparecida en 1983, tiene que estar aquí, lo dejamos al juicio del lector. No es literatura de espionaje argentina, pero sí se refiere a nuestro país, con incluso un protagonista argentino. Durante la Guerra de Malvinas, un piloto argentino deberá conseguir en Europa más de esos vitales misiles antibuque y una agente inglesa buscará impedirlo. 

Otro tanto podemos decir de “El cónsul honorario” de Graham Greene, también inglés, publicada diez años antes, en 1973. Ambientada en la ciudad de Corrientes, dedicada a Victoria Ocampo, mezcla política, religión y dilemas morales, con el intento de secuestro de un embajador estadounidense como punto central de la historia.  En este caso, nuestro país es simplemente el decorado para una trama típica y atemporal del autor.

“A sus plantas rendido un león”, de Osvaldo Soriano de 1986, se inscribe dentro de las parodias del género. Ambientada en áfrica, un cónsul argentino se alía con personajes tan extraños como pintorescos para desatar una revolución socialista en el país de Bongwutsi que perjudique a los britanos.

Continuará en esa senda de la parodia del género con “El Ojo de la Patria”, en 1992. A Carré, un agente confidencial vernáculo que vegeta en París, se le encomienda encargarse del transporte y entrega del Milagro argentino, el cadáver resurrecto y robotizado de un prócer histórico de la argentina. A la par de la crítica política a los personalismos, es también un homenaje, en los nombres de los personajes, a los autores globales del género.

“Papeles perdidos”, de Alfredo Abarca publicado en 1988, es a mi juicio la primera novela de espías bajo canon clásico de la literatura argentina. Retrata las vicisitudes de un oficial del ejército, asignado a la Secretaría de Inteligencia de Estado, que debe investigar las presiones de un grupo empresario para que se dicte una resolución aduanera que los favorece. Por la temática, la descripción de los organismos de inteligencia telúricos, y el tratamiento psicológico de los personajes, nada tiene que envidiar a los referentes por la época, del “espionaje realista” como Len Deighton o Ken Follet.

La trilogía “Caballo de fuego” (París-Gaza-Congo) de Florencia Bonelli, escrita entre 2011 y 2012, si bien incorpora elementos del mundo del espionaje, es básicamente una historia romántica. Otro tanto podemos decir de “Aquí hay dragones”. Pero estamos hablando de un tiempo, principios del siglo XXI, donde las fronteras entre los géneros se desdibujan, por lo que puede ser opinable. 

En 2014, la novela “El puñal”, de Jorge Fernández Díaz, pondrá al género de nuevo en el escalón del best seller. “Dura, negra, violenta, desencantada y apasionante novela. El puñal es tan argentina que estremece”, Dirá sobre ella Arturo Pérez-Reverte

“El Juego de las Dudas”, que ganó la II Edición del premio Leer y Leer como mejor novela de suspenso en 2015, fue uno de los aportes de quien esto escribe al género. Nada es demasiado real en la vida de una persona común cuando tiene algo que preocupa a los poderosos del mundo. Una historia de suspenso y engaño, entre Eloisa y Simón, un amor tortuoso de dos seres heridos, entre Florencia y Buenos Aires, con la CIA y la KGB asomando la nariz por uno de los inventos que revolucionaron al mundo y a las computadoras a inicios de 1970.

Reincidiríamos en el género en 2023 con “La Traidora”, la historia de una joven en la Londres de 1982, durante la Guerra de Malvinas, mitad argentina y mitad británica, cuya viva se halla estancada en lo emocional y laboral en el ministerio de defensa inglés, que debe tomar partido en el conflicto que estalla, merced a la propuesta de un hombre misterioso. 

Como puede verse, el género en nuestro país tiene sus obras, de modo recurrente, como también los elementos propios de las novelas de espías se presentan en otro tipo de historias. Algo no muy advertido, como suele ocurrir con las acciones del espionaje de carne y hueso.

(*) Abogado y escritor / Especial para Contarte Cultura

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Abre la convocatoria a la sexta edición del Premio Estímulo a la Escritura

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La sexta edición del Premio Estímulo a la Escritura abrió su convocatoria para las categorías Narrativa, Narrativa breve, Guion y Dramaturgia. El concurso está dirigido a autoras y autores de 20 a 40 años de todo el país a presentar obras en proceso de creación.

El Premio es una iniciativa que, desde 2020, llevan adelante la Fundación Bunge y Born, la Fundación Proa y el diario La Nación.

En cada categoría, el Premio Estímulo es de $1.800.000, destinado a apoyar el proceso de escritura de los autores y la concreción de la obra. Además, se otorgarán menciones a los proyectos que se destaquen.

La convocatoria está abierta hasta el 31 de agosto.

El jurado está integrado por cuatro destacadas figuras de la cultura argentina: la directora y guionista Lucrecia Martel, autora de una de las filmografías más influyentes del cine latinoamericano contemporáneo; el escritor, ensayista y crítico Luis Sagasti, cuya obra cruza literatura, música e historia con una prosa reflexiva y singular; la dramaturga, directora y actriz Mariana Chaud, reconocida por su obra teatral aguda y original y el periodista, editor y escritor Héctor Guyot, jefe del suplemento Ideas del diario La Nación.

Los autores que hayan obtenido un premio o una mención asistirán al programa de Clínicas de escritura coordinadas por el escritor mexicano Álvaro Enrigue y la escritora argentina Virginia Cosin.

Las Clínicas de escritura son una instancia central del certamen, orientada a acompañar y potenciar el desarrollo de obras inéditas de autores emergentes en Argentina. Son un espacio de formación, acompañamiento y experimentación, donde los autores seleccionados trabajan sus proyectos con el apoyo de escritores consagrados, en un entorno que promueve el crecimiento creativo y el intercambio profesional.

Cómo participar

Las bases y condiciones pueden consultarse en el sitio web todoslostiempos.org

Asimismo, próximamente se anunciará la realización de una sesión informativa virtual. En ese encuentro se presentarán los lineamientos de la convocatoria y se dialogará con autores premiados en ediciones anteriores.

Acerca del premio

Desde su creación en 2020, el Premio Estímulo a la Escritura, coorganizado por la Fundación Bunge y Born, la Fundación Proa y el diario La Nación, ha recibido más de 6.000 proyectos de obra. En estos años se ha consolidado en la escena cultural como un espacio de referencia para el acompañamiento y proyección de autores emergentes en la etapa temprana de su producción literaria. Su objetivo fundamental es alentar el desarrollo de nuevas voces y narrativas a lo largo y ancho del territorio argentino.

(Fuente: Mariana Hunt – Prensa)

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Caparrós recibió el título Honoris Causa de la Universidad de Buenos Aires

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La Universidad de Buenos Aires (UBA) distinguió al periodista y escritor Martín Caparrós con el título de Doctor Honoris Causa, el máximo reconocimiento académico que otorga la institución. La entrega se realizó en un acto llevado a cabo en la Facultad de Filosofía y Letras, donde se valoró su destacada trayectoria en los campos del periodismo, la literatura y la cultura.

La ceremonia fue presidida por el rector Ricardo Gelpi, acompañado por el decano Ricardo Manetti y la vicedecana Graciela Morgade. También participó el escritor Daniel Guebel, quien estuvo a cargo de la laudatio, en un evento cargado de emoción y con fuerte presencia del ámbito académico y cultural.

Frente a un aula colmada, Caparrós recordó su vínculo de larga data con la UBA, que comenzó en 1968, cuando rindió el examen de ingreso al Colegio Nacional. “Mi relación con la Universidad de Buenos Aires empezó, si mal no recuerdo, el 5 de diciembre de 1968, a eso de las 9 de la mañana”, relató, con tono cercano y reflexivo.

Durante su discurso, compartió también una anécdota personal sobre el uso de su segundo nombre: “Mi primer nombre, Antonio, ya lo usaba mi padre, que era conocido en la facultad. No quería pasarme la vida aclarando que no era él, así que decidí llamarme Martín”. Esa decisión marcó el inicio de su camino como escritor y figura pública.

Además de los recuerdos, Caparrós ofreció una mirada crítica sobre el presente de la cultura en el país. “Es difícil medir un pequeño éxito personal en una sociedad tan arruinada”, sostuvo. Y agregó: “¿Qué son unos pocos libros en un país que cada vez lee menos y peor? Pero nos queda esta universidad”.

El autor de “Ñamérica” y “El Hambre” reivindicó el rol de la UBA como institución pública y gratuita, y destacó su vigencia: “Hace más de 50 años, cuando ingresé, estaba intervenida y tenía 100.000 estudiantes. Hoy se gobierna a sí misma y tiene 300.000. Sigue siendo una de las cien mejores del mundo y, sobre todo, un espacio de producción de saberes”.

En la resolución que fundamenta la entrega del título, el Consejo Superior de la UBA remarcó que Caparrós es “un reconocido periodista y escritor, distinguido en el ámbito nacional e internacional por su aporte a la cultura, las letras y la comunicación”. Con más de 40 libros publicados, su obra ha sido traducida a varios idiomas y ha recibido importantes premios.

Entre las distinciones que ha recibido figuran el Premio Konex (2004 y 2024), el Konex de Platino (2014), el Premio Ortega y Gasset de Periodismo, el Premio Ítaca de la Universidad Autónoma de Barcelona y el Premio Archiletras de la Lengua, entre otros. Por su trayectoria y compromiso intelectual, la Universidad de Buenos Aires resolvió distinguirlo con este título honorífico.

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Enero Editorial presenta sus novedades de julio

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“Por más que llueva”

“Por más que llueva” es una novela de iniciación que nos sumerge en la memoria emotiva y las contradicciones de Marcos, un joven porteño que enfrenta el derrumbe físico y simbólico de su figura paterna: su abuelo Germán. A través de escenas intensamente vívidas, Rodrigo Peralta construye una historia que oscila entre la ternura y la crudeza, el humor y la pérdida, y expone, sin edulcorantes, los procesos de maduración y duelo.

“Diario inútil”

“Diario inútil” no es un libro que se lea de corrido: se atraviesa. Como quien transita una ciudad sin mapa. Es un intento —uno más— por fijar lo que ocurre mientras ocurre. Un registro a destiempo de pensamientos que irrumpen sin permiso, de escenas mínimas, de perplejidades humanas y certezas que se deshacen al primer párrafo. No hay recorrido lineal, hay tránsito. No hay moraleja, hay ecos. Ricardo Añez Montiel no escribe para complacer ni para impresionar. Escribe como quien camina en círculos alrededor de algo que no logra nombrar del todo, pero cuya presencia se impone. ¿Y si lo importante no fuera llegar, sino demorarse en los bordes?¿Qué es lo que nos define?, ¿la tierra que nos vio crecer o aquella en la que construimos nuestra vida adulta?

“Las vueltas”

Elena dejó Italia en su juventud para perseguir el sueño de ser periodista y, desde entonces, vive en Argentina donde formó una nueva familia. Cuando la salud de su padre la obliga a un viaje repentino, comprende que ha quedado atrás el tiempo en el que volver a casa significaba encontrar refugio. ¿Qué es lo que nos define?, ¿la tierra que nos vio crecer o aquella en la que construimos nuestra vida adulta? “Las vueltas” es una novela de Barbara Galantino que invita a la reflexión sobre la distancia, los vínculos y el paso del tiempo. Es el viaje íntimo de una mujer en búsqueda de un equilibrio entre dos mundos.

“La profecía de Ovidio”

En los cuentos de “La profecía de Ovidio”, la realidad se agrieta y, por allí, se cuela lo insólito, lo inquietante, lo improbable. Juan Pablo Pizzi compone una narrativa donde lo familiar se desliza lentamente hacia un territorio impredecible, como si el mundo, de pronto, revelara su costado más extraño. Cada relato desestabiliza, desplaza. La rutina cotidiana se ve alterada por sucesos que bordean lo fantástico, lo alucinado o lo absurdo, aunque siempre con una lógica interna precisa, casi inevitable.

“Otoño en sepia”

Dijo Luciano Lamberti: “Pelletieri, que es un poeta, cuenta historias como poemas: con frases musicales, con oído para lo coloquial, con una capacidad de observación apabullante. Muchos de estos cuentos son iniciáticos: cuentan el paso de la infancia a la madurez a través de un proceso de dolor. Esas experiencias son, en general, políticas: de una u otra forma es la Historia la que determina la vida privada de sus protagonistas, arrancándolos de su lugar. Por último, los cuentos de “Otoño en sepia” trabajan fuerte con el espacio, que termina siendo un personaje más.”

(Fuente: Andrea M. Vázquez – Ave Fénix Comunicación)

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