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Un paseo por “Inadmisible”, la novela de Mariano Rodríguez en donde ficción y realidad se fusionan

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Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //

Una misión busca abrir viejas puertas, indagar acerca del pasado, despertar preguntas. Es una misión que intenta espiar, sumergirse en los recovecos del tiempo para encontrar las respuestas.

En un largo camino de investigación, el periodista y escritor Mariano Rodríguez bucea en las huellas de la historia para dar vida a una trama donde la ficción y la realidad se funden, palabras adentro, para dar vida al amor.

En diálogo con ContArte Cultura, el autor cuenta acerca de su propio recorrido para llegar al corazón de “Inadmisible”, obra editada por Del Fondo Editorial, donde cada pista abre una puerta.

—Vamos a comenzar esta charla haciendo foco en el nombre de esta novela que busca bucear en una parte de la historia mundial y de nuestro país. ¿Cómo llega este título que es la puerta de entrada a tu obra?

—El título de la novela me gustó porque es fuerte, una sola palabra, fácil de memorizar, y es impactante también. Y al mismo tiempo responde a que durante el proceso de investigación, de escritura, me fui topando con información que para mi era inverosímil, increíble. Que los más altos rangos militares de los nazis hayan estado ocultos en Argentina, entre ellos los propios Adolf Hitler y Eva Braun, al amparo del gobierno de turno, codeándose con la sociedad de Bariloche de ese entonces como si fueran uno más, y habiendo sido quienes llevaron adelante crímenes de guerra, asesinatos masivos, ni hablar de todo lo que fue la persecución nazi a lo largo del mundo. Entonces me parecía que era inadmisible que estos asesinos y personajes nefastos de la historia mundial estuvieran al amparo del gobierno de Edelmiro Farrel, quien estaba de presidente en Argentina cuando llegaron en 1945, y Juan Perón como Ministro de Guerra, que al año siguiente asumiría la presidencia. Entonces el título se compone justamente de todos estos aditamentos. Primero me parecía que era impactante para una novela que busca serlo, no sólo por la investigación periodística, sino también por la trama que lleva a los personajes a vincularse, donde hay amor, donde hay misterio, donde hay también ribetes policiales. Todavía me sigue pareciendo inadmisible, pese a todo lo investigado y el conocimiento de la causa, la desclasificación de archivos y demás, que esto haya ocurrido en Argentina.

—Y porque todo tiene un principio, una semilla que le da vida, nos gustaría saber cuál fue el germen de esta novela. ¿Cómo y cuándo surge esta historia en vos?

—Todas mis novelas, todos mis libros, parten de una iniciativa propia y de una curiosidad por saber más del tema que me interesa, que intento desarrollar, y que sea atractivo también para el lector. Hace tiempo que giraba en mi cabeza mucha incertidumbre sobre la llegada de los nazis a Argentina. Había escuchado historias que eran increíbles y de las que no podía dar fe, así que me dije “tengo que investigar, tengo que conocer un poquito más”. Ahí me puse el traje de periodista y comencé a entrevistar a historiadores, a otros autores que ya habían ido sobre los rastros de los nazis en la Argentina, como el propio Abel Basti o Nicolás Gilardi, quien escribe para Infobae y había tenido bajo su responsabilidad la redacción de artículos sobre los nazis en nuestro país. Así fueron surgiendo informaciones que venían de distintos estamentos, y de ese modo me fui generando una idea de lo que fue pasando en esos tiempos y tratando de recrear las vivencias que había rescatado, que habían llegado a mí por personas que vivían y residían en la zona y que me contaban sus testimonios. Pero siempre parto de la base de que el tema tiene que interesarme a mí. No podría escribir sobre algo que no me resultara atractivo, porque tampoco lo podría hacer interesante para los lectores si yo no los encaro con la pasión, las ganas y el deseo de saber más y poder contarlo.

—¿Qué caminos de investigación tuviste que llevar adelante para construir la trama narrativa?

—Los caminos fueron varios. La consulta, como contaba anteriormente, con algunos historiadores que han indagado muchísimo sobre el nazismo en Argentina y han documentado también. Me nutrí de esos valiosos aportes. La verdad es que me fue muy sencillo, porque en cada lugar donde comentaba que estaba escribiendo un libro sobre el nazismo en Argentina, todos tenían alguna historia. Recuerdo una vez que salía de hacer el servicio informativo de radio Continental, a las 6 de la mañana y me tomé un taxi —en ese momento estaba en pleno proceso de escritura en donde uno se va nutriendo de todos los canales por donde puede buscar, indagar, conocer— y estaba viendo un documental en YouTube sobre el nazismo. El conductor escuchó y me preguntó, y al enterarse en que andaba me contó una anécdota que le habían relatado sobre que en el cementerio de la Recoleta en un momento se hizo una ceremonia muy íntima, para muy poquita gente en el más absoluto de los secretos, y se pasó una canción para despedir al féretro que era la preferida de Hitler, hecho que provocó un revuelo muy grande. Y así se dio con muchas otras historias que yo desconocía y situaciones que se fueron repitiendo a lo largo de la investigación. Como el caso en que siendo profesor de una materia en el ISET 18, en la carrera de Locución, una alumna me contó que procedía de Bariloche y que allí había una hostería que todos los meses de abril, en el día en que se cumple el nacimiento de Hitler la cerraban y lo conmemoraban. Así me fui nutriendo de cosas que volqué en el libro, además de lo que pude recabar a través de internet o de otros testimonios, como el de Carlos Perciavalle, quien dice que junto con China Zorrilla, en el hotel El Casco de Bariloche, fueron invitados por los dueños a acompañarlos en una velada y se toparon con Hitler y Eva Braun. Hay muchas cosas que se han dicho y que son muy difíciles de comprobar, pero todo está volcado en el libro. Siempre la premisa es no convencer a nadie. En este caso, que cada uno lea Inadmisible y que después saque sus propias conclusiones, más allá de mi convencimiento y que la historia parte de que descreo de lo que cuenta justamente la historia oficial acerca de que Hitler se suicidó junto a su mujer en su búnker de Berlín.

—A lo largo de las páginas tus personajes recorren espacios que tienen su propia historia, ¿realizaste esos recorridos mientras escribías?

—Algunos lugares pude visitarlos previamente, como el Hotel Edén de La Falda, donde indagando en su historia caigo en la cuenta que no sólo ese hotel fue importante para que Hitler existiera y el nazismo fuera lo que terminó siendo a lo largo de su historia, sino para la Argentina misma. Desde ese hotel, que era de capitales alemanes y cuyos dueños eran los matrimonios de los hermanos Walter y Bruno Eichhorn, se enviaban los fondos, o parte de estos, a Berlín para ayudar a la campaña política del führer. A veces no dimensionamos, pero en Argentina se gestó parte de lo que fue la operación nazi, tal vez sin saber en lo que podría llegar a convertirse con el paso del tiempo. Así también se presume que Hitler visitó en un par de oportunidades ese hotel y que allí estuvo alojado, más precisamente en el casco central en donde vivían los propietarios. Además también está el Hotel Gran Viena, en la localidad de Miramar de Ansenuza en Córdoba, sobre la vera de la laguna Mar Chiquita, que también pude conocer tiempo después. En Bariloche recorrí algunos lugares previo y post escritura del libro, entre ellos el hotel El Casco, el Club Andino, algunos sitios que yo menciono en el libro y por los que los nazis fueron dejando huella. También el colegio Primo Capraro y varios lugares donde se fue entretejiendo la historia y fui reconstruyendo el rompecabezas. Siempre me gusta, si puedo hacerlo, visitar los lugares previamente al proceso de escritura, conocer a las personas, tratar de indagar. Eso es lo que hace que las historias que escribo sean tan reales.

—¿Cómo fue el proceso de construir a Elkin y Agnes?

—Elkin fue el primero que apareció en mi cabeza. Necesitaba encontrar un personaje fuerte, osco, infranqueable, como para que fuera quien llevara adelante esta investigación y que en su persona yo pudiera ir contando todos los detalles de la misma. Pero no me alcanzaba con eso, también necesitaba encontrarle una persona que lo pudiera movilizar, que pudiera vulnerar justamente su personalidad y hacerlo bajar la guardia, y así generé a Agnes, una mujer hermosa que si bien es argentina es de ascendencia alemana, lo que generaba un montón de controversias en cuanto a la investigación que el ruso desarrollaba en nuestro país: ni más ni menos que desmitificar y recorrer los últimos pasos de Hitler y de los nazis en Argentina. Entre ellos se entreteje una delgada línea entre confianza, amor y también traición, y creo que es lo que hace que el personaje de Elkin se vuelva tan fuerte, apuntalado por Agnes, que no solo se enamora de él, sino que lo acompaña en un gran tramo de la investigación, haciéndolo un poco más humano.

—Como contabas, a medida que se avanza en los misterios de la realidad también crece una historia de amor en la ficción. ¿Pensaste en algún final diferente para la pareja protagonista?

—A medida que se fue construyendo la historia, tuve al personaje principal, Elkin, al que se le anexó Agnes, y con el correr de los capítulos surgió el nombre de la novela, Inadmisible. Pero cuando fui llegando al final, este cambió tres veces. Entiendo que eso enriqueció el texto, porque le fue dando giros inesperados a la trama que a mí mismo me fueron sorprendiendo. Iba a terminar de una manera, pero se me ocurrió que la elegida era la más simple que se podía dar y entonces busqué complejizarla un poco más. Así lo hice en dos ocasiones hasta alcanzar el final definitivo, que entiendo que es el que mejor cierra la historia, porque lleva al lector a elucubrar distintas hipótesis de qué es lo que pueda haber pasado en esos momentos. Fue muy atractivo para mí cómo se fue generando la historia y cómo esos cambios en los finales enriquecieron la obra.

—Decíamos que la realidad y la ficción se rozan todo el tiempo en tu novela, al punto de ensamblarse una con la otra, ¿De qué manera trabajaste para lograr esa fusión?

—Para mi siempre hay una línea muy delgada entre realidad y ficción. Trato de respetar con la mayor seriedad y veracidad posible el transcurso de los hechos en tiempo y forma, cronológicamente, y también prestando atención a los sucesos tal cual se dieron, sean estos buenos o malos, trágicos en la gran mayoría de los que abordo en mis libros. Para lograr esa fusión, primero tengo que conocer al detalle el tema para después saber cómo lo vinculo con la ficción y no apartarme de lo que realmente ocurrió. Esa es una constante y un común denominador en mis novelas, porque así me lo propongo. El que lea mis historias se va a encontrar con una trama de ficción pero que va a ir amparándose al detalle de lo que fue la realidad, o por lo menos la realidad a la que tuve acceso y pude indagar a través de las herramientas que me ha dado el periodismo en todo este tiempo. Por eso creo que hay una línea muy delgada entre ambas que al lector le cuesta descubrir al ir siguiendo la trama, saber si eso ocurrió realmente o si es parte de la ficción, y es lo que lo hace ir a indagar. Y no es una suposición, sino que me lo han contado varios lectores y lectoras a lo largo de este camino recorrido en la literatura y es algo que me genera mucho placer, porque quiere decir que el objetivo se cumplió. Yo no hago un libro de historias, no hago un manual Santillana de mis novelas, pero sí van a enterarse de un montón de cosas aunque les cueste darse cuenta, porque los datos estarán realmente vinculados y entretejidos con la trama de ficción que, en este caso, diseñé para Inadmisible.

—¿Recordás cuál fue el capítulo que más te costó escribir? Y en caso de ser así, ¿por qué creés que fue?

—Creo que todos los capítulos se fueron construyendo con el paso de las horas y con mis ganas y sensaciones. No soy de los escritores que se dice “la novela va a tener 20 capítulos y cada capítulo va a tener diez hojas, cinco, cuatro, tres…”. Voy escribiendo y cuando tengo la necesidad de generar un capítulo nuevo lo hago, y cuando tengo la necesidad de cerrarlo lo cierro. No entiendo de porcentajes o de cantidades, sí de que cuando la trama pide algo especial, un apartado, hay que aceptarlo, porque eso es lo que hace que las novelas sean bastante versátiles y diferentes unas a otras. Entonces no sigo un cronograma, no sigo una fórmula, voy detrás de mis sensaciones, de mi percepción, voy escribiendo lo que a mi me gustaría leer si fuera el que está del otro lado leyendo la historia. Creo que de esa manera se hace más genuina, distinta, y que también puede vincular al lector con la trama. Que no sea algo tan rígido en cuanto a lo gramático, a lo estructural, sino que vaya generando las mismas sensaciones que a mí me generó.

El periodista y escritor Mariano Rodríguez en la 48º Feria Internacional del Libro de Buenos Aires

—¿En qué proyectos estás trabajando actualmente?

—Me encuentro trabajando en la secuela de Inadmisible, que por supuesto no va a llevar el mismo nombre. Es la continuidad de la historia de Elkin Petrov y Agnes Gallinger con otra misión. En lo que se llamará El misterio de los cielos, el teléfono de Elkin suena nuevamente y hay un pedido imperioso y urgente para que se ocupe de una misión que solamente él puede resolver. Ahí el investigador, ya retirado, se debate entre volver o no y en su decisión el lector va a sentir que forma parte. El tema que le toca investigar es muy interesante, de hecho es uno de los misterios que todavía permanece sin resolver a pesar del paso del tiempo. Es la desaparición de un avión militar en el año 1965. Una nave de la Fuerza Aérea Argentina que desaparece en su vuelo de bautismo en Costa Rica y Elkin tendrá que utilizar todas sus herramientas para poder descifrar que pasó con el avión y con su tripulación, de la que nada se sabe. Este es un tema real que aún hoy en día el gobierno argentino y la Fuerza Aérea tiene una deuda pendiente con la sociedad, y principalmente con los familiares de quienes iban en ese vuelo, tanto los cadetes que egresaban de la Escuela Militar de Córdoba como el resto de los tripulantes. Creo que va a ser una historia muy conmovedora, basándose en otro hecho trágico y misterioso, en donde Elkin y Agnes tendrán que volver a ponerse el traje de investigadores y salir al ruedo. La idea es que el próximo año ya esté al alcance de los lectores.

—Para culminar, si pudieras elegir un objeto que represente el espíritu de tu novela, ¿cuál sería?

—No sé si hay un objeto que represente la novela, sí hay varios elementos que aparecen y que a lo largo de la trama son familiares por el lugar donde ocurren y por los personajes, como por ejemplo la infusión del té que Elkin tomaba muchísimo en Rusia y que, acostumbrado a eso, lo hace en tierras patagónicas. También el chocolate de Bariloche, que es uno de los más ricos y codiciados de todo el mundo amparado en recetas que llegan desde la vieja Europa. Y después los hoteles que formaron parte del esplendor de la belle époque argentina y que hoy en su mayoría están en ruinas. Mencionaba al principio el hotel de La Falda, que una parte se ha recuperado para turismo pero luego de varios saqueos que ha tenido que soportar a lo largo de la historia ha quedado desbastado en muchos sectores. El Hotel Gran Viena de Córdoba, el hotel Club Sierra de la Ventana, que ha sido uno de los más fastuosos no sólo de Argentina sino de América. Y así muchas cuestiones que van atravesando la historia y que creo que son elementos que sin ellos no sería lo mismo la trama de Inadmisible.

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Daniel Balmaceda vuelve con el increíble caso del primer secuestro de un cadáver en Argentina

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Aquel atardecer del 27 de junio de 1881 era especialmente frío en Buenos Aires. Florentino Muñiz, un español multifacético, formaba parte de la organización Los Caballeros de la Noche, liderada por el belga Alphonse Kerckhove de Peñaranda. Muñiz había decidido tomar café en un bar y, mientras leía el diario vespertino, sus ojos tropezaron con la crónica y una idea impensada hasta el momento: secuestrar el cadáver de la mujer más rica del país en ese entonces, Doña Inés Indart Igarzábal de Dorrego, del Cementerio de la Recoleta.

Así comenzó una trama sin precedentes en la historia y los orígenes del crimen en la Argentina, en manos de la primera banda de secuestradores del país. Sobre este caso policial que mantuvo en vilo y escandalizó a la sociedad argentina de fines del siglo XIX escribe Daniel Balmaceda en su último libro, “Los Caballeros de la Noche”.

El periodista, miembro de la Academia Argentina de Historia y uno de los más grandes divulgadores del país, narra la increíble -y fascinante-  historia de un grupo de inmigrantes europeos que conforman una banda delictiva, que actuaba de noche, se camuflaba de día (y con un reglamento propio), que llegó a robar un cadáver de la familia Dorrego para pedir rescate.

Tras bestsellers como “Grandes historias de la cocina argentina”, “Historias de la Belle Époque argentina” y “Sarmiento”, Balmaceda se anima a probar por primera vez con el género de narrativa histórica y vuelve a convertirse en uno de los libros que lideran los rankings de ventas desde su publicación. La historia que Balmaceda toca la convierte en oro.

“’Los Caballeros de la Noche’ es una narrativa policial histórica, pero es un paso intermedio hacia la novela”, dice Balmaceda en diálogo con Noticias Argentinas, y explica las razones: “Se trata de un hecho real, que tuvo lugar en 1881, y donde cada integrante de la banda que aparece en el libro participó en estos hechos. La novela es un género muy atractivo y, a la vez, alejado de la no ficción, en donde nos podemos dar el gusto de generar ambientes, escenarios, personajes y situaciones”.

El libro, que se publica por primera vez en simultáneo en Argentina, América latina y España, es el producto de más de cinco años de investigación, basado en material de todo tipo: “Es un caso policial apasionante y por eso me parecía que era una excelente oportunidad para enriquecer el ambiente con datos ilustrativos de la época y provocar en el lector una escenografía completa de estos hechos”, suma el autor.

“Los Caballeros de la Noche” recrea un período crucial de la Historia argentina, a finales del siglo XIX en Buenos Aires, marcado por importantes transformaciones políticas, sociales y económicas. La presidencia de Roca, la creación de la Policía Federal, liderada por Marcos Paz, y las descripciones y detalles de los palacios donde residían las familias adineradas de la ciudad, son elementos que sitúan al lector en la atmósfera de la época. El libro cuenta con el sello del autor: capítulos que llevan a una lectura encadenada e hipnótica.

“El policial hace el bosquejo muy completo de una sociedad”, define Balmaceda, en sintonía con una idea que supo expresar el escritor y periodista rosarino, Reynaldo Sietecase, cuando dijo que “una sociedad se muestra en un policial como en ningún otro género”. Y agrega: “El policial es un género que involucra acción, en muchos casos, acciones en la calle, personalidades distintas, diferentes clases sociales, conductas erradas”.

¿Cómo lograron sacar el féretro de la mujer más rica del país del Cementerio de la Recoleta? ¿Dónde lo escondieron? ¿Qué pedían de rescate?, son algunas preguntas que guían la narración de “Los Caballeros de la Noche”. Y, un interrogante fundamental: ¿Cuáles eran las estrategias para eludir a la recién creada Policía de la Capital?  Un plan más osado y con la víctima perfecta.

Una banda “confiable”

Tres italianos, dos franceses, un griego y un argelino, liderados por un belga, Alphonse Kerckhove de Peñaranda, y un español, Florentino Muñiz. Así estaba conformada la insólita banda de secuestradores, “Los Caballeros de la Noche”, que protagoniza el nuevo libro del periodista argentino.

El nombre no es casual, por varios motivos. La denominación, según explica Balmaceda a NA, estaba inspirado en la novela policial francesa “Les chevaliers de la nuit”, de Pierre-Alexis Ponson du Terrail -conocido por la creación del famoso personaje Rocambole-.

“Los Caballeros de la Noche fue una banda que se formó en Buenos Aires a comienzos de 1881 con la intención de delinquir y trascender por sus acciones, al punto de llegar a convertirse en la banda de más renombre de la región”, señala Balmaceda.

A su vez, hace referencia a la novela homónima y una arista más del misterioso nombre de la banda: “Su nombre era tomado de una novela francesa, pero implicaba otra cosa: que de día todos tenían trabajos habituales, como mozo, proveedor de farmacias, administrativo, pero por la noche se convertían en la banda de delincuentes. Su gran golpe fue el secuestro del cadáver de la mujer más rica de ese momento”.

El libro muestra esa doble cara: de día ciudadanos como cualquier otro, trabajadores y honrados; de noche, todo se transformaba en clandestinidad. “Los Caballeros de la Noche” practicaban el anonimato y la denominación por números, similar a lo que sucede en la serie “La casa de papel “o en la película “Perros de la calle”.

Este grupo tenía otra particularidad: estaba conformado por inmigrantes exclusivamente, no se aceptaban argentinos. ¿Por qué? Según cuenta en el libro, Kerckhove de Peñaranda y Muñiz, los líderes, no confiaban en los argentinos porque no eran de confiar. Incluso, generaron un reglamento de conducta para sus miembros, que constaba de 13 máximas, entre las que estaba una de las más sorprendentes: “Callar siempre con quien tienes que callar y lo que tienes que callar. Misterio, secreto y silencio, en todo, por todo y con todos”.

El libro de Balmaceda narra este fascinante caso policial en cuatro partes, sin embargo, la gran pregunta es cómo hizo esta banda para lograr el primer secuestro de un cadáver. Inteligencia, detalles, estrategia y saber aprovechar las oportunidades.

Un secuestro que no fue el último

Al leer “Los Caballeros de la noche” y los pormenores del secuestro de Doña Inés Indart Igarzábal de Dorrego, las relaciones con otros secuestros que cambiaron la Historia argentina se hacen ineludibles.

Por ejemplo, el secuestro del cuerpo de Eva Perón, en 1955, tras el golpe de Estado que derrocó al presidente Juan Domingo Perón. En junio de 1987, otro hecho generó una gran conmoción en Argentina: ladrones ingresaron al mausoleo donde estaba enterrado Perón, en el Cementerio de Chacarita, abrieron el ataúd y cortaron las manos del líder peronista.

Aunque estos episodios históricos resuenan en la lectura, Balmaceda separa el caso policial sobre el que escribe en su nuevo libro cuando dice que “’Los caballeros de la noche’ no tiene una relación directa con los casos mencionados porque no se trata de una acción política; es una acción meramente policial, independientemente de las posiciones políticas distintas de los que integraban Los caballeros de la noche”.

Y sigue: “Es un grupo de inmigrantes que decidieron en la Argentina de 1881 formar una banda y generar un gran golpe delictivo que los convirtiera en millonarios y el plan fue secuestrar un cadáver del cementerio de la Recoleta, que se trató de una situación escandalosa y sensacionalista, una palabra que no se utilizaba en ese momento, pero que describe a la perfección esa noticia”.

En “Los Caballeros de la Noche” hay otro hecho trascendente: la creación de la Policía de la Ciudad, bajo en mando de Marcos Paz. “Marcos Paz y sus comisarios eran admiradores del trabajo de Scotland Yard. La particularidad de la policía inglesa era que trabajaban en investigaciones policiales. Hasta ese tiempo, habían sido muy precarias, más producto de intuiciones, pero Scotland Yard trabajó de una manera más científica y más pintoresca”, explica Balmaceda sobre la relación de la flamante fuerza policial porteña y la inglesa.

Según señala el autor, en algunos casos, los detectives, para llevar a cabo su tarea, se quitaban los uniformes y usaban vestuarios que los camuflaran y eso lo copió nuestra policía. Eso mismo tomó como referencia la fuerza a cargo de Marcos Paz y que se detalla en el libro.

“Nuestros propios comisarios aparecían en casas de juego, prostíbulos, y también en la tarea para resolver este caso, disfrazados. Eso le daba un aspecto atractivo para los lectores de las crónicas policiales, que empezaban a tener ese estilo de narración más de crónica detectivesca”, apunta Balmaceda.

El mapa del crimen

 En “Los Caballeros de la Noche”, Balmaceda construye una suerte de recorrido por la Ciudad de Buenos Aires de 1880 y se convierten en otro punto destacado de su nuevo libro.

“Las ubicaciones geográficas tienen un atractivo en la historia real de ‘Los caballeros de la noche’ porque involucran muchos puntos de la Ciudad de Buenos Aires que hoy se mantienen o son muy reconocidos, inclusive en el aspecto turístico, como es el Cementerio de la Recoleta, donde se llevó a cabo el secuestro”, sostiene Balmaceda.

El divulgador de Historia aporta una clave sobre cuál fue el mayor detalle que facilitó el secuestro del cadáver, el eje de su libro, en la conversación con NA. “En ese momento, en los meses que tiene lugar la historia, el cementerio estaba en remodelación y, como lo vemos hoy, es producto de aquella obra de refacción y remodelación”. Ese pequeño -gran- detalle facilitó el trabajo de la banda de secuestradores.

Pero ahí no termina el recorrido que propone el libro. A pocos metros del Teatro Colón se encontraba el Palacio Miró, el lugar en el que Inés Dorrego, la viuda de Mariano Miró e hija de la mujer cuyo cadáver fue secuestrado, recibió la noticia.

“El Departamento de Policía también tiene mucha importancia porque allí se concentraba todo el trabajo de la fuerza comandada por Marcos Paz, el primer jefe de la Policía de la Capital, a un costado del Cabildo de Buenos Aires, hacia el lado de la Catedral”, puntualiza Balmaceda y agrega otro punto en el mapa porteño de finales de siglo XIX: la -hoy inexistente- estación de tren Alem (y Bartolomé Mitre), en el bajo del centro de la Ciudad, a pocos metros de la Casa de Gobierno.

Las otras  locaciones que conforman esta historia atrapante, con ritmo enigmático y thriller policial, son la estación de Barrancas de Belgrano y el Hipódromo de Buenos Aires y Parque Lezama.

“Leé el expediente, dos veces si querés. Luego, metelo en un cajón y dejá que tu imaginación te guíe”, le aconsejó el escritor y ex director de la Biblioteca Nacional Juan Sasturain a Balmaceda, cuando “Los Caballeros de la Noche” eran un sueño de ficción. La imaginación, finalmente lo guió, y hoy le toca seguir el camino al lector.

(Fuente: Agencia Noticias Argentinas)

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Julián Mourin y su tema ‘Los prohibidos’: “La idea es reivindicar esa herencia africana de la milonga”

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Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //

Son los tambores que despiertan, una vibración en la tierra, el sonido en los pies. Convocan a la música y al movimiento. Dentro de los cuerpos, una historia subterránea, como un latido que permanece.

El cantautor argentino Julián Mourin va en busca de los ritmos que nos definen, recorre las calles del pasado, los lugares donde la música y el baile cuentan una historia, y desde allí trae su propia melodía. Los tambores convocan, marcan los pasos e invitan a la danza a través de su nuevo tema “Los prohibidos”

En diálogo con ContArte Cultura el músico cuenta acerca del proceso creativo de su single y de su cercanía a los ritmos africanos.

PH: Martín Linietsky

—Todo se mueve en el espacio. Aquí y allá se despliega una danza visible o invisible, al ritmo de la vida. Los cuerpos son parte de ese movimiento, del danzar que cuenta una historia. Por eso nos gustaría comenzar esta charla poniendo la mirada en la milonga. Si pudieras elegir una imagen que represente el espíritu de ese ritmo, ¿cuál elegirías y por qué?

—Podrían ser dos imágenes: una de un paisaje de pampa, pastizales, alambrados, horizonte plano y un monte de eucaliptus; y otra de un salón con gente bailando con cortes y quebradas. Hay dos tipos de milonga, la milonga surera, que tiene que ver con la guitarra sola y ese andar monótono del hombre a caballo solo con sus pensamientos. Y la milonga ciudadana, que es la que se baila de a dos y que es parecido al baile de tango.

—Y ya entrados en esa imagen, en la esencia de su nombre, contanos qué fue lo que te llevó a conectar con los orígenes africanos de la milonga.

—En el 2017 compuse y grabé un tema que se llama “Lindo quilombo(África en América)” que hace esta pregunta: ¿Contame qué estaríamos bailando hoy si no fuera por África en América? La idea con estas afromilongas es reivindicar esa herencia africana de la milonga, a través de la presencia de tambores, entre otras cosas. Desde hace tiempo que tengo un interés grande por esta temática afro. Siempre me pareció que hay una desproporción demasiado grande entre el  enorme aporte de la comunidad afro a nuestra sociedad y el inmenso desconocimiento que hay sobre ello.

—Sin dudas la historia te llevó a explorar y esa práctica despertó la creatividad. ¿Recordás cuál fue el germen de “Los prohibidos”?

—Comenzó como una invitación: “Venite a la fiesta y te tirás tus prohibidos”, me dijo un amigo. Fue la expresión “tus (pasos) prohibidos” la que terminó de encender una idea que venía palpitando desde hacía un tiempo y que tenía relación con la -negada- herencia africana en nuestra cultura, con los pasos prohibidos hace 150 años en estas mismas tierras. Cuando empezaba a surgir el baile de la milonga a mediados del 1800, causaba admiración en la gente y, a la vez, en ciertos sectores se prohibía por indecente e inmoral. Por ejemplo, en Buenos Aires existe el registro de la detención de cuatro varones y dos mujeres en 1862 por estar bailando y tirando cortes. Más tarde, cuando el tango hizo furor en Europa, alrededor de 1910, algunos sectores más conservadores también lo prohibieron. Incluso el Papa Pío X lo prohibió por provocativo y pecaminoso. La prohibición fue la herramienta, un blanqueador, para detener todo un proceso que venía sucediendo en el subsuelo, donde la diversidad cultural exploraba sus creaciones. Así, el tango fue dejando atrás su origen más rítmico de la mano de la construcción del mito de la Argentina blanca.

—Los tambores que recuerdan los ritmos africanos están presentes en tu nuevo single, ¿qué otros instrumentos dialogan en este tema?
—También hay guitarras criollas, teclados y beats. La idea fue juntar el pasado y el presente, por eso también hay presencia de beats del afropop, que tienen una clave que va muy bien con la milonga.

—Esta afro-milonga invita al movimiento, a la danza, ¿de qué manera se conecta lo corporal a tu música?

—¡Amo bailar! Ese es el motor que me lleva a hacer música que también te pueda hacer mover el cuerpo. Es pura salud.

—¿Existe algún hilo temático que conecte “Los prohibidos” con tu anterior tema, “Los diamantes”?

—Si, el último tema que hice para “Los diamantes” fue “Porque sí”. Es bastante bailable y habla de una fiesta en una casa. Así que de alguna manera seguí el surco que se abrió con ese tema.

—¿Quiénes colaboraron en la producción de “Los prohibidos”?

—Lo produje junto con Alejandro Lauphan, con quién ya veníamos trabajando hace un tiempo. Es un gran aliado, nos entendemos bien y compartimos mucha afinidad en lo musical. La masterización la hizo el gran Andrés Mayo.

—¿Qué es lo que sigue en tu carrera musical?

—En este invierno me meto en la madriguera para producir unos videos del loop set que uso en vivo, siguiendo esta línea de la guitarra criolla junto con beats y tambores. Algo por ahí.

—¿Dónde se puede escuchar tu música?

—En todas las plataformas.

—Para terminar, te invitamos a realizar un juego con los sentidos: si pudieras asociar tu nuevo single con un sabor, ¿qué gusto tendría “Los prohibidos”?

—¡Sabor a nísperos!

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“La triple W”, una experiencia radial y de streaming reflejada en la palabra escrita

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Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //

Toda historia es un viaje, un recorrido de palabras que dejan huellas en las calles de la memoria. Y las palabras tienen sonido propio, una voz que ayuda a transitar el espacio, a bordear los límites que nos separan.

Así las fronteras se pierden, y es esa misma voz la que habita distintos espacios, a veces la radio, otras el streaming, y finalmente el papel, llevando consigo imágenes para contar.

Y en ese recorrer, Carlos Bivachi charló con ContArte Cultura para contar acerca de su libro “La triple W”, una historia sobre la radio y el streaming, una obra sobre el viaje de la palabra.

—Comencemos esta charla buceando en dos universos que dieron vida a tu libro “La triple W”, la radio y el streaming. ¿De qué manera lograste fusionar esos dos mundos donde los micrófonos son protagonistas en estas páginas que cuentan una historia?

—Este libro surgió de la necesidad de poner en palabras una historia personal relacionada con la música y la radio. En los primeros tiempos, se trataba de emisoras FM, y hace más de 10 años creé lo que hoy se presenta como una novedad: el streaming. Este proyecto se denominó inicialmente “La triple W”, un nombre cuyo origen contamos en el libro, y que finalmente pasó a llamarse www.elsrbivachi.com.ar, en referencia a mi apellido, Bivachi. Esta plataforma es una manera más de comunicarnos utilizando herramientas tecnológicas, permitiéndonos compartir música, literatura, historias y relatos. Está al aire las 24 horas del día, los 365 días del año.

—Y si hablamos de micrófonos, no podemos dejar de lado a otra protagonista de esos espacios: la palabra. ¿Qué te decidió a convocar a la palabra escrita para dejar una huella de las otras palabras, las que cada día quedan en el aire de la radio o del streaming?

—Sí, exactamente. Hablando de micrófonos y comunicación, queríamos, como bien formulas en tu pregunta, dejar plasmada en un libro la historia de este streaming, desde sus inicios hasta el día de hoy. Además, deseábamos articular esta historia con los personajes que hemos convocado: amigos, músicos, realizadores de los podcasts, artistas plásticos y oyentes que se sumaron a la convocatoria diaria y semanal de nuestro ritual, brindando su apoyo a nuestro espacio.

—Sin dudas, al mirar hacia atrás existe un recorrido, huellas donde los recuerdos permanecen, ¿de qué manera trabajaste para ir armando la trama de “La Triple W”? ¿Quiénes colaboraron para ir hilvanando página a página la narrativa de tu libro?

—Somos cuatro amigos los que abordamos esta iniciativa. La idea original surgió de mi deseo de plasmar esta historia en un libro, como te mencioné anteriormente. Para ello, convoqué a Esteban Jáuregui, quien además hace un programa de música e historias musicales desde los orígenes de este streaming. A través de grabaciones de nuestras charlas semanales, desandamos esas conversaciones y las utilizamos como referencia para el relato. Luego, se sumaron dos amigos más al proyecto: Marcelo Marengo, quien produce un programa semanal de literatura con cuentos, relatos y lecturas propias e invitadas, y Leonardo Federico, un oyente de la radio. Juntos fuimos hilvanando lo que hoy es este proyecto materializado. Fue un proceso con idas y venidas, intercambios de archivos por internet, correcciones, críticas y retrocesos. La vida misma de un proyecto en grupo.

—Las imágenes también forman parte del camino. ¿Cómo llegaron a compaginar ese archivo de fotos que constituyen la evidencia del viaje realizado?

—Respecto al diseño del libro y la elección de imágenes, esa tarea la abordé exclusivamente yo, ya que disfruto de todo el aspecto estético del proyecto. Me dediqué a reunir una gran cantidad de fotos y enfrenté la difícil tarea de seleccionar las más representativas de los distintos períodos históricos de la radio. Además, incluí flyers publicitarios de todos los programas, desde el primer día hasta la actualidad, así como promociones con un toque de ironía, sarcasmo y humor.

—Para terminar, si pudieras elegir una palabra que te ayude a definir el espíritu del libro, ¿Cuál sería y por qué?

—Si tuviese que elegir una palabra que defina el espíritu del libro, sería “pasión”. Esta palabra me acompaña en todos mis proyectos, y personalmente creo que ninguna iniciativa funciona sin ella. Me atrevo a decir que mis amigos también estarían de acuerdo con esta idea.

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