Entrevistas
Un paseo por “Inadmisible”, la novela de Mariano Rodríguez en donde ficción y realidad se fusionan
Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //
Una misión busca abrir viejas puertas, indagar acerca del pasado, despertar preguntas. Es una misión que intenta espiar, sumergirse en los recovecos del tiempo para encontrar las respuestas.
En un largo camino de investigación, el periodista y escritor Mariano Rodríguez bucea en las huellas de la historia para dar vida a una trama donde la ficción y la realidad se funden, palabras adentro, para dar vida al amor.
En diálogo con ContArte Cultura, el autor cuenta acerca de su propio recorrido para llegar al corazón de “Inadmisible”, obra editada por Del Fondo Editorial, donde cada pista abre una puerta.
—Vamos a comenzar esta charla haciendo foco en el nombre de esta novela que busca bucear en una parte de la historia mundial y de nuestro país. ¿Cómo llega este título que es la puerta de entrada a tu obra?
—El título de la novela me gustó porque es fuerte, una sola palabra, fácil de memorizar, y es impactante también. Y al mismo tiempo responde a que durante el proceso de investigación, de escritura, me fui topando con información que para mi era inverosímil, increíble. Que los más altos rangos militares de los nazis hayan estado ocultos en Argentina, entre ellos los propios Adolf Hitler y Eva Braun, al amparo del gobierno de turno, codeándose con la sociedad de Bariloche de ese entonces como si fueran uno más, y habiendo sido quienes llevaron adelante crímenes de guerra, asesinatos masivos, ni hablar de todo lo que fue la persecución nazi a lo largo del mundo. Entonces me parecía que era inadmisible que estos asesinos y personajes nefastos de la historia mundial estuvieran al amparo del gobierno de Edelmiro Farrel, quien estaba de presidente en Argentina cuando llegaron en 1945, y Juan Perón como Ministro de Guerra, que al año siguiente asumiría la presidencia. Entonces el título se compone justamente de todos estos aditamentos. Primero me parecía que era impactante para una novela que busca serlo, no sólo por la investigación periodística, sino también por la trama que lleva a los personajes a vincularse, donde hay amor, donde hay misterio, donde hay también ribetes policiales. Todavía me sigue pareciendo inadmisible, pese a todo lo investigado y el conocimiento de la causa, la desclasificación de archivos y demás, que esto haya ocurrido en Argentina.
—Y porque todo tiene un principio, una semilla que le da vida, nos gustaría saber cuál fue el germen de esta novela. ¿Cómo y cuándo surge esta historia en vos?
—Todas mis novelas, todos mis libros, parten de una iniciativa propia y de una curiosidad por saber más del tema que me interesa, que intento desarrollar, y que sea atractivo también para el lector. Hace tiempo que giraba en mi cabeza mucha incertidumbre sobre la llegada de los nazis a Argentina. Había escuchado historias que eran increíbles y de las que no podía dar fe, así que me dije “tengo que investigar, tengo que conocer un poquito más”. Ahí me puse el traje de periodista y comencé a entrevistar a historiadores, a otros autores que ya habían ido sobre los rastros de los nazis en la Argentina, como el propio Abel Basti o Nicolás Gilardi, quien escribe para Infobae y había tenido bajo su responsabilidad la redacción de artículos sobre los nazis en nuestro país. Así fueron surgiendo informaciones que venían de distintos estamentos, y de ese modo me fui generando una idea de lo que fue pasando en esos tiempos y tratando de recrear las vivencias que había rescatado, que habían llegado a mí por personas que vivían y residían en la zona y que me contaban sus testimonios. Pero siempre parto de la base de que el tema tiene que interesarme a mí. No podría escribir sobre algo que no me resultara atractivo, porque tampoco lo podría hacer interesante para los lectores si yo no los encaro con la pasión, las ganas y el deseo de saber más y poder contarlo.
—¿Qué caminos de investigación tuviste que llevar adelante para construir la trama narrativa?
—Los caminos fueron varios. La consulta, como contaba anteriormente, con algunos historiadores que han indagado muchísimo sobre el nazismo en Argentina y han documentado también. Me nutrí de esos valiosos aportes. La verdad es que me fue muy sencillo, porque en cada lugar donde comentaba que estaba escribiendo un libro sobre el nazismo en Argentina, todos tenían alguna historia. Recuerdo una vez que salía de hacer el servicio informativo de radio Continental, a las 6 de la mañana y me tomé un taxi —en ese momento estaba en pleno proceso de escritura en donde uno se va nutriendo de todos los canales por donde puede buscar, indagar, conocer— y estaba viendo un documental en YouTube sobre el nazismo. El conductor escuchó y me preguntó, y al enterarse en que andaba me contó una anécdota que le habían relatado sobre que en el cementerio de la Recoleta en un momento se hizo una ceremonia muy íntima, para muy poquita gente en el más absoluto de los secretos, y se pasó una canción para despedir al féretro que era la preferida de Hitler, hecho que provocó un revuelo muy grande. Y así se dio con muchas otras historias que yo desconocía y situaciones que se fueron repitiendo a lo largo de la investigación. Como el caso en que siendo profesor de una materia en el ISET 18, en la carrera de Locución, una alumna me contó que procedía de Bariloche y que allí había una hostería que todos los meses de abril, en el día en que se cumple el nacimiento de Hitler la cerraban y lo conmemoraban. Así me fui nutriendo de cosas que volqué en el libro, además de lo que pude recabar a través de internet o de otros testimonios, como el de Carlos Perciavalle, quien dice que junto con China Zorrilla, en el hotel El Casco de Bariloche, fueron invitados por los dueños a acompañarlos en una velada y se toparon con Hitler y Eva Braun. Hay muchas cosas que se han dicho y que son muy difíciles de comprobar, pero todo está volcado en el libro. Siempre la premisa es no convencer a nadie. En este caso, que cada uno lea Inadmisible y que después saque sus propias conclusiones, más allá de mi convencimiento y que la historia parte de que descreo de lo que cuenta justamente la historia oficial acerca de que Hitler se suicidó junto a su mujer en su búnker de Berlín.
—A lo largo de las páginas tus personajes recorren espacios que tienen su propia historia, ¿realizaste esos recorridos mientras escribías?
—Algunos lugares pude visitarlos previamente, como el Hotel Edén de La Falda, donde indagando en su historia caigo en la cuenta que no sólo ese hotel fue importante para que Hitler existiera y el nazismo fuera lo que terminó siendo a lo largo de su historia, sino para la Argentina misma. Desde ese hotel, que era de capitales alemanes y cuyos dueños eran los matrimonios de los hermanos Walter y Bruno Eichhorn, se enviaban los fondos, o parte de estos, a Berlín para ayudar a la campaña política del führer. A veces no dimensionamos, pero en Argentina se gestó parte de lo que fue la operación nazi, tal vez sin saber en lo que podría llegar a convertirse con el paso del tiempo. Así también se presume que Hitler visitó en un par de oportunidades ese hotel y que allí estuvo alojado, más precisamente en el casco central en donde vivían los propietarios. Además también está el Hotel Gran Viena, en la localidad de Miramar de Ansenuza en Córdoba, sobre la vera de la laguna Mar Chiquita, que también pude conocer tiempo después. En Bariloche recorrí algunos lugares previo y post escritura del libro, entre ellos el hotel El Casco, el Club Andino, algunos sitios que yo menciono en el libro y por los que los nazis fueron dejando huella. También el colegio Primo Capraro y varios lugares donde se fue entretejiendo la historia y fui reconstruyendo el rompecabezas. Siempre me gusta, si puedo hacerlo, visitar los lugares previamente al proceso de escritura, conocer a las personas, tratar de indagar. Eso es lo que hace que las historias que escribo sean tan reales.
—¿Cómo fue el proceso de construir a Elkin y Agnes?
—Elkin fue el primero que apareció en mi cabeza. Necesitaba encontrar un personaje fuerte, osco, infranqueable, como para que fuera quien llevara adelante esta investigación y que en su persona yo pudiera ir contando todos los detalles de la misma. Pero no me alcanzaba con eso, también necesitaba encontrarle una persona que lo pudiera movilizar, que pudiera vulnerar justamente su personalidad y hacerlo bajar la guardia, y así generé a Agnes, una mujer hermosa que si bien es argentina es de ascendencia alemana, lo que generaba un montón de controversias en cuanto a la investigación que el ruso desarrollaba en nuestro país: ni más ni menos que desmitificar y recorrer los últimos pasos de Hitler y de los nazis en Argentina. Entre ellos se entreteje una delgada línea entre confianza, amor y también traición, y creo que es lo que hace que el personaje de Elkin se vuelva tan fuerte, apuntalado por Agnes, que no solo se enamora de él, sino que lo acompaña en un gran tramo de la investigación, haciéndolo un poco más humano.
—Como contabas, a medida que se avanza en los misterios de la realidad también crece una historia de amor en la ficción. ¿Pensaste en algún final diferente para la pareja protagonista?
—A medida que se fue construyendo la historia, tuve al personaje principal, Elkin, al que se le anexó Agnes, y con el correr de los capítulos surgió el nombre de la novela, Inadmisible. Pero cuando fui llegando al final, este cambió tres veces. Entiendo que eso enriqueció el texto, porque le fue dando giros inesperados a la trama que a mí mismo me fueron sorprendiendo. Iba a terminar de una manera, pero se me ocurrió que la elegida era la más simple que se podía dar y entonces busqué complejizarla un poco más. Así lo hice en dos ocasiones hasta alcanzar el final definitivo, que entiendo que es el que mejor cierra la historia, porque lleva al lector a elucubrar distintas hipótesis de qué es lo que pueda haber pasado en esos momentos. Fue muy atractivo para mí cómo se fue generando la historia y cómo esos cambios en los finales enriquecieron la obra.
—Decíamos que la realidad y la ficción se rozan todo el tiempo en tu novela, al punto de ensamblarse una con la otra, ¿De qué manera trabajaste para lograr esa fusión?
—Para mi siempre hay una línea muy delgada entre realidad y ficción. Trato de respetar con la mayor seriedad y veracidad posible el transcurso de los hechos en tiempo y forma, cronológicamente, y también prestando atención a los sucesos tal cual se dieron, sean estos buenos o malos, trágicos en la gran mayoría de los que abordo en mis libros. Para lograr esa fusión, primero tengo que conocer al detalle el tema para después saber cómo lo vinculo con la ficción y no apartarme de lo que realmente ocurrió. Esa es una constante y un común denominador en mis novelas, porque así me lo propongo. El que lea mis historias se va a encontrar con una trama de ficción pero que va a ir amparándose al detalle de lo que fue la realidad, o por lo menos la realidad a la que tuve acceso y pude indagar a través de las herramientas que me ha dado el periodismo en todo este tiempo. Por eso creo que hay una línea muy delgada entre ambas que al lector le cuesta descubrir al ir siguiendo la trama, saber si eso ocurrió realmente o si es parte de la ficción, y es lo que lo hace ir a indagar. Y no es una suposición, sino que me lo han contado varios lectores y lectoras a lo largo de este camino recorrido en la literatura y es algo que me genera mucho placer, porque quiere decir que el objetivo se cumplió. Yo no hago un libro de historias, no hago un manual Santillana de mis novelas, pero sí van a enterarse de un montón de cosas aunque les cueste darse cuenta, porque los datos estarán realmente vinculados y entretejidos con la trama de ficción que, en este caso, diseñé para Inadmisible.
—¿Recordás cuál fue el capítulo que más te costó escribir? Y en caso de ser así, ¿por qué creés que fue?
—Creo que todos los capítulos se fueron construyendo con el paso de las horas y con mis ganas y sensaciones. No soy de los escritores que se dice “la novela va a tener 20 capítulos y cada capítulo va a tener diez hojas, cinco, cuatro, tres…”. Voy escribiendo y cuando tengo la necesidad de generar un capítulo nuevo lo hago, y cuando tengo la necesidad de cerrarlo lo cierro. No entiendo de porcentajes o de cantidades, sí de que cuando la trama pide algo especial, un apartado, hay que aceptarlo, porque eso es lo que hace que las novelas sean bastante versátiles y diferentes unas a otras. Entonces no sigo un cronograma, no sigo una fórmula, voy detrás de mis sensaciones, de mi percepción, voy escribiendo lo que a mi me gustaría leer si fuera el que está del otro lado leyendo la historia. Creo que de esa manera se hace más genuina, distinta, y que también puede vincular al lector con la trama. Que no sea algo tan rígido en cuanto a lo gramático, a lo estructural, sino que vaya generando las mismas sensaciones que a mí me generó.
—¿En qué proyectos estás trabajando actualmente?
—Me encuentro trabajando en la secuela de Inadmisible, que por supuesto no va a llevar el mismo nombre. Es la continuidad de la historia de Elkin Petrov y Agnes Gallinger con otra misión. En lo que se llamará El misterio de los cielos, el teléfono de Elkin suena nuevamente y hay un pedido imperioso y urgente para que se ocupe de una misión que solamente él puede resolver. Ahí el investigador, ya retirado, se debate entre volver o no y en su decisión el lector va a sentir que forma parte. El tema que le toca investigar es muy interesante, de hecho es uno de los misterios que todavía permanece sin resolver a pesar del paso del tiempo. Es la desaparición de un avión militar en el año 1965. Una nave de la Fuerza Aérea Argentina que desaparece en su vuelo de bautismo en Costa Rica y Elkin tendrá que utilizar todas sus herramientas para poder descifrar que pasó con el avión y con su tripulación, de la que nada se sabe. Este es un tema real que aún hoy en día el gobierno argentino y la Fuerza Aérea tiene una deuda pendiente con la sociedad, y principalmente con los familiares de quienes iban en ese vuelo, tanto los cadetes que egresaban de la Escuela Militar de Córdoba como el resto de los tripulantes. Creo que va a ser una historia muy conmovedora, basándose en otro hecho trágico y misterioso, en donde Elkin y Agnes tendrán que volver a ponerse el traje de investigadores y salir al ruedo. La idea es que el próximo año ya esté al alcance de los lectores.
—Para culminar, si pudieras elegir un objeto que represente el espíritu de tu novela, ¿cuál sería?
—No sé si hay un objeto que represente la novela, sí hay varios elementos que aparecen y que a lo largo de la trama son familiares por el lugar donde ocurren y por los personajes, como por ejemplo la infusión del té que Elkin tomaba muchísimo en Rusia y que, acostumbrado a eso, lo hace en tierras patagónicas. También el chocolate de Bariloche, que es uno de los más ricos y codiciados de todo el mundo amparado en recetas que llegan desde la vieja Europa. Y después los hoteles que formaron parte del esplendor de la belle époque argentina y que hoy en su mayoría están en ruinas. Mencionaba al principio el hotel de La Falda, que una parte se ha recuperado para turismo pero luego de varios saqueos que ha tenido que soportar a lo largo de la historia ha quedado desbastado en muchos sectores. El Hotel Gran Viena de Córdoba, el hotel Club Sierra de la Ventana, que ha sido uno de los más fastuosos no sólo de Argentina sino de América. Y así muchas cuestiones que van atravesando la historia y que creo que son elementos que sin ellos no sería lo mismo la trama de Inadmisible.
Entrevistas
Aguirre–Rodríguez: “El tango siempre estuvo como lengua principal en nosotros”
Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //
Es un viaje dentro de otros, un movimiento sutil, la música desperezándose en gotas de rocío, notas evaporadas sobre las aves del campo, es el vuelo hacia el espacio urbano, un recorrido temporal. Es antes y después. Es ahora y siempre, una melodía que llega desde lejos, de otras patrias, del mismo viento que corre y desparrama en el lugar justo y en el instante oportuno.
“Del Buen Ayre”, el próximo espectáculo y disco del dúo platense Aguirre–Rodríguez es un viaje por el tiempo y por distintos espacios, una relectura en modo actual de la música rural bonaerense.
Contarte Cultura charló con sus integrantes, Cynthia Aguirre y Alejandro Rodríguez para que nos cuenten acerca de ese caminar que la canción propone.
—Porque los espacios y las cosas que forman parte de ellos suelen hablar de quienes los habitan, nos gustaría comenzar esta charla deteniéndonos en su lugar de trabajo, en el espacio creativo de su música y en los objetos que los rodean en este momento. Si pudieran elegir un rincón o un objeto, el que mejor los represente como dúo y nos cuente algo de ustedes, ¿Cuál sería?
—El lugar, nuestra casa, y el rincón nuestra sala, en la que se va gestando todo el resultado final de lo que hacemos como músicos. Creo que estos espacios hablan de nosotros y de nuestra manera de entender la realidad y el arte.
—Y desde ese espacio viajamos en el tiempo, ¿cómo y cuándo se encuentran Cynthia Aguirre y Alejandro Rodríguez en el camino de la música para dar comienzo al dúo Aguirre–Rodríguez?
—Nos encontramos en la escuela de arte de la ciudad de Berisso, hace muchísimos años, en situación de alumna y profesor, pero rápidamente comenzamos a compartir producciones por fuera de la escuela. Con los años volvimos a encontrarnos, ya específicamente en el terreno del tango con la orquesta Los inmigrantes en el año 2005. Cuando el tiempo de la orquesta se terminó, continuamos en dúo.
—¿Cómo fueron esos comienzos?
—Fue un muy hermoso comienzo, pero rápidamente el dúo se fundió dentro de un cuarteto que con el tiempo se convirtió en sexteto de tango. Me refiero a Tangor. Con esa agrupación trabajamos durante más de 10 años. Por otro lado, Cynthia participaba como invitada permanente en el grupo La Sonora, proyecto que venía caminando desde el año 1989.
—Como decías, con el correr de los años el tango se instaló entre ustedes, ¿qué cosas los llevaron a explorar en este género que nos representa?
—El tango siempre estuvo como lengua principal en nosotros. Como una especie de lengua madre. Rastrear el porqué de esto es complicado, creo que tiene que ver con nuestras historias personales y la idiosincrasia de nuestras familias de origen. Lo que es claro es que ha sido fundacional en nuestro vínculo con la música. Nuestra mirada como habitantes de este tiempo siempre nos llevó a buscar puentes entre el tango, otras músicas y otros conceptos artísticos.
—¿De qué manera llega el primer disco “Mundo Tango”, grabado en 2011?
—Ganamos un premio a la Producción Fonográfica del FNA (Fondo Nacional de las Artes) y generamos nuestro primer CD. En ese entonces, si bien el CD se llamó Mundo Tango, abarcamos otros lenguajes musicales, algunas cosas del folclore y canciones provenientes de la cantera del rock.
—Por estos días están en proceso de grabación de su segundo disco “Del Buen Ayre”, ¿qué recorridos espacio-temporales tuvieron que hacer para dar vida a los temas que forman parte de esta obra?
En Mundo Tango nos referimos a una idea acerca del tango, como un estado del ser que no solo aparece en esta región del mundo (por algo el tango impacta como impacta en todo el globo). Aquí nos referimos más a la génesis de este género y la música de la provincia de Buenos Aires. Este nuevo trabajo propone un recorrido desde la música campera de principio de siglo XX (El Gardel Gaucho, pasando por compositores icónicos de ese lenguaje como Omar Moreno Palacios) para adentrarse en el tango clásico de la época de oro y llegar hasta composiciones actuales que revitalizan el género. También este trabajo, a diferencia del otro, está estructurado por un material que fue ampliamente mostrado y fogueado. Es música que hemos tocado mucho en vivo y está planteado desde esa impronta. Los arreglos, si es que los hay, fueron construyéndose a lo largo del tiempo y de las distintas actuaciones. Los músicos invitados jugaron en ese mismo tono también. Se les envió un cifrado y una grabación como referencia, pero el armado de los distintos temas se resolvió en el estudio, mientras Manzana Ibarrart (gran amigo y comandante del Estudio Sonosfera) montaba los mics y seteaba todo. Luego se eligieron las mejores tres tomas de cada tema. El resultado tiene un aroma a “trazos sueltos” que nos encanta en lo particular.
—Sin dudas se trata de un viaje a través de la música, ¿cuál es el aroma que elegirían para simbolizar a este álbum?
—El múltiple aroma de los viajes…si bien es un CD local en cuanto al repertorio, es bastante global en tanto a que lo que suena proviene de muchísimas fuentes y no solo de la tanguera. Lo hemos tocado tanto en tantos países diferentes, que para nosotros tendría ese olor a viaje, a aeropuerto, a trenes.
—El 3 de agosto estarán presentando este disco en La Salamanca, un reconocido espacio cultural platense, ¿qué podrán disfrutar esa noche quienes se acerquen a compartir su música?
—Haremos algunos de los temas de nuestro espectáculo Del Buen Ayre, como antesala al espectáculo Filogenia de Victoria Moran y el Dúo Puentes Reyes.
—Mencionás que ese día estarán acompañados por la cantante Victoria Morán, entonces la pregunta va para ella. Victoria, ¿Cómo nace “Filogenia”, ese recopilatorio de obras de música popular argentina? Contanos quiénes serán parte de ese recorrido el 3 de agosto y qué sentís al compartir noche con el Dúo Aguirre-Rodríguez.
9- Filogenia surge de la necesidad de contar nuestro ADN musical a través de las canciones que nos definen. Es una suerte de viaje musical hacia la fuente, hacia la memoria imperecedera que une un recuerdo con otro. Este espectáculo viene a despertarnos la fibra sensible con canciones que nos nombran, enlazando a Homero Manzi con Víctor Heredia, al Cuchi con Fito, a los que fuimos con los que somos. El compartir con compañeros y compañeras músicos y músicas siempre es una alegría, y en este caso será además una sorpresa para el dúo Puentes-Reyes y yo, porque jamás nos hemos cruzado en un escenario y esperamos anhelantes ese ida y vuelta mágico que siempre augura la música compartida.
—Para terminar, ¿cuál es el próximo destino de la música que los mueve?
—Tenemos por delante algunas fechas en nuestra ciudad, como el próximo 29 de agosto, día en el que estaremos compartiendo escenario junto al cantor Carlos Cabrera en el Café Metro. Octubre nos encuentra realizando nuestra segunda gira europea, con conciertos en países como Italia, Francia, España y Portugal. A nuestro regreso estaremos presentando oficialmente nuestro álbum Del Buen Ayre, con la participación de los músicos que fueron parte de la grabación.
Entrevistas
Celina Cocimano y ‘El juego de las emociones de Uma’: “Un libro que pide gran compromiso de los adultos”
Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //
Todo gira, se mueve en una circularidad compartida. Las emociones suben y bajan, cuelgan de nuestros cuerpos, se desprenden como hojas secas. Regresan, son brotes, transformados en otra cosa.
Celina Cocimano es terapeuta emocional y a partir de sus vivencias y de su trabajo de muchos años necesitó dejar huellas, sembrar palabras para que germinen a través de sus libros.
“El juego de las emociones de Uma”, su último libro, está dedicado a las infancias. A través del juego logra acercarse a los territorios del miedo, de la ansiedad o de la frustración para atravesarlos.
ContArte Cultura charló con ella para conocer las rutas que la llevaron a indagar en ese universo.
—Las emociones forman parte de nuestras vidas, van y vienen, se mueven y nos movemos con ellas. Por eso, para comenzar y a modo de presentación, nos gustaría que elijas al menos tres emociones que te atravesaron al momento de escribir tu último libro y que a cada una de ellas les otorgues un sabor o un aroma.
- Frustración, sabor a cebolla
- Ansiedad, aroma a menta
- Alegría, aroma a vainilla
—Y ya instalados en esa imagen, vayamos a tus comienzos, ¿qué vivencias te llevaron a transitar el camino de la terapia emocional?
—La insatisfacción personal, haberme descubierto cómo estafadora de mi propia vida, creando personalidades adquiridas para moldearme al gusto de la mirada ajena, siempre con esa sed emocional de ser alguien para los demás, ser aceptada, reconocida, querida y encantar a todos. Mientras estudiaba para contadora, sentí un apagón emocional, la apatía era mi única compañera en esos tiempos, hasta que mi cuerpo también “habló” con un síntoma muy sentido. Empezaba a hacerme pis por las noches siendo ya grande, más adelante entendí que eso sucedía en cada hogar o lugar donde me sentía a gusto, de esa manera, “intentaba” aferrarme a algún territorio, sentirlo al menos, por momentos, un lugar donde era yo. Como los animales que marcan su territorio orinando sobre él. Eso era lo que faltaba para que mi vida se vistiera de insatisfacción y cambie totalmente de rumbo, mejor dicho, empiece a vivir y dejar de aparentar lo que mis vacíos necesitaban cubrir.
—Seguramente al ir recorriendo ese camino fue necesario dejar huellas y de esa manera llegaron los libros, ¿cómo vivís la experiencia de escribir para que las palabras sean instrumento de sanación?
—Mi primer libro, “Despierta”, nació como algo catártico de la etapa que comenté anteriormente. Aún no sabía qué era lo que estaba viviendo y, sinceramente, pensaba que me moría por esos tiempos, entonces empecé a escribir cómo fue ese tránsito a mí destrucción de las corazas hacia mi reconstrucción emocional. Después, al compartir mi vivencia con muchas personas, me di cuenta que varios pasamos por ciertos procesos similares, por lo que se me ocurrió darle forma de libro y agregar reflexiones y ejercicios terapéuticos y de autogestión emocional. Los otros 3 -“Diamantes”, “Rotas”, y “El juego de las emociones de Uma”-, fueron pensados basándose en las historias que atiendo y buscando dejarle una “biblioteca” de recursos emocionales a mi hija para cuando sea más grande y, a las personas, que encuentren en estos libros, escrito en palabras, el propio sentir descarnado y sin filtro de las emociones que abordo en cada uno de ellos y luego, ofrecerles dinámicas, reflexiones, ejercicios para que encuentren en ellos formas de transitar el campo emocional sin tanto dolor y con valentía.
—Si pudieras resumir en una palabra el espíritu de cada uno de tus libros, ¿cuáles serían?
- Despierta: Integridad
- Diamantes: Osadía
- Rotas: Coraje
- El juego de las emociones de Uma: Autenticidad
—Tu último libro, “El juego de las emociones de Uma”, transita los paisajes de la infancia con todas sus gamas de colores, ¿cuál o cuáles fueron los disparadores de esta historia?
—Mi hija, a los 8 años, comenzó a transitar por un tiempo la conocida “Crisis de ansiedad y angustia”. Yo me opuse a que esté medicada siendo tan pequeña, y desde mi saber en el campo emocional de los adultos, junto a una gran observación sobre ella y sus crisis, se me ocurrió trabajar juntas para buscar soluciones a su sentir. Buscamos opciones en el juego infantil, en la creatividad, desarrollando distintos escenarios, armando una rutina de ejercicios y, sobre todo, busqué acercarla a la autogestión emocional. Así fue que se me ocurrió compartir cada ejercicio que funcionó en ella en este cuento, que no solo tiene el fin de que los niños empiecen a desarrollar desde pequeña edad sus propias respuestas emocionales ante cierta situaciones, sino que es un libro que pide gran compromiso de los adultos que acompañan al niño, y esa compañía, con el estar, el hablar su idioma, mejorar la calidad del vínculo, validar sus emociones, respetarlos y comunicarse con ellos, es lo que hace casi la mayor magia del trabajo de fortalecimiento emocional.
—Y justamente, a partir de tus propias vivencias decidiste contar desde el juego y desde las imágenes. Explicanos cómo fue el proceso de elegir esas duplas emocionales sobre las que querías hablar.
—Busqué las que a su edad son dentro de todo fáciles de interpretar, como decimos los adultos: de “etiquetar”. Son parte de las emociones primarias y la dupla fue pensada para dejarles el mensaje de que no son ni buenas ni malas, simplemente son y cada una es mensajera de un sentir, una acción a llevar a cabo y una particular respuesta emocional. También al ponerlas en duplas, cuando ellos/as sientan, por ejemplo, tristeza además de procesarla en todo su ser, sepan que pueden aprender a transportarla en alegría, ir de la ansiedad a la calma. Es decir, que conozcan cuál es la emoción que se necesita para equilibrar una con otra.
—Las semillas del libro fueron plantadas, ¿creés que tus palabras ya comenzaron a germinar y son brotes en los lectores?
—Sorprendentemente sí. Como comenté, yo me dedico a adultos no a infanto, y este libro que se publicó en abril del 2024 ya se está imprimiendo la segunda edición. Lo han comprado mucho abuelas y abuelos para compartirlo con sus nietos, en colegios para abordar ciertas emociones en el aula ya que también hay un capítulo sobre el bullying. Y muchas madres me compartieron que sus hijos o hijas mientras que se les leía el cuento ya comenzaban a incorporar los ejercicios sugeridos, o que empezaban a identificar sus propias emociones, tenían armados sectores en su cuarto como se encuentran en algunos capítulos. Incluso los que son más grandes, según cómo se sentían, buscaban en la biblioteca el libro y se encerraban en su cuarto a leer exclusivamente el capítulo que contiene la emoción que estaban sintiendo en ese día o ese tiempo. También compartió nota de Revista junto a Unicef en el día internacional contra el Bullying de 2024.
—¿En qué proyectos estás trabajando actualmente?
—Tengo dos libros más en camino, uno para adultos sobre la depresión, y otro para infanto, más expansivo aún, con un viaje al campo emocional que sea para ellos y para sus padres o tutores también, digamos que será un libro revelador en muchos aspectos.
—Para terminar, te invitamos a elegir la textura que represente a tu libro “Las emociones de Uma”.
—La textura sería cálida, pomposa, con colores desde pasteles a fuertes, con ganas de descubrirla y sentirla, y con distintos aromas que vayan cambiando según cada paso de la mano o de los pies sobre ella.
Entrevistas
Florencia Ghio presenta “Aguas Turbias”, una historia que lleva al lector por una variada gama de emociones
Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //
Hay un rumor, un murmullo por encima y por debajo. La evidencia flota, va y viene. Pero el agua arrastra las palabras, se lleva las voces, esconde. No se ve lo que no se quiere ver. O lo que no se debe. La verdad se hunde, toca fondo. Es barro entre los dedos. Y mancha.
En “Aguas Turbias”, la última novela de Florencia Ghio editada por El Emporio, flotan varias verdades, como un rumor debajo de lo que se lee, van y vienen. Se convierten en imágenes, en sonidos y en aromas, mientras ella bucea para rescatarlas. Para que la verdad nunca se manche.
En diálogo con ContArte Cultura, la escritora cuenta cómo nació la obra y de qué manera descubrió a los protagonistas de esta historia.
—Vamos a comenzar esta charla haciendo foco en una palabra que flota entre las páginas de tu novela: justicia. A modo de presentación del libro y de sus protagonistas, si pudieras elegir una imagen o un objeto simbólico que represente esa justicia, ¿cuál elegirías y por qué?
—Elegiría la clásica estatua de la justicia pero con su balanza completamente inclinada hacia un lado y sus ojos vendados. Porque es un poco eso lo que se ve en esta novela, una justicia que es ciega, y también sorda, por eso el protagonista de mi libro, que dice ser el chivo expiatorio de un crimen que no cometió, tiene que venir desde un pueblo del sur y salir a clamar su inocencia por altoparlantes en un subte de Buenos Aires.
—Y a partir de esa imagen viajemos al principio. Sin dudas, siempre existe un germen que da vida a las cosas. Seguramente tu novela también es producto de ideas o situaciones que fueron semillas en la tierra de tu imaginación. ¿Recordás cómo y cuándo comenzaste a sembrar esta historia?
—Yo digo que en lo que va de mi carrera de escritora, en las dos novelas que escribí y en la que estoy escribiendo ahora, me pasó que no busqué las historias sino que las historias me buscaron a mí. Aguas Turbias está inspirado en un caso real, y surgió a partir de que viera por televisión a un joven que se había fabricado una máscara de chivo y andaba por los subtes suplicando que alguien lo escuchara. Había estado preso por el crimen de su madrastra que él juraba no haber cometido, y le aterraba la idea de que lo condenaran. Me impresionó el mecanismo, recurrir a su creatividad para escapar de ese infierno, eso me llevó a averiguar qué le había pasado y me inspiró para escribir la novela, en donde los personajes, lugares y la mayoría de los sucesos son ficticios, pero ese fue el puntapié inicial que me sumergió en esta novela.
—Aleida, tu protagonista, es una mujer que lucha por sus ideales, va en busca de justicia pero también pelea contra sus propios monstruos. ¿Cómo viviste el proceso de construir ese mundo interior con tantos matices?
—Aleida San Martín es un personaje que rescaté de mi anterior novela El Ciudadano. Es una abogada honesta e idealista, de esas que estudió derecho porque ama la justicia. Al mismo tiempo, es una guerrera; logró superar una historia familiar traumática, para convertirse en una funcionaria pública que trata de rescatar a toda persona que atraviesa un infierno, porque ella sabe lo que es estar ahí y no quiere que nadie más lo tenga que vivir. Aguas Turbias la va a encontrar en un tramo de su vida en que está en caída libre, porque ahora, aun con las secuelas de sus anteriores traumas, tiene que luchar contra el acoso laboral, se siente muy sola, y todo eso le provocó una fuerte adicción al casino, que en esos momentos encuentra como su única vía de evasión. En estas condiciones se cruza a García Robledo en el subte y, conforme a su esencia, no puede quedar indiferente a su historia. Intuye que él no miente, pero ella no puede ejercer la profesión por ser funcionaria, y además vive en Buenos Aires, así que veremos si, en su estado, logra tomar decisiones tan difíciles para ayudar al chico de la máscara. Para el proceso de construcción de este personaje me ayudó mi especialización en violencia familiar y también hablé con psicólogas expertas en ludopatía.
—También el personaje de García Robledo, el chico de la máscara, tiene sus claroscuros, ¿qué fue lo primero que percibiste de este protagonista al momento de escribirlo?
—García Robledo es un muchacho que antes de pasar por ese infierno amaba la vida, pero luego de esto se ha decepcionado completamente de ella. Descree de las instituciones de su localidad pero, al igual que Aleida, es un guerrero que, en su caso, salió de su pueblo a buscar si al menos en alguna otra parte existía esa justicia que no lograba encontrar. El lector tendrá que averiguar si con toda esa lucha la logra despojar de la venda que tiene en sus ojos y cambiar la inclinación de esa balanza que parece desvencijada.
—Como ya comentaste, hay una cierta continuidad de “Aguas turbias” con “El ciudadano”, tu anterior novela, ¿qué hilos temáticos presentes en ambas historias te gustaría seguir sosteniendo en un futuro?
—Por el momento los casos judiciales reales o ficticios han sido fuentes de inspiración, no sé si quisiera mantener algún hilo temático en particular, pero sí escribir el tipo de literatura que a mí me gusta leer, aquella que no es puro entretenimiento sino que te deja reflexionando y retrata distintos tipos de realidades, algunas veces invisibilidades o desconocidas para quien no las transita, así como en El Ciudadano abordé, además de la violencia familiar y el funcionamiento de la justicia, la política migratoria argentina. Creo que esa también puede ser una de las funciones de la literatura y de la cultura en general. Como lectora, a los libros que solo me entretienen los olvido no bien termino la última página, en cambio el otro tipo de literatura es la que me ha marcado como persona, no solo la recuerdo sino que en determinados momentos de mi vida regreso a ella para releer, aunque más no sea algún párrafo.
—Como en todo policial, en esta novela hay un crimen alrededor del cual se teje la trama. ¿Cuáles son las emociones que te atraviesan al transitar esos escenarios con la palabra y con la imaginación?
—Creo que en Aguas Turbias, que tiene componentes del policial pero también es un drama y tiene romance, el lector va a atravesar una variada gama de emociones y estados de ánimo. Se me ocurren, por ejemplo, indignación, tristeza, intriga, alegría, entre otras.
—¿Seguirá la doctora Aleida San Martín presente en próximas historias?
—En la novela que estoy escribiendo ahora la doctora San Martín no es parte, pero no descarto que en algún momento vuelva.
—Para concluir, ¿cuál sería el color que elegirías para representar el espíritu de tu novela y por qué?
—Elijo el gris topo, por todo lo que acontece.- El lector tendrá que averiguar si ese color puede llegar a cambiar en algún momento de la novela.
Debe estar conectado para enviar un comentario.