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Entrevistas

Amorela: “Las canciones se fueron encontrando en la temática de la naturaleza de una manera orgánica e inesperada”

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Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini /
PH: Aldana Mestre //

Es el agua que desborda y fuego que arrasa. Es un viento nuevo. Un laberinto de gritos sobre el nido y sobre el pájaro. Es un silencio del pájaro y las voces colgadas del paisaje, una espiral como un sueño. Es una invocación y un deseo. El paisaje sangra canciones, en el territorio donde la música y la palabra se funden. Y sanan.

Amorela, es el proyecto musical solista de la cantante y actriz santafesina, Cintia Amorela Bertolino. Luego de una larga trayectoria en diferentes grupos musicales, la artista presenta “Fábula blanca”, una obra que reúne 11 canciones entrelazadas y tejidas con los hilos de la naturaleza.

En diálogo con ContArte Cultura, la autora cuenta acerca de su carrera y del proceso creativo del disco.

—Vamos a comenzar esta charla viajando hacia el territorio de las canciones que dan vida a tu disco “Fábula blanca”. ¿Qué elementos de la naturaleza te ayudaron a fertilizar las letras y la música de los temas de esta obra?

—En Fábula Blanca los elementos de la naturaleza, al igual que en nuestra Pacha, son fundantes para la creación de la vida, en este caso, para la vida de las canciones. Me han acompañado en varias instancias creativas, desde la composición de las mismas hasta la elección de su orden en el disco. Incluso podría agruparlas desde esa perspectiva. Algunas canciones nacen del agua para el agua que tanto nos ha enseñado, como por ejemplo la canción Abrenmil, ofrendada a la devastadora inundación que sufrió nuestra ciudad, Santa Fe, hace 20 años, en abril de 2003. Otras, como es el caso de Plegaria Humedal, nace puntualmente de la iracunda fuerza del fuego para calmar la tierra llamando al agua en tiempos de indiscriminadas quemas de nuestros humedales, cuando el aire ardía y nuestra flora y fauna se desvanecía. Otras canciones, como Verde Azul y Mirar, nacen de la tierra acercándose al río y al mar para despedir en el agua la materia que nos constituye. Y el aire en todas ellas, el elemento fundamental para que los sonidos, y en especial el canto, se propaguen como un llamado, como una invocación para traernos a conciencia las acciones que realizamos como especie en el entorno que habitamos.

—Sigamos viajando. Ahora vamos hacia atrás, recorramos las rutas que te trajeron hasta este punto de tu carrera, ¿recordás en qué tiempo y en qué lugares diste tus primeros pasos en el arte?

—Mis primeros pasos en el arte van de la mano de mi familia. Reuniones rodeadas de cantos a viva voz, “a boca de jarro”, canturreos entre los quehaceres de la casa, tangos, boleros, zambas, chacareras y chamamés de fondo en las casas de mis abuelas y abuelos cantores, rock nacional e internacional, música de Brasil y Joan Manuel Serrat en mi hogar materno; todo esto ligado a relatos de un tío músico que en los años ‘70 hacía sonar su poesía en castellano en bandas de nuestra ciudad, que cantaba su efervescente escritura en sus canciones. Mis primeros pasos comienzan entonces en mi familia. Una familia apasionada por la música, por los escenarios, la actuación, los relatos. Fui creciendo en el arte de la mano de mi única hermana, Jesica, artista visual (7 años más grande), participando en coros, escuela de música, talleres de teatro, escritura, danza, dibujo… iniciativas individuales y colectivas entre otras actividades “para grandes” como recitales y obras de teatro a las que me llevaban de aquí para allá. Tuvimos la posibilidad de que nuestros deseos e intereses de aprender de las artes escénicas, musicales y visuales fueran escuchados, respetados y celebrados por nuestro entorno, que al día de hoy agradecemos trabajando para esa posibilidad en las infancias actuales, cada una en distintas áreas artísticas. Juntas fuimos cultivando nuestras formaciones gracias al acompañamiento de nuestra familia, en donde se practicaban oficios diversos, no necesariamente siempre artísticos: trabajadoras y trabajadores incansables que enseñaron con sus manos obreras la importancia de ver la poesía en el hacer, la grandeza en lo pequeño, la inmensa huella que deja la labor cotidiana, la profundidad de lo simple, la importancia de la templanza en tiempos austeros y la potencia del abrazo para saltar del nido con libre vuelo.

—“Fábula blanca”, como decíamos antes, es una obra que atraviesa la temática de la naturaleza y sus recursos. ¿Cómo se fueron encadenando en ese hilo temático los distintos temas que componen el disco?

—Las canciones se fueron encontrando en la temática de la naturaleza y sus recursos de una manera orgánica e inesperada. Como un hecho fortuito se fueron llamando entre sí. Cada una de ellas forma parte de diferentes etapas creativas de mi vida y corresponden quizá a un devenir. Es por ello que me gusta decir que cada canción es un capítulo de esta Fábula, y cada uno de ellos comprende a su vez un periplo, un suceso, un recorrido por paisajes vividos o soñados, paisajes naturales o construidos como las grandes ciudades. Estas canciones son trayectos de un largo viaje desde el inicio de mi etapa de creación de canciones hasta hoy.

—¿Cuáles fueron tus principales fuentes de inspiración a la hora de componer esas letras?

—Las fuentes de inspiración para escribir las letras fueron y siguen siendo, para mi sorpresa, muy diversas. La llegada de un nuevo ser a la familia, la partida de un ser querido, obras de artistas visuales que me conmovieron, obras cinematográficas de ficción que me perturbaron, un trayecto de una ciudad a otra, la lectura y la escritura,  las personas que nos rodean, los estados poéticos de contemplación, la incomodidad de algún estado emocional,  un atardecer en el río, el amanecer en el mar, las relaciones humanas, la impotencia ante el maltrato a nuestra naturaleza y ante las vejaciones del ser humano hacia hermanos de otras especies y hacia a sí mismo… las fuentes pueden ser infinitamente diferentes, más considero que lo esencialmente fundamental es estar muy atenta a ellas, atenta a esos estímulos que se presentan, latentes, aparentemente a la espera de ser vistos o descubiertos. Algunas veces alcanza con mirar lo que sucede alrededor, dejarse atravesar, no sentirse tan importante, ser una herramienta en función de algo muy grande: de Doña Poesía, que con su señorona enormidad nos excede, nos maravilla. Otras veces me gusta jugar, seriamente, a detener el tiempo y observar desde afuera, a ser una espectadora escondida detrás de una mirilla, a espiar la propia historia, protagonizarla o contarla como si fuese alguno de aquellos narradores omniscientes describiendo, muy elegante, el inicio de una película.

—¿Quiénes colaboraron en el proceso creativo del disco?

—El  proceso creativo del disco tuvo muchas etapas. Desde los arreglos y producción musical integral, pasando por la grabación y luego la mezcla. Franco Bongioanni me acompaña desde el primer momento en este trabajo en conjunto que realizamos, con quien hace 15 años creamos canciones juntos, producimos y llevamos adelante otros proyectos propios llamados Barro (proyecto de canciones colectivas) y Paquito (musical- escénico para las infancias). Fábula Blanca fue una tarea de investigación sonora de varios años para descubrir las instrumentaciones que llevaría cada pieza del disco, siempre desde la mirada de la propia canción para potenciar su mensaje poético en cada una de ellas. Estos arreglos luego fueron compartidos a las personas que convocamos para el proyecto, la y los integrantes del quinteto que me acompaña hace más de dos años puertas adentro para ensamblar estas músicas: Luciano Stizzolli en piano, teclados y sintetizadores; Pilar Ferrando en bajo y cello; Jorge Mockert en batería y percusión; Franco Bongioanni en guitarras y programación. Todos ellos con un vasto recorrido en diversas fuentes musicales: folclore argentino y de Latinoamérica, música académica, pop electrónico, rock, jazz, entre otras. Luego de un año y medio de ensayo tuvimos la dicha de ser ganadores de la convocatoria  Plan de Fomento de Industrias Creativas de Secretaría de Cultura de la Provincia de Santa Fe, la cual nos posibilitó cubrir la grabación en el reconocido estudio Sonorámica, situado en Traslasierra, Córdoba, estudio que elegimos por presentar las características ideales para grabarlo “en vivo”, como veníamos ensayando, y con un piano de calidad. En la experiencia de grabar 11 canciones en 3 días nos acompañó el  músico y productor de Buenos Aires Juan Ignacio Serrano (Juanito El Cantor), llevando a cabo la producción de la grabación. Para las grabaciones de los vientos y las cuerdas, convocamos a destacados y admirados colegas instrumentistas de nuestra ciudad: Victoria Díaz Geromet en  violín; Lucila Gerelli en  viola; Cristian Bórtoli en contrabajo; Ivana Papini en  clarinete;  Agustina Cortés, Camila Lencina y Fernanda Lagger en saxos. Estas grabaciones fueron realizadas en el estudio La Casita Rodante, de Franco Bongioanni. La mezcla está a cargo de Franco, revisión de mezcla por Juanito el Cantor y la masterización por Daniel Osorio (El Angel Mastering). El disco ha sido lanzado recientemente bajo el sello discográfico Elefante en La Habitación.

—Y deteniéndonos en la trama sonora que teje cada una de las canciones, ¿qué instrumentos logran entrelazar las letras y las melodías para fusionarlas?

—Cada uno de los instrumentos elegidos para las canciones forma parte del imaginario de una fábula dicha, por contar e imaginar, comprenden los trayectos y paisajes sonoros que presenta cada canción. Desde un principio supimos con Franco que la variedad tímbrica sería un camino a explorar y potenciar. Mis inquietudes como intérprete y cantante me han llevado a atravesar diferentes experiencias musicales que constituyen mi decir; por ello consideré  muy importante reunirlas, en esta oportunidad, desde la canción de autoría propia. La presencia del piano es, en la mayoría de las canciones, un eje para entrelazar estos mundos sonoros diversos que en profundidad tienen una íntima relación: conforman el relato de las músicas que me deslumbraron desde siempre y aún me conmueven, un recorrido junto al instrumento que me cautiva de pequeña, de aquella niña que jugaba con el piano de su abuela a inventar canciones y melodías. Acompaña este trayecto la contundencia de los vientos, presentando atmósferas urbanas o de la naturaleza con todo su vigor;  la delicada fortaleza de las cuerdas para llevarnos por universos oníricos, y la solidez de las guitarras, el bajo y la batería volviendo a una rotunda visceralidad. Los sonidos acústicos, eléctricos y electrónicos siempre me han asombrado y han despertado en mí un gran interés, así como el diálogo entre las artes, la hibridación, la resistencia en no definirme como artista de un género particular. Fábula Blanca constituye la integración de todos estos sonidos y de las músicas que me habitan desde  la intriga, la inquietud vocal, el disfrute del aprendizaje en grupo, la curiosidad y la propia maestría de la escucha. Este disco reúne elementos que podrían considerarse inconciliables, más, para mi asombro una vez más, La Canción-La Poesía como hilo conductor, nos muestran los infinitos mundos posibles que pueden albergar y convidar.  

—¿A quién corresponde el arte de tapa y cómo fue el trabajo conjunto para darle vida?

—Considero fundamental el trabajo integral y el diálogo interdisciplinario con otras artes al  momento de crear un proyecto. El aspecto visual forma una parte indispensable del sentido de la obra. El arte de tapa corresponde a la artista visual y fotógrafa Aldana Mestre, Nenu, con quien iniciamos una investigación visual ni bien comenzamos a concretar el proyecto. Luego incorporamos a Mariana Gerosa al equipo visual, artista maquilladora, con quien continuamos creando atmósferas visuales. Fueron muchas capas de sentido y materialidad las que fuimos explorando y elaborando para lograr que el contenido visual esté íntimamente vinculado a la propuesta musical y tenga la misma dirección y pregnancia que el contenido sonoro.

—¿Cuándo y dónde se presentará “Fábula blanca”?

Fábula Blanca se presentará el sábado 18 de noviembre en Circe (CABA) y Juanito el Cantor será el artista anfitrión de la noche. Contaremos con la presencia de dos queridas artistas cantantes invitadas: Maca Mona Mu y Soema Montenegro, quien ha participado de la canción Plegaria Humedal aportando su voz.

—¿En qué lugares se puede encontrar tu discografía?

—Mi discografía está disponible en todas las plataformas digitales y les invito a que sigan esta propuesta personal en Instagram (@amorela.musica) para conocer en profundidad todo este trabajo de años y sumergirse en la escucha de esta Fábula Blanca.

—Para terminar, si pudieras elegir un sabor que represente la esencia de “Fábula blanca”, ¿cuál sería y por qué? —Intentaré acercarme a esta desafiante y maravillosa pregunta. Claramente sería un sabor que devuelve muchas sensaciones para degustar. Podría ser al principio multifrutal, fresco, cítrico, algo primaveral. Saboreando en profundidad, podría tener un momento seco, vegetal, semiamargo con notas agridulces abarcándolo todo… hacia el final, podrían quedar mezcladas sensaciones complejas, agradables, agudas, indescifrables que invitan volver a probar para experimentar, para observar el estado particular que genera, para descubrir un gusto propio o tal vez recibir un nuevo sabor.

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Aguirre–Rodríguez: “El tango siempre estuvo como lengua principal en nosotros”

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Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //

Es un viaje dentro de otros, un movimiento sutil, la música desperezándose en gotas de rocío, notas evaporadas sobre las aves del campo, es el vuelo hacia el espacio urbano, un recorrido temporal. Es antes y después. Es ahora y siempre, una melodía que llega desde lejos, de otras patrias, del mismo viento que corre y desparrama en el lugar justo y en el instante oportuno.

“Del Buen Ayre”, el próximo espectáculo y disco del dúo platense AguirreRodríguez es un viaje por el tiempo y por distintos espacios, una relectura en modo actual de la música rural bonaerense.

Contarte Cultura charló con sus integrantes, Cynthia Aguirre y Alejandro Rodríguez para que nos cuenten acerca de ese caminar que la canción propone.

—Porque los espacios y las cosas que forman parte de ellos suelen hablar de quienes los habitan, nos gustaría comenzar esta charla deteniéndonos en su lugar de trabajo, en el espacio creativo de su música y en los objetos que los rodean en este momento. Si pudieran elegir un rincón o un objeto, el que mejor los represente como dúo y nos cuente algo de ustedes, ¿Cuál sería?

—El lugar, nuestra casa, y el rincón nuestra sala, en la que se va gestando todo el resultado final de lo que hacemos como músicos. Creo que estos espacios hablan de nosotros y de nuestra manera de entender la realidad y el arte.

—Y desde ese espacio viajamos en el tiempo, ¿cómo y cuándo se encuentran Cynthia Aguirre y Alejandro Rodríguez en el camino de la música para dar comienzo al dúo Aguirre–Rodríguez?

—Nos encontramos en la escuela de arte de la ciudad de Berisso, hace muchísimos años, en situación de alumna y profesor, pero rápidamente comenzamos a compartir producciones por fuera de la escuela. Con los años volvimos a encontrarnos, ya específicamente en el terreno del tango con la orquesta Los inmigrantes en el año 2005. Cuando el tiempo de la orquesta se terminó, continuamos en dúo.

—¿Cómo fueron esos comienzos?

—Fue un muy hermoso comienzo, pero rápidamente el dúo se fundió dentro de un cuarteto que con el tiempo se convirtió en sexteto de tango. Me refiero a Tangor. Con esa agrupación trabajamos durante más de 10 años. Por otro lado, Cynthia participaba como invitada permanente en el grupo La Sonora, proyecto que venía caminando desde el año 1989.  

—Como decías, con el correr de los años el tango se instaló entre ustedes, ¿qué cosas los llevaron a explorar en este género que nos representa?

—El tango siempre estuvo como lengua principal en nosotros. Como una especie de lengua madre. Rastrear el porqué de esto es complicado, creo que tiene que ver con nuestras historias personales y la idiosincrasia de nuestras familias de origen. Lo que es claro es que ha sido fundacional en nuestro vínculo con la música. Nuestra mirada como habitantes de este tiempo siempre nos llevó a buscar puentes entre el tango, otras músicas y otros conceptos artísticos.

—¿De qué manera llega el primer disco “Mundo Tango”, grabado en 2011?

—Ganamos un premio a la Producción Fonográfica del FNA (Fondo Nacional de las Artes) y generamos nuestro primer CD. En ese entonces, si bien el CD se llamó Mundo Tango, abarcamos otros lenguajes musicales, algunas cosas del folclore y canciones provenientes de la cantera del rock.

—Por estos días están en proceso de grabación de su segundo disco “Del Buen Ayre”, ¿qué recorridos espacio-temporales tuvieron que hacer para dar vida a los temas que forman parte de esta obra?

En Mundo Tango nos referimos a una idea acerca del tango, como un estado del ser que no solo aparece en esta región del mundo (por algo el tango impacta como impacta en todo el globo). Aquí nos referimos más a la génesis de este género y la música de la provincia de Buenos Aires. Este nuevo trabajo propone un recorrido desde la música campera de principio de siglo XX (El Gardel Gaucho, pasando por compositores icónicos de ese lenguaje como Omar Moreno Palacios) para adentrarse en el tango clásico de la época de oro y llegar hasta composiciones actuales que revitalizan el género. También este trabajo, a diferencia del otro, está estructurado por un material que fue ampliamente mostrado y fogueado. Es música que hemos tocado mucho en vivo y está planteado desde esa impronta. Los arreglos, si es que los hay, fueron construyéndose a lo largo del tiempo y de las distintas actuaciones. Los músicos invitados jugaron en ese mismo tono también. Se les envió un cifrado y una grabación como referencia, pero el armado de los distintos temas se resolvió en el estudio,  mientras Manzana Ibarrart (gran amigo y comandante del Estudio Sonosfera) montaba los mics y seteaba todo. Luego se eligieron las mejores tres tomas de cada tema. El resultado tiene un aroma a “trazos sueltos” que nos encanta en lo particular.

—Sin dudas se trata de un viaje a través de la música, ¿cuál es el aroma que elegirían para simbolizar a este álbum?

—El múltiple aroma de los viajes…si bien es un CD local en cuanto al repertorio, es bastante global en tanto a que lo que suena proviene de muchísimas fuentes y no solo de la tanguera. Lo hemos tocado tanto en tantos países diferentes, que para nosotros tendría ese olor a viaje, a aeropuerto, a trenes.

—El 3 de agosto estarán presentando este disco en La Salamanca, un reconocido espacio cultural platense, ¿qué podrán disfrutar esa noche quienes se acerquen a compartir su música?

—Haremos  algunos de los temas de nuestro espectáculo Del Buen Ayre, como antesala al espectáculo Filogenia de Victoria Moran y el Dúo Puentes Reyes.    

—Mencionás que ese día estarán acompañados por la cantante Victoria Morán, entonces la pregunta va para ella. Victoria, ¿Cómo nace “Filogenia”, ese recopilatorio de obras de música popular argentina? Contanos quiénes serán parte de ese recorrido el 3 de agosto y qué sentís al compartir noche con el Dúo Aguirre-Rodríguez.

9- Filogenia surge de la necesidad de contar nuestro ADN musical a través de las canciones que nos definen. Es una suerte de viaje musical hacia la fuente, hacia la memoria imperecedera que une un recuerdo con otro. Este espectáculo viene a despertarnos la fibra sensible con canciones que nos nombran, enlazando a Homero Manzi con Víctor Heredia, al Cuchi con Fito, a los que fuimos con los que somos. El compartir con compañeros y compañeras músicos y músicas siempre es una alegría, y en este caso será además una sorpresa para el dúo Puentes-Reyes y yo, porque jamás nos hemos cruzado en un escenario y esperamos anhelantes ese ida y vuelta mágico que siempre augura la música compartida.

—Para terminar, ¿cuál es el próximo destino de la música que los mueve?

—Tenemos por delante algunas fechas en nuestra ciudad, como el próximo 29 de agosto, día en el que estaremos compartiendo escenario junto al cantor Carlos Cabrera en el Café Metro. Octubre nos encuentra realizando nuestra segunda gira europea, con conciertos en países como Italia, Francia, España y Portugal. A nuestro regreso estaremos presentando oficialmente nuestro álbum Del Buen Ayre, con la participación de los músicos que fueron parte de la grabación.

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Celina Cocimano y ‘El juego de las emociones de Uma’: “Un libro que pide gran compromiso de los adultos”

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Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //

Todo gira, se mueve en una circularidad compartida. Las emociones suben y bajan, cuelgan de nuestros cuerpos, se desprenden como hojas secas. Regresan, son brotes, transformados en otra cosa.

Celina Cocimano es terapeuta emocional y a partir de sus vivencias y de su trabajo de muchos años necesitó dejar huellas, sembrar palabras para que germinen a través de sus libros.

“El juego de las emociones de Uma”, su último libro, está dedicado a las infancias. A través del juego logra acercarse a los territorios del miedo, de la ansiedad o de la frustración para atravesarlos.

ContArte Cultura charló con ella para conocer las rutas que la llevaron a indagar en ese universo.

—Las emociones forman parte de nuestras vidas, van y vienen, se mueven y nos movemos con ellas. Por eso, para comenzar y a modo de presentación, nos gustaría que elijas al menos tres emociones que te atravesaron al momento de escribir tu último libro y que a cada una de ellas les otorgues un sabor o un aroma.

  • Frustración, sabor a cebolla
  • Ansiedad, aroma a menta
  • Alegría, aroma a vainilla

—Y ya instalados en esa imagen, vayamos a tus comienzos, ¿qué vivencias te llevaron a transitar el camino de la terapia emocional?

—La insatisfacción personal, haberme descubierto cómo estafadora de mi propia vida, creando personalidades adquiridas para moldearme al gusto de la mirada ajena, siempre con esa sed emocional de ser alguien para los demás, ser aceptada, reconocida, querida y encantar a todos. Mientras estudiaba para contadora, sentí un apagón emocional, la apatía era mi única compañera en esos tiempos, hasta que mi cuerpo también “habló” con un síntoma muy sentido. Empezaba a hacerme pis por las noches siendo ya grande, más adelante entendí que eso sucedía en cada hogar o lugar donde me sentía a gusto, de esa manera, “intentaba” aferrarme a algún territorio, sentirlo al menos, por momentos, un lugar donde era yo. Como los animales que marcan su territorio orinando sobre él. Eso era lo que faltaba para que mi vida se vistiera de insatisfacción y cambie totalmente de rumbo, mejor dicho, empiece a vivir y dejar de aparentar lo que mis vacíos necesitaban cubrir.

—Seguramente al ir recorriendo ese camino fue necesario dejar huellas y de esa manera llegaron los libros, ¿cómo vivís la experiencia de escribir para que las palabras sean instrumento de sanación?

—Mi primer libro, “Despierta”, nació como algo catártico de la etapa que comenté anteriormente. Aún no sabía qué era lo que estaba viviendo y, sinceramente, pensaba que me moría por esos tiempos, entonces empecé a escribir cómo fue ese tránsito a mí destrucción de las corazas hacia mi reconstrucción emocional. Después, al compartir mi vivencia con muchas personas, me di cuenta que varios pasamos por ciertos procesos similares, por lo que se me ocurrió darle forma de libro y agregar reflexiones y ejercicios terapéuticos y de autogestión emocional. Los otros 3 -“Diamantes”, “Rotas”, y “El juego de las emociones de Uma”-, fueron pensados basándose en las historias que atiendo y buscando dejarle una “biblioteca” de recursos emocionales a mi hija para cuando sea más grande y, a las personas, que encuentren en estos libros, escrito en palabras, el propio sentir descarnado y sin filtro de las emociones que abordo en cada uno de ellos y luego, ofrecerles dinámicas, reflexiones, ejercicios para que encuentren en ellos formas de transitar el campo emocional sin tanto dolor y con valentía.

—Si pudieras resumir en una palabra el espíritu de cada uno de tus libros, ¿cuáles serían?

  • Despierta: Integridad
  • Diamantes: Osadía
  • Rotas: Coraje
  • El juego de las emociones de Uma: Autenticidad

—Tu último libro, “El juego de las emociones de Uma”, transita los paisajes de la infancia con todas sus gamas de colores, ¿cuál o cuáles fueron los disparadores de esta historia?

—Mi hija, a los 8 años, comenzó a transitar por un tiempo la conocida “Crisis de ansiedad y angustia”. Yo me opuse a que esté medicada siendo tan pequeña, y desde mi saber en el campo emocional de los adultos, junto a una gran observación sobre ella y sus crisis, se me ocurrió trabajar juntas para buscar soluciones a su sentir. Buscamos opciones en el juego infantil, en la creatividad, desarrollando distintos escenarios, armando una rutina de ejercicios y, sobre todo, busqué acercarla a la autogestión emocional. Así fue que se me ocurrió compartir cada ejercicio que funcionó en ella en este cuento, que no solo tiene el fin de que los niños empiecen a desarrollar desde pequeña edad sus propias respuestas emocionales ante cierta situaciones, sino que es un libro que pide gran compromiso de los adultos que acompañan al niño, y esa compañía, con el estar, el hablar su idioma, mejorar la calidad del vínculo, validar sus emociones, respetarlos y comunicarse con ellos, es lo que hace casi la mayor magia del trabajo de fortalecimiento emocional.

—Y justamente, a partir de tus propias vivencias decidiste contar desde el juego y desde las imágenes. Explicanos cómo fue el proceso de elegir esas duplas emocionales sobre las que querías hablar.

—Busqué las que a su edad son dentro de todo fáciles de interpretar, como decimos los adultos: de “etiquetar”. Son parte de las emociones primarias y la dupla fue pensada para dejarles el mensaje de que no son ni buenas ni malas, simplemente son y cada una es mensajera de un sentir, una acción a llevar a cabo y una particular respuesta emocional. También al ponerlas en duplas, cuando ellos/as sientan, por ejemplo, tristeza además de procesarla en todo su ser, sepan que pueden aprender a transportarla en alegría, ir de la ansiedad a la calma. Es decir, que conozcan cuál es la emoción que se necesita para equilibrar una con otra.

—Las semillas del libro fueron plantadas, ¿creés que tus palabras ya comenzaron a germinar y son brotes en los lectores?

—Sorprendentemente sí. Como comenté, yo me dedico a adultos no a infanto, y este libro que se publicó en abril del 2024 ya se está imprimiendo la segunda edición. Lo han comprado mucho abuelas y abuelos para compartirlo con sus nietos, en colegios para abordar ciertas emociones en el aula ya que también hay un capítulo sobre el bullying. Y muchas madres me compartieron que sus hijos o hijas mientras que se les leía el cuento ya comenzaban a incorporar los ejercicios sugeridos, o que empezaban a identificar sus propias emociones, tenían armados sectores en su cuarto como se encuentran en algunos capítulos. Incluso los que son más grandes, según cómo se sentían, buscaban en la biblioteca el libro y se encerraban en su cuarto a leer exclusivamente el capítulo que contiene la emoción que estaban sintiendo en ese día o ese tiempo. También compartió nota de Revista junto a Unicef en el día internacional contra el Bullying de 2024.

—¿En qué proyectos estás trabajando actualmente?

—Tengo dos libros más en camino, uno para adultos sobre la depresión, y otro para infanto, más expansivo aún, con un viaje al campo emocional que sea para ellos y para sus padres o tutores también, digamos que será un libro revelador en muchos aspectos.

—Para terminar, te invitamos a elegir la textura que represente a tu libro “Las emociones de Uma”.

—La textura sería cálida, pomposa, con colores desde pasteles a fuertes, con ganas de descubrirla y sentirla, y con distintos aromas que vayan cambiando según cada paso de la mano o de los pies sobre ella.

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Florencia Ghio presenta “Aguas Turbias”, una historia que lleva al lector por una variada gama de emociones

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Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //

Hay un rumor, un murmullo por encima y por debajo. La evidencia flota, va y viene. Pero el agua arrastra las palabras, se lleva las voces, esconde. No se ve lo que no se quiere ver. O lo que no se debe. La verdad se hunde, toca fondo. Es barro entre los dedos. Y mancha.

 En “Aguas Turbias”, la última novela de Florencia Ghio editada por El Emporio, flotan varias verdades, como un rumor debajo de lo que se lee, van y vienen. Se convierten en imágenes, en sonidos y en aromas, mientras ella bucea para rescatarlas. Para que la verdad nunca se manche.

En diálogo con ContArte Cultura, la escritora cuenta cómo nació la obra y de qué manera descubrió a los protagonistas de esta historia.

—Vamos a comenzar esta charla haciendo foco en una palabra que flota entre las páginas de tu novela: justicia. A modo de presentación del libro y de sus protagonistas, si pudieras elegir una imagen o un objeto simbólico que represente esa justicia, ¿cuál elegirías y por qué?

—Elegiría la clásica estatua de la justicia pero con su balanza completamente inclinada hacia un lado y sus ojos vendados. Porque es un poco eso lo que se ve en esta novela, una justicia que es ciega, y también sorda, por eso el protagonista de mi libro, que dice ser el chivo expiatorio de un crimen que no cometió, tiene que venir desde un pueblo del sur y salir a clamar su inocencia por altoparlantes en un subte de Buenos Aires.

—Y a partir de esa imagen viajemos al principio. Sin dudas, siempre existe un germen que da vida a las cosas. Seguramente tu novela también es producto de ideas o situaciones que fueron semillas en la tierra de tu imaginación. ¿Recordás cómo y cuándo comenzaste a sembrar esta historia?

—Yo digo que en lo que va de mi carrera de escritora, en las dos novelas que escribí y en la que estoy escribiendo ahora, me pasó que no busqué las historias sino que las historias me buscaron a mí. Aguas Turbias está inspirado en un caso real, y surgió a partir de que viera por televisión a un joven que se había fabricado una máscara de chivo y andaba por los subtes suplicando que alguien lo escuchara. Había estado preso por el crimen de su madrastra que él juraba no haber cometido, y le aterraba la idea de que lo condenaran. Me impresionó el mecanismo, recurrir a su creatividad para escapar de ese infierno, eso me llevó a averiguar qué le había pasado y me inspiró para escribir la novela, en donde los personajes, lugares y la mayoría de los sucesos son ficticios, pero ese fue el puntapié inicial que me sumergió en esta novela.

—Aleida, tu protagonista, es una mujer que lucha por sus ideales, va en busca de justicia pero también pelea contra sus propios monstruos. ¿Cómo viviste el proceso de construir ese mundo interior con tantos matices?

—Aleida San Martín es un personaje que rescaté de mi anterior novela El Ciudadano. Es una abogada honesta e idealista, de esas que estudió derecho porque ama la justicia. Al mismo tiempo, es una guerrera; logró superar una historia familiar traumática, para convertirse en una funcionaria pública que trata de rescatar a toda persona que atraviesa un infierno, porque ella sabe lo que es estar ahí y no quiere que nadie más lo tenga que vivir.  Aguas Turbias la va a encontrar en un tramo de su vida en que está en caída libre, porque ahora, aun con las secuelas de sus anteriores traumas, tiene que luchar contra el acoso laboral, se siente muy sola, y todo eso le provocó una fuerte adicción al casino, que en esos momentos encuentra como su única vía de evasión. En estas condiciones se cruza a García Robledo en el subte y, conforme a su esencia, no puede quedar indiferente a su historia. Intuye que él no miente, pero ella no puede ejercer la profesión por ser funcionaria, y además vive en Buenos Aires, así que veremos si, en su estado, logra tomar decisiones tan difíciles para ayudar al chico de la máscara. Para el proceso de construcción de este personaje me ayudó mi especialización en violencia familiar y también hablé con psicólogas expertas en ludopatía.

—También el personaje de García Robledo, el chico de la máscara, tiene sus claroscuros, ¿qué fue lo primero que percibiste de este protagonista al momento de escribirlo?

—García Robledo es un muchacho que antes de pasar por ese infierno amaba la vida, pero luego de esto se ha decepcionado completamente de ella. Descree de las instituciones de su localidad pero, al igual que Aleida, es un guerrero que, en su caso, salió de su pueblo a buscar si al menos en alguna otra parte existía esa justicia que no lograba encontrar. El lector tendrá que averiguar si con toda esa lucha la logra despojar de la venda que tiene en sus ojos y cambiar la inclinación de esa balanza que parece desvencijada.

—Como ya comentaste, hay una cierta continuidad de “Aguas turbias” con “El ciudadano”, tu anterior novela, ¿qué hilos temáticos presentes en ambas historias te gustaría seguir sosteniendo en un futuro?

—Por el momento los casos judiciales reales o ficticios han sido fuentes de inspiración, no sé si quisiera mantener algún hilo temático en particular, pero sí escribir el tipo de literatura que a mí me gusta leer, aquella que no es puro entretenimiento sino que te deja reflexionando y retrata distintos tipos de realidades, algunas veces invisibilidades o desconocidas para quien no las transita, así como en El Ciudadano abordé, además de la violencia familiar y el funcionamiento de la justicia, la política migratoria argentina. Creo que esa también puede ser una de las funciones de la literatura y de la cultura en general. Como lectora, a los libros que solo me entretienen los olvido no bien termino la última página, en cambio el otro tipo de literatura es la que me ha marcado como persona, no solo la recuerdo sino que en determinados momentos de mi vida regreso a ella para releer, aunque más no sea algún párrafo.

—Como en todo policial, en esta novela hay un crimen alrededor del cual se teje la trama. ¿Cuáles son las emociones que te atraviesan al transitar esos escenarios con la palabra y con la imaginación?

—Creo que en Aguas Turbias, que tiene componentes del policial pero también es un drama y tiene romance, el lector va a atravesar una variada gama de emociones y estados de ánimo. Se me ocurren, por ejemplo, indignación, tristeza, intriga, alegría, entre otras.

—¿Seguirá la doctora Aleida San Martín presente en próximas historias?

—En la novela que estoy escribiendo ahora la doctora San Martín no es parte, pero no descarto que en algún momento vuelva.

—Para concluir, ¿cuál sería el color que elegirías para representar el espíritu de tu novela y por qué?

—Elijo el gris topo, por todo lo que acontece.- El lector tendrá que averiguar si ese color puede llegar a cambiar en algún momento de la novela.


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Domicilio Legal: 135 nº 1472 Dto 2, La Plata, Provincia de Buenos Aires
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