

Entrevistas
Amorela: “Las canciones se fueron encontrando en la temática de la naturaleza de una manera orgánica e inesperada”
Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini /
PH: Aldana Mestre //
Es el agua que desborda y fuego que arrasa. Es un viento nuevo. Un laberinto de gritos sobre el nido y sobre el pájaro. Es un silencio del pájaro y las voces colgadas del paisaje, una espiral como un sueño. Es una invocación y un deseo. El paisaje sangra canciones, en el territorio donde la música y la palabra se funden. Y sanan.
Amorela, es el proyecto musical solista de la cantante y actriz santafesina, Cintia Amorela Bertolino. Luego de una larga trayectoria en diferentes grupos musicales, la artista presenta “Fábula blanca”, una obra que reúne 11 canciones entrelazadas y tejidas con los hilos de la naturaleza.
En diálogo con ContArte Cultura, la autora cuenta acerca de su carrera y del proceso creativo del disco.
—Vamos a comenzar esta charla viajando hacia el territorio de las canciones que dan vida a tu disco “Fábula blanca”. ¿Qué elementos de la naturaleza te ayudaron a fertilizar las letras y la música de los temas de esta obra?
—En Fábula Blanca los elementos de la naturaleza, al igual que en nuestra Pacha, son fundantes para la creación de la vida, en este caso, para la vida de las canciones. Me han acompañado en varias instancias creativas, desde la composición de las mismas hasta la elección de su orden en el disco. Incluso podría agruparlas desde esa perspectiva. Algunas canciones nacen del agua para el agua que tanto nos ha enseñado, como por ejemplo la canción Abrenmil, ofrendada a la devastadora inundación que sufrió nuestra ciudad, Santa Fe, hace 20 años, en abril de 2003. Otras, como es el caso de Plegaria Humedal, nace puntualmente de la iracunda fuerza del fuego para calmar la tierra llamando al agua en tiempos de indiscriminadas quemas de nuestros humedales, cuando el aire ardía y nuestra flora y fauna se desvanecía. Otras canciones, como Verde Azul y Mirar, nacen de la tierra acercándose al río y al mar para despedir en el agua la materia que nos constituye. Y el aire en todas ellas, el elemento fundamental para que los sonidos, y en especial el canto, se propaguen como un llamado, como una invocación para traernos a conciencia las acciones que realizamos como especie en el entorno que habitamos.
—Sigamos viajando. Ahora vamos hacia atrás, recorramos las rutas que te trajeron hasta este punto de tu carrera, ¿recordás en qué tiempo y en qué lugares diste tus primeros pasos en el arte?
—Mis primeros pasos en el arte van de la mano de mi familia. Reuniones rodeadas de cantos a viva voz, “a boca de jarro”, canturreos entre los quehaceres de la casa, tangos, boleros, zambas, chacareras y chamamés de fondo en las casas de mis abuelas y abuelos cantores, rock nacional e internacional, música de Brasil y Joan Manuel Serrat en mi hogar materno; todo esto ligado a relatos de un tío músico que en los años ‘70 hacía sonar su poesía en castellano en bandas de nuestra ciudad, que cantaba su efervescente escritura en sus canciones. Mis primeros pasos comienzan entonces en mi familia. Una familia apasionada por la música, por los escenarios, la actuación, los relatos. Fui creciendo en el arte de la mano de mi única hermana, Jesica, artista visual (7 años más grande), participando en coros, escuela de música, talleres de teatro, escritura, danza, dibujo… iniciativas individuales y colectivas entre otras actividades “para grandes” como recitales y obras de teatro a las que me llevaban de aquí para allá. Tuvimos la posibilidad de que nuestros deseos e intereses de aprender de las artes escénicas, musicales y visuales fueran escuchados, respetados y celebrados por nuestro entorno, que al día de hoy agradecemos trabajando para esa posibilidad en las infancias actuales, cada una en distintas áreas artísticas. Juntas fuimos cultivando nuestras formaciones gracias al acompañamiento de nuestra familia, en donde se practicaban oficios diversos, no necesariamente siempre artísticos: trabajadoras y trabajadores incansables que enseñaron con sus manos obreras la importancia de ver la poesía en el hacer, la grandeza en lo pequeño, la inmensa huella que deja la labor cotidiana, la profundidad de lo simple, la importancia de la templanza en tiempos austeros y la potencia del abrazo para saltar del nido con libre vuelo.
—“Fábula blanca”, como decíamos antes, es una obra que atraviesa la temática de la naturaleza y sus recursos. ¿Cómo se fueron encadenando en ese hilo temático los distintos temas que componen el disco?
—Las canciones se fueron encontrando en la temática de la naturaleza y sus recursos de una manera orgánica e inesperada. Como un hecho fortuito se fueron llamando entre sí. Cada una de ellas forma parte de diferentes etapas creativas de mi vida y corresponden quizá a un devenir. Es por ello que me gusta decir que cada canción es un capítulo de esta Fábula, y cada uno de ellos comprende a su vez un periplo, un suceso, un recorrido por paisajes vividos o soñados, paisajes naturales o construidos como las grandes ciudades. Estas canciones son trayectos de un largo viaje desde el inicio de mi etapa de creación de canciones hasta hoy.
—¿Cuáles fueron tus principales fuentes de inspiración a la hora de componer esas letras?
—Las fuentes de inspiración para escribir las letras fueron y siguen siendo, para mi sorpresa, muy diversas. La llegada de un nuevo ser a la familia, la partida de un ser querido, obras de artistas visuales que me conmovieron, obras cinematográficas de ficción que me perturbaron, un trayecto de una ciudad a otra, la lectura y la escritura, las personas que nos rodean, los estados poéticos de contemplación, la incomodidad de algún estado emocional, un atardecer en el río, el amanecer en el mar, las relaciones humanas, la impotencia ante el maltrato a nuestra naturaleza y ante las vejaciones del ser humano hacia hermanos de otras especies y hacia a sí mismo… las fuentes pueden ser infinitamente diferentes, más considero que lo esencialmente fundamental es estar muy atenta a ellas, atenta a esos estímulos que se presentan, latentes, aparentemente a la espera de ser vistos o descubiertos. Algunas veces alcanza con mirar lo que sucede alrededor, dejarse atravesar, no sentirse tan importante, ser una herramienta en función de algo muy grande: de Doña Poesía, que con su señorona enormidad nos excede, nos maravilla. Otras veces me gusta jugar, seriamente, a detener el tiempo y observar desde afuera, a ser una espectadora escondida detrás de una mirilla, a espiar la propia historia, protagonizarla o contarla como si fuese alguno de aquellos narradores omniscientes describiendo, muy elegante, el inicio de una película.
—¿Quiénes colaboraron en el proceso creativo del disco?



—El proceso creativo del disco tuvo muchas etapas. Desde los arreglos y producción musical integral, pasando por la grabación y luego la mezcla. Franco Bongioanni me acompaña desde el primer momento en este trabajo en conjunto que realizamos, con quien hace 15 años creamos canciones juntos, producimos y llevamos adelante otros proyectos propios llamados Barro (proyecto de canciones colectivas) y Paquito (musical- escénico para las infancias). Fábula Blanca fue una tarea de investigación sonora de varios años para descubrir las instrumentaciones que llevaría cada pieza del disco, siempre desde la mirada de la propia canción para potenciar su mensaje poético en cada una de ellas. Estos arreglos luego fueron compartidos a las personas que convocamos para el proyecto, la y los integrantes del quinteto que me acompaña hace más de dos años puertas adentro para ensamblar estas músicas: Luciano Stizzolli en piano, teclados y sintetizadores; Pilar Ferrando en bajo y cello; Jorge Mockert en batería y percusión; Franco Bongioanni en guitarras y programación. Todos ellos con un vasto recorrido en diversas fuentes musicales: folclore argentino y de Latinoamérica, música académica, pop electrónico, rock, jazz, entre otras. Luego de un año y medio de ensayo tuvimos la dicha de ser ganadores de la convocatoria Plan de Fomento de Industrias Creativas de Secretaría de Cultura de la Provincia de Santa Fe, la cual nos posibilitó cubrir la grabación en el reconocido estudio Sonorámica, situado en Traslasierra, Córdoba, estudio que elegimos por presentar las características ideales para grabarlo “en vivo”, como veníamos ensayando, y con un piano de calidad. En la experiencia de grabar 11 canciones en 3 días nos acompañó el músico y productor de Buenos Aires Juan Ignacio Serrano (Juanito El Cantor), llevando a cabo la producción de la grabación. Para las grabaciones de los vientos y las cuerdas, convocamos a destacados y admirados colegas instrumentistas de nuestra ciudad: Victoria Díaz Geromet en violín; Lucila Gerelli en viola; Cristian Bórtoli en contrabajo; Ivana Papini en clarinete; Agustina Cortés, Camila Lencina y Fernanda Lagger en saxos. Estas grabaciones fueron realizadas en el estudio La Casita Rodante, de Franco Bongioanni. La mezcla está a cargo de Franco, revisión de mezcla por Juanito el Cantor y la masterización por Daniel Osorio (El Angel Mastering). El disco ha sido lanzado recientemente bajo el sello discográfico Elefante en La Habitación.


—Y deteniéndonos en la trama sonora que teje cada una de las canciones, ¿qué instrumentos logran entrelazar las letras y las melodías para fusionarlas?
—Cada uno de los instrumentos elegidos para las canciones forma parte del imaginario de una fábula dicha, por contar e imaginar, comprenden los trayectos y paisajes sonoros que presenta cada canción. Desde un principio supimos con Franco que la variedad tímbrica sería un camino a explorar y potenciar. Mis inquietudes como intérprete y cantante me han llevado a atravesar diferentes experiencias musicales que constituyen mi decir; por ello consideré muy importante reunirlas, en esta oportunidad, desde la canción de autoría propia. La presencia del piano es, en la mayoría de las canciones, un eje para entrelazar estos mundos sonoros diversos que en profundidad tienen una íntima relación: conforman el relato de las músicas que me deslumbraron desde siempre y aún me conmueven, un recorrido junto al instrumento que me cautiva de pequeña, de aquella niña que jugaba con el piano de su abuela a inventar canciones y melodías. Acompaña este trayecto la contundencia de los vientos, presentando atmósferas urbanas o de la naturaleza con todo su vigor; la delicada fortaleza de las cuerdas para llevarnos por universos oníricos, y la solidez de las guitarras, el bajo y la batería volviendo a una rotunda visceralidad. Los sonidos acústicos, eléctricos y electrónicos siempre me han asombrado y han despertado en mí un gran interés, así como el diálogo entre las artes, la hibridación, la resistencia en no definirme como artista de un género particular. Fábula Blanca constituye la integración de todos estos sonidos y de las músicas que me habitan desde la intriga, la inquietud vocal, el disfrute del aprendizaje en grupo, la curiosidad y la propia maestría de la escucha. Este disco reúne elementos que podrían considerarse inconciliables, más, para mi asombro una vez más, La Canción-La Poesía como hilo conductor, nos muestran los infinitos mundos posibles que pueden albergar y convidar.
—¿A quién corresponde el arte de tapa y cómo fue el trabajo conjunto para darle vida?
—Considero fundamental el trabajo integral y el diálogo interdisciplinario con otras artes al momento de crear un proyecto. El aspecto visual forma una parte indispensable del sentido de la obra. El arte de tapa corresponde a la artista visual y fotógrafa Aldana Mestre, Nenu, con quien iniciamos una investigación visual ni bien comenzamos a concretar el proyecto. Luego incorporamos a Mariana Gerosa al equipo visual, artista maquilladora, con quien continuamos creando atmósferas visuales. Fueron muchas capas de sentido y materialidad las que fuimos explorando y elaborando para lograr que el contenido visual esté íntimamente vinculado a la propuesta musical y tenga la misma dirección y pregnancia que el contenido sonoro.
—¿Cuándo y dónde se presentará “Fábula blanca”?
—Fábula Blanca se presentará el sábado 18 de noviembre en Circe (CABA) y Juanito el Cantor será el artista anfitrión de la noche. Contaremos con la presencia de dos queridas artistas cantantes invitadas: Maca Mona Mu y Soema Montenegro, quien ha participado de la canción Plegaria Humedal aportando su voz.
—¿En qué lugares se puede encontrar tu discografía?
—Mi discografía está disponible en todas las plataformas digitales y les invito a que sigan esta propuesta personal en Instagram (@amorela.musica) para conocer en profundidad todo este trabajo de años y sumergirse en la escucha de esta Fábula Blanca.
—Para terminar, si pudieras elegir un sabor que represente la esencia de “Fábula blanca”, ¿cuál sería y por qué? —Intentaré acercarme a esta desafiante y maravillosa pregunta. Claramente sería un sabor que devuelve muchas sensaciones para degustar. Podría ser al principio multifrutal, fresco, cítrico, algo primaveral. Saboreando en profundidad, podría tener un momento seco, vegetal, semiamargo con notas agridulces abarcándolo todo… hacia el final, podrían quedar mezcladas sensaciones complejas, agradables, agudas, indescifrables que invitan volver a probar para experimentar, para observar el estado particular que genera, para descubrir un gusto propio o tal vez recibir un nuevo sabor.

Entrevistas
“Vientos de libertad”, la gesta sanmartiniana en la nueva obra de Luis Carranza Torres

Por Andrea Viveca Sanz /
Edición: Walter Omar Buffarini
Cruzar las fronteras del tiempo y del espacio, animarse, como si existiera una continuidad, un rumor de páginas que necesitaran volver a leerse.
Con una trama que pone la mirada en los detalles, en los paisajes interiores de los protagonistas, en el pasado, pero también en el presente y en el futuro, Luis Carranza Torres avanza, cruza sus propias montañas y da vida a una historia que se ramifica, un entramado donde las pasiones y el amor son protagonistas.
“Vientos de libertad” es la nueva novela del escritor cordobés, quien con sus letras lleva al lector a épocas de la gesta sanmartiniana, para adentrarse en algo más de lo que cuenta la historia.
— ¿Qué te llevó a elegir este renglón de la historia para invitar a tus personajes de ficción a vivir los hechos reales?
— Me gustan los momentos bisagra de la historia, y este período en que transcurre la novela lo fue para nosotros. Nunca es en vano recordar que la Independencia argentina se sancionó, a diferencia de muchas otras, en el peor momento posible. Sin recursos, derrotados nuestros ejércitos en el Alto Perú, amenazados por los cuatro costados por los españoles, los portugueses y los indios. Nacimos, por tanto, en la esperanza, pero también por el coraje de no rendirse ante la adversidad. Eso es lo que busqué reflejar en la novela. Y es algo que sirve más allá del orgullo por nuestro pasado, en la vida diaria de cualquier persona. Se trata de la prehistoria, por así decirlo, de la Argentina que hoy conocemos. Cuando todavía ni nos llamábamos de esa forma. A la par de la evolución de los personajes, existe también la de una sociedad que busca ser de otra forma, liberándose de muchas cosas. A partir de esa declaración de independencia, se produce un gran sinceramiento colectivo de lo que queríamos ser, y de lo que podíamos lograr solo con dos cosas: un liderazgo apropiado y la capacidad de esfuerzo que nos caracteriza individualmente, pero articulada en conjunto. La gesta del cruce de los Andes muestra a lo que podemos llegar cuando hacemos bien las cosas.
— ¿De qué manera trabajaste para poner en palabras los escenarios naturales que recreás en los distintos capítulos?
— Me esfuerzo por poner atención a los detalles, esos que le confieren autenticidad a la trama. Cuando se estructura la trama, uno también va buscando el escenario para plantear determinada escena. Aquí, en “Vientos de Libertad”, no las determinan tanto los actos exteriores sino la interioridad de los personajes, que el paisaje esté a tono con lo que le pasa por dentro a quién protagoniza la escena. Fue eso lo que busqué plasmar. Te diría que aun con la presencia de una referencia geográfica de tanto peso como los Andes, la cuestión pasa más por los lugares culturales o sociológicos de ese tiempo: los espacios de sociabilización como la Alameda o la Plaza Mayor, las conversaciones en el río de las lavanderas, las sala de recibir de las casas, el cuartel militar como preparación para el cruce. Es algo que no busqué, se dio naturalmente. La cordillera está, pero a la vez no está y hay otras todavía más inmensas que sortear. A veces los libros te llevan a eso. A pesar de que he estado en los Andes de norte a sur, desde la puna al estrecho y hecho andinismo en la zona del Tupungato cuando era jóven. O quizás por eso, la presencia no es tanto física como simbólica. Los lectores decidirán (risas).
— Además hay otros escenarios que muestran la vida doméstica de José de San Martín junto a Remedios de Escalada. ¿Por qué te interesó hacer foco en esas vivencias cotidianas?
— La relación entre José de San Martín y Remedios de Escalada ha sido muy bastardeada, por usar una palabra de la época. Con ella, sobre todo, siempre invisibilizada y desmerecida injustamente. Fue Remedios una mujer excepcional, tan valerosa, rebelde y libre como la sociedad de su época podía permitir, e incluso algo más. Asimismo, mostró un compromiso personal y propio con la causa emancipadora, aun desde antes de conocer al Libertador, con la misma firmeza de carácter que luego tuvo en el manejo de los asuntos patrimoniales de la pareja, ya que fue ella quien administró todo mientras San Martín hacía sus campañas, teniendo incluso la plena patria potestad de la hija de ambos. Por extraño y hasta paradójico que parezca, bien podemos decir que la Remedios histórica es muy diferente de aquella que la historiografía nos ha pintado. Por su parte, José de San Martín es bastante más de lo que usualmente tenemos en consideración. Era un hombre ilustrado, curioso de casi todo lo que se movía a su alrededor, que leía mucho, en inglés y francés además del castellano. Tocaba la guitarra, cantaba bastante bien, pintaba cuadros de paisajes, sobre todo de la cordillera, era un apasionado del ajedrez y gustaba de las nieves de limón -antecedente de nuestro actual helado de ese gusto-. Creo que la frase que el Libertador pone en la tumba de Remedios ilustra bastante respecto de la relación que tuvieron: “Esposa y amiga del general San Martín”. Recordemos que él valoraba la amistad en un grado superlativo dentro de su escala de valores. Tanto uno como otro fueron personas adelantadas a su tiempo. Y que se atraían por compartir esos valores, sintiendo admiración mutua. Es lo que quise reflejar en la historia en cuanto a ellos. La relación de igual a igual que, a juzgar por toda la documentación fidedigna, tuvieron en un gesto inaudito para la época. Parecen más un matrimonio de nuestros días que de aquellos de 1816.
— ¿Cómo se manifestaron en vos Sebastiana y Justo, los protagonistas de “Vientos de libertad”?
— Ambos son seres literarios por demás interesantes. Complejos, intrincados por dentro y por fuera, y hasta queribles aun en sus defectos. Él ya no puede ser en lo físico lo que sigue siendo en mente y alma: un soldado. Ella, un ser tan castigado por la vida, que termina por volverse una resentida con casi todos. Y el amor como prenda de unión, que da segundas oportunidades para ser feliz, pero también implica renuncias costosas. Si Justo tiene un brazo inútil, Nazarena lleva esas mutilaciones por dentro. Cada cual lidia con ellas como mejor puede, en tanto no deja de advertir que al otro le pasa igual. Para peor, ambos son terriblemente pasionales. En lo bueno y en lo malo. Particularmente, en el orgullo propio. Ninguno cede nada, a pesar de la atracción, del deseo o los fuertes sentimientos que se prodigan. Cada cual quiere lo mejor para el otro, pero a su modo. Y cuando se desilusionan, es en grande. Con todos estos ingredientes, creo que la historia de Nazarena y Justo termina siendo una de las más pasionales que he escrito. Pero también, de las más sufridas e implacables.
— ¿Hay algún personaje secundario que te gustaría destacar?
— La familia Buteler. La historia es verídica en sus líneas generales. Un irlandés que viene con el ejército inglés y se aquerencia al punto de no querer volver a su tierra y plantar raíces aquí. Algunos de los descendientes del Buteler histórico eran vecinos de mi familia en el campo, y de chico escuché alguna de las cosas que aparecen en la novela y me sirvió para darle forma a esa peculiar familia literaria. En cierto modo, es un homenaje a aquellas historias y a las personas que me las contaron. Así como a unos vecinos muy cercanos que tengo como parte de mi historia personal y considero, incluso hoy, como parte de mi familia ampliada. Además, “Vientos de Libertad” se trata de una de las novelas con más personajes secundarios que he escrito. Por lo mismo, se puede leer en varias líneas narrativas. Todas cruzadas por distintos tipos de amor: el de Goya y Tadeo, los esclavos de Nazarena, el apegado a las normas de Isabel y Eulogio, el pasional de Nazarena con Justo, el amor a la distancia entre Mariana y Tulio o el cómplice entre Remedios y José. A la par de eso, hay historias personales muy ricas en matices, como la de Goya, el mismo Tadeo, Mariana en Santiago de Chile o Isabel en Mendoza. Cada una por sus propias y muy particulares razones.
— Vemos que uno de los personajes, Eulogio, lleva un apellido conocido de otras obras tuyas: López de Madariaga. Y que Isabel es una devota lectora de Jane Austen, sin mencionar a la autora. ¿Qué podés contarnos sobre eso? ¿Hay otro texto, quizás implícito, detrás del texto impreso de la novela?
— Son guiños de complicidad para los lectores que me siguen desde siempre. Eulogio es mencionado, ya anciano, en “Palabras Silenciadas”. Es, en sus años mozos como se diría en la época de la novela, el antepasado de la familia que desarrollé en la saga de la Segunda Guerra Mundial que inició con “Mujeres de Invierno”. Antes de llevar a cabo todo por lo que su familia lo recuerda. En el caso de Isabel, sus lecturas son una suerte de homenaje a lo que he visto o me han contado que leen muchas de mis lectoras. Y para recordar que clásicos de Jane como “Orgullo y Prejuicio”, por los tabúes de la época en la sociedad inglesa, se publicaron de forma anónima, sin más datos que su escritora era una mujer. Cosas como estas encajan de maravilla para pintar con un detalle a la sociedad de entonces.
— Mientras todos ellos se preparaban para cruzar una frontera geográfica, vos ibas cruzando las barreras del tiempo para revivir aquellas escenas. ¿Qué fue lo que más te impactó de ese cruce temporal?
— La magnitud de lo que se hizo con muy pocos medios, pero usados muy inteligentemente. La libertad siempre tiene un precio e impone sacrificios. Ellos no dudaron en pagarlo, y por eso es que somos argentinos hoy en día. Tenemos una deuda con esos compatriotas que ya no están, es lo que quise reflejar en la trama de la historia. Otra de las cuestiones que me llamó la atención, y quise rescatar para dar cuerpo a la historia de la novela, es la tremenda preparación logística que implicó. No solo fue un cruce. Debieron llevar consigo todo lo que necesitaban para sobrevivir, desde la leña hasta el agua. Y combatir para apoderarse de las fortificaciones realistas que guardaban los pasos. Pero el éxito de todo dependía de mantener al adversario sin saber por dónde cruzarían. Que se revelara ese detalle hubiera ocasionado el desastre de toda la expedición, y esa es la idea movilizadora que estructura la historia.
— Has dedicado esta novela “a ese soldado argentino, sólo conocido por Dios” ¿Qué razones te movieron a poner esas palabras?
— Es una frase conocida en el mundo castrense. Refiere a aquellos que han caído en combate y no han podido ser identificados sus restos. Solo Dios sabe quién es y cómo sacrificó su vida. A veces ni tumba tienen. Hubo muchos en las guerras de la independencia, por no decir que fueron la mayoría de los caídos en esa época. Son los seres más anónimos de las batallas y guerras. Desde chico, cuando veía la llama votiva por el soldado desconocido de la Independencia a la entrada de la catedral de Buenos Aires, era algo, y lo sigue siendo hoy, que me sobrecoge. Cuando terminé de escribir la novela, supe que era a ellos que debía dedicarlo, para reconocerlos, tal como se hace en cualquier país que cuida sus valores cívicos.
— El viento siempre mueve cosas, ¿qué movilizaron en Luis Carranza Torres los vientos de la escritura de esta novela?
— La gratitud a aquellos que se sacrificaron para tener la libertad que, muchas veces hoy, usamos mal o, peor aún, nos resulta indiferente. Poder decidir nuestro destino es una gran cosa. No solo en lo individual, sino también como sociedad. Quise rescatar eso, pero también lo que entiendo como una paradoja curiosa y hasta cruel respecto del deber: hacer lo que entendemos correcto, implica muchas veces sacrificios muy personales. Y en el caso de los personajes de la novela, como el mismo José de San Martín lo habla con Eulogio, cumplir con el deber es alejarse de los que uno quiere y poner en riesgo de mil formas la propia existencia. Somos lo que somos colectivamente, entre otras cosas, por esos esfuerzos que se cuentan en la novela. No debemos nunca olvidarlo. Eso busqué transmitir, más allá de contar una historia vibrante en lo épico e intrincada y de suspenso también en cuanto a lo amoroso.
Entrevistas
En primera persona: Nair Libonatti, escritora
La artista uruguaya habla de ella misma, de cómo llegó a la escritura y de su obra

Sobre sí misma y su arte
Soy Nair Libonatti, mujer uruguaya de 69 años. Toda mi vida supe que podía escribir, sin embargo, al plasmar mis ideas en una hoja, el resultado no me era grato y terminaba rompiendo.
En el año 2019 una amiga me invitó a “algo” literario y fui. Resultó ser un taller y fue ahí donde comencé a escribir.
Pocos meses después llegó la pandemia, entonces, buscando recursos para mi nuevo despertar, entré en un grupo argentino de Facebook. En él compartíamos textos y comentábamos.
Un buen día me invitaron a participar en el Mundial de Escritura, al principio me parecía inalcanzable hasta que me animé y la experiencia resultó maravillosa.
Sobre su obra
He escrito algunos libros: “Historias del Caldero”, en conjunto con dos amigas, “Constelaciones”, libro que va por su segunda edición y “El Pata de Bolsa y otros relatos”. Estos dos últimos están presentes en la 49a Feria del Libro de Buenos Aires, en el stand de Uruguay.



Sobre “Constelaciones” puedo decir que es un libro fuerte, con historias bastante movilizadoras, es un intento de visibilizar algunas circunstancias. “El Pata de Bolsa” es en tono más humorístico, un poco más distendido y coloquial.
Son libros de cuentos cortos, escritos individualmente y luego seleccionados para cada uno de los libros.
Su actualidad

Actualmente integro el taller “Ratones de biblioteca”, que funciona en la Casa de la Cultura de Minas, Uruguay, y algunas compañeras me acompañaron a la Feria del Libro de Buenos Aires.
Nair Libonatti junto a Andrea Viveca Sanz, de Contarte Cultura, en la 49º Feria Internacional del Libro de Buenos Aires
Entrevistas
Aguirre–Rodríguez: “El tango siempre estuvo como lengua principal en nosotros”

Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //
Es un viaje dentro de otros, un movimiento sutil, la música desperezándose en gotas de rocío, notas evaporadas sobre las aves del campo, es el vuelo hacia el espacio urbano, un recorrido temporal. Es antes y después. Es ahora y siempre, una melodía que llega desde lejos, de otras patrias, del mismo viento que corre y desparrama en el lugar justo y en el instante oportuno.
“Del Buen Ayre”, el próximo espectáculo y disco del dúo platense Aguirre–Rodríguez es un viaje por el tiempo y por distintos espacios, una relectura en modo actual de la música rural bonaerense.
Contarte Cultura charló con sus integrantes, Cynthia Aguirre y Alejandro Rodríguez para que nos cuenten acerca de ese caminar que la canción propone.
—Porque los espacios y las cosas que forman parte de ellos suelen hablar de quienes los habitan, nos gustaría comenzar esta charla deteniéndonos en su lugar de trabajo, en el espacio creativo de su música y en los objetos que los rodean en este momento. Si pudieran elegir un rincón o un objeto, el que mejor los represente como dúo y nos cuente algo de ustedes, ¿Cuál sería?
—El lugar, nuestra casa, y el rincón nuestra sala, en la que se va gestando todo el resultado final de lo que hacemos como músicos. Creo que estos espacios hablan de nosotros y de nuestra manera de entender la realidad y el arte.
—Y desde ese espacio viajamos en el tiempo, ¿cómo y cuándo se encuentran Cynthia Aguirre y Alejandro Rodríguez en el camino de la música para dar comienzo al dúo Aguirre–Rodríguez?
—Nos encontramos en la escuela de arte de la ciudad de Berisso, hace muchísimos años, en situación de alumna y profesor, pero rápidamente comenzamos a compartir producciones por fuera de la escuela. Con los años volvimos a encontrarnos, ya específicamente en el terreno del tango con la orquesta Los inmigrantes en el año 2005. Cuando el tiempo de la orquesta se terminó, continuamos en dúo.


—¿Cómo fueron esos comienzos?
—Fue un muy hermoso comienzo, pero rápidamente el dúo se fundió dentro de un cuarteto que con el tiempo se convirtió en sexteto de tango. Me refiero a Tangor. Con esa agrupación trabajamos durante más de 10 años. Por otro lado, Cynthia participaba como invitada permanente en el grupo La Sonora, proyecto que venía caminando desde el año 1989.
—Como decías, con el correr de los años el tango se instaló entre ustedes, ¿qué cosas los llevaron a explorar en este género que nos representa?
—El tango siempre estuvo como lengua principal en nosotros. Como una especie de lengua madre. Rastrear el porqué de esto es complicado, creo que tiene que ver con nuestras historias personales y la idiosincrasia de nuestras familias de origen. Lo que es claro es que ha sido fundacional en nuestro vínculo con la música. Nuestra mirada como habitantes de este tiempo siempre nos llevó a buscar puentes entre el tango, otras músicas y otros conceptos artísticos.
—¿De qué manera llega el primer disco “Mundo Tango”, grabado en 2011?
—Ganamos un premio a la Producción Fonográfica del FNA (Fondo Nacional de las Artes) y generamos nuestro primer CD. En ese entonces, si bien el CD se llamó Mundo Tango, abarcamos otros lenguajes musicales, algunas cosas del folclore y canciones provenientes de la cantera del rock.
—Por estos días están en proceso de grabación de su segundo disco “Del Buen Ayre”, ¿qué recorridos espacio-temporales tuvieron que hacer para dar vida a los temas que forman parte de esta obra?
En Mundo Tango nos referimos a una idea acerca del tango, como un estado del ser que no solo aparece en esta región del mundo (por algo el tango impacta como impacta en todo el globo). Aquí nos referimos más a la génesis de este género y la música de la provincia de Buenos Aires. Este nuevo trabajo propone un recorrido desde la música campera de principio de siglo XX (El Gardel Gaucho, pasando por compositores icónicos de ese lenguaje como Omar Moreno Palacios) para adentrarse en el tango clásico de la época de oro y llegar hasta composiciones actuales que revitalizan el género. También este trabajo, a diferencia del otro, está estructurado por un material que fue ampliamente mostrado y fogueado. Es música que hemos tocado mucho en vivo y está planteado desde esa impronta. Los arreglos, si es que los hay, fueron construyéndose a lo largo del tiempo y de las distintas actuaciones. Los músicos invitados jugaron en ese mismo tono también. Se les envió un cifrado y una grabación como referencia, pero el armado de los distintos temas se resolvió en el estudio, mientras Manzana Ibarrart (gran amigo y comandante del Estudio Sonosfera) montaba los mics y seteaba todo. Luego se eligieron las mejores tres tomas de cada tema. El resultado tiene un aroma a “trazos sueltos” que nos encanta en lo particular.
—Sin dudas se trata de un viaje a través de la música, ¿cuál es el aroma que elegirían para simbolizar a este álbum?
—El múltiple aroma de los viajes…si bien es un CD local en cuanto al repertorio, es bastante global en tanto a que lo que suena proviene de muchísimas fuentes y no solo de la tanguera. Lo hemos tocado tanto en tantos países diferentes, que para nosotros tendría ese olor a viaje, a aeropuerto, a trenes.
—El 3 de agosto estarán presentando este disco en La Salamanca, un reconocido espacio cultural platense, ¿qué podrán disfrutar esa noche quienes se acerquen a compartir su música?
—Haremos algunos de los temas de nuestro espectáculo Del Buen Ayre, como antesala al espectáculo Filogenia de Victoria Moran y el Dúo Puentes Reyes.
—Mencionás que ese día estarán acompañados por la cantante Victoria Morán, entonces la pregunta va para ella. Victoria, ¿Cómo nace “Filogenia”, ese recopilatorio de obras de música popular argentina? Contanos quiénes serán parte de ese recorrido el 3 de agosto y qué sentís al compartir noche con el Dúo Aguirre-Rodríguez.
9- Filogenia surge de la necesidad de contar nuestro ADN musical a través de las canciones que nos definen. Es una suerte de viaje musical hacia la fuente, hacia la memoria imperecedera que une un recuerdo con otro. Este espectáculo viene a despertarnos la fibra sensible con canciones que nos nombran, enlazando a Homero Manzi con Víctor Heredia, al Cuchi con Fito, a los que fuimos con los que somos. El compartir con compañeros y compañeras músicos y músicas siempre es una alegría, y en este caso será además una sorpresa para el dúo Puentes-Reyes y yo, porque jamás nos hemos cruzado en un escenario y esperamos anhelantes ese ida y vuelta mágico que siempre augura la música compartida.
—Para terminar, ¿cuál es el próximo destino de la música que los mueve?
—Tenemos por delante algunas fechas en nuestra ciudad, como el próximo 29 de agosto, día en el que estaremos compartiendo escenario junto al cantor Carlos Cabrera en el Café Metro. Octubre nos encuentra realizando nuestra segunda gira europea, con conciertos en países como Italia, Francia, España y Portugal. A nuestro regreso estaremos presentando oficialmente nuestro álbum Del Buen Ayre, con la participación de los músicos que fueron parte de la grabación.
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