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Artes Plásticas

Natalia Bruno: “La herramienta digital es indispensable, pero lo analógico constituye el alma de mi trabajo”

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Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //

Es de noche, la oscuridad cubre las formas, todo se vuelve extraño. Justo antes de dormir, asoman las preguntas, se chocan en el aire, ruedan una sobre la otra, se ovillan en las bocas, son nudos difíciles de desatar, hilos sueltos en un pincel sin palabras.

La artista plástica Natalia Bruno desde siempre ha sentido gusto por contar historias, ya de pequeña disfrutaba ese viaje a mundos imaginarios a través de la palabra. Después, su vínculo con la fotografía la llevó al universo de las ilustraciones y fue entonces cuando comenzó a contar con imágenes.

En diálogo virtual con ContArte Cultura, la ilustradora  cuenta su recorrido en el camino del arte, y presenta “Justo antes de dormir”, el libro álbum que trabajaron junto con la escritora Laura Wittner, editado por Lecturita ediciones.

Vamos a comenzar este viaje de palabras abriendo una puerta imaginaria, como si fuera la tapa de un libro. Detrás, una gran hoja guarda nos invita a conversar. ¿Cuál es la primera imagen que perciben tus ojos? Como una forma de presentación, ¿qué nos podría contar de vos esa imagen?
—Elegí esta foto porque habla por sí sola:

Tuve la suerte de vivir una infancia llena de libros y estímulos de toda clase y la curiosidad que conservo intacta se la debo a esos primeros años. Por algún motivo que ya no busco entender, parte de mi vida adulta la dediqué a una profesión que nada tenía que ver con mi verdadera esencia. Afortunadamente esta nena de sonrisa pícara perseveró lo suficiente para ayudarme a encontrar, de unos años a esta parte, el camino de regreso a quien realmente soy.

—Y si pudieras elegir una foto de tu infancia en la que haya quedado guardado el principio de tu camino como ilustradora, ¿cómo sería ese instante fotografiado, el escenario donde se esconde el comienzo de tu gusto por el arte y la palabra?
—Esa foto podría ser la de una reunión familiar… Mi papá es fotógrafo, mi mamá es artista en la cocina, mi abuela era docente y pintaba y mi tío abuelo escribía. Desde muy chiquita tuve la influencia del arte en sus más variadas formas. Los libros de la biblioteca aguamarina del garage con los que podía pasar horas, las historias escritas con mi abuela Magdalena después de la merienda, el revelado y retoque de fotos en la mesa del comedor…Todas esas vivencias claramente fueron la semilla de lo que vino después.

—¿Qué importancia tuvo la fotografía en tu carrera como artista plástica?
—Entiendo el mundo a partir de lo visual y la fotografía fue la disciplina con la que eduqué la mirada. Aprendí a ver más allá de lo obvio para encontrar ese “algo” ahí donde la mayoría suele pasar de largo. Valoro lo que veo en términos de luz, encuadres y color; es eso lo que por lejos más me atrapa del cine por ejemplo, tanto o más que la historia en sí. En mi trabajo como ilustradora apunto a que el lector perciba la atmósfera que quise recrear a través de la luz, el juego de contrastes y el color. Y ese proceso es semejante, por no decir idéntico, a lo que muchas veces hice con una cámara.

—Contanos cuáles son los imprescindibles en tu lugar de trabajo.
—Fundamentalmente mis materiales: pinturas, pinceles, lápices, papeles… También la compu, el escáner y la música. ¡Y mis gatos! Que tienen especial debilidad por esperar a que despliegue todo sobre la mesa para subirse y caminar peligrosamente cerca de la pintura fresca. Es muy raro trabajar sin ellos merodeando.

—¿Con qué técnicas trabajás habitualmente?
—Luego de un período de enamoramiento en el que sólo ilustraba digitalmente, comencé una búsqueda que me hizo volver al primer amor: las técnicas tradicionales. En ellas encuentro el medio con el que mejor reflejo lo que quiero contar. La herramienta digital es indispensable para retocar el trabajo terminado y para incorporar detalles, pero lo analógico constituye el alma de mi trabajo. Utilizo acrílicos, gouache, lápiz color, grafito, pastel… Me gusta experimentar y disfruto enormemente el contacto con los materiales. En el proceso de búsqueda y experimentación encuentro la misma gratificación que al ver el trabajo terminado.

¿Hay materiales o colores que prefieras a la hora de crear?
—Me gustan las técnicas húmedas para trabajar la enorme parte de lo que hago. Últimamente estoy enamorada del acrílico y lo uso bastante por su ductilidad y el aporte maravilloso de texturas que brinda. Por otro lado, elijo las técnicas secas para añadir detalles. Respecto al color, y por alguna razón inexplicable, decanto siempre por las paletas desaturadas. La sobriedad que surge de mezclar colores neutros o tierras con aguamarinas, azules y coral, me resulta irresistible.

“Justo antes de dormir” es un libro álbum de Lecturita Ediciones en el que tus ilustraciones juegan con el texto de Laura Wittner. ¿Cómo viviste el proceso de construcción de esas imágenes en función del texto? ¿De qué manera trabajaron con la autora para lograr esa fusión?

Conocé más de Natalia Bruno en @bruna_ilustra

—Esa construcción fue un proceso maravilloso que necesitó tiempo y donde el trabajo en equipo fue una pieza fundamental. Como punto de partida identifiqué qué cosas no explicita el texto, por ejemplo: quiénes son los personajes o en qué escenario transcurre la historia. Luego de varias lecturas, tomé nota de toda esa información en blanco y la utilicé como insumo para las primeras ideas. Conversamos con Laura acerca de posibles personajes y finalmente quedó definido que serían una niña o niño y su mamá. A partir de ahí aproveché al máximo el tono metafórico del texto para explorar los ribetes tanto cotidianos como fantásticos que me sugerían muchas de sus palabras. Para este libro me interesaba especialmente reflejar la interpretación tantas veces mágica que los chicos pueden hacer de la realidad. Así es como fueron surgiendo las escenas del storyboard. Y con Celina -la editora de Lecturita– trabajamos intensamente sobre el ritmo de la historia, ordenando los bocetos, para llegar finalmente a ese contrapunto entre universos gráficos que acompañan al texto. Su mirada como editora fue muy valiosa y necesaria para lograr esa fusión texto/imagen. Y es ahí donde encuentro la belleza del oficio. Ilustrar como forma de resignificar y enriquecer un relato. Lograr que del diálogo entre ilustraciones y texto surja un producto nuevo para el lector, distinto al que forman ambas partes por separado.

—¿En qué proyectos estás trabajando actualmente?
—Por estos días fui convocada para ilustrar un juego didáctico, así que estoy en esa primera etapa de ideas, experimentación y bocetos. Y dedicada a continuar mi formación profesional como ilustradora y autora integral de libros infantiles.

—Para terminar, ¿qué deseo te gustaría guardar en la contraportada de nuestro libro del comienzo?
—Seguir como hasta ahora persiguiendo lo que tiempo atrás hubiera creído imposible, y poner el alma para volverlo realidad.

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Artes Plásticas

Subastaron por millones de euros una escultura de Rodin

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El escultor francés Auguste Rodin volvió a acaparar titulares luego de que una versión de su obra “Le Désespoir” (“El desespero”) fuera redescubierta en una casa particular de la región de Berry y subastada por un récord de 1,1 millones de euros (1,2 millones de dólares). La escultura, que había permanecido durante décadas sobre el piano de una familia que desconocía su valor, fue vendida durante una subasta celebrada en el castillo de Villandry, en el oeste de Francia.

El descubrimiento fue realizado a finales de 2024 por el subastador Aymeric Rouillac, cuando visitó la vivienda por una consulta relacionada con otro objeto. Fue entonces cuando la pequeña figura de mármol blanco, de menos de 30 centímetros, captó su atención. “’El desespero’ inspira a los banqueros”, comentó Rouillac con ironía, en referencia al hecho de que la pieza pasó de manos de un financiero francés en 1906 a un joven banquero estadounidense en 2025.

Tallada alrededor de 1892-1893, la escultura representa una figura femenina desnuda, sentada en una postura introspectiva, que encarna la alegoría del desespero. El valor estimado era de 700.000 euros, pero la puja superó con creces esa cifra. La intensa competencia entre coleccionistas de China, Suiza y Estados Unidos duró más de 20 minutos, marcando la decimosexta venta millonaria para la casa Rouillac.

Este ejemplar de “Le Désespoir” se suma a otras versiones preservadas en colecciones prestigiosas como el Kunsthaus de Zúrich, el Museo de Arte de Filadelfia y la Universidad de Stanford. La escultura subastada en Villandry es la única de su tipo que permanecía en manos privadas.

El nuevo récord refuerza el auge del mercado internacional por obras de Rodin. De hecho, el Musée Rodin de París abrirá en septiembre su primera sede internacional en Shanghái, coincidiendo con los 60 años de relaciones diplomáticas entre Francia y China. Este traslado desde Shenzhen subraya la vitalidad de la escena artística de Shanghái y su proyección económica, según los organizadores del museo.

Rodin, también conocido por obras icónicas como “El Pensador” y “L’éternel printemps”, ha visto cómo varias de sus esculturas superaron los 10 millones de dólares en subastas recientes, consolidando su lugar entre los artistas más cotizados del mundo del arte.

(Fuente: Infobae)

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Artes Plásticas

Luego de 150 años perdida, hallan una pintura del británico William Turner

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Un sorprendente descubrimiento sacude el mundo del arte: una pintura atribuida durante más de siglo y medio a un autor desconocido fue identificada como una de las primeras obras al óleo de Joseph Mallord William Turner, figura clave del romanticismo británico. La pieza, titulada “The Rising Squall”, fue adquirida en 2024 por apenas 506 dólares en una subasta, pero tras descubrirse la firma auténtica del artista, su valor actual podría superar los US$400.000.

La pintura, realizada por Turner a los 17 años, representa los manantiales de Hot Wells, en Bristol, y fue su primer óleo exhibido públicamente, en 1793, en la Royal Academy de Londres.

El paisaje atmosférico anticipa la sensibilidad que caracterizaría la obra posterior del pintor, conocido por sus representaciones líricas de la naturaleza. Sin embargo, tras su última exposición en 1858 en Tasmania, la obra desapareció sin dejar rastro y su existencia solo era mencionada en registros antiguos.

El hallazgo ocurrió cuando el nuevo propietario, creyendo haber adquirido una pintura de un seguidor del artista Julius Caesar Ibbetson, procedió a limpiarla. Durante la restauración, emergió la firma original de Turner. Especialistas en arte, tras un riguroso análisis técnico y estilístico, confirmaron la autenticidad de la pieza, calificándola como un descubrimiento de gran relevancia histórica.

“Este cuadro revela a un Turner explorador, aún estudiante, pero ya dominando técnicas con una madurez sorprendente”, declaró Julian Gascoigne, experto de Sotheby’s, casa de subastas que pondrá en venta la obra en julio, coincidiendo con el 250 aniversario del nacimiento del artista. La tasación inicial se sitúa entre 270.000 y 400.000 dólares.

El descubrimiento no solo reescribe el inicio de la carrera del célebre pintor, sino que también desafía los relatos establecidos sobre sus primeras exposiciones. La obra incluso antecede a “Fisherman at Sea”, considerada hasta ahora su primer óleo exhibido.

Además de su valor económico, el hallazgo evidencia cómo errores de atribución pueden sepultar piezas fundamentales de la historia del arte. “The Rising Squall” se consolida así como un capítulo clave en la vida de Turner y en la comprensión del desarrollo del romanticismo pictórico en el Reino Unido.

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Artes Plásticas

Inaugura “Vestigios Fueguinos: arte contemporáneo desde el fin del mundo”

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La Casa Nacional del Bicentenario invita a la inauguración de “Vestigios Fueguinos: arte contemporáneo desde el fin del mundo”, una exposición colectiva curada por Mercedes Guanziroli.

La muestra inicia este martes 3 de junio a las 18, en la sede de la Casa Nacional del Bicentenario, en Riobamba al 985 (CABA), 3° piso, Sala 303, y se podrá visitar hasta el domingo 6 de julio.

A través de la mirada de nueve artistas visuales, esta muestra reúne 34 obras que exploran la identidad fueguina en toda su riqueza. Pinturas, esculturas y fotografías se entrelazan en un diálogo entre pasado y presente, revelando huellas de la historia, la geografía y la cultura de la provincia.

Lucila Apolinaire, Mabel Jacobs, Pablo Rizzo, Fernando Rodríguez, Mariana San Juan, Oriana Soto, Ramona Trejo y Adriana Valero, junto a una obra inédita de Enriqueta Gastelumendi (1913-2004) —gran exponente del arte fueguino y una de las últimas descendientes directas del pueblo Selk’nam—invitan al espectador a viajar, a través de su arte, hacia el fin del mundo.

Sus puntos de vista son variados, enriqueciendo el diálogo de las obras para nuestro beneficio; por diversos caminos, evocando, siguiendo huellas, memoria, ruinas e indicios, adentrándonos en un mundo de imágenes que transmiten significados. Verbigracia: pueblos originarios, un galpón de esquila, humedales, montañas, lagos, glaciares, majadas de ovejas, gauchos, viento, flores, guanacos, lechuzas, movimiento, transparencias, luz, nieve, hielo, colores, texturas y olores. Temáticas que conforman la identidad de la isla.

(Fuente: Casa Nacional del Bicentenario)

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