

Entrevistas
Agustina Bazterrica: “Tengo la presunción de que se podría corregir un texto de manera infinita, sin llegar nunca a terminarlo”
Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //
Existen palabras que revelan, que se convierten en flechas capaces de dar en el blanco de la realidad, de trazar las líneas que construyen el paisaje cotidiano, donde la velocidad, ese viento de apuros e inmediatez en el que vivimos, arrastra otras palabras, las que delimitan el silencio.
Para Agustina Bazterrica, licenciada en Arte, la escritura es una parte fundamental de su vida, una necesidad, el aire que la impulsa a contar, a revelar a través del lenguaje los sonidos y las formas de aquello que no se dice.
En diálogo con ContArte Cultura la autora cuenta cómo comenzó a transitar el camino de las palabras y de qué manera vivió el proceso creativo de sus ficciones.
—Para comenzar esta entrevista te proponemos una especie de juego de presentación: De la rama de un árbol cuelga un hilo, ese hilo es el principio de una historia que nace justo ahí, debajo del árbol. ¿Qué es lo primero que te vienen a la cabeza para dar comienzo a esa historia atrapada entre las hojas?
—Es la historia de una niña que tiene un conejo entre las piernas que se llama Roberto. La pueden seguir leyendo en mi próximo libro de cuentos que se va a publicar en abril.
—¿Recordás en qué momento te sentiste llamada a convertirte en un puente de palabras a través de la escritura?
—No fue un momento específico, se fue construyendo con el correr de los años, pero ocurrió desde muy pequeña. Desde que me enamoré de las historias de la colección de Robin Hood que me leía mi madre y, después, cuando aprendí a escribir en el colegio y publicaban en la cartelera mis pequeñas historias. Sabía que quería escribir, que era mi vocación, mucho antes de saber qué era ser un escritor.

—¿Cómo se produce el nacimiento de una ficción en tu interior?
—Con una idea que me parezca potente, que perdure. La puedo pensar durante años hasta que, como en un rompe cabezas, los elementos se conjugan y se ensamblan. Te doy un ejemplo: Quería escribir un cuento sobre un suicidio kitsch, pero no sabía cómo encararlo. Esa idea la tuve años en la cabeza hasta que un día estaba leyendo un texto para la facultad sobre el grupo de artistas de la Nueva Figuración (Deira, Macció, Noé y De la Vega) que decía “Estamos en contra del Rosa bombón”, y me pareció tan fabulosa la frase que dije “este es el título: Rosa bombón”. Más tarde me regalaron un libro de autoayuda y me lo puse a ojear y ahí pensé “este es el narrador, todo el cuento va a estar escrito como si fuese un suicidio guiado con pasos y ejercicios de autoayuda”. Y finalmente, con esos elementos principales, escribí. Ahora, escribir es para mí básicamente corregir. Es decir, corregir y corregir, y corregir. Es la parte más importante del proceso creativo. Pulir la idea principal y facetarla.
—¿De qué manera lográs dibujar en letras los mundos en los que habitan tus personajes?
—Lo que a mí me funciona en este momento, porque creo que el proceso de escritura es de permanente aprendizaje, es investigar muchísimo sobre la temática que quiero escribir, para saber qué hicieron otros antes que yo, para pensar otras aristas, para ver cuáles son los puntos comunes y no inventar la rueda. Aprendo de mis pares. Aún de aquellas obras que me producen un cierto rechazo. Te diría que aprendo de autores de todas las épocas. No sólo de escritores, también de trabajos científicos, políticos, de músicos, de gente de la gastronomía, de artistas plásticos, de diseñadores. Presto mucha atención a la producción de las mujeres. Después de esta dinámica de lectura e investigación hay una parte del proceso que definiría como más intuitiva, que es casi corporal. Es sentarte a escribir y saber que el narrador que elegiste, la escenografía literaria que diseñaste, las situaciones que pensaste, son las indicadas. Es así porque la escritura fluye y fluye, algo medio torrencial. Después llega la última tarea, la más refinada y que disfruto mucho, se trata de leer lo escrito, y releer, y corregir. Es un vértigo que puede transformarse en una trampa mortal. Tengo la presunción de que se podría corregir un texto de manera infinita, sin llegar nunca realmente a terminarlo.

—Contanos brevemente acerca de tu primera novela “Matar a la niña”.
—Habla de un crítico de arte que muere y como en el cielo hay déficit de ángeles lo sientan en una nube de papel maché, con alas de plástico, y lo dejan ahí como decoración. Todo ese cielo kafkiano está preparado para una sola persona que está en la Tierra, que es muy piadosa, reza todo el día y milagrosamente puede ver esa parte del cielo. Es una niña. Como el protagonista –enfatizo que es un crítico literario- detesta ese cielo berreta en el cual tiene que pasar la eternidad, planea bajar a la Tierra, matar a la niña y terminar por fin con el suplicio. La novela está plagada de humor e ironías, con un lenguaje sumamente barroco y complejo. Toda mi literatura tiene una dimensión crítica y en esta novela hago un fuerte cuestionamiento a la Iglesia Católica. Al mismo tiempo, varias personas piensan que dentro del rechazo se filtra mi atracción por ciertas facetas polémicas del catolicismo.
—¿Cuál fue la punta del hilo con el que comenzaste a tejer las páginas de tu novela “Cadáver exquisito” y cómo llevaste adelante su proceso creativo?
—La punta del hilo me la dio mi hermano, Gonzalo Bazterrica, al que le dediqué el libro. Él es un cocinero increíble, con propuestas innovadoras que unen el disfrute de la comida con productos sanos y te abre un panorama totalmente distinto. Gracias a Gonzalo cambié mi alimentación. Aunque él no es vegetariano, yo dejé de comer carne y, cuando lo hice, me pregunté “¿qué pasaría si en cambio de comer vacas, cerdos y pollos, comiéramos carne de humanos?”. Porque entiendo que el tipo de carne que comemos es algo cultural, dado que en la India, por ejemplo, no comen las vacas porque son sagradas. Entonces empecé a investigar sobre el canibalismo, también sobre cómo procesamos a los animales de manera industrial, y luego de muchos meses de investigación me puse a escribir.

—¿Creés que a través del lenguaje lograste mostrar las distintas formas de “canibalismo” que se pueden percibir en nuestra sociedad?
—Espero haberlo mostrado, eso lo tendrán que juzgar los lectores. Lo que intenté hacer fue trabajar de manera muy consciente con el lenguaje en la novela, porque creo que el lenguaje está vivo, es político, nunca es inocente y las palabras que decimos o dejamos de decir nos hablan de la manera en la que cada uno de nosotros ve el mundo. El lenguaje encubre o revela. Barthes dice que el lenguaje es una construcción social, por lo tanto construye nuestra identidad. Lo que sucede en los regímenes totalitarios, por ejemplo, es que los libros se queman, se prohíben ciertas palabras porque al limitar el lenguaje se limita el pensamiento. Es fascinante. A mí me pasó cuando era chica, en el colegio, entre las alumnas había palabras permitidas y otras cuyo uso estaba absolutamente prohibido bajo amenaza de exclusión social. Jamás se podía decir “rojo”, sí colorado, nunca “hermoso” sí lindo. “Malla” estaba desterrada de nuestro vocabulario y lo correcto era decir traje de baño, si hablabas de la “cena” eras considerada una “grasa”, estabas fuera del grupo. Ya de más grande entendí cómo en determinadas instituciones se perpetúan la violencia y la discriminación a través del lenguaje como forma de control social. Por lo tanto, como en mi novela se naturaliza el canibalismo, palabras como “caníbal” están prohibidas. Pero también trabajé con los silencios, con lo que no se dice, que es otra manera de fagocitar, porque al no decir ciertas cosas se están aceptando y por ende nos hacemos cómplices de esas violencias, de esa invisibilización. Con la negación ayudamos a construir y perpetuar esa realidad. Si no se habla de los femicidios, por ejemplo, se da lugar a la impunidad, a pensar que la vida de las mujeres no vale, como se hizo durante años. Al nombrar los actos de violencia y entenderlos, les damos entidad y podemos trabajar para prevenirlos.
—¿Cuál es el principal motor del ciclo de lecturas “Siga al conejo blanco” en el que el arte es protagonista”?
—Con Pamela Terlizzi Prina nos interesa promocionar a nuestros colegas, conocer nuevos escritores y artistas, y generar un espacio de encuentro cultural, diverso, significativo, estimulante. Para eso filmamos y sacamos fotos de cada evento, porque queremos que esas lecturas y entrevistas lleguen a cualquier persona que las quiera mirar, que no sea necesario vivir en Buenos Aires para disfrutar del ciclo. Lo básico es que hacemos un ciclo cuidado, respetuoso y de celebración de la creatividad. Invitamos a gente que nos parece talentosa y evitamos caer en una formalidad encorsetada. Vamos a pasarla bien y a disfrutar. Nuestra plataforma es www.sigaalconejoblanco.com
—¿En qué proyectos estás trabajando por estos días?
—Este año Alfaguara publica Diecinueve garras y un pájaro oscuro que es la reedición revisada y ampliada del volumen de cuentos publicado en 2016 que ya está agotado. Además, estoy leyendo muchísimo sobre varios géneros literarios específicos porque, con Agustina Caride, estamos preparando talleres virtuales. Es una novedad que vamos a lanzar este año. Se sumarán a los talleres presenciales de escritura y lectura que ya veníamos dictando y los continuamos también. Por último, y quizás lo más desafiante, estoy investigando para la próxima novela. No puedo adelantar el tema pero me tiene muy, pero muy entusiasmada.
—¿Hay algún sueño que te gustaría dejar colgado de nuestro árbol imaginario?
—No uno, muchos sueños. Me alegra esta pregunta. Frente a tanta distopía una cuota de utopía viene bien. Quizás podría comenzar imaginando un mundo donde haya más equidad. Avanzar así con el sueño de que ninguna niña esté obligada a ser madre, de que dejen de morir mujeres porque se ven obligadas a realizarse abortos clandestinos, que dejen de matar a mujeres por violencia de género. Hay utopías posibles. Hay sueños que se cumplen. Existen muchas personas que estamos trabajando para que esos sueños se hagan realidad.

Entrevistas
En primera persona: Nair Libonatti, escritora
La artista uruguaya habla de ella misma, de cómo llegó a la escritura y de su obra

Sobre sí misma y su arte
Soy Nair Libonatti, mujer uruguaya de 69 años. Toda mi vida supe que podía escribir, sin embargo, al plasmar mis ideas en una hoja, el resultado no me era grato y terminaba rompiendo.
En el año 2019 una amiga me invitó a “algo” literario y fui. Resultó ser un taller y fue ahí donde comencé a escribir.
Pocos meses después llegó la pandemia, entonces, buscando recursos para mi nuevo despertar, entré en un grupo argentino de Facebook. En él compartíamos textos y comentábamos.
Un buen día me invitaron a participar en el Mundial de Escritura, al principio me parecía inalcanzable hasta que me animé y la experiencia resultó maravillosa.
Sobre su obra
He escrito algunos libros: “Historias del Caldero”, en conjunto con dos amigas, “Constelaciones”, libro que va por su segunda edición y “El Pata de Bolsa y otros relatos”. Estos dos últimos están presentes en la 49a Feria del Libro de Buenos Aires, en el stand de Uruguay.



Sobre “Constelaciones” puedo decir que es un libro fuerte, con historias bastante movilizadoras, es un intento de visibilizar algunas circunstancias. “El Pata de Bolsa” es en tono más humorístico, un poco más distendido y coloquial.
Son libros de cuentos cortos, escritos individualmente y luego seleccionados para cada uno de los libros.
Su actualidad

Actualmente integro el taller “Ratones de biblioteca”, que funciona en la Casa de la Cultura de Minas, Uruguay, y algunas compañeras me acompañaron a la Feria del Libro de Buenos Aires.
Nair Libonatti junto a Andrea Viveca Sanz, de Contarte Cultura, en la 49º Feria Internacional del Libro de Buenos Aires
Entrevistas
Aguirre–Rodríguez: “El tango siempre estuvo como lengua principal en nosotros”

Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //
Es un viaje dentro de otros, un movimiento sutil, la música desperezándose en gotas de rocío, notas evaporadas sobre las aves del campo, es el vuelo hacia el espacio urbano, un recorrido temporal. Es antes y después. Es ahora y siempre, una melodía que llega desde lejos, de otras patrias, del mismo viento que corre y desparrama en el lugar justo y en el instante oportuno.
“Del Buen Ayre”, el próximo espectáculo y disco del dúo platense Aguirre–Rodríguez es un viaje por el tiempo y por distintos espacios, una relectura en modo actual de la música rural bonaerense.
Contarte Cultura charló con sus integrantes, Cynthia Aguirre y Alejandro Rodríguez para que nos cuenten acerca de ese caminar que la canción propone.
—Porque los espacios y las cosas que forman parte de ellos suelen hablar de quienes los habitan, nos gustaría comenzar esta charla deteniéndonos en su lugar de trabajo, en el espacio creativo de su música y en los objetos que los rodean en este momento. Si pudieran elegir un rincón o un objeto, el que mejor los represente como dúo y nos cuente algo de ustedes, ¿Cuál sería?
—El lugar, nuestra casa, y el rincón nuestra sala, en la que se va gestando todo el resultado final de lo que hacemos como músicos. Creo que estos espacios hablan de nosotros y de nuestra manera de entender la realidad y el arte.
—Y desde ese espacio viajamos en el tiempo, ¿cómo y cuándo se encuentran Cynthia Aguirre y Alejandro Rodríguez en el camino de la música para dar comienzo al dúo Aguirre–Rodríguez?
—Nos encontramos en la escuela de arte de la ciudad de Berisso, hace muchísimos años, en situación de alumna y profesor, pero rápidamente comenzamos a compartir producciones por fuera de la escuela. Con los años volvimos a encontrarnos, ya específicamente en el terreno del tango con la orquesta Los inmigrantes en el año 2005. Cuando el tiempo de la orquesta se terminó, continuamos en dúo.


—¿Cómo fueron esos comienzos?
—Fue un muy hermoso comienzo, pero rápidamente el dúo se fundió dentro de un cuarteto que con el tiempo se convirtió en sexteto de tango. Me refiero a Tangor. Con esa agrupación trabajamos durante más de 10 años. Por otro lado, Cynthia participaba como invitada permanente en el grupo La Sonora, proyecto que venía caminando desde el año 1989.
—Como decías, con el correr de los años el tango se instaló entre ustedes, ¿qué cosas los llevaron a explorar en este género que nos representa?
—El tango siempre estuvo como lengua principal en nosotros. Como una especie de lengua madre. Rastrear el porqué de esto es complicado, creo que tiene que ver con nuestras historias personales y la idiosincrasia de nuestras familias de origen. Lo que es claro es que ha sido fundacional en nuestro vínculo con la música. Nuestra mirada como habitantes de este tiempo siempre nos llevó a buscar puentes entre el tango, otras músicas y otros conceptos artísticos.
—¿De qué manera llega el primer disco “Mundo Tango”, grabado en 2011?
—Ganamos un premio a la Producción Fonográfica del FNA (Fondo Nacional de las Artes) y generamos nuestro primer CD. En ese entonces, si bien el CD se llamó Mundo Tango, abarcamos otros lenguajes musicales, algunas cosas del folclore y canciones provenientes de la cantera del rock.
—Por estos días están en proceso de grabación de su segundo disco “Del Buen Ayre”, ¿qué recorridos espacio-temporales tuvieron que hacer para dar vida a los temas que forman parte de esta obra?
En Mundo Tango nos referimos a una idea acerca del tango, como un estado del ser que no solo aparece en esta región del mundo (por algo el tango impacta como impacta en todo el globo). Aquí nos referimos más a la génesis de este género y la música de la provincia de Buenos Aires. Este nuevo trabajo propone un recorrido desde la música campera de principio de siglo XX (El Gardel Gaucho, pasando por compositores icónicos de ese lenguaje como Omar Moreno Palacios) para adentrarse en el tango clásico de la época de oro y llegar hasta composiciones actuales que revitalizan el género. También este trabajo, a diferencia del otro, está estructurado por un material que fue ampliamente mostrado y fogueado. Es música que hemos tocado mucho en vivo y está planteado desde esa impronta. Los arreglos, si es que los hay, fueron construyéndose a lo largo del tiempo y de las distintas actuaciones. Los músicos invitados jugaron en ese mismo tono también. Se les envió un cifrado y una grabación como referencia, pero el armado de los distintos temas se resolvió en el estudio, mientras Manzana Ibarrart (gran amigo y comandante del Estudio Sonosfera) montaba los mics y seteaba todo. Luego se eligieron las mejores tres tomas de cada tema. El resultado tiene un aroma a “trazos sueltos” que nos encanta en lo particular.
—Sin dudas se trata de un viaje a través de la música, ¿cuál es el aroma que elegirían para simbolizar a este álbum?
—El múltiple aroma de los viajes…si bien es un CD local en cuanto al repertorio, es bastante global en tanto a que lo que suena proviene de muchísimas fuentes y no solo de la tanguera. Lo hemos tocado tanto en tantos países diferentes, que para nosotros tendría ese olor a viaje, a aeropuerto, a trenes.
—El 3 de agosto estarán presentando este disco en La Salamanca, un reconocido espacio cultural platense, ¿qué podrán disfrutar esa noche quienes se acerquen a compartir su música?
—Haremos algunos de los temas de nuestro espectáculo Del Buen Ayre, como antesala al espectáculo Filogenia de Victoria Moran y el Dúo Puentes Reyes.
—Mencionás que ese día estarán acompañados por la cantante Victoria Morán, entonces la pregunta va para ella. Victoria, ¿Cómo nace “Filogenia”, ese recopilatorio de obras de música popular argentina? Contanos quiénes serán parte de ese recorrido el 3 de agosto y qué sentís al compartir noche con el Dúo Aguirre-Rodríguez.
9- Filogenia surge de la necesidad de contar nuestro ADN musical a través de las canciones que nos definen. Es una suerte de viaje musical hacia la fuente, hacia la memoria imperecedera que une un recuerdo con otro. Este espectáculo viene a despertarnos la fibra sensible con canciones que nos nombran, enlazando a Homero Manzi con Víctor Heredia, al Cuchi con Fito, a los que fuimos con los que somos. El compartir con compañeros y compañeras músicos y músicas siempre es una alegría, y en este caso será además una sorpresa para el dúo Puentes-Reyes y yo, porque jamás nos hemos cruzado en un escenario y esperamos anhelantes ese ida y vuelta mágico que siempre augura la música compartida.
—Para terminar, ¿cuál es el próximo destino de la música que los mueve?
—Tenemos por delante algunas fechas en nuestra ciudad, como el próximo 29 de agosto, día en el que estaremos compartiendo escenario junto al cantor Carlos Cabrera en el Café Metro. Octubre nos encuentra realizando nuestra segunda gira europea, con conciertos en países como Italia, Francia, España y Portugal. A nuestro regreso estaremos presentando oficialmente nuestro álbum Del Buen Ayre, con la participación de los músicos que fueron parte de la grabación.
Entrevistas
Celina Cocimano y ‘El juego de las emociones de Uma’: “Un libro que pide gran compromiso de los adultos”

Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //
Todo gira, se mueve en una circularidad compartida. Las emociones suben y bajan, cuelgan de nuestros cuerpos, se desprenden como hojas secas. Regresan, son brotes, transformados en otra cosa.
Celina Cocimano es terapeuta emocional y a partir de sus vivencias y de su trabajo de muchos años necesitó dejar huellas, sembrar palabras para que germinen a través de sus libros.
“El juego de las emociones de Uma”, su último libro, está dedicado a las infancias. A través del juego logra acercarse a los territorios del miedo, de la ansiedad o de la frustración para atravesarlos.
ContArte Cultura charló con ella para conocer las rutas que la llevaron a indagar en ese universo.
—Las emociones forman parte de nuestras vidas, van y vienen, se mueven y nos movemos con ellas. Por eso, para comenzar y a modo de presentación, nos gustaría que elijas al menos tres emociones que te atravesaron al momento de escribir tu último libro y que a cada una de ellas les otorgues un sabor o un aroma.
- Frustración, sabor a cebolla
- Ansiedad, aroma a menta
- Alegría, aroma a vainilla
—Y ya instalados en esa imagen, vayamos a tus comienzos, ¿qué vivencias te llevaron a transitar el camino de la terapia emocional?
—La insatisfacción personal, haberme descubierto cómo estafadora de mi propia vida, creando personalidades adquiridas para moldearme al gusto de la mirada ajena, siempre con esa sed emocional de ser alguien para los demás, ser aceptada, reconocida, querida y encantar a todos. Mientras estudiaba para contadora, sentí un apagón emocional, la apatía era mi única compañera en esos tiempos, hasta que mi cuerpo también “habló” con un síntoma muy sentido. Empezaba a hacerme pis por las noches siendo ya grande, más adelante entendí que eso sucedía en cada hogar o lugar donde me sentía a gusto, de esa manera, “intentaba” aferrarme a algún territorio, sentirlo al menos, por momentos, un lugar donde era yo. Como los animales que marcan su territorio orinando sobre él. Eso era lo que faltaba para que mi vida se vistiera de insatisfacción y cambie totalmente de rumbo, mejor dicho, empiece a vivir y dejar de aparentar lo que mis vacíos necesitaban cubrir.
—Seguramente al ir recorriendo ese camino fue necesario dejar huellas y de esa manera llegaron los libros, ¿cómo vivís la experiencia de escribir para que las palabras sean instrumento de sanación?
—Mi primer libro, “Despierta”, nació como algo catártico de la etapa que comenté anteriormente. Aún no sabía qué era lo que estaba viviendo y, sinceramente, pensaba que me moría por esos tiempos, entonces empecé a escribir cómo fue ese tránsito a mí destrucción de las corazas hacia mi reconstrucción emocional. Después, al compartir mi vivencia con muchas personas, me di cuenta que varios pasamos por ciertos procesos similares, por lo que se me ocurrió darle forma de libro y agregar reflexiones y ejercicios terapéuticos y de autogestión emocional. Los otros 3 -“Diamantes”, “Rotas”, y “El juego de las emociones de Uma”-, fueron pensados basándose en las historias que atiendo y buscando dejarle una “biblioteca” de recursos emocionales a mi hija para cuando sea más grande y, a las personas, que encuentren en estos libros, escrito en palabras, el propio sentir descarnado y sin filtro de las emociones que abordo en cada uno de ellos y luego, ofrecerles dinámicas, reflexiones, ejercicios para que encuentren en ellos formas de transitar el campo emocional sin tanto dolor y con valentía.
—Si pudieras resumir en una palabra el espíritu de cada uno de tus libros, ¿cuáles serían?
- Despierta: Integridad
- Diamantes: Osadía
- Rotas: Coraje
- El juego de las emociones de Uma: Autenticidad
—Tu último libro, “El juego de las emociones de Uma”, transita los paisajes de la infancia con todas sus gamas de colores, ¿cuál o cuáles fueron los disparadores de esta historia?
—Mi hija, a los 8 años, comenzó a transitar por un tiempo la conocida “Crisis de ansiedad y angustia”. Yo me opuse a que esté medicada siendo tan pequeña, y desde mi saber en el campo emocional de los adultos, junto a una gran observación sobre ella y sus crisis, se me ocurrió trabajar juntas para buscar soluciones a su sentir. Buscamos opciones en el juego infantil, en la creatividad, desarrollando distintos escenarios, armando una rutina de ejercicios y, sobre todo, busqué acercarla a la autogestión emocional. Así fue que se me ocurrió compartir cada ejercicio que funcionó en ella en este cuento, que no solo tiene el fin de que los niños empiecen a desarrollar desde pequeña edad sus propias respuestas emocionales ante cierta situaciones, sino que es un libro que pide gran compromiso de los adultos que acompañan al niño, y esa compañía, con el estar, el hablar su idioma, mejorar la calidad del vínculo, validar sus emociones, respetarlos y comunicarse con ellos, es lo que hace casi la mayor magia del trabajo de fortalecimiento emocional.
—Y justamente, a partir de tus propias vivencias decidiste contar desde el juego y desde las imágenes. Explicanos cómo fue el proceso de elegir esas duplas emocionales sobre las que querías hablar.
—Busqué las que a su edad son dentro de todo fáciles de interpretar, como decimos los adultos: de “etiquetar”. Son parte de las emociones primarias y la dupla fue pensada para dejarles el mensaje de que no son ni buenas ni malas, simplemente son y cada una es mensajera de un sentir, una acción a llevar a cabo y una particular respuesta emocional. También al ponerlas en duplas, cuando ellos/as sientan, por ejemplo, tristeza además de procesarla en todo su ser, sepan que pueden aprender a transportarla en alegría, ir de la ansiedad a la calma. Es decir, que conozcan cuál es la emoción que se necesita para equilibrar una con otra.
—Las semillas del libro fueron plantadas, ¿creés que tus palabras ya comenzaron a germinar y son brotes en los lectores?
—Sorprendentemente sí. Como comenté, yo me dedico a adultos no a infanto, y este libro que se publicó en abril del 2024 ya se está imprimiendo la segunda edición. Lo han comprado mucho abuelas y abuelos para compartirlo con sus nietos, en colegios para abordar ciertas emociones en el aula ya que también hay un capítulo sobre el bullying. Y muchas madres me compartieron que sus hijos o hijas mientras que se les leía el cuento ya comenzaban a incorporar los ejercicios sugeridos, o que empezaban a identificar sus propias emociones, tenían armados sectores en su cuarto como se encuentran en algunos capítulos. Incluso los que son más grandes, según cómo se sentían, buscaban en la biblioteca el libro y se encerraban en su cuarto a leer exclusivamente el capítulo que contiene la emoción que estaban sintiendo en ese día o ese tiempo. También compartió nota de Revista junto a Unicef en el día internacional contra el Bullying de 2024.
—¿En qué proyectos estás trabajando actualmente?
—Tengo dos libros más en camino, uno para adultos sobre la depresión, y otro para infanto, más expansivo aún, con un viaje al campo emocional que sea para ellos y para sus padres o tutores también, digamos que será un libro revelador en muchos aspectos.
—Para terminar, te invitamos a elegir la textura que represente a tu libro “Las emociones de Uma”.
—La textura sería cálida, pomposa, con colores desde pasteles a fuertes, con ganas de descubrirla y sentirla, y con distintos aromas que vayan cambiando según cada paso de la mano o de los pies sobre ella.
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