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Artes Plásticas

Caru Grossi: “Para transmitir una emoción primero tengo que habitarla, que haberla vivenciado”

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Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //

Viaja un silencio, adentro, en los cuerpos rotos, en las paredes desarmadas. Se expande. Invisible, presiona las capas debajo de las capas. Afuera no se ve. Adentro es oscuro. El miedo oscurece las palabras. 

Por eso callan. Por eso no se ve la dimensión del silencio. Hasta que asoma la primera palabra. O la primera línea capaz de contar.

Caru Grossi es ilustradora y a través de sus imágenes cuenta. Sus personajes se mueven entre luces y sombras. Los ojos narran historias que se ven reflejadas en otras. Sus propias vivencias están reflejadas en cada una de sus creaciones.

En diálogo con ContArte Cultura la artista plástica invita a conocer su mundo liberado, dibujado.

—Para comenzar esta charla vamos a poner en movimiento un objeto imaginario. Se trata de una botella en cuyo interior, como un gas que se expande, habita el silencio. ¿Cuál es la primera palabra que percibís saliendo de esa botella que, al llegar a tus manos, se destapa? ¿Qué nos puede contar de vos esa palabra o nuestra botella?

—Esa palabra es “creer”, y siento que viene a recordarme cuánto me costó creer en mí. Cuánto camino tuve que recorrer antes de atreverme a ser quien soy hoy, a saberme en construcción constante, en búsqueda constante, a desafiarme y disfrutarlo, aunque a veces debo reconocer que pienso “¡En que quilombo me metí!”. Creer en mí, sentirme capaz, fue una construcción de mucho tiempo, y lo sigue siendo. Un intenso camino de autoconocimiento, de animarme a zambullirme en lo más profundo de mi ser e ir encontrando partes, algunas más luminosas y otras de una oscuridad y dolor que me han transformado profundamente, y es que allí fue donde he encontrado los tesoros más valiosos. 

—Y como las palabras siguen en movimiento nos gustaría llegar al tiempo en que el arte comenzó a gestarse en vos. Si pudieras congelar en un cuadro el recuerdo de ese momento o sucesión de momentos que te llevaron a elegir este camino, ¿qué veríamos dentro de esa imagen?

—¡Qué difícil! No sé exactamente cuándo, es algo que siento desde siempre. Era una niña que dibujaba “non stop”. Dibujar era la única manera de quedarme quieta, tenía muchísima energía y al dibujar la canalizaba. Pilas y pilas de cuadernos dibujados. Fue algo que tuve muy habilitado, me alentaron mucho a que dibuje. Lo difícil fue sentir que ese amor y pasión podía ser un trabajo también. Me acuerdo que a mis 28 años me preguntaron si me interesaba hacer unas estampas para una marca de ropa de niñas y niños, y no lo podía creer. Entonces pensé: “¿En serio alguien me va a pagar por esto?”. Está claro que la construcción de mi amor propio, confianza y aparición de mis reales deseos fueron posteriores a este momento (risas). Pero el instante en el que dije “este es mi camino y allá voy” fue cuando un par de años después me regalaron Retratos de Pablo Bernasconi, y ahí fue clarísimo: “¡Yo quiero hacer esto! Quiero hacer libros, ser ilustradora”. 

—¿Cuáles son los infaltables de tu espacio creativo? ¿Qué hay sobre tu mesa de trabajo en este momento?

—La música, la primera protagonista de la escena. No está sobre la mesa, pero lo inunda todo, inunda mi sentir, mis emociones, mi manera de sentarme frente a ese texto que voy a ilustrar, pintar, transformar. El mate lleno de yuyitos, hojas en blanco de distintos tamaños, cartuchera de Totoro estallada de cosas. Mis alebrijes y animalitos y objetos hermosos que me han regalado y me acompañan, mini postales de fragmentos del Jardín de las Delicias de El Bosco, El libro Mujeres que corren con lobos de Clarissa Pinkola Estés, un montón de apuntes de los cursos que estoy haciendo, bocetos de nuevos proyectos. Mi tableta gráfica. Una nariz de payaso. Un cuaderno donde llevo anotaciones de los trabajos que estoy haciendo, algunos de mis libros, algunas esencias florales… hay una variette de caos interesante.

—¿Recordás cuál fue tu primera ilustración? 

—Tenía cerca de 12 años y por primera vez hice un dibujo y me lo quedé. Por alguna razón decidí atesorarlo para mí en vez de salir corriendo y regalárselo a alguna de mis abuelas o a mis abuelos. Y lo pegué en mi cuarto, donde me sentaba a estudiar. Lo tengo guardado desde aquel momento. Se trata de un árbol casi sin hojas, pero con fuertes ramas, dibujado y sombreado en lápiz negro, pequeño, simple y lleno de vida en su interior. Siento que esa fue mi primera ilustración.

—¿Cuáles son las técnicas y materiales con los que trabajás habitualmente?

—En general dibujo en papel (cualquier papel), y ese boceto luego lo pinto digitalmente. Apenas comencé a trabajar profesionalmente comprendí que la velocidad del mercado no podía esperar mis largos tiempos de pinceles y acrílicos. Así que Adobe y yo nos hicimos íntimos amigos. Pero siempre que puedo disfruto de pinceles, marcadores o lápices para hacer algo para mí, o para algún encargo particular. Me encanta pintar objetos, llenarlos de otras vidas. 

—Dar vida a cada personaje es una tarea que involucra todos los sentidos, ¿cómo se manifiestan los personajes en el interior de Caru antes de nacer sobre el papel?

—Se manifiestan con toda su emocionalidad, habito sus diálogos, sus emociones, los llevo a mi vida, a mi vida de niña y de hoy, los hago parte de mi historia. Resueno con cada uno antes de dibujarlo.

—Trabajaste codo a codo con la escritora Magela Demarco en la creación de libros cuyas temáticas atraviesan la niñez y los conflictos sociales e individuales que necesitan visibilizarse. ¿Cómo viviste esa experiencia de completar con imágenes esos textos que invitan a reflexionar, a estar atentos y a escuchar?

—Te voy a empezar hablando de Sola en bosque, porque fue el libro que marcó con fuego y profunda convicción nuestra forma de trabajar. Y lo viví como un gran proceso de reparación y crecimiento, porque toca parte de mi identidad, parte de mi historia personal. Con Mage siempre nos acordamos de que hubo un primer texto que era profundamente inquietante, fuerte, desgarrador, al que luego decidimos transformar. Porque más allá de nombrar el horror del ASI queríamos generar un material que sirva como herramienta para abordar el tema en distintos espacios. Fue a partir de ese momento que nos dimos cuenta qué haciendo y construyendo juntas nos potenciábamos. Con Mage trabajamos juntas, nos cuestionamos juntas, nos desafiamos juntas. Tiene una magia increíble, un poder de síntesis y profundidad en la palabra que amo. También tenemos mucho en común, historias de vida muy parecidas, sobre todo en estos temas que nos convocan tanto. Ella siempre va un paso adelante, no terminamos de publicar un libro que ya está con los dos o tres que siguen. Yo soy más calma, además que la ilustración suele llevar más tiempo. Charlamos mucho de qué temas tratar. En el resonar de las dos es que podemos hacer estos libros. Amo cada trabajo que hacemos, porque siempre me interpela, me desafía, me corre de lugar, y eso me encanta. Desarrollamos nuestro propio código de trabajo y es hermoso. Es un ida y vuelta en equipo donde sentimos que tenemos el respaldo de la otra y allí aparece con más fuerza la necesidad de nombrar lo que no se nombra, lo oculto, lo silenciado por miedo, o porque simplemente venimos aceptando y callando por hábito. Juntas potenciamos nuestra libertad de ser. 

—Precisamente en “Sola en el bosque” jugaste con las luces y las sombras para contar. ¿Cómo lográs transmitir una emoción a través de los colores y sus posibilidades?

—Cada color nos transmite diferentes cosas, también su intensidad, o no nos transmite mucho. El color es un recurso más que me permite contar sobre esa emoción que siento y quiero expresar. Desde mi experiencia para transmitir una emoción primero tengo que habitarla, que haberla vivenciado de alguna manera, y después ese de como mostrarla se acomoda solo. Es como cerrar los ojos y sacar una foto en mi interior, y esa imagen que tengo guardada, habitada y sentida, se materializa en una hoja. En el caso de Sola fue tan simple como recordar parte de mi niñez, de mi historia y los colores que yo sentía que me identificaron. Esos grises que me habitaron durante tantos años y la paulatina explosión de color que se dio a medida que fui sanando mi niña. En el libro aparece claramente una vez que la niña habla y simboliza el comienzo del camino de ir reconstruyéndonos. 

—¿Qué es lo que se viene para el próximo año?

—Por un lado deseamos mucho seguir recorriendo el país y extendernos cada día más a Latinoamérica y Europa, con más conversatorios y presentaciones de Sola en el bosque y Un papá intermitente. Estamos convencidas de que hablando y contando nuestras historias de vida expandimos esta red de conciencia, alentamos a otras y otros a contar su historia y ponemos el foco sobre temas tan dolorosos como habituales y silenciados sobre los que es urgente hablar. Como sociedad estamos sobreviviendo en un nivel de locura y desconexión interior tan grosero, que pareciera que la única propuesta es vivir para el afuera, todo ya, ya, ya. Donde todo es inmediato o no es. Para mí es urgente que comencemos a preguntarnos todo, a cuestionarnos todo lo aprendido y heredado. Siento que estamos en un momento bisagra, donde tenemos la posibilidad real de hacer grandes cambios sociales. Siento que nos merecemos vivir otra humanidad y no en esta violencia y enajenación que todo lo avasalla, lo aniquila, y que hoy vivimos como normalidad, sumergidos mansamente en la explotación y el extractivismo de todos los recursos naturales y humanos, sin detenernos a observar los daños que causan nuestros hábitos. Siento que el cuidado y respeto por la vida, de todas las formas de vida y no solo la humana, debería ser el eje central de nuestra existencia. 

Necesito decirlo porque es la base de nuestros libros: alentar y acompañar a las niñeces a construir una emocionalidad sana, libre de violencia y con el espacio de ser reconocidos en su individualidad para que mañana sean adultas y adultos que construyan y no destruyan. Es vital alentarlos a que sean seres curiosos, deseantes, coherentes e íntegros, que logren autopercibirse parte de este planeta y comprometerse con la vida. Nuestro sueño es ver estos libros-herramienta en cada escuela, casa, consultorio, biblioteca… Sabemos que no es fácil, pero tenemos la convicción y las ganas de hacerlo. También vienen nuevos libros. Acabamos de terminar uno sobre discriminación, que también tiene guía para trabajar en el aula o en casa. Hay algunos más en proceso y tenemos millones de ideas y ganas de hacer cosas para seguir nutriendo esta red que con mucho amor y compromiso comenzamos a tejer. 

—Para terminar y volviendo a nuestra botella del comienzo, te invitamos a dejar en su interior un deseo final.

—Deseo que cada día podamos valorar y habitar más amorosamente nuestra singularidad, nuestra propia identidad, sin sentirnos forzarnos a encajar en algún lugar, sin ser violentados en la comparación con tal o cual otra u otro. Que vivir nuestra propia identidad sea con alegría, curiosidad y plenitud. Sin opresiones, sin normas hegemónicas ni modelos binarios, donde cada individualidad sea integrada y respetada por el mero hecho de existir. Y que todas y todos comprendamos que la diversidad nos completa, nos nutre, nos enriquece y que jamás, jamás, nos amenaza.

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Subastaron una obra de Banksy inspirada en un cuadro del fallecido Jack Vettriano

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Crude Oil (Vettriano), un cuadro pintado a mano por el artista callejero Banksy, conocido por sus grafitis reivindicativos, se subastó en la casa Sotheby’s de Londres, 4,3 millones de libras (casi 5,5 millones de dólares).

La pintura de Banksy es una reinterpretación de The singing butler (El mayordomo cantante), realizada por Jack Vettriano en 1992. Esa obra del pintor escocés representa a una pareja bailando en una playa azotada por el viento junto a un mayordomo y una criada que luchan por sostener sombrillas.

En su versión, Banksy desvía la situación a una playa afectada por el petróleo derramado. Detrás de la pareja de baile, con el mayordomo a su lado, mientras la sirvienta ha desaparecido, los equipos de rescate luchan por contener las consecuencias de una catástrofe ambiental.

La venta en Sotheby’s se produjo poco después de la muerte del pintor escocés autodidacta de 73 años, cuyo cuerpo fue encontrado el fin de semana en su apartamento de Niza, en el sur de Francia. The singing butler, su obra más famosa, se vendió en una subasta en 2004 por 744 mil 800 libras (94 mil 425 dólares).

La pintura de Banksy proviene de la colección del músico estadounidense Mark Hoppus, cofundador de la banda punk Blink-182.

“Banksy ha utilizado el humor y la ironía que le caracterizan para producir una imagen que aborda grandes cuestiones del siglo XXI, como el medioambiente, la contaminación y el capitalismo”, afirmó Sotheby’s en un comunicado.

El cuadro se exhibió por primera vez en una gran exposición de Banksy en 2005.

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Mon Laferte y una exposición como tributo a Violeta Parra

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En un emotivo tributo a la artista chilena Violeta Parra, la cantante y compositora Mon Laferte inauguró “Recolectoras”, una muestra que une las voces y los espíritus rebeldes de ambas artistas, en un homenaje que cruza generaciones y fronteras.

La cantante chileno-mexicana declaró en México su admiración total por Violeta Parra, una de sus principales influencias por la rebeldía con la que vivió su vida.

“Desde adolescente me gustó lo punk que era Violeta, encontré esa actitud rebelde ante la vida, y ese espíritu rebelde, la Violeta era como una rockera y ese espíritu rebelde fue lo que me encantó hasta el día de hoy”, aseguró en una conferencia de prensa.

La intérprete de “Tu falta de querer” presentó en Guadalajara la exposición “Recolectoras” en la que hace un homenaje a Parra en un diálogo entre la obra plástica de ambas mujeres. Mon Laferte afirmó que siempre ha querido emular la rebeldía y la sensibilidad que Parra volcó en su obra musical y de arte popular.

La muestra, parte de la Feria Internacional de la Música (FIM), se inauguró el martes en el Museo de las Artes en Guadalajara. La exposición la componen piezas que Parra montó en el Museo de Artes Decorativas del Louvre, en 1964, así como un retrato de Violeta y una arpillera realizada por Mon Laferte especialmente para la ocasión.

También hay obras del proyecto “Autopoiética” de Laferte, inaugurado en Santiago de Chile en 2024.

Violeta decía: ‘siéntate en el piano, destruye la métrica’. La Violeta no fue una estudiada de las artes visuales, pero ella se expresaba y me quedo con eso de ella, soy hija de ella, si quieres expresarte (que sea) de corazón, no hay más que eso”, señaló.

Javiera Parra, cantante y nieta de Violeta Parra, aseguró que es la primera ocasión en la que la obra plástica de su abuela se muestra en México, como forma de mantener vivo un legado que ha cruzado fronteras.

“No es un legado que esté adentro de los museos, es un legado vivo el de la Violeta, se siente en las calles (de Chile), la gente la canta, la generación la elige para dar sus batallas, es una voz autorizada a pesar de haber muerto”, expresó.

La curadora de la muestra, Beatriz Bustos, señaló que la exposición tiene puntos en común como el dolor, el desamor y las críticas sociales que caracterizan las creaciones de Parra y Mon Laferte.

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Indio Solari presenta “BRUTTO”, en el Museo MAR

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Carlos Alberto “Indio” Solari presenta su última producción “BRUTTO”, se trata de una exposición de arte visual que reúne obras en diversos formatos realizadas con medios digitales a partir de experiencias, mundos imaginarios y derivas personales del artista.

La muestra estará emplazada en el Museo MAR (Av. Félix U. Camet y López de Gomara de Mar del Plata), dependiente del Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires. La inauguración será el próximo miércoles 26, a partir de las 19, con entrada libre y gratuita.

Este trabajo cuenta con la curaduría de Indio Solari, prologado por Bárbara Maier y Marcelo Figueras. “Esta selección de obras expresa las maneras de una identidad única que representa un recorrido personal y a la vez una serie de imágenes para profundizar en la obra del artista”, expresaron desde la organización.

Screenshot

“’BRUTTO’ despliega una experiencia visual en serie donde se entrelazan contornos de la naturaleza, la figura humana, conjuros, diablos y elementos mecánicos que se rebelan contra la mesura académica de la estética y las formas encorsetadas”, añadieron.

Asimismo, completaron: “Es una apuesta por lo disonante y por lo que se resiste a ser traducido en discurso ordenado. No hay aquí ninguna amabilidad, sino la crudeza de una imaginación que se manifiesta imperturbable, desbordando los márgenes y conmoviendo la sensibilidad de quienes, además de escuchar, ahora observamos”.

La exhibición podrá visitarse hasta el domingo 3 de agosto, de martes a domingo de 16 a 22.

(Fuente: Comunicación | Subsecretaria de Industrias Creativas e Innovación Cultural)

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