

Entrevistas
Conrado Bocco: “Escuchar a mis padres me ha resultado una fuente de inspiración por ahora inagotable”
Por Andrea Viveca Sanz
Las palabras forman parte de su esencia, burbujean en su interior y se evaporan en letras invisibles que, al caer sobre el papel, se convierten en historias. Cada una de ellas es un entramado de voces superpuestas capaces de sostener la textura de los escenarios que recorren.
Sus personajes, nacidos de la tinta cotidiana, se entrelazan, mutan y giran en el tiempo para luego converger armoniosos en el silencio del punto final, justo allí donde tanto ellos como los lectores encuentran las respuestas.
En diálogo con ContArte Cultura el escritor santafesino Conrado Bocco juega con su imaginación y se entrega a unas preguntas que nos permiten espiar en su mundo creativo y descubrir los hilos que tejen las tramas de sus libros.
—Para presentarte, imaginemos que tenés en tus manos la ficha que te permite avanzar un lugar en el tablero del gran juego de la escritura, ¿qué palabras te gustaría encontrar dentro de ese casillero para dar comienzo a una historia en la que esta vez serás protagonista?
—Qué buena pregunta. Me gusta empezar la entrevista jugando, porque para mí escribir es jugar. Crear jugando nos da la pauta de algo prometedor. Mi materia prima es la imaginación. Por eso es que la palabra que quisiera encontrar para dar comienzo a una historia, cualquiera fuese, es “Inspiración”. Una cosita tan necesaria y esperada. Hablo de la verdadera inspiración. La que aparece cuando una idea se abraza con tu alma. Ahora, y para no dejar de responder la pregunta, las palabras que espero encontrar en mi historia son estas: “Difícilmente seas el mismo al terminar”. Sería un cuento breve con final feliz, en el que me siento a leer un libro, en un sillón, una mañana de lluvia, café con leche humeante y algo de música suave.

—¿Recordás en qué momento de tu vida comenzaste a jugar con las palabras para contar historias?
—Mi madre también escribe y su vida desde chica estuvo marcada por la literatura. Me incrustó el amor por la lengua y, tal vez, sin querer, me hizo saber que había muchas palabras lindas en nuestro diccionario y teníamos que defenderlas. En la primaria no veía la hora de iniciar actividades de redacción. Una vez se dio un concurso donde teníamos que armar una reflexión breve, y yo entregué un cuento de diez hojas. No gané, por incapacidad para entender la consigna (risas). De chico jugaba con las palabras, las daba vuelta, letra por letra y de manera inmediata. O formaba diferentes palabras con las mismas letras. Algo de esa habilidad me queda, aunque ya no a nivel experto. Incluso mientras hacía deportes me merodeaban, y por ahí andaba yo, pasando la pelota con una palabra al revés entre las manos. Prefiero no seguir contando porque se van a dar cuenta de que lo mío puede rayar lo patológico. No sé si siempre fui fiel a ellas, sobre todo en la adolescencia, pero llegó un momento de mi vida en el que entendí que siempre habían estado conmigo. Fue así que vi la posibilidad de hacer de esa pasión un camino serio.
—¿De qué manera lográs complementar la escritura con tu profesión? ¿Crees que ambas se retroalimentan?
—En términos de tiempo, mi trabajo es muy absorbente y se lleva casi toda la agenda. Por eso mis tiempos libres actúan como una válvula de escape explosiva. La conexión más clara que encuentro entre lo que escribo y lo que hago como médico, es mi avidez por la historia de las personas. Personas comunes, como uno. En un consultorio o sala de internado, diariamente convivimos con las sensaciones más primitivas. Situaciones donde un carraspeo puede ser leído como catástrofe o una sonrisa como cura. Lo más importante en la vida de hombres y mujeres se concentra en los afectos. Para bien o para mal, para un ser humano lo más importante es otro ser humano. El lazo entre dos personas está formado de emociones. Mucho de eso se realza en la medicina y también en lo que escribo. Así que trato de estar a la altura de las circunstancias, en ambos lados, en el mundo real principalmente, y también en el imaginario. Por otro lado, escribir es mi burbuja de oxígeno y mayormente prefiero experimentar mundos diferentes. A lo sumo, lo que tomó de mi condición de médico es el conocimiento de lugares, historias o enfermedades, a las que maquillo con una prosa acorde, el buen gusto y sentido común del caso. Sobre todo en Noches de varicela, mi primera novela, puede captarse esta técnica con personajes que enferman y mueren presentando síntomas de padecimientos adornados literariamente. Es sorprendente ver todo lo poético que puede sonar un compendio de semiología en medio de una novela (risas).
“La conexión más clara que encuentro entre lo que escribo y lo que hago como médico, es mi avidez por la historia de las personas.”
—¿Cuál es tu mejor fuente de inspiración a la hora de crear?
—Las historias se escriben con palabras. Son la materia prima. Principalmente me surgen ideas a partir de la lectura. Si no leo, no escribo. Así de concreto puede ser. A lo mejor, gracias a un texto o simplemente de una palabra. Es por eso que adoro escritores que hacen de ellas un culto. Como Alan Poe, Cortázar, García Márquez, Ruiz Zafón, Isabel Allende, por nombrar algunos. Me considero un coleccionista de palabras. Hay una cosa muy musical con ellas. Termina siendo como un trabajo de taller. Armo una frase o un párrafo que decanta en un cuento, o un cuento en una novela. Pero no siempre provienen de textos escritos, también puede ser mediante una canción. Tengo mucha avidez por las historias de familia y de los pueblos. Hay tanta magia literaria para explotar en una ronda familiar, que escuchar a mis padres o a gente del pueblo sobre costumbres me ha resultado una fuente de inspiración por ahora inagotable. También me pasa que viendo la realidad o analizándome a mí mismo, surgen reflexiones. Entonces es al revés, es la frase la que hace a la historia y al personaje. Me gusta que los personajes dejen mensajes que interpelan la sociedad, al hombre, a la política, a las religiones, a las instituciones en general. Muchas veces, la inspiración es una cuestión de climas, y trato de hacerlo escuchando música tranquila, como bossa nova y jazz, principalmente. Viajar es enriquecedor. Me ha pasado de hacer un viaje y arribar con la idea bastante acabada de uno o dos cuentos. Bueno, supongo que todo ayuda, principalmente cuando se vive en “modo literario”.
— ¿Qué frases recordás, que sean de tu repertorio?
—Hay muchas. Me gusta el uso de las frases como herramienta literaria. Las que más recuerdo son: “Difícilmente no vengan tiempos de cambio después de lágrimas caídas”, o “Las palabras más importantes no suelen tener voz”. “La vida no es lo que muestra, sino lo que no oculta”. Son frases que siempre apuntan a resaltar la relevancia de las pequeñas cosas como lo más importante de todo. Una filosofía que trato de tener presente y usar en mi vida personal.
—¿Podrías construir con palabras la imagen de tu espacio creativo?
—Pensar en un lugar en el que escribo no podría, porque no lo tengo y tampoco lo busco. Hace unas semanas regresé a casa luego de un paseo en bicicleta. Mi mujer me preguntó: “¿Dónde fuiste?”. Le respondí que había salido a escribir. Muchas veces escribo en el aire y para cuando me siento en la computadora ya tengo las ideas claras. En el caso de Tejo, se dio que tenía todo el esqueleto bastante definido desde un principio. Por eso salió rápida, aun siendo una novela larga. Así que escribía en cualquier lugar que se diera la posibilidad. De hecho, tuve que mudarme en la mitad, y más aún, me fui de vacaciones familiares donde éramos más de quince y ahí, entre niños, gritos y bochinche, andaba raptado por mi mundo. Puedo abstraerme de una manera brutal al momento en que la inspiración llega y hay que aprovecharla. Ella es la vedette y su alfombra roja no se mancha.
“Hace unas semanas regresé a casa luego de un paseo en bicicleta. Mi mujer me preguntó: ‘¿Dónde fuiste?’. Le respondí que había salido a escribir.”
—¿En qué lugar puede nacer un personaje de ficción y cómo vas trabajando sus rasgos físicos y psicológicos hasta convertirlo en esos seres de letras que son capaces de respirar a través del papel que los contiene?
—No tengo molde para crear un personaje. La inspiración se cierne a nuestro alrededor y nos instrumenta de modos que no sabemos si tienen que ver con caprichos, recuerdos, o una elección inconsciente. Muchas veces son los más adecuados para un mensaje. Otras veces, son consecuencia de hechos que van llevando a la necesidad de su presencia. Cuando uno de ellos aparece, nunca lo quito. Soy muy respetuoso de lo que la historia me fue dictando. Después sí, trabajo mucho en el armado del esqueleto y en los detalles que los distinguen. No es que sea puntilloso o minimalista con un color de ojos o de cabellos, tiene que ver con algo más conceptual. Una idea a la que el lector va a llegar teniendo en cuenta lo que dice, cómo lo dice, lo que piensa o lo que hace. En Tejo hay un festival de personajes, y puedo dar fe de que son todos distintos. Son el eje, casi al mismo nivel de la trama misma.
—Contanos tu experiencia como cuentista.
—Los cuentos dan mucha satisfacción. Siento que saben tomar la intensidad de un poema y el espíritu de toda una novela. Es desafiante escribirlos, porque cada palabra debe ser la correcta, hay que mantener un pulso regular, y debe tener un final que llegué al lector como trompada y lo deje sorprendido, riendo o pensando. La frase de Cortázar, amante del box, es exacta y no por nada tan conocida: “Las novelas ganan por puntos, y los cuentos por K.O.” Y así debe ser un buen cuento. No siempre es fácil. La ocurrencia y la originalidad son importantes. Tengo cuentos muy diferentes. Algunos de ellos me han permitido ganar premios y menciones en concursos literarios. Muchos los he publicado en la página de una productora cultural, en donde he recibido buenas devoluciones de los lectores. Supongo que voy a juntarlos con otros para publicarlos alguna vez. Lamentablemente el mundo editorial ha perdido avidez por ellos, lo que lamento con el alma. Sobre todo porque nuestros más reconocidos escritores fueron cuentistas. ¿Qué sería hoy de ellos? De esto me atreví a hablar en la sala Bioy Casares en la Feria del Libro. Creo que en el mundo acelerado que nos atraviesa, los cuentos deberían ser un modo para que la gente regrese a la lectura y se olvide de las pantallas. Sin embargo, eso no ocurre. ¡Que vuelvan los cuentos!

—¿Qué chispa encendió la idea de tu primera novela “Noches de varicela”? ¿Qué pueden encontrar los lectores en esa obra?
—A propósito de lo que decía antes, Noches de Varicela se inició con la aparición de un linyera al otro lado de la calle Santa Fe, frente de mi departamento, en Córdoba. Estaba instalado en la vereda, y así de andrajoso miraba a la gente pasar con un brillo en la mirada y una pose con la que parecía decir: “Yo elijo estar acá. Son ustedes lo que dan pena”. Esa foto despejó un largo corredor, a partir del que se abrieron un sin número de puertas. Pensaba que estaba escribiendo otro de mis cuentos y terminó siendo una novela. La historia tenía tanto potencial, que así fue. La escribí mientras estudiaba medicina y después hacía la residencia, por lo que no es raro que los lectores vayan a encontrar un protagonista principal médico e idealista, pero también otro que encarna al antagonista, y que también es médico. Van a encontrar lugares que conozco muy bien. No suelo escribir de lo que no he experimentado. Van a encontrar historias de campo, de inmigrantes, personajes de pueblo, una trama de misterio familiar, Córdoba en el año 2000. La escribí muy de a poco y fue mi terreno de entrenamiento. Podrán notar esto en la diversidad de estilos. Un poco de realismo mágico, historia de familia, aventura, finalmente novela policial. Enarbola valores, como la verdad, la familia, el trabajo, el amor. Con la posibilidad de publicar siento una responsabilidad con el uso de la palabra, con el modo de decir, con dejar mensajes sanos, y hacer que nuestros personajes digan cosas profundas. El armado de Noches de varicela también quiere ser original. Estoy seguro que su trama es muy buena. En el final los misterios se descubren, develándose quién es ese hombre que vive en la calle, entre otros enigmas que tienen atrapado al lector a lo largo del relato.

—¿Cómo lograste entrelazar los hechos y personajes que forman parte de tu última novela “Tejo, juego de historias”?
—Tejo tiene un armado ambicioso. Son dos novelas reunidas en una. Me gustaría decir que fue minuciosamente pensada, pero la verdad es que así funciona mi cabeza. Me apego a cómo se presentan las ideas. Son dos novelas, tres historias, que toman tonos literarios distintos, personajes de todos los colores, geografías totalmente diferentes, como las del interior de Santa Fe, principalmente Sunchales y su zona de influencia, La Plata y nuestra Patagonia. Escribirla fue un placer y me sentí, humildemente, en medio de un carnaval de palabras, metáforas, comparaciones, lugares y personajes. Me identificó con su espíritu, puesto que me gusta escribir de todo y siento que el desafío de ser versátil fue bien superado. Finalmente, dentro de la complejidad, Tejo resulta fácil de leer. Logra ser un producto compacto, que encierra entretenidas historias, sus capítulos son cortos y tiene un ritmo parejo. El final, seguramente va a encontrar al lector con la guardia baja y va a lograr sorprenderlo. También la llamo una historia circular, porque en su confección uno de los títulos aparece al final, igual que el prólogo. Fue un juego hacerla, así lo viví y así preferí armarla. Siento que es novedosa y deseo que sea recibida como una novela que quiere ganar su espacio en la biblioteca de los lectores, entrando por los intersticios de las lecturas de culto.
—Suponiendo que lanzás un tejo imaginario en el cual va a viajar tu próximo sueño literario, ¿a qué lugar te gustaría que llegue y qué forma tendría?
—No me imagino escribiendo lo mismo dos veces. Leo cosas distintas y cada una me provoca ganas de seguir su camino. Digo, relatos policiales, novelas románticas, historias biográficas, novelas históricas, psicológicas. Seguir siendo un escritor versátil es uno de mis objetivos. Implica no copiarse a uno mismo. Prefiero un camino sin norte definido. Mi próximo trabajo tendrá una línea literaria más cercana al realismo mágico, será una novelle bien compacta, bien intensa. Después de eso no puedo suponer demasiado. La inspiración comanda la pluma. Siento que lo más importante no es lo que se diga, sino cómo se lo diga. Y sí… una cosa que no pienso modificar es mi forma de escribir. Cualquiera sea la temática, siempre apunto al corazón del lector. A fuerza de palabras, metáforas, comparaciones, quiero generar emociones. Me gustaría que mi tejo literario llegue a lo más alto. Siempre sueño con eso. Más allá de lo lejos que pueda llegar, prefiero que todos descansen en su forma más auténtica y respondan a lo que en definitiva siento, por sobre las modas y las imposiciones.

Conrado Marcos Bocco
Nació en Sunchales, Santa Fe, el 17 de noviembre de 1980, ciudad donde reside con su mujer y sus dos hijos. Es médico graduado en la Universidad Nacional de Córdoba en el año 2005. Autor de dos novelas: Noches de Varicela (2016) y Tejo: juego de historias (2019), editados por El Emporio Ediciones, también escribe cuentos en una columna de Hijos del pueblo, Productora Cultural.

Entrevistas
En primera persona: Nair Libonatti, escritora
La artista uruguaya habla de ella misma, de cómo llegó a la escritura y de su obra

Sobre sí misma y su arte
Soy Nair Libonatti, mujer uruguaya de 69 años. Toda mi vida supe que podía escribir, sin embargo, al plasmar mis ideas en una hoja, el resultado no me era grato y terminaba rompiendo.
En el año 2019 una amiga me invitó a “algo” literario y fui. Resultó ser un taller y fue ahí donde comencé a escribir.
Pocos meses después llegó la pandemia, entonces, buscando recursos para mi nuevo despertar, entré en un grupo argentino de Facebook. En él compartíamos textos y comentábamos.
Un buen día me invitaron a participar en el Mundial de Escritura, al principio me parecía inalcanzable hasta que me animé y la experiencia resultó maravillosa.
Sobre su obra
He escrito algunos libros: “Historias del Caldero”, en conjunto con dos amigas, “Constelaciones”, libro que va por su segunda edición y “El Pata de Bolsa y otros relatos”. Estos dos últimos están presentes en la 49a Feria del Libro de Buenos Aires, en el stand de Uruguay.



Sobre “Constelaciones” puedo decir que es un libro fuerte, con historias bastante movilizadoras, es un intento de visibilizar algunas circunstancias. “El Pata de Bolsa” es en tono más humorístico, un poco más distendido y coloquial.
Son libros de cuentos cortos, escritos individualmente y luego seleccionados para cada uno de los libros.
Su actualidad

Actualmente integro el taller “Ratones de biblioteca”, que funciona en la Casa de la Cultura de Minas, Uruguay, y algunas compañeras me acompañaron a la Feria del Libro de Buenos Aires.
Nair Libonatti junto a Andrea Viveca Sanz, de Contarte Cultura, en la 49º Feria Internacional del Libro de Buenos Aires
Entrevistas
Aguirre–Rodríguez: “El tango siempre estuvo como lengua principal en nosotros”

Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //
Es un viaje dentro de otros, un movimiento sutil, la música desperezándose en gotas de rocío, notas evaporadas sobre las aves del campo, es el vuelo hacia el espacio urbano, un recorrido temporal. Es antes y después. Es ahora y siempre, una melodía que llega desde lejos, de otras patrias, del mismo viento que corre y desparrama en el lugar justo y en el instante oportuno.
“Del Buen Ayre”, el próximo espectáculo y disco del dúo platense Aguirre–Rodríguez es un viaje por el tiempo y por distintos espacios, una relectura en modo actual de la música rural bonaerense.
Contarte Cultura charló con sus integrantes, Cynthia Aguirre y Alejandro Rodríguez para que nos cuenten acerca de ese caminar que la canción propone.
—Porque los espacios y las cosas que forman parte de ellos suelen hablar de quienes los habitan, nos gustaría comenzar esta charla deteniéndonos en su lugar de trabajo, en el espacio creativo de su música y en los objetos que los rodean en este momento. Si pudieran elegir un rincón o un objeto, el que mejor los represente como dúo y nos cuente algo de ustedes, ¿Cuál sería?
—El lugar, nuestra casa, y el rincón nuestra sala, en la que se va gestando todo el resultado final de lo que hacemos como músicos. Creo que estos espacios hablan de nosotros y de nuestra manera de entender la realidad y el arte.
—Y desde ese espacio viajamos en el tiempo, ¿cómo y cuándo se encuentran Cynthia Aguirre y Alejandro Rodríguez en el camino de la música para dar comienzo al dúo Aguirre–Rodríguez?
—Nos encontramos en la escuela de arte de la ciudad de Berisso, hace muchísimos años, en situación de alumna y profesor, pero rápidamente comenzamos a compartir producciones por fuera de la escuela. Con los años volvimos a encontrarnos, ya específicamente en el terreno del tango con la orquesta Los inmigrantes en el año 2005. Cuando el tiempo de la orquesta se terminó, continuamos en dúo.


—¿Cómo fueron esos comienzos?
—Fue un muy hermoso comienzo, pero rápidamente el dúo se fundió dentro de un cuarteto que con el tiempo se convirtió en sexteto de tango. Me refiero a Tangor. Con esa agrupación trabajamos durante más de 10 años. Por otro lado, Cynthia participaba como invitada permanente en el grupo La Sonora, proyecto que venía caminando desde el año 1989.
—Como decías, con el correr de los años el tango se instaló entre ustedes, ¿qué cosas los llevaron a explorar en este género que nos representa?
—El tango siempre estuvo como lengua principal en nosotros. Como una especie de lengua madre. Rastrear el porqué de esto es complicado, creo que tiene que ver con nuestras historias personales y la idiosincrasia de nuestras familias de origen. Lo que es claro es que ha sido fundacional en nuestro vínculo con la música. Nuestra mirada como habitantes de este tiempo siempre nos llevó a buscar puentes entre el tango, otras músicas y otros conceptos artísticos.
—¿De qué manera llega el primer disco “Mundo Tango”, grabado en 2011?
—Ganamos un premio a la Producción Fonográfica del FNA (Fondo Nacional de las Artes) y generamos nuestro primer CD. En ese entonces, si bien el CD se llamó Mundo Tango, abarcamos otros lenguajes musicales, algunas cosas del folclore y canciones provenientes de la cantera del rock.
—Por estos días están en proceso de grabación de su segundo disco “Del Buen Ayre”, ¿qué recorridos espacio-temporales tuvieron que hacer para dar vida a los temas que forman parte de esta obra?
En Mundo Tango nos referimos a una idea acerca del tango, como un estado del ser que no solo aparece en esta región del mundo (por algo el tango impacta como impacta en todo el globo). Aquí nos referimos más a la génesis de este género y la música de la provincia de Buenos Aires. Este nuevo trabajo propone un recorrido desde la música campera de principio de siglo XX (El Gardel Gaucho, pasando por compositores icónicos de ese lenguaje como Omar Moreno Palacios) para adentrarse en el tango clásico de la época de oro y llegar hasta composiciones actuales que revitalizan el género. También este trabajo, a diferencia del otro, está estructurado por un material que fue ampliamente mostrado y fogueado. Es música que hemos tocado mucho en vivo y está planteado desde esa impronta. Los arreglos, si es que los hay, fueron construyéndose a lo largo del tiempo y de las distintas actuaciones. Los músicos invitados jugaron en ese mismo tono también. Se les envió un cifrado y una grabación como referencia, pero el armado de los distintos temas se resolvió en el estudio, mientras Manzana Ibarrart (gran amigo y comandante del Estudio Sonosfera) montaba los mics y seteaba todo. Luego se eligieron las mejores tres tomas de cada tema. El resultado tiene un aroma a “trazos sueltos” que nos encanta en lo particular.
—Sin dudas se trata de un viaje a través de la música, ¿cuál es el aroma que elegirían para simbolizar a este álbum?
—El múltiple aroma de los viajes…si bien es un CD local en cuanto al repertorio, es bastante global en tanto a que lo que suena proviene de muchísimas fuentes y no solo de la tanguera. Lo hemos tocado tanto en tantos países diferentes, que para nosotros tendría ese olor a viaje, a aeropuerto, a trenes.
—El 3 de agosto estarán presentando este disco en La Salamanca, un reconocido espacio cultural platense, ¿qué podrán disfrutar esa noche quienes se acerquen a compartir su música?
—Haremos algunos de los temas de nuestro espectáculo Del Buen Ayre, como antesala al espectáculo Filogenia de Victoria Moran y el Dúo Puentes Reyes.
—Mencionás que ese día estarán acompañados por la cantante Victoria Morán, entonces la pregunta va para ella. Victoria, ¿Cómo nace “Filogenia”, ese recopilatorio de obras de música popular argentina? Contanos quiénes serán parte de ese recorrido el 3 de agosto y qué sentís al compartir noche con el Dúo Aguirre-Rodríguez.
9- Filogenia surge de la necesidad de contar nuestro ADN musical a través de las canciones que nos definen. Es una suerte de viaje musical hacia la fuente, hacia la memoria imperecedera que une un recuerdo con otro. Este espectáculo viene a despertarnos la fibra sensible con canciones que nos nombran, enlazando a Homero Manzi con Víctor Heredia, al Cuchi con Fito, a los que fuimos con los que somos. El compartir con compañeros y compañeras músicos y músicas siempre es una alegría, y en este caso será además una sorpresa para el dúo Puentes-Reyes y yo, porque jamás nos hemos cruzado en un escenario y esperamos anhelantes ese ida y vuelta mágico que siempre augura la música compartida.
—Para terminar, ¿cuál es el próximo destino de la música que los mueve?
—Tenemos por delante algunas fechas en nuestra ciudad, como el próximo 29 de agosto, día en el que estaremos compartiendo escenario junto al cantor Carlos Cabrera en el Café Metro. Octubre nos encuentra realizando nuestra segunda gira europea, con conciertos en países como Italia, Francia, España y Portugal. A nuestro regreso estaremos presentando oficialmente nuestro álbum Del Buen Ayre, con la participación de los músicos que fueron parte de la grabación.
Entrevistas
Celina Cocimano y ‘El juego de las emociones de Uma’: “Un libro que pide gran compromiso de los adultos”

Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //
Todo gira, se mueve en una circularidad compartida. Las emociones suben y bajan, cuelgan de nuestros cuerpos, se desprenden como hojas secas. Regresan, son brotes, transformados en otra cosa.
Celina Cocimano es terapeuta emocional y a partir de sus vivencias y de su trabajo de muchos años necesitó dejar huellas, sembrar palabras para que germinen a través de sus libros.
“El juego de las emociones de Uma”, su último libro, está dedicado a las infancias. A través del juego logra acercarse a los territorios del miedo, de la ansiedad o de la frustración para atravesarlos.
ContArte Cultura charló con ella para conocer las rutas que la llevaron a indagar en ese universo.
—Las emociones forman parte de nuestras vidas, van y vienen, se mueven y nos movemos con ellas. Por eso, para comenzar y a modo de presentación, nos gustaría que elijas al menos tres emociones que te atravesaron al momento de escribir tu último libro y que a cada una de ellas les otorgues un sabor o un aroma.
- Frustración, sabor a cebolla
- Ansiedad, aroma a menta
- Alegría, aroma a vainilla
—Y ya instalados en esa imagen, vayamos a tus comienzos, ¿qué vivencias te llevaron a transitar el camino de la terapia emocional?
—La insatisfacción personal, haberme descubierto cómo estafadora de mi propia vida, creando personalidades adquiridas para moldearme al gusto de la mirada ajena, siempre con esa sed emocional de ser alguien para los demás, ser aceptada, reconocida, querida y encantar a todos. Mientras estudiaba para contadora, sentí un apagón emocional, la apatía era mi única compañera en esos tiempos, hasta que mi cuerpo también “habló” con un síntoma muy sentido. Empezaba a hacerme pis por las noches siendo ya grande, más adelante entendí que eso sucedía en cada hogar o lugar donde me sentía a gusto, de esa manera, “intentaba” aferrarme a algún territorio, sentirlo al menos, por momentos, un lugar donde era yo. Como los animales que marcan su territorio orinando sobre él. Eso era lo que faltaba para que mi vida se vistiera de insatisfacción y cambie totalmente de rumbo, mejor dicho, empiece a vivir y dejar de aparentar lo que mis vacíos necesitaban cubrir.
—Seguramente al ir recorriendo ese camino fue necesario dejar huellas y de esa manera llegaron los libros, ¿cómo vivís la experiencia de escribir para que las palabras sean instrumento de sanación?
—Mi primer libro, “Despierta”, nació como algo catártico de la etapa que comenté anteriormente. Aún no sabía qué era lo que estaba viviendo y, sinceramente, pensaba que me moría por esos tiempos, entonces empecé a escribir cómo fue ese tránsito a mí destrucción de las corazas hacia mi reconstrucción emocional. Después, al compartir mi vivencia con muchas personas, me di cuenta que varios pasamos por ciertos procesos similares, por lo que se me ocurrió darle forma de libro y agregar reflexiones y ejercicios terapéuticos y de autogestión emocional. Los otros 3 -“Diamantes”, “Rotas”, y “El juego de las emociones de Uma”-, fueron pensados basándose en las historias que atiendo y buscando dejarle una “biblioteca” de recursos emocionales a mi hija para cuando sea más grande y, a las personas, que encuentren en estos libros, escrito en palabras, el propio sentir descarnado y sin filtro de las emociones que abordo en cada uno de ellos y luego, ofrecerles dinámicas, reflexiones, ejercicios para que encuentren en ellos formas de transitar el campo emocional sin tanto dolor y con valentía.
—Si pudieras resumir en una palabra el espíritu de cada uno de tus libros, ¿cuáles serían?
- Despierta: Integridad
- Diamantes: Osadía
- Rotas: Coraje
- El juego de las emociones de Uma: Autenticidad
—Tu último libro, “El juego de las emociones de Uma”, transita los paisajes de la infancia con todas sus gamas de colores, ¿cuál o cuáles fueron los disparadores de esta historia?
—Mi hija, a los 8 años, comenzó a transitar por un tiempo la conocida “Crisis de ansiedad y angustia”. Yo me opuse a que esté medicada siendo tan pequeña, y desde mi saber en el campo emocional de los adultos, junto a una gran observación sobre ella y sus crisis, se me ocurrió trabajar juntas para buscar soluciones a su sentir. Buscamos opciones en el juego infantil, en la creatividad, desarrollando distintos escenarios, armando una rutina de ejercicios y, sobre todo, busqué acercarla a la autogestión emocional. Así fue que se me ocurrió compartir cada ejercicio que funcionó en ella en este cuento, que no solo tiene el fin de que los niños empiecen a desarrollar desde pequeña edad sus propias respuestas emocionales ante cierta situaciones, sino que es un libro que pide gran compromiso de los adultos que acompañan al niño, y esa compañía, con el estar, el hablar su idioma, mejorar la calidad del vínculo, validar sus emociones, respetarlos y comunicarse con ellos, es lo que hace casi la mayor magia del trabajo de fortalecimiento emocional.
—Y justamente, a partir de tus propias vivencias decidiste contar desde el juego y desde las imágenes. Explicanos cómo fue el proceso de elegir esas duplas emocionales sobre las que querías hablar.
—Busqué las que a su edad son dentro de todo fáciles de interpretar, como decimos los adultos: de “etiquetar”. Son parte de las emociones primarias y la dupla fue pensada para dejarles el mensaje de que no son ni buenas ni malas, simplemente son y cada una es mensajera de un sentir, una acción a llevar a cabo y una particular respuesta emocional. También al ponerlas en duplas, cuando ellos/as sientan, por ejemplo, tristeza además de procesarla en todo su ser, sepan que pueden aprender a transportarla en alegría, ir de la ansiedad a la calma. Es decir, que conozcan cuál es la emoción que se necesita para equilibrar una con otra.
—Las semillas del libro fueron plantadas, ¿creés que tus palabras ya comenzaron a germinar y son brotes en los lectores?
—Sorprendentemente sí. Como comenté, yo me dedico a adultos no a infanto, y este libro que se publicó en abril del 2024 ya se está imprimiendo la segunda edición. Lo han comprado mucho abuelas y abuelos para compartirlo con sus nietos, en colegios para abordar ciertas emociones en el aula ya que también hay un capítulo sobre el bullying. Y muchas madres me compartieron que sus hijos o hijas mientras que se les leía el cuento ya comenzaban a incorporar los ejercicios sugeridos, o que empezaban a identificar sus propias emociones, tenían armados sectores en su cuarto como se encuentran en algunos capítulos. Incluso los que son más grandes, según cómo se sentían, buscaban en la biblioteca el libro y se encerraban en su cuarto a leer exclusivamente el capítulo que contiene la emoción que estaban sintiendo en ese día o ese tiempo. También compartió nota de Revista junto a Unicef en el día internacional contra el Bullying de 2024.
—¿En qué proyectos estás trabajando actualmente?
—Tengo dos libros más en camino, uno para adultos sobre la depresión, y otro para infanto, más expansivo aún, con un viaje al campo emocional que sea para ellos y para sus padres o tutores también, digamos que será un libro revelador en muchos aspectos.
—Para terminar, te invitamos a elegir la textura que represente a tu libro “Las emociones de Uma”.
—La textura sería cálida, pomposa, con colores desde pasteles a fuertes, con ganas de descubrirla y sentirla, y con distintos aromas que vayan cambiando según cada paso de la mano o de los pies sobre ella.
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