Conéctate con nosotros

Entrevistas

Emilce Brusa: “Todas las historias pueden ser contadas, no hay límites para la narración oral escénica”

Publicado

el

Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //

Desde el centro de cada cuento ascienden palabras que escriben otras formas sobre el aire de la imaginación, palabras que se vuelven etéreas, brillantes, con música propia. En ese instante sucede la magia, justo cuando alguien las pinta con su voz para convertirlas en una historia nueva.

Emilce Brusa es docente y narradora oral escénica, desde el año 2010 vive la experiencia de contar, de convertir el texto escrito en palabras livianas, que flotan y sostienen la geografía de aquellas historias que merecen ser narradas.

ContArte Cultura mantuvo con ella una charla virtual para entrar en ese universo de historias que nos definen y nos terminan perteneciendo.

—Para comenzar esta entrevista nos gustaría que eligieras un cuento breve que te represente y que, si tenés ganas, nos mandes un audio/video con tu narración.
—“El tango de Juana” es un cuento de mi autoría y creo que me representa en algún sentido por ese personaje: Juana. Una soñadora que cree fervientemente en que todo puede hacerse realidad con esfuerzo, con esperanza, con pasión y sobre todo con amor.

—————————————

—¿De qué manera se despertó en vos el deseo de contar historias?
—Durante mucho tiempo narré cuentos como docente del nivel inicial. Siempre cuento la anécdota de cómo empecé, el hito que me llevó al mundo de la narración oral escénica. Yo era directora provisional de un jardín de infantes designada en un mes de junio. Un jardín grande donde los días de actos escolares era terrible, porque se juntaba mucha gente, los chicos se agotaban de ver participar a todas las salas, un caos… pero como yo era nueva no podía hacer cambios, observaba y aprendía a conocer a esa comunidad educativa. Así transcurrimos ese año, hasta llegar a las fiestas de fin de ciclo. El último miércoles invitamos a los egresados con sus familias, colocamos una tarima para ubicar a los niños y salió hermoso. Al otro día, jueves, era la fiesta de los nenes de 3 y 4 años, que habían preparado una murga, y sólo faltaba el viernes, último día del ciclo lectivo y para el que por tercera vez estaban citadas las familias y sólo quedaban mis palabras de despedida y el cambio de banderas de los nenes de 5 a los de 4. Antes de ir ese día al jardín yo pensaba “algo tengo que hacer” y se me ocurrió narrar un cuento de tradición oral y pedirles a las maestras que lo dramatizaran sobre la tarima, la que justamente estaba en el salón de actos. Por suerte las docentes se animaron y en ese acto se logró lo que nunca se había logrado: la atención y un silencio admirable tanto de niños como de adultos. Luego vinieron las felicitaciones y entonces pensé, si con este cuento que les conté muchas veces a mis alumnos logré ésto, ¡tengo que estudiar! Durante esas vacaciones estuve buscando dónde hacerlo y en marzo del 2009 comencé a tomar talleres con el profesor Claudio Ledesma, no paré más y vinieron muchos más talleres. Comencé también a narrar para adolescentes y adultos, además de hacerlo para niños, que son mi público favorito y el que me resulta más honesto, ya que si no les gusta se paran y se van (risas). Y así, el destino hizo que hoy sea mi principal profesión y puedo decir que vivo de los cuentos, de contar cuentos.

—¿Cómo lográs encontrar el peso, las formas o los colores de las palabras que delimitan la geografía de cada cuento?
—Se logra encontrar esos elementos cuando se cuenta lo que te atraviesa, lo que te conmueve, lo que te divierte, lo que te mueve, y sobre todo cuando encontrás buenas historias, esos cuentos que cuando los lees no podés guardarlos para vos sola y tenés que contárselos a otros, se te escapan solos. Esas historias que llegás a creerlas verdaderas.

—¿Existen técnicas para apropiarse de los textos de otros autores y adaptarlos a la oralidad?
—Sí, hay muchas técnicas para apropiarse de esas historias, aunque siempre hay que adaptarlas a la oralidad, porque son dos lenguajes distintos y cada uno tiene sus particularidades y reglas. Nunca se estudia un cuento de memoria, sino que hay mucho trabajo de mesa, de adaptación del texto antes de presentarlos en los espectáculos.

—¿Cuál es tu experiencia a la hora de tomar las imágenes que emergen de un cuento para secuenciarlas en un relato oral?
—Mi experiencia es ver el cuento como si fuera una película, la cual se va proyectando con sus escenas, pero que son pura acción para que la historia avance, no aburra al que esté escuchando y que esa persona pueda formar sus propias imágenes del relato. Además, es importante y necesario armar una especie de partitura para darle matices a la voz que cuenta.

—¿Cuál es el principal objetivo de un narrador oral escénico?
—Sin dudas lograr la comunicación con el público. Que quien te acompañe en ese momento disfrute tanto como vos de esa historia. Que después de la función se vaya pensando en esos personajes, en esos mundos, y que si tiene ganas de volver a ellos sepa que puede ir al libro y encontrar ese cuento en una librería, en una biblioteca o pedírselo a algún amigo para poder leerlo, para revivirlo, pero ya en la intimidad de la lectura. Es por eso que siempre después de la función o durante las mismas, no nos olvidamos de decir el nombre del cuento y su autor, aclarando que es la versión oral del mismo.

—¿Y cómo vivís la narración de tus propios cuentos?
—Hace poquito que me animé a escribir mis propias historias, sobre todo para narrarlas al público adulto, y lo vivo como cualquier otro cuento. Siento como si esos personajes fueran de carne y hueso, a los que les pasan cosas como a todos los humanos y ahí encuentro sus sentimientos, sus alegrías, sus tristezas, sus vidas.

—¿Dónde entendés que nacen las historias que merecen ser contadas?
—Todas las historias pueden ser contadas, no hay límites para la narración oral escénica. No sólo se pueden contar las obras literarias, también se pueden contar películas, una anécdota y hasta se puede narrar la vida misma, esas vidas que si no se cuentan se pierden. Por ejemplo, los tiempos de nuestros abuelos y abuelas, esas voces que por su época atravesaron el horror de la guerra o la inmigración, y por esas circunstancias estuvieron silenciadas. La narración oral puede ponerles voz a muchas historias.

—¿Cuáles son los proyectos que tenés para este año?
—Este año tengo varios proyectos porque estoy de festejo: 10 años de cuentos, mi 10° Aniversario como narradora. Uno es dar a conocer mi página web, que está a punto de nacer, y desde ese sitio ofrecer diferentes cursos online sobre cómo aprender a narrar y sobre mediación lectora. Los demás proyectos estarán saliendo una vez que pase la cuarentena, cuando superemos esto que estamos viviendo. De todas formas, siempre hay proyectos que emergen de las dificultades y este momento no es una excepción. Teniendo en cuenta que la emergencia sanitaria hace que todos nos tengamos que quedar en casa, se me ocurrió ofrecer por mi cuenta de Instagram (@emilcebrusa) todos los martes a las 19, y hasta nuevo aviso, una mini función en vivo de cuentos para niños y sus familias a la que llamo “Ratito de cuentos Online”. Elegí este lugar para encontrarnos porque es lo más parecido a una función de cuentos. A pesar de no verlos sé que están del otro lado y el que después de 24 horas la historia desaparezca las asemeja más a las funciones con público presente. Son igual de efímeras: empiezan y terminan en un tiempo determinado. En el inicio del ciclo me llevé una grata sorpresa, porque después del vivo, la gente comenzó a contarme lo que pasaba en sus casas, con niños que contestaban a mis preguntas, pedidos relacionados a los cuentos narrados y hasta una mamá que me mandó un audio donde su hija me contaba y enumeraba a todos sus amigos que iba a invitar para el próximo martes. Estoy muy contenta de poder sumar mi granito de arena en estos tiempos difíciles. Espero que luego que esto pase, pueda seguir visitando escuelas, centros culturales y bibliotecas con mis funciones de cuentos. Espero comenzar los seminarios/taller de narración oral presenciales. Y también poder participar en varios encuentros y festivales de narración oral que me han invitado para este año.

—Un deseo que quieras compartir con nosotros.
—Que esta pandemia que nos toca vivir pase lo más rápido que se pueda y el resultado sea con la menor cantidad de víctimas. Que nos sirva de gran aprendizaje, donde cada uno logre ser más solidario, más responsable, más humano. Darnos cuenta que nos necesitamos unos a otros para salir adelante. Que de esta manera nuestras vidas puedan volver a la cotidianidad y que después de todo esto se puedan contar buenas historias.

Sigue leyendo
1 comentario

1 comentario

  1. Norma fernandez

    25/03/2020 a 09:39

    Excelente !!!!!!!

Debes iniciar sesión para publicar un comentario. Acceso

Deja una respuesta

Entrevistas

La escritora Gabriela Romero nos presenta “Volví para amarte”, su nueva obra

Publicado

el

Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //

No hay muerte. La vida sucede una y otra vez, cuelga del tiempo. Avanza y retrocede. Los hilos se enredan, cosen muchas veces la misma historia. Adelante y atrás, una costura sin límites. Un agujero en la trama, palabras descosidas. Voces silenciadas: tinta y sangre. Pinceladas derramadas en el futuro. No hay muerte: alguien vive en los hilos que faltan.

Volví para amarte, la nueva obra de Gabriela Romero, es un viaje a través del tiempo. Construida en distintos escenarios, invita al lector a deslizarse por los agujeros de la muerte, a pasar al otro lado de la vida para perpetuarla.

En diálogo con Contarte Cultura la escritora platense cuenta cómo vivió el proceso de construcción de esta historia publicada por Del Fondo Editorial.

—Comencemos esta charla haciendo foco en un personaje invisible que marca el ritmo de tu novela: el tiempo. Ese que se despliega y se pliega en las palabras para dar lugar a la magia. Si pudieras darle forma o ponerle un cuerpo a ese protagonista que enhebra la historia, ¿Cómo creés que se vería?

—Sería una figura humana estilizada, vestida con una túnica blanca y vaporosa como si fuera un ángel renacentista pero sin alas y que irradia luz, por lo tanto, no le veríamos los rasgos ni el color de pelo.

—Y si hablamos de tiempo, sin dudas tuviste que pasear por el pasado y caminar sobre el futuro para dar vida a tus personajes. ¿mo fue ese proceso de construir desde el presente las vidas de tus protagonistas?

—Qué interesante tu comentario y la pregunta, porque esta novela está signada por el tiempo. Me explico: Volví para amarte es la unión de dos libros escritos en dos momentos diferentes. La primera parte, Aquí estoy, mi querida E, la escribí en 2012; y la segunda parte, En alguna plaza, la comencé en 2018 y la terminé en 2022.  En ambos, el tema central es la reencarnación y el recuerdo de vidas pasadas. En ningún momento ni Emilia ni Eugenia dejan su presente, pero sí se altera y se confunde uno y otro durante el sueño en Emilia y en un estado de coma en Eugenia, porque ese pasado las tironea, las llama. Incluso, Eugenia sabe a qué vino a este mundo. Si fuera una escena de teatro, ambas estarían acostadas y la escena del pasado flotaría alrededor de ellas. Algo semejante sucede en En alguna plaza. Ema, Emilia y Eugenia son pasado, presente y futuro, al igual que Luciano e Iñigo. Pero también está Ana Paula, ella es un ancla, es la permanencia, es la antagonista de los contrastes temporales.

—Recordanos cómo se manifestaron las primeras semillas de esta historia y de qué manera trabajaste para continuarla. 

—Bien, voy a organizar la respuesta en tres momentos. La primera semilla surgió durante un viaje que hice con mi hermana y mi marido a Santa Fe, cuando, en el Museo Histórico Provincial de esa ciudad vi el retrato de un hombre que me deslumbró. Se trataba de un constituyente de 1853; en ese momento le comenté a mi hermana la idea de  escribir una novela acerca de una mujer que, desde la niñez, tiene un sueño recurrente con un hombre y de grande encuentra su retrato en ese museo. La segunda semilla apareció cuando tuve que pensar el nombre de la protagonista. Ema, Emilia y Eugenia. Fueron tres, en ese orden, sin embargo, yo escribí acerca de Ema y Emilia e hice una pequeña mención, como al pasar, del tercer nombre, pero para mí la historia de Aquí estoy, mi querida E estaba cerrada. Te preguntarás qué pasó con el tercer nombre.  Responder esto me lleva a remontarme a dos momentos, el más cercano se debió a que muchos lectores me pidieron su continuación, no estaban de acuerdo con el final, entonces, rescaté de mis recuerdos una foto que había tomado en 2007, durante un viaje a Asís. Es la foto de un franciscano. Este es mi Iñigo. Conclusión: todo comenzó cuando dos hombres me deslumbraron.

—֫En esa continuación creaste un universo muy particular, ¿cuáles fueron tus fuentes de inspiración para construir ese mundo futuro?

—Me costó muchísimo adelantarme al 2052, por cierto, un futuro cercano. ¿En qué me inspiré? En todo lo que leí: predicciones tecnológicas, proyección de la población mundial, avances actuales de la medicina, tendencias de infraestructura, prácticas a nivel de excelencia,  implicancia de la nanotecnología y la nanociencia. Lo que hay y lo que se espera. Lo que está en estudio. Además, tomé un curso de ciencia ficción con el escritor Martín Cristal en el que analizamos textos de diferentes autores y épocas, desde el surgimiento de este género hasta la actualidad. Mi fuente de inspiración fueron todas esas lecturas, pero también tuve que hacer un trabajo personal de dejar fluir, de inventar terminología, de apropiarme de lo existente, de jugar.

—La vida y la muerte se entrelazan a lo largo de toda la trama, pero justamente la muerte mantiene vivos a los personajes, como si en realidad no existiera. Contanos acerca de ese proceso de darle voz a los muertos.

—He soñado con muertos. Con mi papá, por ejemplo, a una semana de su muerte se me apareció en un sueño y me dijo que él estaba bien, que teníamos que rezar por todas las almas y no sólo por él. A mis dieciséis años soñé con un amigo de papá, que había muerto cuando yo tenía trece, me lo encontraba en la calle y me decía que les dijera a mis “viejos” (literal) que fueran a su casa a festejar el cumpleaños, no me dijo de quien, cuando me desperté se lo conté a mamá y me preguntó qué día era. El que cumplía años era él. Y sé de gente, niños por ejemplo, que hablan con familiares muertos. Lo viví como algo natural. De las tres novelas que he escrito, sólo en la segunda usé el realismo mágico porque me encanta, pero en estas dos o, mejor dicho, en Volví para amarte, darle voz a un muerto no fue realismo mágico. Para mí es realidad. 

—A cada vida le dibujaste un escenario, un lugar donde sucede la realidad de los protagonistas, ¿podrías nombrar algún objeto simbólico que represente cada uno de esos escenarios?

—En la primera parte, el agua y la tierra. En la segunda, el aire.

—¿Qué te dejó la escritura de esta historia?

 —Que nunca es tarde para que un sueño se cumpla. Que siempre se puede mejorar un texto. Que para escribir hay que dejar de lado el ego.

—Para terminar, si esta novela desprendiera un aroma a través de sus letras, un perfume que la represente, ¿cuál  sería y por qué?

—Una gardenia fue lo primero que pensé como flor, pero entonces me pregunté cómo será su perfume y lo busqué en Google. Ahí me enteré que también se la conoce como gardenia jazminoides y que es el jazmín del cabo. ¡Oh, sorpresa! Amo el perfume del jazmín y en la casa de mi tía abuela Genoveva había un arbusto tan grande que parecía un árbol. Y, de pronto, presente y pasado fue un solo tiempo.

Sigue leyendo

Entrevistas

Seba Dorso y ’De nuevo el presagio’: “Me encontré con la confianza de trabajar a cuaderno abierto”

Publicado

el

Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //

Rompe el capullo y extiende sus alas. Intenta un vuelo. Hay una ruptura, viento y alas en la canción que nace, una metamorfosis de las palabras. Y una distancia del refugio, donde los fantasmas repiten la geometría del espacio y se ovillan en el brote, en un punto de luz, como si fuera un presagio de cambio.

Todo proceso implica un viaje, movimientos sutiles que llevan de un lugar a otro. El compositor, pianista y cantante Seba Dorso ha vivido esa metamorfosis durante el proceso creativo de su último álbum “De nuevo el presagio”, una obra en formato trío en el que lo acompañan Diego Rodríguez y Agustín Pietribiasi.

Contarte Cultura charló con el músico para conocer su historia y los pasos que dieron para dar a luz este disco.

—Salir del capullo de lo conocido y desplegar las alas para cruzar hacia lo desconocido implica un movimiento y ese desplazamiento un cambio. Para comenzar esta charla vamos a hacer foco en esa imagen, la del anuncio de cambios que representa la esencia de tu álbum “De nuevo el presagio”. Si pudieras elegir una textura o un color que represente el movimiento que dio vida al disco, ¿cuál elegirías y por qué?

—¡Qué interesante! La textura es claramente rugosa, con información táctil. Eso fue muy buscado en el sonido de este disco, lo textural en el trío, lo rizomático. En cuanto a los colores, se me hace que las 5 canciones del disco tienen 5 colores muy diferentes, algo que fue de alguna manera buscado, intencional.

—¿Cuándo diste tus primeros pasos en el camino de la música? ¿Recordás cómo fue tu primer encuentro con un piano?

—Si, en casa de una tía de muy niño. A mi prima le habían comprado un hermoso piano que no usaba mucho, yo recuerdo enfrentarme a las teclas como a un abismo, algo ahí me atraía como un imán. Luego comencé a tomar clases de piano, unos años más tarde. No había en mi familia ni en mi entorno ninguna persona que hiciera música, así que no lo reconocía como un camino. Pero en la adolescencia empecé a conocer gente, músicas, músicos, empecé a compartir ensayos y a tocar y cantar en vivo, y de ahí ya no volví nunca más.

—¿De qué manera se gestan las letras de tus canciones y cuál es el proceso que las lleva a “salir de sus propios capullos”?

—Las letras me toman mucho tiempo en general, salvo excepciones. Surgen a partir de un brote, un verso o idea del cual se empieza a desenredar algo que al principio no se bien que es ni qué dice. Escribo, anoto ideas, tacho y reescribo en sucesivos o simultáneos cuadernos, hasta que empieza a aparecer el contenido o la forma.

—¿Cómo surgió la idea de este disco en formato trío y qué cosas te gustaría destacar del tiempo creativo de cada tema?

—La idea surgió del encuentro, de la conjunción de planetas en que resultó esta junta. En un momento tomé conciencia de la suerte que tenía de haber encontrado un grupo que funcionara y alimentara la música que se me ocurría, y entendí que tenía que aprovecharlo mientras estuviera. Es como el amor. En cuanto a los tiempos creativos, ahora que el disco está terminado tengo la tranquilidad del trabajo completado, pero fue un proceso que no estuvo libre de dudas y angustias. Por supuesto, todo ese trance nutrió a las canciones y al grupo. Durante varios meses llevé ideas al ensayo, probando arreglos y texturas; grababa los ensayos, luego escuchaba, reescribía arreglos, mis compañeros sugerían cosas que probábamos una y otra vez. Así fueron tomando forma las canciones, con paciencia. Sobre todo las tres primeras.

—Y justamente esos temas de alguna manera están hilvanados por un hilo temático, ¿cuál es esa línea conceptual que une las cinco canciones?

—Las tres primeras canciones funcionan como una obra integral, de alguna manera. Tienen un abordaje similar, son largas, y hablan de lo mismo de diferentes maneras: de lo que cambia, de lo que no cambia y se repite, o se estanca, de los cambios impuestos y que podemos o no hacer con eso, de los agentes de cambio.

—Seguramente también hubo cambios en tu manera de hacer música durante el proceso creativo, ¿con qué cosas nuevas te encontraste en el punto de llegada, al terminar el disco?

—Honestamente, con un resultado final que me pareció muy satisfactorio. No es tan habitual en mí esto. Encontré una manera de hacer música que me funciona en lo personal, por lo menos de momento. También me encontré con la confianza de poder trabajar a cuaderno abierto con compañeros que siempre fueron muy contenedores y proactivos, y me inspiraron muchísimo

—¿Cómo trabajaron el arte de tapa para resumir los conceptos del álbum?

—Fue un trabajo hermoso. Yo tenía esta idea, una escena en una mesa… Convoqué a una amiga artista que hizo la dirección de arte, con Mati Montagne que hizo las fotos y que trabaja junto con ella. Charlamos un poco del concepto, conseguimos el vestuario y los objetos, buscamos la locación, y luego trabajamos una jornada entera hasta que apareció esta foto. Fue un día perfecto

—¿Dónde y cuándo se presentará “De nuevo el presagio” y quiénes acompañarán ese encuentro?

—Se presenta el 17 de noviembre a las 20 en Circe Fábrica de Arte, en CABA. Van a estar tocando conmigo Diego Rodríguez en contrabajo y Agustín Pietribiasi en batería y percusión, que son mis compañeros de proyecto con los que hicimos esta obra. También van a estar de invitados Laura Ledesma, Nela Cuzzani y Marcos Monk.

—¿En qué nuevos proyectos estás trabajando actualmente?

—En estos últimos años estuve trabajando en proyectos teatrales, musicalizando y sonorizando. Es un mundo que me atrapa.

—Para terminar, un deseo para ese grupo de trabajo que acaba de iniciar sus primeros vuelos.

—Que vuele todo lo que pueda, que vuele alto y bien bajito también, bien rasante, y que nos haga mejores músicos y personas.

Sigue leyendo

Entrevistas

Marisa Potes: “Escribo para vivir más de una vida a la vez”

Publicado

el

Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //

El amor viaja por las páginas. Es un latido pegado a las palabras, tinta derramada en otros tiempos. Es un punto que busca su espacio, suspendido, balanceándose entre pieles y miradas, como si necesitara muchas voces para aquietarse en un final.

La escritora marplatense Marisa Potes ha recorrido con sus palabras el universo de la novela juvenil, los cuentos y la novela romántica histórica. A “La soledad de los secretos”, publicada en 2022, le siguió “Rencor de amor”, editada en 2023, ambas por Del Fondo Editorial.

Contarte Cultura charló con la autora para recorrer y conocer el camino de sus letras, especialmente de su última obra.

—Comencemos esta charla con un juego de presentación. Imaginemos un lienzo o una página en blanco, un espacio vacío donde vas a dejar una huella, algo que te represente. ¿Cuál es la primera imagen que te aparece para contarnos algo de vos?

—Soy una persona más simple de lo que parece, y más compleja de lo que se piensa. Amo escribir historias, amo disfrutar historias. Escribo para vivir más de una vida a la vez y he aprendido a disfrutar de la belleza de las pequeñas cosas. Soy marplatense, me gusta el horizonte amplio de la costa y aunque a veces proteste por las variaciones del tiempo, reconozco que no podría vivir en un lugar donde el clima fuera siempre igual.

—¿Recordás cuándo y cómo nació en vos el deseo de contar historias?

—No podría ponerle una fecha, pero sí sé cómo fue el proceso: a partir de escucharlas primero, y leerlas o verlas después. Si en una reunión familiar alguien se ponía a contar una anécdota, yo estaba ahí. Mi mamá me contaba cuentos que inventaba en su mayoría; mi papá, fábulas o anécdotas que había oído. Después me compraban revistas infantiles, historietas. El momento de ir a la librería por un libro nuevo era fascinante: todos esos lomos en las estanterías, ofreciendo puertas a mundos infinitos. En algún punto disfrutar de historias producidas por otros no me alcanzó y empecé a producir las mías.

—Y desde ese momento siempre hubo algo para contar, ¿de qué manera se manifiestan los protagonistas de esas historias?

—La mayoría de las historias se me ocurren a partir de cosas que les ocurren a sus protagonistas. Desafíos que la vida les presenta, obstáculos que ellos mismos se ponen, objetivos que quieren alcanzar. Necesito empatizar con ellos, entenderlos, que me gusten, que me den ganas de contar su historia, porque soy novelista, y al ser novelista tenemos que convivir bastante tiempo.

—Tu primera novela romántica es “La soledad de los secretos” a la que le siguió “Rencor de amor”, ambas publicadas por Del Fondo Editorial. ¿Qué te sedujo de la novela histórico-romántica a diferencia de las otras que habías escrito antes?

—Escribo historias que tengo ganas de contar; personajes con los que tengo ganas de jugar, tramas que me gusta complicar, suspenso en el que quiero mantener a los lectores. Soy curiosa, y la Historia me gusta porque me gustan las historias. El contexto histórico para narrar ficción me parece muy rico, hermoso. He disfrutado como lectora/espectadora de muchos libros, series y películas en contextos históricos extranjeros. El nuestro es un espacio que me hubiera encantado encontrar en la colección Robin Hood, por ejemplo. Entonces decidí escribir mis propios libros en contextos que tengo ganas de visitar. En La soledad de los secretos, por ejemplo, una Mar del Plata que habito como ciudadana, pero que no había tenido oportunidad de recorrer como lectora. Mar del Plata es hermosa, y la vieja ciudad como escenario de ficción, ¡Ahhh! ¡Un deleite! Creo que en esa novela, el escenario es un personaje más. Las primeras novelas que escribí (el orden de publicación de mis novelas no coincide con su orden de escritura) fueron en contextos históricos de lo más variados. Y el romance, de una manera u otra, está presente en todas; las de otros géneros también. Salvo en las infantiles: ahí hay amores de otro tipo. Pero el amor, siempre presente. Es el verdadero motor del mundo.

—Hablemos de “Rencor de amor”, sin dudas tuviste que viajar en el tiempo para encontrarte con los personajes que caminan por sus páginas, ¿por qué elegiste viajar a la época del Centenario de la Revolución de Mayo?

—Amo que en la pregunta hayas puesto la expresión “viajar en el tiempo”, porque es una de las cosas que me gusta de leer y escribir. En 2009 caí en cuenta que pronto sería el Bicentenario, entonces me dije ¿cómo no escribir una historia en ese escenario? Tenía varias ideas sobre algunos personajes, y así nació Rencor de amor. En el período en que transcurre la novela (entre 1910 y 1912, aproximadamente) suceden una cantidad de cosas que si no fueran reales sería imposible inventarlas por inverosímiles. Pero ocurrieron. Y en ese marco el ascenso y caída de las familias “encumbradas”, como dice nuestro protagonista, ofrece mucho material. El amor teñido del rencor del pasado, la desesperación por mantener la posición social, los mandatos que pesaban sobre las mujeres que hacen que mi protagonista femenina sienta que lo único que puede hacer es “conseguir un buen partido”, son temas que atraviesan a mis personajes. Sí, los atraviesan como una daga que les hace doler el alma, y mueven la trama.

—Y haciendo foco en esos escenarios, ¿qué fue lo que más te gustó del proceso de recrear ese tiempo?

—Lo que más disfruté fueron las cosas que fui encontrando mientras investigaba. Sabía bastante de la época, pero comprobar cómo confluyeron el Centenario, el cometa Halley, la infanta española en el aniversario de la Revolución de Mayo (¡un delirio!), las grandes exposiciones, las fiestas diarias, los personajes, la mayor parte de la ciudad que es dejada sin luz sin ningún prurito para que un pequeño sector de gente disfrute de la iluminación, me fascinó y me sigue fascinando. Cada cosa es un elemento para nutrir los caracteres de mis personajes, cuya construcción también disfruté mucho.

—Hay acuerdos comerciales y hay amor rodando entre tus letras, ambas cosas atraviesan a los protagonistas. ¿Cuáles fueron tus mayores desafíos al momento de dar voz y vida a tus personajes?

—El mayor desafío fue ponerme en el lugar de ellos. Entender por qué hacen lo que hacen. Por qué los obligados a cumplir con un arreglo matrimonial dicen “nah, yo no me caso nada; me voy  a vivir por mi cuenta”. Ya sé que eso ocurrió, e increíblemente sigue ocurriendo, pero yo necesito entender las motivaciones, porque si no lo que estoy escribiendo es un personaje vacío. Y si algo me han dicho mis lectores es que empatizan con mis personajes, que les resultan genuinos. Entonces creo que el trabajo de entenderlos ha valido la pena.

—¿El odio podría considerarse otro protagonista de esta historia?

—Qué buena pregunta. Creo que ese otro protagonista, más que el odio, sería el rencor y lo que provoca aferrarse a él.

—¿En qué proyectos estás trabajando por estos días?

—Estoy trabajando en un cuento infantil y en otra novela romántica en contexto histórico, de la cual no puedo decir nada nada.

—Para terminar, si pudieras elegir un aroma que represente la esencia de esta novela, ¿cuál sería y por qué?  —No sé si hay un aroma con el que podría identificar la esencia de la novela. Pero pienso en algo que disfruta nuestro bello protagonista, por eso voy a elegir el aroma de los bizcochos de Olinda (quienes lean la novela verán quién es). Esos bizcochos representan las cosas buenas del pasado que aún persisten. Y si se me permite la analogía, el protagonista está para comérselo, igual que los bizcochos (risas).

Sigue leyendo


Propietaria/Directora: Andrea Viveca Sanz
Domicilio Legal: 135 nº 1472 Dto 2, La Plata, Provincia de Buenos Aires
Registro DNDA Nº 2022-106152549
Edición Nº