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Entrevistas

Liliana Cinetto: “La literatura de tradición oral es un puerto al que hay que arribar para zarpar hacia otras historias”

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Por Andrea Viveca Sanz
(Edición: Walter Omar Buffarini)

En un rincón de su infancia permanecen los recuerdos que huelen a tinta y a papel, atrapados en palabras inquietas, capaces de levantar vuelo e invitar a un viaje imaginario.

Sumergida en ese espacio de su memoria, Liliana Cinetto se atreve a avanzar por el camino de las letras para dar vida a personajes entrañables, que se mueven con soltura por las páginas de sus libros, para abrir puertas y ventanas a otros mundos, para invitar a atravesarlas y descubrir que más allá, del otro lado, la magia de las palabras siempre es posible.

En diálogo con Contarte Cultura, la escritora hojea su camino y comparte sus vivencias en la creación de sus obras.

—Supongamos que en este momento un gran libro se abre delante tuyo y te invita a sumergirte entre sus páginas para atrapar una historia, ¿con qué palabras comenzaría el relato con el que te gustaría regresar de ese viaje en el que las calles son de papel y las personas están hechas de palabras?
—Las palabras con las que comenzaría el relato serían “Había una vez…”. Porque creo que los cuentos tradicionales que comenzaban con esa fórmula son como la primera fuente fundamental, en la que yo me sumergí cuando era chica y en la que se tienen que sumergir los chicos. De ahí uno trae personajes como brujas, ogros, monstruos, fantasmas, vampiros, y con ellos puede hacer muchas otras cosas. Creo que la literatura de tradición oral, que para mí es tan valiosa y tan importante, es como un punto de partida esencial. Un puerto necesario al que hay que arribar para poder zarpar hacia otras historias.


El protagonista de “Un cuento desesperado” de mi libro “Veinte poesías de amor y un cuento desesperado”, es un personaje hecho de palabras que busca alguien que lo escriba.


—¿Recordás en qué rincón de tu infancia comenzaste a degustar el sabor de las palabras y cómo fueron esos primeros pasos como lectora?
—Ese rincón fue la biblioteca de mi casa, donde nací, en el barrio de Boedo. Allí, en la parte de arriba, subiendo una escalerita, estaba la biblioteca, que no era un mueble, sino toda una habitación llena de estantes con libros, de mi madre, de mi padre, de la familia toda, que era gran lectora. Yo había elegido la biblioteca como mi lugar preferido de la casa, y ahí jugaba y leía, leía y jugaba, y jugaba a lo que había leído. Por eso los muñecos se convertían en personajes de mis historias, y lo pasaba tan bien que decidí, en ese mismo momento siendo muy chica, que iba a ser escritora.


Le dije a mi mamá: ‘Cuando sea grande voy a ser escritora y voy a escribir libros para que la gente se divierta como me divierto yo”.


También leía los libros que me compraban mi mamá y mi papá, que, aunque no tenían demasiado dinero, todos los meses, cuando cobraban el sueldo, nos traían un libro nuevo a mí y a mi hermana. Pero cuando se acababa ese texto, porque yo era una lectora voraz, revolvía la biblioteca y buscaba otros. Entre todos esos libros fui dando mis primeros pasos como lectora, sumados a los cuentos que me contaba mi abuela, que traía todo un caudal de historias de aparecidos y de luces malas, y de cosas que ella decía que eran absolutamente reales pero que después una se los encontró en cuentos de tradición oral.


La maestra me decía: ‘¿Cómo que leyó Neruda alumna? eso no es para chicos”, y yo no encontraba nada que impidiera que una nena como yo pudiera leer esos poemas maravillosos.


—¿De qué manera nace un texto en tu interior? ¿Creés que las aguas de la imaginación deben agitarse primero para fluir a través de las palabras y aquietarse en la obra terminada?

—La verdad es que el texto a veces nace en mi interior. A veces surge una idea y se va desarrollando casi como un embrión dentro de mí, y va creciendo hasta que llega el momento en que sí, las aguas de la imaginación se agitan hasta que llega el momento en que tiene que fluir ese caudal transformándose en palabras y aquietarse en la obra terminada. Pero no siempre ocurre así, porque a veces tengo que buscar y rebuscar un texto, y no es mi interior, sino justamente en las palabras. Es como el proceso inverso, empiezo a escribir, aunque lo que escriba no me guste, aunque borre tache y tire a la papelera mucho de lo que escribo. Pero de pronto, entre las palabras encuentro la idea, la punta del ovillo de la que empiezo a tirar para construir el texto. A veces construyo el esqueleto de la historia. Lo armo sabiendo lo que va a pasar en cada uno de los capítulos, y a partir de ahí empiezo a buscar las palabras con las que voy a vestir esa estructura. Son distintas maneras de trabajar, creo que es porque los textos también son diferentes y porque eso es un poco mi característica, el no quedarme quieta, el no repetir moldes, que mis textos no se parezcan uno a otro, ni siquiera desde la creación.

—Si tuvieras que usar imágenes para definir lo que provocan en vos la poesía, el cuento y la novela, ¿cuáles elegirías para representar a cada uno de ellos y por qué?
—Para la poesía, que es lo que más me gusta escribir, elegiría sentimientos, sensaciones, recuerdos, cosas que tienen mucho que ver con mi infancia y mi adolescencia. El cuento, que es lo que menos me gusta, porque tal como dice Horacio Quiroga en el Decálogo del perfecto cuentista tiene que ser justo, se caracteriza por la economía de recursos, no debe sobrar nada, ni una palabra, ni un personaje, es tan medido que tiene que ser perfecto y debe tener la extensión de su lectura, me provoca más una imagen de desafío, como una pelea entre la historia y yo, un reto. Y en la novela me siento a gusto, como cuando estoy sentada en una reposera frente a la playa, mirando el mar, que es mi lugar en el mundo. Sentada frente al mar con un libro en la mano, que siempre es una novela. Esa es mi imagen del descanso, del placer, del disfrute, y creo que representa a ese género.

—¿Cuáles crees que son las puertas que abre la literatura en la infancia?
—Son muchas, pero lo primero y fundamental es la familia la que debe abrir la puerta de las canciones de tradición oral, empezando por las viejas canciones de cuna que nos cantaban, para luego pasar a las canciones de cuna de autor, y luego a la poesía de tradición oral, que viene casi de la mano de la poesía de autor, porque la poesía de tradición oral es poesía en estado puro y es pura poesía. Creo que precisamente la poesía es la puerta de entrada a la literatura.


Los cuentos de tradición oral son textos en los que desde hace siglos la humanidad muestra valores claros a través de símbolos encriptados. En esos cuentos el bueno es bueno, el malo es malo y el que las hace las paga.


Cuando atraemos la atención de los pequeños, incluso los bebés, o antes cuando aún están en la panza, les podemos contar y cantar poemas. Como las etapas de evolución de un niño remeda las etapas de evolución de los seres humanos, la puerta de entrada a la literatura es también la poesía de la mano de la música. Las viejas canciones deben volver a cantarse como un juego compartido, porque en ese momento el niño entabla con la literatura un vínculo afectivo muy importante.

—¿Cómo fue tu experiencia de escribir novelas históricas para chicos?
—Me encantó escribir novelas históricas para chicos. Me fascinó y me fascina la etapa previa, la de investigación, en la que tengo que leer libros de historia, biografías, genealogías, un montón de documentos, cartas, para seleccionar aquellos que van a ser el marco de mi novela, el marco real. Así, como cuando se arma un rompecabezas de muchas piezas uno primero empieza por los bordes, toda esa investigación me permite armar el borde, la frontera que yo no tengo que traspasar, que son los hechos reales. Y dentro de esa frontera puedo jugar con lo que quiero.


Me encanta investigar y encontrar entre los datos históricos una historia que pueda desarrollar y, sobre todo, poder mezclar la realidad con la ficción.


—¿Cuál fue la primera experiencia en ese género?
—La primera novela histórica que escribí fue Un misterio en Tucumán y mientras investigaba encontré al personaje protagonista, que es José Ignacio, que era uno de los hijos del gobernador Bernabé Aráoz, mandatario de Tucumán en la época en que se declaró la Independencia. Yo supe que ese era mi protagonista y lo que le hice hacer, decir, y el amigo que le inventé, fue parte de los permisos que me puedo tomar como autora al escribir una novela histórica, pero respetando el marco que José Ignacio era el hijo del Gobernador. Me divertí tanto escribiéndola que cuando me propusieron escribir la segunda, que fue El sueño de Doroteo, para narrar la epopeya del cruce de Los Andes, también me entusiasmé muchísimo. Y tanto fue así que, aunque no me la habían pedido, propuse escribir la tercera novela que fue Secretos en la recova, porque realmente descubrí que el género de novela histórica me encanta.

—¿Cuál es la función que desempeña el humor en la creación de una historia?
—Para mí el humor es fundamental, es parte de mi estilo. Yo tengo que reírme cuando estoy creando una historia, de manera que, si yo no me divierto, si no la paso bien, si no me da risa lo que escribo, sé que no voy a lograr ese efecto en mis lectores. Para mí, si es un texto de humor, éste tiene que estar presente desde la propia creación. El humor, es sus distintas facetas, es el punto de partida. Desde el humor desopilante, el sutil o el disparate, la elección será mía, pero siempre tiene que provocar en mí un efecto a la hora de escribir. Si yo lo paso bien, los lectores la van a pasar bien.

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—Se acaba de publicar tu novela “Mientras no muera tu nombre”, ¿qué nos podés contar acerca de las vivencias que te llevaron a escribirla y de lo que sentís ahora que ya levantó vuelo propio?
—”Mientras no muera tu nombre” es una historia que está inspirada en lo que le pasó a mi hermana, que murió hace 20 años, en la relación que tuvo con una persona que ejercía sobre ella violencia psicológica. En esa época el tema de la violencia hacia la mujer, o en sí hacia otra persona, el bullying, o la violencia física, eran temas que por supuesto existían, pero no se hablaba de ellos, no se los visualizaba. Así, en el momento que ella murió hubo muchas cosas que no cerraban, que ni yo ni mi familia entendíamos, como piezas de un rompecabezas que nos faltaban. Durante estos 20 años yo fui buscando esas piezas porque necesitaba terminar de armar esa historia y saber por qué mi hermana había fallecido. Entonces fui preguntando, armando ese rompecabezas que me permitió reconstruir todo lo que pasó. Creía importante no sólo que nosotros como familia recordáramos a Patricia, sino que también se conociera su historia. Hoy, con la novela publicada, se cerró una etapa de mi vida y de la vida de mis padres. Creo que al fin ella descansa en paz y que al haber escrito su historia voy a salvar a otras personas, aunque no haya podido salvarla a ella. Estoy feliz ahora que la novela tomó vuelo propio, porque veo que provocó un efecto de mucha sensibilidad en los que la leen.

—¿De qué manera lograste integrar la escritura con la narración en tu vida?

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—Se integraron casi naturalmente. Descubrí la narración cuando estudiaba para ser maestra y me encantó. Dejándome llevar por la intuición y por los conocimientos que venían de otros aprendizajes como la música, la danza, el teatro, que estuvieron siempre muy presentes en mi vida, fui un poco tanteando a través de las respuestas de mis audiencias, que fueron primero mis alumnos y mis hijos, hasta que un día descubrí que había narración profesional y decidí insertarme en ese mundo. Al principio yo narraba textos de otros autores o de tradición oral, hasta que un día mi querida Graciela Cabal, que fue una gran amiga y que me estimuló y aconsejó mucho, me dijo “vos tenés que narrar tus propias historias”, y empecé a hacerlo y empecé a sentir que ya no encontraba otras historias que me convencieran o que me gustaran más que las mías. Los caminos como escritora y como narradora fueron paralelos, hasta que decidí “jubilarme” de esta última actividad. De igual modo, esto no quiere decir que no siga narrando, siempre lo sigo haciendo. Uso la narración para presentar mis libros, para dar charlas, para capacitar a docentes, para entusiasmar a los padres o a los chicos para que lean los libros.

—¿En qué lugar te gustaría soltar tu próxima historia para que, más tarde, el viento la tome entre sus manos invisibles, la acune y comience a contarla?
—Todas mis historias las suelto exactamente en el mismo lugar, que es el estudio en donde escribo en mi casa, en el barrio de Floresta, que está llena de rincones caprichosos y lugares secretos, igual que mi hogar de la infancia.


Me encanta conocer culturas y lugares diferentes del mundo, caminar las ciudades, de las que me traigo cosas. Soy viajera pero no soy nómade, sino que siempre vuelvo a mi casa, a mi corazón, a mi familia.


Lo mismo me gustaría hacer con mi próxima historia, soltarla en mi casa y que el viento la lleve con sus manos invisibles, la acune y empiece a contarla por todos lados, que llegue a lugares insólitos y la cuente en cualquier parte del mundo, aunque mi corazón siempre esté en mi casa.


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1 comentario

1 comentario

  1. Cristina

    20/06/2019 a 09:38

    Amo a Lili Cinetto,tuvimos el orgullo de tenerla en nuestra Escuela un 20 de Septiembre de 2012 y en junio de 2016 fue la invitada especial a la Primera Feria del Libro de General Paz,en el año del Bicentenario de la Declaracion de la Independencia,Feria de la cual hace unos dias vivimos la cuarta edicion.Tuve el placer de recibir su ultima novela,super emocionante y recomendable.Los mayores exitos para esta bella autora,narradora y persona
    Y por un pronto regreso a General Paz.Felicitaciones por tan gran entrevista!!!

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Aguirre–Rodríguez: “El tango siempre estuvo como lengua principal en nosotros”

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Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //

Es un viaje dentro de otros, un movimiento sutil, la música desperezándose en gotas de rocío, notas evaporadas sobre las aves del campo, es el vuelo hacia el espacio urbano, un recorrido temporal. Es antes y después. Es ahora y siempre, una melodía que llega desde lejos, de otras patrias, del mismo viento que corre y desparrama en el lugar justo y en el instante oportuno.

“Del Buen Ayre”, el próximo espectáculo y disco del dúo platense AguirreRodríguez es un viaje por el tiempo y por distintos espacios, una relectura en modo actual de la música rural bonaerense.

Contarte Cultura charló con sus integrantes, Cynthia Aguirre y Alejandro Rodríguez para que nos cuenten acerca de ese caminar que la canción propone.

—Porque los espacios y las cosas que forman parte de ellos suelen hablar de quienes los habitan, nos gustaría comenzar esta charla deteniéndonos en su lugar de trabajo, en el espacio creativo de su música y en los objetos que los rodean en este momento. Si pudieran elegir un rincón o un objeto, el que mejor los represente como dúo y nos cuente algo de ustedes, ¿Cuál sería?

—El lugar, nuestra casa, y el rincón nuestra sala, en la que se va gestando todo el resultado final de lo que hacemos como músicos. Creo que estos espacios hablan de nosotros y de nuestra manera de entender la realidad y el arte.

—Y desde ese espacio viajamos en el tiempo, ¿cómo y cuándo se encuentran Cynthia Aguirre y Alejandro Rodríguez en el camino de la música para dar comienzo al dúo Aguirre–Rodríguez?

—Nos encontramos en la escuela de arte de la ciudad de Berisso, hace muchísimos años, en situación de alumna y profesor, pero rápidamente comenzamos a compartir producciones por fuera de la escuela. Con los años volvimos a encontrarnos, ya específicamente en el terreno del tango con la orquesta Los inmigrantes en el año 2005. Cuando el tiempo de la orquesta se terminó, continuamos en dúo.

—¿Cómo fueron esos comienzos?

—Fue un muy hermoso comienzo, pero rápidamente el dúo se fundió dentro de un cuarteto que con el tiempo se convirtió en sexteto de tango. Me refiero a Tangor. Con esa agrupación trabajamos durante más de 10 años. Por otro lado, Cynthia participaba como invitada permanente en el grupo La Sonora, proyecto que venía caminando desde el año 1989.  

—Como decías, con el correr de los años el tango se instaló entre ustedes, ¿qué cosas los llevaron a explorar en este género que nos representa?

—El tango siempre estuvo como lengua principal en nosotros. Como una especie de lengua madre. Rastrear el porqué de esto es complicado, creo que tiene que ver con nuestras historias personales y la idiosincrasia de nuestras familias de origen. Lo que es claro es que ha sido fundacional en nuestro vínculo con la música. Nuestra mirada como habitantes de este tiempo siempre nos llevó a buscar puentes entre el tango, otras músicas y otros conceptos artísticos.

—¿De qué manera llega el primer disco “Mundo Tango”, grabado en 2011?

—Ganamos un premio a la Producción Fonográfica del FNA (Fondo Nacional de las Artes) y generamos nuestro primer CD. En ese entonces, si bien el CD se llamó Mundo Tango, abarcamos otros lenguajes musicales, algunas cosas del folclore y canciones provenientes de la cantera del rock.

—Por estos días están en proceso de grabación de su segundo disco “Del Buen Ayre”, ¿qué recorridos espacio-temporales tuvieron que hacer para dar vida a los temas que forman parte de esta obra?

En Mundo Tango nos referimos a una idea acerca del tango, como un estado del ser que no solo aparece en esta región del mundo (por algo el tango impacta como impacta en todo el globo). Aquí nos referimos más a la génesis de este género y la música de la provincia de Buenos Aires. Este nuevo trabajo propone un recorrido desde la música campera de principio de siglo XX (El Gardel Gaucho, pasando por compositores icónicos de ese lenguaje como Omar Moreno Palacios) para adentrarse en el tango clásico de la época de oro y llegar hasta composiciones actuales que revitalizan el género. También este trabajo, a diferencia del otro, está estructurado por un material que fue ampliamente mostrado y fogueado. Es música que hemos tocado mucho en vivo y está planteado desde esa impronta. Los arreglos, si es que los hay, fueron construyéndose a lo largo del tiempo y de las distintas actuaciones. Los músicos invitados jugaron en ese mismo tono también. Se les envió un cifrado y una grabación como referencia, pero el armado de los distintos temas se resolvió en el estudio,  mientras Manzana Ibarrart (gran amigo y comandante del Estudio Sonosfera) montaba los mics y seteaba todo. Luego se eligieron las mejores tres tomas de cada tema. El resultado tiene un aroma a “trazos sueltos” que nos encanta en lo particular.

—Sin dudas se trata de un viaje a través de la música, ¿cuál es el aroma que elegirían para simbolizar a este álbum?

—El múltiple aroma de los viajes…si bien es un CD local en cuanto al repertorio, es bastante global en tanto a que lo que suena proviene de muchísimas fuentes y no solo de la tanguera. Lo hemos tocado tanto en tantos países diferentes, que para nosotros tendría ese olor a viaje, a aeropuerto, a trenes.

—El 3 de agosto estarán presentando este disco en La Salamanca, un reconocido espacio cultural platense, ¿qué podrán disfrutar esa noche quienes se acerquen a compartir su música?

—Haremos  algunos de los temas de nuestro espectáculo Del Buen Ayre, como antesala al espectáculo Filogenia de Victoria Moran y el Dúo Puentes Reyes.    

—Mencionás que ese día estarán acompañados por la cantante Victoria Morán, entonces la pregunta va para ella. Victoria, ¿Cómo nace “Filogenia”, ese recopilatorio de obras de música popular argentina? Contanos quiénes serán parte de ese recorrido el 3 de agosto y qué sentís al compartir noche con el Dúo Aguirre-Rodríguez.

9- Filogenia surge de la necesidad de contar nuestro ADN musical a través de las canciones que nos definen. Es una suerte de viaje musical hacia la fuente, hacia la memoria imperecedera que une un recuerdo con otro. Este espectáculo viene a despertarnos la fibra sensible con canciones que nos nombran, enlazando a Homero Manzi con Víctor Heredia, al Cuchi con Fito, a los que fuimos con los que somos. El compartir con compañeros y compañeras músicos y músicas siempre es una alegría, y en este caso será además una sorpresa para el dúo Puentes-Reyes y yo, porque jamás nos hemos cruzado en un escenario y esperamos anhelantes ese ida y vuelta mágico que siempre augura la música compartida.

—Para terminar, ¿cuál es el próximo destino de la música que los mueve?

—Tenemos por delante algunas fechas en nuestra ciudad, como el próximo 29 de agosto, día en el que estaremos compartiendo escenario junto al cantor Carlos Cabrera en el Café Metro. Octubre nos encuentra realizando nuestra segunda gira europea, con conciertos en países como Italia, Francia, España y Portugal. A nuestro regreso estaremos presentando oficialmente nuestro álbum Del Buen Ayre, con la participación de los músicos que fueron parte de la grabación.

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Celina Cocimano y ‘El juego de las emociones de Uma’: “Un libro que pide gran compromiso de los adultos”

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Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //

Todo gira, se mueve en una circularidad compartida. Las emociones suben y bajan, cuelgan de nuestros cuerpos, se desprenden como hojas secas. Regresan, son brotes, transformados en otra cosa.

Celina Cocimano es terapeuta emocional y a partir de sus vivencias y de su trabajo de muchos años necesitó dejar huellas, sembrar palabras para que germinen a través de sus libros.

“El juego de las emociones de Uma”, su último libro, está dedicado a las infancias. A través del juego logra acercarse a los territorios del miedo, de la ansiedad o de la frustración para atravesarlos.

ContArte Cultura charló con ella para conocer las rutas que la llevaron a indagar en ese universo.

—Las emociones forman parte de nuestras vidas, van y vienen, se mueven y nos movemos con ellas. Por eso, para comenzar y a modo de presentación, nos gustaría que elijas al menos tres emociones que te atravesaron al momento de escribir tu último libro y que a cada una de ellas les otorgues un sabor o un aroma.

  • Frustración, sabor a cebolla
  • Ansiedad, aroma a menta
  • Alegría, aroma a vainilla

—Y ya instalados en esa imagen, vayamos a tus comienzos, ¿qué vivencias te llevaron a transitar el camino de la terapia emocional?

—La insatisfacción personal, haberme descubierto cómo estafadora de mi propia vida, creando personalidades adquiridas para moldearme al gusto de la mirada ajena, siempre con esa sed emocional de ser alguien para los demás, ser aceptada, reconocida, querida y encantar a todos. Mientras estudiaba para contadora, sentí un apagón emocional, la apatía era mi única compañera en esos tiempos, hasta que mi cuerpo también “habló” con un síntoma muy sentido. Empezaba a hacerme pis por las noches siendo ya grande, más adelante entendí que eso sucedía en cada hogar o lugar donde me sentía a gusto, de esa manera, “intentaba” aferrarme a algún territorio, sentirlo al menos, por momentos, un lugar donde era yo. Como los animales que marcan su territorio orinando sobre él. Eso era lo que faltaba para que mi vida se vistiera de insatisfacción y cambie totalmente de rumbo, mejor dicho, empiece a vivir y dejar de aparentar lo que mis vacíos necesitaban cubrir.

—Seguramente al ir recorriendo ese camino fue necesario dejar huellas y de esa manera llegaron los libros, ¿cómo vivís la experiencia de escribir para que las palabras sean instrumento de sanación?

—Mi primer libro, “Despierta”, nació como algo catártico de la etapa que comenté anteriormente. Aún no sabía qué era lo que estaba viviendo y, sinceramente, pensaba que me moría por esos tiempos, entonces empecé a escribir cómo fue ese tránsito a mí destrucción de las corazas hacia mi reconstrucción emocional. Después, al compartir mi vivencia con muchas personas, me di cuenta que varios pasamos por ciertos procesos similares, por lo que se me ocurrió darle forma de libro y agregar reflexiones y ejercicios terapéuticos y de autogestión emocional. Los otros 3 -“Diamantes”, “Rotas”, y “El juego de las emociones de Uma”-, fueron pensados basándose en las historias que atiendo y buscando dejarle una “biblioteca” de recursos emocionales a mi hija para cuando sea más grande y, a las personas, que encuentren en estos libros, escrito en palabras, el propio sentir descarnado y sin filtro de las emociones que abordo en cada uno de ellos y luego, ofrecerles dinámicas, reflexiones, ejercicios para que encuentren en ellos formas de transitar el campo emocional sin tanto dolor y con valentía.

—Si pudieras resumir en una palabra el espíritu de cada uno de tus libros, ¿cuáles serían?

  • Despierta: Integridad
  • Diamantes: Osadía
  • Rotas: Coraje
  • El juego de las emociones de Uma: Autenticidad

—Tu último libro, “El juego de las emociones de Uma”, transita los paisajes de la infancia con todas sus gamas de colores, ¿cuál o cuáles fueron los disparadores de esta historia?

—Mi hija, a los 8 años, comenzó a transitar por un tiempo la conocida “Crisis de ansiedad y angustia”. Yo me opuse a que esté medicada siendo tan pequeña, y desde mi saber en el campo emocional de los adultos, junto a una gran observación sobre ella y sus crisis, se me ocurrió trabajar juntas para buscar soluciones a su sentir. Buscamos opciones en el juego infantil, en la creatividad, desarrollando distintos escenarios, armando una rutina de ejercicios y, sobre todo, busqué acercarla a la autogestión emocional. Así fue que se me ocurrió compartir cada ejercicio que funcionó en ella en este cuento, que no solo tiene el fin de que los niños empiecen a desarrollar desde pequeña edad sus propias respuestas emocionales ante cierta situaciones, sino que es un libro que pide gran compromiso de los adultos que acompañan al niño, y esa compañía, con el estar, el hablar su idioma, mejorar la calidad del vínculo, validar sus emociones, respetarlos y comunicarse con ellos, es lo que hace casi la mayor magia del trabajo de fortalecimiento emocional.

—Y justamente, a partir de tus propias vivencias decidiste contar desde el juego y desde las imágenes. Explicanos cómo fue el proceso de elegir esas duplas emocionales sobre las que querías hablar.

—Busqué las que a su edad son dentro de todo fáciles de interpretar, como decimos los adultos: de “etiquetar”. Son parte de las emociones primarias y la dupla fue pensada para dejarles el mensaje de que no son ni buenas ni malas, simplemente son y cada una es mensajera de un sentir, una acción a llevar a cabo y una particular respuesta emocional. También al ponerlas en duplas, cuando ellos/as sientan, por ejemplo, tristeza además de procesarla en todo su ser, sepan que pueden aprender a transportarla en alegría, ir de la ansiedad a la calma. Es decir, que conozcan cuál es la emoción que se necesita para equilibrar una con otra.

—Las semillas del libro fueron plantadas, ¿creés que tus palabras ya comenzaron a germinar y son brotes en los lectores?

—Sorprendentemente sí. Como comenté, yo me dedico a adultos no a infanto, y este libro que se publicó en abril del 2024 ya se está imprimiendo la segunda edición. Lo han comprado mucho abuelas y abuelos para compartirlo con sus nietos, en colegios para abordar ciertas emociones en el aula ya que también hay un capítulo sobre el bullying. Y muchas madres me compartieron que sus hijos o hijas mientras que se les leía el cuento ya comenzaban a incorporar los ejercicios sugeridos, o que empezaban a identificar sus propias emociones, tenían armados sectores en su cuarto como se encuentran en algunos capítulos. Incluso los que son más grandes, según cómo se sentían, buscaban en la biblioteca el libro y se encerraban en su cuarto a leer exclusivamente el capítulo que contiene la emoción que estaban sintiendo en ese día o ese tiempo. También compartió nota de Revista junto a Unicef en el día internacional contra el Bullying de 2024.

—¿En qué proyectos estás trabajando actualmente?

—Tengo dos libros más en camino, uno para adultos sobre la depresión, y otro para infanto, más expansivo aún, con un viaje al campo emocional que sea para ellos y para sus padres o tutores también, digamos que será un libro revelador en muchos aspectos.

—Para terminar, te invitamos a elegir la textura que represente a tu libro “Las emociones de Uma”.

—La textura sería cálida, pomposa, con colores desde pasteles a fuertes, con ganas de descubrirla y sentirla, y con distintos aromas que vayan cambiando según cada paso de la mano o de los pies sobre ella.

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Florencia Ghio presenta “Aguas Turbias”, una historia que lleva al lector por una variada gama de emociones

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Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //

Hay un rumor, un murmullo por encima y por debajo. La evidencia flota, va y viene. Pero el agua arrastra las palabras, se lleva las voces, esconde. No se ve lo que no se quiere ver. O lo que no se debe. La verdad se hunde, toca fondo. Es barro entre los dedos. Y mancha.

 En “Aguas Turbias”, la última novela de Florencia Ghio editada por El Emporio, flotan varias verdades, como un rumor debajo de lo que se lee, van y vienen. Se convierten en imágenes, en sonidos y en aromas, mientras ella bucea para rescatarlas. Para que la verdad nunca se manche.

En diálogo con ContArte Cultura, la escritora cuenta cómo nació la obra y de qué manera descubrió a los protagonistas de esta historia.

—Vamos a comenzar esta charla haciendo foco en una palabra que flota entre las páginas de tu novela: justicia. A modo de presentación del libro y de sus protagonistas, si pudieras elegir una imagen o un objeto simbólico que represente esa justicia, ¿cuál elegirías y por qué?

—Elegiría la clásica estatua de la justicia pero con su balanza completamente inclinada hacia un lado y sus ojos vendados. Porque es un poco eso lo que se ve en esta novela, una justicia que es ciega, y también sorda, por eso el protagonista de mi libro, que dice ser el chivo expiatorio de un crimen que no cometió, tiene que venir desde un pueblo del sur y salir a clamar su inocencia por altoparlantes en un subte de Buenos Aires.

—Y a partir de esa imagen viajemos al principio. Sin dudas, siempre existe un germen que da vida a las cosas. Seguramente tu novela también es producto de ideas o situaciones que fueron semillas en la tierra de tu imaginación. ¿Recordás cómo y cuándo comenzaste a sembrar esta historia?

—Yo digo que en lo que va de mi carrera de escritora, en las dos novelas que escribí y en la que estoy escribiendo ahora, me pasó que no busqué las historias sino que las historias me buscaron a mí. Aguas Turbias está inspirado en un caso real, y surgió a partir de que viera por televisión a un joven que se había fabricado una máscara de chivo y andaba por los subtes suplicando que alguien lo escuchara. Había estado preso por el crimen de su madrastra que él juraba no haber cometido, y le aterraba la idea de que lo condenaran. Me impresionó el mecanismo, recurrir a su creatividad para escapar de ese infierno, eso me llevó a averiguar qué le había pasado y me inspiró para escribir la novela, en donde los personajes, lugares y la mayoría de los sucesos son ficticios, pero ese fue el puntapié inicial que me sumergió en esta novela.

—Aleida, tu protagonista, es una mujer que lucha por sus ideales, va en busca de justicia pero también pelea contra sus propios monstruos. ¿Cómo viviste el proceso de construir ese mundo interior con tantos matices?

—Aleida San Martín es un personaje que rescaté de mi anterior novela El Ciudadano. Es una abogada honesta e idealista, de esas que estudió derecho porque ama la justicia. Al mismo tiempo, es una guerrera; logró superar una historia familiar traumática, para convertirse en una funcionaria pública que trata de rescatar a toda persona que atraviesa un infierno, porque ella sabe lo que es estar ahí y no quiere que nadie más lo tenga que vivir.  Aguas Turbias la va a encontrar en un tramo de su vida en que está en caída libre, porque ahora, aun con las secuelas de sus anteriores traumas, tiene que luchar contra el acoso laboral, se siente muy sola, y todo eso le provocó una fuerte adicción al casino, que en esos momentos encuentra como su única vía de evasión. En estas condiciones se cruza a García Robledo en el subte y, conforme a su esencia, no puede quedar indiferente a su historia. Intuye que él no miente, pero ella no puede ejercer la profesión por ser funcionaria, y además vive en Buenos Aires, así que veremos si, en su estado, logra tomar decisiones tan difíciles para ayudar al chico de la máscara. Para el proceso de construcción de este personaje me ayudó mi especialización en violencia familiar y también hablé con psicólogas expertas en ludopatía.

—También el personaje de García Robledo, el chico de la máscara, tiene sus claroscuros, ¿qué fue lo primero que percibiste de este protagonista al momento de escribirlo?

—García Robledo es un muchacho que antes de pasar por ese infierno amaba la vida, pero luego de esto se ha decepcionado completamente de ella. Descree de las instituciones de su localidad pero, al igual que Aleida, es un guerrero que, en su caso, salió de su pueblo a buscar si al menos en alguna otra parte existía esa justicia que no lograba encontrar. El lector tendrá que averiguar si con toda esa lucha la logra despojar de la venda que tiene en sus ojos y cambiar la inclinación de esa balanza que parece desvencijada.

—Como ya comentaste, hay una cierta continuidad de “Aguas turbias” con “El ciudadano”, tu anterior novela, ¿qué hilos temáticos presentes en ambas historias te gustaría seguir sosteniendo en un futuro?

—Por el momento los casos judiciales reales o ficticios han sido fuentes de inspiración, no sé si quisiera mantener algún hilo temático en particular, pero sí escribir el tipo de literatura que a mí me gusta leer, aquella que no es puro entretenimiento sino que te deja reflexionando y retrata distintos tipos de realidades, algunas veces invisibilidades o desconocidas para quien no las transita, así como en El Ciudadano abordé, además de la violencia familiar y el funcionamiento de la justicia, la política migratoria argentina. Creo que esa también puede ser una de las funciones de la literatura y de la cultura en general. Como lectora, a los libros que solo me entretienen los olvido no bien termino la última página, en cambio el otro tipo de literatura es la que me ha marcado como persona, no solo la recuerdo sino que en determinados momentos de mi vida regreso a ella para releer, aunque más no sea algún párrafo.

—Como en todo policial, en esta novela hay un crimen alrededor del cual se teje la trama. ¿Cuáles son las emociones que te atraviesan al transitar esos escenarios con la palabra y con la imaginación?

—Creo que en Aguas Turbias, que tiene componentes del policial pero también es un drama y tiene romance, el lector va a atravesar una variada gama de emociones y estados de ánimo. Se me ocurren, por ejemplo, indignación, tristeza, intriga, alegría, entre otras.

—¿Seguirá la doctora Aleida San Martín presente en próximas historias?

—En la novela que estoy escribiendo ahora la doctora San Martín no es parte, pero no descarto que en algún momento vuelva.

—Para concluir, ¿cuál sería el color que elegirías para representar el espíritu de tu novela y por qué?

—Elijo el gris topo, por todo lo que acontece.- El lector tendrá que averiguar si ese color puede llegar a cambiar en algún momento de la novela.


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