

Artes Plásticas
Flor Rodríguez Actis: “La pintura me ayuda a volar, a asomarme a todo el universo”
Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //
Algo se derrama, cae al vacío, crece por sus bordes, busca los fragmentos que lo constituyen, se deja arrastrar, una línea encima de la otra, el rastro de un pincel, como una sombra que abraza. Y en ese abismo sin fronteras, se descubre parte de un todo que huele a tinta, a papel y a témperas.
Flor Rodríguez Actis es diseñadora e ilustradora, sus trazos recorren ese abismo donde cada línea es parte de otra, como recortes de la vida que se fusionan en un mismo plano.
ContArte Cultura charló con ella para conocer su universo de colores e imágenes.



—Una mancha de témpera inicia nuestra charla. Es apenas un círculo donde flotan algunas palabras. Pero todo puede cambiar en el momento que tus ojos se posen sobre ella. ¿Cuál es la primera imagen que percibís? ¿De qué color viste la mancha? ¿Qué palabras flotan en ella? ¿A qué huele? ¿Qué cosas nos puede revelar de vos esta témpera que compartimos a la distancia?
—Hay quien podría preocuparse ¿una mancha de témpera? Esa mancha, ¿cómo sacarla? A mí la pintura me ayuda a volar, a asomarme a todo el universo ¡Tanto por pintar! Es una mancha fresca, sí, libre, con identidad, de un color neutro y abierto a combinar con tantos otros colores. Y con olorcito a hogar ¡Tanto por explorar!
—Y hablando de manchas, si pudieras delimitar con una de ellas el instante en el que el arte se pintó en vos, ¿en qué rincón de tu vida la ubicarías? ¿Quiénes formarían parte de esa burbuja de colores?
—El arte siempre me acompañó y estuvo presente. Estudié diseño gráfico y luego comencé a diseñar sitios webs, sin saber que era el camino que me iba llevando a mi verdadera pasión, que se presentó años después. Soy mamá y elegí estar dedicada a full a mi hija, pero en un momento noté que necesitaba un espacio de expresión para mí, donde tener mi voz y compartir mis vivencias. Navegando por la web vi que una amiga recomendaba la escuela de ilustración Sotano Blanco, y decidí anotarme sin saber bien de qué iba la cosa. ¡Fue amor a primera vista! Una antigua casa en San Telmo, sus largas mesas y charlas mientras ilustrábamos y aprendíamos con la generosidad de nuestras maestras a las que les guardo un enorme cariño y respeto. Todavía siento el olorcito a pintura, la música suave y el paso a paso de los inicios. Siempre cuento que aquella noche, luego de mi primera clase, no pude dormir. Tenía esa sensación extraña que experimentamos cuando nos enamoramos. Creo que ese fue el momento en que entendí que la ilustración era mi camino, y los compañeros y maestros que fueron formándome están dentro de esa burbuja de recuerdos.






—Contanos la foto de tu espacio creativo, que tus ojos sean la cámara que registra los detalles y tus palabras revelen las imágenes.
—A mi estudio me gusta llamarlo “la belleza del caos”. Vivo en una casa antigua llena de detalles que hablan de mí y eso ya me da la calidez y el entorno para crear. Mi mesa de trabajo comienza en sectores ordenados: papeles, lápices, tablero para componer, cuaderno de anotaciones. Me gusta tener todo bajo control pero, inevitablemente, al tiempo se transforma en una ensalada de materiales que dan cuenta del trabajo. Nunca faltan la buena música y un café para motivar.
—¿Con qué técnicas trabajás habitualmente?
—Según mis ganas y tiempos, me gusta mucho la mancha, el collage, ir probando y armando de a partes, componer, pero esta técnica requiere de más dedicación. Para bocetar, o en ciertos momentos, ilustro digitalmente, lo que me permite cortar la jornada y seguir en cualquier momento. Y para el armado final y retoque de las escenas uso la computadora. Podría decirse que la técnica es mixta.









—¿Qué materiales elegís a la hora de crear?
—Me encanta la frescura del pastel, los papeles recortados, los lápices de colores. Este año descubrí muy buenos programas de edición e ilustración que estoy investigando, pero nunca es lo mismo que poner las manos en la masa.
—Y ya que mencionamos materiales y técnicas, en tus obras las fotografías no solo delimitan el espacio sino que marcan el tiempo, ¿cómo llegás a esa fusión entre fotos y trazos?
—Soy coleccionista de fotos antiguas que heredo o recojo de la calle. Es como entrar en escena y cada detalle, por pequeño que pueda parecer, cobra nueva vida. Recrear ese mismo momento me resulta fascinante, inspirador. Las fotos antiguas nos dicen mucho, nos hablan, y no hay nada mejor que dejarlas que nos lleven a donde nos quieran llevar y así entrar en esas escenas, quizás tan familiarmente entrañables como otras totalmente desconocidas que despiertan curiosidad. Una foto original es un tesoro, memoria de un tiempo, que al volver a pasar por el corazón sigue dando que hablar. Tenemos que, digitalmente o en copia, atrevernos a crear. Ser artesanos de nuevos recuerdos, únicos e irrepetibles, con una historia que contar.









—¿Qué no puede faltar en una creación de Flor Rodríguez Actis?
—El detalle que cuenta algo más, que nos permite una doble mirada. No me ato a lo textual, sino que prefiero dar mi propia voz o interpretación al texto. Me gusta inspirar.
—Contanos cómo fue la experiencia de trabajar con Daniela Szpilbarg para el libro “Semillas de zanahoria. La abuela teje recuerdos”, publicado recientemente por la editorial Pupek.
—Ser convocada para formar parte del proyecto fue una experiencia emocionante y muy enriquecedora. Conectar con una autora que disfrute de las fotografías antiguas como yo, de nuestras raíces, no fue casual. El proceso creativo fue muy fluido y dinámico, Daniela confió en mí desde el comienzo dándome total libertad para poder dar mi aporte al texto. Creo que el resultado es una hermosa fusión que nos transporta al pasado con esperanza y disfrute. ¡Una experiencia realmente hermosa!






—¿En qué proyectos estás trabajando por estos días?
—Estoy ilustrando de manera independiente un texto muy divertido y poético. Son tres pequeños relatos que se entrelazan unidos en un libro álbum. Nos conectamos autora e ilustradora para dar forma a este proyecto que pensamos ofrecer a las editoriales.
—Para terminar, si pudieras dejar flotando un deseo en nuestra mancha de témpera del comienzo, ¿cuál sería?
—¡Sueña! ¡Pinta! ¡Vuela! ¡Gracias por dejarme ser parte de este vuelo! Sigo siendo esa niña que con ojos grandes y bien abiertos espera un libro que me sorprenda en algún lugar. Ojalá que esta mancha de témpera se multiplique y exista siempre.
Conocé más sobre Flor Rodríguez Actis:
- Instagram: @flor_rodriguez_actis
- Facebook: mariaflorencia.rodriguezactis
- web: www.flor-rodriguez.com.ar


Artes Plásticas
María Julia Tagliero: “Si hay un texto, la imagen es interesante cuando muestra algo más”

Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //
Es una línea que busca otra línea, la convergencia, una pincelada expuesta, el impulso de saltar al vacío, a la nada donde habitan todas las posibilidades.
Es el trazo que se atreve más allá de las palabras, el punto de encuentro, las letras y el pincel.
Es algo nuevo, inevitable, un grito de colores, el silencio de formas inciertas.
Es el arte que fluye, como si no existiera un principio ni un final.
María Julia Tagliero es diseñadora en comunicación visual e ilustradora, una carrera que se manifestó como un juego en sus años de infancia. Las líneas marcaron el camino. Una encima de la otra, fueron desenrollando el gusto por el arte que en la actualidad llena sus horas.
Contarte Cultura charló con ella para conocer su historia y los proyectos que forman parte de su vida.
—Porque creemos que toda manifestación artística es un punto de encuentro, vamos a comenzar esta charla con unas pinceladas imaginarias que acerquen nuestras voces. Un pincel va y viene sobre la tela de tu mente, se deja llevar por el paisaje que lo convoca, un paisaje que te representa, que te atrapa en las manchas que lo definen. A modo de presentación, ¿cuál sería el paisaje que te da vida? ¿Qué elementos o sensaciones que nos cuenten algo de vos aparecerían en esa imagen?
—Plantas, árboles, cielo, agua, caminatas, manchas de color, música, crayones, textura, tacto, luz.
—Y partiendo de ese territorio imaginario que fue descubriendo parte de vos, ¿recordás en qué lugares de tu infancia comenzó tu conexión con el arte?



—Sí, más que nada con mi abuela, pero también en el jardín de infantes y en la escuela. Mi abuela pintaba, hacía más que nada pintura decorativa, en cajas y en casi cualquier otro objeto de madera. También pintaba cuadros. Me encantaba compartir esto con ella. Yo tenía 5 años, 9, 14. Fueron muchos años de charlas compartidas y momentos de pintar. Lo disfrutaba, disfrutábamos mucho. Teníamos un juego. Ella hacía una línea en una hoja. Después yo hacía otra. Luego ella, luego yo. Y así íbamos haciendo un dibujo entre las dos. Salían dibujos raros y nos solíamos reír con esto. En el jardín de infantes un día hubo un concurso de arte que supuestamente yo gané y me dieron un reloj, aunque yo hoy en día supongo que nos deben haber dicho a todos que ganamos (risas). De cualquier manera, en ese momento se guardó en mí una conexión entre hacer algo que me gustaba y el sentimiento de haber hecho algo bueno. Me gustaba mucho dibujar, como a cualquier peque, pero como lo realizaba mucho con mi abuela lo fui haciendo cada vez más parte de mi vida. También en la escuela teníamos plástica, y la maestra nos hacía hacer cosas interesantes. Siempre me gustaron las manualidades. Eso de que a partir de la nada, o casi, se forma algo nuevo. Creo que por eso también me gusta restaurar cosas, como un mueble o agarrar algún objeto, limpiarlo, arreglarlo y utilizarlo para otra cosa. Mi novio dice que soy “croto-chic” (risas).



Me gusta mucho la decoración. Hacer que un espacio se sienta agradable para estar. Luz, plantas -vida- y pensar en los colores que hay en el espacio. Creo que es un poco como ilustrar en la tridimensión. En fin, en la escuela, en la clase de plástica, un día hicimos un ejercicio que constaba en replicar un dibujo de una mujer, pero… mirándolo al revés (patas para arriba), y al ver el resultado me sorprendí (eso es porque haciendo esto burlás el lado izquierdo del cerebro que busca formas que conocemos y en su lugar te limitás a copiar las líneas que ves) y eso me hizo sentir que podía crecer. Todo eso metido en un bowl, junto con que de adolescente salí unos cuantos años con un dibujante, mantuvo siempre mi atención y mi disfrute en pintar y dibujar. Estar con él me inhibía bastante. Evidentemente yo me comparaba. Pero cuando decidimos separarnos hubo una explosión en mí. Pasé el verano entero dibujando. Todos los días. Estaba totalmente metida. Y eso me ayudó a crecer. Hacer algo todos los días, aunque sea un ratito y con ganas, es muy poderoso. Ese mismo año, en abril empecé la carrera de Diseño en Comunicación Visual. Pasé unos años hermosos. Aprendí e hice amistades que valoro mucho. Por esos años mis papás me regalaron mi primera tableta gráfica, y también murió mi abuela, pero siempre la tengo muy presente. Así que más que un lugar o momento, yo creo que fue una serie de vivencias.
—Si nos situáramos frente a tu mesa de trabajo, ¿qué veríamos en lo cotidiano?
—En mi mesa siempre hay plantas. Son algo que me transmite mucha vida. Siempre me asombro con sus formas y colores y lo que emanan. Me hacen bien. En cuanto a los materiales, van cambiando. Tengo épocas. Durante mucho tiempo usé témperas y lápices, pero hoy en día estoy en una larga racha de crayones acuarelables. No los acuarelo, pero me encanta porque dejan mucha materia. Apoyás la punta del crayón y eso mismo es lo que ves en la hoja. Los descubrí hará 2 años y sigo un poco obsesionada. Antes de eso, para mí, decir crayones era sinónimo de los crayones escolares, ni siquiera sabía que este material se producía para el trabajo profesional (son similares a los óleo pasteles). Trabajo en un estudio de animación, así que el dibujo y pintura digital son necesarias, además de que brindan muchas herramientas. También tengo un scanner. Después de tantos años, recién el mes pasado me cayó la ficha de que lo necesitaba, así que ahí está también, junto a la computadora. A veces, porque soy muy de cambiar todo de lugar.






—¿De qué manera llevás adelante el proceso creativo de tus obras?
—Soy bastante desordenada. No es algo que me enorgullezca, porque no me ayuda mucho, así que estoy en lucha con eso, tratando de ordenar un poco mi proceso creativo. Para ser honesta, a veces empiezo directamente a pintar. Otras veces, cuando necesito algo más de planeamiento, hago algunos bocetos y luego pinto. Para mí lo más importante es el color, así que normalmente empiezo armando pruebitas de posibles paletas. Combino colores y cantidades y cuando encuentro algo que me gusta lo uso de base. Suelo ver referencias, aunque últimamente intento no hacerlo demasiado, porque hay tanto para ver que a veces caigo en la trampa de pasar mucho tiempo mirando y al final me queda poco para dibujar. Algo que disfruto mucho es salir a pasear y ponerme a pintar algún paisaje. Me concentro mucho así, porque la naturaleza me provoca eso. Usualmente vamos con Adri, mi novio, a algún pueblito no necesariamente turístico. Nos sentamos en alguna laguna o paisaje que nos guste, él toca la guitarra y yo pinto con los crayones en mi sketchbook. Siempre con mate.









—¿Con qué materiales y técnicas te sentís más a gusto a la hora de trabajar?
—Lo que más me ha gustado siempre (hasta ahora) es lo que se siente bien cargado de materia y de color, que deja expuesta la pincelada o el trazo a la vista, como el óleo, o la témpera casi sin agua, los óleo pasteles y los crayones acuarelables. Tuve mi momento con todos esos materiales, pero hasta ahora no se me dio mucho por medios más sutiles como la acuarela. He hecho alguna cosa, pero no es lo que más me llama. Cuando he visto cuadros de Van Gogh, Sorolla o Cezanne me he tenido que poner un babero. Creo que me llama mucho eso de que se vea el rastro de quien lo hizo. Cómo fue esa pincelada. Se siente la energía, el impulso, o lo que sea.












—Contanos de tus obras, ¿cómo llegaron los libros álbum a tu vida y cuáles son las claves para que tus ilustraciones dialoguen con los diferentes textos?
—Llegaron cuando tenía 19 años, en el 2009. En enero. Estaba en Plaza Italia, en mi ciudad (La Plata). Me iba a encontrar con un chico para intercambiar clases de piano por pintura. Nunca fue, así que crucé la calle, fui a la librería que estaba enfrente y caí en el sector infantil que estaba en la entrada. “¡¿Qué es todo esto?!”, me dije. Encontré un libro que se llama Princesas olvidadas o desconocidas, de la ilustradora Rebecca Dautremer. Ahí se abrió un universo para mí, (recordemos que en el 2009 no estábamos como ahora con Tik Tok en los celulares). Lo descubrí. Era un libro que costaba $49, algo caro. Seguro no me alcanzaba, pero igual metí la mano en el bolsillo y conté lo que tenía: $49. Todavía lo tengo. Ese verano me la pasé mirándolo. Me fui de vacaciones con mi familia y a la noche me quedaba despierta mirando detalladamente todo. No lo podía creer. Respecto del diálogo entre texto e imagen, para mí lo más importante es el color. La sensación que te da la paleta. Voy a decir algo que creo que cualquier ilustrador o ilustradora diría, pero creo que es la clave: que el texto y la imagen no digan lo mismo. Si hay un texto, la imagen es interesante cuando muestra algo más. Dejar que quien lo vea descubra cosas que no están dichas literalmente en el texto es lo que hace que quieras quedarte mirando. A veces no es cuestión de agregar información, sino tal vez de cambiar el punto de vista desde donde se ve la escena. O quizás sea mostrar un detalle de todo lo que dice el texto.



—¿Cómo vivís la oportunidad de haber sido seleccionada para participar de la 29° Bienal de Bratislavia 2023?
—La verdad es que cuando vi mi nombre en la web de ADA me vi las manos y tenía los dedos blancos (risas). Estoy muy contenta. Me parece que este tipo de oportunidades son muy significativas, no sólo por lo que podés aprender, sino por toda la experiencia en general: el viaje, un lugar nuevo, las personas que te cruzás, y encima todo dispuesto para dedicar nueve días a aprender y hacer. En el 2018 hice algo similar en Albania. Fui a desarrollar habilidades en pintura de paisajes con un pintor de allá.
—¿En qué otros proyectos estás trabajando por estos días?
—Dentro del estudio en el que trabajo hace más de 8 años, siempre estamos haciendo el desarrollo visual para alguna animación. Desde “explainer videos” hasta cortos animados. A mí me toca el diseño de personajes y fondos y la dirección de arte de algunos de esos proyectos. Puntualmente, ahora estoy trabajando en el tercer libro de la colección Yoga para Peques y en el desarrollo de una app que se desprende de estos libros. Dejo el Instagram y web para quien quiera ver algo de esto: www.instagram.com/amblagar www.amblagar.com.



Y en mi modo freelance, estoy preparando ilustraciones en crayón que pienso vender en la web que me está haciendo uno de mis hermanos. La idea es que haya cuadros y láminas para elegir. Nunca fui de vender lo que hago de esta forma, pero varias personas me han preguntado si vendía cuadros, así que decidí probar. También estoy metiéndome en el diseño de patterns. Me tiene algo obsesionada desde hace un tiempo, así que todos los días miro alguna clase y hago algún pattern. Siento que es muy importante ver clases, porque ayuda mucho a nutrirse y entusiasmarse con algo nuevo o a profundizar lo ya conocido. Al que quiera, también pueden visitar mi web personal: www.mariajuliatagliero.com.
—Para terminar te invitamos a soltar un deseo en nuestro paisaje del comienzo. 9- —”Lindas sorpresas” es mi deseo. Aclaro “lindas” porque pedir solo “sorpresas” me da un poco de miedo (risas).
Artes Plásticas
A cincuenta años de su muerte, celebran la vida y la obra de Pablo Picasso

Desde lo biográfico, la impronta que dejó en la historia del arte o las acusaciones por misógino, los diversos aspectos de la obra y de la vida de Pablo Picasso serán modales en los festejos, muestras y proyectos que distintas instituciones de Europa y Estados Unidos encaran este año para celebrar el 50 aniversario de la muerte del artista español.
Bajo el lema “Celebración Picasso 1973-2023”, un programa que cuenta con el apoyo con el apoyo de los ministerios de cultura de España y Francia, se han organizado más de 50 muestras en todo el mundo.
Una de las más resonantes será en el Musée Picasso de París, donde Paul Smith, el diseñador de moda británico, se convertirá en el curador una exposición de obras del maestro español mezcladas con piezas de artistas contemporáneos como Mickalene Thomas y Chéri Samba. Será del 7 de marzo al 6 de agosto.
El Museo Picasso de Málaga, por su parte, celebrará al artista y, a la vez, su propio 20 aniversario. Exhibirá “Picasso: Materia y Cuerpo” del 8 de mayo al 10 de septiembre, una muestra que viajará posteriormente al Guggenheim Bilbao.
La escultura, que suele verse como un medio secundario en la carrera de Picasso, será protagonista de una muestra curada por Carmen Giménez, que apunta a mostrar que las esculturas que realizó a lo largo de su vida en diversos materiales son parte integral de su obra.
Muestras más pequeñas tendrán lugar en los franceses Musée Magnelli y Musée de la céramique-Vallauris (entre el 6 de mayo y el 30 de octubre) y en el Museu del Disseny de Barcelona (junio a septiembre) mostrarán otro lado poco apreciado de la carrera de Picasso: su trabajo en cerámica.
El momento en el que el artista dejó atrás su Período Rosa para tomar una dirección más experimental será tomada por el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid para “Picasso 1906: The Turning Point”, entre el 14 noviembre y el 4 marzo 2024.
El Museo de Arte Moderno de Nueva York también retomará esta etapa con “Picasso en Fontainebleau” (del 1 de octubre al 2 de febrero de 2024), centrándose en solo en aquellos tres meses de explosión creativa en la carrera del artista. La exposición incluirá pinturas preparatorias, dibujos, grabados y fotografías inéditas de aquel fructífero verano.
Otros museos han organizado varias exposiciones vinculando a Picasso con otros artistas. Ya sea con aquellos que lo influenciaron, como El Greco (Museo Nacional del Prado, Madrid, 13 de junio-17 de septiembre) y Nicolas Poussin (Musée des Beaux-Arts de Lyon, hasta 5 de marzo), o contemporáneos como Joan Miró (Museu Picasso, Barcelona, 19 de octubre-25 de febrero de 2024) y Max Beckmann (Von der Heydt-Museum Wuppertal, 17 de septiembre-
7 de enero de 2024). El Musée du Luxembourg de París también profundizará en la amistad que Picasso tuvo con la escritora estadounidense Gertrude Stein (13 de septiembre-28 de enero de 2024).
Las polémicas relaciones que Picasso mantuvo con las mujeres también será el eje de algunos proyectos por el aniversario. “Fernande and Françoise” en el Kunstmuseum Pablo Picasso Münster (hasta el 21 de enero) retoma la historia de las relaciones del artista con Fernande Olivier y Françoise Gilot, quienes publicaron memorias sobre su paso por el artista. Ambas mujeres aparecen en algunas de las obras más conocidas, pero las relaciones fueron tumultuosas y, en ocasiones, abusivas.
La Fondation Beyeler en Suiza, por su parte, examinará las pinturas de Picasso de su carrera tardía (19 de febrero al 1 de mayo), que también “plantean preguntas sobre la representación de las mujeres en el arte actual”, según advierte el comunicado de prensa del museo.
El Museo de Brooklyn de Nueva York (del 2 de junio al 24 de septiembre) retomará el tema en una muestra curada por la comediante australiana Hannah Gadsby, que analizará la obra de Picasso a través de una lente feminista y profundizará en “la interconexión temas de misoginia, masculinidad, creatividad y ‘genialidad’, particularmente en torno a una figura compleja y mitificada como Picasso“, según el Museo define el proyecto. En ese marco, combinará el trabajo de Picasso con el de artistas femeninas contemporáneas como Cindy Sherman, Kiki Smith y Ana Mendieta.
Artes Plásticas
Un espacio cultural mendocino estará dedicado a la obra y legado de Quino

Mendoza, provincia natal del humorista gráfico Quino, creador de la emblemática y contestataria tira “Mafalda”, construirá un museo que llevará su nombre en el antiguo hospital Emilio Civit del parque General San Martín, en la capital mendocina, que exhibirá parte importante del legado de Joaquín Salvador Lavado Tejón, parte ineludible del patrimonio artístico y cultural de la Argentina.
La obra tendrá una inversión total de 700 millones de pesos para la recuperación de un predio histórico de la provincia, donde se encontraba el edificio inaugurado en 1907 como el primer hospital público de Mendoza.
El proyecto ya fue llamado a licitación pública y el lunes 26 de diciembre se recibirán las ofertas, mientras que está previsto que la obra empiece a principios de 2023, informaron desde el Gobierno mendocino.
El gobernador de Mendoza, Rodolfo Suárez, junto a los familiares de Quino, firmo el viernes último un convenio para concretar el espacio cultural que llevará su nombre.
“Agradezco la predisposición de los familiares para llevar a cabo este proyecto que honra a nuestro querido Quino. Mendoza está trabajando para generar y recuperar espacios que resguarden los valores culturales y permitan exponer la obra de artistas que pusieron a nuestra provincia en lo alto, como él lo hizo”, dijo Suárez tras firmar el acuerdo.
Desde la cartera de Cultura y Turismo de la provincia, informaron que la ministra Nora Vicario; el ministro de Planificación e Infraestructura Pública, Mario Isgro, integrantes de la familia de Quino y miembros de los equipos de ambos ministerios recorrieron el predio donde se emplazará el espacio cultural.
Vicario destacó que “es fundamental el aporte realizado por la familia y su iniciativa de participar en este proyecto, que es la puesta en valor y recuperación de todo este predio y que va a contener el Espacio Quino”.
“Para los mendocinos es una enorme alegría y un orgullo” añadió tras el recorrido realizado en compañía de Julieta Colombo, sobrina y curadora de la obra de Quino por los edificios que componen la zona a recuperar; en tanto destacó que quienes visiten el espacio “podrán encontrarse con el estudio en el cual el maestro Quino trabajó e ideó una obra que traspasó fronteras”.
“Este proyecto abarca la recuperación de un predio histórico” que será recuperado “con la incorporación de espacio verde” en diálogo con “una parte muy importante de la obra de Quino, que es la sustentabilidad y la sostenibilidad”, dijo Isgro sobre el proyecto que llevan a acabo ambos ministerios con la participación del Conicet.
En tanto, Colombo destacó que “traer el estudio donde Quino realizó parte de su obra es una alegría porque es una manera de seguir estando un poco con él, además de tener la posibilidad de crear un espacio que dialogue con su obra y la de otros artistas nacionales”.
Horacio Chiavazza, director de Patrimonio Cultural y Museos del Ministerio de Cultura y Turismo, destacó que “esto es el resultado de investigaciones muy profundas” que involucran a “edificios del siglo XX” que, a su vez, “representan 80 años de historia mendocina”, como “el Federico Moreno, el más antiguo”.
Uno de esos edificios, agregó Chiavazza, “estará destinado a la Unidad de Operaciones Científicas, que va a mantener el parque y se relacionará a un botánico que, elaborado como proyecto por investigadores del Conicet, nos posicionará dentro de la red de jardines botánicos del mundo. Esto mismo va a permitir vincular a Quino con esa mirada ecológica que tuvo tempranamente”.
Joaquín Salvador Lavado Tejón, humorista gráfico e historietista argentino, nació un 17 de julio de 1932 en la ciudad mendocina de Guaymallén y falleció el 30 de septiembre del 2020 en Chacras de Coria, también en Mendoza, a los 88 años. Su obra más conocida fue la tira cómica “Mafalda”, publicada entre 1964 y 1973 y traducida a más de 30 idiomas.
El año pasado, al cumplirse un año de su muerte, fue homenajeado en Mendoza y la Radio Nacional de esa provincia fue renombrada con el pseudónimo con el que firmó su obra.