Respaldada en la tranquilidad de un ciclo profesional concluido y habiendo superado la etapa de crianza de sus hijos, Gabriela Romero se lanzó a la fascinante aventura de escribir historias.
Lo que comenzó como un desafío con ella misma, hoy se convirtió en una forma de vida, donde las historias pasaron a ser parte de su rutina y los procesos de edición, caminos que disfruta transitar.
La autora platense dialogó en exclusiva con ContArte Cultura y desanduvo con pasión la ruta que la llevó a descubrir a la escritora que se encontraba escondida detrás de la maestra jardinera que fue.
—¿Cuándo comenzaste a transitar el camino de la escritura? —Siempre me encantó la posibilidad de ser escritora, pero nunca me había sentado a escribir, ni se me ocurría ninguna historia que valiera la pena. A los 16 años escribí alguna poesía, con algunas amigas, pero fue recién en 2012 cuando inicié este camino. Un año antes, en 2011, salí a acompañar a mi marido a realizar unos trámites y al pasar por un sitio vi un cartelito que decía “Clínica de Novela”. Se lo comenté, se me rio y ahí quedó. Cuando me jubilé como maestra jardinera en 2012, volví a pasar por el lugar, no lo dudé, y entré. Allí conocí a Sara Bonfante y Javier Bibiloni, quienes fueron los que me enseñaron y guiaron mis primeros pasos.
—¿Y cómo llegó tu primera novela? —Es una historia que empieza mucho antes de que iniciará el taller de escritura. Unos cuatro años atrás. Viajé con mi hermana y mi marido a Santa Fe, y en el Museo Histórico vi el retrato de un hombre que me deslumbró. Se trataba de Luciano Torrent, un constituyente de 1853, al que no dudé en sacarle una foto y ponerlo como fondo de pantalla del celular. En ese momento me vino una idea que compartí con mi hermana: “Mirá que bueno para una novela. La historia de una mujer que toda su vida sueña con un hombre y encuentra su retrato en el museo histórico”. Esa fue la semilla. Volví a mi casa y comencé a investigar cómo era Santa Fe en 1853 y armé una carpeta en la PC que decía “Novela”, y puse todo lo que había averiguado sobre el constituyente y su época. Y allí quedó guardado. Cuando comencé el taller y me pidieron que les llevará un proyecto, les conté esa experiencia y comencé a trabajar sobre ella y lo que finalmente sería Aquí estoy mi querida E, mi primera novela, que finalmente publiqué en 2014.
“Me encanta todo el proceso para la
publicación, por eso me encargo
también de la confección de las tapas y
la elección y procesamiento de las imágenes“
—Estás a punto de presentar tu segunda novela y ya trabajás en una tercera ¿Cómo surgieron? —A principios de 2013 terminé Aquí estoy mi querida E y empecé a escribir Viento tras los ojos, que va a salir este año. Por distintas circunstancias estuvo mucho tiempo sin avanzar, primero porque no terminaba de convencerme, y luego por cuestiones familiares que inclinaron mi ánimo hacia otras actividades, como dibujar y pintar. Un tiempo después, tal vez más de un año, cuando regresaba de un viaje tomé el ipad y me puse a leer lo que había escrito y me dije “¡Qué bueno!”. Y ahí volvió y de inmediato me puse a trabajar.
—¿Cuánto de los tiempos que le dedicás a la escritura le debés quitar a la rutina familiar? —Empecé a escribir a los 50 años, con los chicos grandes y ya jubilada, entonces tengo todo el tiempo para mí. Desde ese punto de vista, de lo inmediato familiar, para la organización de la familia, tengo todo el tiempo. Hoy no estoy limitada por una rutina.
Aquí estoy mi querida E
Emilia comienza a recordar una vida pasada a través de los sueños.
Una ciudad lejana; un viaje en barco; la llegada a Buenos Aires; un casamiento; la vida en el campo; Santa Fe.
Un nuevo destino: Guardia del Monte; hijos… Una sucesión de sueños que al principio no siguen un orden cronológico y una lectura de registros akáshicos, en la que él le pide perdón, la obsesionarán.
Paralelamente, Ana Paula encuentra datos corroborando la realidad de los sueños, pero decide no contárselo ni a Emilia ni a Florencia, su otra hermana; esta decisión la llenará de culpas frente a un final inesperado.
—¿Y por qué escribís? ¿Qué esperás al hacerlo? —Demostrarme que puedo. Nunca pensé que iba a ser escritora, y cuando empecé a hacer el curso de novela, porque amo las novelas, lo hice como un reto. Quería saber si iba a ser capaz de escribir. Y ahora es como que le encontré el gustito. Aunque cuando terminé la primera novela me dije “¿y si no se me ocurre nada más?”, y ahora me parece mentira ya estar escribiendo la tercera novela, que será la continuación de Aquí estoy mi querida E. En verdad es un reto conmigo misma, después, lógicamente, estará aquel al que le guste y al que no.
—¿Existe un momento en que comenzaste a sentirte una escritora? —Cuando empecé a recibir los comentarios de los lectores. Hasta ese momento yo decía “escribo”, pero no me atrevía a llamarme escritora. Cuando me comenzaron a llegar las opiniones de quienes habían leído la novela, o en las redes sociales aparecieron los “Me gusta”, entonces empecé a sentirme verdaderamente una escritora.
—¿Creés que cualquiera puede escribir? —Uh, ese es todo un tema. Porque yo puedo estar muy contenta con lo que escribo, pero me analiza un crítico literario y tal vez no le guste nada, o diga que lo que hago no es literatura. En lo personal, no hubiera podido escribir si no realizaba previamente un curso. Uno tiene que tener cierto conocimiento para escribir y también es importante haber sido un gran lector. Pero, en definitiva, hay gustos para todo. Podemos debatir que es buena o mala escritura y ponernos en exquisitos. Podemos hacer como algunos críticos y hablar de literatura y diferenciarla de los best sellers, pero en definitiva no deja de ser la obra de alguien que escribe.
“Al igual que sucede cuando uno lee,
que imagina lo que está leyendo,
cuando el escritor escribe también
ve la imagen de lo que va a contar”
—¿Sos de la idea de que los personajes son quienes terminan escribiendo su propia historia? —Es obvio que es el autor el que determina qué va a suceder en cada historia, pero también es cierto que cuando los personajes están bien arraigados, se cuelan cosas que surgen de ellos mismos, increíblemente, como si fueran independientes de quien escribe. Aunque muchas veces el escribir es un ejercicio catárquico, en donde el escritor pone en boca de sus personajes cosas que no se animaría a decir él mismo.
—Y a la hora de leer, ¿qué elegís? —En mi adolescencia leía best sellers. Posteriormente, y más aún una vez iniciados los cursos de escritura, comencé a conocer otros autores y así, de grande, leí a Jorge Luis Borges y verdaderamente lo disfruté como lectora. Como escritora, me tomo los tiempos suficientes para alternar la escritura con la lectura, y en la elección de los libros evito leer obras que tengan que ver con eso que escribo. Lo evito porque me da miedo que esa lectura pueda influenciarme. Aunque lo que no dejo de hacer es leer muchísimo el material de investigación para la obra que llevo adelante.
Viento tras los ojos
Buenos Aires, 28 de febrero de 1785. Es dejada en la Casa de Niños Expósitos una niña de pocos días de vida. La registran como Antonia, de padres desconocidos y blanca. Pero con el transcurrir de las semanas la piel comienza a oscurecerse y el color celeste agua de sus ojos se acentúa. Mulata. La hija del diablo, decían algunas de las mujeres del orfanato. Porque Antonia es diferente. Corre el año 1812 y se le agita la sangre con las voces revolucionarias que proclaman “romper con las cadenas de la esclavitud”. Lucha entonces por la libertad de su esposo Antonio Obligado y la de su gente: negros y negras, mulatos y mulatas… Los esclavos. Antonia nace fuerte, por eso sobrevive. Crece con amores prestados y es bendecida con almas generosas que la socorren. Ossaim es su orixá protector. Tenaz, decidida y a veces contradictoria, ¿podrá aquietar su Viento tras los ojos?
—¿Contás con alguien que te lee y corrige a medida que escribís? —Nadie toca mis obras hasta que no las he terminado. Luego si, se la doy a gente allegada y lectora, entre ellos mi marido, e intento corregir aquellas cosas que me refieren que no están del todo claras. Porque lo que verdaderamente me interesa es que cuando llegue al lector este la entienda y no sea confusa.
—¿Por qué optaste por la autopublicación? —En realidad, cuando había terminado la primera novela tuve la posibilidad de enviarla a una editorial para intentar que la publicaran, pero mientras esperaba que me respondan me puse a pensar que, teniendo la posibilidad de autopublicarme, no quería estar esperando y tocando puertas. Sería lindo que una editorial tomara mis novelas, pero entiendo que comencé a escribir de grande y todo lo que la vida me está entregando son bonus tracks. Lo importante es que me puse una meta, la alcancé y lo disfruto, sin presiones de ningún tipo, sólo las que yo me impongo.
Nació en la ciudad de La Plata en el año 1961. Durante su niñez y adolescencia vivió en Buenos Aires, San Martín de los Andes, Tandil y Magdalena. Volvió a su ciudad natal, donde aún reside, en 1979.
Es Licenciada en Educación Inicial de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (Tandil). Diplomada en Constructivismo y Educación y posee una Especialización en Elaboración y Evaluación de Materiales Didácticos (ambos en FLACSO). Participó en la preparación de materiales educativos en torno a la concientización del agua para el Programa Hidrológico Internacional de la UNESCO, sea tanto para Argentina como para Amércia Latina, y ha trabajado como especialista en estos temas en Guatemala (2006), México (2011) y municipios del Gran Buenos Aires (2014).
Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) / Edición: Walter Omar Buffarini //
Es un viaje dentro de otros, un movimiento sutil, la música desperezándose en gotas de rocío, notas evaporadas sobre las aves del campo, es el vuelo hacia el espacio urbano, un recorrido temporal. Es antes y después. Es ahora y siempre, una melodía que llega desde lejos, de otras patrias, del mismo viento que corre y desparrama en el lugar justo y en el instante oportuno.
“Del Buen Ayre”, el próximo espectáculo y disco del dúo platense Aguirre–Rodríguez es un viaje por el tiempo y por distintos espacios, una relectura en modo actual de la música rural bonaerense.
Contarte Cultura charló con sus integrantes, Cynthia Aguirre y Alejandro Rodríguez para que nos cuenten acerca de ese caminar que la canción propone.
—Porque los espacios y las cosas que forman parte de ellos suelen hablar de quienes los habitan, nos gustaría comenzar esta charla deteniéndonos en su lugar de trabajo, en el espacio creativo de su música y en los objetos que los rodean en este momento. Si pudieran elegir un rincón o un objeto, el que mejor los represente como dúo y nos cuente algo de ustedes, ¿Cuál sería?
—El lugar, nuestra casa, y el rincón nuestra sala, en la que se va gestando todo el resultado final de lo que hacemos como músicos. Creo que estos espacios hablan de nosotros y de nuestra manera de entender la realidad y el arte.
—Y desde ese espacio viajamos en el tiempo, ¿cómo y cuándo se encuentran Cynthia Aguirre y Alejandro Rodríguez en el camino de la música para dar comienzo al dúo Aguirre–Rodríguez?
—Nos encontramos en la escuela de arte de la ciudad de Berisso, hace muchísimos años, en situación de alumna y profesor, pero rápidamente comenzamos a compartir producciones por fuera de la escuela. Con los años volvimos a encontrarnos, ya específicamente en el terreno del tango con la orquesta Los inmigrantes en el año 2005. Cuando el tiempo de la orquesta se terminó, continuamos en dúo.
—¿Cómo fueron esos comienzos?
—Fue un muy hermoso comienzo, pero rápidamente el dúo se fundió dentro de un cuarteto que con el tiempo se convirtió en sexteto de tango. Me refiero a Tangor. Con esa agrupación trabajamos durante más de 10 años. Por otro lado, Cynthia participaba como invitada permanente en el grupo La Sonora, proyecto que venía caminando desde el año 1989.
—Como decías, con el correr de los años el tango se instaló entre ustedes, ¿qué cosas los llevaron a explorar en este género que nos representa?
—El tango siempre estuvo como lengua principal en nosotros. Como una especie de lengua madre. Rastrear el porqué de esto es complicado, creo que tiene que ver con nuestras historias personales y la idiosincrasia de nuestras familias de origen. Lo que es claro es que ha sido fundacional en nuestro vínculo con la música. Nuestra mirada como habitantes de este tiempo siempre nos llevó a buscar puentes entre el tango, otras músicas y otros conceptos artísticos.
—¿De qué manera llega el primer disco “Mundo Tango”, grabado en 2011?
—Ganamos un premio a la Producción Fonográfica del FNA (Fondo Nacional de las Artes) y generamos nuestro primer CD. En ese entonces, si bien el CD se llamó Mundo Tango, abarcamos otros lenguajes musicales, algunas cosas del folclore y canciones provenientes de la cantera del rock.
—Por estos días están en proceso de grabación de su segundo disco “Del Buen Ayre”, ¿qué recorridos espacio-temporales tuvieron que hacer para dar vida a los temas que forman parte de esta obra?
En Mundo Tango nos referimos a una idea acerca del tango, como un estado del ser que no solo aparece en esta región del mundo (por algo el tango impacta como impacta en todo el globo). Aquí nos referimos más a la génesis de este género y la música de la provincia de Buenos Aires. Este nuevo trabajo propone un recorrido desde la música campera de principio de siglo XX (El Gardel Gaucho, pasando por compositores icónicos de ese lenguaje como Omar Moreno Palacios) para adentrarse en el tango clásico de la época de oro y llegar hasta composiciones actuales que revitalizan el género. También este trabajo, a diferencia del otro, está estructurado por un material que fue ampliamente mostrado y fogueado. Es música que hemos tocado mucho en vivo y está planteado desde esa impronta. Los arreglos, si es que los hay, fueron construyéndose a lo largo del tiempo y de las distintas actuaciones. Los músicos invitados jugaron en ese mismo tono también. Se les envió un cifrado y una grabación como referencia, pero el armado de los distintos temas se resolvió en el estudio, mientras Manzana Ibarrart (gran amigo y comandante del Estudio Sonosfera) montaba los mics y seteaba todo. Luego se eligieron las mejores tres tomas de cada tema. El resultado tiene un aroma a “trazos sueltos” que nos encanta en lo particular.
—Sin dudas se trata de un viaje a través de la música, ¿cuál es el aroma que elegirían para simbolizar a este álbum?
—El múltiple aroma de los viajes…si bien es un CD local en cuanto al repertorio, es bastante global en tanto a que lo que suena proviene de muchísimas fuentes y no solo de la tanguera. Lo hemos tocado tanto en tantos países diferentes, que para nosotros tendría ese olor a viaje, a aeropuerto, a trenes.
—El 3 de agosto estarán presentando este disco en La Salamanca, un reconocido espacio cultural platense, ¿qué podrán disfrutar esa noche quienes se acerquen a compartir su música?
—Haremos algunos de los temas de nuestro espectáculo Del Buen Ayre, como antesala al espectáculo Filogenia de Victoria Moran y el Dúo Puentes Reyes.
—Mencionás que ese día estarán acompañados por la cantante Victoria Morán, entonces la pregunta va para ella. Victoria, ¿Cómo nace “Filogenia”, ese recopilatorio de obras de música popular argentina? Contanos quiénes serán parte de ese recorrido el 3 de agosto y qué sentís al compartir noche con el Dúo Aguirre-Rodríguez.
9- Filogenia surge de la necesidad de contar nuestro ADN musical a través de las canciones que nos definen. Es una suerte de viaje musical hacia la fuente, hacia la memoria imperecedera que une un recuerdo con otro. Este espectáculo viene a despertarnos la fibra sensible con canciones que nos nombran, enlazando a Homero Manzi con Víctor Heredia, al Cuchi con Fito, a los que fuimos con los que somos. El compartir con compañeros y compañeras músicos y músicas siempre es una alegría, y en este caso será además una sorpresa para el dúo Puentes-Reyes y yo, porque jamás nos hemos cruzado en un escenario y esperamos anhelantes ese ida y vuelta mágico que siempre augura la música compartida.
—Para terminar, ¿cuál es el próximo destino de la música que los mueve?
—Tenemos por delante algunas fechas en nuestra ciudad, como el próximo 29 de agosto, día en el que estaremos compartiendo escenario junto al cantor Carlos Cabrera en el Café Metro. Octubre nos encuentra realizando nuestra segunda gira europea, con conciertos en países como Italia, Francia, España y Portugal. A nuestro regreso estaremos presentando oficialmente nuestro álbum Del Buen Ayre, con la participación de los músicos que fueron parte de la grabación.
Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) / Edición: Walter Omar Buffarini //
Todo gira, se mueve en una circularidad compartida. Las emociones suben y bajan, cuelgan de nuestros cuerpos, se desprenden como hojas secas. Regresan, son brotes, transformados en otra cosa.
Celina Cocimano es terapeuta emocional y a partir de sus vivencias y de su trabajo de muchos años necesitó dejar huellas, sembrar palabras para que germinen a través de sus libros.
“El juego de las emociones de Uma”, su último libro, está dedicado a las infancias. A través del juego logra acercarse a los territorios del miedo, de la ansiedad o de la frustración para atravesarlos.
ContArte Cultura charló con ella para conocer las rutas que la llevaron a indagar en ese universo.
—Las emociones forman parte de nuestras vidas, van y vienen, se mueven y nos movemos con ellas. Por eso, para comenzar y a modo de presentación, nos gustaría que elijas al menos tres emociones que te atravesaron al momento de escribir tu último libro y que a cada una de ellas les otorgues un sabor o un aroma.
Frustración, sabor a cebolla
Ansiedad, aroma a menta
Alegría, aroma a vainilla
—Y ya instalados en esa imagen, vayamos a tus comienzos, ¿qué vivencias te llevaron a transitar el camino de la terapia emocional?
—La insatisfacción personal, haberme descubierto cómo estafadora de mi propia vida, creando personalidades adquiridas para moldearme al gusto de la mirada ajena, siempre con esa sed emocional de ser alguien para los demás, ser aceptada, reconocida, querida y encantar a todos. Mientras estudiaba para contadora, sentí un apagón emocional, la apatía era mi única compañera en esos tiempos, hasta que mi cuerpo también “habló” con un síntoma muy sentido. Empezaba a hacerme pis por las noches siendo ya grande, más adelante entendí que eso sucedía en cada hogar o lugar donde me sentía a gusto, de esa manera, “intentaba” aferrarme a algún territorio, sentirlo al menos, por momentos, un lugar donde era yo. Como los animales que marcan su territorio orinando sobre él. Eso era lo que faltaba para que mi vida se vistiera de insatisfacción y cambie totalmente de rumbo, mejor dicho, empiece a vivir y dejar de aparentar lo que mis vacíos necesitaban cubrir.
—Seguramente al ir recorriendo ese camino fue necesario dejar huellas y de esa manera llegaron los libros, ¿cómo vivís la experiencia de escribir para que las palabras sean instrumento de sanación?
—Mi primer libro, “Despierta”, nació como algo catártico de la etapa que comenté anteriormente. Aún no sabía qué era lo que estaba viviendo y, sinceramente, pensaba que me moría por esos tiempos, entonces empecé a escribir cómo fue ese tránsito a mí destrucción de las corazas hacia mi reconstrucción emocional. Después, al compartir mi vivencia con muchas personas, me di cuenta que varios pasamos por ciertos procesos similares, por lo que se me ocurrió darle forma de libro y agregar reflexiones y ejercicios terapéuticos y de autogestión emocional. Los otros 3 -“Diamantes”, “Rotas”, y “El juego de las emociones de Uma”-, fueron pensados basándose en las historias que atiendo y buscando dejarle una “biblioteca” de recursos emocionales a mi hija para cuando sea más grande y, a las personas, que encuentren en estos libros, escrito en palabras, el propio sentir descarnado y sin filtro de las emociones que abordo en cada uno de ellos y luego, ofrecerles dinámicas, reflexiones, ejercicios para que encuentren en ellos formas de transitar el campo emocional sin tanto dolor y con valentía.
—Si pudieras resumir en una palabra el espíritu de cada uno de tus libros, ¿cuáles serían?
Despierta: Integridad
Diamantes: Osadía
Rotas: Coraje
El juego de las emociones de Uma: Autenticidad
—Tu último libro, “El juego de las emociones de Uma”, transita los paisajes de la infancia con todas sus gamas de colores, ¿cuál o cuáles fueron los disparadores de esta historia?
—Mi hija, a los 8 años, comenzó a transitar por un tiempo la conocida “Crisis de ansiedad y angustia”. Yo me opuse a que esté medicada siendo tan pequeña, y desde mi saber en el campo emocional de los adultos, junto a una gran observación sobre ella y sus crisis, se me ocurrió trabajar juntas para buscar soluciones a su sentir. Buscamos opciones en el juego infantil, en la creatividad, desarrollando distintos escenarios, armando una rutina de ejercicios y, sobre todo, busqué acercarla a la autogestión emocional. Así fue que se me ocurrió compartir cada ejercicio que funcionó en ella en este cuento, que no solo tiene el fin de que los niños empiecen a desarrollar desde pequeña edad sus propias respuestas emocionales ante cierta situaciones, sino que es un libro que pide gran compromiso de los adultos que acompañan al niño, y esa compañía, con el estar, el hablar su idioma, mejorar la calidad del vínculo, validar sus emociones, respetarlos y comunicarse con ellos, es lo que hace casi la mayor magia del trabajo de fortalecimiento emocional.
—Y justamente, a partir de tus propias vivencias decidiste contar desde el juego y desde las imágenes. Explicanos cómo fue el proceso de elegir esas duplas emocionales sobre las que querías hablar.
—Busqué las que a su edad son dentro de todo fáciles de interpretar, como decimos los adultos: de “etiquetar”. Son parte de las emociones primarias y la dupla fue pensada para dejarles el mensaje de que no son ni buenas ni malas, simplemente son y cada una es mensajera de un sentir, una acción a llevar a cabo y una particular respuesta emocional. También al ponerlas en duplas, cuando ellos/as sientan, por ejemplo, tristeza además de procesarla en todo su ser, sepan que pueden aprender a transportarla en alegría, ir de la ansiedad a la calma. Es decir, que conozcan cuál es la emoción que se necesita para equilibrar una con otra.
—Las semillas del libro fueron plantadas, ¿creés que tus palabras ya comenzaron a germinar y son brotes en los lectores?
—Sorprendentemente sí. Como comenté, yo me dedico a adultos no a infanto, y este libro que se publicó en abril del 2024 ya se está imprimiendo la segunda edición. Lo han comprado mucho abuelas y abuelos para compartirlo con sus nietos, en colegios para abordar ciertas emociones en el aula ya que también hay un capítulo sobre el bullying. Y muchas madres me compartieron que sus hijos o hijas mientras que se les leía el cuento ya comenzaban a incorporar los ejercicios sugeridos, o que empezaban a identificar sus propias emociones, tenían armados sectores en su cuarto como se encuentran en algunos capítulos. Incluso los que son más grandes, según cómo se sentían, buscaban en la biblioteca el libro y se encerraban en su cuarto a leer exclusivamente el capítulo que contiene la emoción que estaban sintiendo en ese día o ese tiempo. También compartió nota de Revista junto a Unicef en el día internacional contra el Bullying de 2024.
—¿En qué proyectos estás trabajando actualmente?
—Tengo dos libros más en camino, uno para adultos sobre la depresión, y otro para infanto, más expansivo aún, con un viaje al campo emocional que sea para ellos y para sus padres o tutores también, digamos que será un libro revelador en muchos aspectos.
—Para terminar, te invitamos a elegir la textura que represente a tu libro “Las emociones de Uma”.
—La textura sería cálida, pomposa, con colores desde pasteles a fuertes, con ganas de descubrirla y sentirla, y con distintos aromas que vayan cambiando según cada paso de la mano o de los pies sobre ella.
Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) / Edición: Walter Omar Buffarini //
Hay un rumor, un murmullo por encima y por debajo. La evidencia flota, va y viene. Pero el agua arrastra las palabras, se lleva las voces, esconde. No se ve lo que no se quiere ver. O lo que no se debe. La verdad se hunde, toca fondo. Es barro entre los dedos. Y mancha.
En “Aguas Turbias”, la última novela de Florencia Ghio editada por El Emporio, flotan varias verdades, como un rumor debajo de lo que se lee, van y vienen. Se convierten en imágenes, en sonidos y en aromas, mientras ella bucea para rescatarlas. Para que la verdad nunca se manche.
En diálogo con ContArte Cultura, la escritora cuenta cómo nació la obra y de qué manera descubrió a los protagonistas de esta historia.
—Vamos a comenzar esta charla haciendo foco en una palabra que flota entre las páginas de tu novela: justicia. A modo de presentación del libro y de sus protagonistas, si pudieras elegir una imagen o un objeto simbólico que represente esa justicia, ¿cuál elegirías y por qué?
—Elegiría la clásica estatua de la justicia pero con su balanza completamente inclinada hacia un lado y sus ojos vendados. Porque es un poco eso lo que se ve en esta novela, una justicia que es ciega, y también sorda, por eso el protagonista de mi libro, que dice ser el chivo expiatorio de un crimen que no cometió, tiene que venir desde un pueblo del sur y salir a clamar su inocencia por altoparlantes en un subte de Buenos Aires.
—Y a partir de esa imagen viajemos al principio. Sin dudas, siempre existe un germen que da vida a las cosas. Seguramente tu novela también es producto de ideas o situaciones que fueron semillas en la tierra de tu imaginación. ¿Recordás cómo y cuándo comenzaste a sembrar esta historia?
—Yo digo que en lo que va de mi carrera de escritora, en las dos novelas que escribí y en la que estoy escribiendo ahora, me pasó que no busqué las historias sino que las historias me buscaron a mí. Aguas Turbias está inspirado en un caso real, y surgió a partir de que viera por televisión a un joven que se había fabricado una máscara de chivo y andaba por los subtes suplicando que alguien lo escuchara. Había estado preso por el crimen de su madrastra que él juraba no haber cometido, y le aterraba la idea de que lo condenaran. Me impresionó el mecanismo, recurrir a su creatividad para escapar de ese infierno, eso me llevó a averiguar qué le había pasado y me inspiró para escribir la novela, en donde los personajes, lugares y la mayoría de los sucesos son ficticios, pero ese fue el puntapié inicial que me sumergió en esta novela.
—Aleida, tu protagonista, es una mujer que lucha por sus ideales, va en busca de justicia pero también pelea contra sus propios monstruos. ¿Cómo viviste el proceso de construir ese mundo interior con tantos matices?
—Aleida San Martín es un personaje que rescaté de mi anterior novela El Ciudadano. Es una abogada honesta e idealista, de esas que estudió derecho porque ama la justicia. Al mismo tiempo, es una guerrera; logró superar una historia familiar traumática, para convertirse en una funcionaria pública que trata de rescatar a toda persona que atraviesa un infierno, porque ella sabe lo que es estar ahí y no quiere que nadie más lo tenga que vivir. Aguas Turbias la va a encontrar en un tramo de su vida en que está en caída libre, porque ahora, aun con las secuelas de sus anteriores traumas, tiene que luchar contra el acoso laboral, se siente muy sola, y todo eso le provocó una fuerte adicción al casino, que en esos momentos encuentra como su única vía de evasión. En estas condiciones se cruza a García Robledo en el subte y, conforme a su esencia, no puede quedar indiferente a su historia. Intuye que él no miente, pero ella no puede ejercer la profesión por ser funcionaria, y además vive en Buenos Aires, así que veremos si, en su estado, logra tomar decisiones tan difíciles para ayudar al chico de la máscara. Para el proceso de construcción de este personaje me ayudó mi especialización en violencia familiar y también hablé con psicólogas expertas en ludopatía.
—También el personaje de García Robledo, el chico de la máscara, tiene sus claroscuros, ¿qué fue lo primero que percibiste de este protagonista al momento de escribirlo?
—García Robledo es un muchacho que antes de pasar por ese infierno amaba la vida, pero luego de esto se ha decepcionado completamente de ella. Descree de las instituciones de su localidad pero, al igual que Aleida, es un guerrero que, en su caso, salió de su pueblo a buscar si al menos en alguna otra parte existía esa justicia que no lograba encontrar. El lector tendrá que averiguar si con toda esa lucha la logra despojar de la venda que tiene en sus ojos y cambiar la inclinación de esa balanza que parece desvencijada.
—Como ya comentaste, hay una cierta continuidad de “Aguas turbias” con “El ciudadano”, tu anterior novela, ¿qué hilos temáticos presentes en ambas historias te gustaría seguir sosteniendo en un futuro?
—Por el momento los casos judiciales reales o ficticios han sido fuentes de inspiración, no sé si quisiera mantener algún hilo temático en particular, pero sí escribir el tipo de literatura que a mí me gusta leer, aquella que no es puro entretenimiento sino que te deja reflexionando y retrata distintos tipos de realidades, algunas veces invisibilidades o desconocidas para quien no las transita, así como en El Ciudadano abordé, además de la violencia familiar y el funcionamiento de la justicia, la política migratoria argentina. Creo que esa también puede ser una de las funciones de la literatura y de la cultura en general. Como lectora, a los libros que solo me entretienen los olvido no bien termino la última página, en cambio el otro tipo de literatura es la que me ha marcado como persona, no solo la recuerdo sino que en determinados momentos de mi vida regreso a ella para releer, aunque más no sea algún párrafo.
—Como en todo policial, en esta novela hay un crimen alrededor del cual se teje la trama. ¿Cuáles son las emociones que te atraviesan al transitar esos escenarios con la palabra y con la imaginación?
—Creo que en Aguas Turbias, que tiene componentes del policial pero también es un drama y tiene romance, el lector va a atravesar una variada gama de emociones y estados de ánimo. Se me ocurren, por ejemplo, indignación, tristeza, intriga, alegría, entre otras.
—¿Seguirá la doctora Aleida San Martín presente en próximas historias?
—En la novela que estoy escribiendo ahora la doctora San Martín no es parte, pero no descarto que en algún momento vuelva.
—Para concluir, ¿cuál sería el color que elegirías para representar el espíritu de tu novela y por qué?
—Elijo el gris topo, por todo lo que acontece.- El lector tendrá que averiguar si ese color puede llegar a cambiar en algún momento de la novela.
Gabruela Romero
02/07/2018 a 01:47
Hermosa tarde de charla y café. Muchas gracias, Walter y Andrea!