

Historias Reflejadas
“La voz de un dibujo”

La voz de un dibujo
Detrás de las palabras las cosas tomaban forma, justo en el lugar en el que la luz y la oscuridad se superponían. Las letras, una a una, intentaban delimitar las voces de algo, que aún era nada, porque antes de caer sobre el papel habitaba en un mundo invisible, repleto de secretos. Allí, al otro lado de las palabras, todo permanecía quieto, como adentro de un capullo en el que crecían criaturas sin nombre, que buscaban un nombre.
Sobre la cima de un lápiz se escondían las líneas que más tarde contarían lo que las bocas callaban. La primera raya se precipitó sin aviso. A esa raya siguieron otras y otras más, que se atrevieron a hablar en el mutismo de varias páginas para dar vida a lo que permanecía oculto, en los rincones de un verso, en el silencio de un paisaje o en las curvas de una poesía.
Los secretos se hicieron visibles. Lo que estaba oculto levantó vuelo y se expandió en el aire, como si fueran burbujas, como si le hubieran nacido alas de colores, alas de mariposas capaces de transportar un miedo para transformarlo.
Detrás de las palabras, los dibujos hablaban…
Andrea Viveca Sanz
Se reflejan en esta historia: “Maíz se dibuja”, de Márgara Averbach con ilustraciones de Patricia Fitti; “¡No soy una mariposa!”, de Fabián Sevilla con ilustraciones de Virginia Piñón; el cuento “Sopo Copo Ropo”, de Mercedes Pérez Sabbi, de la Antología “Picnic de lecturas, selección de Olga Drennen”; y “Pantuflas de perrito”, con poemas de Jorge Luján (con el aporte de niños latinoamericanos) ilustrado por Isol.

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“Las voces del cuento”

Las voces del cuento
Como hebras que se entrelazan, los cuentos reflejan el sonido del paisaje que los teje para darles vida.
Las voces, dibujadas en la continuidad de las palabras, repetidas una y otra vez, amasadas en las bocas que las alimentan, engrandecidas por el aliento de aquellos que se animan a entregarlas, se hacen visibles y quedan suspendidas en imágenes que se entierran en el alma.
Los pájaros levantan vuelo para que nadie deje de escucharlos, ellos llevan un mensaje que sólo algunos pueden escuchar.
Los fantasmas toman formas diversas y es en esa diversidad donde se manifiestan, mutan y liberan a las mentes del terror que las habita.
Los pueblos cuentan su historia en fragmentos rescatados desde las raíces de la memoria para perpetuarla.
Luces y sombras danzan en el aire de los relatos, que viajan a través del tiempo para asumir el riesgo de permanecer como piedras capaces de latir un recuerdo.
Dicen que alguna vez alguien contó lo que otros le habían contado para que nunca dejara de contarlo y, de esta manera, pudiera guardar el secreto en la indiscutible certeza de un cuento.
Andrea Viveca Sanz
Se reflejan en esta historia: “El corazón de piedra”, del libro “De boca en boca Buenos Aires” de Graciela Falbo; “Una sombra negra”, del libro “La mujer vampiro” de María Teresa Andruetto; “Cuentos de Paí Luchi, el mentiroso”, de Laura Deventach; “El decapitado”, del libro “Historias de fantasmas, bichos y aventureros” de Beatriz Actis; “La voz de los pájaros”, del libro “Cuentan que cuentan que les contaron” de Olga Drennen y Patricio Oliver; “Galería de seres espantosos”, libro de Oche Califa, Graciela Falbo, Gabriela Keselman, Ricardo Mariño, Mario Mendez, Graciela Pérez Aguilar, Luis María Pescetti, Laura Roldán y Esteban Valentino.
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“Encuentro”

Encuentros
Hay historias que habitan detrás de los ojos, donde las miradas revelan lo que existe más allá de lo que se puede ver.
Sobre las pupilas brilla una revelación atrapada en un silencio.
Un diálogo mudo comienza a rodar entre dos seres dispuestos a contarse verdades ocultas.
Siempre es posible perderse en la aridez de un paisaje que bordea a las almas quietas.
Un aleteo de palabras inmóviles se entrelaza con los gestos de quienes se atreven a soltar las cargas para compartirlas.
El diálogo cae, imprevisible y sereno, y conquista el espacio. Todo resplandece en ese intercambio de sonidos vivientes.
Un murmullo apenas audible arrastra las miradas que se cruzan soltando penas. Los nudos de una existencia vacía se aflojan para soltarse.
El viento borra las huellas del camino y aquellos que se buscan logran aproximarse, aún entre las paredes de papel que encierran un mensaje que no llega.
Una voz formula las preguntas que no encuentran respuestas. Las letras flotan en el aire y se desparraman en emociones compartidas.
En la quietud de un silencio, alguien desea ser escuchado.
Habitar el mundo del otro, hundirse en sus raíces y florecer con él, eso es encontrarse.
Andrea Viveca Sanz
Se reflejan en esta historia los siguientes cuentos: “Los bultos” del libro “La sombra del fondo y otros cuentos”, de Carlos Hugo Aparicio; “La carta”, de Viviana Rivero, del libro “Diez lugares mágicos de la Argentina, Historia y cuentos”, de Rivero y Lucía Gálvez; “Conversación en la terminal” del libro “Del cielo a casa”, de Hebe Uhart; y “Tiempo para vivir, tiempo de morir”, de Adolfo Argentino Golz, del libro “Cuentos regionales argentinos” (Corrientes-Chaco-Entre Ríos-Formosa-Misiones- Santa fe).
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“Punto y aparte”

Punto y aparte
La vida se detiene en un punto oscuro, denso, pesado, imposible de atravesar.
El pasado se aquieta en los dobladillos de una memoria que no quiere recordar pero recuerda.
Sombras errantes dibujan figuras nuevas, perdidas en la fragilidad de algunos instantes.
Los pies inmóviles se resisten a avanzar sobre los escombros de lo que fuimos.
Nada es permanente. El presente se abre como un abanico incapaz de acariciar el aire que nos circunda y nos invita a una marcha ciega.
Todo se ramifica en los rincones de la existencia. Las emociones son fantasmas que buscan un refugio, espectros de ese ayer borroso que se escurre de nuestras manos.
Las palabras son puntadas que unen la trama de cada momento vivido, sin embargo, ya no hay trama porque tampoco hay palabras capaces de remendar lo descosido.
Es posible desandar el camino, enredarse en fotos viejas, derretidas por la insensatez de la nostalgia y atreverse a seguir.
Existe una distancia del tiempo, un paréntesis que nos separa de aquel punto siniestro que divide nuestras vidas.
Hay que saltar más allá del punto. En otro renglón de nuestra existencia, un arcoíris se impone a las tormentas.
Andrea Viveca Sanz
Se reflejan en esta historia: “Misión olvido”, de María Dueñas; “Como el arcoíris después de la tormenta”, de Sabrina Mercado; “Rosas colombianas”, de Ana María Bovo; y “El brillo de la estrella del sur”, de Elizabeth Haram.
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