

Historias Reflejadas
“Quemar la pena”
Quemar la pena
La pena de su corazón creció demasiado pronto. Una chispa de odio nació en sus entrañas y la primera llama de furia no tardó en aparecer. Esta se hermanó con otras que se expresaron apuradas con un lenguaje que laceró su alma. Se elevaron y absorbieron con sus brazos de fuego la intensidad de muchos instantes. Y en ese abrazo quedaron atrapadas las palabras, que se quemaron rápido. Las infernales llamas se alzaron para revelar los secretos escondidos en el tiempo. Fantasmagóricas criaturas de fuego danzaron purificando el pasado. Era tiempo de libertad, de comenzar a caminar sin cargas ni dudas. Un barco la llevaría lejos de todos y las tristezas se quedarían ancladas en esa costa, mezclándose en las aguas del olvido.
Había que viajar por la ruta de los recuerdos para alcanzar la paz. Fue necesario revolcarse en el fango de las mentiras para encontrar la verdad. Y como todo tiempo termina, de la misma manera los lazos que unen a las personas se cortan. De eso estaba segura ahora que veía desaparecer detrás del fuego la pena que la había habitado desde hacía tanto tiempo.
Una puerta se abría delante suyo. Ella no sabía que al atravesarla otro fuego encendería su corazón para siempre.
Andrea Viveca Sanz
Se reflejan en esta historia: “Hacia una Tierra del Fuego”, de Silvana Serrano, “Si encuentro tu nombre en el fuego” de Gabriela Margall; “En el corazón de la Isla de Fuego” de Nicole Vosseler, y “Tu rostro en el fuego” de Camucha Escobar.

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“Las voces del cuento”

Las voces del cuento
Como hebras que se entrelazan, los cuentos reflejan el sonido del paisaje que los teje para darles vida.
Las voces, dibujadas en la continuidad de las palabras, repetidas una y otra vez, amasadas en las bocas que las alimentan, engrandecidas por el aliento de aquellos que se animan a entregarlas, se hacen visibles y quedan suspendidas en imágenes que se entierran en el alma.
Los pájaros levantan vuelo para que nadie deje de escucharlos, ellos llevan un mensaje que sólo algunos pueden escuchar.
Los fantasmas toman formas diversas y es en esa diversidad donde se manifiestan, mutan y liberan a las mentes del terror que las habita.
Los pueblos cuentan su historia en fragmentos rescatados desde las raíces de la memoria para perpetuarla.
Luces y sombras danzan en el aire de los relatos, que viajan a través del tiempo para asumir el riesgo de permanecer como piedras capaces de latir un recuerdo.
Dicen que alguna vez alguien contó lo que otros le habían contado para que nunca dejara de contarlo y, de esta manera, pudiera guardar el secreto en la indiscutible certeza de un cuento.
Andrea Viveca Sanz
Se reflejan en esta historia: “El corazón de piedra”, del libro “De boca en boca Buenos Aires” de Graciela Falbo; “Una sombra negra”, del libro “La mujer vampiro” de María Teresa Andruetto; “Cuentos de Paí Luchi, el mentiroso”, de Laura Deventach; “El decapitado”, del libro “Historias de fantasmas, bichos y aventureros” de Beatriz Actis; “La voz de los pájaros”, del libro “Cuentan que cuentan que les contaron” de Olga Drennen y Patricio Oliver; “Galería de seres espantosos”, libro de Oche Califa, Graciela Falbo, Gabriela Keselman, Ricardo Mariño, Mario Mendez, Graciela Pérez Aguilar, Luis María Pescetti, Laura Roldán y Esteban Valentino.
Historias Reflejadas
“Encuentro”

Encuentros
Hay historias que habitan detrás de los ojos, donde las miradas revelan lo que existe más allá de lo que se puede ver.
Sobre las pupilas brilla una revelación atrapada en un silencio.
Un diálogo mudo comienza a rodar entre dos seres dispuestos a contarse verdades ocultas.
Siempre es posible perderse en la aridez de un paisaje que bordea a las almas quietas.
Un aleteo de palabras inmóviles se entrelaza con los gestos de quienes se atreven a soltar las cargas para compartirlas.
El diálogo cae, imprevisible y sereno, y conquista el espacio. Todo resplandece en ese intercambio de sonidos vivientes.
Un murmullo apenas audible arrastra las miradas que se cruzan soltando penas. Los nudos de una existencia vacía se aflojan para soltarse.
El viento borra las huellas del camino y aquellos que se buscan logran aproximarse, aún entre las paredes de papel que encierran un mensaje que no llega.
Una voz formula las preguntas que no encuentran respuestas. Las letras flotan en el aire y se desparraman en emociones compartidas.
En la quietud de un silencio, alguien desea ser escuchado.
Habitar el mundo del otro, hundirse en sus raíces y florecer con él, eso es encontrarse.
Andrea Viveca Sanz
Se reflejan en esta historia los siguientes cuentos: “Los bultos” del libro “La sombra del fondo y otros cuentos”, de Carlos Hugo Aparicio; “La carta”, de Viviana Rivero, del libro “Diez lugares mágicos de la Argentina, Historia y cuentos”, de Rivero y Lucía Gálvez; “Conversación en la terminal” del libro “Del cielo a casa”, de Hebe Uhart; y “Tiempo para vivir, tiempo de morir”, de Adolfo Argentino Golz, del libro “Cuentos regionales argentinos” (Corrientes-Chaco-Entre Ríos-Formosa-Misiones- Santa fe).
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“Punto y aparte”

Punto y aparte
La vida se detiene en un punto oscuro, denso, pesado, imposible de atravesar.
El pasado se aquieta en los dobladillos de una memoria que no quiere recordar pero recuerda.
Sombras errantes dibujan figuras nuevas, perdidas en la fragilidad de algunos instantes.
Los pies inmóviles se resisten a avanzar sobre los escombros de lo que fuimos.
Nada es permanente. El presente se abre como un abanico incapaz de acariciar el aire que nos circunda y nos invita a una marcha ciega.
Todo se ramifica en los rincones de la existencia. Las emociones son fantasmas que buscan un refugio, espectros de ese ayer borroso que se escurre de nuestras manos.
Las palabras son puntadas que unen la trama de cada momento vivido, sin embargo, ya no hay trama porque tampoco hay palabras capaces de remendar lo descosido.
Es posible desandar el camino, enredarse en fotos viejas, derretidas por la insensatez de la nostalgia y atreverse a seguir.
Existe una distancia del tiempo, un paréntesis que nos separa de aquel punto siniestro que divide nuestras vidas.
Hay que saltar más allá del punto. En otro renglón de nuestra existencia, un arcoíris se impone a las tormentas.
Andrea Viveca Sanz
Se reflejan en esta historia: “Misión olvido”, de María Dueñas; “Como el arcoíris después de la tormenta”, de Sabrina Mercado; “Rosas colombianas”, de Ana María Bovo; y “El brillo de la estrella del sur”, de Elizabeth Haram.
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