Literatura
Los cien de Mario Benedetti: del poster y el fervor popular a un presente de fama austera
Por Carlos Aletto (*)
A los cien años del nacimiento de Mario Benedetti se abre un debate sobre si la poesía y la narrativa del autor de “Gracias por el fuego” y “La tregua” es para lectores jóvenes y representa una lectura de iniciación, dejando de lado el carácter comprometido, humano y lleno de buenas intenciones del escritor uruguayo, como lo recuerdan el investigador montevideano Gerardo Ciancio y el poeta argentino Daniel Freidemberg.
Poemas que se han transformado en canciones, versos que se hicieron poster, estrofas que se convirtieron en tarjetas de cumpleaños o frases en señaladores que luego pasaron a ser latiguillos populares a través de películas con dudosa mezcla poética. Así es la suerte que ha corrido la obra literaria de Benedetti, de quien el próximo lunes se cumplirán cien años de su nacimiento.
La literatura y la palabra, como la moneda, con una cuantiosa emisión y circulación, se devalúan. Y así parece haber quedado detenida la prosa y la poética del escritor: ninguneado por el mundo académico, apenas estudiado, sin ediciones críticas o anotadas, salvo alguna de sus novelas como “La tregua”.
Con el apellido de un escritor inglés y el nombre de uno de los personajes más célebres de la literatura universal, Mario Orlando Hardy Hamlet Brenno Benedetti Farrugia estaría signado a ser escritor. Nació el 14 septiembre de 1920 en Paso de los Toros, Tacuarembó (Uruguay), en una próspera familia de inmigrantes italianos. Su abuelo, el ingeniero enólogo Brenno Benedetti, era de Foligno, Perugia. Su padre, Brenno Armando Benedetti (nacido en Canelones, Uruguay en 1897) era farmacéutico y enólogo. A los cuatro años el niño fue llevado a Montevideo, donde recibió una educación en la escuela alemana Deutsche Schule.
Sin embargo, tuvo otro nacimiento. El escritor montevideano Gerardo Ciancio, autor del libro sobre Benedetti “Soñar la palabra” (Seix Barral, 2012) en diálogo con Télam explica: “Un domingo de hace poco más de ochenta años, en un banco de la Plaza San Martín de Buenos Aires y leyendo un libro de poesía, nace el escritor Mario Benedetti. Y no me refiero al hombre cordial, de mirada repleta de asombro y parapetado detrás de un icónico bigote, no al Mario Benedetti que nació en una pequeña localidad ferroviaria ubicada en el centro de Uruguay. Hablo del escritor. Porque siendo un adolescente, Mario trabajaba en una empresa argentina y solía ir a descansar al recoleto rincón porteño”.

Ciancio recuerda el homenaje en verso que le hizo a ese espacio de iniciación el agradecido escritor en su libro “Preguntas al azar” (1986): “siempre acudo a vos en peregrinación / plaza san martín de los pastitos elegantes / y de las muchachas que aprenden a besar / con los ojos cerrados como en el cine”.
Para el poeta y crítico argentino Daniel Freidemberg la poesía del uruguayo fue importante en los años en que empezó a leer, aclara: “Lo que me produjeron esas lecturas fue importante, y se lo agradezco. Valoro mucho esa experiencia, por el paso que significó y por lo que me hizo vivir, que no es ninguna pavada. Después, cuando vinieron otras lecturas, que me requirieron poner en juego otras capacidades, el interés por esa poesía fue decayendo. Hoy no me interesa leerla, pero no por eso la desprecio, ni, menos aún, desprecio a quienes sinceramente se conmueven con ella”, explica a Télam.
El recorrido literario del autor de “Gracias por el fuego” lo resume Ciancio de la siguiente manera: “publica en 1945 ‘La víspera indeleble’, su primer libro de poemas (si bien nunca lo incluyó en su metódico work in progress poético titulado ‘Inventario’), y a partir de allí se irá transformando en uno de los escritores más prolíficos, polifacéticos (Benedetti publicó ensayo, narrativa, teatro, poesía, traducciones, artículos de prensa, textos de humor, textos de análisis cultural, etc.), más leído y editado de las ‘letras del continente mestizo'”. analiza.
Benedetti comenzó su carrera literaria publicando poesía, pero pronto se dedicó al cuento y a la novela. En sus relatos describió paisajes y situaciones realistas y criticó la postura hipócrita de la clase media a la que junto a su familia pertenecía. En 1959 aparecieron las historias urbanas en la colección de cuentos “Montevideanos” (1959), un título que remite sin dudas a “Dublinenses” de James Joyce. Al igual que el autor irlandés, el escritor tenía una mirada sorprendida de la vida social de la ciudad y se convirtió en el narrador de la burguesía de la capital uruguaya, aunque se critica que a diferencia de su antecesor, el uruguayo a menudo se mantuvo en un nivel descriptivo y falto de profundidad.
Pero sus obras se convirtieron en éxitos de ventas en Uruguay, y para la década de 1960 su nombre se había extendido por toda América Latina. En 1960 la novela “La tregua” -que en 1974 fue llevada al cine por el realizador Sergio Renán- fue muy leída, al igual que su obra alegórica “El cumpleaños de Juan Ángel” publicada once años después, en 1971.
Con un registro y una temática distinta a las de los escritores del “boom de la novela latinoamericana” Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa o Julio Cortázar, Benedetti no perteneció a ese grupo y estuvo a la sombra del que todo lo ensombrece: Jorge Luis Borges.
“Benedetti es ‘el aguafiestas’ porque ha organizado su vida y su literatura al margen de modas y de imposturas, de disfraces y de concesiones”, señala Mario Paoletti en la biografía del autor, publicada por Seix Barral en 1995.
Freidemberg, con un buen oído crítico para la poesía, advierte un cambio en la poética del autor: “Creo que puedo establecer una diferencia entre sus poemas de los primeros años y los de los años en que, famoso y masivo, se dedicaba a escribir más ‘profesionalmente’, buscando el efecto fácil. ‘La tregua’ sigue pareciéndome una buena novela y tiene un cuento que me parece extraordinario, ‘La noche de los feos'”, destaca.
En 1959 Benedetti fue a la ciudad de Nueva York con una beca y durante la década de 1960 se dedicó a conocer el mundo. A partir de finales de la década de 1960, pasó largos períodos en Cuba. Partidario de la Revolución Cubana y del gobierno de Fidel Castro, finalmente se instaló en ese país en 1976. Sus obras ya habían dado un giro más político, particularmente después del golpe militar de 1973 en Uruguay. En 1983 se mudó a Madrid.
De regreso a Uruguay en marzo de 1985 publicó “Despistes y franquezas” en 1989 y en 1992 “La borra del café”.
Más allá de la imagen simplista con la que algunos críticos construyen al escritor uruguayo, Ciancio lo destaca como un “avezado e incansable lector (leyó en diversas lenguas), intelectual metódico y riguroso con cada uno de sus proyectos de escritura devenidos libros, explorador del lenguaje, observador de la realidad histórica con la que se comprometió indeclinablemente y de las manifestaciones culturales del mundo sin considerar rangos de periferia o centralidad”.
“Es cierto que escribió sobre Proust, pero también tradujo poetas africanos emergentes -define el crítico-. Es un autor que está allí, en su enorme corpus literario que conforma una entretenida biblioteca, para ser (re)leído saltándose los lugares comunes, los juicios previos y las cristalizadas miradas sobre recurrentes zonas de su obra”.
Benedetti es un escritor que introdujo a la lectura a dos o tres generaciones de jóvenes, que hizo lectora a una parte de la sociedad que no consumía literatura y que perdura con algunas obras clásicas reconocidas hasta por sus detractores. Todo esto es mucho más de lo que puede esperar un jovencito sentado en un banco de plaza leyendo a Baldomero Fernández Moreno y soñando con garabatear sus primeros versos.
(*) Agencia de noticias Telam.
Literatura
Mar del Plata será sede de MarPlaneta 2026, el mayor festival literario de la Costa Atlántica
Mar del Plata se prepara para recibir MarPlaneta 2026, el Festival Literario más importante de la Costa Atlántica, una propuesta que combina literatura y artes performáticas y que tendrá como eje central a los libros y sus autores, acompañados por música en vivo, DJ sets, talleres, experiencias gastronómicas y contenidos audiovisuales.
Con entrada libre y gratuita, el festival se desarrollará en el Centro de Creación Chauvín los días 5 y 6 de enero y 2 y 3 de febrero, en el horario de 18 a 0. La programación reunirá a una destacada nómina de escritores y referentes del pensamiento y la cultura contemporánea, entre ellos Adrián Lakerman, Juan José Becerra, Darío Sztajnszrajber, Daniel Mecca, Guillermo Martínez, Alexandra Kohan, Martín Kohan, Hugo Alconada Mon, Jorge Fernández Díaz, Diego Sztulwark, Fabián Casas, Nicolás Artusi, Florencia Canale, Florencia Sichel, Flor Dapiaggi, Agustina Buera, Adriana Riva, Osvaldo Gross, Daniel López Rosetti, Cynthia Wila y Gabriel Rolón.
El concepto de MarPlaneta apunta a expandir la experiencia de lectura y llevarla más allá del formato tradicional, integrando distintas expresiones sensoriales en un mismo espacio. La propuesta incluye presentaciones de libros, charlas, firmas de autores, talleres y espacios de lectura, en diálogo permanente con la música, la gastronomía y el lenguaje audiovisual.
“Creemos fundamental brindar un espacio libre y gratuito con una amplia propuesta de presentaciones, charlas, talleres, firmas y espacios de lectura, de la mano de nuestros autores, donde los amantes de los libros y de la cultura en general puedan convocarse y compartir una experiencia enriquecedora”, señaló María Estomba, directora de Marketing y Comunicación de Grupo Planeta.
Con una programación que se despliega a lo largo del verano, MarPlaneta 2026 busca consolidarse como un punto de encuentro cultural clave en la agenda estival y reafirmar a Mar del Plata como un escenario privilegiado para la literatura y el pensamiento contemporáneo.
Agenda Literaria
Lunes 5 de enero
- Adrián Lakerman – Juan José Becerra
- Darío Sztajnszrajber
Martes 6 de enero
- Diego Sztulwark
- Florencia Canale
- Florencia Sichel
- Adriana Riva – Fabián Casas
Lunes 2 de Febrero
- Daniel Mecca – Guillermo Martínez
- Alexandra Kohan – Martín Kohan
- Hugo Alconada Mon – Jorge Fernández Díaz
Martes 3 de Febrero
- Osvaldo Gross – Nico Artusi
- Daniel López Rosetti
- Gabriel Rolón – Cynthia Wila
- Florencia Dapiaggi – Agustina Buera
(Fuente: Agencia Noticias Argentinas)
Literatura
“Relatos y ensayos”, de Charles Bukowski – Editorial Anagrama
La editorial Anagrama lanzó una edición de lujo que reúne relatos, ensayos y entrevistas de Charles Bukowski bajo el título “Relatos y ensayos”, con traducción de Eduardo Iriarte y prólogo de Abel Debritto. El volumen compila “Fragmentos de un cuaderno manchado de vino”, “Ausencia del héroe” y, por primera vez en español, “La matemática del aliento y la ruta”, un conjunto de textos que giran en torno de la escritura y el oficio de escritor.
Bukowski escribió siempre por una necesidad vital, con la urgencia de quien solo encuentra sentido enfrentando la página en blanco. En estas páginas, esa pulsión se manifiesta en registros diversos: cuentos tempranos, reflexiones sobre el arte de escribir, entrevistas y textos ensayísticos que permiten seguir su evolución desde los inicios hasta el momento en que se convirtió en una figura de culto y alcanzó el estrellato literario.
El recorrido es cronológico y da cuenta del afianzamiento de un estilo ferozmente personal, donde conviven lo políticamente incorrecto, la fanfarronería y una inesperada ternura. Está el Bukowski incendiario y salvaje, pero también el lector descubre a un autor con un sólido bagaje literario y musical, capaz de pensar la literatura con una honestidad brutal, propia de quien no sabe —ni quiere— hacer otra cosa que escribir.
“La matemática del aliento y la ruta”, inédita hasta ahora en castellano, ocupa un lugar central en el volumen al reunir textos que funcionan como una poética personal: risotadas contra lo imposible y una mirada implacable sobre la vida y la escritura, atravesadas por la convicción de que, al final, lo único que importa es seguir escribiendo.
Charles Bukowski (1920-1994) fue considerado el último escritor “maldito” de la literatura norteamericana. En Anagrama se publicaron sus seis novelas —”Cartero”, “Factótum”, “Mujeres”, “La senda del perdedor”, “Hollywood” y “Pulp”—, además de numerosos libros de relatos, textos autobiográficos como “Shakespeare nunca lo hizo” y “Peleando a la contra”, y sus diarios. Esta nueva edición de lujo reafirma la vigencia de una obra tan irreverente como influyente.
Textos para escuchar
La Botella – Gabriela Romero
Gabriela Romero lee su cuento La Botella.
Créame que todavía hoy, ni estando en este lugar, puedo definir si lo que pasó aquella noche fue una maldición o si estaba predeterminado. Lo cierto es que mi cuñado Alfonso hizo una pregunta y el universo se las ingenió para responderle. Todo comenzó el 20 de noviembre de 1991 durante el festejo de los treinta y un años de mi hermana Sonia. Solo estábamos la familia. Los cinco hermanos: cuatro mujeres y un varón. Y nuestras respectivas parejas. Más nuestra madre, que quedó viuda joven. Más los tres hijos de Sonia, la que está allá; los dos de Mercedes, y la única nena que al momento tenía Silvana, la que recién se acercó; más los cuatro hijos de nuestro hermano José Arturo y los dos míos. Además de los padres de Alfonso, el marido de Sonia, estaban sus tres hermanos con las esposas y los seis hijos, resultantes de las tres parejas. En total éramos: 37. Muchísimos. Ya habíamos cenado y los chicos corrían por el jardín mientras los adultos conversábamos, algunos dentro del quincho y otros en la galería, o junto al bar que Sonia había armado a un costado de la pileta. Minutos antes de las doce de la noche Alfonso nos llamó para el brindis y nos dijo algo así:
— ¡Gente, vengan a brindar por mi esposa!
Él había ubicado las copas en la barra del bar y nos esperaba con una botella envuelta en una servilleta de tela blanca. Era evidente que alguna broma se traía entre manos porque intentaba ocultar la risa en su mueca ladeada. Lo amenazamos con tirarlo a la pileta si nos bañaba con el champán.
—No soy tan infantil —nos dijo Alfonso y agregó con una voz cavernosa —: ¿¡A ver a quién le toca!?
Entonces hizo presión y el corcho se elevó como un cohete, pero en vez de perderse entre las plantas del jardín o estrellarse lejos en el pasto cayó sobre tres de nosotras. En Sonia, en nuestra cuñada y en mí. Recuerdo nuestro griterío cuando nos golpeó el corcho y la pelea de los nenes por quién se quedaba con ese corcho maldito y también las risas de los otros a causa de nuestros gritos, y de la cara de Alfonso.
— ¿Qué pasó, cuñado? ¿Te salió el tiro por la culata? —le dijo mi hermano José Arturo riéndose.
Todos miramos a Alfonso. No se reía. Mantenía la botella en alto, inmóvil. Sonia caminó hasta él y le quitó la botella de las manos.
— ¡Las Viudas! —gritó—. ¡El champán se llama Las Viudas! —y antes de beber directamente del pico le dijo a su marido—: ¡A tu salud!
— ¡Alfonso, serás el primero en morir! —grité—.
Sí, eso le dije yo. Mi marido se indignó, para él no le es fácil vivir en una familia que tiene humor negro. A Alfonso le bajó la presión. Era de esos tipos que no se aguantan una broma, pero que viven cargando a los demás.
Murió a la semana. El 27 de noviembre de 1991.
Su muerte nos desgarró. Tan imprevista. Y él tan joven. Y tan joven mi hermana y tan chiquitos sus tres hijos. ¿Quién podría creer que se haría realidad lo que sucedió en el cumpleaños de Sonia? Cuando me avisaron creí que era una broma de mal gusto. Decile a Alfonso que se deje de joder, le dije al amigo que me llamó. Y le colgué. El teléfono sonó al instante. Se murió, Malena. Alfonso se murió. Entonces, se me vino a la mente mi sentencia. Serás el primero en morir. ¿Cómo miraría a sus padres?, me pregunté. Aunque después preferí culparlo, al final de cuentas el que había comenzado todo esto había sido él. En su velatorio recordamos lo ocurrido en el cumpleaños de Sonia. Ahora sigo yo, me dijo José Arturo al oído.
Él murió veinte años después, el 15 de julio de 2011.
Qué dolor. Pobre mi madre y mi cuñada y mis cuatro sobrinos. Y hoy estamos acá velando al marido de Mercedes. ¿Usted de dónde conocía a mi cuñado? Sabe, aquella noche mi hermana se encontraba a mi lado, pero a ella el corcho no la tocó. En eso el oráculo falló. Las Viudas. Me pregunto si tal vez aquello que decía mi esposo cuando era un niño, y que mis suegros contaban con tanta gracia, no fue una suerte de amuleto. ¿Un amuleto que lo protege de lo que está escrito o de lo que sucedió a partir de aquella noche? ¿Qué vas a ser cuando seas grande?, le preguntaban mis suegros divertidos con la respuesta que siempre les daba su hijo. Viudo, les respondía él.
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