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Marcela Alluz: “Hay hechos que me tocan la piel, disparadores de historias que después se van pariendo solas”

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Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //

Las palabras se encienden sobre el papel, queman en la voz que las pronuncia. Son brasas que atraviesan los cuerpos, llamas que crecen y se convierten en caminos de fuego para despertar otras voces, para llegar allí donde habitan los fantasmas y liberarlos.

ContArte Cultura charló con la psicopedagoga y escritora Marcela Alluz para conocer su mundo creativo, ese lugar de su imaginación donde nacen cada una de las historias de ficción que son verdaderos fragmentos de una realidad que quema.

—Para comenzar esta charla, vamos a dejar en tus manos un objeto simbólico: será una brasa. ¿Qué es lo primero que percibís en su estructura? ¿Cómo es su tamaño, color, material? ¿Está encendida o comienza a apagarse? ¿Qué dice de vos esa brasa?
—La brasa arde, ilumina, quema. Da calor y luz, pero en las manos lastima. Hay algunas que se encienden y otras que se extinguen poco a poco. Brasas se denomina, en la calle, a las personas que andan al margen, a los desposeídos, a los “nadies”. Palabra que designa, vaya a saber desde que génesis, a los que no se ajustan a los moldes esperados. A mí me gusta creer que el origen es distinguirlos de los tibios, de los comunes, de los ajustados a las normas. Brasas que duelen en las manos que los sueltan, brasas que queman un tejido social que suele no hacer lugar a los que andan así, puro fuego.

—Y hablando de brasas, ¿cuáles creés que fueron las que encendieron tu gusto por la escritura?
—Yo he crecido rodeada de libros y cuentos, con una imaginación exaltada y turbulenta. La idea de escribir comenzó a los siete años, exactamente, cuando mi maestra de segundo grado nos leyó El cautivo de (Jorge Luis) Borges, y yo quedé cautivada por el poder que tenían esas palabras, por lo que produjeron en mí. Por la magia de despertar en otros una fascinación tal como la que a mí me había atrapado. Los cuentos inventados por mi madre, los que me leía mi tía, los que relataba mi padre. En mi casa circulaba la narrativa, y he crecido bebiendo esas historias. De esa raíz sale la tinta para la escritura.

—¿Qué temáticas encienden las chispas de tu imaginación para avivar el fuego de una historia que merece ser contada?
—Hay hechos que me tocan la piel, la piel de adentro, disparadores de historias que después se van pariendo solas. Fotografías cotidianas, una ventana iluminada en la noche, las luces de un auto a lo lejos, una flor creciendo en una grieta, una mujer acunando a su hijo en la soledad de alguna esquina. Todo merece ser contado. Me apasiona buscar las tramas detrás de cada cosa que se me mete en las retinas. O algún aroma que me lleva a mi tierra, el sabor vuelto a probar muchos años después, un ruido de llaves que me trae a la memoria a alguien que no volveré a ver.

—Hay palabras que queman y atraviesan los sentidos para alojarse en las profundidades de la memoria. ¿De qué manera trabajás para construir los rasgos psicológicos y físicos de tus personajes que, sin dudas, están hechos de palabras que los queman por dentro?
—Los construyo con la mirada en los otros, y en mí misma. Me imagino qué hay atrás de cada personaje, cuál es la historia que lo atraviesa, los dolores que lo quemaron, la memoria de sus risas. Mis personajes anclan mucho en lo real porque nacen de personas que pasaron a mi lado, a las que observé de cerca, sus gestos, sus miradas, las reacciones. Y como en la vida misma tienen los ingredientes mezclados, nadie es puro, somos revoltijos de luces y sombras, de maldad y bondad, de egoísmo cerrado o generosidad desmedida. A mis personajes los dibujo con cariño, intentando saber quiénes son y dejando grietas para que, sin contarlo, se perciba.

—Y hablando de ellos, ¿qué cosas creés que unen a las protagonistas de tus novelas? ¿Qué hilos podrían entrelazar esas vidas de ficción?
—Son todas mujeres al borde de las cornisas. Como somos todas, creo. Algunas saben mejor de dónde agarrarse, otras se despeñan, inevitablemente. Pero mi fe en ellas las salva. No caen al abismo impenetrable. Hallan modos de escalar. Cada una a su modo. La maternidad, la locura, el delirio y el amor son los tópicos que las marcan y a veces las devastan. Son fuertes y frágiles a la vez. Enrevesadas, atormentadas, con cicatrices. No tienen, ninguna de las protagonistas, afanes de heroínas ni rasgos de princesas. No son hermosas según estereotipos ni audaces guerreras. Creo que lo que las hermana es la posibilidad de su existencia, la cotidianeidad de sus rasgos. Son mujeres que conviven en este mundo y en este tiempo, con las contradicciones de las mujeres de una generación visagra, atravesadas por una cultura patriarcal de la que reniegan, y de un feminismo que las salva.

—¿Cómo llegó tu primera novela “Contigo en la distancia”?
—Creo que es una historia que me ayudó, de cierto modo, a contarme de dónde vengo. Habla de mis abuelos árabes, de quienes sólo conocí a mi abuela y hasta mis cuatro años. Historia que fui inventando y enlazando a datos reales. Me sobrecogía el misterio de la nostalgia que sobrevoló siempre sobre las personas que emigran, sobre lo que significa dejar la patria y echarse a la mar, sabiendo que jamás volverían. Qué dejaron, de qué se despidieron, cómo se arraigaron a este suelo. Contar por qué llegaron a Santiago, por qué hay tantos árabes en esa tierra. Los frutos que trajeron, las costumbres que nos heredaron, y la palabra. Los árabes son los reyes de las palabras. Con eso y con la ficción, yo escribí una novela que habla del desarraigo.

—¿Qué posibilidades te dio el río como símbolo en “El dueño del río”, tu segunda novela, para dar vida a tus personajes?
—La metáfora del nombre me nació antes que el libro. Querer adueñarse de lo imposible. Y ahí nació la novela que habla de una mujer que había perdido el deseo, y de cómo vuelve a enlazarse a él. Los prejuicios sobre el amor y la maternidad. La posibilidad de amar a dos hombres a la vez, de distintas maneras pero con la misma intensidad. Las renuncias que se hacen en nombre de la fidelidad, de la hermandad, de la maternidad. La riesgosa hazaña de atreverse a no amar a una hija y poder decirlo. La certeza de que puede haber un hijo absolutamente amado y otro no. En El dueño de río, se escribe una historia descarnada de una mujer que se anima a ser ella, le pese a quien le pese, con todo el oprobio que le puede acarrear.

—En tus libros “La otra de mí” y “Mal de muchas” llegás a las profundidades de los vínculos entre madres e hijas, ¿cuál fue el camino recorrido durante el proceso de escritura para romper con tus propios moldes y mandatos, para desatar a las tantas mujeres que nos habitan, a través de las palabras y de la ficción?
—El vínculo madres-hijas me resulta fascinante. En todas sus etapas. Desde la madre amorosa hasta la desapegada. Lo que se gesta en esa relación entre dos mujeres en las que se van intercambiando los roles hasta confundirse, quién materna a quién. El mandato del amor incondicional suele no funcionar y nos encontramos frente a madres que retacean el cariño o lo entregan a costos demasiado altos. No siempre de manera consciente. La hija soñada versus la hija real. Los velos que se van cayendo cuando pasa el tiempo y enfrenta a dos mujeres que ponen en juego sus armas para no terminar una devorada por la otra. Me encanta el ajedrez que se abre en estas relaciones y las jugadas de las que son capaces, dejando a veces el amor ileso y otras definitivamente herido. El camino para escribir sobre esto es la metáfora. No hay una sola madre en una misma mujer. Se puede ser una madre para cada hija y desde allí se genera la novela. Hay también mucho de autobiográfico, creo que en mí es inevitable. Se escribe con quién es una. Y las palabras develan misterios que sólo al ponerlos en papel toman forma.

—Una palabra que sintetice el espíritu de tu libro de relatos “Brasas, relatos de vidas desabrigadas”.
—Si tengo que elegir una palabra para ese libro es amor. Un libro escrito desde la esperanza de una trama social más justa y derechos concedidos a los desabrigados de siempre.

—¿En qué proyectos estás trabajando por estos días?
—Tengo empezada una novela sobre una mujer que descubre la infidelidad de su marido y en el afán de saber de la otra termina encantándose con ella. Habla sobre la sororidad y la hermandad entre mujeres. También estoy con relatos de madres. Un libro de cuentos sobre las madres posibles.

—Para terminar te invitamos a soltar un deseo en nuestra brasa del comienzo.
—Deseo que arda, que haga llama y encienda. Que de luz y calor a través de la palabra. Que no sea un resplandor efímero, sino una llama votiva que permanezca y alumbre.

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En primera persona: Nair Libonatti, escritora

La artista uruguaya habla de ella misma, de cómo llegó a la escritura y de su obra

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Sobre sí misma y su arte

Soy Nair Libonatti, mujer uruguaya de 69 años. Toda mi vida supe que podía escribir, sin embargo, al plasmar mis ideas en una hoja, el resultado no me era grato y terminaba rompiendo.

En el año 2019 una amiga me invitó a “algo” literario y fui. Resultó ser un taller y fue ahí donde comencé a escribir.

Pocos meses después llegó la pandemia, entonces, buscando recursos para mi nuevo despertar, entré en un grupo argentino de Facebook. En él compartíamos textos y comentábamos.

Un buen día me invitaron a participar en el Mundial de Escritura, al principio me parecía inalcanzable hasta que me animé y la experiencia resultó maravillosa.

Sobre su obra

He escrito algunos libros: “Historias del Caldero”, en conjunto con dos amigas, “Constelaciones”, libro que va por su segunda edición y “El Pata de Bolsa y otros relatos”. Estos dos últimos están presentes en la 49a Feria del Libro de Buenos Aires, en el stand de Uruguay.

Sobre “Constelaciones” puedo decir que es un libro fuerte, con historias bastante movilizadoras, es un intento de visibilizar algunas circunstancias.El Pata de Bolsa” es en tono más humorístico, un poco más distendido y coloquial.

Son libros de cuentos cortos, escritos individualmente y luego seleccionados para cada uno de los libros.

Su actualidad

Actualmente integro el taller “Ratones de biblioteca”, que funciona en la Casa de la Cultura de Minas, Uruguay, y algunas compañeras me acompañaron a la Feria del Libro de Buenos Aires.


Nair Libonatti junto a Andrea Viveca Sanz, de Contarte Cultura, en la 49º Feria Internacional del Libro de Buenos Aires

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Aguirre–Rodríguez: “El tango siempre estuvo como lengua principal en nosotros”

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Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //

Es un viaje dentro de otros, un movimiento sutil, la música desperezándose en gotas de rocío, notas evaporadas sobre las aves del campo, es el vuelo hacia el espacio urbano, un recorrido temporal. Es antes y después. Es ahora y siempre, una melodía que llega desde lejos, de otras patrias, del mismo viento que corre y desparrama en el lugar justo y en el instante oportuno.

“Del Buen Ayre”, el próximo espectáculo y disco del dúo platense AguirreRodríguez es un viaje por el tiempo y por distintos espacios, una relectura en modo actual de la música rural bonaerense.

Contarte Cultura charló con sus integrantes, Cynthia Aguirre y Alejandro Rodríguez para que nos cuenten acerca de ese caminar que la canción propone.

—Porque los espacios y las cosas que forman parte de ellos suelen hablar de quienes los habitan, nos gustaría comenzar esta charla deteniéndonos en su lugar de trabajo, en el espacio creativo de su música y en los objetos que los rodean en este momento. Si pudieran elegir un rincón o un objeto, el que mejor los represente como dúo y nos cuente algo de ustedes, ¿Cuál sería?

—El lugar, nuestra casa, y el rincón nuestra sala, en la que se va gestando todo el resultado final de lo que hacemos como músicos. Creo que estos espacios hablan de nosotros y de nuestra manera de entender la realidad y el arte.

—Y desde ese espacio viajamos en el tiempo, ¿cómo y cuándo se encuentran Cynthia Aguirre y Alejandro Rodríguez en el camino de la música para dar comienzo al dúo Aguirre–Rodríguez?

—Nos encontramos en la escuela de arte de la ciudad de Berisso, hace muchísimos años, en situación de alumna y profesor, pero rápidamente comenzamos a compartir producciones por fuera de la escuela. Con los años volvimos a encontrarnos, ya específicamente en el terreno del tango con la orquesta Los inmigrantes en el año 2005. Cuando el tiempo de la orquesta se terminó, continuamos en dúo.

—¿Cómo fueron esos comienzos?

—Fue un muy hermoso comienzo, pero rápidamente el dúo se fundió dentro de un cuarteto que con el tiempo se convirtió en sexteto de tango. Me refiero a Tangor. Con esa agrupación trabajamos durante más de 10 años. Por otro lado, Cynthia participaba como invitada permanente en el grupo La Sonora, proyecto que venía caminando desde el año 1989.  

—Como decías, con el correr de los años el tango se instaló entre ustedes, ¿qué cosas los llevaron a explorar en este género que nos representa?

—El tango siempre estuvo como lengua principal en nosotros. Como una especie de lengua madre. Rastrear el porqué de esto es complicado, creo que tiene que ver con nuestras historias personales y la idiosincrasia de nuestras familias de origen. Lo que es claro es que ha sido fundacional en nuestro vínculo con la música. Nuestra mirada como habitantes de este tiempo siempre nos llevó a buscar puentes entre el tango, otras músicas y otros conceptos artísticos.

—¿De qué manera llega el primer disco “Mundo Tango”, grabado en 2011?

—Ganamos un premio a la Producción Fonográfica del FNA (Fondo Nacional de las Artes) y generamos nuestro primer CD. En ese entonces, si bien el CD se llamó Mundo Tango, abarcamos otros lenguajes musicales, algunas cosas del folclore y canciones provenientes de la cantera del rock.

—Por estos días están en proceso de grabación de su segundo disco “Del Buen Ayre”, ¿qué recorridos espacio-temporales tuvieron que hacer para dar vida a los temas que forman parte de esta obra?

En Mundo Tango nos referimos a una idea acerca del tango, como un estado del ser que no solo aparece en esta región del mundo (por algo el tango impacta como impacta en todo el globo). Aquí nos referimos más a la génesis de este género y la música de la provincia de Buenos Aires. Este nuevo trabajo propone un recorrido desde la música campera de principio de siglo XX (El Gardel Gaucho, pasando por compositores icónicos de ese lenguaje como Omar Moreno Palacios) para adentrarse en el tango clásico de la época de oro y llegar hasta composiciones actuales que revitalizan el género. También este trabajo, a diferencia del otro, está estructurado por un material que fue ampliamente mostrado y fogueado. Es música que hemos tocado mucho en vivo y está planteado desde esa impronta. Los arreglos, si es que los hay, fueron construyéndose a lo largo del tiempo y de las distintas actuaciones. Los músicos invitados jugaron en ese mismo tono también. Se les envió un cifrado y una grabación como referencia, pero el armado de los distintos temas se resolvió en el estudio,  mientras Manzana Ibarrart (gran amigo y comandante del Estudio Sonosfera) montaba los mics y seteaba todo. Luego se eligieron las mejores tres tomas de cada tema. El resultado tiene un aroma a “trazos sueltos” que nos encanta en lo particular.

—Sin dudas se trata de un viaje a través de la música, ¿cuál es el aroma que elegirían para simbolizar a este álbum?

—El múltiple aroma de los viajes…si bien es un CD local en cuanto al repertorio, es bastante global en tanto a que lo que suena proviene de muchísimas fuentes y no solo de la tanguera. Lo hemos tocado tanto en tantos países diferentes, que para nosotros tendría ese olor a viaje, a aeropuerto, a trenes.

—El 3 de agosto estarán presentando este disco en La Salamanca, un reconocido espacio cultural platense, ¿qué podrán disfrutar esa noche quienes se acerquen a compartir su música?

—Haremos  algunos de los temas de nuestro espectáculo Del Buen Ayre, como antesala al espectáculo Filogenia de Victoria Moran y el Dúo Puentes Reyes.    

—Mencionás que ese día estarán acompañados por la cantante Victoria Morán, entonces la pregunta va para ella. Victoria, ¿Cómo nace “Filogenia”, ese recopilatorio de obras de música popular argentina? Contanos quiénes serán parte de ese recorrido el 3 de agosto y qué sentís al compartir noche con el Dúo Aguirre-Rodríguez.

9- Filogenia surge de la necesidad de contar nuestro ADN musical a través de las canciones que nos definen. Es una suerte de viaje musical hacia la fuente, hacia la memoria imperecedera que une un recuerdo con otro. Este espectáculo viene a despertarnos la fibra sensible con canciones que nos nombran, enlazando a Homero Manzi con Víctor Heredia, al Cuchi con Fito, a los que fuimos con los que somos. El compartir con compañeros y compañeras músicos y músicas siempre es una alegría, y en este caso será además una sorpresa para el dúo Puentes-Reyes y yo, porque jamás nos hemos cruzado en un escenario y esperamos anhelantes ese ida y vuelta mágico que siempre augura la música compartida.

—Para terminar, ¿cuál es el próximo destino de la música que los mueve?

—Tenemos por delante algunas fechas en nuestra ciudad, como el próximo 29 de agosto, día en el que estaremos compartiendo escenario junto al cantor Carlos Cabrera en el Café Metro. Octubre nos encuentra realizando nuestra segunda gira europea, con conciertos en países como Italia, Francia, España y Portugal. A nuestro regreso estaremos presentando oficialmente nuestro álbum Del Buen Ayre, con la participación de los músicos que fueron parte de la grabación.

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Celina Cocimano y ‘El juego de las emociones de Uma’: “Un libro que pide gran compromiso de los adultos”

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Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //

Todo gira, se mueve en una circularidad compartida. Las emociones suben y bajan, cuelgan de nuestros cuerpos, se desprenden como hojas secas. Regresan, son brotes, transformados en otra cosa.

Celina Cocimano es terapeuta emocional y a partir de sus vivencias y de su trabajo de muchos años necesitó dejar huellas, sembrar palabras para que germinen a través de sus libros.

“El juego de las emociones de Uma”, su último libro, está dedicado a las infancias. A través del juego logra acercarse a los territorios del miedo, de la ansiedad o de la frustración para atravesarlos.

ContArte Cultura charló con ella para conocer las rutas que la llevaron a indagar en ese universo.

—Las emociones forman parte de nuestras vidas, van y vienen, se mueven y nos movemos con ellas. Por eso, para comenzar y a modo de presentación, nos gustaría que elijas al menos tres emociones que te atravesaron al momento de escribir tu último libro y que a cada una de ellas les otorgues un sabor o un aroma.

  • Frustración, sabor a cebolla
  • Ansiedad, aroma a menta
  • Alegría, aroma a vainilla

—Y ya instalados en esa imagen, vayamos a tus comienzos, ¿qué vivencias te llevaron a transitar el camino de la terapia emocional?

—La insatisfacción personal, haberme descubierto cómo estafadora de mi propia vida, creando personalidades adquiridas para moldearme al gusto de la mirada ajena, siempre con esa sed emocional de ser alguien para los demás, ser aceptada, reconocida, querida y encantar a todos. Mientras estudiaba para contadora, sentí un apagón emocional, la apatía era mi única compañera en esos tiempos, hasta que mi cuerpo también “habló” con un síntoma muy sentido. Empezaba a hacerme pis por las noches siendo ya grande, más adelante entendí que eso sucedía en cada hogar o lugar donde me sentía a gusto, de esa manera, “intentaba” aferrarme a algún territorio, sentirlo al menos, por momentos, un lugar donde era yo. Como los animales que marcan su territorio orinando sobre él. Eso era lo que faltaba para que mi vida se vistiera de insatisfacción y cambie totalmente de rumbo, mejor dicho, empiece a vivir y dejar de aparentar lo que mis vacíos necesitaban cubrir.

—Seguramente al ir recorriendo ese camino fue necesario dejar huellas y de esa manera llegaron los libros, ¿cómo vivís la experiencia de escribir para que las palabras sean instrumento de sanación?

—Mi primer libro, “Despierta”, nació como algo catártico de la etapa que comenté anteriormente. Aún no sabía qué era lo que estaba viviendo y, sinceramente, pensaba que me moría por esos tiempos, entonces empecé a escribir cómo fue ese tránsito a mí destrucción de las corazas hacia mi reconstrucción emocional. Después, al compartir mi vivencia con muchas personas, me di cuenta que varios pasamos por ciertos procesos similares, por lo que se me ocurrió darle forma de libro y agregar reflexiones y ejercicios terapéuticos y de autogestión emocional. Los otros 3 -“Diamantes”, “Rotas”, y “El juego de las emociones de Uma”-, fueron pensados basándose en las historias que atiendo y buscando dejarle una “biblioteca” de recursos emocionales a mi hija para cuando sea más grande y, a las personas, que encuentren en estos libros, escrito en palabras, el propio sentir descarnado y sin filtro de las emociones que abordo en cada uno de ellos y luego, ofrecerles dinámicas, reflexiones, ejercicios para que encuentren en ellos formas de transitar el campo emocional sin tanto dolor y con valentía.

—Si pudieras resumir en una palabra el espíritu de cada uno de tus libros, ¿cuáles serían?

  • Despierta: Integridad
  • Diamantes: Osadía
  • Rotas: Coraje
  • El juego de las emociones de Uma: Autenticidad

—Tu último libro, “El juego de las emociones de Uma”, transita los paisajes de la infancia con todas sus gamas de colores, ¿cuál o cuáles fueron los disparadores de esta historia?

—Mi hija, a los 8 años, comenzó a transitar por un tiempo la conocida “Crisis de ansiedad y angustia”. Yo me opuse a que esté medicada siendo tan pequeña, y desde mi saber en el campo emocional de los adultos, junto a una gran observación sobre ella y sus crisis, se me ocurrió trabajar juntas para buscar soluciones a su sentir. Buscamos opciones en el juego infantil, en la creatividad, desarrollando distintos escenarios, armando una rutina de ejercicios y, sobre todo, busqué acercarla a la autogestión emocional. Así fue que se me ocurrió compartir cada ejercicio que funcionó en ella en este cuento, que no solo tiene el fin de que los niños empiecen a desarrollar desde pequeña edad sus propias respuestas emocionales ante cierta situaciones, sino que es un libro que pide gran compromiso de los adultos que acompañan al niño, y esa compañía, con el estar, el hablar su idioma, mejorar la calidad del vínculo, validar sus emociones, respetarlos y comunicarse con ellos, es lo que hace casi la mayor magia del trabajo de fortalecimiento emocional.

—Y justamente, a partir de tus propias vivencias decidiste contar desde el juego y desde las imágenes. Explicanos cómo fue el proceso de elegir esas duplas emocionales sobre las que querías hablar.

—Busqué las que a su edad son dentro de todo fáciles de interpretar, como decimos los adultos: de “etiquetar”. Son parte de las emociones primarias y la dupla fue pensada para dejarles el mensaje de que no son ni buenas ni malas, simplemente son y cada una es mensajera de un sentir, una acción a llevar a cabo y una particular respuesta emocional. También al ponerlas en duplas, cuando ellos/as sientan, por ejemplo, tristeza además de procesarla en todo su ser, sepan que pueden aprender a transportarla en alegría, ir de la ansiedad a la calma. Es decir, que conozcan cuál es la emoción que se necesita para equilibrar una con otra.

—Las semillas del libro fueron plantadas, ¿creés que tus palabras ya comenzaron a germinar y son brotes en los lectores?

—Sorprendentemente sí. Como comenté, yo me dedico a adultos no a infanto, y este libro que se publicó en abril del 2024 ya se está imprimiendo la segunda edición. Lo han comprado mucho abuelas y abuelos para compartirlo con sus nietos, en colegios para abordar ciertas emociones en el aula ya que también hay un capítulo sobre el bullying. Y muchas madres me compartieron que sus hijos o hijas mientras que se les leía el cuento ya comenzaban a incorporar los ejercicios sugeridos, o que empezaban a identificar sus propias emociones, tenían armados sectores en su cuarto como se encuentran en algunos capítulos. Incluso los que son más grandes, según cómo se sentían, buscaban en la biblioteca el libro y se encerraban en su cuarto a leer exclusivamente el capítulo que contiene la emoción que estaban sintiendo en ese día o ese tiempo. También compartió nota de Revista junto a Unicef en el día internacional contra el Bullying de 2024.

—¿En qué proyectos estás trabajando actualmente?

—Tengo dos libros más en camino, uno para adultos sobre la depresión, y otro para infanto, más expansivo aún, con un viaje al campo emocional que sea para ellos y para sus padres o tutores también, digamos que será un libro revelador en muchos aspectos.

—Para terminar, te invitamos a elegir la textura que represente a tu libro “Las emociones de Uma”.

—La textura sería cálida, pomposa, con colores desde pasteles a fuertes, con ganas de descubrirla y sentirla, y con distintos aromas que vayan cambiando según cada paso de la mano o de los pies sobre ella.

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