

Entrevistas
Martina Tolosa cuenta ‘Viracocha’: “No siento más que gratitud y locura por esta historia”
Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //
Toca las tumbas. Recorre con sus dedos los restos de una vida. Y de otra. Y otra más. Toca la muerte, la sombra que vigila. Cuelga de los pájaros que anuncian, sobrevuelan la desgracia, planean sobre la sangre derramada. Después.
“Viracocha”, la primera novela de Martina Tolosa, es una historia fuerte y oscura. A lo largo de las páginas una sombra va cubriendo la vida de sus personajes, que avanzan sin avanzar, como si estuvieran en el mismo sitio y las espinas se clavaran en sus mentes enfermas.
Con escenarios que acompañan el desarrollo del argumento, los protagonistas atraviesan temáticas reales fusionadas con elementos fantásticos que, sin dudas, potencian el relato.
En diálogo con Contarte Cultura, la escritora cuenta acerca de sus comienzos y del proceso creativo de su obra.
—Vamos a comenzar esta charla con un juego de presentación. Recorriendo las distintas escenas de tu novela, ¿podrías sumergirte en una de ellas, hacerte parte de ese decorado y traernos desde allí algún objeto o imagen que nos pueda contar algo de vos?
—El cementerio de Cachi, como sujeto ambiente, tiene una gran importancia en la historia. La obsesión de Julieta por el cementerio es también mi obsesión; cada vez que tengo la suerte de conocer algún lugar nuevo, chequeo si tendrá algún cementerio que se destaque. Pienso mucho en la muerte, en las tradiciones de las diferentes culturas ante ella, en los que se van y los que se quedan. Hace poco viajé a Nueva York y, la primera noche que estuve ahí, al volver de cenar, una mujer se había tirado al vacío en el hotel vecino al mío. Estuve días enteros pensando en ella, mirando sus redes sociales, las de sus familiares, las cosas que le escribían. Me parece un tema fascinante y misterioso que quizá, pienso, se exacerbó en los últimos años por la muerte de mi viejo, pero siempre fue un asunto que me llamó mucho la atención.



—Y a partir de esa primera pincelada que nos da alguna información sobre vos, nos gustaría ir más allá, ¿recordás cuándo nació tu interés por la escritura?
—Desde siempre estuve súper interesada por la escritura y la lectura, que me parece que siempre van de la mano. Mis viejos hicieron muchísimo hincapié en la lectura desde mi infancia, y creo que la escritura vino con eso. Además de que me compraban muchos libros, siempre se generaron espacios para imaginar, para crear. Un detalle: cuando mi mamá me llevaba a la escuela a la mañana, para que no me quedara dormida en el auto, empezaba a gritar en el camino: “¡No lo puedo creer! ¡Mirá esa jirafa! ¿La ves?”. Y yo no, obviamente no la veía, porque no estaba, pero a medida que iba nombrando todos los animales que imaginaba en el camino, yo también los veía. Era nuestro juego y me encantaba. Así con todo. Mamá toda la vida alentó las cosas que tuvieran que ver con la creatividad. Y mi papá también, pero más específicamente con la lectura.
—Vayamos a “Viracocha”, tu primera novela, ¿cuál fue su punto de partida?
—La idea de partida fue una escena que aparece en uno de los primeros capítulos: una mujer que, por un motivo x, decide no volver a besar a su marido. La idea siguiente fue una pareja que tiene que viajar al interior del país por un familiar enfermo. Empecé a escribirla en plena cuarentena y pensé en esa posibilidad, que era muy terrible porque para viajar en esa época tenías que presentar todos esos permisos y papeles. El resto de la historia vino después. Como soy de Puerto Madryn, yo quería escribir algo que tuviera lugar en el interior del país. Abrí el Google Maps y encontré Cachi. No conocía el pueblo ni nada. Después tuve la suerte de poder conocer el lugar y creo que eso le hizo muy bien a la historia, le dio otras imágenes más vinculadas a los paisajes y costumbres del norte de las que yo no tenía idea.
—Sin dudas se trata de un texto incómodo, cargado de imágenes que impactan contra las emociones del lector. ¿Cómo viviste ese proceso de ir encastrando cada pieza para hacer avanzar una historia que duele desde la primera página?
—Había veces que tenía que escribir escenas que me resultaban muy difíciles y pateaba el momento, pensaba que primero mejor limpiar, comer algo, tomar un café, leer un libro. Me engañaba a mí misma asegurándome de que seguro después de eso escribiría mejor esa escena difícil. Luis Mey -escritor amigo y tutor de obra- me “cagaba a pedos” por las inseguridades y miedos. De todos modos, disfruté un montón el proceso. Cuando escribo pienso en lo que a mí me gustaría leer y no hay cosa más satisfactoria que estar en la casa, tomando un café o un vinito, dejándose llevar por la historia. Llegó un momento, en la primera escritura, en donde los personajes ya tenían ciertos rasgos, actitudes, personalidades, y yo no podía luchar contra eso. A veces escribía algo, después lo releía y pensaba: “No, Julieta jamás hubiera dicho eso”. Esas cosas de la escritura, esa vida propia que toman los personajes y las historias me fascinan.
—¿De qué manera llega el dios Viracocha y sus sombras a tu texto?
—Cuando pude conocer Salta se gestó todo el tema de Viracocha. También lo de las momias. Yo no conocía el Museo de Arqueología de Alta Montaña, por ejemplo. Cuando me enteré le dije a mi marido que teníamos que ir sí o sí, porque sabía que eso iba a ser un elemento súper valioso para la historia. Al igual que las momias, todas las cosas más espirituales llegaron cuando pude ir a conocer: el día de las almas, el cementerio, las apachetas. Yo sentí que Cachi era el escenario perfecto para mi novela, pero toda Salta tiene una cosa mística muy fuerte y muy tremenda. Serán los paisajes, la gente, la historia, no sé.
—Julieta, la protagonista, está atravesada por un deseo que la lleva más allá de lo esperable. Si pudieras elegir la escena que más te dolió escribir, ¿cuál sería y por qué?
—Todo lo de Julieta me costó mucho en general. Las escenas violentas fueron difíciles, pero lo que más me dolió fue todo lo referente a su maternidad, porque las cosas que le suceden son cosas a las que yo les tengo mucho miedo en mi fuero íntimo.
—Javier es un personaje que fuiste mostrando a través de sus acciones. ¿Qué cosas te ayudaron a darle vida y personalidad?
—Intenté hacer que Javier fuera lo más desagradable posible. Una vez que escribí algunas escenas, lo mencioné anteriormente, él fue tomando vida propia. También me interesaba esto de que no fuera un monstruo completo todo el tiempo; hay situaciones en donde muestra cierta sensibilidad o incluso ternura, y creo que eso era importante para hacerlo verosímil. Me parece que lo peor de la violencia es que, de a ratos, se puede disfrazar de ternura.
—La vida y la muerte avanzan juntas a lo largo del libro, como si una y otra fueran la misma cosa, ¿cómo trabajaste para que “La muerte” sea un personaje más en esta historia?
—Creo que, no sólo en la ficción, la vida y la muerte van siempre de la mano, ambas igual de fascinantes e indescifrables. Cuando se mueren nuestros seres queridos queremos saber todo: en qué pensaron antes, a dónde van a ir si es que van a algún lado, qué hubiera sido del resto de sus vidas si seguían vivos, todo eso. En ese sentido me parece que esta historia tenía que estar sí o sí atravesada por la muerte y todo lo que la rodea, y las obsesiones de la protagonista son las que creo cualquiera de nosotros tendría al vivir las cosas que a ella le pasan. Todo esto sumado al festejo que en Salta hacen el 2 de noviembre, Día de las Almas, a los sacrificios que realizaba el imperio Inca… todo está ultra vinculado con la muerte. Si no le daba el lugar que se merecía, estaría perdiendo una parte importantísima de la historia.



—Si algo representa perfectamente como una síntesis el espíritu de la novela, esa convergencia de la vida y la muerte, es la imagen de tapa. ¿Quién o quiénes trabajaron con vos para lograr esa fusión?
—Mi editora Francisca Mauas y el diseñador Pablo Scavino fueron los responsables. Yo había pensado en la posibilidad de que la tapa contuviera, de alguna manera, un primer plano de las espinas de los cardones, ícono del norte argentino. Francisca fue más allá y sugirió, muy acertadamente, que agregáramos una panza de embarazo. Pablo le dio forma y logró esa imagen impresionante.
—Para terminar, ¿qué palabra lograría abarcar la emoción que provocó en Martina Tolosa la escritura de esta historia?
—Excitación. Todo en esta novela significó una alegría inmensa, un trabajo que por un lado, debido al amor por el oficio, no costaba trabajo y que a la vez implicaba un laburo inmenso. Una obsesión que duró un año entero, locas ganas de retirarme de la vida para ir a meter de lleno la trompa en la historia y sus personajes, de caminar Cachí, de conocerlo todo. No siento más que gratitud y locura por esta historia, nunca me la voy a olvidar.


Entrevistas
Marisa Villar presenta “Mamá peluda”, una obra sobre el puerperio: “Sentía que tenía que hablar de eso”

Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //
Hay una fragmentación, una ruptura de los cuerpos, una danza que crece. Los ojos viajan. Miran. Ven donde no se ve. No hay mal ni bien. Todo se transforma.
Marisa Villar es bailarina, directora, coreógrafa y docente. Por estos días presenta “Mamá peluda”, una obra donde confluyen la danza, el teatro y el lenguaje audiovisual para hacer foco en el tema de la maternidad con una mirada profunda.
En diálogo con ContArte Cultura, Marisa cuenta de qué manera surgió la idea de este espectáculo y cómo llevaron adelante el proceso creativo.
—Comencemos esta charla haciendo un recorrido por la escenografía de “Mamá peluda” y hagamos foco en tres elementos que te sirvan para sintetizar el espíritu de la obra.
—Es muy difícil sintetizar el foco en tres elementos escenográficos, porque para mí la falta de escenografía representa la soledad de este personaje. Solo hay en el espacio escénico elementos de utilería que acompañan las escenas, algunos objetos, y una pantalla en la que se despliega el lenguaje audiovisual.
—¿En qué momento de tu vida te sentiste llamada por el arte y cómo fue ese recorrido?
—Desde chiquita. Obviamente lo primero fue la danza. Empecé a los 4 años con una maestra del barrio y desde los 9 y hasta los 12 años en la Escuela Municipal de Danza “José Neglia”. Luego empecé la secundaria en la Escuela Superior de Educación Artística en Danza N° 02 “Jorge Donn”, donde tuve la suerte de ser parte del ballet pudiendo bailar y viajar mucho representando a la escuela. Eso me motivó más a querer dedicarme al arte. Al finalizar la escuela formé parte de la compañía de Salo Pasik y Silvia Vladimivsky, en la que hice mi primera experiencia con el teatro y conocí ese mundo. Interpreté varias obras con las que hicimos giras por las provincias del país y Europa. Ese espacio me despertó un gran interés por conocer más y empecé a estudiar teatro, canto y otras técnicas de danza con maestros y maestras. A partir 2008 empecé a bailar con otros directores y directoras, y participé como asistente de dirección en otras obras en las que aprendí a dirigir un montaje teatral. Así formé parte del GRUPODELPATIO con Ayelén Clavin, Laura Figueiras y Natacha Visconti. Era un equipo autogestivo con el que realizamos varios proyectos. Uno de ellos fue mi primera obra como directora, Una Obvia. A partir de ese momento empecé mi camino como directora. Luego vino La Habitación de Diotima, Vendidas, Los Obvios (Una Obra ya hecha) y actualmente Mama Peluda.
—Justamente en “Mamá peluda” se cruzan varios lenguajes artísticos para tratar una temática universal: la maternidad. ¿Cómo surge este proyecto?
—Durante mi puerperio, que no fue fácil, me preguntaba por qué nadie me había contado de qué se trataba esa etapa. Sentía muchas emociones contradictorias: angustia, felicidad, agotamiento, amor intenso, duelo, culpa, furia… Me sentía totalmente desconocida de mí misma, un estallido de hormonas confundidas. Y sentía que tenía que hablar de eso, que quizás había alguna mujer que también se sentía así y no pudo expresarlo. Entonces empecé a juntar material, motores de ideas. Todo el tiempo sabía que quería hacer una obra sobre mi experiencia en el puerperio, pero dudaba del biodrama, entonces me imaginé un personaje ficticio, Mama Peluda. Porque claramente en ese momento no tenía ni ganas ni tiempo de depilarme y por momentos me imaginaba que me ocultaba con mis pelos. Después empezó la pandemia y este personaje creció más. Parecía que se prolongó ese puerperio. Y fue durante la pandemia que se me ocurrió convocar a Estela Cristiani, una directora que proviene de otro lenguaje, madre con otra experiencia de maternar y que me gustaban sus formas de trabajar. Después pensé en dos intérpretes que sean madres con otras experiencias, para poder dialogar con estos cruces de lenguajes y, lo más importante, sobre la maternidad. Es importante para mí aclarar que Mamá peluda habla de su propia experiencia en su puerperio, que no significa que todas las maternidades y puerperios son iguales. Escuché relatos de madres que tienen más de un hijo, que con cada uno fue distinta su experiencia. Entonces para mi es importante dejar de generalizar, porque cada situación es distinta por varios motivos.
—¿De qué manera dialogan la danza, el teatro y el lenguaje audiovisual en el escenario?
—Cruzamos disciplinas porque parte de la propuesta era construir el personaje desde la diversidad de voces. Y está conciencia de diferentes recursos narrativos responde a esa lógica.
—¿Qué nos podés contar del vestuario, la música y la iluminación que crean el clima de la obra?
—La música, a diferencia del vestuario y la iluminación, la elegí antes de empezar a ensayar presencialmente. Durante la pandemia fui juntando material en una carpeta en la compu (frases en redes, imágenes, textos sueltos, libros, películas y músicas), ideas sueltas para crear la obra. Fue un gran estímulo para imaginarme escenas y también para la búsqueda del lenguaje de movimiento. Una vez terminada la obra, trabajó el sonido Sergio Di Martino. Sobre la iluminación, teníamos claro ciertos momentos, algunos muy puntuales. En mi caso, cuando ensayábamos me los imaginaba, pero el diseño de toda la obra lo realizó Sebastián Francia. Respecto del vestuario, es la primera vez que me pasa que en el proceso creativo no me lo podía imaginar. Sabía que no quería algo tan literal y que a la vez represente ese momento tan puntual que es el puerperio. Sólo tenía claro que quería que aparezca un superhéroe/mujer sexi en una escena puntual. Que los rulos sean protagonistas. Estela tenía claro la paleta de colores de la obra y buscó referencias. A partir de ahí se convocó a Agustina Bachanian quien terminó de cerrar la idea.
—“Mamá peluda” muestra una madre multiplicada y fraccionada a la vez. ¿Cómo llevaron adelante el proceso de dar vida a esos personajes que confluyen en una misma persona?
—En la obra no son tres personajes que concluyen en uno, sino que es un personaje, Mama Peluda, su nombre y apellido, que está representada por tres cuerpos diferentes que transitan los diferentes estados de catarsis de la etapa del puerperio que lo habita. También porque el concepto de fraccionamiento de un cuerpo representa lo que es maternar y atender las demandas que el rol le impone a esta mamá. Dos están físicamente en escena y la tercera es contada por Estela desde el lenguaje audiovisual.
—¿Dónde y cuándo puede disfrutarse de este espectáculo?
—Todo los viernes de septiembre a las 22 en Espacio Callejón, de calle Humahuaca al 3759 de CABA.
Artes Plásticas
Jeremías Milles: “Me interesaba que mi trabajo le llegue a personas sin que éstas lo tengan que ir a buscar”

Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //
Es una palabra en busca del espacio, el viaje a través de los ladrillos, la pintura sobre la pintura, la mano que pronuncia, la textura del lenguaje.
Es una historia que salta del muro.
Son los ojos que miran, la palabra en las pupilas, los colores en el cuerpo, las imágenes en movimiento. De acá para allá, texturas compartidas, una fusión de lenguajes en el alma de la calle.



Es un latido en la pared, puro arte.
Jeremías Milles es artista visual especializado en arte urbano. Sus manos pronuncian las líneas necesarias para dar vida a cada una de sus creaciones. Las paredes son el lienzo, el espacio misterioso donde nacen y crecen las palabras dibujadas.
Nacido en la Plata, donde lleva adelante su proyecto Milles, ha realizado numerosas intervenciones urbanas que visten de arte la ciudad.
En diálogo con Contarte Cultura, el artista cuenta acerca de sus comienzos y de sus proyectos.
—Vamos a comenzar esta charla ubicándonos delante de una pared imaginaria, un muro que, a modo de presentación, pueda revelarnos algo de vos. ¿Cómo sería ese espacio? ¿Qué elementos, colores o texturas representan a Jeremías Milles?
—Jugando un poco, diría que esta pared está acompañada de muchas otras, donde cada una tiene un artista distinto y se fusionan entre sí para conversar entre una obra y otra. Me gustaría que enfrente haya un gran espacio para que la gente pueda hacer las actividades que sienta y al mismo tiempo poder disfrutar de eso que se pinte. Creo que las mejores paredes están delimitadas no por su característica individual sino por su entorno y por lo que las personas hacen en él. En esta pared imaginaria pondría colores plenos, tramas y viñetas, proponiendo distintas escenas de alguna historia que tenga para contar en ese momento.









—Y mirando hacia atrás, si pudieras contarnos en pocas palabras cómo sería la “foto” que sintetiza tu comienzo en el camino del arte, ¿qué elementos veríamos y quiénes formarían parte de ese instante?
—Me es difícil resumir todo en una foto, ni yo soy consciente de cuando empezó mi camino por el arte realmente. Sólo tengo historias contadas por las personas que me acompañaban en la niñez. Podría ser más una peli, donde los escenarios cambian, las personas van y vienen. Podría ir desde pintar con crayones en el jardín de infantes, pasar por exponer por primera vez, sacar fotos, hacer esculturas, dibujar comics, pintar realismo, después murales y ganas de volver a pintar con crayones en el jardín.
—¿Cómo llevás adelante el proceso creativo de tus obras?
—Creo que el proceso creativo de una obra empieza mientras estoy haciendo la anterior. Siempre estoy en movimiento, pensando cosas nuevas, probando técnicas y buscando el error, ahí es donde aparecen las cosas que me divierten. Después, ya es cuestión de encontrar qué es lo que sirve de toda esa investigación y buscar la manera de integrarlo a una obra, a una idea o a una materialidad. La mayoría de las veces mis imágenes proponen frames aislados entre sí, de una historia. Ya sea personal o algo que vivió alguna persona cercana.
—En esta etapa de tu carrera lograste atravesar las puertas y ventanas de la creación dentro de un taller hacia la calle. ¿Qué es lo primero que te sedujo del arte callejero?



—Desde chico me interesa el arte callejero, y si bien hice varias pruebas de pintar en la calle, siempre lo vi más como un espectador. Hasta que en un momento, hace aproximadamente 5 años, con el proyecto MILLES decidí no solo pertenecer al mundo de las galerías y las exposiciones, sino también poder llegar a las personas que no tienen el hábito de asistir a estos lugares. Es decir, me interesaba que mi trabajo le llegue a personas sin que estas lo tengan que ir a buscar, que se lo topen mientras están de paso.
—Y si hablamos de Street Art, hablamos de un lenguaje, una manera de narrar la vida en el mundo de afuera. ¿De qué forma lográs introducir esas “palabras dibujadas” en cada obra para dar un mensaje?
—Si bien hacer una imagen en el espacio público tiene otras connotaciones que una obra de caballete y hay que tener algunos recaudos, mi forma de producir es la misma. Aunque me parece más oportuno sostener el concepto de que ese espacio es de todos, y que el espectador sea quien termine la imagen, según su visión, sus creencias y vivencias. Me gusta verme como alguien que propone historias a armar, como rompecabezas.
—Claramente esos mensajes luego serán leídos por la mirada de los caminantes. ¿Cómo vivís esa interacción con la gente que se detiene a “leer” tus creaciones?
—Realmente me divierte mucho. Si bien uno no se entera de la interpretación de cada persona que vio el trabajo, aprecio mucho cuando me manifiestan sus visiones y resignifican la imagen que propuse. Hay mucha gente que escribe, dibuja o saca fotos a raíz de mi trabajo. Eso es algo que valoro un montón y hace que la rueda siga.
—¿Qué elementos serían los más representativos de tu trabajo?
—Podrían ser la figuración, el formato del comic, el uso de tramas y colores plenos.






—¿Con qué materiales y técnicas trabajás habitualmente?
—Depende mucho del proyecto. En los murales suelo trabajar con stencil, aerosoles y látex. Pero después, en obras de interior o intervenciones, pueden aparecer materiales como óleo, crayones, fibrones, esmalte, acrílico… Y técnicas cómo aerógrafo, dibujo a lápiz, stencil, serigrafía, fotografía, etc.
—¿En qué proyectos estás trabajando por estos días?
—Ahora tengo algunos murales por pintar, estoy preparando una muestra. También voy a estar pintando en vivo en algunos eventos y festivales. En las redes se van a estar enterando de todo, va a haber varias cosas interesantes.
—¿Dónde se pueden encontrar tus murales y obras? —Te podés encontrar con murales por varios lugares y países, pero principalmente los vas a ver en La Plata. Y después se puede ver todo en mis redes sociales y página web, ahí tienen registro de todo lo que voy haciendo, desde murales hasta obras de interior.
Artes Plásticas
Juan Lorenzo: “Siempre soñé con integrar en una sola expresión mis sonidos plásticos con mis imágenes musicales”

Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //
La ciudad despierta. Varias líneas recorren el paisaje, suenan sobre las veredas, se curvan en una esquina. Crecen. Son una mancha, la gota de aceite que flota el sonido del agua, el tren que se acerca. Azul, un garabato en el vacío. Rojo, dos pies en movimiento. Negro, la danza y el silencio. Un silencio periférico que, a pesar de todo, brota como si fuera una línea nueva.
El poeta, compositor, músico y artista plástico Juan Lorenzo se encuentra presentando su segunda obra como solista, “Alto ruido”, una creación donde convergen temas instrumentales y canciones que recorren los rincones urbanos de nuestros días a través de la guitarra y la voz.
En diálogo con Contarte Cultura el artista cuenta acerca de su carrera y de los procesos que lo llevaron a dar vida a este nuevo álbum.



—Hay un paisaje sonoro que constantemente flota y se mimetiza con los espacios que habitamos. Ese paisaje muta, se expande y se contrae en los tiempos sucesivos. Para presentarte, si pudieras elegir algún elemento del paisaje sonoro actual que te represente para convertirlo en una imagen, ¿qué veríamos en ese cuadro imaginario?
—La imagen más representativa puede ser, entre otras, la tapa de Alto ruido, en donde pueden sentirse la velocidad, la sinergia entre los sonidos, los ruidos y las imágenes gráficas, el gesto, el ruido y el sonido humano de la urbe como signo de estos tiempos. Cuando dibujamos o pintamos lo que nos sale de adentro estamos dejando ver el paisaje que llevamos en nuestro interior, y por supuesto ese paisaje está en constante cambio, por eso nuestro arte cambia constantemente. Muchas veces ocurre que no nos explicamos lo que hacemos artísticamente. Primero hacemos, luego pensamos. A veces tardamos años en comprendernos y comprender lo que hicimos y por qué lo hicimos.
—Y hablamos de sonidos y de imágenes. Sin dudas tu vida está atravesada por el arte. ¿De qué manera se manifiestan en vos las pinceladas de música o los sonidos dibujados?
—Siempre soñé con integrar en una sola expresión mis sonidos plásticos con mis imágenes musicales. Varios colegas músicos me han dicho que mis pinturas eran muy musicales y artistas plásticos entendían que mi música y mis letras tenían imágenes muy vívidas. La materia desde la cual creamos arte parte de un sentimiento profundo de decir algo al mundo, los medios pueden ser varios aunque hay elementos comunes a todas las artes. En mi caso, aprendí que hay cosas que sólo son posibles de ser expresadas desde el lenguaje de la plástica, otras desde el lenguaje de las palabras y otras desde los sonidos musicales. Hay que aprender a decir estas cosas teniendo en cuenta que hay que perfeccionarse en cada disciplina artística para lograr una mayor profundidad en comunicar lo que queremos expresar.
—También la escritura forma parte de tus creaciones. ¿Qué nos podés contar de “sonidos humanos” donde las palabras suenan?
—Este libro nació durante una conversación con mi amiga Vanina Steiner, quien es diseñadora, editora y dueña de Tinta Roja Ediciones Del Sur XXI. Ella ha venido realizando una valiosa tarea editando numerosos libros sobre letristas y compositores y compositoras del tango actual, haciendo visible obras y artistas del llamado Tango Nuevo. Me propuso en un principio hacer un libro con mis poemas y letras de mis canciones y acompañarlos con algunas imágenes de mis dibujos y pinturas. Con el entusiasmo que empezó a generarse al ver la cantidad y calidad de obras que había disponibles, este proyecto fue creciendo y se terminó convirtiendo en un verdadero catálogo de pinturas y dibujos de varias etapas de mi carrera como artista plástico, con todas mis canciones, alguna de ellas inéditas hasta la edición del libro, con un código QR para que lectoras y lectores pudieran acceder a las diferentes versiones grabadas por varios intérpretes. Este libro es una forma de dar testimonio del trabajo de una buena parte de mi vida dedicada al arte, en todas las formas en las que he podido expresarme: la música, la palabra, el dibujo y la pintura.



—Por estos días estás presentando tu segunda obra como solista, “Alto ruido”, un disco que vibra desde el arte de tapa. Contanos cómo fue el trabajo de ese diseño en el que las líneas parecieran trazar melodías, como un adelanto de lo que suena dentro.
—El diseño de la tapa de Alto ruido está realizado Vanina Steiner, desde un dibujo abstracto de mi autoría que lleva el mismo nombre, realizado especialmente y pensado en lo que me dicen esas dos palabras y su relación con la música de este trabajo, la velocidad, el vértigo y la superposición de sonidos y ruidos que se da en la ciudad. Realizado con la técnica de marcadores y tinta sobre un papel de 60 x 56 cm.
—Si vamos a los distintos temas que forman parte de este álbum, la guitarra y la voz dibujan los sonidos actuales, se meten en las calles de estos tiempos para que resuenen. ¿Qué te gustaría destacar del nuevo tango argentino?
—Lo más destacable es la gran variedad y cantidad de expresiones que han estado surgiendo en estos últimos años, sobre todo de gente muy joven. También la gran cantidad de mujeres compositoras, poetas e intérpretes que hoy son referentes en el género. Todo esto se acrecienta al ver que no contamos con la visibilidad de los grandes medios, y los espacios que hay sobreviven gracias a la solidaridad de la comunidad artística, lo cual habla de un verdadero movimiento cultural con capacidad de resistencia.
—¿Quiénes colaboraron en la producción y realización de “Alto ruido”?
—Todos los temas fueron grabados y mezclados en noviembre de 2021 en Estudio Casa por el técnico Edgardo González, excepto Despacito, que fue producido y grabado en BSP Producciones, entre febrero de 2020 y mayo de 2023, por los técnicos Nicolás López, Belbeatz y Juan Morales también como productor. La masterización de todos los temas fue realizada en BSP en junio de 2023 por Nicolás López. Todos los arreglos, guitarras y voces son de Juan Lorenzo, también con la excepción de Despacito, donde la voz es de Lautaro Lorenzo. Como comentaba, la tapa es en base a un dibujo de mi autoría especialmente realizado para este trabajo y el diseño gráfico fue hecho por Vanina Steiner. Las fotografías para prensa la realizó Nicolás Foong, y las que me encuentro tocando en vivo son de Camila Verón. El trabajo lo editó y distribuye Acqua Records y la prensa y comunicación está a cargo de Alicia Gubitsch. Luego hay una gran cantidad de colegas que de alguna forma u otra han aportado valiosas opiniones, consejos y críticas que terminaron por influenciar el armado total de este trabajo.
—Hay un tema muy especial para vos, el trap de Lautaro Lorenzo, tu hijo. ¿Cómo fue el proceso personal y musical para darle la forma final a “Despacito”?
—Es un “bonus track” muy especial, que obviamente no estaba entre la selección inicial del repertorio. Un trap cuya autoría es de mi hijo Lautaro, que él había grabado en 2019 originalmente con su voz y una pista bajada de las redes, gracias a haber sido seleccionado de entre muchos chicos para grabar sus primeras canciones por BSP Producciones. Luego de superar parcialmente una difícil situación anímica estuve en condiciones y preparado para encarar entre fines del 2022 y mediados del 2023 el trabajo de limpiar y procesar la grabación original, para luego intervenir con mi guitarra sobre esa pista. Gracias al amoroso trabajo del productor Juan Morales y el técnico Nicolás López, fue posible cumplir el sueño que seguramente tiene todo músico: compartir y tocar música con sus hijos e hijas. Lauti me había comentado que estaba realizando esta grabación pero que aún no quería que yo la escuche y respeté su decisión hasta muy luego del final inesperado de su partida. Después de dos años de su viaje final estuve en condiciones anímicas de ir a la productora y conocer Juan, quien atesoró y guardó su voz. Fue como descubrir un lugar antiguo en donde alguien tenía guardada su voz y su música, un tesoro, un testimonio póstumo. Pese a esta tragedia había quedado algo de él, un mensaje, el legado artístico de sus 15 años de vida. Pude escuchar esa letra que habla de la muerte, de su muerte, de sus días que no tienen horas y otras tantas frases premonitorias. Siempre respeté su música y junto con él traté de entenderla, de aprender. Son nuevas formas de expresar las cosas de los pibes y pibas, que buscan lugares y sonidos nuevos, así como yo escuchaba a Los Ramones frente a mi viejo que nunca me dijo una palabra negativa sobre mis gustos musicales tan diferentes a los de él. Haber podido grabar e intervenir con mi guitarra sobre su música es un extraño privilegio que me tocó, en donde pudimos dialogar sobre nuestros mundos y nuestras cosas y hacer una confluencia artística de dos generaciones alejadas por el tiempo y sobre todo por la muerte, a la que derrotamos en esos 4 minutos eternos.
—¿Dónde y cuándo será la presentación de “Alto ruido”?
—La presentación en vivo tendrá lugar en el Club Social Cambalache, en Defensa al 1179 de San Telmo, en CABA, el sábado 16 de septiembre a las 21. Contará con la participación especial de las cantantes Bárbara Grabinsky, Bárbara Aguirre y el joven virtuoso bandoneonista de chamamé Santy Santa Cruz.
—Además del disco, ese día se podrá disfrutar de una muestra de artes plásticas donde se exhibirán algunas de tus obras, ¿de qué se trata?
—Se trata de una muestra de la serie de obras Monte Salvaje y la serie de dibujos Alto ruido que componen el diseño de la tapa del disco.
—Para terminar y a modo de síntesis, ¿podrías elegir un aroma que logre fundir a los temas de tu disco con los cuadros que formarán parte de tu muestra de arte el 16 de septiembre?
—Pues creo que serían varios los aromas, una mezcla del perfume que exhala mi patio en primavera, a glicinas y madreselvas, con ese olor que emana del asfalto en verano.
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