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Pesar y reconocimiento ante la muerte del editor, escritor y traductor Christian Kupchik
Escritores, editores y periodistas despidieron con gran afecto y reconocimiento al autor, editor y traductor Christian Kupchik (Buenos Aires, 1954) quien murió a los 68 años, tras haber recibido el reconocimiento en la Feria de Editores, que le entregó el premio a la trayectoria editorial en 2022.
“Tenía la mejor prosa de todos nosotros porque siempre fue un poeta. Había que escucharlo leer en voz alta. ¿Cuántos idiomas hablaba? ¿Cinco, seis? ¿Cuántas publicaciones y editoriales creó? Siempre tenía un proyecto por hacer. Siempre había un viaje por realizar. Despertaba amor como otros despiertan desprecio o indiferencia. Imposible que alguien no quisiera ser su amigo, no se sintiera su amigo, después de charlar con él. Llegaba con su sonrisa, con su aspecto de noble ruso en el exilio, y cautivaba a todos“, manifestó el escritor Sergio Olguín, definiendo su rica trayectoria desde su cuenta de Twitter.
Lector incansable y editor del sello Leteo en el último tramo de su vida, el escritor, que murió el sábado, tras enfermar de cáncer, decía en una entrevista con la agencia de noticias Télam por la publicación de sus relatos “Pranzalanz”, haber explorado el mundo de los libros de manera caótica y voraz, a tal punto que cuando comenzó estudios de psicología “leía los casos clínicos de Freud como si fuera literatura fantástica“.
Autor de siete libros de poesía, traductor del inglés, francés, italiano, sueco, noruego y danés, especialista en filología de lenguas nórdicas y literatura de viajes, Kupchik había sido uno de los fundadores del sello Paradiso, dirigió colecciones en Paidós y creó con el escritor Jorge Consiglio, la editorial Leteo, donde se publicaron libros de Fernando Pessoa, Raymond Queneau y Hjalmar Söderberg, y de autores argentinos como Valeria Tentoni, Mariana Docampo, Camila Sadi, Pedro B. Rey, Natalia Gelós y Lucas Margarit.
Tradujo al español a Honoré de Balzac, August Strindberg, Henrik Ibsen, Georges Perec, el Nobel de Literatura 2011 Tomas Tranströmer y Tove Jansson.
“Christian es una de las mejores personas que conocí en mi vida, un amigo muy grande, muy fuerte. Tuve el premio de compartir con él parte de mi vida, y la verdad que con su muerte se va un indispensable, un fuera de serie, una persona que se sale de los moldes“, manifestó Consiglio a Télam.
“Hay tres cosas que lo volvieron indispensable a Christian: uno es la curiosidad, extraordinaria que lo hacía mirar la literatura, el cine, el arte, de una manera muy particular, pero también la vida. El miraba la vida como de hallazgo en hallazgo, caminar una cuadra con él era distinto, lo cual lo convertía en un poeta, porque miraba como un poeta y un editor extraordinario“, señaló el autor de “Hospital Posadas”.
“La segunda cosa de Christian es la generosidad, una característica que lo convertía en un tipo luminosísimo, lo que tenía leído lo compartía. Leteo es una muestra de su generosidad, esos libros que son una obra de arte, muchos los regalaba directamente“, recuerda Consiglio y destaca “el espíritu celebratorio” de Kupchik que le otorgaba “una inteligencia y gran creatividad para organizar su vida que lo convirtieron en un poeta. Siempre creó su vida como un artista crea su obra y creó la vida que quería vivir. Un tipo extraordinario más allá de la erudición que tenía con una calidad humana increíble“.
También se sumó a la despedida la escritora y librera Cecilia Fanti quien manifestó: “El mundo en general, y el de la edición en particular, acaba de perder a uno de los mejores, Christian Kupchik. Gracias por todos los libros hermosos de todos estos años, por todas las visitas a la librería y por tantas charlas generosas y de una sabiduría inconmensurable“.
“Un abrazo a familiares y amigos de Christian Kupchik, colega. Lamentamos mucho su partida” manifestó la editorial Blatt y Ríos, mientras que el autor Martín Becerra lo despidió como “un tipazo, editor generoso, amable y gran lector“.
Kupchik había publicado varios libros de poesía, los relatos “Fuera de lugar” y el prólogo y las notas de “Arquitectura del cielo”, de Emanuel Swedenborg. Seleccionó y prologó, además, los textos de los libros de viaje “El camino de las damas. Escritoras viajeras. De la mística a la pasión”, “La ruta argentina. El país contado por viajeros y escritores”, “En busca de Cathay. Travesías por los enigmas de la ruta de la seda” y “Las huellas del río. Historias, misterios y aventuras en las grandes vías fluviales”.
Asimismo, formó parte del equipo de la revista literaria V de Vian y entrevistó a escritores de la talla de John Updike, Nélida Piñón, Susan Sontag y Jorge Luis Borges. En 2017, se editaron a través de Buenos Aires Poetry el poemario “Los colores de la vigilia”; en 2022, la editorial Omashu publicó el relato “El Señor de los Faros”, y el sello Dualidad, los relatos de “Pranzalanz”.
 
																	
																															Literatura
Está en marcha la 18ª Feria del Libro Antiguo de Buenos Aires
 
														La 18ª Feria del Libro Antiguo de Buenos Aires se realiza desde este miércoles y hasta el domingo 2 de noviembre, de 14 a 20, en la Plaza Seca del Centro Cultural Palacio Libertad (Sarmiento 151, CABA), con entrada libre y gratuita. Organizada por la Asociación de Libreros Anticuarios de Argentina (ALADA), la cita celebra además los 25 años de la refundación de la entidad y se consolida como uno de los principales encuentros del sector en la región.
Este año, la Feria tendrá como eje temático a la mujer escritora argentina, con actividades que buscan poner en valor su aporte a la literatura nacional. Habrá dos mesas redondas, una exposición fotográfica dedicada a autoras del país y un Espacio Taller donde encuadernadores, impresores e ilustradores compartirán sus oficios con el público.
En sus 28 stands, los visitantes podrán encontrar ejemplares que abarcan desde el siglo XV hasta las vanguardias del siglo XX: libros antiguos, ediciones raras o ilustradas, encuadernaciones artísticas, grabados, mapas, fotografías y afiches históricos. Participan instituciones y editoriales como el Archivo General de la Nación, la Biblioteca de la Academia Argentina de Letras, el CeDInCI, Ediciones Ampersand, Ediciones Dos Amigos y la Biblioteca Argentina para Ciegos.
“El espíritu de esta Feria es mantener vivo el amor por el libro y el patrimonio impreso”, expresó Roberto Vega, presidente de ALADA. “Nos emociona ver cómo cada año este espacio renueva la pasión por conservar y disfrutar las obras que narran nuestra historia cultural”.
Además de la muestra “Mujeres Escritoras Argentinas”, las actividades centrales se desarrollarán en el Salón de Honor del Palacio Libertad:
Programa
- Viernes 31 de octubre – 17:30 Mesa redonda “Cultura, Patrimonio y Coleccionismo” Participan: Emilio Perina, Juan Javier Negri, Juan Solá y Pablo Gasipi. Moderador: Roberto Vega.
- Sábado 1° de noviembre – 17:30 Mesa redonda “Mujeres escritoras en Argentina” Participan: Florencia Abatte, María Gabriela Mizraje, Adriana Rodríguez de Pereda y Matilde Sánchez. Moderadora: Gisela Paggi.
Con entrada gratuita, la Feria invita a recorrer el universo del libro antiguo y celebrar la palabra escrita, esta vez bajo la mirada y la voz de las escritoras argentinas que marcaron la historia literaria del país.
Textos para escuchar
Lluvia de otoño – Olga Drennen
 
														La escritora Olga Drennen lee un fragmento de Lluvia de otoño, capítulo X de su novela de época La noche olía a jazmines, los amantes a traición
Temblaba de indignación, ¿qué se habría creído? Para colmo, casado, ¡casado y con hijos! ¿Cómo se le podía ocurrir querer salir con ella? Deliraba. Como desprendida de una foto, la imagen del hombre la miraba con una súplica en la cara. Se dio cuento de que había llegado el momento de poner los puntos sobre las íes. Iba a decirle de todo. ¡Caradura! Pero cuando estaba por empezar la frase, él hizo un gesto que le provocó un aleteo en el estómago. Entonces, sin decir palabra, se dio vuelta y volvió para su casa.
Pensó que con eso era bastante, que ya no iba a verlo más. Pero no fue así, al día siguiente, apareció una vez más en la esquina. Cuando pasó cerca de él, le lanzó una mirada que parecía un cuchillo. Como para que no se acercara. Cruzó la calle para evitar saludarlo y siguió su camino.
Esa situación se mantuvo en ese estado durante varios días. Pero una tarde no pudo ir a llevar su trabajo. Su máquina de coser se rompió. Un tornillo de mala muerte la tuvo a maltraer.
-Bueno –dijo con voz resignada –si no anda, no anda. Dejo la entrega para mañana, ¿qué le voy a hacer? Mejor, plancho las blusas que ya están terminadas.
Una vez planchadas, las acomodó según el color de la seda. Una pila blanca, una pila rosada, una pila gris. Unos golpes en la puerta de su habitación la interrumpieron. Supuso que era la vieja y corrió a abrir.
El marco de la puerta perfiló la figura del hombre a contraluz.
—Me preocupó no verla como todos los días y vine a preguntarle si necesita algo.
—Pero…, ¡hay que tener coraje! No creo haberle dado lugar como para que se tome este atrevimiento.
—Por favor, Aurelia, no quiero que se ofenda. Ya veo que está bien, entonces, me voy.
Y el mismo marco que había delineado su figura, ahora, dibujaba su ausencia.
En las terrazas, la ropa que colgaba de las cuerdas bailaba, se contorneaba o intentaba escapar. El Riachuelo rugía y amenazaba con desbordarse enfurecido por el temporal. Como todas las tardes, Aurelia salió para entregar su trabajo, que guardó en un pequeño bolso de tela impermeable para protegerla de la lluvia.
—Niña, niña, ¿adónde vas con este aguacero?
—A entregar las blusas, doña Carmen. Vuelvo pronto, no se preocupe.
Sin embargo, no cumplió su palabra porque al salir de la Maison Lombard, se encontró con dos compañeras de trabajo.
—Vengan a tomar mate a mi casa –dijo una de ellas –mi abuela prometió preparar torrejas.
Conversaron un par de horas. Modas, dinero, amores. La dueña de casa y su compañera estaban comprometidas para casarse desde hacía un tiempo.
—Y vos, Aurelia, ¿no estás enamorada? –preguntó una de ellas.
—Ssí –contestó ella con voz insegura.
Las otras dos la miraron curiosas y un centenar de preguntas llovieron sobre ella. Que si ya había entrado a pedirla, que cuándo pensaba presentarlo, que si tenían planes de casamiento.
—Esperen, esperen –dijo ella –que esté enamorada no quiere decir ni siquiera que él lo sepa.
Le respondió la carcajada de sus compañeras y otra andanada de preguntas la aturdió.
Ella les contó la historia del encuentro y de cómo tropezaba con él cada vez que se asomaba a la calle.
—Le está arrastrando el ala –dijo la abuela que había entrado en el comedor sin ser vista –si el candidato tiene buena posición, ni se te ocurra dejarlo pasar, m´hija, porque después vas a arrepentirte…
Las dos amigas comenzaron a discutir entre ellas acerca de los matrimonios por amor o por conveniencia.
Aurelia aprovechó la oportunidad para despedirse. No quería responder más preguntas. No quería contar la verdad. El escándalo que se hubiera armado. Le dolía pensar en que le dirían que estaba loca, que lo echara, si se hubiera atrevido a decirles que el “candidato que le arrastraba el ala” estaba casado y tenía hijos. En ese momento, le temblaron las rodillas. La boca se le secó. Fue cuando comprendió con amargura que se enfermaba de solo imaginar la esquina de su casa sin la sombra del hombre.
Anochecía y además, sentía frío. Caminó con apuro debajo de la lluvia. Al acercarse, miró el jacarandá. Bajo la lluvia, parado en medio de una alfombra de flores azules, la esperaba él. Empapado, el pelo caía en desorden sobre la frente, las mangas del saco chorreaban agua. La miraba.
Aurelia suspiró. La suerte está echada pensó. Después le tendió el paraguas.
—Venga –le dijo y levantó la cabeza como quien acepta un desafío.
Historias Reflejadas
“Mimetismo”
 
														
Mimetismo
Un silencio blando se derramaba sobre el paisaje. Desde los árboles colgaban palabras, eran voces dormidas, murmullos imperceptibles, de colores, que se alargaban en sombras inquietas.
Sobre el suelo, el movimiento ondulante de esas sombras convocaba a una danza. Las figuras expandidas en el fuego despertaban historias e iluminaban misterios, era en el calor de las llamas donde se completaban los ciclos. La noche se hermanaba con el día, luna y sol abrazados en el cielo.
Todo giraba en las manos que habían sembrado, entonces las semillas eran fruto y cosecha, pinceladas de deseos, memorias de la tierra, que guardaba el recuerdo de quienes habían cruzado las fronteras para regresar, la vida enredada en la muerte, mimetizándose con las voces del paisaje, aquietándose en sus formas, como si cada pieza fuera necesaria, como si las palabras fueran parte del silencio y giraran.
Andrea Viveca Sanz
Se reflejan en esta historia los siguientes textos: “El dragón”, de Gustavo Roldán con ilustraciones de Luis Scafati; “Lo que cuentan los iroqueses”, de Márgara Averbach con ilustraciones de Alejandro Ravassi; “Cuando llega el dragón”, de Maricel Palomeque con ilustraciones de Rosa Mercedes González; y “Makemba”, texto e ilustraciones de José Rivadulla.
 
											 
											 
											 
											 
											 
											 
											 
											
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