Literatura
Se inauguró el Filba con una charla de Joyce Carol Oates
La narradora estadounidense Joyce Carol Oates abrió este viernes el Festival de Literatura de Buenos Aires (Filba) con una serie de reflexiones en las que aseguró que una buena escritora “debe pasar inevitablemente tiempo en soledad”, a la vez que ponderó al feminismo y al auge de la identidad étnica como los cambios más significativos de la cultura de su país y destacó que la literatura “nos enseña que necesitamos vivir con sororidad”.
Una década tardó en volverse real el deseo de los organizadores de Filba de sumar a su agenda a la autora de “Infiel” y “Memorias de una viuda”, pero finalmente se concretó.
Y así, gracias a los atributos de la virtualidad –la narradora de 82 años evita actualmente los largos desplazamientos- sus seguidores pudieron acceder a ricos apuntes sobre su educación literaria, su escepticismo acerca del escenario que dejará la pandemia y su posicionamiento sobre el presidente estadounidense Donald Trump, entre otros temas.
“Para mí, la literatura empieza con un estado de misterio. Te preguntás ¿por qué eso sucedió de ese modo?, ¿quién es esa persona? Y si conocés a alguien que te genera una impresión, tal vez sientas que esa persona es una figura misteriosa, y querés comprender a esa persona”, aseguró la narradora desde un cuarto con sus paredes enteramente tapizadas de libros, uno de los ambientes que forman parte de su espaciosa casa en las afueras de Princeton (Nueva Jersey).
Y ejemplificó: “Creo, por ejemplo, que Tolstoi escribió ‘La guerra y la paz’ debido a su gran obsesión con Napoleón. Si Napoleón no hubiese sido una gran obsesión para Tolstoi, no hubiese escrito ‘La guerra y la paz'”.
Oates aseguró también que todos los escritores están dominados por cierta obsesión o evento en sus vidas: “Para muchas personas que atravesaron la guerra, esos eventos terribles van a regresar y van a sentir que deben escribir sobre eso. Si el amor es decepcionante o termina mal, algunas querrán escribir sobre un matrimonio que no funcionó, que parecía tan perfecto, y de repente algo sucedió. Este es el elemento del misterio”, remarcó.
Conocida por novelas en las que indaga sobre el abuso sexual y otras violencias ejercida sobre las mujeres por hombres y sociedades que llevan incrustadas la marca de un patriarcado atávico, la escritora dedicó parte de su presentación a reflexionar sobre las conquistas del feminismo.
“Comencé a escribir sobre el tema cuando era joven, tenía veintipico de años. Escribí mucho sobre niñas y adolescentes lidiando con sobre un mundo potencialmente violento contra las mujeres, y cómo es necesario que las mujeres y las niñas se unan”, evocó.
“No tengo dudas de que debe existir una sororidad: las personas aisladas son víctimas, las personas que se unen con otras son mucho más fuertes”, dijo.
Luego citó uno de sus libros, “Foxfire: confesiones de una banda de chicas”, al que definió como “una novela muy popular dentro de ciertos círculos feministas”, y reflexionó: “La literatura nos enseña que necesitamos a otras personas, a otras mujeres y niñas, necesitamos vivir con sororidad, no deberíamos vivir aisladas o solas. No hay que culpar a las víctimas, hay que intentar entenderlas y ayudarlas. La literatura feminista propicia eso”.
En una presentación que sobrevoló algunos fragmentos autobiográficos, la escritora se refirió, como era de esperarse, al impacto que significó el cambio de vida al que empujó la pandemia, aunque relativizó los alcances. “Estaba dando clases en Universidad de Princeton y, cuando comenzamos la cuarentena, me mandaron a casa. Continué enseñando a mis estudiantes a través de plataformas virtuales, al igual que todos mis colegas. Yo he estado escribiendo. Mi obra y mi trabajo no cambiaron. Siempre he sido una persona que ha pasado tiempo en soledad y ahora paso más tiempo sola”, aseguró.
Luego, Oates expresó su escepticismo acerca de las transformaciones sociales que podría generar esta situación.
“No creo que haya un cambio en la sociedad después de la pandemia. Creo que la ciencia aprenderá, los científicos se están enfocando en las epidemias y enfermedades infecciosas. Pero lamentablemente las naciones están gobernadas por políticos y muchas veces los políticos son anti-ciencia. Un presidente ignorante, como Donald Trump que es extremadamente ignorante, desprecia la ciencia. Y si tenés un líder que ignora la ciencia, no importará demasiado. En cambio, si tenés un líder que es inteligente y tiene asesores que van a seguir las directrices científicas, entonces sí habrá un cambio”, argumentó.

La escritora nacida el 13 de junio de 1938 en una granja del norte del Estado de Nueva York, se refirió también a las lecturas que resultaron decisivas en su formación literaria.
“El libro que cambió por completo mi vida fue ‘Alicia en el País de las Maravillas’ y ‘Alicia a través del espejo’, fueron mis primeros libros. Me los dio mi abuela cuando tenía ocho o nueve años, era muy pequeña. Crecí en una granja y mi abuela paterna me los dio. Yo ya sabía leer y me transportó a otro mundo, tan distinto a mi vida en la granja y tan maravilloso”, evocó.
Oates definió ambas obras como “un retrato fascinante de una niña muy fuerte que se enfrenta a los adultos” y enfatizó: “A la edad de ocho o nueve nunca había conocido ningún niño que pudiera ser escéptico con respecto a los adultos. No había conocido a ningún niño como Alicia. Así que leer sobre ella y el País de las Maravillas fue increíble”.
Conocida por su mirada social tolerante hacia las disidencias sexuales y las minorías raciales, estas cuestiones también ocuparon un tramo destacado en la intervención de la autora de “Blonde”, “Mujer de barro” o “Ave del paraíso”.
“Muchas cosas han cambiado en nuestra cultura, en Estados Unidos. Creo que el cambio más profundo tiene que ver con el feminismo y el auge de la identidad étnica. Tenemos una cultura de literatura negra y afroamericana, que es muy importante, sobre todo después de la segunda mitad del siglo XX”, remarcó.
“Toni Morrison, que ganó el premio Nobel, llamó la atención al elemento de la raza y el racismo en Estados Unidos. Y tenemos el movimiento de gays y lesbianas que también corresponde a finales del siglo XX, que establece una literatura independiente y una cultura propia. Es interesante también la literatura de identidades étnicas, por ejemplo, escritores chino-estadounidenses como Amy Tan o indio-estadounidense como Jhumpa Lahiri. Todos ellos están combinados porque mi país es muy diverso”, enumeró Oates.
Se refirió también a los rituales de escritura, a la necesidad de fijar espacios y tiempos en privacidad para dedicarlos a las creación.
“Si tenés una familia muy ruidosa y numerosa y también tenés un empleo, tenés que encontrar el tiempo en el que puedas entrar a tu estudio y cerrar la puerta –indicó-. Emily Dickinson hablaba de cerrar la puerta al final del día. No tenía privacidad durante el día con su familia. Pero por la noche, cuando iba a su habitación, tenía un pequeño escritorio y trabajaba allí en su poesía a la medianoche, en soledad”.
“La soledad da origen a la literatura y otras veces que puede ser un impedimento. A veces en nuestras vidas nos encontramos solos, y no siempre la soledad implica estar sola: podés estar sola dentro de una gran familia, o en un matrimonio, si no funciona. Pero para ser un buen artista, una buena escritora, tenés que pasar inevitablemente tiempo en soledad”, indicó Oates, quien decidió cerrar su intervención con un poema de su autoría titulado “En sus hamacas tejidas con cáñamo leen The Nation” .
(Fuente: Agencia de noticias Telam)
Historias Reflejadas
“Derrumbe”

Derrumbe
La vida se derrumbaba. Las olas del pasado arrastraban los recuerdos. Sin embargo, entre los escombros, sus miradas lograron encontrarse.
Sus ojos se buscaron por encima de las cenizas, más allá de las fronteras de la muerte. Los límites se desdibujaron, las voces, una distinta de la otra, múltiples, diversas, se fundieron sobre el suelo que las unía.
El agua arrojó las palabras, como el viento del monte, como la tierra que temblaba y se abría en una boca sin nombres; como la fiebre y la guerra, que eran voces invisibles dispuestas a manifestarse.
Andrea Viveca Sanz
Se reflejan en esta historia las siguientes novelas: “Renacer de los escombros”, de Gabriela Exilart; “La canción del mar”, de Gloria Casañas; “La princesa de las pampas”, de Gabriela Margall; y “Los amantes de San Telmo”, de Graciela Ramos.
Feria del Libro
FILBITA celebra 15 años de lecturas, juegos y poesía para las infancias
El Festival de Literatura Infantil FILBITA celebra su 15ª edición con tres días dedicados a las infancias y a la lectura compartida. Bajo el lema Leer con otras y otros, el encuentro —organizado por la Fundación Filba— se realizará del 7 al 9 de noviembre en distintos espacios de la Ciudad de Buenos Aires, con actividades gratuitas para toda la familia.
El viernes 7, en el marco del programa Territorios de encuentros de ALIJA, habrá una jornada de formación e intercambio para mediadores de lectura, docentes y bibliotecarios en Los Pompas Club de Artes (Avenida Brasil 2640). Durante la tarde se desarrollarán una exposición, talleres de narración oral y lectura en contextos de vulnerabilidad, una conversación sobre experiencias de lectura comunitaria y el diálogo Leer con otros y otras, entre Belén Campero y Carlos Skliar.
El sábado 8 y el domingo 9, las actividades se concentrarán en el Espacio Cultural del Sur (Av. Caseros 1750), con una programación que incluye narraciones, lecturas, talleres de fanzine, escritura, ilustración, poesía, música, dibujo, cortos y actividades para bebés. Participarán autoras y autores como Luciana De Luca, Mario Méndez, Patricia Strauch, Noe Garín, Jimena Rodríguez, Laura Ávila, Luciano Saracino, Eleonora Garriga, Matías Moscardi, Jimena Tello, CH Respira, entre otros, junto a editoriales como Fondo de Cultura Económica, Loqueleo, Limonero, Lecturita, Siglo XXI, Ojoreja, Periplo, Ralenti, La brujita de papel y Pípala.
El festival será también escenario del lanzamiento del nuevo programa de la Fundación Filba, Sinfín, un proyecto social y cultural que promueve la circulación de libros y lecturas en comunidades, escuelas, espacios de salud e instituciones sociales.
Entre las propuestas destacadas del sábado figuran los talleres Palabrerío, Del sonido al papel, Rumbos cortitos, Pequeñas cosas extraordinarias, Cazadores de gigantes, y las lecturas Todas las semillas, Ilustrar a Galeano y Golondrina de invierno. A partir de las 19, en el marco de La Noche de los Museos, el escritor Mario Méndez ofrecerá Anochecer siniestro en Filbita, con cuentos de terror, y el cierre estará a cargo de Luciano Saracino, Victoria Rodríguez Lacrouts y Eugenia Sasso con Cantos y cuentos para llamar a la luna.
El domingo 9 se sumarán los talleres Mi bosque: un libro en miniatura, Que gane el perdido, Kiosco de palabras, Cómo armar un diario de viaje, Cómo ilustrar textos literarios, y actividades como Cuentos a cuerda, Rondas al viento, y la premiación del concurso Cazacuentos. El cierre del festival será a las 18:30 con el recital ATR (A Todo Rap), junto a CH Respira y los participantes del taller Escribiendo con ritmo.
Desde 2011, FILBITA se consolidó como un espacio clave en la agenda cultural argentina, reuniendo a cientos de autores, ilustradores y mediadores en torno a la palabra, la imaginación y la lectura como experiencia compartida.
Más información y programa completo: https://filba.org.ar/filbita/filbita-2025_137/programa
Textos para escuchar
Una larga noche negra – María Verónica Puyó por Mariano Rodríguez
Mariano Rodríguez lee el cuento Una larga noche negra de María Verónica Puyó
Era de día y, sin embargo, la noche se irguió de repente. No lo notamos al principio, pero el manto negro se extendió tan veloz como una gran mancha de aceite. Hasta entonces éramos felices.
Lo éramos. Pero un péndulo de acero glacial nos rozaba las cabezas y nos soplaba su aliento de verdugo. Y nosotros, inmutables, permanecíamos latiendo, viviendo a nuestro antojo sin medir ni calcular finales.
Un buen día me dijiste algo del miedo. Ciertamente no presté mucha atención, te escuché sin oír lo que decías. Simplemente recuerdo que hablaste de algo así como de un monstruo voraz y sanguinario. Siempre tenías esos temas, no me pareció extraño, pero ahora que trato de visualizar tus ojos, me doy cuenta que tenían un fulgor distinto, más brillante. Después dijiste que no había que dejarse morder por el miedo, que nunca lo harías. Sinceramente, no sabía de qué hablabas.
Poco después de aquella tarde vinieron a buscarte. Estaba oscuro y el toque de queda había barrido las calles como una feroz tormenta de otoño. A esa hora tomábamos un té en la cocina, era como una ceremonia, y el mundo podía caérsenos encima mientras tanto sin que nosotros soltáramos las tazas. Entonces oímos patear la puerta, y unas sombras desnudas se arrinconaron tras el cristal. Me levanté asustada y fui a ver qué querían. Creo que te paraste y permaneciste como congelado al lado de la silla. Cuando abrí se lanzaron como buitres, te vieron, te ataron las manos en la espalda y, sin oír mis preguntas aterradas, te apoyaron un revólver en la sien. Enmudecí y los ojos se me nublaron. Me parece verte pálido todavía, diciéndome algo del miedo, y yo no te escuchaba.
Te sacaron sin decirme una palabra, me cerraron la puerta y alcancé a verte tras el vidrio empañado, subiendo a un auto verde con los ojos perdidos. Grité y no me escuchaste, y entonces, solo entonces, comprendí lo del miedo.
Esa noche no dormí y por la mañana corrí temprano a preguntar dónde estabas. Me atendió un hombre alto, de anteojos, que, pasando varias veces el dedo de arriba a abajo en el papel lánguido me dijo que no estabas en la lista de los detenidos, como otros cientos. No se cómo volví a casa, ni cómo esa noche, recostada en el sillón, te soñé caminando mientras un niño pequeño te arrastraba de la mano hasta un precipicio. En el borde, a punto de caer, me gritabas algo, y yo no te oía. Te alcancé una mano y la tuya se escurrió como agua entre mis dedos. Resbalaste al vacío y, desesperada, quería caerme contigo pero no podía.
He escuchado muchos toques de queda desde entonces y creo que, desde algún lugar, desde alguna celda fría o pozo oculto continúas llamándome. Muchas veces me pregunté qué habías hecho, y otras muchas me respondí que no habías temido, que no habías aportado tu cuota al régimen del temor soberano. Hoy, tras años de preguntas sin respuestas, de calabozos sin registros, de silencio y noche negra; hoy, recién, aclara el día. Y sin embargo para mí la noche no se ha ido.
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