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Textos para escuchar

El árbol de lilas – María Teresa Andruetto

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María Teresa Andruetto lee su texto El árbol de lilas


UNO

Él se sentó a esperar bajo la sombra de un árbol florecido de lilas.

Pasó un señor rico y le preguntó:
-¿Qué hace usted, joven, sentado bajo este árbol, en lugar de trabajar y hacer dinero?
Y el hombre le contestó:
-Espero.

Pasó una mujer hermosa y le preguntó:
-¿Qué hace usted, hombre, sentado bajo este árbol, en lugar de conquistarme?
Y el hombre le contestó:
-Espero.

Pasó un chico y le preguntó:
-¿Qué hace usted, señor, sentado bajo este árbol, en vez de jugar?
Y el hombre le contestó:
-Espero.
Pasó la madre y le preguntó:
-¿Qué haces, hijo mío, sentado bajo este árbol, en vez de ser feliz?
Y el hombre le contestó:
-Espero.


DOS

Ella salió de su casa dispuesta a buscar.
Cruzó la calle.
Atravesó la plaza.
Y pasó junto al árbol florecido de lilas.
Miró rápidamente al hombre.
Al árbol.
Pero no se detuvo.
Había salido a buscar.
Y tenía prisa.

Él, con una sonrisa, la vio pasar.
Alejarse.
Hacerse un punto pequeño.
Desaparecer.
Y se quedó mirando el suelo nevado de lilas.

Ella fue por el mundo a buscar.
Por el mundo entero.

En el Este había un hombre con las manos de seda.
Ella preguntó:
-¿Sos el que busco?
-Lo siento. Pero no. –dijo el hombre con las manos de seda.
Y se marchó.

En el Sur había un hombre con los ojos de agua.
Ella preguntó:
-¿Sos el que busco?
-No lo creo. Me voy –dijo el hombre con los ojos de agua.
Y se marchó.

En el Oeste había un hombre con los pies de alas.
Ella preguntó:
-¿Sos el que busco?
-Te esperaba hace tiempo. Ahora no –dijo el hombre con los pies de alas.
Y se marchó.

En el Norte había un hombre con la voz quebrada.
Ella preguntó:
-¿Sos el que busco?
-No. No soy yo –dijo el hombre con la voz quebrada.
Y se marchó.


TRES

Ella siguió por el mundo buscando.
Por el mundo entero.
Una tarde, subiendo una cuesta, encontró a una gitana.
La gitana la miró y le dijo:
-El que buscas te espera en el banco de una plaza.

Ella recordó al hombre con los ojos de agua.
Al hombre que tenía las manos de seda.
Al de los pies de alas.
Y al que tenía la voz quebrada.
Y después se acordó de una plaza.
Y de un árbol con las flores lilas.
Y de aquel hombre que, sentado a su sombra, la había visto pasar con una sonrisa.

Dio media vuelta y empezó a caminar sobre sus pasos.
Bajó la cuesta.
Y atravesó el mundo.
El mundo entero.
Llegó a su pueblo.
Cruzó la plaza.
Caminó hasta el árbol florecido de lilas.
Y le preguntó al hombre que estaba sentado a su sombra:
-¿Qué hacés aquí, sentado bajo este árbol?

El hombre que estaba sentado en el banco de la plaza le dijo, con la voz quebrada:

-Te espero.

Después levantó la cabeza.
Y ella vio que tenía los ojos de agua.
Le acarició la cara.
Y ella supo que tenía las manos de seda.
La invitó a volar con él.
Y ella supo que tenía también los pies de alas.

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Literatura

Paréntesis – Andrea Viveca Sanz

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La escritora Andrea Viveca Sanz lee su texto “Paréntesis”.


Son tres líneas de puntos en suspenso. En ese paréntesis de la vereda el tiempo se alarga. Desde adentro del banco alguien espía. Toma nota de la longitud de las filas, ordena. Hace calor y la humedad impregna los cuerpos y las cosas. Poco a poco, ante una señal imperceptible nos movemos. Avanzamos en espera, balanceándonos entre palabras que van y vienen, como si fueran vientos que rompen el espacio. Por momentos, también retrocedemos obligados por las circunstancias. Una señora vestida de rojo arrastra el carrito de compras. Mira el reloj antes de atravesar la línea de puntos que nos contiene, parece apurada. La recta se parte en dos, da espacio a la mujer que acelera sus pasos para seguir su propia recta. Nos juntamos otra vez. El orificio de paso se cierra. Los sonidos de la calle se mezclan con el murmullo de la gente. Los pájaros huyen de los ladridos del perro que descansa a un costado de los puntos suspensivos, al borde de las voces. De pronto sucede un silencio breve, el chico en silla de ruedas pide ayuda para entrar al cajero. Otra fila se desarma, hace lugar al chico y a la silla, el señor de remera azul lo acompaña. En la puerta el policía llama al que sigue. Nadie sabe por qué sigue el que sigue. Supuestamente tiene turno. El tiempo se estira. Somos puntos quietos. La sombra del árbol nos cobija. En lo alto las hojas se mueven apenas como si acompañaran el ritmo de la espera. Avanzamos sobre las baldosas, apenas unos pasos cada media hora. Detrás de nosotros un señor se queja de la lentitud. Por la calle circulan autos, micros y motos. Son arrastrados por las obligaciones y las rutinas. Un gorrión da vueltas alrededor de nuestras cabezas, como una premonición. Minutos antes de que el sistema se caiga.

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Literatura

Poema de Natalia Camodeca

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Lectura de poema por la escritora Natalia Camodeca.


La polilla se detiene bajo el rayo de sol;
hay belleza en la sutileza de sus alas.
Permanece quieta.
Son las motas de polvo y las hojas del naranjo
las que se mueven a su alrededor.
La polilla, al alcance de mi mano,
no se va a mover.
Por una vez tengo la clave del universo.
La polilla no se va a mover
hasta que el rayo no lo haga.
Está en ese lugar,
suspendida
por el mecanismo del sol
y no le importa que esos minutos,
ese cuarto de vida,
se le vaya sin aletear.


Sobre Natalia Camodeca

Nació en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (1987) y es la menor de seis hermanos. Pasó mucho tiempo en el campo porque su padre es productor agropecuario.
Es Licenciada en Letras por la Universidad del Salvador y correctora de textos. En los últimos años trabaja como traductora de textos médicos.
Desde 2019 vive en las afueras de Barcelona con su perra.
Lleva toda la vida escribiendo prosa. Tiene cuentos publicados en “Gramma”, revista literaria en la que participó durante unos años, y en “Valinor”, revista de cuentos fantásticos.
En 2021 comenzó su recorrido en el mundo de la poesía y en 2022 publicó “Entre humana y animal”, con la editorial Cuadranta.
Promueve sus textos y actividades desde su IG: @natuki87.

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Literatura

Detrás de la ambigüedad – Pablo Capria

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El escritor Pablo Capria lee su poema Detrás de la ambigüedad.


Detrás de la ambigüedad

Deformé las formas
certificando la madurez de una poesía
que flota aún dentro de un azar
tan certero que despierta
de la larga siesta al fauno.

Pertenecientes
a láminas de palabras en silencio
te escucho
a través de mis manos,
te siento
como una polilla de verano
entre las orquídeas blancas
y te respiro
como una revolución.

Ya entregué mis armas de tinta
al sueño placebo
de sucumbir a mis pies
y no hay lógica fluctuante
en los momentos álgidos
donde olvidé existir.


Sobre Pablo Capria

Nació en Buenos Aires, Argentina. Estudió Licenciatura en Letras e Imágen y Sonido. Es admirador de las obras de Alejandra Pizarnik y Ernesto Sabato.
Integrante del espacio cultural Culturama, su poesía es una búsqueda constante por encontrar su propia voz y a la vez la de no perder su libertad creativa entre vuelos introspectivos, imágenes y surrealismo.
(IG @bonzo2078)

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Propietaria/Directora: Andrea Viveca Sanz
Domicilio Legal: 135 nº 1472 Dto 2, La Plata, Provincia de Buenos Aires
Registro DNDA Nº 2022-106152549
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