

Entrevistas
Alejo García Pintos: “Cuando ya no sea necesario, la gente dejará el barbijo y va a volver a abrazarse, a darse besos”
Por Walter Omar Buffarini //
Sobre las tablas de la vida misma el autor nos sorprende con un guión inesperado. El director exige dar todo por el aplauso final y el actor, quien nunca se imaginó protagonista de este singular unipersonal, se concentra y sigue el libro al pie de la letra.
Para hablar de esa obra de la que todo el mundo hoy es protagonista, ContArte Cultura invitó al actor platense Alejo García Pintos, quien nos contó, entre otros temas, cómo afronta el aislamiento provocado por la pandemia.
El hombre, el actor, el docente, el trabajo, los proyectos postergados, la radio, la virtualidad y los sueños formaron parte de este diálogo virtual que así levanta su telón:

—Contanos cómo transitás estos tiempos de aislamiento social sin desatender la profesión ¿Es un buen momento para elaborar proyectos a futuro?
— Es un momento raro que por suerte estoy transitando muy bien. Y en ese sentido me gusta una frase que me dijo una amiga hace un tiempo, ya en aislamiento: “Cada uno tiene la cuarentena que necesita”. Si nos agarramos de eso, lo internalizamos y lo tenemos como frase dando vueltas en la cabeza, vamos a poder aprovecharlo para no caer en esos lugares o actitudes comunes y lógicamente entendibles, en esa locura de querer salir ya, si o si, creyendo que no nos va a pasar nada, atribuyéndonos la impunidad de creernos inmortales. En mi caso, esta situación me sirvió para generar algunos proyectos, para comenzar a pensar un año distinto en lo profesional, porque creo que el año teatral para los actores, para la ficción en general, está terminado. Fue y es un momento de reflexión, de parar la pelota, de repensarme como artista, como laburante, como productor, como lo que sea. Empecé a ver y analizar qué otras posibilidades puedo ejercer, más allá de que no se me cae ningún anillo por hacer cualquier tipo de trabajo, porque necesito trabajar. Me sirvió justamente para eso, para poder buscar otro tipo de cosas, otras puertas, y abrirlas.
—Surge de tus palabras que entendés que la salida de esta situación, la recuperación particularmente en lo laboral, será lenta, ¿es así?
—No hay chances de que el teatro vuelva de una manera normal. Si vuelve será paulatinamente, con poca gente, con pocas butacas a la venta. Sin dudas esto generará que sea muy difícil poder producir una obra sabiendo de antemano que no se va a poder vender equis cantidad de entradas y que no habrá manera de recuperar la inversión. Más difícil aun teniendo en cuenta que no se pudo trabajar prácticamente en todo el año. A esto hay que sumarle que venimos de cuatro años en los que, según los números oficiales, bajó el 52% del público que asistía al teatro. Lo mismo sucede con los proyectos de cine que no se van a realizar este año y nos vamos a encontrar un 2021 con estrenos de algunas películas realizadas en 2019. Películas que tal vez no terminen siendo lo vigentes que podrían haberlo sido este año. Esas son algunas cosas que muchos no tienen en cuenta. También creo que, seguramente, después que esto pase va a haber mucha ficción respecto a lo que fue la pandemia, con el riesgo de que se agote el tema. Y por último también está la respuesta de la gente: hay que ver cuándo querrá volver a sentarse cerca de alguien. Son muchos los factores.
—¿Cuáles son las cosas que te quedaron en stand by con la llegada de la pandemia?
—Quedaron cosas que tenían que ver con proyectos básicamente teatrales y también la posibilidad de hacer una película. En estas circunstancias todo se desintegra de alguna manera. Pero yendo más a lo concreto, me queda el estreno de una obra que íbamos a hacer con Emilia Mazer, con quien tenemos ganas de hacer teatro desde que ella hizo Los chicos de la guerra y yo La noche de los lápices. Nos prometimos alguna vez hacer teatro juntos y nunca pudimos. Hicimos cine juntos, también televisión, pero nunca nos pudimos subir a un escenario.
—Contanos un poco más de ese proyecto.
—Es una obra que tiene que ver con los siete pecados capitales y cada uno de ellos está escrito por un autor distinto de Latinoamérica y España. Es un proyecto muy interesante, que encaramos junto al director teatral Javier Margulis, en donde cada pecado capital ocurre en una capital del pecado, y así se llama la obra: Siete pecados capitales en siete capitales del pecado. Son parejas, interpretadas siempre por Emilia y por mí, lo que nos lleva a tener que componer siete personajes distintos cada uno, los que que de alguna manera desarrollan, desde la dramaturgia de los autores y desde nuestra actuación, un conflicto que tiene que ver con esos pecados.
—¿Estás llevando adelante algún tipo de presentación virtual? ¿Qué opinás de esa modalidad, particularmente en lo que tiene que ver con al teatro?
—En principio, estoy dando clases de teatro a través de la aplicación Zoom. Se trata de un grupo cerrado que me pidió de hacer esta experiencia, que también me sirvió mucho a mi para probar cómo es esto de dar clases desde lo virtual, estar todos en el mismo cuadradito, mirarse y no saber cuándo habla uno y cuándo otro, pero nos vamos acostumbrando. En lo actoral, participé de un ciclo de teatro leído de la Sociedad Argentina de Gestión de Actores Intérpretes (SAGAI). En este caso leí un cuento, pero para el sábado 6 de junio voy ser parte de una puesta que se llama “Teatro en cuarentena”, en la que leo una obra con otro actor, cada uno desde un país diferente. En este caso lo voy a hacer con Gastón Dalmau, un actor argentino con el que trabajamos juntos en “Casi Ángeles”, donde él era uno de los teenangels. Él vive en EE.UU. ya hace muchos años, así que vamos a hacer esa experiencia de actuar el desde Los Ángeles y yo desde Buenos Aires, en una transmisión que se hace desde Miami. Otra de las cosas que mantuve desde la virtualidad fue mi actividad como docente de un colegio alemán de la zona de Hurlingham, donde tengo dos cursos de primaria y secundaria, con lo cual tengo que trabajar toda la semana, lo que en este caso se hace dificultoso porque no es fácil trabajar teatro a través de aplicaciones como el Classroom o Zoom con grupos tan numerosos.
—Siguiendo en la virtualidad, hablanos de “Pedro 2º A”.
—Pedro 2º A es un cortometraje que estrenamos por YouTube el viernes 29 de mayo, dirigido a distancia por Nicolás Tuozzo, quien propuso la idea, para la que tuvo la gentileza de convocarme y a mí me encantó. Se filmó todo en mi departamento y con mi celular, mientras que con otro teléfono móvil en paralelo enfocábamos el cuadro, todo a través de la aplicación Zoom, con lo cual Nicolás iba viendo a la distancia, en una especie de monitor, y me iba dirigiendo desde su casa. Cuando concluimos subí todo el material a la nube, todas las tomas, y él lo descargó y editó, trabajando también los audios y la musicalización. Para ello contó también con un sonidista, a quien le mandó el corto para emprolijarlo. Fue una experiencia muy divertida y también muy cansadora, porque entre mi mujer y yo tuvimos que hacer todos los rubros técnicos y artísticos que generalmente existen en el rodaje de una película. Así logramos tener una escenografía acorde a lo que se iba a contar, tener los elementos, trabajar la posición de la cámara y controlar que el celular no se quedara sin batería… en definitiva, todo lo que hace un equipo de una película lo pudimos hacer en esta oportunidad entre dos en mi casa con un director y un sonidista a la distancia. Por supuesto que, a pesar de haber sido una experimentación hermosa, bregamos por que el cine vuelva a hacerse de buena manera, como corresponde y con toda la gente que es necesaria.
—¿Creés que la “nueva normalidad” que llegará post pandemia prolongará en el tiempo esas modalidades obligadas de hoy?
—No creo que las disposiciones de hoy perduren en la distancia o en el tiempo. Tal vez alguna que otra nos podrá quedar como costumbre, pero no creo en nada que tenga que ver con que esto nos va a mejorar. En todo caso, a cada uno, quizás, le sirva el tiempo de estar solos o en soledad, o introspectivos. Cuando ya no sea necesario y obligatorio, la gente dejará el barbijo y va a volver a abrazarse, a darse besos, a compartir lugares, espacios, y eso me parece que está bien que suceda. No tenemos que acostumbrarnos a esto que es una excepción, consecuencia de la pandemia, que es algo nuevo, algo que por su rapidez nos sorprendió y no hubo manera de frenarlo un poco más.

—Regresando a tus actividades, no sólo sos un hombre de la actuación, sino que te das el gusto de hacer radio ¿Contanos cómo vivís esa experiencia y cuánto del actor está presente en esa aventura?
—Mi experiencia en la radio tiene que ver justamente desde el lugar del actor. Es el actor quién está en la radio, el que puede conducir, que puede participar de un programa. Parte desde una especie de personaje que obviamente tiene mucho que ver conmigo. Soy yo frente a un micrófono y a medida que pasa el tiempo voy dándome cuenta que le estoy hablando a alguien. Muchas veces caemos en el error de que hablamos para nosotros o para la gente que está en la mesa en el estudio, hasta que nos hace ese click que nos permite darnos cuenta que en realidad nos están escuchando del otro lado. Eso también me sirve como actor, porque sé que del otro lado hay un público, es por eso que rápidamente trato de hacerlo piel y trasmitirlo a través de lo que digo. Pero más allá de eso, me considero alguien que puede ser un conductor radial sin creerme ni periodista, ni entrevistador, ni un comunicador como se lo conoce tradicionalmente. Sí puedo serlo desde lo que soy yo como persona, desde lo que pienso y desde mi lógica, que es absolutamente subjetiva. Desde ese lugar puedo tratar de ser como una especie de pivot, un jugador número 5 en el medio de la cancha, desde donde puedo dar un pase a uno o a otro. Pero insisto, no soy naturalmente periodista ni he estudiado periodismo.

—Mirando hacia atrás en tu extensa carrera, ¿hay algo en particular que te hubiera gustado prolongar en el tiempo o una experiencia que te interesaría repetir?
—Se me vienen a la cabeza dos comedias que me gustaron mucho y me hubiese gustado hacer mucho más tiempo o volver a hacerlas también. Fueron “Los 39 escalones”, de Hitchcock y “Shakespeare comprimido”, la versión inglesa de la obra en donde tres actores hacen las treinta y siete obras de Shakespere, y realizan todos los personajes, los masculinos y los femeninos. Ese tipo de juego me sienta muy bien y me gusta mucho. También volvería a trabajar el unipersonal sobre Rodolfo Walsh, escrito por David Viñas, que hice en el Cervantes. Fue una de las cosas que me marcaron para siempre como actor, como artista y como comunicador de ideas si se quiere. Poder hacer un texto de Viñas, con un personaje tan emblemático, tan icónico, tan importante como fue Walsh. Esas son cosas que me hubiese gustado continuar un poco más o las volvería a hacer si me lo propusieran.
—¿Podrías ponerle nombre propio a los siguientes términos?
- Amor: Juana y Pedro.
- Pasión: Gimnasia
- Añoranza: Copy y Caco, mis padres.
- Felicidad: Ingrid. Haber vuelto a formar una familia y levantarme todas las mañanas y tenerla a mi lado.
- Amistad: Lautaro
- Vergüenza: Elisa Carrió
- Odio: Elisa Carrió
—Para finalizar, decinos cuáles serían los sueños que te gustaría cumplir, en lo personal y lo profesional, antes de bajar el telón.
—Que difícil, porque uno se pasa soñando como artista y sobre todo antes de bajar el telón. Si se quiere voy un poco más allá y tal vez con un poco de humor negro: siempre mi fantasía fue que el día que me tenga que ir de este plano sea actuando. No delante de la gente para no asustarla, para no impresionarla (risas), pero que sea en plena actividad. Que me agarre ejerciendo este oficio. En lo referente al trabajo en particular, seguir haciéndolo pudiendo elegir, pero no solamente desde lo material, sino desde la elección de realizarlo con buena gente. A esta altura de mi vida, cuando me ofrecen un proyecto, lo primero que pienso tiene que ver con el grupo humano. Esas serían las fantasías que tengo de ahora en más.

Entrevistas
En primera persona: Nair Libonatti, escritora
La artista uruguaya habla de ella misma, de cómo llegó a la escritura y de su obra

Sobre sí misma y su arte
Soy Nair Libonatti, mujer uruguaya de 69 años. Toda mi vida supe que podía escribir, sin embargo, al plasmar mis ideas en una hoja, el resultado no me era grato y terminaba rompiendo.
En el año 2019 una amiga me invitó a “algo” literario y fui. Resultó ser un taller y fue ahí donde comencé a escribir.
Pocos meses después llegó la pandemia, entonces, buscando recursos para mi nuevo despertar, entré en un grupo argentino de Facebook. En él compartíamos textos y comentábamos.
Un buen día me invitaron a participar en el Mundial de Escritura, al principio me parecía inalcanzable hasta que me animé y la experiencia resultó maravillosa.
Sobre su obra
He escrito algunos libros: “Historias del Caldero”, en conjunto con dos amigas, “Constelaciones”, libro que va por su segunda edición y “El Pata de Bolsa y otros relatos”. Estos dos últimos están presentes en la 49a Feria del Libro de Buenos Aires, en el stand de Uruguay.



Sobre “Constelaciones” puedo decir que es un libro fuerte, con historias bastante movilizadoras, es un intento de visibilizar algunas circunstancias. “El Pata de Bolsa” es en tono más humorístico, un poco más distendido y coloquial.
Son libros de cuentos cortos, escritos individualmente y luego seleccionados para cada uno de los libros.
Su actualidad

Actualmente integro el taller “Ratones de biblioteca”, que funciona en la Casa de la Cultura de Minas, Uruguay, y algunas compañeras me acompañaron a la Feria del Libro de Buenos Aires.
Nair Libonatti junto a Andrea Viveca Sanz, de Contarte Cultura, en la 49º Feria Internacional del Libro de Buenos Aires
Entrevistas
Aguirre–Rodríguez: “El tango siempre estuvo como lengua principal en nosotros”

Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //
Es un viaje dentro de otros, un movimiento sutil, la música desperezándose en gotas de rocío, notas evaporadas sobre las aves del campo, es el vuelo hacia el espacio urbano, un recorrido temporal. Es antes y después. Es ahora y siempre, una melodía que llega desde lejos, de otras patrias, del mismo viento que corre y desparrama en el lugar justo y en el instante oportuno.
“Del Buen Ayre”, el próximo espectáculo y disco del dúo platense Aguirre–Rodríguez es un viaje por el tiempo y por distintos espacios, una relectura en modo actual de la música rural bonaerense.
Contarte Cultura charló con sus integrantes, Cynthia Aguirre y Alejandro Rodríguez para que nos cuenten acerca de ese caminar que la canción propone.
—Porque los espacios y las cosas que forman parte de ellos suelen hablar de quienes los habitan, nos gustaría comenzar esta charla deteniéndonos en su lugar de trabajo, en el espacio creativo de su música y en los objetos que los rodean en este momento. Si pudieran elegir un rincón o un objeto, el que mejor los represente como dúo y nos cuente algo de ustedes, ¿Cuál sería?
—El lugar, nuestra casa, y el rincón nuestra sala, en la que se va gestando todo el resultado final de lo que hacemos como músicos. Creo que estos espacios hablan de nosotros y de nuestra manera de entender la realidad y el arte.
—Y desde ese espacio viajamos en el tiempo, ¿cómo y cuándo se encuentran Cynthia Aguirre y Alejandro Rodríguez en el camino de la música para dar comienzo al dúo Aguirre–Rodríguez?
—Nos encontramos en la escuela de arte de la ciudad de Berisso, hace muchísimos años, en situación de alumna y profesor, pero rápidamente comenzamos a compartir producciones por fuera de la escuela. Con los años volvimos a encontrarnos, ya específicamente en el terreno del tango con la orquesta Los inmigrantes en el año 2005. Cuando el tiempo de la orquesta se terminó, continuamos en dúo.


—¿Cómo fueron esos comienzos?
—Fue un muy hermoso comienzo, pero rápidamente el dúo se fundió dentro de un cuarteto que con el tiempo se convirtió en sexteto de tango. Me refiero a Tangor. Con esa agrupación trabajamos durante más de 10 años. Por otro lado, Cynthia participaba como invitada permanente en el grupo La Sonora, proyecto que venía caminando desde el año 1989.
—Como decías, con el correr de los años el tango se instaló entre ustedes, ¿qué cosas los llevaron a explorar en este género que nos representa?
—El tango siempre estuvo como lengua principal en nosotros. Como una especie de lengua madre. Rastrear el porqué de esto es complicado, creo que tiene que ver con nuestras historias personales y la idiosincrasia de nuestras familias de origen. Lo que es claro es que ha sido fundacional en nuestro vínculo con la música. Nuestra mirada como habitantes de este tiempo siempre nos llevó a buscar puentes entre el tango, otras músicas y otros conceptos artísticos.
—¿De qué manera llega el primer disco “Mundo Tango”, grabado en 2011?
—Ganamos un premio a la Producción Fonográfica del FNA (Fondo Nacional de las Artes) y generamos nuestro primer CD. En ese entonces, si bien el CD se llamó Mundo Tango, abarcamos otros lenguajes musicales, algunas cosas del folclore y canciones provenientes de la cantera del rock.
—Por estos días están en proceso de grabación de su segundo disco “Del Buen Ayre”, ¿qué recorridos espacio-temporales tuvieron que hacer para dar vida a los temas que forman parte de esta obra?
En Mundo Tango nos referimos a una idea acerca del tango, como un estado del ser que no solo aparece en esta región del mundo (por algo el tango impacta como impacta en todo el globo). Aquí nos referimos más a la génesis de este género y la música de la provincia de Buenos Aires. Este nuevo trabajo propone un recorrido desde la música campera de principio de siglo XX (El Gardel Gaucho, pasando por compositores icónicos de ese lenguaje como Omar Moreno Palacios) para adentrarse en el tango clásico de la época de oro y llegar hasta composiciones actuales que revitalizan el género. También este trabajo, a diferencia del otro, está estructurado por un material que fue ampliamente mostrado y fogueado. Es música que hemos tocado mucho en vivo y está planteado desde esa impronta. Los arreglos, si es que los hay, fueron construyéndose a lo largo del tiempo y de las distintas actuaciones. Los músicos invitados jugaron en ese mismo tono también. Se les envió un cifrado y una grabación como referencia, pero el armado de los distintos temas se resolvió en el estudio, mientras Manzana Ibarrart (gran amigo y comandante del Estudio Sonosfera) montaba los mics y seteaba todo. Luego se eligieron las mejores tres tomas de cada tema. El resultado tiene un aroma a “trazos sueltos” que nos encanta en lo particular.
—Sin dudas se trata de un viaje a través de la música, ¿cuál es el aroma que elegirían para simbolizar a este álbum?
—El múltiple aroma de los viajes…si bien es un CD local en cuanto al repertorio, es bastante global en tanto a que lo que suena proviene de muchísimas fuentes y no solo de la tanguera. Lo hemos tocado tanto en tantos países diferentes, que para nosotros tendría ese olor a viaje, a aeropuerto, a trenes.
—El 3 de agosto estarán presentando este disco en La Salamanca, un reconocido espacio cultural platense, ¿qué podrán disfrutar esa noche quienes se acerquen a compartir su música?
—Haremos algunos de los temas de nuestro espectáculo Del Buen Ayre, como antesala al espectáculo Filogenia de Victoria Moran y el Dúo Puentes Reyes.
—Mencionás que ese día estarán acompañados por la cantante Victoria Morán, entonces la pregunta va para ella. Victoria, ¿Cómo nace “Filogenia”, ese recopilatorio de obras de música popular argentina? Contanos quiénes serán parte de ese recorrido el 3 de agosto y qué sentís al compartir noche con el Dúo Aguirre-Rodríguez.
9- Filogenia surge de la necesidad de contar nuestro ADN musical a través de las canciones que nos definen. Es una suerte de viaje musical hacia la fuente, hacia la memoria imperecedera que une un recuerdo con otro. Este espectáculo viene a despertarnos la fibra sensible con canciones que nos nombran, enlazando a Homero Manzi con Víctor Heredia, al Cuchi con Fito, a los que fuimos con los que somos. El compartir con compañeros y compañeras músicos y músicas siempre es una alegría, y en este caso será además una sorpresa para el dúo Puentes-Reyes y yo, porque jamás nos hemos cruzado en un escenario y esperamos anhelantes ese ida y vuelta mágico que siempre augura la música compartida.
—Para terminar, ¿cuál es el próximo destino de la música que los mueve?
—Tenemos por delante algunas fechas en nuestra ciudad, como el próximo 29 de agosto, día en el que estaremos compartiendo escenario junto al cantor Carlos Cabrera en el Café Metro. Octubre nos encuentra realizando nuestra segunda gira europea, con conciertos en países como Italia, Francia, España y Portugal. A nuestro regreso estaremos presentando oficialmente nuestro álbum Del Buen Ayre, con la participación de los músicos que fueron parte de la grabación.
Entrevistas
Celina Cocimano y ‘El juego de las emociones de Uma’: “Un libro que pide gran compromiso de los adultos”

Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //
Todo gira, se mueve en una circularidad compartida. Las emociones suben y bajan, cuelgan de nuestros cuerpos, se desprenden como hojas secas. Regresan, son brotes, transformados en otra cosa.
Celina Cocimano es terapeuta emocional y a partir de sus vivencias y de su trabajo de muchos años necesitó dejar huellas, sembrar palabras para que germinen a través de sus libros.
“El juego de las emociones de Uma”, su último libro, está dedicado a las infancias. A través del juego logra acercarse a los territorios del miedo, de la ansiedad o de la frustración para atravesarlos.
ContArte Cultura charló con ella para conocer las rutas que la llevaron a indagar en ese universo.
—Las emociones forman parte de nuestras vidas, van y vienen, se mueven y nos movemos con ellas. Por eso, para comenzar y a modo de presentación, nos gustaría que elijas al menos tres emociones que te atravesaron al momento de escribir tu último libro y que a cada una de ellas les otorgues un sabor o un aroma.
- Frustración, sabor a cebolla
- Ansiedad, aroma a menta
- Alegría, aroma a vainilla
—Y ya instalados en esa imagen, vayamos a tus comienzos, ¿qué vivencias te llevaron a transitar el camino de la terapia emocional?
—La insatisfacción personal, haberme descubierto cómo estafadora de mi propia vida, creando personalidades adquiridas para moldearme al gusto de la mirada ajena, siempre con esa sed emocional de ser alguien para los demás, ser aceptada, reconocida, querida y encantar a todos. Mientras estudiaba para contadora, sentí un apagón emocional, la apatía era mi única compañera en esos tiempos, hasta que mi cuerpo también “habló” con un síntoma muy sentido. Empezaba a hacerme pis por las noches siendo ya grande, más adelante entendí que eso sucedía en cada hogar o lugar donde me sentía a gusto, de esa manera, “intentaba” aferrarme a algún territorio, sentirlo al menos, por momentos, un lugar donde era yo. Como los animales que marcan su territorio orinando sobre él. Eso era lo que faltaba para que mi vida se vistiera de insatisfacción y cambie totalmente de rumbo, mejor dicho, empiece a vivir y dejar de aparentar lo que mis vacíos necesitaban cubrir.
—Seguramente al ir recorriendo ese camino fue necesario dejar huellas y de esa manera llegaron los libros, ¿cómo vivís la experiencia de escribir para que las palabras sean instrumento de sanación?
—Mi primer libro, “Despierta”, nació como algo catártico de la etapa que comenté anteriormente. Aún no sabía qué era lo que estaba viviendo y, sinceramente, pensaba que me moría por esos tiempos, entonces empecé a escribir cómo fue ese tránsito a mí destrucción de las corazas hacia mi reconstrucción emocional. Después, al compartir mi vivencia con muchas personas, me di cuenta que varios pasamos por ciertos procesos similares, por lo que se me ocurrió darle forma de libro y agregar reflexiones y ejercicios terapéuticos y de autogestión emocional. Los otros 3 -“Diamantes”, “Rotas”, y “El juego de las emociones de Uma”-, fueron pensados basándose en las historias que atiendo y buscando dejarle una “biblioteca” de recursos emocionales a mi hija para cuando sea más grande y, a las personas, que encuentren en estos libros, escrito en palabras, el propio sentir descarnado y sin filtro de las emociones que abordo en cada uno de ellos y luego, ofrecerles dinámicas, reflexiones, ejercicios para que encuentren en ellos formas de transitar el campo emocional sin tanto dolor y con valentía.
—Si pudieras resumir en una palabra el espíritu de cada uno de tus libros, ¿cuáles serían?
- Despierta: Integridad
- Diamantes: Osadía
- Rotas: Coraje
- El juego de las emociones de Uma: Autenticidad
—Tu último libro, “El juego de las emociones de Uma”, transita los paisajes de la infancia con todas sus gamas de colores, ¿cuál o cuáles fueron los disparadores de esta historia?
—Mi hija, a los 8 años, comenzó a transitar por un tiempo la conocida “Crisis de ansiedad y angustia”. Yo me opuse a que esté medicada siendo tan pequeña, y desde mi saber en el campo emocional de los adultos, junto a una gran observación sobre ella y sus crisis, se me ocurrió trabajar juntas para buscar soluciones a su sentir. Buscamos opciones en el juego infantil, en la creatividad, desarrollando distintos escenarios, armando una rutina de ejercicios y, sobre todo, busqué acercarla a la autogestión emocional. Así fue que se me ocurrió compartir cada ejercicio que funcionó en ella en este cuento, que no solo tiene el fin de que los niños empiecen a desarrollar desde pequeña edad sus propias respuestas emocionales ante cierta situaciones, sino que es un libro que pide gran compromiso de los adultos que acompañan al niño, y esa compañía, con el estar, el hablar su idioma, mejorar la calidad del vínculo, validar sus emociones, respetarlos y comunicarse con ellos, es lo que hace casi la mayor magia del trabajo de fortalecimiento emocional.
—Y justamente, a partir de tus propias vivencias decidiste contar desde el juego y desde las imágenes. Explicanos cómo fue el proceso de elegir esas duplas emocionales sobre las que querías hablar.
—Busqué las que a su edad son dentro de todo fáciles de interpretar, como decimos los adultos: de “etiquetar”. Son parte de las emociones primarias y la dupla fue pensada para dejarles el mensaje de que no son ni buenas ni malas, simplemente son y cada una es mensajera de un sentir, una acción a llevar a cabo y una particular respuesta emocional. También al ponerlas en duplas, cuando ellos/as sientan, por ejemplo, tristeza además de procesarla en todo su ser, sepan que pueden aprender a transportarla en alegría, ir de la ansiedad a la calma. Es decir, que conozcan cuál es la emoción que se necesita para equilibrar una con otra.
—Las semillas del libro fueron plantadas, ¿creés que tus palabras ya comenzaron a germinar y son brotes en los lectores?
—Sorprendentemente sí. Como comenté, yo me dedico a adultos no a infanto, y este libro que se publicó en abril del 2024 ya se está imprimiendo la segunda edición. Lo han comprado mucho abuelas y abuelos para compartirlo con sus nietos, en colegios para abordar ciertas emociones en el aula ya que también hay un capítulo sobre el bullying. Y muchas madres me compartieron que sus hijos o hijas mientras que se les leía el cuento ya comenzaban a incorporar los ejercicios sugeridos, o que empezaban a identificar sus propias emociones, tenían armados sectores en su cuarto como se encuentran en algunos capítulos. Incluso los que son más grandes, según cómo se sentían, buscaban en la biblioteca el libro y se encerraban en su cuarto a leer exclusivamente el capítulo que contiene la emoción que estaban sintiendo en ese día o ese tiempo. También compartió nota de Revista junto a Unicef en el día internacional contra el Bullying de 2024.
—¿En qué proyectos estás trabajando actualmente?
—Tengo dos libros más en camino, uno para adultos sobre la depresión, y otro para infanto, más expansivo aún, con un viaje al campo emocional que sea para ellos y para sus padres o tutores también, digamos que será un libro revelador en muchos aspectos.
—Para terminar, te invitamos a elegir la textura que represente a tu libro “Las emociones de Uma”.
—La textura sería cálida, pomposa, con colores desde pasteles a fuertes, con ganas de descubrirla y sentirla, y con distintos aromas que vayan cambiando según cada paso de la mano o de los pies sobre ella.
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