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Entrevistas

Julieta Fajardo cuenta “La flor que extrañaba el sol”, un musical que abraza el mensaje de la amistad y la solidaridad

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Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //

Una sombra se expande sobre los pétalos, tapa los últimos rayos de sol. No hay luz y el espíritu de la flor se arruga hasta que una voz decide rescatarla y las palabras se multiplican, como si las sombras no fueran ciertas.

“La flor que extrañaba el sol” es un musical galardonado con tres premios Atina por su coreografía, vestuario y diseño de iluminación.

La dramaturgia es de Julieta Fajardo, la música de Mariano Gora, la coreografía de Miranda Sonzini, bajo la dirección de Camila del Río.

Contarte Cultura charló con la autora y productora general para conocer los detalles de un espectáculo que puede disfrutarse de manera virtual durante las vacaciones de invierno.

—Vamos a comenzar esta charla poniendo la mirada en un  personaje del que se desprende la trama de esta obra: la flor. ¿Qué disparadores de la vida cotidiana te ayudaron a dar vida a “La flor que extrañaba el sol”?

Julieta Fajardo, autora de la obra

—Antes de convertirse en musical, esta historia de una flor urbana y los amigos que la ayudan a tener una vida plena, fue un cuento. Lo escribí en 2020, cuando la pandemia nos obligó a encerrarnos en nuestros hogares y a estar separados por largo tiempo de nuestros afectos: familiares y amigos. A pesar de la separación física, la unión (aunque a la distancia) con nuestros seres queridos y el apoyo mutuo fue lo que nos ayudó a enfrentar la adversidad y salir adelante. De ese contexto de encuentros imposibles, extrañando los abrazos y los besos a los que estábamos tan acostumbrados, nació el cuento infantil “La flor que extrañaba el sol”, como un ejercicio literario que reivindicaba la empatía, la amistad y la solidaridad como pilares de la felicidad. En él, una pajarita, una gata, un perro y un chico se unen para ayudar a una flor triste y solitaria y, en el proceso, las vidas de todos mejoran porque, desde aquel momento, saben que se tienen mutuamente y que podrán seguir contando los unos con los otros, en las buenas y en las malas. Al poco tiempo de escribir el cuento, surgieron las canciones con las que cada uno de los personajes relataban sus respectivas historias y sus circunstancias y, a partir de allí, el texto dramático de la obra musical brotó sin pausa. La literatura, el teatro y la música son expresiones artísticas que me apasionan desde que tengo memoria. Afortunadamente, nunca perdí el amor por la literatura y el teatro de mi infancia y el hecho de convertirme en madre me llevó a redescubrir los cuentos, las novelas y las obras musicales que tanto disfruté en aquel entonces y volver a emocionarme. Fue así como el aislamiento, el apoyo recíproco con los afectos, mi reconexión con la literatura, el teatro y la música de mi infancia -durante ese 2020 tan extraño y difícil-, y la necesidad de transmitirle a mi hijo los valores que considero más importantes de una manera alegre y divertida, se combinaron en mí y derivaron, inevitable y afortunadamente, en la escritura de mi primer obra musical dirigida a la niñez. Además, en ese contexto, sin poder salir a caminar todas las mañanas por mi amado parque Saavedra como solía hacerlo antes de la pandemia, yo misma me sentía un poco como una flor cubierta por la sombra, extrañando el sol y “sin poder hacer la fotosíntesis”, tan necesaria para revitalizar cuerpo y alma.

—Y es esa flor la que pone en movimiento la historia, ¿cómo viviste el proceso de construir a los otros protagonistas que en conjunto harán avanzar este musical?

Del 18 al 31 de julio. Entradas: $1200 IG y FB: @laflorobra

—Antes de tener armada la historia tenía en claro que quería hablar de la importancia de la amistad, los afectos, la empatía y la solidaridad. No se puede vivir plenamente estando aislado. Lo malo se hace más llevadero cuando se comparte, y lo bueno se vive más intensamente, como cuando te reís en compañía y la risa de uno contagia al otro y se va haciendo cada vez más potente hasta que todos terminan llorando a carcajadas. Se me ocurrió pensar en una historia sencilla donde los personajes armaran una especie de “cadena de favores” a partir de la cual, ayudando a otro, terminan beneficiándose todos. Para que no se me olvidara esta idea y seguir trabajándola con el correr de los días, en la pizarra de mi oficina dibujé rápidamente una flor seguida de una flecha que señalaba a un pajarito, seguido de otra flecha que señalaba a una gata, seguida de otra flecha que señalaba a un perro, seguido de una última flecha que señalaba a un chico que vivía en un edificio. Sabía que iba a ir presentando los personajes de a uno y que, de a poco, se unirían para ayudar a la flor y terminarían haciéndose amigos y siendo todos más felices. Quería que los personajes fueran animales urbanos que, además de ayudar a la flor, colaboraran para que el adolescente de la historia, enajenado por la ciudad y la tecnología, volviera a conectar con su entorno y consigo mismo. Hasta hace muy poco había igual cantidad de animales que humanos en mi hogar familiar -dos gatos y una perra y tres personas-, así que era lógico que los personajes que ayudaran a la flor (como representante de la naturaleza) a conectar con Mateo (el adolescente urbano de la historia) fueran una gata y un perro, además de un pajarito que uno puede encontrar en cualquier plaza de Buenos Aires.  

—Son esos personajes los que se unirán por un objetivo en común: rescatar a la flor de la sombra. Si pudieras elegir una palabra que resuma la temática principal de esta obra, ¿cuál elegirías y por qué?

—Es difícil elegir solo una. Diría amistad y solidaridad, aunque la segunda se desprende de la primera, ya que creo que los verdaderos amigos deben ser solidarios entre sí o al menos eso espero. Como dije antes, la vida de estos personajes se enriquece al conocerse, acompañarse y ayudarse mutuamente. Todos son más felices por tener a los demás.

—¿Qué te gustaría destacar de la escenografía y del vestuario?

—La escenografía, con diseño de Pablo Calmet y realización de Hernán Todisco, es bastante gris y despojada. La idea era representar un paisaje urbano de edificios y que la vida estuviera dada por los animales y la flor, que se apropian de ese paisaje y resisten a pesar de la falta de sol y la indiferencia humana. El hecho de utilizar una tarima con escaleras a ambos lados favorece el juego de los personajes principales y las gatas del ensamble en diferentes niveles. El espectador siempre tiene algo interesante para ver, más allá de los personajes que estén llevando la acción principal en cada momento. Siempre hay una gata estirándose, acechando a la pajarita o desplazándose de un nivel a otro. El vestuario de Anastasia Meier -ganadora de un premio Atina por su labor- es sencillamente hermoso. Usando telas en capas, con diferentes texturas y colores, mediante un trabajo muy detallista y artesanal, contribuyó a darle vida a los personajes, cada uno con un estilo propio y único. 

—¿De qué manera interactúa la música con las actrices y actores en escena?

La música de Mariano Gora -integrante de “Vuelta Canela”- fusiona diferentes géneros como el tango, el blues, el rock, el jazz y la cumbia con el pop y los ritmos urbanos, para acercar a los espectadores el mensaje de la obra a través de un sonido con el que puedan sentirse identificados tanto chicos como grandes. La coreografía de Miranda Sonzini -galardonada con un premio Atina por su trabajo- logra que los personajes se apropien de los diferentes estilos musicales para narrar sus respectivas historias, transmitiendo sus emociones en cada caso, y que la acción avance de forma dinámica, emotiva y sumamente entretenida. A medida que la historia avanza y los personajes unen sus voces y sus movimientos, las canciones y las coreografías van creciendo y haciéndose cada vez más potentes y emocionantes. Esta emoción se percibe en los sonidos que emite el público, que suspira aliviado cuando los personajes superan sus obstáculos, se ríe, y acompaña cada canción con palmas y moviendo los pies al ritmo.

—La iluminación también es fundamental para contar esta historia de luces y de sombras, ¿cómo trabajaron para lograr transmitir emociones a través de los juegos lumínicos?

—El diseño de iluminación estuvo a cargo de Daniela García Dorato, también acreedora de un premio Atina muy merecido. Junto con el vestuario, la iluminación es uno de los medios que utilizamos para darle color y vida al paisaje urbano gris y despojado. Mediante los juegos de luces se potencian las emociones transmitidas por los personajes mediante la música, el canto y la coreografía. Además de enriquecer la acción dramática, el diseño lumínico también sirve para diferenciar el espacio del cantero, donde la flor sufre cubierta por la sombra, del espacio del parque, donde el sol baña todo y la flor puede vivir plenamente rodeada por sus amigos. 

—¿Quiénes participaron en el diseño de la imagen que representa el espíritu del espectáculo?

—La propuesta estética y de puesta en escena es de la directora, Camila del Río. Como productora general, yo participé activamente en la toma de decisiones de varias áreas, sobre todo en lo que respecta al vestuario y la música (la mayoría de las melodías de base son mías), pero fue Cami quien, junto a los responsables de cada rubro, se encargó de construir el universo de “La flor que extrañaba el sol” para llevarlo a la escena. Y, desde mi punto de vista, hizo un excelente trabajo. Con Cami charlamos mucho respecto a cómo cada una se imaginaba la puesta y ella siempre tuvo bien en claro que quería que la estética urbana lo atravesara todo, desde la escenografía y el vestuario hasta la música y las coreografías. Desde un principio me encantó su visión y, cuando finalmente la vi cobrar vida sobre el escenario, me alegré mucho de haberla convocado como directora. No sólo supo concretar lo que había imaginado, sino que superó mis expectativas.

—¿Hay algo más que te gustaría destacar de esta obra?

—Sí, que además de los rubros señalados hasta acá (diseño y realización de escenografía, vestuario, música, coreografía, iluminación y dirección), el gran equipo que supimos construir se completa con: Roberto Lachivita en la producción ejecutiva, asegurándose de que no falte ni falle ningún detalle; Camila Sebio en coaching actoral, ayudando al elenco a conectar con el aspecto animal de sus personajes, y publicidad en redes; Brenda Surijon, colaborando para transformar las expresiones de los actores y actrices en las de sus respectivos animales; María Sol Frisardi en diseño, creando nuestro hermoso banner oficial y toda nuestra gráfica publicitaria; Melany Mosquera en fotografía, capturando con su lente cada momento de nuestra obra con una magia especial; y un elenco de jóvenes actores, cantantes y bailarines de lujo con Malena Ramos (La flor), Sofía Mangiaterra (Casimira), Ana Fay (Ágatha), Facundo Furque (Beto) y Leroy Barrera (Mateo), Paula Stiepovich (gatita beige), Micaela Bergalli (gatita naranja), Sabrina Birmajer (gatita negra) y Sabrina San Román (gatita negra y blanca).

—Para terminar, ¿dónde y cuándo se podrá disfrutar de “La flor que extrañaba el sol”?

—“La flor que extrañaba el sol” se podrá ver de manera online durante todas las vacaciones de invierno. Pueden adquirirse las entradas anticipadas ingresando a este link: https://la-flor-obra.eventbrite.com.ar y, a partir del lunes 18 de julio hasta el domingo 31 de julio, van a poder disfrutar de nuestro amado musical, a través de cualquier dispositivo.

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Entrevistas

Fraxu: “La palabra me parece importantísima en mis canciones”

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Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //

Algo se rompe. El tiempo corre, avanza por encima de las circunstancias. Todo es fugaz. Gira. Va y viene, converge en un mismo lugar. Es una conversación repetida, un desprendimiento. No hay un plan. Tan solo una reparación sostenida de las cosas.

“Nunca hubo plan” es el segundo disco del músico, compositor y performer Fran Labaqui (Fraxu). Se trata una obra que invita a transitar un universo de preguntas y a pasear por letras que nos atraviesan como humanidad.

Contarte Cultura charló con el artista nacido en Bragado y radicado en la ciudad de La plata desde hace varios años, para acercarnos a su música y conocer el proceso de su arte.

—Sin dudas cada creación artística lleva en su esencia el alma de quien le da vida. Un disco no es la excepción. Para presentarte y presentar tu último disco “Nunca hubo plan” ¿Qué imagen u objeto crees que podría sintetizar ese espíritu que conecta esta obra con vos?

—La imagen que se me presenta es la de este personaje -Fraxu- en una fiesta que ya terminó, quizás nunca llegó a la fiesta. Y ahí, en ese contexto, él arma su propia fiesta personal donde puede celebrar sus derrotas, fracasos, frustraciones. La imagen que más fuerte y constante se me hace es la del reloj. Creo que el tiempo es un tema muy recurrente en el disco.

—Y deteniéndonos en ese vínculo de los artistas con sus obras, nos gustaría viajar hacia los comienzos de tu vínculo con la música y el arte en general. ¿Cómo fueron esos primeros pasos en ese camino?

—Mi conexión con la música fue desde bastante chico, escuchando los cassettes de mi mamá que tenían, por ejemplo, de un lado temas de Invisible y del otro Spinetta Jade. Otro que me acuerdo mucho era un compilado de Queen. Ahí yo agarraba cualquier olla u objeto y me armaba una batería casera y me ponía a tocar arriba. A mis 12 años aproximadamente, me fui a inscribir a guitarra, con un amigo que se fue a anotar a piano. Recuerdo ese momento como una decisión: fuimos juntos en la bici y yo ya sentía que estaba haciendo algo importante. Poco tiempo después empecé a tocar el bajo en una banda, a mis 13 años, y desde ahí tuve proyectos colectivos, bandas de varios tipos donde toqué diferentes instrumentos y tuve muchísimos roles distintos, generalmente más por detrás, no siendo la cara visible. También toqué como sesionista y bueno, después empece a producir y trabajar en música tanto mía como de otras personas, hasta que empezó a nacer mi propio proyecto hace casi 4 años.

—¿Recordás cuáles fueron los comienzos de este disco? 

—Cuando comenzó la pandemia en el 2020 yo recién había sacado mi primer disco y me encontré con un montón de canciones nuevas. En ese momento lo que hice fue ordenarlas en carpetas en relación al universo que me presentaban cada una, algo que hago bastante con mi material. Ahí surgió el nombre de la carpeta “Nunca hubo plan”, donde estaban las canciones “Fraxu es futuro” (la canción más vieja del disco, del 2019), “El tiempo corre”, “La luna tranqui” y un tema que quedó afuera. La realidad es que a la carpeta la nombré como mi tercer disco, y me enfoqué en lo que iba a ser para mí el segundo álbum. Recién a mediados del año pasado estas canciones pasaron al frente y apareció el resto del material de una manera muy ineludible, por eso dejé de lado ese “segundo disco” (que está hecho y es mi próximo material a trabajar).

—¿Qué hilos temáticos van entrelazando los distintos temas de “Nunca hubo plan”?

—El álbum, si bien es un disco de canciones que funcionan por sí solas, tiene una narrativa personal, un arco que atraviesa el personaje. Siento que cuando el disco empieza, hay algo que Fraxu está cuidando, algo que quiere mucho y no quiere perder. Esto se puede aplicar a un vínculo o a un proyecto personal, o a un círculo de amistades o a una forma de vida. Lo que sea. A medida que el disco avanza ese universo se va rompiendo y se vuelve más insostenible. Podemos ver como pasa desde la melancolía de estar viendo cómo eso se va perdiendo (en “La luna tranqui”), después cómo va asumiendo esa necesidad de buscar en lugares nuevos, desconocidos (“Puesto y confuso”), después siento que en “Reintentar” está como ese último intento por salvar lo que queda, esa idea de estar recibiendo golpes y tratar de mantenerse parados frente a ese tren que te pasa por encima, hasta llegar a “No se puede”, donde aparece la ironía, el burlarse de uno mismo y de la situación, nuevamente asumir pero sin la posibilidad de volver atrás. Ahí aparece “Fraxu es futuro”, que presenta una especie de calma, y donde también se puede encontrar una conclusión. Quizás es de los pocos temas donde este personaje realmente entiende algo. En “El tiempo corre” ya hay una necesidad de distender todas esas emociones, esas complejidades, encontrar un espacio lúdico en donde realmente no importe todo lo que pasó. Y el cierre con “ROTX” me parece super interesante porque de alguna manera es lo que siempre le estuvo pasando al personaje durante todo el disco: esa necesidad de retener esos momentos hermosos que le dan fuerza al resto de nuestros días. En el disco quizás vemos una capa superficial, lúdica, divertida, bailable y pop, pero el personaje está todo el tiempo roto, tratando de recuperar las partes que se le van cayendo en el trayecto, y de retener algo de las personas y las cosas que se van yendo en el camino.

—¿Cuáles son los instrumentos que acompañan tus letras en este disco?

—Este disco está hecho mayormente con sintetizadores, samples y programaciones. A fuerza de doble click y control z. Es un disco hecho en mi casa con mis herramientas. Desde los sintetizadores usé mas que nada un Volca FM, CraftSynth de modal, CASIO Cz, algunos elementos de microkorg MK2, Bass station 2 y algún pluguin (pocos). Uso muchos fragmentos de canciones deformadas (samples) para armar texturas y armonías que terminan siendo instrumentos principales (como en el caso de “Puesto y confuso” que uso un tema de Efterklanng que se llama “Apples”. Si escuchás esa canción se puede sentir al aura de “Puesto y confuso” dando vueltas) y desde las baterías y programaciones usé siempre el mismo sample de bombo y redoblante en todos los temas, y en las baterias y programaciones agudas tuvo mucha importancia una máquina de ritmos Arturia Drumbrute que tengo.

—Y hablando de esas letras, ¿de qué manera te conectás con la palabra y las melodías para gestar y producir cada tema?

—La palabra me parece importantísima en mis canciones, es un elemento que va apareciendo de diferentes maneras. Lo que sí trato de hacer es que cada canción diga algo muy concreto, que no abarque demasiado y que presente una sensación clara. Por lo general aparece una frase o una palabra que me dice de qué va a hablar la canción, y a eso trato de darle una narrativa, una preparación o algo para que quede bien claro el mensaje. Hay un vínculo directo entre el contexto sonoro de cada tema y lo que esos temas dicen. En la mayoría de las canciones hice primero la pista y escuchándola, cantando arriba, fui encontrando esas melodías, algún estribillo, esas palabras. Después, por lo general, me siento directamente a grabar, buscar frase por frase, o escribir a mano, tachar y esas cosas, hasta que sale a la luz. Hay algunas canciones, como “Fraxu es futuro” o “Mentingitis”, que las compuse con la guitarra directamente. Allí surgió todo más junto, armonía, melodía y letra, la hermosa herramienta primitiva.

—¿Quiénes te acompañaron en el proceso creativo de este álbum?

—Si bien fue un disco que en su mayoría realicé solo, tuvo muchas figuras importantes. Una es la de Max Jering4, gran amigo con el que vivimos juntos y nos acompañamos en procesos musicales. Además, con él hicimos la letra de “Puesto y confuso”, y grabó varios sintetizadores en el disco y las guitarras de “Rotx”. Otra persona importantísima fue Savia, que está en el proyecto como manager desde el año pasado y también aporta desde un lugar emocional muy importante, es un pilar. Después, la realidad es que es un disco que toqué ya mucho en vivo y de alguna manera el feedback de la gente, “el público”  que muchas veces son amigas o amigos y otras veces son gente que se va acercando y te dice cosas, te tira claves que hacen que cambies cosas fundamentales. Se podría decir que hay cosas del disco que las cerró la gente que vió el show, que me dijo cosas, que me hizo entender por dónde tenía que seguir. A esas personas les agradezco un montón, es un motor re importante y no siempre es visibilizado.

—¿Quién o quienes trabajaron en el arte de tapa para condensar la idea central del disco?

—El arte de tapa lo hizo Nico Mora (@moranicol.exe), quien es un artista 3d del que me encanta lo que hace. Me acerqué a él por su obra y en seguida conecté con la sonoridad del disco. Le pasé lo que tenía, ya todos los temas con la mezcla casi cerrada, y él reconectó con la música. El proceso de la tapa fue muy lindo y ameno con varias juntadas, intercambio, idas y vueltas. Después, Nico puso su sello artesanal único que me parece increíble y quedó esta maravilla. Ahora el próximo paso es hacer que esos objetos y personajes de la tapa salgan a la realidad.

—¿En qué plataformas se puede escuchar tu música?

—Se puede escuchar en todas las plataformas digitales: Spotify; Youtube; Deezer; Tidal, AppleMusic.

—¿Dónde y cuándo será la presentación de “Nunca hubo plan”?

—La presentación oficial la estamos armando para fin de año, pero tenemos fechas muy importantes próximas con formato banda. En La Plata, la próxima es este viernes 22 de septiembre en Espacio Cultural Alihuén y el viernes 29 de septiembre, FESTI AIRE de Ciudad De Gatos, junto a Winona Riders, Mora y los metegoles, ISAAC, Frank is dead, Delfines Entrenados Para Matar. Ahí vamos a estar tocando las canciones del disco con el show performático y bailable que caracteriza a Fraxu. Además vamos a llevar algunas sorpresas para la ocasión. En CABA van a poder verme con el solo set electrónico (con mi amigo el robot Guille), el 6 de octubre en el Batacazo Cultural, que tocamos con Plástica Fantástica y Cyano.

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Entrevistas

Marisa Villar presenta “Mamá peluda”, una obra sobre el puerperio: “Sentía que tenía que hablar de eso”

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Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //

Hay una fragmentación, una ruptura de los cuerpos, una danza que crece. Los ojos viajan. Miran. Ven donde no se ve. No hay mal ni bien. Todo se transforma.

Marisa Villar es bailarina, directora, coreógrafa y docente. Por estos días presenta “Mamá peluda”, una obra donde confluyen la danza, el teatro y el lenguaje audiovisual para hacer foco en el tema de la maternidad con una mirada profunda.

En diálogo con ContArte Cultura, Marisa cuenta de qué manera surgió la idea de este espectáculo y cómo llevaron adelante el proceso creativo.

—Comencemos esta charla haciendo un recorrido por la escenografía de “Mamá peluda” y hagamos foco en tres elementos que te sirvan para sintetizar el espíritu de la obra.

—Es muy difícil sintetizar el foco en tres elementos escenográficos, porque para mí la falta de escenografía representa la soledad de este personaje. Solo hay en el espacio escénico elementos de utilería que acompañan las escenas, algunos objetos, y una pantalla en la que se despliega el lenguaje audiovisual.   

—¿En qué momento de tu vida te sentiste llamada por el arte y cómo fue ese recorrido?

—Desde chiquita. Obviamente lo primero fue la danza.  Empecé a los 4 años con una maestra del barrio y desde los 9 y hasta los 12 años en la Escuela Municipal de Danza “José Neglia”. Luego empecé la secundaria en la Escuela Superior de Educación Artística en Danza N° 02 “Jorge Donn”, donde  tuve la suerte de ser parte del ballet  pudiendo bailar y viajar mucho representando a la escuela. Eso me motivó más a querer dedicarme al arte. Al finalizar la escuela formé parte de la compañía de Salo Pasik y Silvia Vladimivsky, en la que hice mi primera experiencia con el teatro y conocí ese mundo. Interpreté varias obras con las que hicimos giras por las provincias del país y Europa. Ese espacio me despertó un gran interés por conocer más y empecé a estudiar teatro, canto y otras técnicas de danza con maestros y maestras. A partir 2008 empecé a bailar con otros directores y directoras, y participé como asistente de dirección en otras obras en las que aprendí a dirigir un montaje teatral. Así formé parte del GRUPODELPATIO con Ayelén Clavin, Laura Figueiras y Natacha Visconti. Era un equipo autogestivo con el que realizamos varios proyectos. Uno de ellos fue mi primera obra como directora, Una Obvia. A partir de ese momento empecé mi camino como directora. Luego vino La Habitación de Diotima, Vendidas, Los Obvios (Una Obra ya hecha) y actualmente Mama Peluda.

—Justamente en “Mamá peluda” se cruzan varios lenguajes artísticos para tratar una temática universal: la maternidad. ¿Cómo surge este proyecto?

—Durante mi puerperio, que no fue fácil, me preguntaba por qué nadie me había contado de qué se trataba esa etapa. Sentía muchas emociones contradictorias: angustia, felicidad, agotamiento, amor intenso, duelo, culpa, furia… Me sentía totalmente desconocida de mí misma, un estallido de hormonas confundidas. Y sentía que tenía que hablar de eso, que quizás había alguna mujer que también se sentía así y no pudo expresarlo. Entonces empecé a juntar material, motores de ideas. Todo el tiempo sabía que quería hacer una obra sobre mi experiencia en el puerperio, pero dudaba del biodrama, entonces me imaginé un personaje ficticio, Mama Peluda. Porque claramente en ese momento no tenía ni ganas ni tiempo de depilarme y por momentos me imaginaba que me ocultaba con mis pelos. Después empezó la pandemia y este personaje creció más. Parecía que se prolongó ese puerperio. Y fue durante la pandemia que se me ocurrió convocar a Estela Cristiani, una directora que proviene de otro lenguaje, madre con otra experiencia de maternar y que me gustaban sus formas de trabajar.  Después pensé en dos intérpretes que sean madres con otras experiencias, para poder dialogar con estos cruces de lenguajes y, lo más importante, sobre la maternidad. Es importante para mí aclarar que Mamá peluda habla de su propia experiencia en su puerperio, que no significa que todas las maternidades y puerperios son iguales. Escuché relatos de madres que tienen más de un hijo, que con cada uno fue distinta su experiencia. Entonces para mi es importante dejar de generalizar, porque cada situación es distinta por varios motivos.

—¿De qué manera dialogan la danza, el teatro y el lenguaje audiovisual en el escenario?

—Cruzamos disciplinas porque parte de la propuesta era construir el personaje desde la diversidad de voces. Y está conciencia de diferentes recursos narrativos responde a esa lógica.

—¿Qué nos podés contar del vestuario, la música y la iluminación que crean el clima de la obra?

—La música, a diferencia del vestuario y la iluminación, la elegí antes de empezar a ensayar presencialmente. Durante la pandemia fui juntando material en una carpeta en la compu (frases en redes, imágenes, textos sueltos, libros, películas y músicas), ideas sueltas para crear la obra. Fue un gran estímulo para imaginarme escenas y también para la búsqueda del lenguaje de movimiento. Una vez terminada la obra, trabajó el sonido Sergio Di Martino. Sobre la iluminación, teníamos claro ciertos momentos, algunos muy puntuales. En mi caso, cuando ensayábamos me los imaginaba, pero el diseño de toda la obra lo realizó Sebastián Francia. Respecto del vestuario, es la primera vez que me pasa que en el proceso creativo no me lo podía imaginar. Sabía que no quería algo tan literal y que a la vez represente ese momento tan puntual que es el puerperio. Sólo tenía claro que quería que aparezca un superhéroe/mujer sexi en una escena puntual. Que los rulos sean protagonistas. Estela tenía claro la paleta de colores de la obra y buscó referencias. A partir de ahí se convocó a Agustina Bachanian quien terminó de cerrar la idea.

—“Mamá peluda” muestra una madre multiplicada y fraccionada a la vez. ¿Cómo llevaron adelante el proceso de dar vida a esos personajes que confluyen en una misma persona?

—En la obra no son tres personajes que concluyen en uno, sino que es un personaje, Mama Peluda, su nombre y apellido, que está representada por tres cuerpos diferentes que transitan los diferentes estados de catarsis de la etapa del puerperio que lo habita. También porque el concepto de fraccionamiento de un cuerpo representa lo que es maternar y atender las demandas que el rol le impone a esta mamá. Dos están físicamente en escena y la tercera es contada por Estela desde el lenguaje audiovisual.

—¿Dónde y cuándo puede disfrutarse de este espectáculo?

—Todo los viernes de septiembre a las 22 en Espacio Callejón, de calle Humahuaca al 3759 de CABA.

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Artes Plásticas

Jeremías Milles: “Me interesaba que mi trabajo le llegue a personas sin que éstas lo tengan que ir a buscar”

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Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //

Es una palabra en busca del espacio, el viaje a través de los ladrillos, la pintura sobre la pintura, la mano que pronuncia, la textura del lenguaje.

Es una historia que salta del muro.

Son los ojos que miran, la palabra en las pupilas, los colores en el cuerpo, las imágenes en movimiento. De acá para allá, texturas compartidas, una fusión de lenguajes en el alma de la calle.

Es un latido en la pared, puro arte.

Jeremías Milles es artista visual especializado en arte urbano. Sus manos pronuncian las líneas necesarias para dar vida a cada una de sus creaciones. Las paredes son el lienzo, el espacio misterioso donde nacen y crecen las palabras dibujadas.

Nacido en la Plata, donde lleva adelante su proyecto Milles, ha realizado numerosas intervenciones urbanas que visten de arte la ciudad.

En diálogo con Contarte Cultura, el artista cuenta acerca de sus comienzos y de sus proyectos.

—Vamos a comenzar esta charla ubicándonos delante de una pared imaginaria, un muro que, a modo de presentación, pueda revelarnos algo de vos. ¿Cómo sería ese espacio? ¿Qué elementos, colores o texturas representan a Jeremías Milles?

—Jugando un poco, diría que esta pared está acompañada de muchas otras, donde cada una tiene un artista distinto y se fusionan entre sí para conversar entre una obra y otra. Me gustaría que enfrente haya un gran espacio para que la gente pueda hacer las actividades que sienta y al mismo tiempo poder disfrutar de eso que se pinte. Creo que las mejores paredes están delimitadas no por su característica individual sino por su entorno y por lo que las personas hacen en él. En esta pared imaginaria pondría colores plenos, tramas y viñetas, proponiendo distintas escenas de alguna historia que tenga para contar en ese momento.

—Y mirando hacia atrás, si pudieras contarnos en pocas palabras cómo sería la “foto” que sintetiza tu comienzo en el camino del arte, ¿qué elementos veríamos y quiénes formarían parte de ese instante?

—Me es difícil resumir todo en una foto, ni yo soy consciente de cuando empezó mi camino por el arte realmente. Sólo tengo historias contadas por las personas que me acompañaban en la niñez. Podría ser más una peli, donde los escenarios cambian, las personas van y vienen. Podría ir desde pintar con crayones en el jardín de infantes, pasar por exponer por primera vez, sacar fotos, hacer esculturas, dibujar comics, pintar realismo, después murales y ganas de volver a pintar con crayones en el jardín.

—¿Cómo llevás adelante el proceso creativo de tus obras?

—Creo que el proceso creativo de una obra empieza mientras estoy haciendo la anterior. Siempre estoy en movimiento, pensando cosas nuevas, probando técnicas y buscando el error, ahí es donde aparecen las cosas que me divierten. Después, ya es cuestión de encontrar qué es lo que sirve de toda esa investigación y buscar la manera de integrarlo a una obra, a una idea o a una materialidad. La mayoría de las veces mis imágenes proponen frames aislados entre sí, de una historia. Ya sea personal o algo que vivió alguna persona cercana. 

—En esta etapa de tu carrera lograste atravesar las puertas y ventanas de la creación dentro de un taller hacia la calle. ¿Qué es lo primero que te sedujo del arte callejero?

PH Victoria Villordo

—Desde chico me interesa el arte callejero, y si bien hice varias pruebas de pintar en la calle, siempre lo vi más como un espectador. Hasta que en un momento, hace aproximadamente 5 años, con el proyecto MILLES decidí no solo pertenecer al mundo de las galerías y las exposiciones, sino también poder llegar a las personas que no tienen el hábito de asistir a estos lugares. Es decir, me interesaba que mi trabajo le llegue a personas sin que estas lo tengan que ir a buscar, que se lo topen mientras están de paso. 

—Y si hablamos de Street Art, hablamos de un lenguaje, una manera de narrar la vida en el mundo de afuera. ¿De qué forma lográs introducir esas “palabras dibujadas” en cada obra para dar un mensaje?

—Si bien hacer una imagen en el espacio público tiene otras connotaciones que una obra de caballete y hay que tener algunos recaudos, mi forma de producir es la misma. Aunque me parece más oportuno sostener el concepto de que ese espacio es de todos, y que el espectador sea quien termine la imagen, según su visión, sus creencias y vivencias. Me gusta verme como alguien que propone historias a armar, como rompecabezas.

—Claramente esos mensajes luego serán leídos por la mirada de los caminantes. ¿Cómo vivís esa interacción con la gente que se detiene a “leer” tus creaciones? 

—Realmente me divierte mucho. Si bien uno no se entera de la interpretación de cada persona que vio el trabajo, aprecio mucho cuando me manifiestan sus visiones y resignifican la imagen que propuse. Hay mucha gente que escribe, dibuja o saca fotos a raíz de mi trabajo. Eso es algo que valoro un montón y hace que la rueda siga.

—¿Qué elementos serían los más representativos de tu trabajo?

—Podrían ser la figuración, el formato del comic, el uso de tramas y colores plenos. 

—¿Con qué materiales y técnicas trabajás habitualmente?

—Depende mucho del proyecto. En los murales suelo trabajar con stencil, aerosoles y látex. Pero después, en obras de interior o intervenciones, pueden aparecer materiales como óleo, crayones, fibrones, esmalte, acrílico… Y técnicas cómo aerógrafo, dibujo a lápiz, stencil, serigrafía, fotografía, etc.

—¿En qué proyectos estás trabajando por estos días?

—Ahora tengo algunos murales por pintar, estoy preparando una muestra. También voy a estar pintando en vivo en algunos eventos y festivales. En las redes se van a estar enterando de todo, va a haber varias cosas interesantes.

—¿Dónde se pueden encontrar tus murales y obras? —Te podés encontrar con murales por varios lugares y países, pero principalmente los vas a ver en La Plata. Y después se puede ver todo en mis redes sociales y página web, ahí tienen registro de todo lo que voy haciendo, desde murales hasta obras de interior.

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Propietaria/Directora: Andrea Viveca Sanz
Domicilio Legal: 135 nº 1472 Dto 2, La Plata, Provincia de Buenos Aires
Registro DNDA Nº 2022-106152549
Edición Nº