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Elisa Insua: “Mi trabajo es una invitación a la reflexión, un llamado a abrir un poco más los ojos”

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Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //

Entre los ángulos y bordes despiertan las palabras, son voces invisibles que ascienden sobre las texturas y los colores, son mensajes de un planeta que grita, de la tierra que aguanta, de los mares y de los ríos agobiados de excesos. Es el silencio que habla detrás de las palabras, como un fantasma sin límites, y se mimetiza con una mentira de abundancia para pronunciarse a través del arte.

Elisa Insua es una artista plástica que, con una formación en Economía y Negocios, ha logrado fusionar los conceptos que despertaron su capacidad creadora. Sus obras representan la voz de un planeta que necesita ser escuchado. Y es ella misma quien se encarga de convertir en palabras los múltiples materiales que nos sobran, puro consumo desmedido que con sus manos recicla y transforma.

ContArte Cultura dialogó con la artista plástica de manera virtual para entrar en su mundo creativo donde la economía y la ecología se rozan todo el tiempo.

—Para comenzar, y como un juego de presentación, te proponemos que armes un collage con tres materiales que digan algo de vos y nos cuentes por qué los elegiste.

  • La pistola de calor para el pegamento termofusible: la uso para pegar la mayoría de los objetos con los que compongo mis obras.
  • Un anillo que me regalaron mis padres cuando cumplí 30, que tiene grabado el emoji del rayito: me hace acordar a mi familia (que adoro) y además tiene mi emoji preferido, un símbolo de la fuerza de la naturaleza y del “alto voltaje” del ser humano como parte de ese universo natural. 
  • Mis cuadernos: allí anoto todas mis ideas, pensamientos y proyectos. Son una extensión de mi cerebro.

—¿Cuándo se despertó tu interés por el arte?
—Creo que siempre me atrajo el mundo del arte, del diseño y de lo visual. De chica me la pasaba creando: dibujaba, pintaba sillas, armaba pulseras, hacía títeres con palitos de helado, pintaba rocas. A los dieciséis años empecé a hacer mis primeros cuadros con objetos que encontraba en los cajones, inspirada en las obras de Antonio Berni y Jorge de la Vega. No tenía ninguna pretensión de exponerlos ni de ser artista, era simplemente algo que hacía para mí, siguiendo un impulso ciego de crear. Recién a los veinte años, cuando empecé a exponer mis trabajos, empecé a profundizar un poco más en el campo artístico, comencé a hacer clínicas de obra, a visitar muestras y a leer sobre arte contemporáneo. 

—¿De qué manera lográs fusionar los conceptos económicos, que vienen de tu formación como Licenciada en Economía y Negocios, con tu esencia artística?
—Hace ya catorce años que vengo trabajando con la técnica del collage. Empecé tímidamente a trabajar con objetos cotidianos y con el paso del tiempo comencé a entender lo que significaban, lo que tenían para decir y el mensaje que se leía cuando los acumulaba en enormes cantidades. Empecé a construir un concepto a partir del material. Los componentes con los que trabajo son, casi en su totalidad, donaciones. Son objetos que tienen una historia, que fueron diseñados en algún lado, fabricados quizá en otro, e incluso ensamblados en un tercer lugar. Han pasado por varios puntos de venta, posiblemente de mayoristas a minoristas, hasta que, en algún lado, por alguna razón, alguien los compró para sí mismos o para alguien más. Pueden haber quedado días, meses o años en un cajón, hasta que llegaron a mis manos y luego a uno de mis cuadros.

“Cada obra reúne miles de historias,
juntando una carga emotiva fuerte.”

Mis piezas se transforman en creaciones colaborativas, donde hay miles de personas implicadas y reflejadas. Creo que mi trabajo es una invitación a la reflexión, un llamado a abrir un poco más los ojos y mirar cómo estamos viviendo, de qué nos estamos rodeando, qué estamos persiguiendo y para qué. Busco hablar de la insaciabilidad humana, del deseo, la ostentación, el poder, la búsqueda de trascendencia, entre otras cosas. Hay una idea que atraviesa a la mayoría de mis obras y que parte de uno de los principios básicos de la economía, aquel que establece que, para los seres humanos, “cuanto más tengamos, mejor”. No importa cuánto tengamos, siempre vamos a preferir tener más. Este principio siempre me llamó la atención, y a través de mi obra, busco ponerlo en tela de juicio: ¿hasta qué punto “mas es mas”? Busco desvelar a la economía como una fuerza abstracta e invisible que afecta nuestro comportamiento constantemente, como si fuera la fuerza de gravedad. Y a la misma vez intento fomentar un capitalismo más ético, más humano y más responsable.

—Contanos con qué materiales trabajás para dar vida a tus obras.
—Trabajo con todo tipo de objetos de descarte, desde envases de shampoo o cajas de chicles hasta bijouterie vieja o tecnología obsoleta. 

—Sintetizanos en una palabra el espíritu de tu taller y decinos cuál sería la imagen que lo representaría.
—Creo que la palabra sería “isla”. No solo porque queda en lo que se llama la Isla de Paternal, sino porque lo siento como un lugar donde los artistas podemos aislarnos del ruido del mundo y enfocarnos en nuestra práctica artística. Es un enorme espacio, tranquilo y luminoso, donde trabajamos más de veinte artistas.

—Reciclar y reutilizar son dos conceptos que tienen que ver con la conservación de nuestros recursos, ¿creés que tu arte es un camino para concientizar en ese sentido?
—Definitivamente considero al arte un lenguaje que puede fomentar la reflexión en el público y así catalizar cambios positivos. Me gusta creer que mi obra pueda inspirar a otros a reutilizar sus desechos de formas creativas, y así reducir, entre todos, nuestro impacto en el medio ambiente. Siempre digo que mi sueño es, dentro de cinco años, tener que cambiar mi forma de hacer arte porque ya no existan este tipo de residuos en el mundo: ¡que todo el packaging sea biodegradable!

—¿Cómo nace la idea de cada obra y cuál es el proceso que seguís habitualmente para ir concretando sus formas?
—A veces las ideas aparecen cuando me machaco el cerebro para que salgan. Otras veces vienen solas, sin esfuerzo, cuando estoy viendo una película, caminando por la calle o charlando con alguien. Inmediatamente, cuando se me ocurre algo interesante, la anoto en un cuaderno para que no se evapore. Una vez que decido empezar una obra, busco la superficie sobre la cual trabajar, ya sea una placa de MDF o un readymade, selecciono el material, me tomo unos minutos para imaginarme qué quiero lograr y me pongo a trabajar. Voy presentando los materiales sobre las superficies y a medida que me gusta cómo quedan, voy pegando. Me la paso metida en el taller. Tardo aproximadamente un mes en realizar cada pieza.

—¿Hay algún proyecto en camino por estos días?
—Tengo varios proyectos en mente, entre instalaciones, esculturas y obras fotográficas. Pero dadas las circunstancias actuales, no tengo un calendario armado para los próximos meses porque no sabemos bien qué va a pasar con el mundo. Me estoy enfocando en seguir creando (dibujo, pintura y collage) y aprovechando el tiempo extra para leer e investigar temas que me interesan. 

—Para terminar, revelanos un deseo que te gustaría dejar flotando entre tus creaciones.
—El de un consumo más responsable, tanto ambiental como socialmente.

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Marcha atrás con el cierre del Fondo Nacional de las Artes y del Instituto Nacional del Teatro

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El Gobierno envió al Congreso el texto reformado del proyecto de “Ley Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos” donde da marcha atrás a la derogación del Fondo Nacional de las Artes (FNA) y del Instituto Nacional del Teatro (INT), entre otros puntos incluidos en el capítulo dedicado a la cultura, que se “rediseñó protegiendo los recursos del sector, pero preservando el objetivo de que los gastos administrativos no sean una carga excesiva”, según se explicó en los fundamentos de la iniciativa.

Tras el plenario de comisiones de Diputados, donde expusieron referentes de la cultura, enmarcados por protestas y manifestaciones en las calles de trabajadores del arte y la cultura, la Ley Bases ingresó al Congreso con varias reformas: una “nueva versión” que “ha sabido recoger muchos de los puntos de la discusión”, donde “la diferencia no es solo cuantitativa (se pasa de un proyecto con 664 artículos a uno de 523) sino cualitativa”, aclara la introducción del texto.

El nuevo texto -que incorpora gran parte del debate público” pero “mantiene las bases fundamentales de ampliación de libertades, libertad económica, reorganización administrativa, equilibrio presupuestario” y “fortalecimiento de la educación y la cultura”- plantea que el FNA pase a funcionar con directores ad-honorem y un límite de gastos del 20% de sus ingresos; que se reforme la categorización de filmes nacionales, restricciones financieras para el Instituto Nacional de la Música (Inamu) y la Comisión Nacional de Biblioteca Populares (Conabip).

“Es sano exponer los privilegios de unos pocos, es sano mover nuestro marco normativo hacia adelante modificando cosas que el tiempo había enquistado (…) es sano escuchar, corregir, aprender”, dice el documento que incorpora medidas específicas para garantizar que el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) promocione al cine nacional y mantenga intactos los alcances del Fondo de Fomento Cinematográfico.

En cuanto al Instituto Nacional de la Música (INAMU) y la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares CONABIP, “en pos de una gestión más eficiente”, se establecen restricciones de gastos para el INAMU y la CONABIP. Limitar también los egresos al 20% de los ingresos de estas instituciones busca garantizar una utilización eficaz de los recursos disponibles, evitando excesos administrativos y priorizando el respaldo directo a la música y las bibliotecas populares.

Sobre el Instituto Nacional del Teatro, el proyecto propone la absorción de las funciones del INT por la Secretaría de Cultura, señalando un enfoque en la eficiencia administrativa. Sin embargo, esta decisión también abre la posibilidad de que el Instituto quede más supeditado a los vaivenes políticos, planteando desafíos adicionales para su funcionamiento futuro.

Las nuevas modificaciones al proyecto de ley reflejan una estrategia más cautelosa, donde se buscan reformas significativas sin descuidar la protección de instituciones fundamentales, pero que mantiene el espíritu de achicar el Estado. La propuesta se adapta a la complejidad del sector cultural argentino, reconociendo la necesidad de cambios, pero asegurando que estos no comprometan la estabilidad y la misión esencial de las instituciones culturales del país.

Entrando más en el orden preciso de los cambios, el proyecto redefine la categorización de películas nacionales. Ahora, se considerarán aquellas producidas por ciudadanos argentinos o con domicilio legal en el país, con participación predominante de equipos locales. Se introducen definiciones específicas para películas de corto y largo metraje, proporcionando claridad a la industria.

Además, se impone la obligatoriedad de obtener un certificado de exhibición del INCAA para todas las películas que deseen proyectarse, independientemente de su origen. Esta medida, acompañada por la exigencia de un certificado de libre deuda, refuerza los controles administrativos.

El cambio significativo de derogar un inciso en particular busca promover apertura y diversidad en la producción cinematográfica. Se establece un límite del 20% para los gastos internos del INCAA, equilibrando la eficiencia administrativa con la necesidad de recursos para el desarrollo del sector.

El compromiso del INCAA de subsidiar tanto películas de largometraje nacional como coproducciones se detalla con lineamientos específicos. Se incorpora un artículo que establece normas para reconocer la inversión al coproductor argentino en coproducciones internacionales, fomentando la colaboración global.

Numerosos artículos de la Ley N° 17.741 (Texto ordenado 2001) son derogados, marcando un cambio profundo en la regulación de la cinematografía argentina.

Se incorpora también un artículo que limita los egresos de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP) al 20% de los recursos recibidos. Múltiples leyes y artículos de la Ley N° 26.522 son derogados, marcando un enfoque más restrictivo en los gastos de CONABIP y una transformación significativa en la regulación de los medios audiovisuales.

Adicionalmente, el proyecto incorpora ajustes para salvaguardar recursos y adaptarse a la realidad política. Se reducen las modificaciones propuestas para el INCAA, manteniendo la asignación específica y preservando los alcances del Fondo de Fomento Cinematográfico.

Las restricciones financieras se aplican al INAMU y la CONABIP, limitando sus gastos al 20% de los ingresos. El Instituto Nacional del Teatro experimenta una fusión de funciones con la Secretaría de Cultura, buscando eficiencia, aunque planteando desafíos políticos.

Estos cambios en el proyecto mantienen el espíritu inicial de la propuesta, con algunas concesiones a raíz de las resistencias de los sectores de la cultura. La propuesta intenta tranquilizar al sector, reconociendo la necesidad de cambios, pero asegurando que estos no afecten la misión esencial de la Ley de Bases, conocida como Ley Ómnibus. El impacto real dependerá de la implementación eficaz y la adaptación de los diversos sectores involucrados en la cultura argentina.

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Lo más amplio de la escena artística se pronunció en defensa de la cultura

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Charly García, Fito Páez, León Gieco, Cecilia Roth, Graciela Borges y Leonardo Sbaraglia son algunas de las más de 20.000 figuras que firmaron una solicitada publicada este lunes por el Frente de Soberanía Cultural “en defensa de nuestra identidad”.

La carta se titula “Carta al Congreso Nacional. La cultura está en peligro” y está dirigida a los diputados y senadores.

En rechazo al DNU y la Ley Ómnibus del presidente Javier Milei, la solicitada cuenta con un apoyo masivo de referentes de la cultura nacional de todos los sectores.

“El Gobierno Nacional pretende, a través de la Ley Ómnibus, derogar leyes vitales para la supervivencia de las industrias culturales, las artes y las ciencias, y el patrimonio cultural de nuestro país”, dice uno de los fragmentos del texto.

Otros de los referentes de la quienes dejaron su firma son Palito Ortega, Luis Felipe “Yuyo” Noé, Juana Molina, Tute, Mercedes Morán, Dolores Fonzi, Santiago Mitre, Paula De Luque, Lucía Puenzo, Juan Leyrado, Inés Estévez, Daniel Fanego, Juan Minujín, Julieta Ortega, Darío Grandinetti, Tomás Fonzi, Kevin Johanssen, Claudia Piñeiro y Humberto Tortonese.

También apoyaron Georgina Barbarrosa, Eleonora Wexler, Emilia Mazer, Albertina Carri, Martín Caparrós, Diego Cremonesi, Jazmín Stuart, Mónica Antonópulos, Alejandra Flechner, Andrea Frigerio, Mirta Busnelli y Soledad Villamil.

Acerca del paquete legislativo, la carta señala: “No hay en la letra de su desarrollo el mero atisbo de participación ni interés alguno en el quehacer cultural, y por el contrario, el texto tiene una mirada mercantilista que apunta sin miramientos a desfinanciar y anular el desarrollo de las actividades de nuestra cultura nacional”.

En el final, el texto advierte: “La cultura es identidad. La cultura es lo único que no se puede importar. La hacen los pueblos. Queremos seguir teniendo una identidad propia como Nación. De otro modo solo nos quedará el destino triste de no ser. De eso se trata esta lucha. Un país es tan grande o tan pequeño como la medida de su proyecto cultural”.

El Frente de Soberanía Cultural viene realizando actividades semana tras semana para repudiar todo el articulado del paquete legislativo de Milei que apunta contra los entes culturales.

El plan de acción comenzó con un plenario en el Teatro Argentino de La Plata, continuó con un encuentro de grupos de teatro y artes escénicas en esta misma Plaza del Congreso, con una convocatoria en Mar del Plata y un “Musicazo” el jueves pasado y una lectura colectiva este sábado. Se trata de instancias previas de cara al Paro Nacional de este miércoles anunciado por la CGT.

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Marvel incluye en sus comics un Capitán América de la comunidad LGBTQ+

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La editorial de cómics de superhéroes Marvel anunció que este próximo de 2 de junio se publicará la primera serie del Capitán América protagonizada por Aaron Fischer, uno de los últimos personajes incluidos en ese universo que pertenece a la comunidad LGBTQ+ y lucha contra la opresión de ese colectivo.

Se trata de “Los Estados Unidos del Capitán América”, en la que el histórico Steve Rogers, el primer Capitán América, pierde su escudo en un robo y se reúne con otros héroes conocidos para iniciar un viaje a través de ese país y encontrar su característica arma.

Durante la travesía, el grupo conoce a distintas personas con variados trasfondos que en algún momento utilizaron el símbolo del superhéroe para defender sus comunidades, entre las que se encuentra Fischer, un adolescente inspirado por referentes y activistas del colectivo queer.

La historia del cómic fue escrita por el guionista Joshua Trujillo e ilustrado por la artista trans Jan Bazaldua, bajo la dirección de Christopher Cantwell y el dibujante Dale Eaglesham, los directores a cargo del proyecto.

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Propietaria/Directora: Andrea Viveca Sanz
Domicilio Legal: 135 nº 1472 Dto 2, La Plata, Provincia de Buenos Aires
Registro DNDA Nº 2022-106152549
Edición Nº