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Julieta Radicich: “Hacer y sentir están muy conectados y es el traslado de la emoción al papel lo que más disfruto”

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Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //

Hay historias caladas en las calles de la memoria, líneas que se cruzan en los laberintos del tiempo, manos que recorren el sentido de esas líneas, a un lado y al otro, como si pudieran tocar a las palabras que viajan y se repiten, como si fueran patrones que nos habitan y revelan.

Julieta Radicich es diseñadora gráfica e ilustradora, con sus manos recorta las páginas que viajan dentro de ella, las toca, percibe el rumor que las conduce, se detiene en sus márgenes y se apropia de un lenguaje tejido en la trama de las emociones.

En diálogo con ContArte Cultura la artista recorre las líneas del tiempo e invita a encontrar los trazos que la constituyen en los detalles de cada una de sus obras.

—Comencemos esta charla jugando con la imaginación. Para eso queremos dejar en tus manos un papel invisible en cuyo centro hay una palabra calada que dice algo de vos, ¿cuál es esa palabra? ¿Cómo es su textura, la tipografía o su color?
—La palabra “curiosidad” se escribe en sombras en la pared, curvilínea y difusa. Busca expandirse del papel, más allá de sus límites, donde cobra sentido.

—Si pudieras volver hacia atrás en el inevitable laberinto de caminos recorridos, ¿recordás cuál fue el momento en el que diste tu primer paso en el camino del arte?
—Creo que no hubo paso que no fuera desde y hacia el arte. Siempre estuve en contacto con diferentes disciplinas artísticas, por lo que me cuesta pensar el arte como algo externo. Creo que es una manera de vincularse con la realidad y con el otro. Crecí en un ambiente que estimulaba mi creatividad y ampliaba mis horizontes a través de la música y la literatura, y tuve la posibilidad de aprender sobre todo aquello que despertara mi interés. Esta inquietud por lo multidisciplinar y la comunicación fue lo que me llevó a elegir el Diseño Gráfico como profesión. Si bien todas estas experiencias se conjugan en mí hacer, fue mi encuentro con el taller de Johanna Wilhelm en el 2016 lo que me permitió pensarme como artista y vincularme con ese hacer desde un lugar de expresión personal y experimentación constante. Es un espacio hermoso de creación y reflexión el que genera Johi, que invita a la observación, a la conexión y al compartir.

—Contanos la historia de un objeto que forme parte de tu espacio creativo.
—Para crear necesito despejar el espacio, por lo que no suelo tener alrededor objetos que no sean materiales o herramientas. Sí estoy rodeada de libros y música. El disco “Valtari” de Sigur Rós, por ejemplo, lo encontré en una disquería de Belgrano que ya no existe. En esa época ya no tenía mucho sentido comprar cds, pero a mí siempre me gustó el ritual analógico de poner un disco, ver el librito y, de alguna forma, tocar lo intangible. Me gusta no saber con qué te vas a encontrar al abrirlo. Estaba a un precio rarísimo para ser importado así que me permití regalármelo. Me decepcionó un poco no encontrar librito al desplegarlo, pero sabía que no hacía falta. El interior tenía impreso una fotografía de sombras de árboles con destellos que es pura magia, como todo el álbum. Recuerdo la primera vez que lo escuché. Sigur Rós había organizado un proyecto de experimentación cinematográfica a partir de las canciones del álbum. Ese día se proyectaban en diferentes lugares del mundo y tuve la suerte de vivir esa experiencia en una casona en Villa Urquiza. Sentada en la terraza con una amiga, veíamos a todos mirar absortos la pared de ladrillos cobrar vida. Las imágenes se fusionaban con las enredaderas y la música te teletransportaba a otro mundo. Fue una experiencia muy mágica que se actualiza con cada escucha.

—¿Con qué técnicas y materiales te sentís más a gusto a la hora de trabajar?
—Disfruto mucho de dibujar con tinta o bisturí. El calado de papel lo veo más como un dibujo que como un trabajo mecánico. Es un poco contradictorio porque son técnicas muy diferentes. De ambas me gusta el encuentro con lo fortuito, que creo tiene más que ver con mi manejo de la herramienta que con la herramienta en sí. Me permito explorar y no controlar demasiado lo que sucede. En general trabajo limitando los materiales: un color de tinta o un papel. Al calar me gusta jugar con otras herramientas de corte como punzones, agujas y sacabocados.

—Y hablando de técnicas, ¿creés que es posible proyectar emociones sobre el papel calado?
—Creo que proyectar emociones es algo intrínseco del hacer, sin importar la técnica o el material utilizado. Cada trazo es diferente y, junto con la forma de componer y otras decisiones, evidencia al sujeto detrás. Creo que es inevitable esa proyección. En mi caso, hacer y sentir están muy conectados y es justamente ese traslado de la emoción al papel lo que más disfruto. En paralelo está lo que la obra después refleja y cómo se completa con un posible lector. Creo que esas lecturas múltiples hacen que se mantenga viva, en movimiento.

—¿De qué manera lográs la fusión de las imágenes con las palabras de un texto, ya sea tuyo o de otros autores?
—Me gusta pensar el texto como un disparador para crear imágenes. Cuanto más abstracto o ambiguo, más espacio tengo para imaginarme situaciones o escenarios. Si el texto es más narrativo tiendo a representar algún fragmento de forma que sea reconocible pero sumando capas de sentido. Dependiendo de qué se cuente y cómo, trabajo de manera diferente. Si el texto es corto y ambiguo, me enfoco en alguna forma de decir que capte mi atención o sintetizo en un concepto. Esto puede traducirse de forma abstracta, utilizando lo sensorial como estímulo, o más literal, imaginando una situación que se encuadre en esas palabras. Disfruto mucho de este tipo de diálogo con un texto por la libertad de su interpretación.

—¿Cómo vivís el tiempo de “hacer”, el proceso en el que las líneas se cruzan con los colores o con las palabras?
—Lo vivo como una meditación, como una especie de trance que requiere de concentración, de estar presente y conectar con la materia y conmigo. A veces tengo una imagen mental o concepto desde el cual parto. Otras veces, sólo me dejo llevar por algo más sensorial. Me motiva no saber del todo a dónde estoy yendo, ir descubriéndolo al hacer y tener la libertad de cambiar de opinión en el proceso. Pongo el foco en la expresividad de los trazos o de la composición, más que en la claridad de lo que se comunica. Es un espacio de juego, de acción y reacción continua.

—¿Te parece que existen líneas o formas que definen a tus obras? ¿Hay hilos temáticos que un buen observador podría leer en muchas de ellas?
—Tengo una tendencia hacia las líneas y formas orgánicas. Me gusta mucho trabajar con texturas y repetición de grafismos. Al calar, por ejemplo, me sorprendo al reencontrarme con contraformas viejas, déjà vu de otras obras. Como una reafirmación de mí misma. Creo que tienen en común lo surreal. Reflejo muchos estados de introspección y situaciones oníricas o fantásticas. Me divierte crear imágenes que no existen, posibles mundos paralelos a transitar.

—¿En qué proyectos estás trabajando por estos días?
—Estoy trabajando en una serie de obras de calado de papel que se desprenden de la edición de imágenes y textos realizados durante este año.

—Para terminar, y volviendo a nuestro papel del comienzo, te invitamos a que lo vuelvas a tomar entre tus manos, recortes un deseo y lo hagas visible en este último renglón.
—No perder la capacidad de sorpresa.

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Marcha atrás con el cierre del Fondo Nacional de las Artes y del Instituto Nacional del Teatro

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El Gobierno envió al Congreso el texto reformado del proyecto de “Ley Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos” donde da marcha atrás a la derogación del Fondo Nacional de las Artes (FNA) y del Instituto Nacional del Teatro (INT), entre otros puntos incluidos en el capítulo dedicado a la cultura, que se “rediseñó protegiendo los recursos del sector, pero preservando el objetivo de que los gastos administrativos no sean una carga excesiva”, según se explicó en los fundamentos de la iniciativa.

Tras el plenario de comisiones de Diputados, donde expusieron referentes de la cultura, enmarcados por protestas y manifestaciones en las calles de trabajadores del arte y la cultura, la Ley Bases ingresó al Congreso con varias reformas: una “nueva versión” que “ha sabido recoger muchos de los puntos de la discusión”, donde “la diferencia no es solo cuantitativa (se pasa de un proyecto con 664 artículos a uno de 523) sino cualitativa”, aclara la introducción del texto.

El nuevo texto -que incorpora gran parte del debate público” pero “mantiene las bases fundamentales de ampliación de libertades, libertad económica, reorganización administrativa, equilibrio presupuestario” y “fortalecimiento de la educación y la cultura”- plantea que el FNA pase a funcionar con directores ad-honorem y un límite de gastos del 20% de sus ingresos; que se reforme la categorización de filmes nacionales, restricciones financieras para el Instituto Nacional de la Música (Inamu) y la Comisión Nacional de Biblioteca Populares (Conabip).

“Es sano exponer los privilegios de unos pocos, es sano mover nuestro marco normativo hacia adelante modificando cosas que el tiempo había enquistado (…) es sano escuchar, corregir, aprender”, dice el documento que incorpora medidas específicas para garantizar que el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) promocione al cine nacional y mantenga intactos los alcances del Fondo de Fomento Cinematográfico.

En cuanto al Instituto Nacional de la Música (INAMU) y la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares CONABIP, “en pos de una gestión más eficiente”, se establecen restricciones de gastos para el INAMU y la CONABIP. Limitar también los egresos al 20% de los ingresos de estas instituciones busca garantizar una utilización eficaz de los recursos disponibles, evitando excesos administrativos y priorizando el respaldo directo a la música y las bibliotecas populares.

Sobre el Instituto Nacional del Teatro, el proyecto propone la absorción de las funciones del INT por la Secretaría de Cultura, señalando un enfoque en la eficiencia administrativa. Sin embargo, esta decisión también abre la posibilidad de que el Instituto quede más supeditado a los vaivenes políticos, planteando desafíos adicionales para su funcionamiento futuro.

Las nuevas modificaciones al proyecto de ley reflejan una estrategia más cautelosa, donde se buscan reformas significativas sin descuidar la protección de instituciones fundamentales, pero que mantiene el espíritu de achicar el Estado. La propuesta se adapta a la complejidad del sector cultural argentino, reconociendo la necesidad de cambios, pero asegurando que estos no comprometan la estabilidad y la misión esencial de las instituciones culturales del país.

Entrando más en el orden preciso de los cambios, el proyecto redefine la categorización de películas nacionales. Ahora, se considerarán aquellas producidas por ciudadanos argentinos o con domicilio legal en el país, con participación predominante de equipos locales. Se introducen definiciones específicas para películas de corto y largo metraje, proporcionando claridad a la industria.

Además, se impone la obligatoriedad de obtener un certificado de exhibición del INCAA para todas las películas que deseen proyectarse, independientemente de su origen. Esta medida, acompañada por la exigencia de un certificado de libre deuda, refuerza los controles administrativos.

El cambio significativo de derogar un inciso en particular busca promover apertura y diversidad en la producción cinematográfica. Se establece un límite del 20% para los gastos internos del INCAA, equilibrando la eficiencia administrativa con la necesidad de recursos para el desarrollo del sector.

El compromiso del INCAA de subsidiar tanto películas de largometraje nacional como coproducciones se detalla con lineamientos específicos. Se incorpora un artículo que establece normas para reconocer la inversión al coproductor argentino en coproducciones internacionales, fomentando la colaboración global.

Numerosos artículos de la Ley N° 17.741 (Texto ordenado 2001) son derogados, marcando un cambio profundo en la regulación de la cinematografía argentina.

Se incorpora también un artículo que limita los egresos de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP) al 20% de los recursos recibidos. Múltiples leyes y artículos de la Ley N° 26.522 son derogados, marcando un enfoque más restrictivo en los gastos de CONABIP y una transformación significativa en la regulación de los medios audiovisuales.

Adicionalmente, el proyecto incorpora ajustes para salvaguardar recursos y adaptarse a la realidad política. Se reducen las modificaciones propuestas para el INCAA, manteniendo la asignación específica y preservando los alcances del Fondo de Fomento Cinematográfico.

Las restricciones financieras se aplican al INAMU y la CONABIP, limitando sus gastos al 20% de los ingresos. El Instituto Nacional del Teatro experimenta una fusión de funciones con la Secretaría de Cultura, buscando eficiencia, aunque planteando desafíos políticos.

Estos cambios en el proyecto mantienen el espíritu inicial de la propuesta, con algunas concesiones a raíz de las resistencias de los sectores de la cultura. La propuesta intenta tranquilizar al sector, reconociendo la necesidad de cambios, pero asegurando que estos no afecten la misión esencial de la Ley de Bases, conocida como Ley Ómnibus. El impacto real dependerá de la implementación eficaz y la adaptación de los diversos sectores involucrados en la cultura argentina.

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Lo más amplio de la escena artística se pronunció en defensa de la cultura

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Charly García, Fito Páez, León Gieco, Cecilia Roth, Graciela Borges y Leonardo Sbaraglia son algunas de las más de 20.000 figuras que firmaron una solicitada publicada este lunes por el Frente de Soberanía Cultural “en defensa de nuestra identidad”.

La carta se titula “Carta al Congreso Nacional. La cultura está en peligro” y está dirigida a los diputados y senadores.

En rechazo al DNU y la Ley Ómnibus del presidente Javier Milei, la solicitada cuenta con un apoyo masivo de referentes de la cultura nacional de todos los sectores.

“El Gobierno Nacional pretende, a través de la Ley Ómnibus, derogar leyes vitales para la supervivencia de las industrias culturales, las artes y las ciencias, y el patrimonio cultural de nuestro país”, dice uno de los fragmentos del texto.

Otros de los referentes de la quienes dejaron su firma son Palito Ortega, Luis Felipe “Yuyo” Noé, Juana Molina, Tute, Mercedes Morán, Dolores Fonzi, Santiago Mitre, Paula De Luque, Lucía Puenzo, Juan Leyrado, Inés Estévez, Daniel Fanego, Juan Minujín, Julieta Ortega, Darío Grandinetti, Tomás Fonzi, Kevin Johanssen, Claudia Piñeiro y Humberto Tortonese.

También apoyaron Georgina Barbarrosa, Eleonora Wexler, Emilia Mazer, Albertina Carri, Martín Caparrós, Diego Cremonesi, Jazmín Stuart, Mónica Antonópulos, Alejandra Flechner, Andrea Frigerio, Mirta Busnelli y Soledad Villamil.

Acerca del paquete legislativo, la carta señala: “No hay en la letra de su desarrollo el mero atisbo de participación ni interés alguno en el quehacer cultural, y por el contrario, el texto tiene una mirada mercantilista que apunta sin miramientos a desfinanciar y anular el desarrollo de las actividades de nuestra cultura nacional”.

En el final, el texto advierte: “La cultura es identidad. La cultura es lo único que no se puede importar. La hacen los pueblos. Queremos seguir teniendo una identidad propia como Nación. De otro modo solo nos quedará el destino triste de no ser. De eso se trata esta lucha. Un país es tan grande o tan pequeño como la medida de su proyecto cultural”.

El Frente de Soberanía Cultural viene realizando actividades semana tras semana para repudiar todo el articulado del paquete legislativo de Milei que apunta contra los entes culturales.

El plan de acción comenzó con un plenario en el Teatro Argentino de La Plata, continuó con un encuentro de grupos de teatro y artes escénicas en esta misma Plaza del Congreso, con una convocatoria en Mar del Plata y un “Musicazo” el jueves pasado y una lectura colectiva este sábado. Se trata de instancias previas de cara al Paro Nacional de este miércoles anunciado por la CGT.

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Marvel incluye en sus comics un Capitán América de la comunidad LGBTQ+

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La editorial de cómics de superhéroes Marvel anunció que este próximo de 2 de junio se publicará la primera serie del Capitán América protagonizada por Aaron Fischer, uno de los últimos personajes incluidos en ese universo que pertenece a la comunidad LGBTQ+ y lucha contra la opresión de ese colectivo.

Se trata de “Los Estados Unidos del Capitán América”, en la que el histórico Steve Rogers, el primer Capitán América, pierde su escudo en un robo y se reúne con otros héroes conocidos para iniciar un viaje a través de ese país y encontrar su característica arma.

Durante la travesía, el grupo conoce a distintas personas con variados trasfondos que en algún momento utilizaron el símbolo del superhéroe para defender sus comunidades, entre las que se encuentra Fischer, un adolescente inspirado por referentes y activistas del colectivo queer.

La historia del cómic fue escrita por el guionista Joshua Trujillo e ilustrado por la artista trans Jan Bazaldua, bajo la dirección de Christopher Cantwell y el dibujante Dale Eaglesham, los directores a cargo del proyecto.

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Propietaria/Directora: Andrea Viveca Sanz
Domicilio Legal: 135 nº 1472 Dto 2, La Plata, Provincia de Buenos Aires
Registro DNDA Nº 2022-106152549
Edición Nº