

Además
Los éxitos de Pixar, desde adentro con ojos argentinos
Los animadores argentinos Gastón Ugarte y Cati Grasso estuvieron en el armado de los sets para la nueva película de Pixar, “Coco”, que se estrenará en enero en Argentina, y cuentan con un asiento permanente para las próximas cintas de la empresa fundada por Steve Jobs.
En una entrevista brindada a la agencia de noticias Télam en los estudios de Emeryville, California, Ugarte y Grasso explicaron cómo se trabaja en el gigante de la animación ganador de ocho premios Oscar y sostuvieron que en Argentina hay talento para desarrollar esa industria.
Grasso llegó el año pasado luego de un par de pasantías y se puso bajo la órbita de su compatriota para diseñar los objetos del filme.
“Mientras estaba en Argentina, Gastón me ayudó con el armado de mi portfolio y cuando entré a ‘Coco’ por suerte lo tuve como líder en el equipo”, explicó la joven de 28 años, recibida en la Universidad de Palermo.
“Yo -indicó Ugarte- ayudo a reclutar en universidades. Siempre busco gente de Argentina y me gustaría que vengan más, porque allá hay mucho talento y muy buen diseño”.
Sus días son más o menos similares e igual de demandantes.
A las 9 suelen ingresar a un predio donde impera el pasto y los árboles, con cancha de fútbol, gansos que pululan la zona, pileta, gimnasio y varias cocinas instaladas en el edificio principal Steve Jobs.
Luego de la entrada a este idílico lugar de trabajo, rodeados de los personajes de “Toy Story”, “Los Increíbles” y “Cars”, comienzan la tarea artística, que se amalgama con la seguidilla de reuniones entre los diferentes departamentos.
“Es buenísimo tener el metegol, el gimnasio y todo eso, pero se trabaja mucho. Llegamos a hacer 85 horas por semana en los momentos de mayor presión”, señaló Ugarte, quien vive con su esposa y dos hijos en la montañosa zona de Walnut Creek.
Los reportajes con Ugarte y Grasso suceden en el hall principal, con el buffet de fondo y mientras los directivos de Pixar se mezclan entre el resto de los empleados, bajo la sombra de los premios Oscar, Grammy y Globo de Oro que posan en una vitrina.
“Hay mucho diálogo y se trabaja muy bien acá. Está bueno que sea así”, señaló la más novata del tándem argento.
Sin embargo, el más experimentado acotó: “Cuando entré, el otro edificio no existía. Éramos 475 empleados y hoy somos 1300. A pesar de que la empresa le pone ganas a la interacción entre nosotros, se hizo todo más impersonal y corporativo”.
De todas formas, Ugarte aclaró: “Si vas a Disney o Sony ves la diferencia. Ahí son muchos más y todos encerrados en cubículos. La filosofía de Steve Jobs se mantiene”.
Ugarte no trabajó palmo a palmo con el también fundador de Apple, pero sí recordaba que si bien no estaba en el detalle de Pixar, más de una vez inclinó la balanza sobre un personaje.
“La empresa es muy democrática, también. Nadie tiene el puesto asegurado. Para cada nuevo proyecto, uno tiene que aplicar y pasar una serie de entrevistas para ver si es el más idóneo”, comentó Ugarte.
Grasso, en tanto, reconoció esa cualidad de la empresa y agregó que desde la dirección de Pixar estimulan no sólo el crecimiento profesional dentro de la firma, sino que también apoya el desarrollo de proyectos por fuera de ella.
“Me gustaría dirigir un corto. Tengo algunas ideas y unos peachs armados en caso de que se de la oportunidad”, dijo la joven que vive con su novio y una “roommate” a 15 minutos de su trabajo.
“Ahora tengo más roce con los capos de la empresa -acotó Ugarte- y recién estoy aprendiendo sobre el resto de las áreas de una película. Quedé impactado cuando vi cómo Lee (Unkrich, el director de ‘Coco’) está empapado de todo el proceso de un filme”.
La vida en Pixar parece idílica, cuestión que se acrecienta con el paisaje natural y cultura que ofrece el norte de California.
A una hora y media hay un centro de ski, y a otra hora y media está la playa para surfear, atractivos que se complementan con la cantidad de shows musicales, obras de teatro y eventos que ofrecen las ondulantes calles de San Francisco.
“Los conciertos son bastante caros y lo económico acá es difícil. El sueldo esta bien para vivir, pero el alquiler es muy alto”, sostuvo la animadora.
Ugarte pudo comprarse una casa “en una zona alejada de San Francisco y poco poblada”, por lo que el precio de una propiedad es sensiblemente más bajo.
“En San José (1 hora de San Francisco) un tres ambientes con un baño puede estar 900.000 dólares por la cercanía con Silicon Valley. Es una burbuja increíble”.


Además
Marvel incluye en sus comics un Capitán América de la comunidad LGBTQ+

La editorial de cómics de superhéroes Marvel anunció que este próximo de 2 de junio se publicará la primera serie del Capitán América protagonizada por Aaron Fischer, uno de los últimos personajes incluidos en ese universo que pertenece a la comunidad LGBTQ+ y lucha contra la opresión de ese colectivo.
Se trata de “Los Estados Unidos del Capitán América”, en la que el histórico Steve Rogers, el primer Capitán América, pierde su escudo en un robo y se reúne con otros héroes conocidos para iniciar un viaje a través de ese país y encontrar su característica arma.
Durante la travesía, el grupo conoce a distintas personas con variados trasfondos que en algún momento utilizaron el símbolo del superhéroe para defender sus comunidades, entre las que se encuentra Fischer, un adolescente inspirado por referentes y activistas del colectivo queer.
La historia del cómic fue escrita por el guionista Joshua Trujillo e ilustrado por la artista trans Jan Bazaldua, bajo la dirección de Christopher Cantwell y el dibujante Dale Eaglesham, los directores a cargo del proyecto.
Además
Gisela Lewin: “El folklore se vive, y aunque podamos estudiarlo e investigarlo, no podemos controlarlo”

Por Andrea Viveca Sanz (@andreaviveca) /
Edición: Walter Omar Buffarini //
Existe un desplazamiento sutil, el paso que despierta el movimiento; un lápiz acompaña la danza, la línea avanza sobre el papel, gira con los pies que la conducen, se detiene. Es brazo que se agita en el aire, es aire sobre los cuerpos que bailan, vacíos de tiempo, como una celebración cotidiana.
Gisela Lewin (La Levina) es profesora de Danzas Folklóricas Latinoamericanas e ilustradora. Su arte se mueve, baila sobre los papeles, más allá de los territorios donde nacen las danzas, justo en el punto donde cada cuerpo deja su huella en un lenguaje cargado de palabras.
ContArte Cultura charló con ella para entrar en su mundo creativo y sumarse al movimiento que despierta la pasión por la danza.



—Para comenzar, vamos a poner en tus manos un objeto imaginario. Es un pañuelo, y queremos que nos cuentes cuál es la primera imagen que te despierta. ¿Cómo percibís su textura y qué emociones te provoca? ¿Hay en sus repliegues algo que pueda hablarnos de vos?
—La primera imagen que se me viene es el movimiento. Es un objeto cargado de muchas cosas: experiencias, paisajes, personas, música, olores… Creo que somos una enorme comunidad que consideramos al pañuelo un elemento imprescindible. Siempre hay que tenerlo por las dudas y si son dos o más, mejor, para convidar. El pañuelo guarda, acompaña y propone historias ¡Si el pañuelo hablara! Claro que habla de mí, de quienes lo usamos, porque no todos los pañuelos son iguales y las preferencias son personales. El peso, el color, la transparencia, el tamaño, el estampado, la temperatura; todas características que pueden identificarnos cuando la circunstancia se prevé, porque otras veces el pañuelo es una servilleta de papel o una media arrebatada de urgencia y también habla de quien se anime a reemplazarlo. Es muy interesante y tal vez por eso aparece como marca en muchos de mis dibujos.
—¿Cuál fue tu primer vínculo con la danza?
—No tengo certeza de un inicio, sólo puedo contar recuerdos que me revelan bailando. Bailar fue jugar para mí. La música que me gustaba tenía que ser bailada. La que fuera. El folklore llega a mí en la escuela primaria, donde venía una maestra a enseñarnos. Pero yo bailaba Fito (Páez), Charly (García) y cualquier cosa que me gustara. Mi inclinación más consciente con el arte del movimiento empieza haciendo teatro. Cuando termino el secundario, decido irme a Buenos Aires para estudiar Arte Dramático y el día de la inscripción me tentó la carrera de Expresión Corporal, así que terminé en ella. Más adelante, me cruzo a la carrera de Danzas Folklóricas Argentinas. Así, llevada por el entusiasmo.
—¿Qué es lo que te sedujo del folklore latinoamericano?
—La diversidad. Los infinitos vericuetos del comportamiento social y cultural que atraviesan las danzas en sus territorios. Dediqué y dedico el tiempo que puedo para viajar. Los intercambios culturales son, para mí, el motor de mis movimientos. Son el combustible emocional que necesito para comprender, interpretar y luego compartir. Es muy importante entender, desde mi punto de vista y lo digo siempre, que el camino de un maestro/maestra/tallerista/danzante es único. Sólo así podremos reconocer y valorar la otredad, y sabremos también dónde y con quién queremos aprender de qué experiencia. La historia recortada que recibimos quienes estudiamos folklore en nuestro país es, como base, interesante y por supuesto merece respeto. Pero es necesario indagar, investigar, profundizar y cuestionar y cuestionarse las cosas, por más que un libro las diga. Pensarnos dentro de un territorio mucho más grande y complejo pone en evidencia muchas arbitrariedades y vacíos de fundamentos en la supuesta difusión del folklore, y creo que por defensa de nuestro trabajo damos un valor falso de imprescindibilidad. El folklore es la naturaleza de un pueblo, no así su difusión. Sí es imprescindible la existencia de políticas de Estado que garanticen la libre expresión popular, que den lugar al desarrollo cultural y difundan el arte en general de un pueblo. El folklore se vive, y aunque podamos estudiarlo e investigarlo, no podemos controlarlo. Latinoamérica es sinónimo de un pueblo históricamente manipulado, en plena lucha y transformación social, por lo tanto tiemblan mis seguridades personales respecto a las tradiciones y sé que las de muchos y muchas más. Desde todo esto que digo brota mi amor profundo a esta multiculturalidad o a esta mirada más abarcativa.
—¿De qué manera creés que nos interpela el baile a través de sus movimientos?
—Como cualquier expresión artística creo que nos interpela aquella misma humanidad que somos en determinados momentos, que propone y comparte a través de un movimiento, una melodía o una pieza, su propia interpretación de la vida. Esa proyección, cuando se presenta auténtica, es capaz de alterar nuestro estado, aunque sea por un instante.



—¿Cómo surgió la idea de celebrar la danza mediante ilustraciones?
—No fue una idea. Fue casi un accidente. Siempre proyecté mis deseos del dibujo a otras personas artistas cercanas y no tan cercanas para que los concreten. Hace menos de dos años decidí hacer público mi primer dibujo bajo mi seudónimo La Levina y nada tenía que ver con la danza. Lo hice en un terrible contexto de incendios en mi provincia que está acabando con el bosque nativo -como en el sur ahora-. El dibujo es un zorro gris abrazando las piernas de un bombero y, sin esperarlo, se viralizó una y otra vez. Después, fui publicando casi a diario distintos dibujos, entre ellos algunos inspirados en danzantes actuales. Ahí me descubrí en comunicación con ese gran movimiento al cual pertenezco desde hace mucho tiempo, pero esta vez desde otro lugar, y fue maravilloso. Logré complementar la danza, tan efímera y tan lenta en su creación colectiva (porque así la vivo yo), con el arte del dibujo, tan individual, de producción casi inmediata y de eterna duración, pero sin perder el diálogo con el arte del movimiento y en plena conexión con aquella comunidad.
—Contanos cuál es el proceso que llevás adelante para crear a tus personajes danzantes.
—No tengo una metodología. Soy un desorden importante. A veces quiero dibujar pensando en alguien y lo hago desde el pensamiento mismo, otros desde algún registro fotográfico o también desde algún video. En cuanto al resto de los danzantes creados, esos personajes que no representan a nadie real, me alcanza una intención, me atraviesa y pone a dibujar. A veces ni siquiera sé qué están bailando, pero de a poco el dibujo me lo va diciendo, sus cuerpos me lo van pidiendo. Sucede que yo me acomodo a los personajes más que ellos a mí. Por supuesto que hay otros casos donde me planto con una idea previamente diseñada en mi cabeza, pero suelen ser los menos. Lo que me inspira mucho es el folklore vivo, las manifestaciones en la actualidad, las personas viviendo sus tradiciones sin darse cuenta.



—¿Qué técnicas y materiales utilizás habitualmente?
—Dibujo con lápices escolares, microfibras y lapiceras sobre hojas comunes de oficina. A veces creo que es importante mejorar eso y uso algunas hojas de buena calidad, pero en general dibujo sobre lo que tengo. Otras veces hasta reutilizo las hojas. Después escaneo los dibujos y si quiero -porque siempre sería necesario- corrijo algunos arrebatos y le doy algún color digital. No manejo profesionalmente herramientas digitales, por lo tanto hago un trabajo precario y me defiendo para lo que voy necesitando.
—¿Creés que es posible comunicar ese movimiento que genera el baile mediante tus dibujos?
—De mis dibujos, es lo único que creo. Porque mis dibujos son técnicamente imperfectos. Son como un boceto hasta el abandono. Entonces siento que lo único que los hace auténticos y especiales es que pueden comunicar algo y ese algo incluye el lenguaje del movimiento.
—¿En qué proyectos estás trabajando actualmente?
—En este momento pienso en la próxima agenda ilustrada, siempre buscando herramientas que lo hagan posible como los financiamientos colectivos. Eso lleva tiempo, dedicación e ideas claras. Mis agendas, por lo menos las dos primeras ediciones, son como un libro. Tienen biografías de danzantes actuales y textos emergentes de la danza. El plan es continuar con algo similar para la tercera.
—Para terminar y volviendo al objeto imaginario con el que empezamos esta charla, ¿qué sueño te gustaría soltar en la danza de ese pañuelo?
—El pañuelo, entre tantas otras cosas, también representa lucha, y sueño que al enarbolarlo podamos pensar y actuar para vivir una sociedad más sana, respetuosa, amorosa y justa.
Además
Los museos platenses reabren sus puertas

Bajo estrictos protocolos de prevención sanitaria, la Municipalidad de La Plata pone en marcha la reapertura del histórico “Museo Almafuerte” y del “Museo y Archivo Dardo Rocha”, los cuales funcionarán con turno previo, y con horario y aforo reducido.
Luego de la suspensión de las actividades presenciales como consecuencia de la pandemia por Covid-19, la Comuna reabre las puertas de dos emblemáticos sitios de la ciudad, con una modalidad que contempla horarios y cupos reducidos y un estricto cumplimiento del protocolo sanitario vigente.
“Celebramos la posibilidad de que los museos históricos de nuestra ciudad puedan volver a abrir sus puertas y recibir visitantes que quieren conocer más sobre la vida de personajes tan importantes como Dardo Rocha y Almafuerte”, expresó el Secretario de Cultura y Educación del Municipio, Martiniano Ferrer Picado; al tiempo que enfatizó: “Estos espacios ofrecen un material muy interesante y significativo para difundir la rica historia de nuestra ciudad”.
Según se informó, tanto el “Museo Almafuerte”, ubicado en avenida 66 e/ 5 y 6, como el “Museo y Archivo Dardo Rocha”, sito en calle 50 e/ 13 y 14, permanecerán abiertos los días miércoles y viernes, de 10 a 13hs, con visitas de entre 20 y 30 minutos de duración y cupos de 3 personas del mismo grupo conviviente como máximo.
Quienes deseen visitar el Museo Almafuerte, deben solicitar turno comunicándose al teléfono 427-5631, de lunes a viernes de 9 a 13hs; mientras que aquellos interesados en recorrer la casa del fundador de La Plata, deben comunicarse previamente al 427-5591, los mismos días y en el mismo horario de atención.