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Literatura

Bibliotecas: la larga historia de los anaqueles del saber

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Por Andrea Viveca Sanz

La palabra biblioteca hace referencia al lugar en el que se guardan los libros y así fue en los orígenes. En nuestros días este concepto se ha hecho más dinámico y hoy las bibliotecas se han convertido en organismos interactivos en los que habitan verdaderos tesoros que guardan la sabiduría de todos los tiempos.

Sin dudas cuando uno ingresa al mundo en el que habitan los libros siempre se respira cultura y se produce entonces el mágico encuentro entre los lectores, los autores y los editores. Es en las bibliotecas donde confluyen en silencio cada uno de los protagonistas del proceso de aprender.

Las primeras bibliotecas surgieron en la antigüedad y fueron evolucionando conforme cambió la escritura y la materialidad y forma del libro.

En principio se escribía sobre tabletas de arcilla que surgieron como necesidad para ordenar asuntos cotidianos como datos comerciales o acciones judiciales.

La biblioteca más antigua data del tercer milenio AC y fue encontrada en un templo de la ciudad de Nippur en Babilonia, en la cual se rescataron tabletas de barro y rollos de papiro.

Templo de Nippur

En la Mesopotamia también se destacaron otras bibliotecas como la de Asurbanipal que contenía tabletas de arcilla rectangulares en las que aparecía un colofón, el nombre del propietario y el nombre del escriba. Estas tablillas eran guardadas lejos del suelo en cajas de madera o cestos de mimbre y se ordenaban según su importancia. En esta biblioteca existió una colección y preparación de una edición definitiva de escritura cuneiforme.

Otra biblioteca mesopotámica fue la de Ebla, en la que se encontraron fragmentos de tabletas colocadas en estanterías de madera clasificadas por forma y contenidos. En sus lomos tenían signaturas para identificarlas.

En Egipto se utilizaron los papiros en los que se escribía con tintas obtenidas de resinas y hollín. Esos papiros se pegaban unos a otros y se guardaban enrollados formando volúmenes. A su vez los volúmenes se depositaban en estuches de cuero y estos en cajas de madera o ánforas. Todo ese patrimonio cultural era guardado en bibliotecas a las que llamaban “casas de la vida”, ubicadas en templos y palacios reales. No han quedado evidencias de esos materiales por la escasa resistencia de sus componentes. Se destacaron las bibliotecas de Tebas, Karnak y Tell El- Amarna.

En Grecia era común el uso de papiros y las tablillas de madera enceradas para enseñar. Ya en la época helenística aparece el pergamino como soporte para escribir, siendo este material más resistente y práctico. Con la llegada de la escritura alfabética se difunde la enseñanza y aparecen entonces bibliotecas particulares como la de Ulano en la que se encontraron los textos de Epicuro. Otras bibliotecas destacadas de Grecia fueron la de Alejandría y la de Pérgamo.

Biblioteca de Alejandría

La Biblioteca de Alejandría si bien estaba ubicada dentro de Egipto, pertenecía a la cultura helenística y fue una de las más destacadas de la época. En ella se calcula que hubo alrededor de 700.000 manuscritos y documentos de antiguas civilizaciones. Los manuscritos se ubicaban en nichos de madera o mimbre y los mejores eran untados con aceite de lino. Cada manuscrito se identificaba con una especie de etiqueta en la que figuraba el título que correspondía a las primeras palabras de la obra. Esas etiquetas se llamaban sillybos. Los rollos de papiro se guardaban en receptáculos de madera llamados bibliotheke que significaba colección de libros.

La biblioteca de Pérgamo estaba organizada alrededor del templo de la diosa Atenea y fue depositaria de cerca de 200.000 volúmenes. También se utilizaba el pergamino como material de escritura.

En Roma se utiliza también el papiro y tablillas de madera encerada para escribir, estas últimas se unían por uno de sus lados y constituían los codex, que fueron un primer paso hacia el libro de la actualidad.

En ese tiempo se comienza a comercializar el libro y aparecen las librerías editoriales, como así también las primeras bibliotecas públicas como las de Asinio Polión. Otras bibliotecas de la época fueron las de Ulpia y las del Pórtico de Octavio y la de Palatino.

Durante la Alta Edad Media hay que destacar la importancia de los monasterios como lugares en donde se difundía la cultura y por lo tanto donde se alojaban importantes volúmenes de libros. Las bibliotecas destacadas de esta época eran las episcopales y monacales.

Las bibliotecas estaban al lado de salas llamadas scriptorium en las que los religiosos se dedicaban a copiar libros que se intercambiaban con otros monasterios.

También podía haber bibliotecas en las catedrales o en las cortes.

En la Baja Edad Media los libros dejan de ser sólo religiosos para convertirse en instrumentos del saber, es por ello que en este período aparecen las bibliotecas universitarias que eran abastecidas por donaciones y compra de libros.

También había bibliotecas catedralicias en las que existían libros sagrados que por lo general estaban escritos en latín y obras clásicas. En estas bibliotecas había salas de lectura porque los libros no se prestaban.

Sobre el final de la edad media se destacan algunas bibliotecas privadas como las de algunos monarcas como los Medici o las de algunos papas como Nicolás V o Sixto IV.

Durante el siglo XV y con la aparición de la imprenta, se incrementa la edición y circulación de libros y las bibliotecas entran en un período de esplendor. En el siglo XVI aparecen las primeras bibliotecas nacionales. Se destacan bibliotecas como la del Escorial en España, la nacional francesa, la nacional de Austria y otras.

Biblioteca Ambrosiana de Milán

Ya en el siglo XVII tiene su nacimiento la primera biblioteca pública fundada por Federico Barromeo, conocida como la Ambrosiana de Milán, en la cual se destacaron gran cantidad de manuscritos y códices. A partir de entonces se expanden este tipo de bibliotecas, ya que el libro pasa a ser un instrumento de conocimiento y se legaliza el derecho de acceso a la lectura. Aparece en este período la figura del bibliotecario profesional.

En el siglo XVIII el concepto de biblioteca se hace más amplio, ya no se trata de un lugar en donde se almacenan libros solamente, sino de un espacio abierto en constante crecimiento que atiende las necesidades de los lectores. Es en este siglo de las luces cuando surgen los clubes de libros y bibliotecas itinerantes. Aparecen las bibliotecas de socios o suscriptores.

Es en el siglo XIX, la industria editorial se expande favoreciendo el abaratamiento de los libros y por ello también se diversifican las bibliotecas públicas que quedan comprendidas en leyes que las protegen y ordenan. Surgen en este marco las primeras asociaciones de bibliotecarios.

La aparición de los diversos soportes digitales en el siglo XX genera una explosión de la información que colabora con la expansión de las bibliotecas, que desde entonces han tenido que ir adaptándose a los avances tecnológicos para su funcionamiento.

Hoy en día existen numerosas asociaciones internacionales que favorecen la cooperación entre bibliotecas, y la automatización ha permitido la utilización de catálogos de acceso público. El modelo sería el de bibliotecas híbridas que guardan sus materiales en forma tradicional y ofrecen además servicios sustentados por las nuevas tecnologías.

En este tiempo, además de las bibliotecas nacionales y públicas existen bibliotecas escolares, bibliotecas especializadas y bibliotecas universitarias.

Como decía Jorge Luis Borges, de todos los instrumentos creados por el hombre “solo el libro es una extensión de la imaginación y la memoria”.

El libro, por tanto, debe ser protegido como un verdadero tesoro, sin importar el soporte en el que anide su contenido. Las bibliotecas deberán seguir siendo aquellas “casas de vida”, en las cuales la imaginación y la memoria de todos los tiempos están resguadadas.

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Literatura

Abrió su convocatoria el Premio Lumen de novela 2025

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Por tercer año consecutivo, se abrió la convocatoria para participar en el Premio Lumen de novela, destinado a reconocer las mejores obras inéditas de mujeres, escritas en español. Esta iniciativa es heredera del Premio Femenino Lumen, que funcionó entre 1994 y 1999. En 2023, la editorial española decidió retomarlo y ya está disponible el buzón donde las interesadas pueden postular su obra.

La convocatoria estará abierta hasta el 31 de marzo del 2025 y el fallo se conocerá en junio. La ganadora se llevará un premio de €30.000 euros y su obra será publicada en todo el territorio de habla hispana.

La obra postulada puede ser escrita por una mujer mayor de edad de cualquier nacionalidad, pero debe estar en español. Además, debe tratarse de una obra original, inédita y que no haya sido premiada en otro concurso ni que esté a la espera de otro fallo similar.

Para participar, las interesadas deberán cargar su manuscrito digital en formato PDF o Word en la página oficial del concurso. Allí deberán llenar sus datos personales, el nombre de la obra y el pseudónimo con el que la desean firmar. “Para garantizar el anonimato, la plataforma disociará sus datos identificativos de los del seudónimo y estos únicamente se revelarán en el caso de que la obra sea seleccionada como ganadora”, se aclara en las bases del concurso. Solo se podrá cargar un manuscrito por persona, por lo que no será posible presentar más de una novela.

Adicionalmente, las obras postuladas deberán ser enviadas en formato físico (en tamaño DIN A4, 210 x 297 mm, mecanografiadas a doble espacio en cuerpo 12 e impresas a una o dos caras indistintamente) a una de las oficinas de la editorial, que la concursante podrá especificar durante su postulación. Los países a los que podrán ser enviados los manuscritos originales son: Colombia, Argentina, Chile, Perú, Uruguay, México, España y Estados Unidos.

Una vez cerrada la convocatoria, el jurado entrará en periodo de deliberación para definir la obra ganadora. Este año, el panel estará compuesto por las escritoras Ángeles González-Sinde y Clara Obligado; la directora de la librería Rafael Alberti en Madrid, Lola Larumbe; y la directora literaria de Lumen, María Fasce.

Ganadoras del Premio Lumen

La primera edición de este premio, en 2023, dejó como ganadora a la obra “Vladimir “de la escritora argentina Leticia Martín. Esta historia le da un giro al clásico de Vladimir Nabokov “Lolita”, pues ahora es una profesora mayor la que persigue el amor de un estudiante.

Este año, el premio fue para la novela “Luciérnaga” de la escritora bielorrusa Natalia Litvinova. Esta novela, recupera la historia de la autora que, después de haber terminado con su pareja, decide regresar a la casa de su madre, en Buenos Aires. Allí, se enfrentará con las memorias de su país de origen, Bielorrusia, y las de la Argentina que la vio crecer.

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Literatura

“Victoria”, de Anna K. Franco – Del Fondo Editorial

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Del Fondo Editorial acaba de editar “Victoria”, la nueva novela de la escritora Anna K. Franco.

Sinopsis

Hailey escapa de la ciudad convertida en Avery para ocultar un secreto inconfesable. Nadie puede saber que alguna vez se llamó Victoria ni todo lo que ese nombre representa: un engaño, una relación abusiva y el descubrimiento de una verdad que podría costarle la vida. En un pueblo conoce a Matt, un chico con un pasado difícil. Mentiras, peligros y secretos acechan entre los despojos de una vida en llamas, esperando ser descubiertos. Solo la fuerza del presente hará que el pasado se desvanezca… o no. ¿Se puede salir de una relación oscura? ¿Cómo resurgir cuando te han robado hasta tu identidad?

Sobre la autora

Anna K. Franco nació en la ciudad de Quilmes, provincia de Buenos Aires, el 3 de marzo de 1985. Es escritora y docente de Literatura. Aunque cultiva diversos géneros, se destaca en novela romántica.

Estudió Letras y Corrección Literaria, y comenzó a escribir a temprana edad, lo que posteriormente se convertiría en su profesión.

Leyó su primera novela romántica a los quince años y eso despertó su pasión por el género.

Se desempeñó como jurado de diversos concursos literarios institucionales y como coordinadora de talleres de escritura.

Obtuvo varios certámenes literarios y publicó su primer relato en 2005. Desde entonces han visto la luz muchas publicaciones en antologías hasta que en 2011 se publicó su primer libro.

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Historias Reflejadas

“Palabras mágicas”

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Palabras mágicas

La magia, ese personaje escondido detrás de los otros, que asoma entre letras y rueda sobre las palabras transformándolo todo.

Sube y baja, extiende sus manos entrelazando las cosas eternas, aquellas que merecen guardarse en los rincones de la memoria, aquellas que se convierten en recuerdos y que son capaces de expandirse más allá de lo imaginado cada vez que son narradas.

Es justamente en ese juego donde la magia invita y convoca, obligándonos a despertar, a prestar atención a lo importante, a encontrarnos en lo invisible para hacerlo visible.

Ser mago es atravesar los puentes de los sentidos para dejarse llevar por esa luz que modifica todo.

Es lograr que lo imposible se haga posible, desafiando a los miedos y a las dudas, rodando entre las palabras que cuentan nuestra historia.

Es descubrir conejos que se esconden entre las letras de un cuento para acariciar el alma de un niño.

Es escuchar el susurro de sílabas capaces de formar palabras siempre nuevas, que se guardan en las cuevas del tiempo donde sucede el pasado y crece el futuro.

Es descubrir que una página puede cambiar infinitas veces, que todo depende del misterioso contacto entre lectores y autores que hacen incompletas todas las enciclopedias del saber galáctico.

Porque sólo la magia es capaz de completar la página en blanco de nuestra existencia y de convertir cada instante en una nueva oportunidad.

Andrea Viveca Sanz

Se reflejan en esta historia: “Soy mago”, de Leo Batic; “Saber de las galaxias”, de Adela Basch; “La rebelión de los conejos mágicos”, de Ariel Dorfman; “Hechizos y descubrimientos (Alas para los dinosaurios)”, de Márgara Avervach; y “Relatos de los confines (Oficio de Búhos)” , de Liliana Bodoc, quien permanecerá por siempre con su magia.

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